Me Acuerdo (Creación colectiva basada en la obra homónima de Joe Brainard)
Este plaquette se terminó de imprimir el 4 de Noviembre del 2011 con una tirada de 50 ejemplares en los talleres de la Cartonera Bakcheia “Me acuerdo” por Backehia Cartonera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons AtribuciónNo ComercialNo Derivadas 3.0 Unported.
Queda prohibida su modificación parcial o total. Queda libre su distribución tanto física como digital teniendo el previo permiso de sus autores. Gabriela Rodríguez Chavira Luis Octavio Híjar Arturo Loera Acosta Juan Alberto Jiménez Jonathan Martínez Jesús Carmona Bakcheia Cartonera bakcheiacartonera@hotmail.com http://www.facebook.com/bakcheiacartonera
Joe Brainard sorprendió el mundo literario de la década de los setentas con un libro titulado "I Remember", el mismo Paul Auster, consideró como "uno de los pocos libros completamente originales que existen actualmente". Y la sentencia cobró verdad. Hasta la fecha, el concepto de "I Remember" ha sido emulado por muchos escritores que consiguieron sustraer la eficacia que ofrece este juego de la memoria. Bakcheia Cartonera consideró este ''juego poético'' como una posibilidad para reflejar un recuerdo generalizado que puede formarse gracias a la mente de los escritores jóvenes. En las próximas líneas se podrá encontrar un esbozo del pasado que muy probablemente el lector tomará como propio, dejando atrás cualquier precepto de ''autoría'' o ''propiedad creativa''. I Remember es un determinante de la redacción autobiográfica y sus repercusiones en el lector pueden ser variadas, pero nunca tibias. Este plaquette se conforma por decenas de recuerdos que se encajan en la memoria de seis jóvenes escritores chihuahuenses. Las memorias (prefijadas por un sutil y casi infantil "me acuerdo") estarán distribuidas al azar, dándole a
esta humilde obra el carácter que queremos lograr, es decir, el de un recuerdo general sin autor que más bien funcione como el reflejo de lo que quizá fue una época. De tal manera, lo último que debe esperar el lector, son ficciones. J. CR.
Me acuerdo (recuerdo colectivo) Me acuerdo de los billetes de diez pesos. Me acuerdo del primer poema que escribí, el día de las madres en segundo de primaria. Me acuerdo haberlo encontrado alguna vez escondido en el closet de mi mamá. Me acuerdo de mi primer beso. Me acuerdo que era viernes cuando mi tía Lupe nos llamó y nos dijo que mi papá estaba muerto. Creo que fue la primera vez que mi vi llorar a mi mamá. Me acuerdo cuando conocí el mar. Me acuerdo cuando era fanática de los Backstreets Boys y decía que me iba a casar con Kevin. Me acuerdo que Ernesto y yo siempre nos peleábamos porque a él le gustaba más N´sync y decía que estaban más chidos que los Backstreet Boys.
Me acuerdo de mi tío Roge sentado en el pasillo de la casa de mi abuelita y viendo el fútbol. Me acuerdo del chupacabras. Me acuerdo de haber pensado que el infierno debe ser lo mismo que trabajar en el María Chuchena. Me acuerdo cuando quise ser sacerdote. Luego di mi primer beso y dije que mejor no. Me acuerdo de haber escrito los versos más tristes una noche y odiar a Neruda en el intento. Me acuerdo de las quinientas cuarenta y siete pecas en la cara de Servando. Me acuerdo de los días cuando llegaba hasta una hora temprano a la escuela para poder ver a mi futura novia abordando el camión.
Me acuerdo de una boina y una placa de tránsito en el cajón de los calcetines de mi papá. Me acuerdo de mi primera comunión. Me acuerdo de no llevar ropa interior bajo la túnica y sentirme vulnerable. Me acuerdo de una noche en la que descubrí a un hombre abusando de una niña entre los árboles que adornaban la banqueta que daba al frente de mi antigua casa. Recuerdo correr a decirle a mi mamá y recuerdo llorar de coraje mientras veía a los policías esposándolo. Me acuerdo de lo mucho que te amo cuando llueve y cuando hace calor y cuando está templado y cuando es de día y cuando es de noche y cuando las hormigas se tienden por la pared sin que las veamos y mientras amanece y me acuerdo. Me acuerdo cuando visité Tlatelolco. Leí el poema de Rosario Castellanos y me puse a llorar.
Me acuerdo haber leído la última tentación de cristo y sentirme mal por Jesús. Me acuerdo de haber leído a Nietzsche y no entender ni madres. Me acuerdo de cosas que no debería. Me acuerdo la última vez que vimos a Tito. Iba convaleciendo y yo le pregunté si no tenía un balón que nos prestara. Me acuerdo de mi primera feria del libro en Guadalajara. Allá conocí al amor de mi vida y le di una cerveza. Me acuerdo de cuando el Nesquick se llamaba Quick. Me acuerdo de fantasear con tener sexo en un cuarto oscuro (donde se revelan las fotografías). Me acuerdo de imaginarlo desde una perspectiva en tercera persona. Me acuerdo de fantasear con tener sexo en un cementerio, de día. No sé por qué no me llamaba la atención hacerlo de noche. Me acuerdo del día en que pude hacerlo y no lo hice.
Me acuerdo que mi madre siempre me compraba un yogúr que no tenía trozos de fruta. Me acuerdo encontrar repulsivos los trozos de fruta en el yogúr. Me acuerdo del empaque: era verde y tenía el dibujo de una zebra, un gorila y un tucán. Me acuerdo de cuando Soriana Saucito era Carrefour y por toda la tienda había chicas con shorts diminutos andando en patines promocionando muestras gratis. Me acuerdo de fantasear con esas chicas. Me acuerdo de cuando Carrefour cerró y se hizo Soriana Saucito y andar buscando a las chicas en patines. Me acuerdo de la noche en la que Fox ganó las elecciones, mi hermano nos sacó a todos en su vocho y anduvimos por la avenida Universidad tocando el claxon hasta que se descompuso. Me acuerdo de un hombre salirse de su auto en plena fiesta, escalar un poste de luz y descolgar la publicidad de un diputado del PRI, bajar y prenderle fuego. Me acuerdo de estar viendo las noticias y oír decir que meteoritos acabarían con el mundo pero si poníamos agua bendita en las esquinas de nuestras casas nada malo iba a
pasar, recuerdo haber tenido mucho miedo porque mi mamá no tenía de esa agua. Me acuerdo del cuarto blanco dónde velaron al primer muerto que conocí. Había señoras rezando mientras cantaban canciones tristes que me hicieron llorar. Me acuerdo de querer acariciar la mano de mi abuelo cuando estaba vegetal sobre una cama y no haberlo hecho. Me acuerdo de no saber que hacer cuando estaba junto a mí así que solo la vi dormir. Estaba tan ridículamente acostada que me dio mucha ternura y pensé que todo valía la pena. Me acuerdo de Kashmir, la banda, porque un amigo también la conocía y a la chava con la que quería (mi amigo) también le gustaba. Me acuerdo de llorar con el final de Clemencia. Me acuerdo que mis primeros lentes eran rosas y tenían unas tortuguitas a los lados.
Me acuerdo cuando estaba en cuarto de primaria y Ernesto me llevó atrás de los baños de la escuela y me dijo que le gustaba. También me acuerdo que me quería regalar un anillo (de esos que venían en unos chicles) pero nunca se lo acepté. Me acuerdo que en sexto de primaria me gustaba Ernesto y que él estaba enamorado de Corina. Me acuerdo que era lunes cuando me bajó; era enero, tenía once años y diez meses, y la primera toalla sanitaria que usé fue una always que me regaló mi hermana mayor (claro, después de burlarse de mí). Me acuerdo que el estuche de mis primero lentes era amarillo y tenía dibujados unos peces (estoy segura que uno era anaranjado) Me acuerdo cuando pensaba que a los veinte años me iba a casar y a tener mi primer hijo.
Me acuerdo de los viajes familiares en Semana Santa a Los Filtros. Me acuerdo que cuando yo tenía como ocho años mi mamá entró a un curso para aprender a manejar (actualmente viaja en camión). Me acuerdo de estar feliz porque la niña que me gustaba iba tomándome la mano mientras caminábamos entre las estalactitas de Nombre de dios. Me acuerdo que un día, saliendo del kínder, mi mamá me dijo que Dios no existía. Me acuerdo que llegando a la casa me dijo que sería bueno que existiera. Me acuerdo que cuando nos mandaban al mandado, Gaby y yo comprábamos Mamuts, dejábamos las bolsas en la entrada y nos íbamos a comerlos a escondidas. Me acuerdo de Gerardo que peleaba por mí. Me acuerdo de la colcha que tenía una carretera pintada y que yo despertaba temprano los sábados para recorrerla con los dedos.
Me acuerdo que cuando supe que la muerte de mi papá era inevitable dejé de dormir temprano. Me acuerdo de mí y de mi hermana, pasando horas en la casa tratando de prender un encendedor. Me acuerdo que ella supo primero cómo se hacía. Me acuerdo de las matinés en domingo. Me acuerdo que de niña tenía una playera morada con una vaca estampada al frente que me daba miedo. Creo que era la ropa preferida de mi mamá porque me la ponía muy seguido. Me acuerdo que yo también lloré en la escena donde muere Mufasa. Me acuerdo que tenía como nueve años cuando se decía que las portadas de los cuadernos “Stilo” tenían mensajes subliminales, y que si se leía “Stilo” de cabeza se formaba el numero “945” y que si lo marcabas por teléfono te contestaba el diablo. Nunca lo marqué.
Me acuerdo cuando los cheetos costaban $1.50. Me acuerdo de los uniformes que usaba Jorge Campos. Me acuerdo de nunca haber preguntado por mi padre. Me acuerdo de la ignorancia de tener el mismo apellido que mi madre y que los niños dijeran que era mi hermana. Me acuerdo cuando Meny y Pancho se pelearon por un frutsi. Pancho le pegó en un testículo y Meny lloró, entonces supimos que era un hombrecito. Me acuerdo de los senos de la maestra Leticia y su firmeza superior a la regla y al borrador que volaba distancias enormes. Me acuerdo del ajedrez que me regalaron en mi cumpleaños número siete. Ése no me lo quitó nadie y perdí muchos amigos.
Me acuerdo de mi primer libro sin dibujitos. Ya era grande porque eran fotografías. Me acuerdo de que todo esto puede ser mentira pero a ustedes no les importa. Me acuerdo de haber dicho te quiero y a haber perdido cinco dientes flácidos y lácteos el segundo siguiente. Me acuerdo no haber sido comunista. Yo nunca he sido realmente comunista. Me acuerdo de ser sólo un rojo que grita cosas blancas. Me acuerdo de un niño afeminado que era hijo de unos amigos de mis padres. Creo que se llamaba Fernando. Me acuerdo de jugar videojuegos en su casa. Me acuerdo de que en más de una ocasión me daba mucha vergüenza estar allí y me sentía raro, de pronto Fernando dejaba el juego, bajaba, subía con su padre o su madre (o ambos) y lo acostaban a dormir en un curioso ritual de encobijado y buenasnoches. Yo me quedaba solo frente al televisor y sus padres me decían "es que Fernandito se duerme temprano".
Me acuerdo de una enorme chamarra de pluma de ganzo que usaba mi hermano, era de un chillante color amarillo y yo pensaba que se le veía muy bien. Me acuerdo de una época en la que sentía una severa, profunda e inexplicable repulsión hacia la menstruación. Me acuerdo de mi primer cigarro. Me acuerdo de Vivaldi, el único perro que he querido, me acuerdo de que me tiraba en la nieve y entonces yo no lo quería tanto. Me acuerdo que yo no podía decirle Vivaldi y le dije Vivas hasta que se lo robaron y murió de sarna. Me acuerdo de haber entrado a una iglesia a besarme con mi novia, me acuerdo de la sonrisa con la que fui a dejarla a su casa esa tarde.
Me acuerdo de Adela que juntaba chistes malos para traducirlos al francés, me acuerdo que en español eran malísimos pero en francés eran sensuales. Me acuerdo de que el peyote sabe a corteza. Me acuerdo de que la lluvia ese día tenía un ritmo casi de jazz. Me acuerdo de mi primer celular, tenía música y yo oía las todas las treinta canciones antes de dormirme. Me acuerdo de haber creído que si tenía celular, ergo, tendría novia. Me acuerdo que de niña el tiempo se iba más lento. Me acuerdo que mi mamá siempre me compraba tennis “Charly” color rosa con blanco. Me acuerdo cuando me daba miedo asomarme por la ventana de la sala en la noche porque estaba convencida de que se me iba a aparecer la cara de una viejita fea justo cuando corriera la cortina. Por si las dudas, aún no lo hago.
Me acuerdo del ganso que fue nuestra mascota por un día. Me acuerdo de la primera vez que me fui de pinta. Me acuerdo de la primera vez que una maestra me sacó de clase. Me acuerdo que una vez, en el kínder, una maestra me regañó enfrente de todo el salón porque me había pintado las palmas de la mano con un marcador azul. Me acuerdo cuando se murió Valentín Elizalde porque a partir de aquel día las noticias estarían llenas de asesinatos como ese. Me acuerdo de tener sexo con The Mars Volta de fondo. Me acuerdo de todos los perros de mi vida: Rambo, Lasie, Sabrina, Sabina II, Chíquis, Pumba y Dinosaurio. Me acuerdo de cuando el Infonavit se llamaba Diego Lucero.
Me acuerdo de pasar, por lo menos, dos meses de mi vida (en tiempo acumulado) dentro de un camión Infonavit. Me acuerdo de Ciudad Parral, me acuerdo mucho. Me acuerdo de mi madre platicándome las “vagancias” de su hermano Adolfo cuando era joven y yo queriéndolo conocerlo porque quería ser igual a él de grande pero no podía porque lo habían matado a fuera de un panteón. Me acuerdo del Bachillerato. No, no es cierto. Me acuerdo de un veintiséis de Noviembre en la noche y de una sonrisa. Me acuerdo cuando no era tan cursi. Era tan rudo que contaba chistes malos y todo el mundo se reía. Me acuerdo de las primeras temporadas de los Simpsons cada vez que veo un episodio de las nuevas. Me acuerdo de que South Park nunca ha sido malo.
Me acuerdo de haber gastado mil quinientos pesos en puros libros y haberte regalado una revista. Maldito tacaño. Me acuerdo de Tequila, Jalisco. No, tampoco es cierto. Me acuerdo de fantasear con las amigas de mi hermana. Me acuerdo de las horribles corbatas que usaba Ricardo Antonio Lavolpe en los partidos de la selección. Me acuerdo de un tío lejano que se sabía la letra de "El Barzón". Me acuerdo de el terror que sentía (siento) cuando la chica que me gusta empieza a hablar de sus relaciones pasadas. Me acuerdo de lo mucho que me enseñó la película "You, me and Dupree". Me acuerdo de ver esa película, investigar sobre Owen Wilson, enterarme de su intento de suicidio y a partir de eso tomarle un cariño bastante extraño.
Me acuerdo de Vicki que decía que los murciélagos eran ratas viejas. Me acuerdo de cuando Daniel dijo que cuando llueve con sol está pariendo una venada. Me acuerdo de cuando Mariana dijo que me amaba. Me acuerdo de despedirme de Ana. Me acuerdo de cuando me caí encima de su zapato y el ojo se me puso morado. Me acuerdo de Rosario que me gustaba y tenía voz de hombre, cumplíamos años el mismo día y nunca, ninguno de los dos, nos felicitábamos. Me acuerdo del día en que Roberta me dijo que pusiera cara de enamorado, me acuerdo que la vi despacio, que le vi la boca y luego los ojos. Me acuerdo que no entendió. Me acuerdo de la primera vez que oí una balacera. Me acuerdo de que en mi casa, cuando llovía mucho, se hacía una gotera que caía mi buró y me salpicaba toda la cara, me enojaba mucho pero nunca la tapé.
Me acuerdo de leer a Saramago y sentir que algo andaba mal ahí. Me acuerdo de las tardes de verano en casa de mi madrina. Me acuerdo de los tomates asados que mi mamá me puso en la cara cuando me enfermé de paperas. Me acuerdo del olor del perfume que usaba la maestra Idolina. Me acuerdo de las canciones de Fey y de las enormes ligas que usaba en los brazos. Me acuerdo de “El espacio de Tatiana” los domingos por la mañana. Me acuerdo de la “Pizza Hut” que estaba donde ahora está Alsuper Universidad. Me acuerdo de Sailor Moon y de su cetro lunar los sábados antes del catecismo.
Me acuerdo de una caricatura que se llamaba “Babypolis”. Me acuerdo de la leche “La vaquita”. Me acuerdo de los dibujos que hizo mi papá en la pared de su casa; eran personajes bíblicos y me daban mucho miedo. Me acuerdo de ir a un Videoclub y buscar películas cuya portada fuera la foto de dos mujeres besándose, no estoy seguro por qué lo buscaba. Me acuerdo de encontrar una y darme cuenta que no es la gran cosa. Me acuerdo de estar en un trío. Me acuerdo del día en que murió Juan Pablo II. Era una tarde de Abril algo fría y yo tomaba café muy azucarado en el cuarto de mi hermana. Recuerdo las tomas del Vaticano de noche y tomas de rostros muy angustiados.
Me acuerdo de estar enamorado de una chica semiautista y confesárselo el 10 de Octubre del 2007 y no volver a hablar con ella hasta un año después. Me acuerdo de una profesora que dijo que en el Código de Hamurabbi estaba inscrita la razón por la cual la homosexualidad era algo maligno. Me acuerdo de una vecina que me inyectaba cuando me enfermaba. Me acuerdo de que su casa era muy pobre, o muy desordenada. Me acuerdo de estar acostado en un catre con las nalgas descubiertas y a lado mío una de las hijas de la señora; una niña con parálisis cerebral. Me acuerdo de la primera vez que vi llorar a mi mamá, se asustó porque mi hermano no aparecía por ningún lado; estaba jugando maquinitas. Me acuerdo de la vez que me dejaron un ojo morado. Me acuerdo de la vez que viajé en tren desde Chihuahua hasta León con mi abuelo. Me acuerdo que horrible. Me acuerdo de que un señor se sentó en mi lugar cuando fui al baño.
Me acuerdo de una familia que se bajó del tren en Torreón y recuerdo querer bajarme a conocer a los enanitos toreros (de Torreón). Me acuerdo de cuando mi primo “chino” tenía el cabello chino. Me acuerdo del día que Osmar se metió frente a mí en la fila de la cooperativa. Me acuerdo que le di un puñetazo en el estomago y cayó de rodillas. Me acuerdo que Osmar siempre me molestaba. Me acuerdo decirle a la maestra que él me estaba molestando cuando no era cierto para que lo castigara. Me acuerdo de haberlo copiado de alguna caricatura. Me acuerdo de la primera vez que dije “chinga tu madre”. Me acuerdo de la golpiza que precedió. Me acuerdo de cuando hice llorar a un niño con cáncer. Me acuerdo del dos mil, de que en las noticias salió, la noche de año nuevo, una niña a la que habían llamado Milenia.
Me acuerdo, me acuerdo mucho de Luisa, de Karla, de Olga, me acuerdo que las quise cuanto pude. Me acuerdo de Mariana, acostada en una piedra, sin blusa, con el ombligo que yo le llené de tierra. Me acuerdo de Beto. Me acuerdo que yo creía que sus novias eran siempre las mujeres más hermosas del mundo, a veces todavía lo creo. Me acuerdo de Roberta. Me acuerdo de nosotros caminando por las vías, yo no me iba a caer nunca pero no quería soltarle la mano. Me acuerdo de nuestra primera despedida, que Angélica me abrazó, yo la abracé como nunca he abrazado a nadie más, se sentó en mis piernas y la vimos irse. Me acuerdo de la primera vez que fui al cine, vimos Godzilla y yo estuve parado toda la película. Me acuerdo la última vez que fui al cine, me quedé dormido y se me cayeron las palomitas.
Me acuerdo de cuando trabaja en una casa de empeño y en la bodega me encontré una pistola de clavos roja con la palabra “Child” grabada con navaja en un costado. Me acuerdo de haber sentido una emoción muy extraña, como cuando lees un poema. Me acuerdo de los “flippys”, casi a diario. Me acuerdo de una muchacha de rasgos orientales besándome detrás del mostrador de la biblioteca. Me acuerdo del día que me perdí una orgía. Me acuerdo de la primera vez que toqué los pechos de una chica y la sensación de que mis manos se quemaban. Me acuerdo de todos mis intentos fallidos por abrir los ganchos del sujetador. Me acuerdo del primer condón que me regalaron. Me acuerdo que decidí guardarlo “por si a caso”, pero terminé abriéndolo para ver cómo era.
Me acuerdo de Daniel, mi amigo en la primaria que olía a Cheetos y nadie lo quería. Me acuerdo de Luis y de Leonardo. Me acuerdo de los tatuajes que nos hacíamos para jugar al básquet. Me acuerdo que entonces podía quitarme la playera sin ningún pudor. Me acuerdo de la única que vez que yo corté a una novia, era un día muy bonito, ella me regaló una hoja que parecía de Arce, yo le regalé un último beso, ella lo pidió en la boca, yo su hoja la metí en un libro de Cortázar. Me acuerdo de cuando vi a mi gato atropellado en la calle, en el piso había mucha sangre pero él seguía limpio, mi mamá y yo lo enterramos en el jardín. Su mancha de sangre en la calle duró casi un mes, ninguna muerte me ha dolido tanto, Me acuerdo de las gomitas azucaradas en forma de sandía que todos los domingos comprábamos mis hermanas, mis primas y yo en la tienda de “La maestra”.
Me acuerdo cuando compraba un peso de chocolates en forma de rectángulo y “La maestra” me los entregaba en un cono de papel. Me acuerdo cuando las “Pizzerolas” no eran “Doritos pizzerola”, y cuando eran redondas en vez de triangulares. Me acuerdo de los tazos de los Looney Tunes y de la colección de hielocos que tenía mi hermano. Me acuerdo cuando mi platillo favorito era el chicharrón en salsa verde. Me acuerdo que un sábado mi mamá preparó chicharrón en salsa verde y comí tanto que desde aquel día no lo he vuelto a probar (y dudo mucho que vuelva hacerlo) Me acuerdo de los Reader Digest de mi padre. Me acuerdo de las tarjetas de Dragon Ball y los rumores que decían que tenían una capa microscópica de cocaína.
Me acuerdo de una noche en la que no podía dormir y estaba seguro de sufrir un derrame cerebral. Me acuerdo de pensar que mis manos eran dos arañas y que en cualquier momento iban a atacarme. Me acuerdo de emocionarme por ir a comer albóndigas a la casa de mi abuela. Me acuerdo de la última vez que saludé a la abuela y lo aturdida que la dejaron las quimioterapias. Me acuerdo del año en que conocí a mis primos gringos. Me acuerdo del día que mi padre llamó desde León para avisar que la abuela había fallecido. Me acuerdo que mi hermano iba a llorar y le dije que se callara. Me acuerdo de creer que mi padre se llamaba León por haber nacido en León Guanajuato. Me acuerdo de la vez que le dije a
mi padre que quería tener un nombre más normal. Me acuerdo de que me llamó Juan y me enojé. Me acuerdo de los cigarros "Boots" y que ahora son "Pall Mall" Me acuerdo de cuando vivíamos en la casa de mi abuela materna. Me acuerdo de las literas rojas que algo sacudía por las noches. Me acuerdo de la vez que encendí un cerillo contra la pared como en la caricaturas. Me acuerdo de gastar muchas cajas de cerillos intentado repetirlo. Me acuerdo de una carretera donde pensé que las montañas eran dinosaurios dormidos debajo de la tierra que podían despertar en cualquier momento. Me acuerdo del día en que jugaba con mis amigos del jardín de niños y de la nada una niña se acercó para besarme y que desde ese momento yo le daba vuelo cada que se subía al columpio porque me gustaba hacerlo.
Me acuerdo de bañarme con agua muy caliente bajo la acertadísima hipótesis de que si las nubes eran vapor yo haría algunas en mi regadera. Me acuerdo haber oído decir a un niño que su colección de garrapatas llegaba a cien y recuerdo haber pensado “¿cómo las alimenta?, cien garrapatas son casi un perro” y me acuerdo, también, de mi abuelo diciéndome que no viera la lumbre de cerca porque me iba a orinar en la noche y yo lo hacía y en efecto me orinaba. Me acuerdo de haber comprado un Frutsi, unos Chetos y un chicle con cinco pesos. Me acuerdo de sentirme mal cuando una manta raya mató a un tipo que yo veía en la tele. Me acuerdo del carro azul sin capota en el que mi cuerpo de 11 años sintió el aire a más de doscientos kilómetros por hora.
Me acuerdo de fumar Marlboros por baratos. Cuando costaban trece pesos. ¿Se acuerda? Me acuerdo de las cosas que me convienen. Me acuerdo de que le amo, por ejemplo. Me acuerdo cuando el coco me daba más miedo que el sida. Me acuerdo de ver nieve en el desierto un cinco de mayo del dos mil cinco. Me acuerdo cuando compré el casete de los Backstreet Boys. Lo deseché a los tres días y conocí a Marilyn Manson. Me acuerdo de una cachetada que me dio mi madre mientras comía frijoles. Solté la pastilla que tenía en el cachete como toque dramático. Me acuerdo de mi primera borrachera. Me comí dos paquetes de chicle y me empaché tres meses.
Me acuerdo de la vez que vi pelear a tres mujeres al mismo tiempo; me estaba comiendo un chocolate Carlos V y estaba sentado sobre una piedra redonda y bastante cómoda. Me acuerdo de mi vecino que mataba marranos en su patio. Me acuerdo de cuando mi vecino murió en una balacera. Me acuerdo de cuando Lucha pidió mi mano en matrimonio. Me acuerdo del nacimiento de Dana Jimena. Nos echamos unas cervezas en el estacionamiento de ginecología y después fuimos a acompañar al papá durmiendo en las sillas incómodas de la recepción hasta las ocho de la mañana. Me acuerdo de haber leído mucho y no saber nunca un pepino. Me acuerdo de la alegría que me ocasionaba la desgracia ajena hasta que eligieron presidente a Felipe Calderón. La desgracia ajena se convirtió en desgracia nacional.
Me acuerdo de haber sido vigilante de casilla. Nos dieron pollo rostizado y viejo y una coca caliente y nunca nos pagaron los quinientos pesos. La democracia no funciona. Me acuerdo que mis primeros Converse fueron de choclo y azules. Me acuerdo que nunca tuve un videojuego. Me acuerdo de los bolis de vainilla que mi mamá me compraba cuando salía de la escuela. Me acuerdo que en el kínder tenía una compañera que se llamaba Priscila. No sé que ha sido de ella. Me acuerdo cuando creía en Santa Claus y en el ratón de los dientes. Me acuerdo cuando usaba calcetas de holán y zapatos de charol negro.
Me acuerdo de la primera vez que le hice al ganso. Me acuerdo de mi primer fingerbox. Me acuerdo cuando no sabía muchas cosas del universo. Me acuerdo de la regla 1 y 2. Me acuerdo de un cuarto lleno de humo de cigarro en las fiestas de navidad en casa de mi abuela. Me acuerdo de "la mesa donde comen los niños y la mesa donde comen los grandes". Me acuerdo del pino de navidad adornado con figuras africanas que traía de Kenia mi tía monja. Me acuerdo de la sidra y el refresco de manzana para los niños. Me acuerdo de masturbarme leyendo El Cantar de los Cantares y sentirme culpable. Me acuerdo de la cara del técnico que me instaló mi primera computadora. Era una Acer, Windows 98 y con la monstruosa
memoria RAM de 56 megas me era suficiente para bajar canciones del Kazaa. Me acuerdo de conocer a un niño en la lavandería a la que iba con mi madre. El hijo de puta tenía todos los tazos de Pokemon y hablaba pisándose la lengua. Me acuerdo de Ruby y a Esmeralda, unas gemelas que me gustaban. Me acuerdo de que fui novio de Ruby por corto tiempo. Me acuerdo que Esmeralda me odiaba. Me acuerdo cuando Ruby me lanzó una cartita desde el carro de su mamá. Me acuerdo que se la llevó el aire y nunca la encontré Me acuerdo de una torre de tazos que llegaba hasta el cielo. Me acuerdo de un viejo amigo de nariz superlativa. Me acuerdo de Javier, de Miguel, de Karina, de Gilberto, de Ricardo, de Gabriela, de Oaxaca, de Karen, de Lupita, de Miguel, de Isidro, de Cristina, de Sugey, de Alejandra, de Irving, de Mario, de Héctor, de Jorge Luis, de Jaime.
Me acuerdo del niño que me gustaba en el kínder (pero no su nombre). Me acuerdo de mi mejor amiga de la primaria (aunque preferiría no acordarme). Me acuerdo de Rebeca despertando despeinada. Me acuerdo de Ale, de su brazo, de mis besos a lo largo de todo su brazo. Me acuerdo de cuando me picó una medusa y llegando al hotel hablé con el portero, que era un viejito muy feliz, y me dijo que una muchacha andaba muy triste porque decía que le había picado al más guapo. Yo cojeando fui y le di un beso a Mariana. Me acuerdo de soñar más de tres veces en mi infancia un llano enorme lleno de gente crucificada, y detrás mío, toda la familia de mi padre gritando. Recuerdo que mi compañero de cuarto en el hospital cuando me extirparon las amígdalas era un niño odioso y ñoño que
alegaba que al no jugar videojuegos él era más feliz y más inteligente. Me acuerdo de, de pronto, encontrarme en la camioneta de un profesor de la universidad, él me llevaba a casa de un amigo y yo, recostado atrás, añoraba que el alcohol se me bajara mientras le contaba de una chica que estaba engañando a su novio conmigo. Me acuerdo de escuchar la banda del chico que estaba siendo engañado por su novia y no querer admitir que tocaban bastante bien. Me acuerdo que nadie me ganaba en el Street fighter. Recuerdo cuando ya no me dejaron usar a Honda. Me acuerdo de una muchacha con pelos de piña ganándole a todos los hombres en el King Of Figthers. Me acuerdo de mi padre usando su uniforme.
Me acuerdo de cuando extrañaba mucho a León. Me acuerdo de odiar mucho a Chihuahua. Me acuerdo cuando empecé a querer más a Chihuahua. Me acuerdo husmear una cajita que tenía mi hermano en su cuarto y leer las cartas que sus novias le mandaban. Recuerdo a mi madre poniéndose guapa todos los martes en la noche para ir a las reuniones de la Liga de Unión Socialista y a mi padre mirándola con desprecio. Me acuerdo de esa foto de mi padre: gabardina militar, delgadísimo, un lucky strike sin filtro atorado en la boca y en las manos un montón de panfletos trotskistas. Me acuerdo de llorar porque mi hermano me ganaba la televisión y luego él sentía algo parecido a la compasión y me dejaba el control remoto para ir a visitar a su novia.
Me acuerdo de sentir mucho miedo cuando iba Jaime Maussan al programa de Adal Ramones y acostarme a dormir con un agujero en el estómago. Me acuerdo de enamorarme de una chica sorda e invertir más de cien pesos en comprarle un chocolate a diario. Me acuerdo de, años después, darle una clase de literatura y seguir poquito enamorado de ella. Me acuerdo de creer y querer nunca tener novia. Me acuerdo del concierto de Molotov en la plaza del Ángel y el golpe que le dieron a Julio con una patineta. Me acuerdo de mi primer y único año en una primaria privada. Recuerdo que tenía una alberca llena de flotadores cilíndricos amarillos y naranjas. Recuerdo que la usábamos una vez al mes en lugar de hacer educación física.
Me acuerdo de mi primer amigo en esa escuela. dejé de juntarme con él porque le daba miedo ir a la parte “profunda” de la alberca. Me acuerdo que la escuela también era un internado y orfanato, algunos niños no tenían padres a otros los dejaban ahí hasta el fin de semana, a mi me recogían a diario. Me acuerdo del niño que mi abuelo quería adoptar. Me acuerdo de haber pensado que En el camino de Kerouac era la novela más poca madre que había en el mundo. Me acuerdo de haber llorado más cuando se murió mi perro que cuando murieron mis abuelos paternos. Me acuerdo del crujir del hueso de mi brazo al quebrarse Me acuerdo de tenerle mucho miedo a la clase de educación física.
Me acuerdo de una sesión de arrumacos y besos pegajosos debajo de uno de los puentes del canal. Me acuerdo de una boina y una placa de tránsito en el cajón de los calcetines de mi papá. Me acuerdo de la primera Genki Dama de Gokú. Me acuerdo del primer cigarro que fumé. Había peleado con mi novia de la prepa justo antes de empezar un examen muy difícil. Me acuerdo de salir y arrebatarle a alguien un Fortuna ligero y darle el golpe. Me acuerdo de que no me dolió ni tosí. Me acuerdo de la testigo de Jehová que me gustaba. Me acuerdo del día que fue a predicar a mi casa. Me acuerdo de tener seis años y no saber todavía cómo abrocharme las agujetas. Me acuerdo de que mi maestra me dijo que si no aprendía en lo que restaba de clase no saldría al recreo. No me acuerdo si lo conseguí.
Me acuerdo de mi expectativa de sentir mucha emoción al ver el mar por primera vez Me acuerdo de descubrir que en realidad no se siente nada al conocerlo.