Lo que no se cuenta

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M.C. Llach



POR QUÉ ESCRIBIR

Cuando empecé a escribir, no levantaba más de un metro del suelo, y lo que me movía a buscar la compañía de mi libreta de cuadritos y mi bolígrafo que se atascaba siempre, (pero nunca cambié porque había sido un regalo de ella y no quería perderlo) fue la soledad, tan dolorosa que solo se me olvidaba un poco, cuando ponía sobre el papel cuánto me dolía, así llenando hojas de aquel cuaderno (que todavía conservo) pasé el último año de mi infancia. Después inevitablemente crecí, me hice mayor y fui consciente de las cosas que pasaban y con las que no comulgaba en absoluto , pensé que podía hacer algo para cambiar, para intentar ser mejor y hacer el mundo mejor en la medida que pudiera, un poco más habitable. Por supuesto que adolescente no ha pensado en ello, yo no iba a ser diferente, y desde luego a quién podía interesar lo que yo dijera o escribiera; la de cuadernos que 3


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me quitaron y rompieron los profesores, algún que otro cura, y algún agente de la autoridad. Me vi envuelta en algunos líos por plasmar mis ideas en el papel. Entonces, aprendí que las ideas si no son las que se espera que tengas, traen problemas y ese descubrimiento me encantó. A partir de ahí aprendí mucho mejor a dejar mis miedos, frustraciones, alegrías, odio, dolor, celos, amargura, y sobre todo vida, la mía y la que había a mi alrededor sobre el papel. Hoy sigo aquí, con mis textos planteándome unas cien veces cada día dejar de escribir, que esto no es para mí, que no sé hacerlo… Pero cada día es inevitable, vuelvo y de nuevo empiezo a llenar otro papel, servilleta, trozo de algo que tengo a mano, escribo… Voy dejando trocitos de vida en cada uno. Si me lo preguntáis, no sé por qué escribo, si sé en un lugar muy escondido de mi interior que necesito escribir, es algo que tengo conmigo misma… Como escribió Emily Dickinson: «La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma y canta la melodía sin palabras, que nunca cesa». 4


PIRATA

—¡Hola, Pirata! ¿Qué haces ahí? Sonia amaba a su marido, pero lo que de verdad atraía su atención y todo el cariño era Pirata, su precioso gato, un gato negro de porte elegante, con una mancha blanca en el pecho y otra más pequeña en el ojo izquierdo que parecía un parche y le daba el aspecto de un pirata, de ahí su nombre, que ella le puso nada más verlo. Se lo había regalado Alberto, su marido, hacia un año y el gato se había ganado el corazón de Sonia, convirtiéndose en dueño, señor y el único rey de la casa. Estaba buscándolo para darle de comer: —Minino, ven a tomar tu leche fresquita, «miss, miss miss». Alberto estaba de los nervios, anudándose la corbata en el dormitorio: —¡Dios mío, Sonia, deja el gato, tenemos la cena a las ocho y media, y sabes que es muy importante para mi trabajo! 5


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—¡No te enojes, cariño!, en cuanto le dé de comer, termino de arreglarme en un momento. Sonia se dirige a la cocina llamando a Pirata. Alberto la espera en el salón pensando en que esto seguirá así por siempre. —En qué mala hora se me ocurrió regalarle ese gato, se ha convertido en el centro de nuestro matrimonio. Sonia solo tiene ojos para él, y ahora por su culpa vamos a llegar tarde. Mira el reloj de pared y, al mismo tiempo, el balcón que está abierto porque están remodelando la fachada del edificio. —¡Maldito bicho, pues no está en el borde del balcón! Alberto intenta coger a Pirata, este da un salto hacia dentro y él resbala y queda con el cuerpo fuera. Sonia no le habría perdonado nunca que hubiese dejado caer al vacío a este bicho equilibrista. Con los ojos cerrados, incapaz de articular una palabra por el vértigo, siente acartonarse sus dedos sujetando a duras penas la parte exterior del balcón en obras, las piernas doloridas rígidas por el esfuerzo, los dedos de los pies intentando inútilmente aferrar la lisa pared… cuando escucha acercarse a su mujer. —¡Alberto, donde estás, vamos a llegar tarde y seguro dices que es culpa mía!

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No, no… puedes caerte, ven, bonito, ¡alguien dejó de nuevo abierto el balcón! ¡Qué poco cuidado! Sonia coge al gato en brazos y, acariciándolo… —¡Espera, minino, cerremos el balcón y veamos si encontramos a papi por algún lado!

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TIEMPO DE AJEDREZ

Esa madrugada Álvaro está encerrado en su despacho tratando de terminar el trabajo que ha traído de la oficina, la casa está en silencio hace mucho, los niños duermen, y su mujer, cansada de ver cerrada la puerta del despacho, también se ha retirado. Se oye un leve roce en la puerta… Álvaro piensa en tomar una taza de café y pedir disculpas a su mujer, se levanta y abre la puerta del despacho… Una figura de pálido rostro y de sexo indefinido está de pie en el umbral, mirándole fijamente. Queda petrificado, no puede ser que esté en su casa y, precisamente, en la puerta de su despacho mirándole de frente. Mira sin querer la profundidad de esos ojos en la pálida cara, y como un autómata le sigue. Oye el chasquido de la puerta al cerrarse y el resto de su casa no está, ha desaparecido, en su lugar está el andén de una estación y un tren antiguo soltando va9


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por; suben a él, el desconocido abre la puerta de un compartimento y le invita a sentarse. Álvaro siente que entra en una dimensión desconocida, y su incertidumbre aumenta cuando pone delante de él un tablero de ajedrez y el desconocido le dice: —¡Juguemos solo para «matar» el tiempo! A través de la niebla irreal de un tiempo muerto, corre ese tren, en las ventanas está la nada, curiosamente no hay el traqueteo que se asocia a un tren de esas características. Álvaro está visiblemente alterado, le desasosiega esta presencia… El desconocido, cómodamente sentado frente a él, empieza la partida… La velocidad del tren atravesando la noche va en aumento. La mente de Álvaro discurre casi a la misma velocidad. No sabe por qué está aquí, ( todavía tiene que terminar la presentación y es urgente), y mucho menos sabe por qué ha seguido sin rechistar a este desconocido; siente que en esta partida de ajedrez se juega algo intangible pero importante, mueve el caballo y se da cuenta de que va ganando; su contrincante juega en silencio; Álvaro, fijando su mirada en la cuadricula del tablero, empieza a pensar en su familia; por su cabeza pasan a toda velocidad escenas en las que siempre antepuso su trabajo a todo, la 10


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percepción de la luz es el todo y se aleja; para él es tarde, su vida se le ha escapado de las manos tan deprisa como ese silencioso tren. Podía haber dicho… y también podía haber hecho… Ya no es tiempo, eso es, el tiempo, lo que siempre le faltó. Ahora, como alguien que entrega lo más preciado del mundo y queda vacío, mueve una figura sobre el tablero diciendo con voz apagada: «jaque mate», y cierra los ojos para no ver la expresión de su contrincante. Siente un agudo dolor en el pecho y trata de abrir la puerta del compartimento; tiene que salir del tren… Asustado, abre los ojos, está sujetando fuertemente la manilla de la puerta de su despacho cuando cae al suelo con los ojos abiertos y el corazón parado.

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DELIRIO (La persona que busco)

«Un cuadro es la ventana donde la vida se paró». Camina sin rumbo por las calles de París, este viaje estaba previsto hacerlo juntos sin embargo se ha ido sin una palabra, sin una explicación; pero no importa, la seguirá buscando aunque tenga que ir al fin del mundo, la encontrará, porque sin ella no es… no sabe ser. Sin saber cómo, en su deambular errático llega a la zona de las Tullerías, camina sin parar hasta encontrarse con una pirámide invertida y gente que entra, la sigue sin pensar hasta que la ve, es ella, le mira con su sonrisa enigmática solo a él. A su alrededor la gente pasa, se para y sigue pasando. Ella solo le mira a él como siempre. 13


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Se queda parado frente a ella y le habla bajo: —La persona que yo busco existe, lo sé. Sueño contigo todas las noches. Y no soy capaz de olvidar que una vez te vi. Pasaste volando a mi lado, pero no querías volar. «Hoy es siempre todavía», me dijiste. Pero querías decir otra cosa. Querías decir que mañana nunca llegaría. Yo sigo creyendo que estuviste allí, conmigo, que una vez estuvo allí. No sé si se ha marchado o nunca llegó. Algún día lo sabré. Siempre te estoy esperando. La gente que visita el museo, lo mira, está parado frente al cuadro murmurando algo; acapara el espacio, no deja que nadie se acerque a contemplar la pintura. Los agentes de seguridad lo sacan afuera. —Estáis equivocados. El retrato es de ella… No le han dejado abrazarla pero se equivocan, todos se equivocan, ella es Beatriz…, no como la llaman aquí, nunca será la Gioconda.

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DECISIONES IMPORTANTES

«Cuando no se actúa como se piensa, se puede terminar pensando cómo se actúa». El Matrimonio Se casó enamorada de Juan, era el chico más guapo de la universidad, casi todas le iban detrás, pero la eligió a ella. Era como vivir en una nube, exactamente como ella pensaba que debe ser la pareja dentro de un matrimonio. Ana había sido una de sus damas de honor, a ella le dijo mientras se ponía el vestido de novia que jamás podría ser infiel a Juan, no estaba dispuesta a que el suyo fuera un matrimonio más. Pasó el tiempo, Juan seguía cuidando de que nada le faltara a su mujer, aunque ello implicara madrugar y pasar el día fuera trabajando, todo era poco para ella porque la amaba desde que la vio con un libro en la mano en aquel pasillo de la universidad. 15


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Últimamente la veía pensativa y algunos días no estaba en casa cuando él volvía del trabajo. Ella siempre tenía un beso y una explicación para sus preguntas. «El que no esté seguro de su memoria debe abstenerse de mentir». La Cita —Hola, ya estoy en casa. ¿Sabes?..., el tráfico esta imposible y me ha costado más tiempo volver. Su marido la mira, mientras habla le brillan los ojos, deja el bolso y el abrigo; la sigue mirando, dobla el periódico y pausadamente dice: —Te llamó Ana, quiere que la llames. —Estupendo, en cuanto me quite los zapatos la… Calló en seco, cuando recordó que le había dicho a su marido que iba de compras con Ana. «El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla». El Engaño Esa mañana decide llamar a Maribel para comer con ella, no está tranquilo porque la ve distinta, él hace todo 16


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por ella para agradarle, pero no parece estar contenta. Después de pensarlo, decide darle una sorpresa y pasar a buscarla para ir al restaurante, el mismo donde le pidió que fuera su mujer. Llegó a su calle y, como siempre, no había donde aparcar; parado en la esquina busca la llave del garaje, cuando ve salir a Maribel hablando por el móvil; al otro lado de la calle, hay un coche parado del que baja un hombre más joven al que ella dedica una sonrisa y después un abrazo, suben los dos al coche, que arranca y desaparece entre el tráfico. Juan queda paralizado por la sorpresa y por sus ojos corren amargas lágrimas. No será él quien rompa este matrimonio, no sabe si podrá soportarlo, solo sabe que la ama ante todo. «Si se vive esperando el mañana se pierde el día de hoy». La Decisión Estaba frente a la ventana, había llenado una sola maleta, miró el reloj, faltaba una hora. Comenzarán otra vida a partir del nuevo día, atrás quedará la que ha llevado hasta ahora. Igual que queda su marido acostado en la cama. Por un momento pensó si hacía bien, si era lo que 17


“Lo que no se cuenta es una recopilación de 16 relatos cortos que no dejará indiferente a nadie; sueños, aventuras, viajes trepidantes, ideas y pensamientos. Sus historias intensas y con mensaje bien marcados hacen que este libro no sea un libro cualquiera. En él la autora, de forma magistral, permite que sea el propio lector el que deje volar su imaginación y termine el relato.” Natalia Vilar. «Este libro de relatos distintos e inconexos entre sí, solo aspira a que te adentres en mundos y ambientes que te ayuden a desconectar de tu día a día y al leerlo (si quieres, por supuesto) dar rienda suelta a tu fantasía». M.C.LLACH. 16 relatos para tu imaginación.

mirahadas.com


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