¿Y si tú fueras flor?
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Ilustraciones de Esti Aguirre
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A Berta le encantaba aprender.
Cada día, en el colegio, era la primera en sentarse y escuchar, atenta siempre a las explicaciones de sus profesores, y deseosa de llevar a casa un nuevo aprendizaje que compartir.
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Sus padres estaban muy orgullosos de ella y de todo lo que era capaz de hacer y aprender.
Pero… había algo que conseguía quitarle a Berta su radiante sonrisa…
Cuando las cosas no salían como esperaba, Berta sentía como si un gran río de tristeza y enfado invadiera sus sentimientos de pronto.
—¡¿Pero por qué no me sale?! —se preguntaba Berta a punto de llorar—. ¡Llevo mucho tiempo intentándolo y no me sale bien, papá! —decía Berta, apenada, encogiéndose de hombros mientras sostenía en sus manos su dibujo.
—Berta, no pasa nada porque no te salga a la primera. En ocasiones, hay que intentarlo varias veces para que nos salgan bien las cosas. Y otras incluso nunca llegan a salirnos del todo como esperábamos... ¡Y no pasa nada!
—Yo quisiera lograr que mi trabajo fuera perfecto… —respondía Berta, dejando escapar unas lagrimitas de sus ojitos color miel.
—La perfección para mí es lo que has hecho ya. ¡Así está perfecto! —le decía su padre, secándole las lágrimas a Berta con mucho amor.
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—¿Sí, papá? ¿Entonces te gusta? —quiso saber Berta.
—Pues claro que me gusta. ¡Lo has hecho tú con toda tu ilusión, y además está muy bien hecho! —respondió su padre con una gran sonrisa de amor y confianza.
—¿Y por qué me siento así: tan triste y enfadada a la vez? —preguntaba Berta, esperando impaciente la respuesta.
—Pues porque a veces la frustración hace que nuestras emociones se descontrolen un poquito, y nos cueste seguir viendo las cosas bonitas que hacemos y nos salen bien. La familia y los buenos amigos son nuestro mejor apoyo en esos momentos, y si escuchamos sus sabios consejos con nuestro corazón, seguro que conseguimos todo lo que nos habíamos propuesto y nos sentiremos mucho mejor.
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—¿La frustración, papá? —exclamó Berta sorprendida.
—Sí, este río de emociones que sientes en tu corazón se llama así: «frustración». ¡Cuando lo reconozcas, acuérdate de qué sientes ahora para que no pueda contigo!
Berta se imaginó entonces a la frustración como un gran dragón, protegido por su enorme coraza, mientras ella se subía a sus lomos, tratando de dominarlo con el escudo de la decisión y el poder de la confianza en ella misma.
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