Ludovica Bognier
Lo extraordinario SIEMPRE HA ROTO con lo cotidiano
Capítulo 0
Hace casi un año, Giulia empezó a escribir cartas a sí
misma, con la única finalidad: desahogarse de una relación tóxica que ni siquiera era técnicamente una relación. Se había dado cuenta de cómo había cambiado y de que la vida le había puesto una y otra vez la misma situación delante: cada x tiempo vuelve a ver o encontrarse con esa persona que repite un patrón de conductas que tenía alguien que le resultaba familiar, pero inconscientemente se sentía atraída por él. Giulia sabía que le había costado la salud mental, obsesionarse y ser dependiente emocionalmente para recibir migajas de atención por parte de otra persona. Ella sabía que había sido un desgaste de energía haberle dedicado tanto tiempo de su vida cuando ni siquiera había sido una relación importante en su vida y mínimamente le 3
Ludovica Bognier
gustaba el interior de esa persona, su forma de ser, de pensar, le parecía totalmente insípida. ¿Parece absurdo? Efectivamente lo era, sin embargo, Giulia no paraba de pensar cómo podía causarle tanta adicción la idea de retener a esa persona en su mente, en su día a día, en sus fantasías. Y lo que más se preguntaba era el por qué le costaba tanto encontrar a una pareja con la cual se sintiera ella misma. Ella se repetía a sí misma, que si era necesario dejar de creer en él «para siempre» que tanto le habían inculcado las películas y la sociedad, estaba dispuesta a dejar ir esa idea tan enfermiza sobre el amor. Giulia solo quería ser feliz durante una temporada de su vida de mujer joven, salvaje y alocada, antes de verse en la piel de una mujer casada, aburrida de su vida monótona y sin pasión. «Lo peor quizá sería estar con una persona hacia la cual no pudiera sentir el más mínimo deseo», se repetía en su cabeza tras ver las relaciones de muchas personas, carentes de sentido. Porque para ella, la vida tenía que tener un sentido y ser percibida por los cinco, de lo contrario, se sentiría frustrada. «Una más condenada a vivir para agradar a los demás y cumplir con los estándares sociales» (pareja, matrimonio, hijos, etc.). Ella tenía un miedo atroz a convertirse en una de esas mujeres dependientes, caídas en la rutina de un matrimonio que, en vez de ser supuestamente el motivo de querer a una persona, 4
Lo extraordinario siempre ha roto con lo cotidiano
se convirtiera en una cárcel para sus sueños, sus fantasías y sus deseos. No sé si me explico, Giulia, no es que quisiera poner fecha de caducidad con antelación a una relación que ni siquiera existía en su vida aún, pero había visto la realidad de muchas personas a su alrededor y no quería acabar así. Una parte de ella misma, seguía rechazando la idea de que para ser feliz y avanzar necesitaba perdonar a quienes les habían hecho daño, porque creía que no le hacía falta perdonar a esas personas, le parecía absurdo y su ego se negaba rotundamente a ceder de la posición de víctima donde a veces se encontraba. Sin otra parte de ella misma, sabía que sí le hacía falta perdonar y ver las cosas, su pasado, desde otra perspectiva, tener una apertura mental que le pudiera permitir percibir los acontecimientos ocurridos en su vida de otra manera y no como siempre estaba acostumbrada a verlos. La verdad es que por mucho sufrimiento que le hubieran generado esas personas, no tenían ningún valor en su presente y mucho menos en su futuro. Giulia no quería engañarse y creer que era víctima de lo que le sucedió y que por eso es tan «intensa» y su sensibilidad era mucho más profunda que la de sus amigas, de su familia o de muchas otras personas con las que se relacionaba a diario y no podía recibir un feedback. Rara era la vez que sentía que alguien la comprendía de verdad, que era capaz de asemejarse a su nivel de sensibilidad. 5
Curioso el hecho de que, cuando alguien la entendía de verdad, solían ser extraños que no tenían ni idea de quién era realmente Giulia y cuál había sido su pasado, sin embargo, ella encontraba un punto en común: lo desconocido se volvía familiar. Giulia, aparte de los problemas emocionales que como cada ser humano tenía, llevaba una vida con responsabilidades y ambiciones a la que hacer frente. Lo primordial para ella era cuidarse, cuidar su salud tanto física como mental. Ella sabía lo que significaba tener la autoestima en el suelo y no creer en sí misma. Ya había vivido aquel infierno y ahora se estaba descubriendo a sí misma por primera vez, se había puesto un espejo enfrente y se había mirado de verdad y se había reconocido a sí misma. Giulia empezó a reconocer haber sentido la necesidad de buscar a otras personas solo para recibir un poco de atención porque se sentía sola. Ella ahora era la persona que se conocía lo suficientemente a sí misma como para saber cuáles son sus límites y qué es lo que necesita: ser leal a sí misma. Giulia quería arriesgarse y probar experiencias nuevas, quería saber qué significa querer de verdad y ser querida sin condiciones, encontrar lo que alimentaba su alma hacia nuevas metas, nuevos objetivos, cada vez más difíciles de conseguir…
Pero que le produjeran una sensación de adrenalina cada vez que lograse ganarse a sí misma: le gustaba ponerse a prueba y desafiarse a sí misma y por eso era muchas veces predispuesta a atraer relaciones tóxicas. El estar con alguien que le pudiera ofrecer estabilidad emocional le parecía a años luz lejos de su vida. Giulia era una adicta a la competición, ella en el fondo era ambiciosa, con sed de querer siempre más y nunca conformarse, lo que por otro lado podría causarle muchas decepciones ya que en la vida existen límites que realmente son la clave para tener esa paz mental que tanto se anhela. Un día, Giulia se dio cuenta de que sentía una ligera atracción por su compañero de trabajo, en parte sentía que lo había idealizado. A la vez sentía que se estaba mintiendo a sí misma porque sabía que era «el tipo de persona» (porque ella creía en esas cosas), que no encajaría con ella del todo. «Es como verle y saber que no seríamos tan compatibles» se repetía a sí misma. ¿Puede darse la posibilidad de que se estuviera equivocando? Una parte atrevida de sí misma le estaba diciendo de proponerle ir a misa irónicamente y luego confesarle que sentía atracción por él. No podía hacer eso, tontear con su compañero de trabajo porque sería irracional, pero ella seguía con la idea en bucle: 7
Ludovica Bognier
«Y si él se lo tomara bien?, ¿y si encontrásemos un placer mutuo de compartir un secreto y un deseo mutuo aparte de compartir esa nueva experiencia laboral juntos?». Y si… siempre estaba ese maldito «y si» cada vez que algo lo interpretaba como prohibido, poco convencional, imposible, arriesgado, fuera de lo común, de lo cotidiano, de lo ordinario, etc. Giulia, cada día después de actuar como es debido, haciendo un esfuerzo emocional sorprendente para ocultar sus sentimientos y evitar que jugasen en su contra, acababa el día pensando otra vez: «¿Y si pudiera simplemente ser un juego, divertido y atrevido?, ¿por qué no?». El fatídico «por qué no» era otra debilidad que rondaba en su cabeza de rebelde que no quería aceptar lo establecido y las normas, lo que se supone que había que hacer en la vida para ser políticamente correcto. Giulia es como si tuviera la certeza de que en realidad amaba ese rasgo de sí misma, atrevida y siempre dispuesta a desafiar lo que todo el mundo no haría por miedo. Arriesgarse por sentir, era algo que a ella le causaba placer solo de pensarlo. Nunca se sabe lo que pasa por la mente de una persona, pero es cierto que ella no tenía intención de ponerse ningún límite o barrera, quería dejarse llevar simplemente. Giulia decía que quería ser ella misma y si eso implica8
Lo extraordinario siempre ha roto con lo cotidiano
ba acercarse a su compañero de trabajo de manera sutil y viendo su reacción, lo iba a hacer, sin importarle las consecuencias. Al igual que iba a estar abierta y receptiva para conocer a gente nueva y dejarse sorprender. Su objetivo en el plano sentimental era poder construir una relación sin un futuro seguro, pero con un presente que le pudiera regalar escalofríos de la emoción que le hacía vivir en el instante mismo. Giulia se repetía la siguiente frase: «¿Qué pasaría si yo pudiera conseguir todo lo que tengo en mente y me sintiera digna de recibirlo? ¿Y si quisiera simplemente triunfar y sentirme dueña de mí misma?». Desde ese instante algo en su cabeza hizo un «clic» y decidió escribir cartas a sí misma con el fin de entender entre tanto caos, cuál era la verdad que tanto buscaba en su día a día: el porqué de las cosas, el sentido que tanto anhelaba encontrar y descubrir su miedo a perder. Sin saber hasta dónde la llevó ese hábito de empezar a escribir como forma terapéutica, una especie de diario, sin normas sobre la frecuencia, ni filtros a la hora de expresarse, ella dio con la clave: el dejar ir las cosas, pero nunca sin antes haberlas expresado.
9
Giulia encuentra una forma de huir de la monotonía en la cual estaba atrapada. Termina descubriendo que su vida puede ser mucho más de lo que ella creía, una vez se siente capaz de soltar el miedo. Se atreve a vivir permitiéndose sentir todas las emociones que se estaba reprimiendo. Aprende a contemplar lo extraordinario, una vez que rompe
228741 788419 9
ISBN 978-84-19228-74-1
las barreras de lo cotidiano.
mirahadas.com