16 de abril de 2017 | Economía
LA TASA DE INFLACIÓN MORTIFICA AL GOBIERNO Desorientados El Banco Central subió la tasa de interés concretando así el quinto cambio de rumbo de esa variable clave en apenas 16 meses, alimentando una muy costosa bicicleta financiera. Y la inflación no baja Por Alfredo Zaiat El Ministerio sin Producción conducido por Francisco Cabrera eliminó el Plan Ahora 12 para reemplazarlo por el fiasco del Plan Precios Transparentes cuyo resultado fue una caída del consumo. El secretario de Hacienda con cargo de ministro, Nicolás Dujovne, anunció que la inflación estaba descendiendo y que existía un programa de reducción del déficit fiscal. Los primeros datos que se conocieron posteriores a esa declaración fueron la suba de la tasa de inflación y el aumento del desequilibrio de las cuentas públicas. El ministro de Energía, Juan José Aranguren, se presentó con el objetivo de dejar atrás la supuesta crisis energética y en lo que va de su gestión se derrumbó la producción de petróleo y la de gas se mantuvo por inversiones realizadas en el anterior gobierno. El de Finanzas a cargo de Luis Caputo, en su momento en la categoría de Secretaría, capituló a los pies de los fondos buitre con la promesa de una baja sustancial de la tasa de interés a pagar en la nueva deuda, objetivo que no consiguió como lo muestra la última emisión en dólares con una leva reducción de la tasa a 5,75 por ciento anual a un plazo de 8 años y a 7,62 por ciento con un bono que vencerá en 2037. Tasas que siguen estando por encima de las que obtienen la mayoría de los países latinoamericanos. El Banco Central bajo el mando de Federico Sturzenegger planteó como su principal meta reducir la tasa de inflación utilizando la tasa de interés, estrategia que no ha entregado ninguna satisfacción al gobierno y sí al mundo de las finanzas que está ganando mucho dinero en forma muy fácil. El recorrido por cada uno de los espacios de decisión de la política económica ofrece un cuadro inquietante. La administración de la economía está a la deriva, sin coordinación y sin el mínimo orden para el manejo de un área muy sensible. Subir la tasa de interés una semana después de que el gobierno pusiera a funcionar todos los canales de su red de propaganda para fomentar los créditos hipotecarios a 30 años es una muestra más de ese descontrol. La ausencia de una conducción económica centralizada tiene otro factor desestabilizador: el incremento de las peleas entre funcionarios. La troika de coordinación del gobierno (Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui) dice que busca armonizar el funcionamiento del gabinete pero evidentemente no lo logra. Quintana y Lopetegui se deshicieron de Alfonso Prat Gay, Isela Costantini y Carlos Melconian pero las internas siguen siendo furiosas, y no sólo en el área económica. Una de varias quedó expuesta en el Ministerio de Energía, con la renuncia de José Luis Sureda, número dos del CEO-ministro Aranguren, acusando a su ex jefe de “autoritario” y cuestionado su estrategia energética. Otra pelea de la última semana fue el fuerte cuestionamiento de varios funcionarios a la decisión del Banco Central de elevar la tasa de interés.
La principal apuesta económica del gobierno es generar expectativas positivas, a veces forzando la interpretación de los datos y otras directamente alterando las cifras. Por ahora sólo recibe discursos de apoyos del establishment local e internacional en sus viajes al exterior y en encuentros empresarios al estilo Davosito. Esas palabras que entusiasman al presidente no se traducen en inversiones privadas importantes para que esa variable se convierta en el motor del crecimiento económico, como aspira la Alianza contra el choripán. Los empresarios saben diferenciar entre ser liberal y pro mercado, características que comparten con el actual gobierno, y pecar de ingenuos con el capital propio. Las señales contradictorias en la política económica y, en especial, la existencia de una gestión fragmentada que acumula improvisaciones y frustraciones no los incentivan a pasar del respaldo verbal al desembolso de millones de dólares en proyectos productivos, excepto en el campo y en energía. Bicicleta El Banco Central es uno de los casos más emblemáticos de la desorientación de la administración económica del gobierno. El mundo de la ortodoxia observaba críticamente la administración heterodoxa del BC durante el segundo gobierno de CFK apuntando a la carencia de profesionalismo y de capacidad de sus máximas autoridades para ejercer ese cargo. No era así. Era una presión política para recuperar espacios de poder perdidos por la ortodoxia y hoy queda demostrado en el silencio -con escasas excepciones- ante el descalabro monetario y financiero que está generando la gestión Sturzenegger. El aspecto perturbador en la actual coyuntura económica es que el presidente Macri privilegia a Sturzenegger entre los integrantes de la fragmentada área de gestión de la economía. El endeudamiento del Banco Central es explosivo, el balance de la entidad es delicado, la desregulación total del mercado cambiario deja la economía a merced del capital especulativo y el manejo de la tasa de interés es un espanto. Sturzenegger subió y bajó la tasa varias veces en apenas 16 meses de gestión. Esa política errática sólo refleja una conducción de improvisados y muy lejos de lo que el mercado denomina “profesionales”. Hace un mes redujo los encajes bancarios (el dinero que las entidades deben mantener inmovilizado), que implicó una expansión monetaria (aumento de la liquidez), y ahora elevó la tasa de interés, que es una medida de contracción monetaria (disminución de la liquidez). Estas medidas son opuestas. Para algunos observadores de la política del BCRA esto es incompetencia de Sturzenegger y equipo, aunque para otros son ofrendas de rentables negocios a la banca. Un Banco Central administrado con mínimos criterios de prudencia no altera el rumbo de la tasa de interés en cinco oportunidades en tan breve período. La secuencia de los movimientos de la tasa de interés fijada por el BC en la colocación de deuda con las Lebac es impactante: El 15 de diciembre de 2015 la subió de 29 a 38 por ciento anual. El 22 de diciembre de 2015 empezó una reducción gradual. Ese día la fijó en 36 por ciento y después siguió bajándola hasta el 31,1 por ciento el 23 de febrero de 2016. El 1° de marzo de 2016 volvió a subirla a 37 por ciento y el 8 de marzo la colocó en 38 por ciento, nivel que mantuvo hasta el 26 de abril.
El 3 de mayo comenzó a bajarla de nuevo. Ese día la marcó en 37,5 por ciento y siguió reduciéndola hasta 24,75 por ciento el 29 de noviembre, rendimiento que se mantuvo hasta el 10 de abril pasado. El 11 de abril anunció una nueva suba de la tasa al definirla en 26,25 por ciento anual. Fracaso El objetivo principal manifestado por el titular del BC, Federico Sturzenegger, es la reducción de la tasa de inflación utilizando exclusivamente la tasa de interés. No lo ha conseguido. En 2016, el aumento de precios promedio fue de 41 por ciento, duplicando el del último año del anterior gobierno y siendo el más elevado desde 2002. En el primer trimestre, el Indec de Macri anotó una inflación acumulada de 6,3 por ciento y el IPC de la Ciudad, 7,1 (a propósito, otros índices privados o vinculados a sindicatos deberían evaluar la metodología de elaboración de sus indicadores de precios porque se ubican por debajo de los oficiales, y en el caso de los trabajadores debilita su posición en la negociación paritaria). Pese al evidente fracaso en disminuir la tasa de inflación, Sturzenegger defendió la última suba de la tasa desafiando a sus críticos con un tuit desde su cuenta personal: “Es sorprendente la cantidad de defensores que tiene la inflación en nuestro país…”, escribió. El presidente del Banco Central muestra así signos de no entender que quienes lo cuestionan no festejan la inflación, sino que advierten que su política no ha servido para disminuirla. Es evidente que la política monetaria no ha tenido efecto para alterar el actual ciclo inflacionario. Pese a ello, el Banco Central insiste con su estrategia. La tasa de interés no baja la inflación; sólo provoca más recesión y ganancias especulativas fabulosas con la bicicleta dólar-pesos-dólar. El BC está tirando municiones a un objetivo que reconoce otras fuentes principales de tensión. No es indiferente en cambio para la producción ni para la especulación. Castiga fuerte a lo primero porque es conveniente desplazar la actividad de producir hacia la especulación financiera, que pasa a desarrollarse en el mejor lugar del mundo. Como explica el último informe de coyuntura de Miguel Bein, con la suba de la tasa de interés el Banco Central no distingue inflación de demanda (salarios) de inflación de costos (tarifas) y convierte a la Argentina en el campeón mundial del carry trade “en un contexto donde el ingreso de capitales de corto plazo (blanqueo, deuda en dólares para financiar brecha fiscal en pesos nacional y provincial y, ahora, los dólares de la cosecha) y un BCRA que sólo compra una parte del excedente de dólares por sobre la enorme formación de activos externos y demanda por turismo, brindan una especie de seguro de cambio implícito por los próximos dos meses”. Los bancos han acumulado una ganancia especulativa extraordinaria con la bicicleta que ofrece el BC. Sumaron de 80 a 85 mil millones de pesos entre febrero 2016 y el mismo mes de este año por los intereses cobrados con las Lebac. Fue uno de los negocios más rentables de la banca ofrecido en bandeja por Sturzenegger. La rentabilidad en dólares fue la más elevada del mundo en ese período teniendo en cuenta que en los últimos doce meses el tipo de cambio se mantuvo estable entre 15,50 y 16,00 pesos. La política monetaria con tasas de interés elevadas no consigue los resultados que postula el Banco Central pero sí va acumulando deudas con las Lebac en forma vertiginosa, debilitando el patrimonio de la entidad. Al 31 de marzo las Lebac sumaban 709 mil millones de pesos, de las
cuales 279 mil millones estaban en manos de bancos, y los pases con las entidades eran de 200 mil millones de pesos. En total, pasivos por un total de 909 mil millones de pesos. La base monetaria era de 755 mil millones de pesos. El monto global de esa deuda supera al total del dinero en circulación. Tic tac tic tac… azaiat@pagina12.com.ar
16 de abril de 2017 | Cash Campeones mundiales Por Claudio Scaletta El informe de abril de Estudio Bein relata que Argentina se convirtió en el “campeón mundial del carry trade”. A los economistas les encanta mechar, a modo de jerga, los nombres en inglés con los que la prensa financiera internacional rotula procesos específicos. Reconozcamos que queda mejor decir carry trade que, por ejemplo, financial bicycle, término que por supuesto no existe en inglés ya que el influjo cultural corre del dominante al dominado y no al revés. Pero de eso hablamos: bajo la administración de la Alianza PRO Argentina se convirtió en el campeón mundial de la bicicleta financiera. No es nada nuevo, pero la descripción completa de procesos dañinos siempre impresiona. A pesar de la experiencia histórica y de que se conocen los efectos económicos y sociales, otra vez, como en tiempos de José A. Martínez de Hoz, quienes conducen la política económica crearon condiciones seguras para que el capital financiero, internacional y local, consiga inmensos diferenciales de tasa de interés en divisas y, como señaló el hijo de Franco Macri en el “mini Davosito” realizado el pasado 6 de abril, con la tranquilidad de “que aquellos que quieran invertir en el país se puedan llevar el dinero cuando quieran”. Cómo no ser amado por la banca. ¿Pero qué es la “bicicleta financiera”? Juntemos sus componentes. Primero surge que mientras la tasa de interés del Tesoro estadounidense ronda los 2,4 puntos, la tasa que pagan las Letras del Banco Central, Lebac, el instrumento que utiliza la entidad monetaria para fijar la tasa de interés de referencia, saltó en estos días 26,25 por ciento, poco más de 10 veces. Sin embargo, este diferencial por sí sólo no dice nada. Mirando exclusivamente fronteras adentro, una tasa del 26,25 por ciento cuando se viene de un 2016 con una inflación de más del 40 y se pretende un tope imaginario del 17 con un Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA –elaborado por una cincuentena de consultoras abrumadoramente oficialistas– que se ubicaba en marzo en el 21,3 por ciento, parece, en sus propios términos, el nivel más lógico del planeta. Nótese que, excluida la inflación esperada, en términos reales, la tasa de Lebac está apenas por encima de la tasa de referencia del Tesoro estadounidense. El pequeño detalle –siempre hay uno– es el segundo componente. La economía local es bimonetaria. Como lo entendió muy bien el presidente del Banco Central que antecedió al actual, la tasa de interés de referencia se puede utilizar para arbitrar entre las expectativas de devaluación y las de inflación, es decir para lograr que los excedentes monetarios se queden en pesos y evitar
que se vayan a dólares. La alternativa es clara, si los excedentes se van a dólares presionan sobre la cotización de la divisa y, por esta vía, sobre la inflación. Ahora bien, en el presente ocurren dos anomalías respecto del arbitraje tradicional. La primera es que no existen expectativas de devaluación debido a la entrada de capitales producto del potente proceso de endeudamiento externo que, desde diciembre de 2015, ya suma alrededor de 80.000 millones de dólares, con una fuga también récord de 16.000. Este ingreso de divisas es el que explica que, luego del shock devaluatorio inicial, pura decisión política, se haya registrado una constante apreciación cambiaria. Hoy el dólar vale 3 por ciento menos que en su pico de febrero de 2016. La segunda es que todas las licitaciones de Lebac que realiza en BCRA resultan sobredemandadas, lo que significa que podría pagarse “siguiendo las reglas de la oferta y la demanda” una tasa de interés mucho más baja si el objetivo fuese solamente evitar que los excedentes busquen la alternativa de refugiarse en divisas. Es más, para evitar que la tasa caiga, el Central también compra Lebacs en el mercado secundario. Dicho de otra manera, existe una voluntad política de mantener la tasa elevada. No es el mercado el que determina la tasa, sino el Estado, lo cual es una obviedad porque es así como los Estados hacen política monetaria, al margen de la valoración que se tenga sobre su calidad. La razón por la que el Central mantiene la tasa tan elevada debe buscarse en su ideología. Los principales precios relativos de la economía son tres: dólar, salarios y tarifas. El nivel del dólar está controlado vía endeudamiento y el capital viene ganando por varias cabezas la puja distributiva. Quedan las tarifas, el único gran precio relativo que va para arriba porque el gobierno pretende seguir avanzando con la redolarización hasta alcanzar los niveles pre crisis de 2001. El empeño en el ajuste de tarifas sumará este año un piso de 4 puntos a la inflación (que podría ser más si se suma el transporte público), lo que de paso contribuye, si se tiene éxito en contener paritarias, a bajar el costo real del salario. Es en este punto donde ingresa la ideología oficial, la confusión teórica entre inflación de oferta y de demanda. Se mantiene la tasa elevada para sacar circulante del mercado y, supuestamente, compensar por el lado monetario los aumentos de costos. El mecanismo no funcionó en 2016 ni funcionará en 2017, como lo muestran los más de 6 puntos de inflación acumulada del primer trimestre. Dicho de otra manera, lo menor velocidad de la inflación se consiguió bajando salarios y planchando el dólar, es decir; conteniendo dos de los tres principales precios relativos. Los costos macroeconómicos fueron la recesión por la caída de la demanda y la habilitación de la súper bicicleta financiera. La suma de los componentes uno y dos, tasas del 26 anual en pesos con dólar quieto o apreciándose, significa en la práctica tasas piso del 26 por ciento en dólares. Esto habilita, por ejemplo y como sucede en la realidad, a que un operador con capacidad de hacerlo tome deuda en el exterior al 6 u 8 por ciento, la traiga al país, la convierta a pesos, la coloque el Lebac, espere la valorización y finalmente regrese a dólares habiendo obtenido un diferencial de entre 18 y 20 puntos de tasa. Esta operatoria es posible, además, porque existe un tercer componente: no existen restricciones de entrada y salida gracias a la desregulación completa del mercado cambiario. Los costos de transacción son mínimos. Se trata, entonces, de la inversión segura –es decir, sin que se verifique eso de que la tasa es el premio al riesgo– más brillante del mundo. También la más insustentable. No hace falta tener la bola de cristal para saber que el despropósito no puede durar para siempre, aunque ya acumule más de un año largo. Y esto sin ser agorero e imaginar qué ocurriría frente a un freno relativo del ingreso de capitales y un aumento de las expectativas de
devaluación. Pero mejor no preocuparse, eso sucederá recién en el futuro. Mientras tanto nadie le quita a la República su cetro de campeón mundial de la rentabilidad financiera en dólares.