—¡Hora de dormir! —dijo papá.
«Jo... Ahora que iba a empezar el baile de disfraces de mis princesas», pensó Míriam.
A Míriam le encantaba todo lo que tenía que ver con princesas: juegos, cuentos, canciones, disfraces...
Y es que para ella «la vida princesa, la vida mejor», sobre todo, por tres cosas muy guais:
La primera, ¡sus vestidos! Sus vestidos tenían una falda tan larga y grande
que cuando Míriam se ponía uno de su cajón de disfraces, y bailaba o giraba, parecía que iba a salir volando.
Otra eran los postres. En los cuentos de Míriam, las princesas siempre tomaban tartas o pasteles de postre, de merienda..., y de un montón de sabores y colores. Ella, sin embargo, solo tomaba estos postres tan riquísimos muy de vez en cuando... Y por último, la mejor... Lo que más le gustaba de las princesas era que podían jugar todo el día, cuando quisieran, a lo que quisieran incluso antes de irse a dormir. No tenían deberes, sí exámenes, ni tareas.
—A la camita, princesa Míriam —bromeaba papá asomándose por la puerta de la habitación de juegos. Después de meterse en la cama y que su papá le contara el cuento de princesas como cada noche, Míriam cerró los ojos, su papá le besó la frente y salió de la habitación, arrimando la puerta para que la luz del salón no la molestase. —Hasta mañana, princesa Míriam —añadió papá.
La vida princesa... ¿es la mejor vida que existe?
ISBN 978-84-18911-68-2
9
788418
911682