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Apocalipsis 'runner
EL PERIÓDICO DE CATALUNYA –15/03/2020 - https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20200315/coronavirusconfinamiento-runners-barcelona-playas-7890977
Numerosos corredores, víctimas del síndrome de abstinencia, desafían la orden
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de confinación y salen a trotar por el frente marítimo
PER: Rafael Tapounet
Un agente de la Guardia Urbana da el alto a una pareja de ’runners’ en la Barceloneta. /ELISENDA PONS
En estricto cumplimiento de mis obligaciones profesionales, y atendiendo a un encargo de la
superioridad, quebranto la orden de confinamiento y salgo a peinar las calles a ver qué se cuece.
La idea es tomarle el pulso a esta ciudad vaciada para plasmarlo luego en un reportaje
perteneciente a ese socorrido subgénero periodístico que consiste en explicar qué sucede
cuando no está sucediendo lo que habitualmente sucede. La crónica imposible de una mañana
soleada de domingo que nada tiene que ver con las mañanas soleadas de domingo que
conocemos. Lo que viene a continuación se puede resumir en un titular de seis
palabras: 'Runners', extranjeros y gente con perros.
Son las once y media. Con un punzante sentimiento de culpa y el temor a que de algún balcón
salga una increpación o caiga un tiesto en justo castigo a mi acto de indisciplina sanitaria, me
dirijo al litoral, que ahí suele haber gente. Y lo primero que salta a la vista es que el Gobierno ha
cometido un error de bulto en el decreto por el que se declara el estado de alarma al mostrarse
comprensivo con el hábito de los fumadores (autorizando la apertura de los estancos para no
dejarlos sin provisión de nicotina) y pasando, en cambio, por alto una adicción igualmente
extendida y no menos incontrolable: el llamado 'running'. Lo de correr.
Carreras contra el virus
Mientras los ciudadanos que no sienten la necesidad compulsiva de trotar se resignan a
permanecer en sus casas conociéndose a sí mismos y entendiendo un poco mejor eso que decía
Goethe de que la vida es corta pero el día es largo, los 'runners' (también los ciclistas, pero en
menor medida) se apoderan de las calles con sus camisetas técnicas de vivos colores y sus mallas
de compresión, ajenos a la emergencia de salud pública que tiene lugar a su alrededor. 'Flip-flap,
flip-flap, jog-trot, jog-trot, cruñslap, cruñslap'. Como si pudieran eludir la pandemia simplemente
corriendo más que el virus.
En el Port Olímpic los 'runners' son amplia mayoría, seguidos, a cierta distancia, por los
extranjeros despistados y los paseadores de perros. "No creo que haya ningún problema si corres
solo, ¿no? Lo de no ir en grupo ya lo entiendo, pero de uno en uno no veo peligro", se justifica un
corredor en la treintena que acaba de hacer una parada para beber agua antes de reemprender
la marcha. Solo unos metros más allá, ya en el Passeig Marítim, un agente de la Guardia Urbana
lo saca de su error. "Haga el favor de irse a casa, por favor. ¿No ve que si unos salen a correr
otros querrán ir a la playa y otros a pasear y volveremos a estar en las mismas?". El 'runner'
asiente, se da la vuelta y se aleja. Trotando.
Al cabo de una media hora, será visto en una de las callejas de la Barceloneta. Sin dejar de correr,
por supuesto.
El perro como coartada
La policía municipal y los Mossos d’Esquadra se reparten la tarea de ir advirtiendo a los
transeúntes de que deben recluirse en sus domicilios, cosa que hacen modulando el tono de la
exhortación en función del interlocutor: "Caballero, hay que ir para casa". "Venga, todos para
casa". "Señor, solo se puede estar en la calle si es imprescindible". "¿Vive usted por aquí,
señorita?". Poco a poco van vaciando la playa del Somorrostro, donde una veintena de personas
pilla iones negativos y rayos de sol. Solo las que van acompañadas de un can eluden la
amonestación policial y pueden seguir a lo suyo. Tener perro se perfila como la gran coartada
para los próximos días.
Hablando de coartadas, ahí pasa un 'runner' (al menos, va vestido como tal y corre) agarrado a
una barra de pan. Un plan tan astuto que podrías ponerle una cola y llamarlo comadreja.
Domingo de agosto antiguo
En la Barceloneta se respira una calma muy rara. También en el Born, donde a mediodía se oye el
piar de los pájaros, cosa que no sucedía desde que los habitantes del barrio aprendieron a decir
'gentrificación'. De hecho, toda la ciudad tiene un aire de domingo de agosto antiguo, de cuando
los barceloneses huían, los comercios bajaban la persiana y el turismo parecía un fenómeno
razonable.
En el pórtico de Santa Maria del Mar, un cartel explica a los fieles cómo pueden seguir la misa
desde casa a través de la tele, la radio y hasta de internet. Los 'runners' no tienen ese consuelo.
Una pareja de urbanos impide el acceso de los corredores (también de los bongoseros) al Parc de
la Ciutadella. Se estrecha el cerco. Los adictos al correteo se enfrentan en los días que vienen a
un síndrome de abstinencia aterrador. Es eso, o deslizarse por la pendiente de la clandestinidad y
la delincuencia. Al menos ellos, y esto es un dato empírico, sí estarán preparados para correr
delante de la policía.