Buenos Aires Cultural

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El adiós a Roberto Fanego

Hasta siempre, maestro

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scribir sobre aquellas personas que, sin ser de la familia, estuvieron ligadas a nuestras vidas durante casi 50 años con un lazo de afecto y amistad sin caer en testimonios autorreferenciales, es casi imposible. Por eso, debo pedir disculpas al lector por no poder prescindir de mis sentimientos. Allá por 1973, Rubén Landolfi, mi compañero de vida, y yo, conocimos el Café Tortoni por intermedio de nuestro recordado amigo Alberto Mosquera Montaña. Esos dos jóvenes con aspiraciones culturales se enamoraron para siempre de la magia del Café, de su historia, de sus anécdotas, de la intensidad con la que se desarrollaban actos de los más variados a los que concurrían las personalidades destacadas de distintas disciplinas. Por aquellos años era posible encontrar en sus mesas a íconos del quehacer cultural: Borges, Julián Centeya, Roberto Tálice, Ulyses Petit de Murat, Raúl González Tuñón, Gómez Bas, Carlos Cañás, Vicente Forte, Raúl Soldi, José María Peña, Quinquela Martín, Ben Molar; científicos, artistas, escritores, poetas, en fin, la lista sería infinita... ¡Cómo no amar entonces ese reducto entrañable de la Avenida de Mayo! Pero desde el principio supimos que el espíritu del Tortoni tenía un hacedor, un demiurgo incansable, propulsor de toda aquella filigrana de encuentros: Roberto Fanego. Su alta silueta, su porte elegante, se deslizaban por el salón casi inadvertidamente, observándolo todo, registrando detalles que pasaban desapercibidos para los demás. Siempre con una sonrisa amable y un extremado bajo perfil. Cuando un político, un diplomático o alguna figura internacional se hacía presente, allí estaba él, con el Libro de Firmas bajo el brazo, para documentarlo. Sin embargo, si algún parroquiano o periodista, o alguien que concurría al Café por primera vez, anhelante de conocer más sobre su historia, se acercaba a interrogarlo, con su mirada iluminada y actitud generosa, Fanego desgranaba sus recuerdos. César Tiempo escribió: “Si la Avenida de Mayo fuese un ser humano, su alma sería el Tortoni”; y refiriéndose a la vieja Peña: “Roberto Fanego, el actual conductor del Tortoni, impregnado de ese espíritu, está haciendo lo posible para que la antorcha permanezca encendida y su casa siga acogiendo a los soñadores de siempre, persuadido de que la historia de la inteligencia es una historia de resurrecciones, Sólo vive lo que continúa.” (De los papeles de César Tiempo, c. 1973). Homenajeado por instituciones priva-

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Por Susana Rodríguez Parera

Roberto Fanego, alma mater del Tortoni durante más de cinco décadas.


En el homenaje de la Legislatura porteña con su esposa e hijos (izq.) y sus nietas (der.) das, barriales y culturales, el 8 de septiembre de 2017 fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la Legislatura porteña. El Tortoni fue su vida, su casa, su vocación y su destino. Imposible transcribir la cantidad de momentos que compartimos con café de por medio, sentados en algún rincón apartado para hablar de proyectos, de nuevas ideas casi siempre matizadas con algún recuerdo de otros tiempos, no sin cierta añoranza o participando de actos culturales en los que se mantenía siempre atrás de las salas después de haber recibido, con la fineza de gran anfitrión, a los protagonistas del encuentro. Fanego estaba sumamente ilusionado con una publicación especial para conmemorar, en 2018, los 160 años del Tortoni. Lamentablemente, la salud le jugó una mala pasada. No pudo estar presente en el espacio que le fue adjudicado al Café en la Feria del Libro de ese año para conmemorar el gran aniversario. Sin embargo, la publicación vio la luz gracias al empeño de Darío Fanego, su hijo y uno de los Gerentes actuales del Tortoni, que quiso cumplir con la voluntad de su padre. Finalmente, el 15 de agosto pasado, Roberto Fanego nos dijo adiós. A estos tiempos desconcertantes y tristes que estamos viviendo, se sumó una nueva tristeza. Pero su legado está allí. El visible, en los cuadros, las vitrinas, los libros, las luces, las paredes, los rincones... Y dejó también otra herencia, quizás la más importante: la de redoblar el esfuerzo para que el Tortoni no decaiga a pesar de las grandes dificultades presentes; la de mantenerlo en pie como refugio para soñadores futuros, para los visitantes que quieran adentrarse en historias del alma porteña de la que el Tortoni es un baluarte. Pocas personas pueden llevar adelante una vida tan plena y destacada y convertirse en el referente espiritual de un lugar reconocido en el mundo entero, un Café de tres siglos. “(...)Sólo decir que es mi deseo preservar de alguna forma, a través de la labor

Un descanso: Las lecturas matutinas del domingo efectuada, la memoria ciudadana, expresando mi reconocimiento a todos aquellos que han contribuido y/o contribuyen a mantener la historia que tanto nos enorgullece”, expresó en el acto en la Legislatura. Así será, querido Roberto.

Esta vez, el reconocimiento es hacia usted y el orgullo es nuestro por haber contado con su cariño y su amistad. Hasta siempre, maestro.

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Doctor en cortados... y amante de viejos cacharros

Por Ruben Landolfi.

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Roberto Fanego en su lugar de trabajo en el Tortoni

n él, aparentemente un comerciante, doctor en express y en cortados, existe un poeta que ama los viejos cacharros centenarios de esta casa...que es amigo dilecto y fraterno de poetas, de escritores, de periodistas, y de vagabundos (...) (...)Un hombre cuyo apellido es un símbolo porque da la medida exacta de la capacidad de una ternura que no conoce límites (...)” Así lo describió Julián Centeya en La Bodega en su última conferencia sobre “Los Cafés Mistongos”. Y no se equivocó. Dominaba el arte de embellecer lo cotidiano...lo que a veces uno mira y no ve... lo que a veces uno escucha y no oye... Cada día, durante muchos años, al llegar por la mañana recorría el salón enderezando los cuadros de la boisserie, separando para su reparación los sillones maltratados por clientes desatentos o haciendo reemplazar las lámparas quemadas de apliques y arañas... Era el primero que buscaba solución a los problemas normales pero incómodos de los servicios sanitarios de Damas y Ca-

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balleros.Siempre recorriendo los fines de semana Ferias y Anticuarios para descubrir objetos antiguos que pudieran enriquecer el clima estético que tiene el Salón. El hombre de los detalles también recibía como anfitrión a Presidentes y Primeras Damas, personalidades de otros países o visitantes ilustres.. Tenía siempre a mano el Libro de Firmas. El paso de la gente importante quedó registrado para el creciente y sostenido prestigio del Café. Desde su ingreso en la década de los ‘50, supo pilotear con destreza todas las tormentas y aprovechar los buenos tiempos de esta Argentina tan imprevisible como magnética. Imprimió al Café ese clima bohemio y fraterno que en la época del backgammon, la generala, el ajedrez y el dominó, fue motivo de encuentros entre parroquianos consuetudinarios, también con los billares primero y el pool después. Con la escuela de Celestino Curuchet y acompañado por Alberto Mosquera Montaña, mantuvo siempre viva la llama de la intensa actividad cultural que aún vigente,

le da al Café el mejor motivo para practicar la Gratitud: la entrega a personalidades nacionales e internacionales de la Orden del Pocillo, y luego las dos Medallas Conmemorativas. En los ‘70 apoyó con entusiasmo la iniciativa de instituir de manera organizada y creciente la presencia del Jazz en la Bodega y a mediados de los ‘90 la del Tango en la Sala Alfonsina y el nacimiento de la Revista Buenos Aires Cultural, ofreciéndole al turismo internacional un motivo más para visitar el Café, Estas líneas recorren la historia de una vida consagrada a una pasión ....que por su dedicación y entusiasmo ubicó al CAFÉ TORTONI en el lugar que hoy ocupa a nivel nacional e internacional. ROBERTO FANEGO: gracias por el amor a Buenos Aires...por el amor a la cultura...y por el amor al Café... Las semillas de tu Pasión sembrada en muchos corazones, germinaron ... Y tu antorcha seguirá portando la llama viva de tu Sueño ... En nuevas manos...y por mucho tiempo...


El filete porteño llegó al cielo

Por Susana Rodríguez Parera

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odavía no respuestos de la tristeza provocada por la partida de Roberto Fanego, fuimos conmovidos por la noticia del adiós al querido Luis Zorz. El gran fileteador, al que los porteños le debemos tan hermosas obras en tantos lugares de la ciudad: el Café Homero Manzi, el restaurante Plaza Mayor, la Avenida Boedo, en el trayecto entre Independencia y San Juan e infinidad de ornamentos distribuidos por todo Buenos Aires, nos dejó el 2 de septiembre a los 92 años. El Café Tortoni no podía estar ausente de esta representación ciudadana y es así que los filetes de “Luisito” pueden ser apreciados a lo largo de todo el salón en los nombres de las distintas Salas e incluso en la antigua caja registradora. Luis Zorz recibió muchos reconocimientos: Quinquela Martín lo condecoró con la Orden del Tornillo en 1973; “Medalla de Plata” de la Academia Porteña del Lunfardo en 2002; “Artífice del Patrimonio de Buenos Aires” en 2004; “Patrimonio Viviente”, nombrado por la Legislatura porteña, que en 2011 lo distinguió también como “Personalidad Destacada de la Cultura”; Miembro Honorario de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo; galardonado con la “Orden del Pincel” por la Asociación de Fileteadores, entre muchos otros premios. El 15 de abril de 2019 se inauguró una exposición itinerante en la Academia Nacional del Tango. Allí fuimos testigos del sentido de la amistad que Luis despertaba en tanta gente que se hizo presente para demostrarle su admiración y su cariño. En esa oportunidad, el académico Matías Mauricio le dedicó estas auténticas y sentidas palabras: “Luis Zorz es una ración de los porteños. Con apenas 12 años se inventó un oficio: pintor de letras. Luego, por arrebato de la imaginación, fileteador. Benito Quinquela Martín le concedió la Orden del Tornillo, símbolo que premia a los locos de espíritu. León Untroib y Carlos Carboni fueron sus maestros. Tuvo su taller en Balbastro 6138. Un galpón de 20 x 6 al fondo de su antigua casa de Villa Lugano. Coleccionó tarros y etiquetas de pintura. Fue amante de los pinceles Carnevale pero los años lo llevaron a inventarse los propios. Fileteó objetos, carros, colectivos, muebles, muros, botellas, ropas, vidrieras, teléfonos, guitarras… Sin miedo a equivocarse, Zorz es el artista plástico argentino con mayor obra en la calle, y aunque firme cada uno de sus trabajos, en él se da el juego de todo creador: llegar a ser lo anónimo, lo popularmente anónimo.

Luis Zorz junto a su filete en la entrada de la Sala Eladia Blázquez del Tortoni Flaco como Discépolo pero gordo en amigos, cultivó la mesa de Café para enyuntarse con Julián Centeya, César Tiempo, Roberto Tálice, Edmundo Rivero. No era insólito que Quinquela u otro pintor le cambiara un cuadro, un aguafuerte por una tablita fileteada. En las manos de Zorz hay un algo misterioro y en sus ojos pueden leerse los cielos de Udine y Trieste, la patria de sus padres. Cercano a los 90 años, maneja como pocos el silencio de los monjes y lo trenza con viejas palabras en lunfardo. Es incansable, por eso sigue dibujando y a punta de lápiz y papel, de ornatos y flores, de dragones, gallitos y gorriones, Luis Zorz se convirtió en Luisito. Luisito

el Grande, acaso uno de los más significativos creadores que dio y dará la historia del filete porteño. Si en alguna esquina de Buenos Aires te lo cruzás, abrazalo fuerte. Quedan pocos.” Sentía al Tortoni como su casa. Mantuvo una amistad cordial con Roberto Fanego a través de largos años. Recordamos su figura frágil, sus ojos color de cielo y sus manos moviéndose con la fineza de quien sabe conducir pinceles y colores. Luis Zorz ya ocupa su lugar en el panteón de las ilustres y entrañables ausencias del Café.

Otoño de 2016: Roberto Fanego y Luis Zorz en el Tortoni.

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La primavera de nuestras vidas

Por Lydia Orsi

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legó la primavera a Buenos Aires...primero florecen los lapachos, después los jacarandás visten de lila las grandes avenidas y las plazas de los barrios.... El Rosedal de Palermo es un lujo de colores y perfumes... El 21 de septiembre, cuando el equinoccio nos dicta que se acabó el invierno, es también el Día del Estudiante... y este año, con escuelas, colegios y universidades cerradas hay poco para festejar...porque no siempre ese buen augurio poblado de flores, de bienestar, de juventud es cierto... El tango hace presente mis palabras: La famosa estrofa de “Volvió una Noche” de Alfredo Le Pera: “Me dijo humilde, si me perdonas El tiempo viejo otra vez vendrá. La primavera de nuestra vida, Verás que todo nos sonreirá.” Indudablemente esa dicha debe transitar por el perdón, antes de vivir la ansiada primavera...un perdón que en este caso no está dispuesto porque trae involucrado culpas y momentos dífíciles... Pero aún en los momentos más tristes, la primavera trae la esperanza...es un renacer... Basta citar, entre tantos poetas españoles que exultaron este momento tan hermoso del año, a nuestro querido Antonio Machado en su poesía ”A un olmo seco”: Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.

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Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. Y aún en adversidad, podemos tener el privilegio de estar vivos, y renacer a pesar de todo. Ese milagro que sentimos cuando la primavera se nos arrima y nos hace florecer el corazón...

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Benito Fernández

Un obrero de la moda Por Belén Herrera

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Benito Fernández no le interesa ser el número uno, ni el dos, ni el tres. Quizás por eso es que el diseñador argentino va logrando lo que se propone. O tal vez porque se apoya en dos pilares que nunca fallan: el trabajo y la educación. Así fue consiguiendo que su nombre se imponga dentro del mundo de la moda de nuestro país. Pero esos límites territoriales fueron más allá y hoy Benito no sólo presenta sus colecciones en las principales Fashion Week del mundo como lo hizo recientemente en Nueva York, sino que además es el elegido por la reina Máxima de Holanda para lucir sus creaciones. -¿Cómo fue presentar “Cambalache” en la Semana de la Moda de Nueva York? -La verdad que el Fashion Week me llegó justo cuando empezó la pandemia así que fue bastante motivador para mí y fue una de las puntas que me ayudó a atravesar todo esto. Cuando comencé a pensar la colección yo ya había hecho un desfile grupal en el 2009 en Nueva York y llevé una colección que se llamó Etnia, que tenía que ver con una propuesta más latinoamericana y ahora la verdad que al ser un desfile individual y al haber madurado un montón de cosas quería que la colección tuviese mi adn por eso reversioné algunas cosas que eran bien Benito y por otro lado elegí una palabra y algo que me identificara desde la Argentina, además de ser latinoamericano, por eso “Cambalache”, que es una palabra bien nacional, que tiene que ver con el ruido, el desorden. -¿Cómo ve la situación de la moda en este contexto? -Me parece que la industria textil y la moda es lo primero que representa lo que nos pasa. Todas las demás industrias tardan décadas o años en manifestar lo que nos está pasando ahora. Yo, de hecho, ya hice barbijos. Lo que hizo la pandemia para mí es adelantar procesos. Con esto de la ropa más cómoda, que al estar en la casa uno usa más este tipo de ropa, era por el camino que estábamos yendo. La venta online lo mismo. Y ahora se adelantó mucho más. Me parece que más que cambiarnos, nos adelantó un montón de cosas que ya veníamos sintiendo. -¿No siente que a la moda argentina todavía le falta más presencia en el plano internacional? -Me parece que la Argentina tiene grandes diseñadores pero no ha tenido Semanas de la Moda que se continuaran. Se ha dividido y fraccionado mucho la moda en la Argentina entonces es más difícil. En cada país tenés un Fashion Week y alguna que otra ciudad tendrá otro pero tenés uno.

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Benito Fernández Acá tenés tres o cuatro. En lo individual tenemos mucho potencial, pero no tenemos tanta fuerza a nivel país. El potencial de diseñadores que tenemos es increíble, lo que no tenemos es la capacidad de proyectar a largo plazo como hizo Brasil, que proyectó a 20 años y hoy San Pablo Fashion Week es

una de las pasarelas más grandes del mundo. Yo creo que en nuestro país hay muy buenos diseñadores, quizás falta juntarnos y armar algo más como país. Eso sería más importante. Porque lo que te identifica es cuando vos te juntás. -¿Cómo ve el futuro de la moda post covid? -Yo veo que todas las demás industrias van a acompañar un poco lo que está haciendo la moda. La moda está interpretando rápidamente lo que está pasando y vamos a ir a una moda más cómoda, más personalizada. Me parece que la cosa globalizada como venía hasta ahora la moda y muchas cosas se van a pegar en lo inconciente a lo globalizado de la enfermedad, de la muerte, del encierro, de las economías devastadas. Creo que vamos a ir a una moda con cada diseñador con más identidad, más adn en sus colecciones, más cómodas. -¿Cree que va a cambiar el calendario de la moda? -Sí, está cambiando. Creo que se adelantó. Ahora es todo digital, pero pienso que lo presencial en la industria textil es necesario también. Vamos a volver a algunas cosas presenciales, pero la verdad que adelantó un montón todo lo que tiene que ver con las ventas online, con las presentaciones digitales, con las redes sociales, con los vivos de Instagram. Más que cambiar, creo que adelantó algo que venía en camino. -En la crisis de 2001 le tocó pasarla

Con Valeria Mazza


Algunos de los modelos de la colección “Cambalache” presentados en la Semana de la Moda de Nueva York muy mal, ¿cómo hizo esta vez para sortear la crisis? -Lo que me pasó fue que pude leerlo anticipadamente. Cuando vine de Europa y vi cómo venía todo, tuve un poco más de cintura porque tuve más tiempo para ir adaptando mi empresa, reformular los puntos de venta, el concepto de la ropa, cambiar las colecciones, frenar algunas cosas. Nos agarró un poquito más conscientes, tal vez. No fue tan rápido como en Europa. Igual, lo del 2001 fue como bastante duro porque se cortó todo; acá pudimos tener otros recursos, como la venta online, que no la veníamos explotando tanto. Nos ayudaron el Gobierno y los bancos también. Me parece que hubo como otra mirada. -¿Cómo ve a la mujer argentina respecto de la moda? -Pienso que es una de las mujeres que más mira lo que es la moda, se mete a buscar, la sigue muchísimo. Tal vez con las modas que tienen que ver con el cuerpo como sacarte una hombrera o subir el corte del pantalón o bajar la cadera, es decir cuando se trata sobre el cuerpo, ahí le cuestan más los cambios. Le cuesta cambiar el corte de pelo. En lo que tiene que ver con el cuerpo tienen más trabas, pero se adaptan fácilmente a los colores, las estampas, los brillos, las transparencias. -Muchas veces se acusa a la moda de estigmatizar la belleza, ¿qué opina sobre esto? -Yo creo que sí. En algún punto los 90 fue un momento donde la moda se involucró mucho en referir la belleza como ideal

de mujer, el estereotipo de las top models. Yo creo que eso fue muy lindo en un punto y por otro nos jorobó bastante que el prototipo de mujer sea una top model. Creo que eso fue muy difícil. Ahora me parece que no. Yo trato de mostrar la moda desde distintos ángulos. Ya no se ve a la mujer como si fuera una heladera que te dicen el peso, el ancho y el alto. Me parece que la mujer es otra cosa, que tiene que ver con la sensualidad, la femeneidad, la lucha de derechos, la mujer hoy para mí va más allá del cuerpo. A mí me encanta mostrar la moda con modelos, con actrices o con gente de la calle. Yo hice mi desfile con Asdra y Cilsa a principios de este año. Me gusta mostrar la moda en la mujer. -Cuando comenzó a diseñar, ¿imaginaba que iba a conseguir todo lo que logró? -No, ni loco. Yo soy un trabajador, que va trabajando y va generando pero sé que hoy me hago cargo de que mis dos grandes fortalezas son el trabajo y la educación que me dieron mis padres y esas dos herramientas me han permitido llegar a un montón de lugares impensados como vestir a Máxima de Holanda o hacer Fashion Week de Nueva York o París, pero sí me reconozco como un trabajador de esto y me parece que cuando uno trabaja y no está pendiente de si es el número uno, dos o tres o si abre o cierra, las cosas salen bien. -¿Cómo vive el hecho de que Máxima lo elija? -Imaginate. A mí me dio una tranquilidad como diseñador que ella, a quien la quiere vestir cualquier diseñador del mun-

do porque no sólo es una reina sino que es la reina más mirada y querida de Europa, me elija. Vestirla a ella me relajó mucho como diseñador. Es muy importante en mi carrera. -En estos últimos tiempos tuvo la oportunidad de trabajar con sus hijos, ¿cómo le resultó eso? -Eso surgió a través de la pandemia. Bueno, Marina ya estaba incorporada haciendo niños pero ahora hace todo el producto de la empresa. Lucas con una cápsula de hombres sin género, entre comillas es ropa de hombres porque la pueden usar mujeres, y está haciendo todo lo que es el e-shop y las redes sociales. Siempre era un pendiente. Primero el pendiente era tener un adn que reconozca la marca y que se identifique con algo. Lo logré, que es el color, las estampas y esa cosa como más latinoamericana. Cuando logré eso, mi sueño era que me trascendiera la marca, pero no lo podía visualizar y ahora a través de mis hijos sí veo que hay una luz allá en el horizonte donde digo “tal vez ahora sí mi marca pueda trascenderme”. -¿Cómo sigue el año? -Ahora el proyecto más a corto plazo es hacer como un “autodesfile” que vamos a hacer en un “autocine” y después lanzar una cápsula de nuevo con Topper. Un montón de cosas. Mi empresa, al haber hecho tantas cosas durante la pandemia, cambió un montón la imagen y por suerte estamos con muchos proyectos y estoy enganchado.

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Noticias del Café Volviendo del letargo

De a poco, el Tortoni vuelve a animarse. Hacía mucho tiempo que las mesas no reposaban en su vereda. Con el protocolo por la pandemia, los árboles proporcionan un entorno de frescura y placidez. En unos días, seguramente podrán habilitarse también algunas mesas en el interior del local. Así, el Café se va desperezando del letargo obligado. 10


Despedida Fernando Suárez Paz

Por Mario Sejas

Otra estrella para el cielo tanguero El 19 de septiembre de 2020 fue un día de duelo para el tango y para los tangueros. Partió el querido Fernando Suárez Paz, excelso ejecutante del violín, uno de los mejores en su género, poseedor de una humildad que sólo los grandes como él suelen tener. Su trayectoria de músico excepcional es muy basta y entre sus logros más destacados podemos mencionar su participación en la Orquesta Sinfónica Nacional y en la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Fue uno de los fundadores, en 1973, del mítico Sexteto Mayor, y además participó, durante diez años del Quinteto Nuevo Tango del maestro Astor Piazzolla. Integró en diversas oportunidades casi todas las grandes orquestas típicas, fue concertino de importantes batutas que actuaron en el país como Burt Bacharach, Lalo Schifrin, Michel Legrand, Waldo de los Ríos, entre otros. Integró la Camerata Bariloche, participó en Café de los Maestros junto a Osvaldo Requena. Músico reconocido por la crítica internacional por su destacada intervención junto al vibrafonista Gary Burton en distintas presentaciones en Europa, Japón y los Estados Unidos. El irreenplazable y querido Negro Suárez Paz, con quien mantuve una relación inalterable desde comienzos de los años 1970, había nacido en Buenos Aires un 1º de enero de 1941 y estaba casado con Beatriz Suárez Paz, tuvieron dos hijos, Cecilia, que al igual que su madre es una exquisita cantante y Leonardo, violinista radicado en Estados Unidos.

Fernando Suárez Paz

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Raúl Lavié

Artista múltiple. Ejemplo de vida

Por Mario Sejas

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onocí al maestro Raúl Lavié en el año 1981. En ese entonces, yo integraba el gabinete de asesores del Secretario de Cultura de la Presidencia de la Nación. El Teatro Nacional Cervantes es una dependencia de Cultura y Lavié era uno de los integrantes del elenco del teatro que, con la dirección de Rodolfo Graziano, estaban representando con mucho éxito, el Sainete de Alberto de Vacarezza “El conventillo de la Paloma”. Al cumplirse las doscientas representaciones, le sugerí a Graziano realizar una función especial para los funcionarios de la Secretaria e invitados especiales después de la cual se serviría un vino se honor en el mismo teatro y junto a todo el elenco. El agasajo se realizó el día 26 de mayo de 1981 y fue así que pude saludar y felicitar a Lavié junto al inolvidable Santiago Gómez Cou y María Concepción César, que entre muchos otros, eran los protagonistas. Cuando Raúl Lavié debutó como cantante en aquel lejano 1955 en la Radio MT8 en Rosario, no creía que su profesión de cantante iba a ser su medio de vida. En algún reportaje, alguna vez dijo que le gusta mucho el dibujo -es autodidacta- y siempre pensó que esa iba a ser su profesión en el futuro. La verdad es que puedo dar fe de sus condiciones de gran dibujante y caricaturista: tuve oportunidad de ver en su casa algunos de sus extraordinarios trabajos. Raúl, el “Negro” Lavié nació en Álvarez, Provincia de Santa Fe el 22 de agosto de 1937 como Raúl Leonardo Peralta, tal el verdadero nombre del que con el tiempo se convertiría en el exitoso y popular cantante. Luego de su debut en Rosario, viaja y se radica en Buenos Aires cantando en las radios El Mundo y Belgrano, obteniendo muy buena repercusión. A comienzos del año 1957, Argentino Ledesma se desvincula de la orquesta del maestro bandoneonista Héctor Varela y es reemplazado por Raúl Lavié, quien tenía una gran relación con el cantor Rodolfo Lesica, no sólo profesional, también de amigos. Lavié graba para el sello discográfico Columbia los temas “Y no me digas que no”, compuesto en 1957 por Héctor Varela y Carlos Waiss y el vals, a dúo con Lesica “Señora Princesa”, de 1957 creación de Atilio Bruni y Roberto Lambertuci y el 12 de septiembre de ese mismo año graba el último tema “Te creía como todas”, de Ernesto Paredes y Ángel Cabral. Luego, a raíz de una huelga de los músicos de la orquesta al que adhiere el dúo, son despedidos por Héctor Varela. Entonces Lavié y Lesica deciden formar su propia agrupación orquestal y junto a los bandoneonistas Alberto Marchese y

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Raúl Lavié Alberto San Miguel forman “Los Ases del Tango”. Realizan actuaciones en varios escenarios tangueros en radio, clubes y giras y graban para el sello RCA Víctor el tango “Si te llegara a perder” de Damián Picana y Carlos Russo. En el año 1959, el maestro pianista Héctor Stamponi convoca a Lavié grabando para el sello Philips y se produce una interrupción en su armoniosa relación con el tango cuando, en 1960 y por Radio Libertad protagoniza “El Show de Raúl Lavié”. En 1962 es contratado por Canal 11 para encabezar, junto a Jolly Land, el programa musical “Ritmo y Juventud”. A fines de ese año llega por Canal 13 su contrata-

En el Tortoni

ción para integrar el elenco de “El Club del Clan” realizando varias giras y Lavié canta en castellano los temas de Paul Anka. Raúl es poseedor de una potente voz, con registro de barítono y con gran dominio de la media voz, es afinado y logra transmitir muy bien las letras con buena dicción y carisma. En 1963 y por suerte para los tangueros, Raúl volvió al tango, esta vez con el acompañamiento del pianista Ángel D’Agostino y su orquesta grabando en los estudios de RCA Víctor los tangos “Mi Chiquita”, compuesto en 1963 por D’Agostino y Enrique Cadícamo y “Yo te Canto Buenos Aires” de 1959, de Héctor Varela y Carlos Waiss. También actuó en televisión donde cantó acompañado por los maestros Horacio Salgán y por Osvaldo Fresedo. Después inició su carrera como actor debutando en la “Comedia Nacional” con la obra de Gregorio de Laferrere “Locos de Verano”. En 1967 viajó a México siendo contratado por la televisión, actuando también en teatro junto a Libertad Lamarque y participó en diversos espectáculos en los mejores escenarios. Después de dos años regresó a Buenos Aires y comenzó una serie continuada de actuaciones teatrales y recitales. Incluso volvió al cine donde ya anteriormente había incursionado filmando cuatro películas durante su paso por el “Club del Clan” y dirigidas especialmente para la juventud. En 1975 ganó el “Martín Fierro” a la mejor actuación musical en TV. En 1976 participa en el unipersonal “De Gardel a Piazzolla” en Mar del Plata. En 1980, en


esta ciudad y junto a Rubén Juárez realizan la obra “Cosas de Negros” obteniendo el “Premio Estrella de Mar” y el “Premio Prensario” por la labor y trayectoria artística. En 1983 realizó una gira con Astor Piazzolla por América Latina y Japón. Se lució en París junto al Sexteto Mayor con el espectáculo “Tango Argentino” y luego en giras por Estados Unidos, Canadá y países de Europa. Ha actuado en los mejores locales tangueros como “El Viejo Almacén” y “Michelángelo”. Como compositor se destaca su tango “Gracias Buenos Aires” con la colaboración de Hugo Casares en la letra. En el año 2006 fue declarado “Ciudadano Ilustre de Rosario”, su ciudad y en el año 2011 por la Ciudad de Buenos Aires. En varios reportajes que le han efectuado expresó: “Toda la vida he tratado de hacer las cosas lo mejor que puedo, de crecer como artista. Siempre estoy pendiente de todo este tipo de cosas relacionadas con mi profesión, es un momento muy bueno para mí, me da mucha confianza y me hace muy bien”. “Mi presente es divino, estoy muy bien vocalmente y físicamente, muy feliz con todo lo que me está pasando, tengo una familia maravillosa que me cuida, muchos nietos de toda las edades, son muchas cosas lindas que me pasan y quiero festejar. No todos los días se cumplen años”. En otro tramo del reportaje comentó: “Soy un agradecido, siempre respeté el trabajo de mis compañeros, es el hecho de ser buena persona. Soy alguien que siempre está mirando el futuro”. Raúl siempre piensa que si le traen un proyecto artístico en el cual no se siente identificado con el personaje, en la creación y en la posibilidad de sacarle el jugo, no lo hace. Generalmente acepta a todo aquel que va a darle la posibilidad de hacer un trabajo serio y poner todo lo posible de su parte. Cada uno de los personajes que ha interpretado le ha dejado gratos recuerdos, según ha confesado. También expresó que “El Hombre de la Mancha” tal vez sea el trabajo que más satisfacciones le ha dado, aunque también está “El Violinista en el Tejado” que le ha dado muchas alegrías. Si hay algo realmente destacado, emocionante y asombroso de Raúl, además de su extraordinaria trayectoria es la relación con su esposa, Laura Basualdo, y sus más de cuarenta años de vivir un verdadero sueño de amor. Es sumamente positivo verlos juntos disfrutando de una convivencia feliz. Así es el “Negro”, el “Polo” Raúl Lavié, poseedor de una voz privilegiada, especial, con un sentir y un decir que lo ubica entre los mejores cantantes de siempre que supo cultivar oídos juveniles y no tanto, que se paró firme en las tablas de los escenarios, las pantallas de TV y el cine que fueron conquistadas por su recia presencia. Hoy, a sus primeros 83 años sigue conservando un caudal de voz extraordinario y su estampa tanguera.

Con el Sexteto Mayor

Junto a su esposa, Laura Basualdo

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Bradbury, Borges, Scafati y el regreso a Marte Por Sergio F. Romero* sergio@blankspot.com.ar

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scribí sobre Bradbury” me sugirió Susana, la directora de esta revista. El 22 de agosto se cumplió el centenario de su nacimiento. Enseguida apareció ante mis ojos como si lo tuviese en mis manos, el libro de las Crónicas Marcianas editado por Paco Porrúa en Minotauro, que compré allá por los ochentas en El Búho, una librería de viejo, y transitó conmigo por mudanzas y separaciones para seguir presente en la biblioteca del dormitorio. Este libro representa, en la edición que cito, la confluencia de tres artistas que aportan innegablemente a su valor artístico: las crónicas del escritor americano, el prólogo de Borges -quizá de los prólogos más famosos que escribió para obras ajenas- y la ilustración de la cubierta realizada por un gran plástico nacido en Mendoza que nos permite, sin haber leído una línea, sumergirnos de lleno en el ambiente del texto: Luis Scafati. Borges, en su prólogo, nos dice: “¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, (…), para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad? ¿Cómo pueden tocarme estas fantasías; y de una manera tan íntima?” Bradbury, a su vez, baja sus cartas y se muestra deudor de sus lecturas para descri-

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Ray Bradbury bir la estructura del libro. Ambos podrían firmar el verso que escribió Borges en su poema “Un lector”: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”.

“Leí Winesburg, Ohio cuando tenía 24 años y me dije a mí mismo: ‘Oh Dios, ¿no sería maravilloso si algún día pudiera escribir un libro tan bueno como este pero ponerlo en el planeta Marte?’” recordó

Manuscrito del Prólogo de Borges para Crónicas Marcianas


años más tarde cuando aceptó la sugerencia de unos editores, compiló relatos que ya había escrito y agregó algunas viñetas intersticiales que sirven de puentes, afianzan la progresión narrativa general y hacen que nosotros, sus lectores, nos resistamos a creer que las Crónicas no fueron pensadas y diseñadas como unidad desde un principio. Así nacieron. Tan así que en Reino Unido se publicaron con algunas historias cambiadas y bajo otro título: “The Silver Locusts”. Bradbury es un gigante de la narrativa. El que ubicase sus historias en el futuro y se refiriese a la conquista espacial, es circunstancial. “¿Qué importa la novela, o la novelería de la science-fiction?” se pregunta Borges en su prólogo. Bradbury tenía el don y el pulso de crear mundos, y se inscribe en la herencia americana del S.XIX, de Melville y Stevenson. Por cierto, dos autores caros también a Borges. En 1991, la viuda de Borges, María Kodama, organizó un curso sobre Literaturas Fantásticas en la Universidad Complutense de Madrid, en El Escorial, cuyo invitado de lujo fue Bradbury. Tras escuchar los elogios de rigor dispensados por la viuda del escritor argentino citando fragmentos del prólogo a las Crónicas escrito por su marido en 1955, el homenajeado se rió: “Debo volver a leerme”, sentenció encogiéndose de hombros. Sin embargo, un poco más tarde y en ese mismo encuentro, echó luz sobre algunas cuestiones que se preguntaba Borges en el texto del prólogo. “Escribo ciencia ficción porque no hay otra cosa que se pueda escribir. (…) Toda la historia de los hombres puede ser considerada ciencia ficción. (…). La técnica del fuego fue primero ciencia ficción. (…) El hombre sueña y se levanta con respuestas.” Bradbury fue un visionario en un sentido cabal de la palabra. Aunque, en mi opinión, esta afirmación se basa menos en sus prospectivas que en su estilo literario. Honestamente, creo que, en las Crónicas Marcianas, es la estructura y el tono de crónica elegidos lo que las mantiene certeras e incólumes al paso del tiempo. María Angulo Egea, en su libro “In-

“(...) Los marcianos, que al principio del libro son espantosos, merecen su piedad cuando la aniquilación los alcanza. Vencen los hombres y el autor no se alegra de su victoria.(...)” J.L.B.

Portada de “Crónicas Marciana” con el dibujo de Luis Scafati mersiones. Crónica de viajes y periodismo encubierto” afirma que toda crónica “requiere un proceso de inmersión y un desplazamiento (…)”. La escritura de las Crónicas Marcianas da hermosa cuenta de ese proceso. Inexorablemente. De aquí que el niño que hay en mí, abriéndose paso ante mi incredulidad y mi razón adultas, no cesa de repetirme su teoría: Bradbury estuvo allí. Y quiere volver. Borges lo supo. Su “placer prohibido”, la lectura, asimilación y reescritura de textos de la ciencia ficción europea y estadounidense del período 1895-1950, (cfr. Carlos Abraham) le permitieron descubrirlo. Y por eso, comenzó su prólogo filiando las crónicas en las de otros viajeros pasados como Luciano de Samosata, Ariosto o Kepler. Menos directo para nosotros, sus lectores, fue el indicio que estaba en la tapa que dibujó Scafati (otro que se dio cuenta del secreto del americano). Tuvieron que pasar casi treinta años para que floreciera su sentido. En 2012, poco antes de morir, Bradbury declaró: “Cuando muera, quiero que me incineren, que pongan mis cenizas en un tarro de sopa de tomate ¡y me entierren en Marte!”. Todo cierra. Luis en aquella tapa, había dibujado ese regreso prometido…

(*)Sergio F. Romero – sergio@blankspot. com.ar Es guionista y productor audiovisual y transmedia. Referencias Abraham, Carlos (2005) Borges y la ciencia ficción. Bs.As.: Ciccus. Angulo Egea, María (2017) Inmersiones. Crónica de viajes y periodismo encubierto. Barcelona: Universitat de Barcelona Edicions. Borges, Jorge Luis (1955) Prólogo en Bradbury, Ray, Crónicas Marcianas. Bs.As.: Minotauro. Bradbury, Ray (1987) Crónicas Marcianas. 28ª Ed. Cubierta: Luis Scafati. Bs. As.: Minotauro. Bradbury, Ray (1991) “No debemos llevar nuestros pecados a otros mundos”, en El País, edición del lunes 8 de julio de 1991, online, disponible en https:// elpais.com/diario/1991/07/09/cultura/679010403_850215.html


Lámparas Tiffany en tiempos de pandemia

Por Marta Fernández Blanco Casavieja tiene la dicha de estar presente con sus lámparas en el Café Tortoni desde hace más de 20 años. Es allí donde nos acostumbramos a comentarios tales como: “Pasamos por el Tortoni y nos enamoramos de las lámparas” o “qué gusto compartir un momento en este ambiente”. El público se acercaba al Tortoni.... Pero las circunstancias cambiaron. El contacto era de clientes al lugar...y nos replantearnos ¿por qué no un contacto en el que el Café se acercara a los clientes? La revista virtual lo hizo posible. Aquí estamos, de diferente manera pero siempre cerca, siempre esperándolos.

fernandezblanco@hotmail.com

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4292-8708


Por Blas Vidal

MAGDA FRANK Escultora Magda Frank nació en Transilvania el 20 de julio de 1914 cuando esa región pertenecía a Hungría. Precisamente en Kolozvar. Su nombre completo era Magda Fisher de Frank, el apellido de su esposo es Frank , de quien luego se separa y ella decide llevar en adelante su nombre. Falleció en Buenos Aires en 2010 a sus 95 años. Los rumanos anotan su nacimiento en Cluj-Napona, Rumania. Al escapar de su país por las persecuciones nazis, se refugió por un tiempo en Suiza y desde allí se trasladó a París en donde estudió en la Academia Jullian con el maestro Marcel Gimond (1894-1961), uno de los últimos grandes escultores de bustos. Es este escultor quien guía sus estudios e intenciones desde lo profundo de la concepción. En el año 1950 viaja a la Argentina para visitar a su hermano, único sobreviviente de la familia. Por ese entonces sus esculturas responden geométricamente a los planteos en donde predomina la composición octogonal luego de otros planteos geométricos de predominio triangular. De pulido oficio, Magda expone en Bs. As. en la Galería Henry con éxito de la crítica especializada. Consigue una Beca en París que la lleva a realizar una muestra en la Ciudad Universitaria de esa ciudad. El Museo de Arte Moderno de París, por ese entonces adquiere una obra suya. De regreso en Bs. As., al año siguiente realiza una exposición en la Galería Pizarro de esta capital y recibe la Medalla de Plata en el Salón de Rosario. Su obra comienza a realizarse en madera y piedra. A los pocos años es merecedora del Gran Premio del Salón de Arte Moderno de La Plata. Regresa a París a principios de los años ´60 y tiene allí una excelente acogida y a partir de entonces realiza obras en piedra calcárea y una de sus primeras obras monumentales; a partir de entonces le suceden obras monumentales en diversas regiones de Francia, lo que resuelve su problema de subsistencia. Expone en Tel Aviv y en el Museo de Budapest. Precisamente en Hungría realiza una muestra retrospectiva en el Museo Vasarely de Budapest, obra que luego fue exhibida en otras galerías de Hungría. Aquí en Argentina fue distinguida con el Premio “Quinquela Martín” en el Museo Municipal Eduardo Sívori, en los años ´80. Magda Frank se radica definitivamente en Bs As en 1995 y construyó su casa-museo en el Barrio de Saavedra en la calle Vedia 3546. Allí se ubicaron todas sus obras traídas de Francia. Como dijimos la escultora Magda Frank fallece en Bs As en el año 2010 a

Breve reseña

Magda Frank trabajando en una de sus obras

Esculturas de M. Frank en piedra calcárea los 95 años de edad, su obra está a la altura de los grandes escultores contemporáneos como Brancusi y Vantongerloo. Su personalidad viajera y recoleta, no amiga de la sociabilización con el medio, ha demorado su conocimiento y la valía de su producción. El Sr. Tulio Andreussi es el actual Director del Museo Magda Frank quien hizo

un trato con ella y sus familiares, le compró su casa-taller y todas sus esculturas. Es él quien custodia y conserva este patrimonio desde su fundación. Museo Magda Frank Vedia 3546 Bs As Director: Sr Tulio Andreussi

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Artes Plásticas LUCAS BECCAR VARELA “Cuentos de Servilletas” en MENÉNDEZ LIBROS The Napkin Method Lucas B.V. menciona que en esta oportunidad las servilletas cuentan el cuento, título con que presenta la muestra que exhibe en Menéndez Libros, hermosa y acogedora librería, un encantador reducto para mostrar la labor de artistas plásticos. Y Lucas inaugura desde su casa brindando por el arte, por la intimidad y por los amigos. Lucas Beccar Varela nació en Buenos Aires en 1964. Es artista visual autodidacta y es creativo en publicidad, diseño gráfico e imagen corporativa. Dirigió y produjo los suplementos periodísticos en el diario La Nación: “I Love Recoleta” en 2006, “Vida Sana” en 2007/8, “Barrio Norte” en 2008/9 y “Ser Sano” también en 2008/9. Sus exposiciones : en el 2013 en Sileo Gallery “La Vaca Atada” y “El caballo del comisario” ambas auspiciadas por FIAT Argentina, “De amantes” en el 2014 en el Hotel Intersur, “Remixado” en Menéndez Libros en el año 2015 y “Solo para mis Ojos” en el 2018 exhibido en Pía Fradusco Interiores. La muestra estará en exhibición hasta el 15 de noviembre y en el contexto del Covid se puede visitar con cita previa al Tel. 4311- 6665 en el Horario de 10 a 17 hs MENÉNDEZ LIBROS PARAGUAY 431 de 10 a 17 Hs Directora: Marta Menéndez

Carlos Cañás Maestro de Maestros Su fallecimiento Carlos Cañás fue un pintor argentino nacido el 19 de Noviembre de 1928 en Buenos Aires. Y acaba de partir poco tiempo antes de cumplir sus 92 años, lo que ocurrió en el mes de septiembre de este año. Realizó sus estudios en la Escuela Nacional Prilidiano Pueyrredón de donde egresó en 1951, continuando luego en la Superior Ernesto de la Cárcova egresando en 1955. Fue becario del Fondo Nacional de las Artes para perfeccionarse en Italia, España y Francia. Su primera muestra individual la realizó en la Galería Plástica en el año 1957 y en su trayectoria profesional inauguró algo más de 90 muestras individuales. Fue integrante del Grupo del Sur con René Morón, Joaquín Linares, Aníbal Carreño, Mario Loza y el maestro escultor Leo Vinci, agrupación plástica que fuera saludada por André Malraux en Francia y en oportunidad de una visita suya a la Argentina. Carlos Cañás obtuvo el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de 1977. Fue muralista y pintor de caballete, descolló como maestro siempre muy bien recordado por sus alumnos en las Escuelas M. Belgrano, P. Pueyrredón y Ernesto de la Cárcova. Hasta el año pasado dirigía un curso Superior de Pintura en el Museo de Arte Decorativo (Palacio Errázuriz) en donde en el año 2015 realizó una memorable muestra antológica retrospectiva, abarcativa de los años 1965 hasta el 2015. Esta breve reseña es para despedir a un maestro argentino que realizó una obra muy significativa de sus emociones, las que pudo expresar y plasmar con autenticidad, talento y sabiduría. Carlos Cañás

Obras de Carlos Cañas

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“Paisaje” Obra de Carlos Cañás

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