University of Chicago VJMJCH 31 de enero de 2017, segundo día en Chicago.
Nos levantamos y preparamos para salir y ya a las ocho y media nos dirigíamos a desayunar cuando decidimos averiguar si había la posibilidad de ver el musical Hamilton. Al llegar al teatro nos encontramos con que habían precios especiales para las taquillas que no se habían vendido para las funciones del matinee de mañana. Después de muchas llamadas a las casas para ajustar los presupuestos de viaje, se compraron las taquillas y nos fuimos a desayunar. Hoy era el día cultural así que nos dirigimos a pie, bordeando el lago Michigan, hacia el Field Museum. Allí estuvimos dos horas disfrutando de las exhibiciones que el museo ofrecía y compartiendo con los compañeros que teían nuestros mismos gustos por temas tan variados como el antiguo Egipto, las Américas antiguas, las exhibiciones de África, el mundo mineral, animal,
y otras exhibiciones de temas variados e interesantes. Decidimos comernos un bocado en el mismo museo para mantenernos en la zona de museos del lago, y luego de compartir el almuerzo nos dirigimos al Shedd Aquarium. Disfrutamos de observar miles de variedades de animales marinos, peceras con especies de todos los mares y lagos del mundo, tanques en donde se podían tocar mantarayas y peces sin escamas y muchas otras exhibiciones, algunas interactivas. Vimos las hermosas belugas del ártico, los pinguinos de Antártica, delfines y tantas otras especies que la mayoría del grupo no había podido disfrutar anteriormente. Salimos del acuario a las cinco, cuando cerró sus puertas y volvimos a caminar de vuelta al hotel bordeando el hermoso lago y disfrutando la tarde no muy fría y con poco viento. Llegamos al hotel a las seis y nos fuimos a los cuartos a descansar, bañarnos y prepararnos para salir a cenar. Nos fuimos ligero y cenamos sandwiches en Potbelly, para regresar al hotel a celebrarle el cumpleaños sorpresa de nuestra compañera Anna Victoria, que cumplió 18 años hoy. La habíamos tenido todo el día medio engañada ya que solo le habíamos deseado un buen día, sin darle mucha importancia. Su mama le había hecho llegar un bizcocho y flores de un negocio local y nosotros compramos brownies y dulces para celebrar la fiesta. Cuando llegamos al hotel nos reunimos para nuestra reunión nocturna y a mitad de reunión la sorprendimos con la fiestecita, que la emocionó mucho. Luego de comer bizcocho y disfrutar un rato de la alegría y experiencias compartidas durante el día nos recogimos en nuestras habitaciones con instrucciones de descansar, leer un poco del material de las competencias, planificar nuestras estratégias, o sencillamente compartir con los compañeros antes de rendirnos del cansancio y dormer. Caminamos por casi dos horas hoy, ida y vuelta de los museos y estábamos bastante explotados físicamente. Ya a las once, extrañamente, todo el mundo estaba durmiendo. Fue un día muy productivo, agradable y bastante agotador. No hemos tenido ningún contratiempo y los muchachos ya han establecido una hermosa dinámica de grupo. Quiero compartir con todos una experiencia que tuve en el Field Museum, al final de la visita, cuando estábamos almorzando. Un señor mayor se me acercó en el restaurante y me preguntó muy serio que si yo era quien acompañaba a ese grupo de jóvenes, señalando a los muchachos. Yo palidecí, ya que les había dado libertad de moverse por el museo y disfrutar a su manera las exhibiciones del mismo. Le indico que así es, que son mis estudiantes, a lo que me responde que no quería dejar pasar la oportunidad de decirme que nunca había observado un grupo tan grande de estudiantes tan educados,
interesados en lo que el museo ofrecía, y que quería saber si éramos del sistema publico de Chicago o de algún instituto privado, ya que había escuchado que hablaban español también. Le expliqué que éramos de Puerto Rico y del colegio y me dijo que fue maestro de escuela superior por 40 años y nunca había tenido la suerte de tener jóvenes como los míos. Me indicó que llebava un buen rato observándolos en el museo y que pensó que no todo estaba perdido si un grupo de jóvenes se interesaba tan genuinamente aún por la cultura y compartían sus opiniones de una manera tan educada y con tanto respeto hacia la opinión de los demás. No tengo que decirles lo feliz que me hizo el comentario. Más tarde lo compartí con los muchachos. Es necesario dejarles saber lo positivo y lo orgullosa que me sentí de todos el día de hoy, no solo por el comentario, sino por cómo han estado pendientes de sus compañeros y de mi durante todo el día. La palabra de hoy es “awesome”.