Vue l a a lto, pero no dem a s i ado lejos
María Bernal
Ilustraciones de Vanessa Alexandre
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Marta se acostó a las 21:00 h., como cada noche, en su cama de sábanas naranjas. Hacía calor, era finales de junio, así que, con una fina sábana, a ella le bastaba para protegerse de sus miedos nocturnos. Sus padres tenían un ritual que hacía un par de días que no cumplían, pues no estaban en casa. Aunque Marta no sabía muy bien el porqué.
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Ese ritual era el momento favorito de Marta. Siempre llegaba cansada a la cama, pues sus días solían ser frenéticos. Era un momento familiar que su mamá, su papá y ella disfrutaban inmensamente. Consistía en leer un cuento los tres juntos, con lo cual, Marta practicaba un poco la lectura, cosa que no le venía mal.
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Acababan contándose una o dos cosas que les habían hecho sonreír durante el día y con un «abrazo de tres», que era como llamaban a su abrazo, se recargaban de energías positivas y soltaban, en ese momento, todos sus pensamientos negativos, si es que existían.
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Aquel jueves de junio, parecía que el ritual se haría como siempre, ya que tanto su mamá como su papá se encontraban en casa. Sin embargo, comenzó de manera diferente. No preguntaron a Marta qué libro quería leer, sino que la acostaron en su cama de sábanas naranjas y se sentaron junto a ella, uno a cada lado de la cama.
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Su mamá le pidió que pensara muy fuerte en su abuelo Benjamín. Sin dudarlo, Marta, que tiene un mundo interior lleno de colores y un gran baúl de recuerdos en su memoria, comenzó a pensar en él y llegaron a su cabeza un sinfín de momentos junto a su abuelo con una fluidez asombrosa.
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