Dones de Gracia

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Lecturas para la Semana de OraciĂłn Para se leĂ­das del viernes, 4 de diciembre, al sĂĄbado, 12 de diciembre de 2015

Dones de Gracia 2015

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Introducción “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8).

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l apóstol Pablo da una lista en la cual se encuentra el contexto más amplio de los deberes prácticos que son recomendados a los creyentes para bendición de todos y específicamente para el cuerpo de Cristo, “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (versículo 5). Los siete dones de gracia en la lista antes mencionada provienen directamente del depósito del cielo. Generalmente pensamos que el don es algo para la persona a quien es dado; a los padres les encanta dar regalos a sus hijos para hacerlos felices, sin necesitar realmente que compartan el regalo con otros. Pero en Hechos 20:35, el apóstol dijo a los ancianos efesios cuando los encontró en su camino a Jerusalén que Jesús declaró que más bienaventurado es dar que recibir. Siendo ese el caso, los dones que serán considerados durante esta Semana de Oración están basados en el gran gozo y don de dar. Son distribuidos gratuitamente a los individuos para el avance de la iglesia de Dios en la tierra, la cual es rodeada y defendida por el cielo. Las personas del mundo conocen los regalos. Los resultados de una encuesta de 80.000 administradores de negocios en más de 400 compañías hecha por la Organización Gallup fueron publicados en un libro del año 2009 titulado Primero, Romped Todas las Reglas, por Marcus Buckingham y Curt Coffman. Estos autores descubrieron que la primera clave que los grandes administradores usaban era “Seleccionar el Talento.” Sabían que “Las personas no cambian tanto. No desperdicies tu tiempo procurando introducir lo que puede dejarse fuera. Intenta continuar lo que se dejó dentro. Esto es suficientemente difícil.” La crianza y educación de una perso2

na puede haberla llevado a descuidar y aun abandonar su más grandiosa habilidad. El gran administrador procura descubrir las fortalezas de cada persona tanto para el beneficio de la compañía como para la bendición de la persona misma. Es importante aplicar este concepto dentro de la iglesia. Los niños y los jóvenes necesitan ser ayudados para mejorar los talentos que Dios les ha dado. Y entonces se da el nuevo nacimiento, cuando el Espíritu Santo es dado en mayor medida y concede un don específico de gracia a cada persona tan ciertamente como cuando uno nace. Se necesita ver para qué son los dones y cómo ser adecuadamente “administrados” dentro de la iglesia. “La promesa del Espíritu no se aprecia como se debiera. Su cumplimiento no se comprende como se podría. La ausencia del Espíritu es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Se puede poseer

sabiduría, talentos, elocuencia, todo don natural o adquirido; pero sin la presencia del Espíritu de Dios no se conmoverá a ningún corazón ni ningún pecador será ganado para Cristo. Por el otro lado, si están relacionados con Cristo, si los dones del Espíritu son suyos, los más pobres y los más ignorantes de sus discípulos tendrán un poder que hablará a los corazones. Dios los convierte en los instrumentos que ejercen la más elevada influencia en el universo” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 263). Los siete dones de gracia están relacionados a la lista del apóstol de los dones espirituales en 1 Corintios 12:4-10 así como también a los que Pablo menciona que Cristo dio a los seres humanos en Efesios 4. Son dados para el mismo propósito–para el avance del reino celestial y promover el bienestar del cuerpo de Cristo para que todos sean atendidos y sean más fuertes juntos de lo que podrían

Lecturas de la Semana de Oración del 4 al 12 de diciembre de 2015

1. El Don de Profecía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Elena G. de White 2. El Don y el Espíritu de Servicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Alfred Ngwenya 3. Aptos para Enseñar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Larry Watts 4. Exhortación–Amor y Ánimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 Humberto Ajucúm 5. El Don de Dar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Gustavo Castellanos 6. Compasión hacia Todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 Arnolfo Cortez 7. Liderazgo–Servicio Valiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Idel Suárez Moleiro Publicación de la Asociación General Sociedad Misionera Internacional de la Iglesia Adventista del Séptimo Día Movimiento de Reforma 625 West Ave. • Cedartown, GA 30125 Teléfono 770-748-0077 • Fax 770-748-0095 Email: info@sda1844.org • Internet: www.sda1844.org

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


ser separados. “Procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.” “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (1 Corintios 14:12; Efesios 4:12-16). “Todos los hombres no reciben los mismos dones, pero se promete algún don del Espíritu a cada siervo del Maestro…. No fue recibido el derramamiento del Espíritu hasta que, mediante la fe y la oración, los discípulos se consagraron plenamente para efectuar la obra de Cristo. Entonces, en un sentido especial, los bienes del cielo fueron entregados a los seguidores de Cristo” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 262, 263). Al leer y orar por los dones de gracia durante esta semana especial, estemos agradecidos por este tiempo de paz para considerar estos asuntos espirituales y meditar con gozo sobre los dones celestiales. Pero también

pensemos prácticamente y, de hecho, maravillémonos de la sabiduría infinita en éstos. Al mismo tiempo, sería excelente que cada persona individualmente contemple su propio don y considere cómo usarlo mejor para Cristo. Dios es fiel y guía a las iglesias locales y estructuras dirigentes para que no haya carencia de talento. Depende de cada persona “amar a Jehová su Dios de todo su corazón, y de toda su alma, y con todas sus fuerzas” para que los dones alcancen su máximo potencial bajo el movimiento del Espíritu Santo. “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas…” (Deuteronomio 6:5; Eclesiastés 9:10). Todos los líderes y oficiales de la iglesia son exhortados a poner a disposición estas Lecturas de la Semana de Oración a los miembros, especialmente aquellos que no siempre pueden reunirse con el grupo, y a tomar tiempo para orar con ellos. Las Lecturas también están disponibles en varios sitios web de Internet, tales como www.sda1844.org y www.sda1888.

al frente en defensa de su pueblo…

org (inglés, español y francés), www. asd1844.org (español), y www.reform-adventisten.net (alemán), además de los sitios web en muchos países y otros idiomas. El sábado 12 de diciembre, el día final de la Semana de Oración, es un día anual de ayuno y oración; todos son animados a participar en las reuniones especiales para el estudio, confraternidad, adoración, oración, y alabanza, sabiendo que los creyente de todo el mundo están unidos en mente y corazón a través de la gracia de Cristo. Las ofrendas de la Semana de Oración anual serán recogidas para la Asociación General; este fondo es usado para un amplio espectro de proyección misionera. Por favor, dad generosamente con la comprensión de que hoy es el mejor tiempo de dar. Los dones de Cristo tengan poder en vuestra vida individual y la vida de la iglesia para la honra, gloria, y alabanza de Dios el Padre y Jesucristo, a quién Él ha dado toda potestad. –Los hermanos y hermanas de la Asociación General

“A Cristo le ha sido entregado todo el juicio, porque es el Hijo del Hombre. Nada escapa a su conocimiento. No importa cuán elevada sea la jerarquía y cuán grande sea el poder de los apóstatas espirituales, Uno más alto y mayor ha llevado el pecado de todo el mundo. Es infinito en justicia, en bondad y en verdad. Tiene poder para resistir a los principados, a las potestades y a las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Armado y equipado como el Capitán de las huestes del Señor, viene

“En el futuro habrá perplejidad y disturbio y decepción. La única seguridad del pueblo de Dios es su unidad en el trabajo que Él les ha dado que hagan, sobre el cual sólo Él puede actuar como supervisor. Todos los que mantengan el inicio de su confianza firme hasta el fin recibirán en sus frentes la marca de Dios… “En este tiempo la única seguridad de quienes están guardando los mandamientos de Dios está en ser de un corazón, unidos con Cristo y el uno con el otro, escondidos con Cristo en Dios (Juan 13:33-35). El Salvador contempla el conflicto venidero e invoca a su pueblo a fortalecerse a sí mismo asiéndose de su fuerza, haciendo la paz con Él para que cuando sean desafiados, como serán, Dios pueda darles la experiencia de Jacob… “Dios da a cada ser humano su trabajo. Él ha dado diferentes talentos a cada uno. Todos deben trabajar de acuerdo a la habilidad que Dios les ha dado” (Manuscript Releases, tomo 21, págs. 271, 272). 2015

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Lectura 1 – Viernes, 4 de diciembre de 2015

El Don de Profecía Por Ellen G. de White

“…Esto es lo que habló el profeta Joel: Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:16-21).

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stamos viviendo en los últimos días, en un tiempo cuando podemos esperar mucho del Señor. Estas palabras deberían llevarnos al trono de gracia para solicitar grandes cosas de Él. Aquí se da la promesa que sobre los hombres y mujeres y sobre nuestros hijos e hijas el Espíritu Santo ha de venir; y “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:21). Esto trae a la vista una obra maravillosa a ser hecha, para la cual necesitamos el poder transformador de Dios en nuestros corazones cada día. Es nuestro privilegio experimentar esto (Review and Herald, 1 de abril de 1909). Tenemos los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo, que es el espíritu de profecía. Gemas inapreciables han de hallarse en la Palabra de Dios. Los que investigan esa Palabra deben mantener su mente clara (Testimonios para los Ministros, pág. 114).

Desde el principio Desde el principio la iglesia de Dios ha tenido el don de profecía en su medio como una voz viva para aconsejar, amonestar, e instruir. Hemos llegado ahora a los últimos días de la obra del mensaje del tercer ángel, cuando Satanás trabajará con poder creciente porque sabe que su tiempo es corto. 4

Al mismo tiempo vendrán a nosotros a través de los dones del Espíritu Santo, diversidades de operaciones en el derramamiento del Espíritu. Este es el tiempo de la lluvia tardía (Manuscript Releases, tomo 9, pág. 278). Fue poco después de transcurrir la fecha de 1844, cuando me fue dada mi primera visión. Estaba visitando a una amada hermana en Cristo, cuyo corazón estaba unido al mío. Cinco de nosotras estábamos arrodilladas en silencio en el altar de la familia. Mientras estábamos orando, el poder de Dios descendió sobre mí como nunca lo había sentido antes. Me parecía estar rodeada de luz, y estar elevándome siempre más de la tierra [Testimonios para la Iglesia, tomo. 1, pág. 61]. En esa ocasión tuve una visión de lo que sucedería a los creyentes adventistas, la venida de Cristo y la recompensa que habría de ser dada a los fieles (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 615).

Dios todavía habla En los tiempos antiguos Dios habló a los hombres por la boca de los profetas y apóstoles. En estos días les habla por los Testimonios de su Espíritu. Nunca hubo un tiempo en que Dios instruyera a su pueblo más fervientemente de lo que lo instruye ahora acerca de su voluntad y de la conducta que quiere que siga (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 620 [1889]; El Evangelismo, págs. 255, 256). Debemos seguir las direcciones que nos han sido dadas por el espíritu de profecía. Debemos amar la verdad presente y obedecerla. Esto nos preservará de aceptar los graves errores del tiempo presente. Dios se ha dirigido a nosotros por medio de su Palabra; nos ha hablado por medio de los testimonios enviados a la iglesia y por los libros que han contribuido a explicar nuestro deber presente y la posición que debiéramos ocupar actualmente (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 122 (1904); El Evangelismo, pág. 260).

Antes de enviar este testimonio, mi mente fue de tal manera impresionada por el Espíritu Santo, que no tuve descanso de día ni de noche, hasta que les escribí. No fue una tarea que yo misma hubiera escogido para mí… Yo albergaba poca esperanza de que mis palabras fuesen comprendidas; pero al conmoverme el Señor de una manera tan decidida, no fui capaz de resistir a su Espíritu. Sabiendo que os estabais envolviendo en las redes de Satanás, calculé que el peligro era demasiado grande para que yo guardara silencio… Se me dijo que reuniera la luz que me había sido impartida y que dejara que sus rayos brillaran sobre el pueblo de Dios. Es precisamente lo que he estado haciendo a través de los artículos publicados en los periódicos. Me levanté a las tres de la mañana casi todos los días durante meses y recogí todo lo que había escrito después de los últimos dos testimonios que me fueron dados en Battle Creek. Puse por escrito estos asuntos y os los remití de prisa; pero no me cuidé debidamente y el resultado fue que desmayé bajo la carga; me fue imposible terminar los escritos y hacerlos llegar a vosotros con tiempo para la sesión de la Asociación General (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, págs. 59, 60, 64).

No mera opinión–pasado, presente, y futuro revelados Sin embargo, ahora cuando os envío un testimonio de amonestación y reprensión, muchos de vosotros decís que es meramente la opinión de la hna. White. De esta manera habéis insultado al Espíritu de Dios. Vosotros sabéis cómo el Señor se ha manifestado mediante el espíritu de profecía. El pasado, el presente y el futuro han pasado ante mí. Se me han mostrado rostros que yo nunca había visto, y años después los reconocía cuando los veía. He sido despertada de mi sueño con una impresión vívida de LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


asuntos que anteriormente habían sido presentados ante mi mente; y he escrito cartas a medianoche que han viajado a través del continente, llegado en un momento de crisis, y salvado la causa de Dios del desastre. Esta ha sido mi obra por años. Hay un poder que me ha impelido a reprender y a reprochar males que a mí no se me habían ocurrido. Esta obra de los últimos treinta y seis años, ¿es de arriba, o de abajo? (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 27; Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 61). Mi esposo, junto con los pastores José Bates, Esteban Pierce, Hiram Edson, y otros que eran inteligentes, nobles y veraces, estaba entre aquellos que, después que pasó el tiempo en 1844, escudriñaron en procura de la verdad como un tesoro escondido. Solíamos reunirnos, con el alma cargada, orando que fuéramos hechos uno en fe y doctrina; porque sabíamos que Cristo no está dividido. Un tema a la vez era objeto de investigación. Las Escrituras se abrían con reverente temor. A menudo ayunábamos, a fin de estar mejor preparados para entender la verdad. Después de fervientes plegarias, si algún punto no se entendía, era objeto de discusión, y cada uno expresaba su opinión con libertad; entonces solíamos arrodillarnos de nuevo en oración, y ascendían fervientes súplicas al cielo para que Dios nos ayudara a estar completamente de acuerdo, para que pudiéramos ser uno como Cristo y el Padre son uno. Muchas lágrimas eran derramadas. Pasamos muchas horas de esta manera. A veces pasábamos la noche entera en solemne investigación de las Escrituras, a fin de poder entender la verdad para nuestro tiempo. En tales ocasiones el Espíritu de Dios solía venir sobre mí, y las porciones difíciles eran aclaradas por el medio señalado por Dios, y entonces había perfecta armonía. Éramos todos de una misma mente y de un mismo espíritu (Testimonios para los Ministros, págs. 24, 25).

Guiando a y confirmando la verdad bíblica La Palabra de Dios basta para iluminar la mente más oscurecida, y puede ser entendida por los que tienen deseos de comprenderla. No obstante todo eso, algunos que profesan estudiar la Palabra de Dios se encuentran en oposición directa a sus más claras 2015

enseñanzas. Entonces, para dejar a hombres y mujeres sin excusa, Dios da testimonios claros y señalados, a fin de hacerlos volver a la Palabra que no han seguido… La Palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de hábitos correctos de vida, y los testimonios, generales y personales, han sido calculados para atraer su atención más especialmente a esos principios (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 622 [1889]; El Evangelismo, págs. 256, 257). Mediante su Espíritu Santo, la voz de Dios nos ha venido continuamente en forma de amonestación e instrucción, para confirmar la fe de los creyentes en el espíritu de profecía. El mensaje ha venido repetidas veces: Escribe las cosas que te he dado para confirmar la fe de mi pueblo en la posición que ha tomado. El tiempo y las pruebas no han anulado la instrucción dada, sino que han establecido la verdad del testimonio dado mediante los años de sufrimiento y abnegación. La instrucción que fue dada en los primeros días del mensaje ha de ser retenida como instrucción segura de seguir en estos días finales (Review and Herald, 18 de Julio de 1907; Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 46).

Aclarando nuestra posición, necesidad y peligro actuales Dios nos ha hablado por su Palabra, por los testimonios enviados a la iglesia y por los libros que han contribuido a explicar nuestro deber presente y la posición que debiéramos ocupar actualmente. Debemos prestar atención a las advertencias que nos han sido dadas línea tras línea, precepto tras precepto; si las descuidamos, ¿de qué excusa nos valdremos? (Testimonios para la Iglesia, tomo 8, pág. 312). El Señor ha visto propio darme una visión de las necesidades y los errores de su pueblo. Por doloroso que me haya sido, he presentado fielmente a los ofensores sus faltas y los medios de remediarlas... Así ha pronunciado el Espíritu de Dios amonestaciones y juicios, aunque sin retener la dulce promesa de misericordia... (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 621). La Palabra de Dios es suficiente para iluminar la mente más oscurecida y puede ser comprendida por los que así deseen hacerlo. Pero a pesar de todo esto, algunos que profesan estudiar la Palabra de Dios se mues-

tran en oposición directa con sus más claras enseñanzas. Luego, para dejar a los hombres y mujeres sin excusas, Dios da testimonios claros y agudos, atrayéndolos a la Palabra de la que descuidadamente se han apartado (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, pág. 404 [1870]). La palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de hábitos de vida correctos; los testimonios, tanto generales como personales, se han calculado para llamar aún más específicamente su atención sobre esos principios… Así se nos han revelado las trampas y los designios de Satanás, la importancia que tiene el perfeccionar un carácter cristiano, y los medios por los cuales se puede obtener este resultado. Dios indica así lo que es necesario para obtener su bendición. Muchos propenden a manifestar sentimientos de rebeldía cuando se reprenden sus pecados particulares. El espíritu de esta generación dice: “Decidnos cosas halagüeñas.” Pero el espíritu de profecía dice solamente la verdad. (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, págs. 318, 17).

Ningún substituto para la Palabra santa Los testimonios de la hna. White no deben ser presentados en primera línea. La Palabra de Dios es la norma infalible. Los testimonios no han de ocupar el lugar de la Palabra. Debe ejercerse gran cuidado por parte de todos los creyentes, para presentar cuidadosamente estas cuestiones, y siempre conviene detenerse cuando se ha dicho suficiente. Prueben todos su posición por medio de las Escrituras, y prueben por la Palabra revelada de Dios todo punto que sostienen como verdad (Carta 12, 1890). Cuanto más miremos las promesas de la Palabra de Dios, más brillantes aparecen. Cuanto más las practiquemos, tanto más profunda será nuestra comprensión de ellas. Nuestra posición y fe se basan en la Biblia. Y nunca queremos que un alma presente los testimonios antes que la Biblia (Manuscrito 7, 1894; El Evangelismo, pág. 190). El Señor quiere amonestaros, reprenderos, aconsejaros, por medio de los testimonios dados, y grabar en vuestra mente la importancia de la verdad de su Palabra. Los testimonios 5


escritos no son dados para proporcionar nueva luz, sino para impresionar vívidamente en el corazón las verdades de la inspiración ya reveladas. El deber del hombre hacia Dios y sus semejantes ha sido especificado distintamente en la Palabra de Dios. Sin embargo, son pocos entre vosotros los que obedecen a la luz dada. No son sacadas a relucir verdades adicionales; sino que Dios ha simplificado por medio de los Testimonios las grandes verdades ya dadas, y en la forma de su elección, las ha presentado a la gente, para despertar e impresionar su mente con ellas, a fin de que todos queden sin excusa (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 624).

Ninguna opinión personal sino para beneficio espiritual Cuando fui a Colorado, estaba tan agobiada a causa de vosotros que, en mi debilidad, escribí muchas páginas para que se leyeran en vuestro congreso. Débil y temblorosa, me levanté a las tres de la mañana para escribiros. Dios hablaba mediante la arcilla. Podríais decir que esta comunicación era sólo una carta. Sí, era una carta, pero inspirada por el Espíritu de Dios para presentaros cosas que me habían sido mostradas. En estas cartas que escribo, en el testimonio dado, os presento lo que el Señor me ha presentado. No escribo un solo artículo en la revista que exprese meramente mis propias ideas. Son lo que Dios ha desplegado ante mí en visión: los preciosos rayos de luz que brillan del trono... (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 31). Júzguense los Testimonios por sus frutos. ¿Cuál es el espíritu de su enseñanza? ¿Cuál ha sido el resultado de su influencia? “Todos los que desean hacerlo, pueden familiarizarse con los frutos de estas visiones”… O está Dios enseñando a su iglesia, reprendiendo sus errores, fortaleciendo su fe, o no lo está haciendo. La obra es de Dios, o no lo es. Dios no hace nada en sociedad con Satanás. Mi obra... lleva la estampa de Dios, o la del enemigo. No hay medias conclusiones en el asunto. Los Testimonios son del Espíritu de Dios, o del diablo (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 629 [1889]; El Evangelismo, pág. 192). Dios me ha mostrado muchas cosas sobre la obra de Satanás en Texas y la conducta anticristiana de algunos 6

que se han mudado desde Míchigan. Se me mostró que los hermanos B no han aceptado de corazón el testimonio que se les dio. Confían más en ellos mismos que en el espíritu de profecía (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 325).

Para ser usado cuidadosamente Algunos que no quieren recibir la luz, sino que prefieren ir por caminos de su propia elección, escudriñan los testimonios para encontrar algo que fomente el espíritu de incredulidad y desobediencia. Así se introduce un espíritu de desunión, pues el espíritu que los guía a criticar los testimonios también los inducirá a observar a los hermanos para hallar en ellos algo que condenar (Manuscrito 73, 1908) (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 54).

Resistamos y venzamos toda inclinación y obedezcamos la voz de la conciencia. El último engaño de Satanás consistirá en convertir el testimonio del Espíritu de Dios en algo ineficaz. “Sin profecía el pueblo se desenfrena” (Proverbios 29:18). Satanás trabajará ingeniosamente, con métodos distintos e instrumentos diferentes, para desarraigar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero. Introducirá visiones engañosas para descarriar, mezclará lo falso con lo verdadero, y con esto fastidiará de tal modo a la gente que ésta tildará de fanático todo aquello que tenga que ver con las visiones; pero las almas sinceras, al establecer un contraste entre lo falso y lo verdadero, estarán capacitadas para distinguir entre estos términos... (Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 89). El apóstol amonestó a los tesalonicenses a no despreciar el don de profecía, y con las palabras: “No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno,” les ordenó que distinguieran cuidadosamente entre lo falso y lo verdadero (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 214).

Importancia e influencia A medida que se acerca el fin, y la obra de dar la última amonestación

al mundo se extiende, resulta más importante para los que aceptan la verdad presente tener una clara comprensión de la naturaleza e influencia de los Testimonios, que en su providencia Dios vinculó con la obra del mensaje del tercer ángel desde su mismo nacimiento… El Señor requiere que obedezcamos la voz del deber cuando otras voces a nuestro alrededor nos instan a seguir un curso opuesto. Esto requiere de nosotros que pongamos seria atención para poder distinguir cuál sea la voz que proviene de Dios. Es preciso que resistamos y venzamos toda inclinación y obedezcamos la voz de la conciencia sin discusión ni transigencia para evitar que cesen sus insinuaciones y que dominen en su lugar la voluntad y deseos propios. La palabra del Señor llega a todos nosotros que no hemos resistido a su Espíritu rehusando escuchar y obedecer. Esta voz puede escucharse mediante las amonestaciones, los consejos y reprensiones. Estas constituyen el mensaje de luz para su pueblo. Si esperamos hasta recibir llamados más fuertes y mejores oportunidades, puede ser que la luz sea retirada y que nos quedemos en oscuridad (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, págs. 615, 65). Dios me autorizó a deciros que no brillará en vuestra senda ningún otro rayo de luz por medio de los Testimonios hasta que llevéis a la práctica la luz que ya ha sido dada. El Señor os ha cercado con su luz, pero no habéis apreciado la luz, la habéis pisoteado. Mientras que algunos han despreciado la luz, otros la han descuidado, o la han seguido con indiferencia. Unos pocos se han propuesto obedecer la luz que Dios se ha complacido en darles (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, pág. 536). El Señor ha enviado a su pueblo mucha instrucción, línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá. Poco caso se hace de la Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los hombres y las mujeres a la luz mayor. ¡Oh, cuánto bien podría haberse realizado si los libros que contienen esta luz hubiesen sido leídos con una determinación de practicar los principios que contienen! Habría una vigilancia, una abnegación y un esfuerzo resuelto mil veces mayores. Y muchos más se regocijarían ahora en la luz de la verdad presente (El Colportor Evangélico, pág. 129). n LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


Lectura 2 – Sábado, 5 de diciembre de 2015

El Don y el Espíritu de Servicio Por Alfred Ngwenya, Zimbabue/Swazilandia

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ios no escoge, para que sean sus representantes entre los hombres, a ángeles que nunca cayeron, sino a seres humanos, a hombres de pasiones semejantes a las de aquellos a quienes tratan de salvar. Cristo se humanó a fin de poder alcanzar a la humanidad. Se necesitaba un Salvador a la vez divino y humano para traer salvación al mundo. Y a los hombres y mujeres ha sido confiado el sagrado cometido de dar a conocer ‘las inescrutables riquezas de Cristo’ ” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 109). El don del servicio podemos entender que es “el espíritu del servicio,” o “el don de dar.” Desde el principio de la historia humana, podemos ver que el hombre fue creado para vivir una vida de actividad–de servicio. No fue creado sólo para sentarse y pensar en sí mismo sino enfocarse siempre en lo que debería hacer para ser una mano ayudadora para Dios y así glorificarle. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15). Una vida de servicio tal, lo haría saludable y feliz y sería un escudo para la tentación. Considerad cómo una vida así protege al ser humano del egoísmo y la ociosidad. Se esperaba que Adán tuviese dominio incluso sobre la naturaleza no viviente, y dio nombre a los animales. Se comunicaba con ellos y los cuidaba. Por lo tanto, “Cada uno debería considerar la solemne pregunta, ¿Qué es mi vida para Dios y mis prójimos? Nadie vive para sí. Ninguna vida es neutral en sus resultados…” (La Fe por la Cual Vivo, pág. 32). Dios mismo amó tanto al mundo que Dios a su Hijo unigénito. Hoy gozamos de la bendición de la salvación y de la gracia salvadora de Dios a través de su servicio. ¿No dio Cristo su vida por lo hijos de Adán? Agonizó en el jardín de Getsemaní y aceptó la muerte en la cruz porque deseaba ofrecer al hombre un servicio aprobado–salvación. Leemos en Hebreos 2015

12:2, 3: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). Esto es lo que Jesús dijo a los doce cuando los envió a servir; y después de cumplir con las tareas, expresaron mucho gozo por haber realizado lo que se esperaba. Hoy, muchas personas desean recibir pago o alabanza a cambio de su servicio, pero esto no es verdadero servicio, pues proviene de un corazón libre. “De gracia recibisteis, dad de gracia.” Y Pablo en el espíritu dice: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). “Cada alma está bajo la obligación de vivir una vida cristiana. Nuestra personalidad, nuestros talentos, nuestro tiempo, nuestra influencia, nuestras capacidades, todo lo hemos recibido de Dios y le debe ser devuelto en servicio voluntario. El blanco y objeto de la vida no consisten en asegurarnos ventajas materiales transitorias sino asegurarnos las ventajas eternas. Dios reclama vuestra alma, vuestro cuerpo, vuestras capacidades porque os ha comprado con su propia sangre preciosa y le pertenecéis. Es robo negaros a Dios.... La pregunta importante es: ¿Está nuestra vida entretejida con la de Jesús?” (La Fe por la Cual Vivo, pág. 32). Todos los talentos que poseemos son dados para el servicio del Señor y nuestros prójimos. Nuestros talentos no pueden ser del mismo tipo que el resto pero todos tenemos talentos. Hoy existen personas ricas en el mundo, algunas de ellas son dotadas

en el canto, en dirigir multitudes, o en hablar elocuentemente, y reciben aplauso de las personas. Pero esto no es lo que Dios tuvo en mente cuando impartió los talentos. “En la vida del verdadero cristiano no hay nada del yo: el yo está muerto. No había egoísmo en la vida que Cristo vivió en esta tierra. Llevando nuestra naturaleza, vivió una vida plenamente entregada al bien de los demás” (En los Lugares Celestiales, pág. 59). Debido al egocentrismo este mundo está andando a tientas en la oscuridad y está muriendo por la falta de conocimiento acerca de la verdad, el Dios viviente, el Creador del cielo y de la tierra. Vemos personas todos los días que no tienen alimento o ropa. Otros están enfermos y con dolor por diferentes enfermedades y han perdido toda esperanza de recuperarse de sus dificultades. Y los crímenes son cometidos todos los días en cada ciudad, pueblo, y aldea. Debido a esta oscuridad, Dios recluta hombres y mujeres de servicio.

Predicación Al ver al mundo en oscuridad y muriendo, Jesús envió a su discípulos con la comisión, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19, 20). Esta comisión fue en sí misma un don de servicio que Él dio a sus discípulos y también a nosotros. Cada uno tiene este don para servir a su prójimo y a todo el mundo con la luz de la salvación. “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). Con el Espíritu Santo, Él sopló en ellos el espíritu del servicio. Los envió a compartir las buenas nuevas con las personas que se encontraban en oscuridad. 7


Es el deber de todos los que han recibido el evangelio realizar un fiel servicio iluminando a otros. Nadie tiene necesidad de ser temeroso o avergonzarse del evangelio de Cristo, porque tiene el poder de salvar tanto a la persona que sirve como al servido. Mientras que haya personas que no conocen la salvación a través de Jesucristo, hay muchas oportunidades para entrar a su servicio. “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52:7). Dios sabe muy bien cómo las personas sufren bajo la mano satánica de la opresión. El diablo los ha cegado para que no puedan ver el camino hacia la salvación, pero Dios proveyó el servicio de su pueblo para ayudarlos a encontrar el camino para salir de la prisión de la oscuridad. “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isaías 42:6, 7). Este es un llamado al servicio. ¿No atenderéis el llamado? ¿Por cuánto tiempo han de permanecer estas almas en esta prisión de oscuridad? ¿No sois el recipiente de la gracia de Dios? A vosotros, a mí, y a todo su pueblo Él dice, así como dijo a Saulo de Tarso: “Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:16-18). Dios os ha elegido para predicar la palabra, porque esta palabra testifica de Cristo, a quien habéis oído, conocido, y aceptado. Dios espera que nosotros prediquemos el evangelio fielmente, reuniéndonos con las personas donde están. No deberíamos esperar que ellos vengan a nosotros para poder compartir esta palabra de luz. El verdadero servicio cristiano es levantarse e ir a buscar a aquellos a quienes podéis dar este evangelio que salva. 8

Los resultados de un servicio tal serán maravillosos. “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hechos 6:7). En este servicio de predicación, no debería haber temor de desilusión o fracaso, pues la promesa es: “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Salmos 126:5, 6). Cuando este servicio haya sido completamente terminado, aquellos que están fielmente comprometidos en Él ahora oirán las grandiosas palabras: “…Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23).

Servicio por los enfermos “Estuve enfermo, y me visitasteis” “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo Éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él” (Mateo 25:36; Hechos 10:38). “Leed las Escrituras con cuidado, y hallaréis que Cristo utilizó la mayor parte de su ministerio para restaurar la salud del doliente y el afligido. Así devolvió a Satanás la deshonra del mal que el enemigo de todo bien había originado. Satanás es el destructor; Cristo es el Restaurador. Y en nuestra tarea como colaboradores con Cristo, tendremos éxito si obramos siguiendo directivas prácticas. Ministros, no circunscribáis vuestra labor a dar instrucción bíblica. Haced obra práctica. Tratad de restaurar el enfermo a la salud. Este es el ministerio verdadero. Recordad que la restauración del cuerpo prepara el camino para la restauración del alma” (Manuscrito 55, 1901) (El Ministerio Médico, pág. 317). Cada día, enfermos, almas sufrientes necesitan nuestra ayuda; los vemos a izquierda y derecha. En nuestros lugares de trabajo, en nuestras vecindades, en los hospitales, y donde sea que las personas viven, hay sufrimiento. Jesús dijo que en el fin del tiempo habría “hambres, y pestes” (Mateo 24:7). Las personas sienten su necesidad de ayuda mayormente cuando están bajo el poder de la enfermedad. Entonces, están listos para aceptar nuestras oraciones e himnos. Entonces pueden reconocer la mano ayudadora y el amor

compasivo de Dios. Haced lo que podáis para ayudar a aquellos que están dolientes, recordando cómo Cristo estuvo un tiempo listo para entrar a la casa del enfermo y de los que lloran. Antes de enviar a sus discípulos a predicar el evangelio, ¿qué hizo? “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia” (Mateo 10:1). Esto demuestra cuán cerca está Cristo de los enfermos, y Él confió a todos sus seguidores este servicio importante.

El servicio del pastor “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas” (Juan 21:15, 16). Un pastor protege, cuida, y alimenta a la oveja. Cristo se llama a sí mismo el “buen Pastor” porque depone su vida por su oveja. Cristo mismo siempre estuvo con sus discípulos, y no sólo ellos sino también las multitudes eran bendecidas por su presencia. Las personas venían en busca de Él al amanecer, porque se sentían protegidos y en paz en su presencia. “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a Él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba…” “Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos” (Mateo 5:1, 2; Lucas 9:16, 17). Esto es lo que llamamos servicio cristiano–cuidar a nuestros hermanos, alimentarlos espiritualmente y físicamente. Esta es la razón, por la cual Jesús dijo amad al prójimo como a vosotros mismos. Es la responsabilidad de los pastores, ancianos de iglesia, y oficiales de la iglesia, así como también de los miembros, cuidar el rebaño de Dios. Cuando aquellos que son espiritualmente débiles no son atendidos apropiadamente en la iglesia, ésta decae rápidamente. En otros casos, la pobreza ocasiona que algunos caigan en tentación y abandonen la iglesia. LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


Pero es el trabajo del ministro y de cada hermano y hermana vigilar las almas a quienes Cristo ha comprado con su propia sangre. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” (Hechos 20:28, 29; 1 Pedro 5:2). La grey de Dios necesita ser apacentada constantemente por su palabra. Ahora es el tiempo de hacerlo, porque está llegando un tiempo cuando será muy difícil enseñar la verdad. La grey de Dios necesita estar firmemente establecida en la verdad presente. Desafortunadamente, a menudo sólo se enseñan sermones agradables y muchas personas dejan de escuchar la verdad real, temiendo que sus pecados serán señalados. Pero cada uno necesita fundar su vida y experiencia en un “así dice el Señor,” “a la ley y al testimonio.” Y aquellos que cuidan fielmente el rebaño de Dios un día oirán la bendición pronunciada sobre ellos, “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34), mientras que al mismo tiempo aquellos que no realizaron el servicio fiel oirán a Dios pronunciar un juicio irrevocable echándolos a la oscuridad. “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). Aún hoy, como en tiempos antiguos, las personas se excusan. “Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado. Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto; él dirá: No sé leer” (Isaías 29:11, 12). Después de recibir la comisión del evangelio, el apóstol Pablo no se sentía en paz si no predicaba y alimentaba al rebaño de Dios con la palabra: “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16). Él sabía que todos serían llamados a dar cuenta en el día del juicio 2015

por las almas que fueron designadas a ellos por protección. Si fracasamos como centinelas de Dios sobre las murallas de Sión, una terrible negligencia será cargada en nuestra cuenta. Hagamos un servicio fiel como pastores subalternos.

Servicio para los pobres “Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” (Deuteronomio 15:11). Cada persona–rica o pobre–es muy preciosa para Dios. Él no subestima a nadie que vive en la pobreza. “Porque Él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no tuviere quien le socorra. Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, y salvará la vida de los pobres” (Salmos 72:12, 13). Cuando Cristo empezó su ministerio, inicio con los pobres; en realidad, Él dice que fue ungido “para predicar el evangelio a los pobres.” Cuando surja una oportunidad, necesitamos hacer todo lo que podamos por los pobres y débiles para recibir el gozo de los ricos. “Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, y le dará vida; será bienaventurado en la tierra, y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad” (Salmos 41:1-3). La bondad mostrada a los pobres, débiles, sufrientes es como tener pan para el futuro, pues “los misericordiosos” “alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). Dios les devolverá. Dios no olvida nuestro trabajo y labor de amor si hacemos todo como si fuese para Jesús, en su nombre. No podemos permitirnos cerrar nuestros ojos y oídos como si estuviésemos ciegos y sordos a los lamentos del pobre, pensando que no seremos vistos por Dios. En este mundo y en la iglesia, hay personas que son oprimidas–las viudas y los huérfanos. Nuestros ojos, oídos, y simpatías deberían ser atraídos a tales personas. Nuestra luz debería brillar para que estos sufrientes puedan ver y glorificar a Dios. “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27). Los miembros y líderes de la iglesia tienen gran verdad y conocimien-

to sobre los eventos actuales que nos rodean. Incluso ayudamos a menudo, pidiendo el favor de Dios. Pero el Señor en su misericordia plantea una pregunta: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desa­tar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” (Isaías 58:6). Esto abrirá los oídos de Dios para escuchar nuestras oraciones, y nos guiará a las sendas de justicia. Deberíamos ser como un padre para los pobres y huérfanos, incluso buscando los casos que no conocemos. Hay un joven en la Biblia que fue llamado para ser un discípulo de Jesús a condición de que vendiese todo lo que tenía y diera a los pobres e indigentes (Mateo 19:21). Esto demuestra que Cristo se identifica con los pobres y nos tendrá por responsables si no les servimos. “Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber.” “Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mateo 25:42, 45). Nosotros somos guardianes de nuestro hermano.

Servicio a los prisioneros “Estuve en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:36). Hay muchas personas en el mundo que están afligidos y encadenados debido a los crímenes que han cometido, y la ley no ha sido misericordiosa con ellos. El Dios del cielo contempla, ve y oye el gemido de estas almas. En compasión, envió a su único Hijo para darles alivio. Jesús dijo que su misión era “abrir los ojos de los ciegos, sacar de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isaías 42:7). Antes de que Cristo venga a nuestras vidas, todos somos prisioneros del diablo. Cristo predicó el evangelio de liberación a los cautivos y a aquellos que estaban encadenados. No sería posible que alabaramos a Dios si Jesús no hubiese venido y hubiese libertado a aquellos que estaban en prisión por el príncipe de este mundo “que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel” (Isaías 14:17). 9


Muchas personas están encerradas en las prisiones de este mundo. No todos han sido juzgados rectamente. Algunos fueron condenados falsamente, como nuestro Señor, así que no hay excusa para negarnos a visitar a los prisioneros o a preguntar por qué quebrantaron la ley. En este mundo, hay poca justicia. No sabemos por qué tantas personas están en la cárcel. Recordemos a Pedro, Pablo, Juan, y otros que estuvieron en prisión, aunque no habían hecho nada malo a la vista de Dios. Pero incluso si las personas estuviesen en prisión por una causa real, visitémoslos y ganémoslos para la esperanza imperecedera de la vida eterna. Recordad al ladrón en la cruz. Cristo le fue revelado y le prometió vida eterna, aun cuando no fue liberado de la cruz. Murió aquel día, pero con esperanza eterna. Del mismo modo, visitar a los prisioneros no significa que hemos de pelear para liberarlos de la cárcel, sino más bien que puedan ser liberados de la prisión del pecado aun mientras permanecen en la cárcel, con la esperanza de la vida y la liberación eterna. En realidad, hay personas a quienes Dios permitió que fuesen puestos en prisión para poder recibir la corona de la vida. La promesa de Dios es, “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10). Por lo tanto, “Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo” (Hebreos 13:3).

Apoyo del ministerio “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3:9). Dios nos está llamando a unirnos a Él en el servicio del ministerio apoyando a aquellos que han dejado sus familias, hogares, y países para predicar el evangelio. ¿Cómo les servimos? Dios instruye a todos a dar sus diezmos y ofrendas con el fin de que aquellos que predican el evangelio puedan vivir– ellos y sus familias. El Señor, que es dueño de este mundo y de todo lo que hay (oro y plata) ha dado al hombre talentos, sabiduría y la habilidad de ob10

tener la riqueza. Recordemos cuán fiel fue Abraham, dando diezmos y ofrendas al Rey de Salem (Melquisedec). Del mismo modo, Jacob comprendió su obligación con el ministerio y prometió a Dios que pagaría los diezmos y ofrendas para apoyar el servicio sagrado, si Dios le reservaba su vida y lo retornaba a su tierra natal. Este servicio de diezmos y ofrendas es tan antiguo como la historia humana. La promesa conectada a la fidelidad en dicho servicio declara: “Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:10).

Hospitalidad “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” (Romanos 12:10-13). Muchas personas dicen a amigos y extraños, “Dios te bendiga,” en lugar de compartir sus bendiciones con aquellos que son necesitados. Dichas bendiciones verbales no tienen valor si alguien está en necesidad y no suplimos esas necesidades. Como hijos del Altísimo que hemos nacido nuevamente, hemos de amarnos los unos a los otros y hemos de hacer el bien a nuestros compañeros de peregrinaje– aquellos que son domésticos de la fe. Cuando mostramos hospitalidad y damos la bienvenida a los necesitados en nuestros hogares, podemos estar dando la bienvenida a seres celestiales a nuestras moradas. Dios puede suplirnos abundantemente. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis” (Mateo 25:35).

Siguiendo las huellas divinas “Muchos piensan que sería un gran privilegio visitar el escenario de la vida de Cristo en la tierra, andar donde Él anduvo, mirar el lago en cuya orilla se deleitaba en enseñar y las colinas y valles en los cuales sus ojos con tanta frecuencia reposaron. Pero no necesitamos ir a Nazaret, Capernaúm y Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones huma-

nos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la tierra, andaremos en sus pisadas… “Jesús obraba para aliviar todo caso de sufrimiento que viese. Tenía poco dinero que dar, pero con frecuencia se privaba de alimento a fin de aliviar a aquellos que parecían más necesitados que Él. Sus hermanos sentían que la influencia de Él contrarrestaba fuertemente la suya. Poseía un tacto que ninguno de ellos tenía ni deseaba tener. Cuando ellos hablaban duramente a los pobres seres degradados, Jesús buscaba a estas mismas personas y les dirigía palabras de aliento. Daba un vaso de agua fría a los menesterosos y ponía quedamente su propia comida en sus manos. Y mientras aliviaba sus sufrimientos, asociaba con sus actos de misericordia las verdades que enseñaba, y así quedaban grabadas en la memoria” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 595, 66).

La recompensa del servicio “No es una cosa vana servir a Dios. Hay una recompensa inestimable para los que dedican la vida a su servicio” (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 107). “…Todo sacrificio hecho en su ministerio será recompensado conforme a ‘las abundantes riquezas de su gracia’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 214). “Nuestra recompensa por trabajar con Cristo en este mundo es el mayor poder y el más amplio privilegio de trabajar con Él en el mundo venidero” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 295). Queridos hermanos y hermanas, consideremos un privilegio estar comprometidos en el servicio a Dios y nuestro prójimo. No desmayemos, mas soportemos las dificultades que podamos encontrar mientras realizamos este maravilloso servicio. Cuando hayamos hecho la voluntad de Dios, cuando hayamos aliviado a muchos que podrían haber quedado sin esperanza para siempre, cuando hayamos ayudado a otros a escapar de la oscuridad total que cubre al mundo, y luego hayamos encontrado en la eternidad a aquellos que fueron rescatados a través de nuestro servicio en diversas líneas, nuestro gozo será indecible. ¡Qué don nos dio el Señor en el espíritu del servicio! Amén. n LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


Lectura 3 – Domingo, 6 de diciembre de 2015

Aptos para Enseñar Por Larry Watts, EE.UU.

A

l final de su ministerio, cuando Jesús se acercaba a Jerusalén por última vez, muchos estaban esperando que el reino celestial prometido y tan añorado fuese finalmente establecido. Él tuvo que corregir la hipótesis “que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo” (Lucas 19:11-13). En los escritos del apóstol Pablo, se expresa que “a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.” “Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes,…” (Efesios 4:7, 8, 11-14). El hombre noble que da dones es Jesús, y los siervos que esperan su regreso son aquellos que viven hasta el fin del tiempo, cuando la boda y el establecimiento del reino de gloria sucedan. Oramos para que nosotros seamos aquellos siervos. Sí, estamos seguros de esto y confiamos en que la aplicación es correcta. Pero ¿qué representan las “minas”? Son emblemas de los dones dados para la edificación del cuerpo de Cristo, para “fortalecerla” hasta que Él vuelva. Estos dones suman un total de diez si los tres textos que los mencionan son tomados en conjunto, mientras que en las cartas del apóstol Pablo (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:7-11; Efesios 4:11-13) no se da un número específico. 2015

El don Teniendo esta confianza y aplicando los versículos del apóstol Pablo, ¿podemos saber también qué don es nuestro? Ciertamente nadie tiene todos los dones, y con la misma certeza se puede decir que nadie tiene ninguno, pues el hombre llamó a sus diez siervos y les dio a cada uno de ellos diez minas–diez siendo un símbolo numérico de perfección y plenitud ordinal. Por lo tanto, cada uno de nosotros no sólo puede sino que debe saber cuál es su don, pues será llamado a dar cuenta cuando el Señor de gloria regrese.

Dios promete que aquellos que sinceramente vengan a Cristo recibirán el don del Espíritu, incluyendo al menos un don principal. El apóstol Pedro hablando de esto declaró que todos aquellos que “se arrepienten” y son “bautizados” “en el nombre de Jesucristo por la remisión de pecados” “recibirán el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). De este modo, Dios promete que aquellos que sinceramente vengan a Cristo recibirán el don del Espíritu, incluyendo al menos un don principal para ser usado en el avance de la causa de Cristo. ¿Cuánto tiempo toma a un hijo de Dios comprometido reconocer su don? ¡Dios sabe! Las primeras palabras de Jesús registradas en el Nuevo Testamento, habladas a su madre y a José cuando le encontraron conversando con rabinos en el templo, nos dan un indicio: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49). ¿Qué demostró su respuesta? Su primer y principal interés era cuidar de los negocios de su Padre– su misión. Cuando este sea también nuestro negocio principal, sabremos a su debido tiempo qué don nos ha sido confiado, y es muy posible que otros

lo vean antes que nosotros. De sus labios oiremos, por ejemplo, “¡Eres un maestro!” Una de las tareas principales de un maestro es ayudar a sus alumnos a reconocer sus propios dones especiales y desafiarlos a desarrollarlos y usarlos para la gloria de Dios, y así cumplir el propósito de su existencia. Incluso además de nuestro(s) don(es) individual(es) está el don más grande que Dios nos ha concedido como pueblo–nuestros hijos. Cuando el pueblo de Dios se conforma de maestros fieles comprometidos, éstos juegan un papel importante en esta fidelidad. ¡De hecho, en la Escritura, la infidelidad es definida como una falta de compromiso adecuado para instruir a los jóvenes en los deberes religiosos! Concerniente a la época difícil de la historia de Israel, se escribió: “Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara y sin ley” (2 Crónicas 15:3).

Las escuelas de los profetas En el tiempo de Samuel, las escuelas eran establecidas para la instrucción de los jóvenes. “Si un joven deseaba escudriñar más profundamente las verdades de la Palabra de Dios, y buscar sabiduría de lo alto, a fin de llegar a ser maestro en Israel, las puertas de estas escuelas estaban… para servir de barrera contra la corrupción generalizada, para cuidar del bienestar moral y espiritual de la juventud, y para fomentar la prosperidad futura de la nación supliéndole hombres capacitados para obrar en el temor de Dios como jefes y consejeros” (Historia de los Patriarcas y Profetas, pág. 582). “Desde los tiempos más remotos, los fieles de Israel habían prestado mucha atención a la educación de la juventud... “En los días de Cristo, el pueblo o ciudad que no hacía provisión para la instrucción religiosa de los jóvenes, se consideraba bajo la maldición 11


de Dios… Pero los maestros judíos dedicaban su atención a asuntos inútiles para el estudiante, que no podían ser reconocidos en la escuela superior del cielo. La experiencia que se obtiene por una aceptación personal de la Palabra de Dios, no tenía cabida en su sistema educativo… Los grandes hechos esenciales del servicio de Dios eran descuidados. Los principios de la ley eran obscurecidos. Lo que se consideraba como educación superior, era el mayor obstáculo para el desarrollo verdadero. Bajo la preparación que daban los rabinos, las facultades de la juventud eran reprimidas. Su intelecto se paralizaba y estrechaba. “El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fue su primera maestra humana” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 49, 50). Con respecto a Juan el Bautista, leemos que “En el orden natural de las cosas, el hijo de Zacarías habría sido educado para el sacerdocio. Pero la educación de las escuelas rabínicas le habría arruinado para su obra. Dios no le envió a los maestros de teología para que aprendiese a interpretar las Escrituras. Le llamó al desierto, para que aprendiese de la naturaleza, y del Dios de la naturaleza” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 76).

La iglesia perseguida Aunque la iglesia de Cristo desde su inicio ha sido buscada y perseguida, siempre ha valorado en un nivel muy alto la educación de sus hijos, no importando cuáles fueran las circunstancias. “Pura, sencilla y ferviente fue la piedad de estos discípulos de Cristo. Apreciaban los principios de verdad más que las casas, las tierras, los amigos y parientes, más que la vida misma. Trataban ansiosamente de inculcar estos principios en los corazones de los jóvenes. Desde su más tierna edad, estos recibían instrucción en las Sagradas Escrituras y se les enseñaba a considerar sagrados los requerimientos de la ley de Dios. Los ejemplares de la Biblia eran raros; por eso se aprendían de memoria sus preciosas palabras… “Como padres tiernos y afectuosos, amaban a sus hijos con demasiada inteligencia para acostumbrarlos a la complacencia de los apetitos. Les 12

esperaba una vida de pruebas y privaciones y tal vez el martirio. Desde niños se les acostumbraba a sufrir penurias, a ser sumisos y, sin embargo, capaces de pensar y obrar por sí mismos… “Los valdenses habían sacrificado su prosperidad mundana por causa de la verdad y trabajaban con incansable paciencia para conseguirse el pan. La economía y la abnegación más rigurosa formaban parte de la educación que recibían los niños como único legado. Se les enseñaba que Dios había determinado que la vida fuese una disciplina y que sus necesidades solo podían ser satisfe-

“Se les enseñadaba que todas sus facultades pertenecín a Dios y que todas debían ser aprovechadas y desarrolladas para serveirle.” chas mediante el trabajo personal, la previsión, el cuidado y la fe. Este procedimiento era laborioso y fatigoso, pero saludable. Es precisamente lo que necesita el hombre en su condición caída, la escuela que Dios le proveyó para su educación y desarrollo. Mientras que se acostumbraba a los jóvenes al trabajo y a las privaciones, no se descuidaba la cultura de su inteligencia. Se les enseñaba que todas sus facultades pertenecían a Dios y que todas debían ser aprovechadas y desarrolladas para servirle” (El Conflicto de los Siglos, págs. 64, 65).

Un énfasis sobre la educación cristiana La Reforma del siglo dieciséis trajo cambios de gran alcance a la educación. Antes de la Reforma Protestante, la educación estaba generalmente orientada a la preparación del clero. Sin embargo, la educación rigurosa de los creyentes por naturaleza seguía el énfasis de la Reforma sobre las doctrinas tales como el sacerdocio de todos los creyentes, la justificación por la fe, y la responsabilidad de cada persona de conocer las Escrituras por sí misma. Todo cristiano se sentía animado a leer, saber, memorizar, aprender, comprender, y aplicar la palabra en cada área de su vida para que Dios sea verdaderamente honrado en la sociedad. Martín Lutero (1483-1546) enfatizó la necesidad de la educación bíblica

reformada; y mucho de lo que él decía es todavía actual y pertinente hoy en día. De igual modo, Juan Calvino (1509-1564) invirtió gran esfuerzo en el establecimiento de las escuelas cristianas. Y Carlos Wesley (1707-1788), fundador de la Iglesia Metodista, por más de cincuenta años colocó gran énfasis en el desarrollo de empresas educacionales. En los Estados Unidos, las universidades que fueron originalmente establecidas principalmente para capacitar hombres para el ministerio, algunas hoy son consideradas las mejores en el mundo. Harvard fue fundada en 1636 para satisfacer la necesidad de clero para la “iglesia en el desierto.” En 1701, los ministros congregacionalistas que estaban descontentos con el creciente liberalismo en Harvard fundaron la Universidad de Yale, originalmente llamada Escuela Colegiada. En 1746, el Sínodo Presbiteriano inició la Universidad de Princeton, la cual era originalmente llamada el Colegio de New Jersey. La Universidad de Duke fue iniciada en 1835 en Durham, Carolina del Norte, cuando las familias metodistas y cuáqueras dieron empleo a un maestro permanente para su escuela de suscripción. Mientras las instituciones educacionales antes mencionadas especialmente en el siglo pasado se apartaron de su propósito originalmente establecido, éstas y otras, tales como el Colegio de Oberlin, eran una influencia mayor en la sociedad americana y el mundo doscientos años atrás, justo cuando Dios estuvo preparando al pueblo para proclamar los mensajes de los tres ángeles. Charles G. Finney (1792-1875), el segundo presidente del Colegio de Oberlin, fue un ministro presbiteriano y líder del Segundo Gran Despertar en los Estados Unidos, 1825-32. Finney era un defensor del perfeccionismo cristiano, abolición de la esclavitud e igualdad de educación para las mujeres y afroamericanos.

El verdadero fundamento de la educación “La Biblia… es el fundamento de toda verdadera educación. El temor del Señor, la primerísima lección a enseñarse, es el principio de la sabiduría” (Conducción del Niño, pág. 296). LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


El énfasis sobre la Biblia como el verdadero fundamento de la educación para todas las personas, no importa cuán sea su raza o género, era un factor que jugaba un papel muy importante en el avance del Movimiento Adventista. El proyecto para las primeras escuelas adventistas fue creado del deseo de diseñar todas las cosas según las Escrituras. Desafortunadamente, lo mismo que sucedió a las universidades tales como Harvard, Yale y Princeton sucedió en el adventismo. La instrucción práctica fue reemplazada por los métodos y prioridades humanas, descritos como “el método popular de llenar la mente del estudiante con lo que no es práctico y apresurándole un camino cierto” (G.H. Bell, Review and Herald, 26 de diciembre de 1882).

No importa cuál sea nuestro talento, todos tenemos una influencia, especialmente los jóvenes. “La verdadera educación es una influencia que contrarresta la ambición egoísta, el anhelo de poder, la indiferencia hacia los derechos y las necesidades de la humanidad, que constituyen una maldición de nuestro mundo. El plan de vida de Dios tiene un lugar para cada ser humano. Cada uno debe perfeccionar sus talentos hasta lo sumo y la fidelidad con que hace esto, sean pocos o muchos los dones, es lo que le da derecho a recibir honor” (Conducción del Niño, pág. 273). “La verdadera educación es religión” (Conducción del Niño, pág. 466). “La verdadera educación es la preparación de las facultades físicas, mentales y morales para la ejecución de todo deber; es el adiestramiento del cuerpo, la mente y el alma para el servicio divino. Esta es la educación que perdurará en la vida eterna” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 265). La palabra para “maestro” en el Antiguo Testamento Hebreo es yarah, la cual también significa “fluir como agua” o “llover.” Un ejemplo asombroso de esto ocurrió en la vida de una de las maestras más famosas de la historia, Anne Sullivan. Ella es la joven profesora que penetró en la mente sepultada de la sorda y ciega Helen Keller en 1887, cuando, en la bomba que brotaba agua sobre una de 2015

las manos de Helen, ella tomó la otra mano de la chica y deletreó a-g-u-a. Sin ese descubrimiento, Helen habría vivido su vida entera en un mundo oscuro, silencioso. Para Anne comunicarse con aquella mente requería enorme amor y paciencia, así como también una genialidad divinamente inspirada. Helen Keller finalmente aprendió a hablar y se convirtió en una conferencista solicitada y autora de doce libros. Ella dijo una vez, “Todos nosotros somos ciegos y sordos hasta que nuestros ojos están abiertos para nuestros prójimos, hasta que nuestros oídos escuchen la voz de la humanidad.” Ella también presentó un punto de vista correcto respecto a la educación cuando declaró, “A menos que formemos el hábito de ir a la Biblia en los momentos brillantes así como también en la tribulación, no podemos responder plenamente a sus consolaciones…” Anne Sullivan aprendió por experiencia práctica que “es el trabajo más lindo [el trabajo más importante, más

noble que Dios invoca a las personas que hagan por Él] alguna vez asumido por hombres y mujeres tratar con mentes jóvenes” (Christian Education, pág. 5). Indudablemente hay personas en la causa de Dios que tienen el talento de enseñar. Dios os ha llamado para un tiempo como este. Considerad vuestro don, y gozosamente aceptad el “trabajo más lindo alguna vez asumido por hombres y mujeres.” Dios y su causa necesitan maestros piadosos junto con aquellos que apoyan el trabajo de la educación con sus oraciones y contribuciones. Y no importa cuál sea nuestro talento, todos tenemos una influencia, especialmente los jóvenes. “Tal como tratáis a vuestros hijos, así trataréis a Cristo” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 5, pág. 1131). Apoyemos a nuestros maestros y escuelas y valoremos nuestro(s) propio(s) don(es). ¡Todos los que estáis aptos para enseñar, enseñad! “Educad, educad, educad” (Testimonios para la Iglesia, tomo 6, pág. 332). Amén. n

“Los talentos son habilitaciones concedidas in­dividual­ mente a cada miem­­bro de la familia del Señor, desde el más humilde y oscuro hasta el que ocupa el más elevado cargo de confianza. Los dones concedidos están proporcionados a nuestras diversas habilidades, y todos deben usarlos para gloria de Dios. El cristiano debe aumentar la utilidad de esos talentos porque al usarlos se capacita más para comerciar con los bienes de su Señor y para acumular ganancias mediante ese comercio. Tanto la luz de la verdad como toda ventaja espiritual son dones de Dios. Deben ser apreciadas y han de ejercer influencia sobre la mente y el carácter. Debemos devolver al Señor la ganancia correspondiente, de acuerdo con los dones que se nos han confiado. “Hemos sido elegidos por gracia para ser siervos del Señor. Ser siervos significa ser obreros que tienen preocupaciones, llevan cargas y asumen responsabilidades… Debemos comprender que no estamos administrando nuestros bienes, sino el capital que el Maestro nos ha confiado para que lo invirtamos y obtengamos ganancia como sabios mayordomos de los bienes de nuestro Señor, de manera que podamos devolverle su inversión con usura” (Manuscrito 81, de 18 de julio de 1893; Cada Día con Dios, pág. 206). 13


Lectura 4 – Martes, 8 de diciembre de 2015

Exhortación–Amor y Ánimo Por Humberto Ajucúm, Puerto Rico

“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8).

C

omo hemos leído y oído, uno de los dones que Dios ha impartido a su iglesia es el de la “exhortación”. Se trata de un don perfecto como los demás, pues quien lo concede es perfecto, así lo dice el apóstol: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17). De Jesús leemos que: “Subiendo a lo alto,… dio dones a los hombres.” ¿Con qué objetivo? “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:8, 12). Como Dios es perfecto, concede también medios para perfeccionar a sus hijos. Hoy, nos uniremos en oración, a fin de pedir al buen benefactor, nuestro Dios, que nos ayude a conocer y posiblemente recibir el don de la exhortación.

¿En qué consiste la exhortación? ¡Cuidado! “Exhortar”, no es regañar, como algunos interpretan. Alguien podría asegurar que Dios le ha confiado el don de exhortar y esto constantemente lo autoriza a regañar o maltratar a sus congéneres haciendo más daño que bien, utilizando lenguaje áspero, severo y riguroso. La Escritura nos advierte a no provocar a ira (Efesios 6:4; Colosenses 3:21). Regañar no es un don, mucho menos lo es maltratar o agredir verbalmente a una o varias personas. No consiste en maldecir, censurar o condenar al prójimo. “Exhortar” es más bien, una advertencia o aviso con el que se intenta persuadir a alguien. De acuerdo con el diccionario, exhortar es “inci14

tar a alguien con palabras, razones y ruegos a que haga o deje de hacer algo”.1 La palabra griega traducida como “exhortar” es parakaléo. En el Nuevo Testamento es utilizada para indicar: Llamar cerca, invitar, invocar, orar, presentar, rogar, alentar, amonestar, animar, confortar y consolar.2 De igual manera la palabra griega traducida como “exhortación” es paráklesis, utilizada casi en todos los pasajes del Nuevo Testamento para significar “imploración”, “exhortación”, “consolación”, etc.3

El propósito del don El apóstol Pablo declara: “el que exhorta, con exhortación” (Romanos 12:8). ¿Por qué dice “exhorta con exhortación”? Porque no se trata simplemente de exhortar por exhortar, sino exhortar en la manera, forma y estilo de Dios. La repetición de las

Exhortar en la manera, forma y estilo de Dios. palabras “exhorta” y “exhortación” es un énfasis que nos hace ver con claridad que en el ejercicio de este don debe haber presencia y dirección divina, a fin de alcanzar su propósito. Otras enseñanzas que aquí se quieren presentar son la valorización de tal ministerio para que se haga con sentido de responsabilidad y confianza en Dios. Comentando el párrafo de los dones la hermana White escribe: “Muchos de los que están encargados de algún tipo de trabajo humilde para el Maestro pronto estarán insatisfechos, y pensarán que debieran ser maestros y líderes. Quieren dejar su humilde ministerio, que es tan importante en su lugar como las responsabilidades más grandes. Los que hacen visitas en poco tiempo llegan a pensar que cualquiera puede hacer ese trabajo, que cualquiera puede hablar palabras de simpatía y aliento, y guiar a

los demás de una manera humilde y tranquila para una correcta comprensión de las Escrituras. Pero es un trabajo que exige mucha gracia, mucha paciencia, y una acción de sabiduría cada vez mayor” (Manuscript Releases, tomo 11, págs. 278, 279). El propósito de la exhortación, es el de restaurar o reconstruir, mejorar la vida espiritual del que recibe la exhortación, ir a su rescate. Tanto el que exhorta como el que es exhortado deben ponerse bajo la dirección del Espíritu Santo, a fin de que pueda cumplirse el deseo de Dios. “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). “El conocimiento de la gracia de Dios, las verdades de su Palabra y los dones temporales, el tiempo, los recursos, los talentos y la influencia, todas estas cosas constituyen un cometido de Dios, que ha de emplearse para su gloria y para la salvación de los hombres. Nada puede ofender más a Dios, que está constantemente otorgando sus dones al hombre, que ver a éste aferrarse egoístamente a sus dones, sin devolver nada al Dador…” “Los ángeles de Dios cuya percepción no ha sido enturbiada por el pecado, reconocen los dones del cielo como otorgados con la intención de que sean devueltos en forma que aumente la gloria del gran Dador… Dios pide que consagremos a su servicio cada facultad, cada don que hayamos recibido de Él. Él quiere que digamos como David: ‘Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos’ (1 Crónicas 29:14)” (La Maravillosa Gracia, pág. 62). “Se imparten dones diferentes a personas diferentes, para que los obreros sientan la necesidad los unos de los otros. Dios los otorga para que sean empleados en su servicio; no para glorificar a su poseedor, ni para elevar al hombre, sino para exaltar al Redentor del mundo. Deben ser utilizados para el bien de toda la humaniLECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


dad, para representar la verdad, y no con el fin de testificar una falsedad... “En cada palabra y acción se revelará bondad y amor; y cuando cada obrero ocupe fielmente el lugar que le corresponde, será respondida la oración de Cristo pidiendo la unidad de sus seguidores, y el mundo conocerá que éstos son sus discípulos” (Signs of the Times, 15 de marzo de 1910; Recibiréis Poder, pág. 191). “Dios otorga sus dones según le agrada. Concede un don a una persona, y otro don a otra, pero todos son para beneficio de todo el cuerpo. Está de acuerdo con el designio de Dios que unos sirvan en un ramo de trabajo y otros en otros ramos, sirviendo todos bajo el mismo Espíritu. El reconocimiento de este plan será una salvaguardia contra la emulación, el orgullo, la envidia o el desprecio recíproco. Fortalecerá la unidad y el amor mutuo” (Consejos para los Maestros, pág. 240, ed. ACES, 1948; en otra edición Consejos para los Maestros, pág. 298).

Ejerciendo el don “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:1-4; cf. 1 Tesalonicenses 2:7-12). No se debe exhortar con el propósito o dando la impresión de sentirnos superiores a los demás y menospreciarlos. Se debe exhortar con sabiduría, con amor, firmeza, respeto, pureza y ejemplo. El ejercicio de éste y otros dones requiere sabiduría de lo alto, así como lo expresa la mente inspirada: “La habilidad en las artes comunes es un don de Dios. Él provee tanto el don como la sabiduría para usarlo correctamente” (Carta 60, 1907; Consejos para los Maestros, pág. 298). Preciosos consejos inspirados sobre la exhortación los encontramos también en los escritos del apóstol Pablo: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle 2015

con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1). “…sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti,…” (1 Timoteo 4:12-14). “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (Tito 2:15). “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2).

Como Dios quiere “Al acercarse a aquel que usted supone que está en error, asegúrese de hablarle con un espíritu manso y humilde, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. El errante no puede ser restaurado de otra manera que no sea con espíritu de manse-

“Si el errante persiste en el pecado, trátelo con bondad y déjelo con su Padre celestial.” dumbre, tacto y amor tierno. Sea cuidadoso con su trato. Evite cualquier sabor de orgullo o autosuficiencia en apariencia o gesto, palabras o tono de voz. Guárdese contra la palabra o la mirada que pueda exaltar su yo o que presente su bondad y rectitud en contraste con sus fracasos. Esté atento contra la aproximación más remota al desprecio, el autoritarismo o el repudio. Evite con cuidado cualquier apariencia de enojo, y aunque hable con claridad, que no haya reproche, acusación insistente ni afecto fingido, sino un amor ferviente. Sobre todo, que no haya una sombra de odio o malas intenciones; tampoco amargura ni gestos de desagrado... Recuerde que el éxito de una amonestación depende grandemente del espíritu con que se expresa. No descuide la oración ferviente para poseer una mente mansa y que los ángeles de Dios obren en los corazones que usted intenta alcanzar antes que usted, y así los suavicen con impresiones celestiales, para que sus esfuerzos cuenten... A veces el reproche más suave y tierno no tendrá un efecto positivo. En un caso tal, la bendición que usted quería que otro recibiera al seguir un camino de justicia,

apartándose del mal y aprendiendo a hacer el bien, retornará a su propio seno. Si el errante persiste en el pecado, trátelo con bondad y déjelo con su Padre celestial” (Review and Herald, 17 de julio de 1879). “Los hombres y las mujeres de diferentes temperamentos que se reúnen para formar la iglesia, tienen peculiaridades y defectos. A medida que éstos se desarrollen, requerirán reprensión. Si los que se hallan en puestos importantes no los reprendiesen nunca ni exhortasen, pronto se produciría una condición de desmoralización que deshonraría grandemente a Dios. Pero, ¿cómo será dada la reprensión? Dejemos contestar al apóstol: ‘Con toda paciencia y doctrina’ (2 Timoteo 4:2). Los buenos principios deben aplicarse a la persona que necesite reprensión, pero nunca se deben pasar por alto, con indiferencia, los males que haya entre el pueblo de Dios” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 342, 343).

No todos responderán a la exhortación “Quien es atraído una vez y otra por su Redentor, y desatiende las advertencias dadas, no cede a su convicción de que debe arrepentirse y no escucha cuando es exhortado a buscar perdón y gracia, está en una posición peligrosa. Jesús lo está atrayendo, el Espíritu está ejerciendo su poder sobre él, instándole a entregar su voluntad a la voluntad de Dios, y cuando esta invitación es desatendida, el Espíritu es contristado. El pecador elige permanecer en el pecado y la impenitencia, aunque tiene evidencias para estimular su fe, y una evidencia adicional no será de ninguna utilidad...” (A Fin de Conocerle, págs. 243, 244). “Dios exige que sus siervos estén siempre dispuestos a hacer su voluntad con fervor. En el encargo que da el apóstol a Timoteo, le exhorta así: ‘Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina’ (2 Timoteo 4:2)” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 343).

Lo que no debe pasar por alto el que exhorta Al respecto se recuerda: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de manse15


dumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1). “Somos hebras en la gran trama de la humanidad y, como tales, estamos relacionados los unos con los otros. Nuestra vida deja sobre las mentes de otras impresiones que tendrán consecuencias eternas. Los ángeles toman nota de nuestras acciones, de nuestras palabras, del espíritu con el cual actuamos. Aquellos que desean reformar a otros deben comenzar la reforma en sus propios corazones, y mostrar que han adquirido benignidad y humildad de corazón en la escuela de Cristo. Los que tienen a otros a su cargo deben aprender a dominarse a sí mismos, a abstenerse de proferir expresiones bruscas y censurar con exageración. Hay palabras cortantes que pueden ofender, lastimar y dejar cicatrices que han de permanecer en el alma. Hay palabras agudas que caen como chispas sobre un temperamento inflamable. Hay palabras cáusticas que muerden como víboras...Al tratar de corregir el mal con un espíritu precipitado y malhumorado, se crearán dos males en vez de corregirse uno. El apoyo mutuo es esencial. Es el fruto del Espíritu el que se desarrolla en el árbol cristiano. “Debe haber una conversión radical en la forma como se trata con las diversas mentalidades… si se emplea un lenguaje áspero, si se manifiesta espíritu de impaciencia que se agita e irrita ante dificultades pequeñas o grandes, pronto habrá un estado de cosas peor que si no se hubiera hecho nada para corregir el mal. Si los creyentes manifiestan actitudes tales, y cada cual se siente libre de hablar en forma precipitada, habrá corazones que se sentirán miserables, familias desdichadas, y discordia y disensión en la iglesia. Hay una forma cristiana de arreglar todos estos asuntos. La presencia del amor de Cristo en el corazón conducirá a sentir amor por los que están extraviados y en el error... “‘¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre’ (Santiago 3:13)” (Alza tus Ojos, pág. 57).

El don en el tiempo del fin La exhortación es apropiada no sólo cuando algún hermano ha cometido alguna falta, sino también cuando se quiere animar a los hermanos a su16

perar los problemas, las dificultades; cuando se los quiere animar exhortándolos a quedar fiel en vista de lo que estamos por enfrentar, así como podemos darnos cuenta en las citas que siguen: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,

“Con fidelidad han de advertir a sus semejantes del seguro resultado de la transgresión, y salvaguardar fielmente los intereses de la iglesia.” sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:19-25). “Debemos conocer las Escrituras, para investigar las profecías y ver que se aproxima el día, y exhortarnos mutuamente con celo y esfuerzo a una mayor fidelidad. ¿Dejaremos nuestra fe? ¿Perderemos nuestra confianza? ¿Seremos impacientes? No, no. No pensaremos en esas cosas... Levantemos nuestra cabeza y gocémonos, porque nuestra redención está cerca. Está más cerca que cuando creímos por primera vez” (A Fin de Conocerle, pág. 350). “No será una tarea fácil trabajar para el Maestro en esta época. Pero cuánta perplejidad se podría evitar si los obreros dependieran continuamente de Dios y consideraran debidamente las instrucciones que Él dio. Nos dice: ‘De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud;

el que hace misericordia, con alegría’ (Romanos 12:6-8)” (Recibiréis Poder, pág. 215).

Un Atalaya en las Murallas de Sión Muy oportuna es la necesidad de exhortación cuando se acerca un peligro. Refiriéndose a la misión del profeta en medio de su pueblo, el Señor les ordenó: “Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte. Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, más su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que él se aparte,… tú libraste tu vida” (Ezequiel 33:7-9). La declaración del profeta tiene todavía una amplia aplicación a los ministros, los obreros en general, los ancianos de iglesia y a todos aquellos a quien se les confió el cuidado de las almas. Ministros, predicadores y líderes “han de ser como atalayas en las murallas de Sión, para hacer resonar la nota de alarma si se acerca el enemigo… Es privilegio de estos centinelas de las murallas de Sión vivir tan cerca de Dios, y ser tan susceptibles a las impresiones de su Espíritu, que Él pueda obrar por su medio para apercibir a los pecadores del peligro y señalarles el lugar de refugio. Elegidos por Dios, sellados por la sangre de la consagración, han de salvar a hombres y mujeres de la destrucción inminente. Con fidelidad han de advertir a sus semejantes del seguro resultado de la transgresión, y salvaguardar fielmente los intereses de la iglesia. En ningún momento deben descuidar su vigilancia. La suya es una obra que requiere el ejercicio de todas las facultades del ser. Sus voces han de elevarse en tonos de trompeta, sin dejar oír nunca una nota vacilante e incierta. Han de trabajar, no por salario, sino porque no pueden actuar de otra manera, porque se dan cuenta de que pesa un ay sobre ellos si no predican el Evangelio” (Obreros Evangélicos, págs. 15, 16).

Hombres para la oportunidad “Satanás ha tomado todas las medidas posibles para evitar que se produzca algo entre nosotros, como pueLECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


blo, que nos reprenda, nos reproche y nos exhorte a dejar a un lado nuestros errores. Pero hay un pueblo que llevará el arca de Dios. Algunos que no querrán seguir llevando el arca saldrán de entre nosotros. Pero éstos no podrán levantar vallas para obstruir la verdad; ésta irá hacia adelante y hacia arriba hasta el fin. En lo pasado Dios ha suscitado a hombres, y Él todavía tiene hombres para la oportunidad, que esperan listos para ejecutar sus órdenes: hombres que atravesarán las restricciones como si fueran paredes revocadas con mezcla sin fraguar. Cuando Dios pone su Espíritu en los hombres, éstos obran. Proclamarán la Palabra del Señor; elevarán su voz como trompeta. La verdad no será disminuida ni perderá su poder en sus manos. Mostrarán al pueblo sus transgresiones y a la casa de Jacob sus pecados” (Testimonios para los Ministros, pág. 411). Nuestra exhortación final a los amados hermanos y hermanas de todo el mundo es dirigirnos al lugar Santísimo en búsqueda del poder prometido por el Señor, a fin de cumplir a cabalidad con el sagrado cometido. Teniendo en mente que por cada don recibido hay gozosos resultados y linda bendición. Animémonos a utilizar los instrumentos escogidos de los dones espirituales puestos en nosotros por Dios. Recordemos, también que por cada don recibido daremos cuenta al Señor. Aprovechemos entonces las oportunidades propicias y salvemos nuestra responsabilidad al cumplir nuestros deberes sagrados. ¡Dios nos bendiga hoy y siempre! Amén. n __________ 3 1 2

Biblia Reina Valera 1960 y 1909. Nueva Concordancia Strong, DPG, 3870. Ibíd. 3874

“Para nuestro bien presente y eterno, Dios nos ha dado bendiciones temporales y espirituales. Él nos ordena llegar a ser siervos de su amor, para impartir a otros la gracia que Él nos ha concedido. Debemos actuar como su mano ayudadora” (Review and Herald, 10 de diciembre de 1901). 2015

Lectura 5 – Miércoles, 9 de diciembre de 2015

El Don de Dar Por Gustavo Castellanos, Austria “El que reparte, hágalo en simplicidad” (Romanos 12:8).

L

os dones espirituales son el instrumento gratuito del Señor para capacitar a su iglesia en este último tiempo y así poder cumplir con la comisión que le ha sido dada. La clave del poder y la efectividad del pueblo de Dios es permitir que estos dones se desarrollen en toda su diversidad. El don de dar incluye los otros dones espirituales. Enseñar, ayudar, servir o el tener misericordia son expresiones del don de dar. Los principios en los que se basa éste último son de suma importancia para el ejercicio de los otros dones espirituales. El don de dar no se limita solamente a compartir bienes materiales, sino que incluye también al campo de los bienes no materiales, es decir el área de los valores que rigen los actos cristianos. Aquello que le proporciona felicidad a los seres humanos no se puede comprar ni vender. Una mirada amable, una sonrisa cordial, una palabra que imparte fe y esperanza no cuestan ni un centavo y pueden iluminar la vida cotidiana de muchas personas y despertar el anhelo de la eternidad. La palabra “don” [del Gr. charisma] está relacionada con el concepto “gracia” [del Gr. charis]. En sentido bíblico significa “gracia” un don, un regalo inmerecido de Dios. El pecador, por ejemplo, es salvado por gracia. También, los dones espirituales son regalos inmerecidos que el Espíritu Santo imparte de acuerdo a su voluntad. Estos dones no pueden ganarse o comprarse, sino que se reciben como un favor gratuito por parte de Dios. Cuando Dios concede los dones de su gracia, no se basa en nuestro aspecto exterior, ni en nuestra posición económica y tampoco se orienta de acuerdo a nuestras cualidades. El Señor solamente se enfoca en nuestra situación de necesidad como pecadores. Hacer de pecadores instrumentos de su gracia, esta es la obra maravillosa del amor de Dios.

“Él aceptó en lo pasado personas que no eran más promisorias ni atrayentes que ellos para que hiciesen una gran obra para Él. Su Espíritu, obrando en el corazón, despertó toda facultad y la hizo obrar vigorosamente. El Señor vio en estas piedras toscas y sin tallar material precioso, que podía soportar la prueba de la tempestad, el calor y la presión. Dios no mira desde el mismo punto de vista que el hombre. No juzga por las apariencias…” (Obreros Evangélicos, págs. 122, 123).

¡No te olvides de recargar los acumuladores! Este año los colaboradores de la obra social instalaron una central de energía solar en la escuela para niños necesitados “Rama” en Uganda. Una de las partes más pesadas y esenciales fueron los acumuladores. Éstos son importantes porque la energía eléctrica se necesita precisamente por la tarde y por la noche, cuando el sol no brilla. Los acumuladores son recargados durante el día con la energía solar, de manera que puedan proporcionar electricidad por las noches. ¡La alegría fue grande cuando por primera vez en la escuela se encendieron las luces por la noche! Nuestro corazón, nuestra alma, es como un acumulador. Tenemos que recibir primero para poder dar. Solamente podemos dar amor, si lo hemos recibido previamente. Exclusivamente entregamos solo aquello que hemos “recargado”. ¿Tenemos la conexión completa con la fuente de poder y estamos llenos del Espíritu Santo? “Sin mí nada podéis hacer” dice Jesús y expresa con sus palabras en el Evangelio de Juan 15:5 que recibiremos la capacidad de compartir bienes espirituales únicamente si tenemos una conexión constante con Él. Esta conexión vital con Cristo, que nos permite mantener cargados nuestros acumuladores espirituales, consiste en tres elementos que no debemos descuidar: 17


• La contemplación diaria de la vida de Jesús. “Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en Él será más constante, se reavivará nuestro amor, y quedaremos más imbuidos de su Espíritu” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 64). • La imitación voluntaria del ejemplo de Jesús. “Dice Cristo: ‘Separados de mí nada podéis hacer’ (Juan 15:5); pero, si su divina gracia obra a través de nuestros esfuerzos humanos, todo lo podemos. Su paciencia y mansedumbre compenetrarán el carácter, difundiendo un resplandor que alumbra y esclarece el camino hacia el cielo. Contemplando e imitando su vida, somos renovados a su imagen” (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 286). • Orar diariamente, pidiendo los dones espirituales para poder compartir. “Nuestras oraciones no han de consistir en peticiones egoístas, meramente para nuestro propio beneficio. Hemos de pedir para poder dar... Nuestra misión en el mundo no es servirnos o agradarnos a nosotros mismos. Hemos de glorificar a Dios cooperando con Él para salvar a los pecadores. Debemos pedir bendiciones a Dios para poder comunicarlas a los demás. La capacidad de recibir es preservada únicamente impartiendo” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 108).

Dar es el plan de trabajo para la iglesia El Señor ha dado a cada uno de nosotros como miembros de su cuerpo una comisión concreta con instrucciones precisas para llevarla a cabo. Ninguno debería permanecer en ignorancia con respecto a lo que hay que hacer en este tiempo. El encargo divino es dar y las instrucciones correspondientes se encuentran en el capítulo 68 del profeta Isaías. El Señor cuestiona aquí las prácticas religiosas de su pueblo y abre los ojos del mismo hacia áreas de la fe práctica que han sido descuidadas. 18

La mayor piedra de tropiezo en la realización de la comisión divina es el egoísmo. Donde hacen falta la consagración y la entrega a Dios y a su causa, el corazón se llena espontáneamente de la idolatría del yo. Compañeros de ésta son la suficiencia propia, un corazón limitado y la ignorancia deliberada de las necesidades de nuestros prójimos. En el fondo se encuentra una falta de identificación con Cristo, con su causa y con el encargo dado a la iglesia. Por lo tanto, es el consejo urgente de la palabra profética que nos ocupemos urgentemente con el contenido de Isaías 58 y su aplicación en nuestras vidas: “Leed (Isaías 58) vosotros que pretendéis ser hijos de la luz. Leedlo especialmente una y otra vez vosotros que os habéis sentido tan poco inclinados a molestaros para favorecer a los necesitados. Vosotros, cuyos corazones y hogares son demasiado estrechos para dar cabida a los que no tienen casa, leedlo; leedlo vosotros, que podéis ver a los huérfanos y a las viudas oprimidos por la mano de hierro de la pobreza, y humillados por los mundanos de duro corazón… “La razón por la cual el pueblo de Dios no tiene una actitud más espiritual, y no dispone de más fe, según se me ha mostrado, consiste en que el egoísmo lo ha vuelto estrecho. El profeta se dirige a observadores del sábado, no a incrédulos, sino a quienes hacen gran alarde de piedad. No es la abundancia de nuestras reuniones lo que Dios acepta. No es la cantidad de nuestras oraciones, sino el hacer el bien, el hacer lo correcto en el momento acertado. Es preocuparnos menos de nosotros y ser más generosos. Nuestras almas deben ensancharse. Entonces Dios las hará semejantes a huertas de riego cuyas aguas nunca faltan” (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, pág. 33).

“En las tinieblas nacerá tu luz” Isaías 58 es el plan de trabajo para el pueblo de Dios hoy. En el versículo 8 se nos describe el resultado de cumplir con este plan divino: La iglesia alumbrará la tierra, experimentará un despertamiento espiritual y sus miembros revelarán el carácter divino: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Esta es la iglesia, por la que se manifestará “aun a ‘los principados y potes-

tades en los cielos’” (Efesios 3:10), el despliegue final y pleno del amor de Dios” (Hechos de los Apóstoles, pág. 9). Al llegar a esta sección de la lectura de oración solicito al dirigente del servicio leer con la congregación Isaías 58:1-12. Sería bueno que varios hermanos participen leyendo los textos y que sucesivamente haya un intercambio de pensamientos. El don de dar mencionado en Isaías 58 incluye tres áreas de acción: • Dar orientándose en el servicio a las necesidades espirituales y emocionales de nuestros prójimos, alcanzando el corazón y el alma (véase el versículo 10). • Dar orientándose a las necesidades materiales de los pobres y prójimos a nuestro alrededor (véase versículos 5-7). • Dar haciendo una reforma espiritual (véase versículo 12). La pluma inspirada afirma que ésta es la tarea para nuestro tiempo. “Por favor, leed Isaías 58... Esta es la obra especial que ahora está delante de nosotros. Todas nuestras oraciones y ayunos no valdrán nada a menos que resolvamos asirnos de esta obra. Sobre nosotros descansan sagradas obligaciones. Nuestro deber está claramente establecido. El Señor nos ha hablado por medio de su profeta” (El Ministerio de la Bondad, pág. 34).

Se trata de calidad, no de cantidad La palabra de Dios en Romanos 12:8 declara: “el que reparte, hágalo en simplicidad”. Esta simplicidad se refiere a una actitud sincera, pura, liberal, genuina y sin doble propósito en el acto de compartir con otros. Lo más importante al dar a los demás es la calidad de nuestra actitud y los motivos que nos inducen a hacerlo. Quien solamente da por tranquilizar su conciencia, no ha comprendido la esencia y el significado de la dadivosidad. El dar como calidad espiritual llega más allá de satisfacer las necesidades materiales de otras personas. Dar es la entrega del corazón a la causa del necesitado, es dedicarse a alcanzar el alma de nuestros prójimos. “Y si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el medio día” (Isaías 58:10). Si bien es cierto que se alcanza la salvación por medio de la gracia y la fe en Cristo, y no por obras de justicia LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


que hayamos hecho, también es verdad que la experiencia de la salvación también transforma la motivación de nuestros actos. Cada obra de dadivosidad tiene como base la entrega personal a Cristo. La experiencia personal con Dios nos lleva a conectarnos con su amor. Si hemos recibido amor, entonces daremos de corazón, con alegría, con generosidad. La viuda pobre que llevó al templo todo lo que poseía y lo entregó como ofrenda fue elogiada por Jesús, no porque hubiese dado mucho, sino porque dio todo lo que tenía, de todo corazón, y fe. “Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso. La pobre viuda dio lo que necesitaba para vivir al dar lo poco que dio. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 567).

Un paso de fe Dar siempre es cuestión de fe. El agricultor, por ejemplo, esparce la semilla y espera la siega con la seguridad de así como él hizo su trabajo, también Dios hará su parte obrando por medio de las fuerzas de la naturaleza. De ese mismo modo, el creyente da en la confianza que su acción germinará y crecerá en bendición para otros. Tomemos en cuenta que: Cada acción es una semilla. De las acciones que nosotros sembremos dependerá el resultado de la cosecha de nuestra vida. “No os engañéis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). “Mientras la semilla sembrada produce una cosecha, y ésta a su vez se siembra, la mies se multiplica. En nuestras relaciones con los demás, esta ley se cumple. Cada acto, cada 2015

palabra, constituye una semilla que dará fruto. Cada acto de bondad reflexiva, de obediencia, de abnegación, se reproducirá en los demás, y por ellos en otros aún. Así también cada acto de envidia, malicia y disensión, es una semilla que producirá una ‘raíz de amargura’ (Hebreos 12:15), por la cual muchos serán contaminados. ¡Y cuánto mayor aún será el número de los que serán envenenados por esos muchos!”(Profetas y Reyes, pág. 63). Quien siembra con generosidad, cosechará con generosidad. “Esto empero digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará” (2 Corintios 9:6). También el sembrador cuando arroja la semilla en la siembra lo hace no siendo escaso, sino esparce tanto como puede. Lo que parece ser un despilfarro de semilla resulta ser el secreto de la multiplicación del fruto. Cada semilla que contacta el suelo se reproduce. Así es cuando nosotros utilizamos lo confiado por Dios. Nosotros añadimos una acción de generosidad a la otra y el Señor multiplica el resultado de nuestra dadivosidad. “Por pequeño que sea vuestro talento, Dios tiene un lugar para él. Ese solo talento, sabiamente usado, realizará la obra que le fue asignada. Mediante la fidelidad en los pequeños deberes, hemos de trabajar según el plan de adición, y Dios obrará en nuestro favor según el plan de multiplicación. Estas cosas pequeñas llegarán a ser las más preciosas influencias en su obra” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 294). Somos colaboradores de Dios. “Porque nosotros, coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois” (1 Corintios 3:9). En nuestra vida de fe y especialmente al ejercitar el don de dar es necesaria una cooperación constante con Dios y sus leyes. Dependemos de Él tanto en el ámbito natural como espiritual. Ha prometido que en cada acto de dar, en cada palabra, en cada servicio estará uniendo por el Espíritu Santo su fuerza infinita al instrumento humano y que esta obra en conjunto resultará en una gran bendición para nuestro alrededor y también para la iglesia. Repartiendo se multiplica la dádiva que se entrega. Así como cuando se multiplica el ajo. Quien ha sembrado ajos, sabe que primeramente hay que

“desgajar”, “destruir” la cabeza del ajo y luego los dientes se van sembrando en la tierra, uno por uno. Entonces, ocurre el milagro. Cada uno de los dientes se convierte en una nueva cabeza completa. Solamente partiendo y repartiendo, tanto en sentido espiritual como material, multiplicamos las bendiciones que hemos recibido de Dios. El Señor obra si le damos espacio en nuestra vida. A menudo el acceso a nuestra alma está bloqueado por las cargas y preocupaciones de la vida cotidiana. Por otro lado, se presentan hoy muchos factores de distracción que cautivan nuestra atención. Por eso a veces nos tornamos insensibles con respecto a nuestra verdadera condición espiritual. Corremos peligro de perder de vista las necesidades de nuestros prójimos y de la iglesia. Pero recordemos, nadie es tan pobre que no tenga algo que dar y nadie es tan anciano que no pueda ocupar su lugar en la obra de Dios. Cada uno de nosotros puede dar algo. Es nuestro privilegio como cristianos, como adventistas del Movimiento de Reforma. ¿Qué necesidades constatamos en la iglesia? ¿Cuáles son las carencias a nuestro alrededor? ¿De qué manera puedo ejercitar el don de dar, tanto material como espiritualmente? Para tener espacio para el Señor en nuestro corazón y entendimiento debemos tener ventanas de tiempo durante el día. Esas ventanas son momentos especiales dedicados a cultivar nuestra relación con Dios. Son momentos especiales para la oración y la meditación, evitando las distracciones, para poder recargar y llenarnos del poder espiritual que necesitamos. El resultado de una vida de comunión con Dios, cultivando la relación con Él, dando de las bendiciones que nos han sido confiadas, será un carácter semejante al de Cristo: “El objeto de la vida cristiana es llevar fruto, la reproducción del carácter de Cristo en el creyente, para que ese mismo carácter pueda reproducirse en otros” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 46). Queridos hermanos, queridos jóvenes, queridos niños, abramos nuestro corazón siendo colaboradores dadivosos del Señor, para que la promesa sea cumplida en nuestras vidas y en la iglesia. “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia” (Isaías 58:8). ¡Amén! n 19


Lectura 6 – Viernes, 11 de diciembre de 2015

Compasión hacia Todos Por Arnolfo Cortez, Filipinas

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ompasión: Piedad empática y preocupación por los sufrimientos o infortunios de otros. Sinónimos: Simpatía, empatía, cuidado, preocupación, solicitud, sensibilidad, amabilidad, amor, ternura, misericordia, benignidad, tolerancia, bondad, caridad.

La fuente Solo nuestro Padre celestial es la fuente de compasión y misericordia. “Ha hecho memorables sus maravillas; clemente y misericordioso es Jehová” (Salmos 111:4). “Del corazón del Padre es de donde manan los ríos de compasión divina, manifestada en Cristo para todos los hijos de los hombres” (La Maravillosa Gracia de Dios, pág. 188). “Aunque ascendió a la presencia de Dios y comparte el trono del universo, Jesús no ha perdido nada de su naturaleza compasiva. Hoy el mismo tierno y simpatizante corazón está abierto a todos los pesares de la humanidad. Hoy las manos que fueron horadadas se extienden para bendecir abundantemente a su pueblo que está en el mundo” (Dios nos Cuida, pág. 203). “Todas las palabras y los hechos de Él revelaron divina compasión, y su diferencia del mundo provocó la más amarga hostilidad” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 460).

Los Reformadores son compasivos “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12). El pueblo de Dios en esta última generación necesita tener aquella amabilidad del espíritu del cielo que induce a actuar correctamente todos los días. Se necesita ejercitar gran compasión hacia las almas que pronto han de perecer y se perderán a menos que sean advertidas. Pensad, hermanos y hermanas, en los países con millones de personas 20

que nunca han oído el último mensaje de misericordia. ¡Oh, que cada miembro tenga la compasión demostrada por nuestro Maestro y use sus medios dados por Dios para alcanzar a aquellas almas antes de que la puerta de misericordia se cierre para siempre! “Con corazones llenos de simpatía y compasión, han de ministrar a los que necesitan ayuda, y comunicar a los pecadores el conocimiento del amor del Salvador. Semejante trabajo requiere empeñoso esfuerzo, pero produce una rica recompensa. Los que se dedican a él con sinceridad de propósito verán almas ganadas al Salvador; porque la influencia que acompaña al cumplimiento práctico de la comisión divina es irresistible. “Tampoco recae únicamente sobre el pastor ordenado la responsabilidad de salir a realizar la comisión evangélica. Todo el que ha recibido a Cristo está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos. ‘Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven’ (Apocalipsis 22:17). A toda la iglesia incumbe el deber de dar esta invitación. Todo el que la ha oído ha de hacer repercutir este mensaje por valles y montes: ‘Ven’” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 90). Aunque es verdad que es un esfuerzo arduo, siempre recordad que Dios estará con todos los que trabajan por su obra. Experimenté su intervención muchas veces; Él me ha guardado seguro en sus brazos todopoderosos cuando estuve trabajando en Malasia y otros países de Asia.

En la familia Los ataques de Satanás en contra de la familia con el propósito de derribar la sociedad son incesantes, y trabaja con esfuerzos redoblados contra los reformadores, así que necesitamos estar en guardia constantemente para mantener seguro a cada miembro de la familia. Es muy triste ver que tenemos muchos hogares rotos en la familia de

la fe. Incluso dentro del círculo ministerial, mientras el pastor está haciendo grandes esfuerzos para contactar almas a la iglesia, Satanás ha tenido éxito en alejar a sus hijos de la iglesia a la perdición. Debemos hacer una cerca alrededor de nuestras familias, y la mejor cerca es involucrarlos en el servicio activo. “Gobernad a vuestros hijos con ternura y compasión, teniendo siempre presente que ‘sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos.’ Si queréis que los ángeles desempeñen en favor de vuestros hijos el ministerio que Dios les ha encomendado, cooperad con ellos haciendo vuestra parte” (El Hogar Cristiano, pág. 172). “Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia” “Y después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y cada cual a su tierra” “Así ha dicho Jehová: He aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según su forma” (Isaías 49:13; Jeremías 12:15; 30:18). “Por su buen ánimo, su cortesía cristiana y su simpatía tierna y compasiva, los padres han de hacer atractiva la religión de Cristo; pero deben ser firmes al exigir respeto y obediencia. Los principios correctos deben quedar establecidos en la mente del niño… “Deben los dirigentes de la iglesia idear planes para que los jóvenes de uno y otro sexo se preparen para utilizar los talentos que se les confió. Los miembros de la iglesia que tienen más edad han de procurar hacer una obra ferviente y compasiva en favor de los niños y jóvenes. Dediquen los pastores toda su habilidad a idear planes para inducir a los miembros jóvenes LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


de la iglesia a cooperar con ellos en la obra misionera. No os imaginéis, sin embargo, que podéis despertar su interés con sólo predicar un largo sermón en la reunión misionera. Haced planes que despierten vivo interés y den a todos una parte que hacer. Preparad a los jóvenes para que hagan lo que se les asigne, y pedidles que, trayendo semana tras semana sus informes a la reunión misionera, relaten lo que experimentaron y qué éxito tuvieron por la gracia de Cristo” (El Hogar Cristiano, pág. 443). “Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra: porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a Él” (2 Crónicas 30:9). “Los maridos deben ser cuidadosos, atentos, constantes, fieles y compasivos. Deben manifestar amor y simpatía. Si cumplen las palabras de Cristo, su amor no será del carácter bajo, terrenal ni sensual que los llevaría a destruir su propio cuerpo y a acarrear debilidad y enfermedad a sus esposas. No se entregarán a la complacencia de las pasiones bajas mientras repitan constantemente a sus esposas que deben estarles sujetas en todo. Cuando el marido tenga la nobleza de carácter, la pureza de corazón y la elevación mental que debe poseer todo cristiano verdadero, lo manifestará en la relación matrimonial. Si tiene el sentir de Cristo, no será destructor del cuerpo, sino que estará henchido de amor tierno y procurará alcanzar al más alto ideal en Cristo” (El Hogar Cristiano, pág. 109).

En la familia espiritual y a favor de los pobres “Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano.” “Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron” (Zacarías 7:9; Mateo 20:34). “Los hermanos debieran manifestar tierna compasión en su trato mutuo. Debieran tratar con mucha delicadeza los sentimientos de los demás. Ocuparse de los males de los demás debiera ser la obra más delicada e importante de todas. Un hermano de2015

biera ocuparse de ello con la mayor humildad y considerando sus propias debilidades, para que él mismo no sea tentado” (Testimonios para la Iglesia, tomo 1, pág. 155). En nuestras familias cristianas, ninguno debe aventurarse a decir como Caín, “¿Soy yo guarda de mi hermano?” Las hermanas y los hermanos deben tratar con los mismos hechos y actos equivocados que causan descontento y la desaprobación de Dios y deben alentarse los unos a los otros al arrepentimiento para que los visitantes celestiales puedan permanecer con nosotros, junto con la presencia del Dios Altísimo. “Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio” (Marcos 1:41). Así como Jesús extendió su mano para tocar y ayudar a los necesitados a su alrededor, así también debemos dar una mano ayudadora a aquellos que están ciegos a la verdad en este tiempo, entonces verán, serán guiados al arrepentimiento, y serán salvos. “Dios no le asigna ningún valor ni a la ostentación ni a la jactancia. Muchos que en esta vida son considerados superiores a los demás, verán un día que Dios evalúa a los hombres de acuerdo con su compasión y abnegación... Los que siguen el ejemplo del que anduvo haciendo bienes, que ayudan y bendicen a sus prójimos, tratando siempre de elevarlos, son infinitamente superiores a la vista de Dios que los egoístas que se exaltan a sí mismos… “El gran corazón de amor infinito se siente atraído hacia el pecador por una compasión ilimitada... Él quiere restituir su imagen moral en el hombre. Acercaos a Él con confesión y arrepentimiento y Él se acercará a vosotros con misericordia y perdón” (La Maravillosa Gracia de Dios, págs. 67, 82). Cornelio demostró “la sinceridad de su fe por su compasión hacia los pobres. Era muy conocido por su beneficencia, y su rectitud le daba buen renombre tanto entre los judíos como entre los gentiles. Su influencia era una bendición para todos aquellos con quienes se relacionaba. El Libro inspirado le describe como ‘un hombre pío y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre’” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 108).

Para la multitud que no tiene pastor Cada día las personas van a sus tumbas sin oír el mensaje de salvación. Ya es hora de que despertemos y hagamos nuestro trabajo con entusiasmo; pero no podemos hacer esto sinceramente sin la compasión de Dios en nuestros corazones, así que debemos orar y pedirle que nos de este don para las almas que nos rodean. ¿Qué podemos hacer para ayudar a los muchos errantes en nuestras localidades, en la ciudad y en el país donde vivimos? ¿No son ovejas sin pastor? ¿Cuándo nos levantaremos para trabajar con profundo interés para ayudar a salvar estas almas? Hermanos y hermanas, necesitamos la tierna compasión de Jesús en nuestros corazones para que fluya a los que están en nuestro medio. “En derredor nuestro hay almas afligidas. En cualquier parte podemos encontrarlas. Busquémoslas y digámosles una palabra oportuna que las consuele. Seamos siempre canales por donde fluyan las refrigerantes aguas de la compasión” (Exaltad a Jesús, pág. 89). “Si los pecadores pudieran ser inducidos a dirigir una ferviente mirada a la cruz y pudieran obtener una visión plena del Salvador crucificado, comprenderían la profundidad de la compasión de Dios y la pecaminosidad del pecado” (La Fe por la Cual Vivo, pág. 105). “Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” (Marcos 6:34; 1 Juan 3:17). Cuando medito en estas palabras de nuestro Maestro, me doy cuenta de los grandes derechos que tiene Dios no sólo sobre nuestro ser físico sino también sobre todo lo que tenemos. La pregunta para nosotros es: sabiendo todas estas cosas y la gran necesidad de que el mensaje de salvación sea predicado, ¿estamos invirtiendo nuestro tiempo y dinero en este trabajo? ¡Qué diferencia sería, queridos her­manos y hermanas, si tomareis la decisión de invertir una parte de vuestro dinero para abrir un país, financiando un ministro que lleve las buenas nuevas allí! Espero 21


ansiosamente el tiempo cuando estemos en el reino del cielo y alguien venga, extienda su mano, y diga, “Te agradezco por tu actitud altruista al invertir tu dinero para que pudiésemos oír el mensaje. Hiciste posible que un ministro comparta el mensaje de salvación con nosotros. ¡Ahora soy eternamente salvo!” ¡Oh, qué día será!

Para todos los que sufren “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia” (Lucas 10:33). “Dejar a un vecino sufriente sin atender a sus necesidades, equivale a abrir una brecha en la ley de Dios... El que ama a Dios no solamente amará a sus semejantes, sino que considerará con tierna compasión las criaturas que Dios ha hecho… Debemos cuidar cada caso de sufrimiento, y considerarnos instrumentos de Dios para aliviar al necesitado hasta donde nos lo permita nuestra habilidad. Debemos ser colaboradores de Dios junto con Dios. Hay algunos que manifiestan gran afecto por sus familiares, por sus amigos y favoritos, pero que fracasan en ser amables y considerados con los que necesitan tierna simpatía, que necesitan bondad y amor. Interroguémonos con corazón fervoroso: ‘¿Quién es mi prójimo?’ Nuestro prójimo no es meramente nuestro vecino o nuestro amigo particular; no son sencillamente los que pertenecen a nuestra iglesia y piensan como nosotros. Nuestro prójimo es toda la familia humana. Hemos de hacer el bien a todos los hombres, y especialmente a los que son domésticos de la fe. Debemos dar al mundo una manifestación de lo que significar cumplir la ley de Dios. Debemos amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestros prójimos como a nosotros mismos” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 54). “La compasión y la ternura que revelaba hacia los que habían pecado, fuese voluntariamente o por ignorancia, debe ser una lección objetiva para todos los que procuran realizar reformas. Los siervos de Dios deben ser tan firmes como una roca en lo que se refiere a los principios correctos; y con todo han de manifestar simpatía y tolerancia. Como Esdras, deben enseñar a los transgresores el camino de la vida al inculcarles los principios en que se funda toda buena acción” (Exaltad a Jesús, pág. 159). 22

Sobre los que nos han perjudicado En sus esfuerzos por destruir la influencia del pueblo de Dios en estos últimos días, Satanás ha traído gran tentación a nuestros hermanos, y han hecho grande daño incluso a la causa de Dios, lo cual a veces es difícil de sobrellevar. Sin embargo, necesitamos tener compasión de ellos también, porque todavía son nuestros hermanos que han sido atacados por el enemigo de las almas. Debemos curar toda herida y restaurar la paz y la unidad en nuestro medio. Y debemos continuar haciendo la obra confiada a nosotros. “Satanás algunas veces influye tanto sobre las mentes como para destruir todo sentimiento de misericordia o compasión. El hierro parece penetrar el corazón, y desaparece tanto lo humano como lo divino” (Testimonios para la iglesia, tomo 1, pág. 514). “Jesús nos ha dado ejemplo para que sigamos sus pisadas, y manifestemos compasión, amor y buena voluntad hacia todos. Cultivemos un espíritu amable, un espíritu de tolerancia, y un amor tierno y benevolente hacia aquellos que, bajo la tentación, han cometido contra nosotros errores agraviantes. Si es posible, curemos esas heridas, y cerremos la puerta de la tentación quitando toda barrera que haya erigido entre él y nosotros el que haya obrado mal... El Señor se deleita en derramar sus bendiciones sobre aquellos que quieren honrarlo, que quieren reconocer su misericordia, que revelan, que aprecian su amor hacia ellos manifestando las mismas características llenas de gracia a los que los rodean” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 146). “El hecho de que estamos bajo una obligación tan grande para con Cristo nos coloca bajo la más sagrada obligación hacia aquellos por quienes Él murió y anhela rescatar. Debemos manifestar hacia ellos la misma simpatía, la misma compasión y amor desinteresado que Cristo nos ha manifestado a nosotros. “El que no perdona suprime el único conducto por el cual puede recibir la misericordia de Dios. No debemos pensar que a menos que confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón para no perdonarlos. Sin duda, es su deber humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión; pero hemos de tener

un espíritu compasivo hacia los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas. Por mucho que nos hayan ofendido, no debemos pensar de continuo en los agravios que hemos sufrido ni compadecernos de nosotros mismos por los daños. Así como esperamos que Dios nos perdone nuestras ofensas, debemos perdonar a todos los que nos han hecho mal” (La Maravillosa Gracia de Dios, pág. 328). “¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” (Mateo 18:33).

Palabras finales de inspiración “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.” “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (Gálatas 6:9, 10; Judas 2023; Filipenses 2:1-3; 1 Pedro 3:8, 9). La gracia y el amor de nuestro Salvador compasivo se fundan en nuestros corazones para poder tener su Espíritu y la ternura del buen samaritano manifestada en su ministerio con el extranjero sufriente en el camino entre Jerusalén y Jericó. Este es mi deseo y oración. ¡Amén! n LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


Lectura 7 – Sábado, 12 de diciembre de 2015

Liderazgo–Servicio Valiente Por Idel Suarez Moleiro, EE.UU.

“El que preside [dejad que lo haga], con solicitud” (Romanos 12:8).

Modelo–liderando mediante el ejemplo

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uando Julio César lideró las legiones romanas para invadir Bretaña, fueron encontrados en las costas rocosas por los bárbaros que eran aparentemente salvajes y crueles. Estos nativos corrieron en contra de los romanos como un relámpago, como un tornado que quería devastar todo a su paso. Irrumpían gritando con enfado, como locos y asustando incluso a los soldados latinos más estoicos. ¿Qué hizo César? Tomó la bandera de Roma, la levantó, y dirigió su barco hacia la orilla. También alzó la voz y gritó a sus compañeros, “Soldados romanos, ¿permitiréis que vuestro general sea cortado en pedazos?” Los actos y palabras del poderoso líder electrizaron a sus tropas, quienes saltaron de sus botes y salieron a la orilla con su líder, venciendo a los nativos isleños de Bretaña y trayéndolos bajo la bandera de Roma.1 Como el más grande de todos los líderes de Roma, Julio César lideró mediante el ejemplo. Mostraba lo que sus seguidores tenían que hacer. No retrocedió frente a la amenaza, ni frente a la vista de incertidumbre; más bien, avanzaba con valentía y exhortaba a sus seguidores a imitarle en la batalla. Jesús dijo, “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis…” (Juan 13:15). Él también alentó a sus apóstoles a ser siervos como su Maestro y Señor. Él ejemplificó la conducta de un gran líder para que ellos, también, puedan llegar a ser líderes de la iglesia cristiana. “Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor” (Mateo 10:25). El apóstol Pedro, dirigiéndose a los primero líderes del siglo de la iglesia cristiana, les aconsejó liderar me2015

diante el ejemplo, como Cristo ha hecho. “no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:3). Los líderes de la iglesia no han de ser señores o reyes, pues uno es el Señor y Rey; que es Jesucristo. Más bien, los líderes han de ser ejemplos para la grey de creyentes en la lucha contra la mundanalidad, el pecado, y la maldad. Han de ser ejemplos en el rol del servicio para la comunidad, los necesitados, y los marginados. Han de ser ejemplos en llevar una vida de oración, en el estudio de la palabra de Dios, y en testificar a otros de Jesús.

Sabía que era más facil copiar, seguir el ejemplo, o imitar a alguien que aprender algo teóricamente. El apóstol Pablo, que fue un líder entre líderes, conocía la importancia de liderar mediante el ejemplo. Sabía que era más fácil copiar, seguir el ejemplo, o imitar a alguien que aprender algo teóricamente. Pablo estaba tan seguro de este concepto que escribió a los corintios: “Sed seguidores de mí, así como yo también soy de Cristo” (1 Corintios 11:1). La versión en español de Reina Valera literalmente dice: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” En las oficinas de todo el mundo, hay máquinas que son imitadoras precisas. Son llamadas fotocopiadoras. Duplican cualquier página que es colocada sobre su vidrio. Ahora los ingenieros han inventado una copiadora tridimensional. Estas copiadoras 3D son incluso para reproducir copias exactas de las partes del cuerpo hechas de plástico y otros materiales para individuos que carecen de un órgano externo como ser una mano, un oído, o un dedo del pie. Los inventores se anticipan a poder imprimir partes anatómicas humanas de repuesto. De manera similar, todo cristiano puede ser programado por el Espíritu

de Cristo para convertirse en un duplicador 3D o modelo de Jesús. A través de la obra de la gracia, hemos de clonar a Cristo en nuestro ser interno. Todo líder, ya sea un maestro, padre, o pastor, debe duplicar a Cristo, para ejemplificarlo, para vivirlo con el fin de que otros puedan ser seguidores de ellos, como ellos son de Cristo. La hermana Elena G. de White escribió sobre “liderar mediante el ejemplo” cuando se dirige a los líderes de las instituciones adventistas: “Los que ocupan una posición de líder deberían establecer el ejemplo”2 “Si os esforzáis para vivir como Él vivió, estaréis diciendo al mundo: ‘Contemplad al Hombre del Calvario’. Por precepto y por ejemplo estaréis conduciendo a otros en el camino de la rectitud.”3

Soldados de milicia–actuando al aviso de un momento Durante la Revolución Americana, muchos jóvenes, esposos, padres, agricultores, carpinteros, y comerciantes se volvieron soldados de milicia en su deseo por libertad. Los soldados de milicia conformaban aproximadamente un tercio de las fuerzas americanas durante las primeras batallas de la Revolución Americana en Massachusetts en 1775. Se unieron a la milicia para luchar contra los británicos y llegaron a ser famosos como hijos de libertad y soldados patriotas que estaban “listos para reunirse bajo las armas al aviso del minuto.”4 En el Antiguo Testamento, hubo una tribu que era conocida por ser rápida para actuar; tenía líderes que sabían lo que Israel necesitaba hacer, y sus hermanos estaban dispuestos a seguirlos. “De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos” (1 Crónicas 12:32). Tales líderes se necesitan en la iglesia hoy–que sean diligentes, rápidos para 23


discernir qué hacer, sin demorar en llevar a cabo su deber y sin titubear como Lot cuando los ángeles le urgieron a apresurarse. Jesucristo conocía la importancia de no tardar en hacer lo que era correcto. Él alentaba a sus discípulos a actuar al aviso instantáneo para lograr su propósito. “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35). ¿Recordáis el antiguo cliché, “Golpea mientras el hierro está caliente”? Cuando las personas están anhelando la verdad, cuando están deseando hacer algo para ayudar pero no saben cómo, necesitamos aprovechar la oportunidad y tomar ventaja del momento enseñable para llevarlos a Jesús. Con diligencia y gran seriedad, compartamos la historia del evangelio y enseñemos el mensaje evangélico a los que están dispuestos a ser guiados. El texto que hemos estado estudiando durante esta Semana de Oración incluye el ideal de los soldados de milicia–el que “preside [dejad que lo haga], con solicitud” (Romanos 12:8). Los Soldados de Milicia Americanos eran diligentes, confiables, eficientes

“Dios desea que los hombres conectados con su obra … cuya opinión está disponible, cuyas mentes, cuando sea necesario, actúen como los rayos.” y puntuales. Dentro de un minuto se reunían en una ubicación predeterminada, sus armas estaban a la mano. No dudaban. No tardaban. No se detenían para considerar si las condiciones eran seguras o convenientes. Eran hombres de acción, dispuestos a arriesgar todo por la libertad. “Incluso es más excusable cometer a veces una decisión equivocada que estar continuamente en una posición fluctuante, vacilando, a veces inclinados en una dirección y luego en otra. La vacilación y las dudas a veces causan más perplejidad y desgracia que proceder apresuradamente… “Se me ha mostrado que las victorias más notables y las derrotas más terribles han tenido lugar en cuestión de minutos. Dios requiere prontitud de acción.”5 “Victorias se pierden frecuentemente debido a las demoras. Habrá 24

crisis en esta causa. La acción pronta y decisiva en el momento justo ganará triunfos gloriosos, mientras que la demora y negligencia resultarán en grandes fracasos y deshonra segura a Dios. Los movimientos rápidos en el momento crítico a menudo desarman al enemigo, es decepcionado y vencido, pues había esperado el momento para emprender planes y obrar por artificio. Dios desea que los hombres conectados con su obra … cuya opinión está disponible, cuyas mentes, cuando sea necesario, actúen como los rayos.”6 Estando familiarizada con la historia americana, la hermana White frecuentemente hacía referencia a los Soldados de Milicia de la Revolución Americana. Ella comparaba a los creyentes con los soldados que estaban luchando contra el enemigo de nuestras almas y estaban dispuestos a arriesgar todo por la libertad bajo la bandera roja de Jesucristo. “El pueblo de Dios ha de ser soldado de milicia, siempre listos, siempre preparados en Jesucristo. Ha llegado la hora cuando en un momento podemos estar en la tierra sólida, el próximo la tierra puede estar debajo de nuestros pies.”7 “Dios necesita soldados en su ejército. Tendrá hombres que, cuando deban tomarse decisiones importantes, serán tan leales al deber como la brújula al polo; hombres cuyos intereses especiales y personales sean absorbidos, como ocurrió con nuestro Salvador, en el gran interés general de la salvación de las almas.”8 “Los siervos de Dios deben ser como milicianos, siempre dispuestos a avanzar tan pronto como su providencia les abra el camino. Cualquier tardanza que haya de su parte da tiempo a que Satanás obre para derrotarlos.”9 “Los ministros van a donde son enviados; son soldados de milicia, listos para mudarse en cualquier momento, para enfrentar cualquier emergencia. Ellos están necesariamente separados, en gran medida, de sus familias…Hermanos, no estudiéis cuán poco podéis hacer, con el fin de alcanzar el nivel más bajo, sino que levantaos para asiros de la plenitud de Cristo, para que podáis hacer mucho por Él.”10 “Hay un mundo que debe ser amonestado. Esta obra nos ha sido encomendada. Debemos practicar la

verdad a cualquier costo. Debemos actuar como milicianos abnegados que están dispuestos a sufrir la pérdida de la vida misma, si es necesario, en el servicio de Dios. Hay una gran obra que debe hacerse en poco tiempo. Debemos comprender cuál es nuestro trabajo y hacerlo fielmente. Todos los que finalmente reciban la corona de victoria, mediante un esfuerzo noble y decidido para servir a Dios, habrán ganado el derecho de ser vestidos con la justicia de Cristo.”11

Ministrando–como un líder servidor Uno de los científicos y pensadores más renombrados del siglo pasado fue Albert Einstein, un profesor de Princeton que ganó el Premio Nobel de física en 1921. Se le reconoce por el dicho, “Sólo una vida vivida al servicio de otros es digna de ser vivida.”12 Jesús fue el más grande de todos los siervos, el Pastor principal, y un verdadero Ministro. En su camino a Jericó, Jesús especificó el rol más importante de un líder, pastor, padre, o maestro. Él dijo, “Y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:44, 45). De este modo, los líderes más principales y los oficiales de más alto rango deben considerarlo un placer servir y ministrar a otros con buenas obras. Un estudiante una vez reclamó al director de una escuela en Filipinas porque los baños estaban sucios y olían mal y los inodoros no estaban limpios. El director escuchó al estudiante y le aseguró que los baños serían limpiados. El directo luego salió y caminó hacia los servicios, cogiendo un trapeador y un balde con jabón líquido y agua en el camino. El director se remangó y trapeó los pisos del baño, limpió los inodoros, y quitó el mal olor por sí mismo. El estudiante que murmuró vio al director hacer el trabajo de un conserje y le dijo a un amigo, “Pensé que el director iba a llamar a la señora de limpieza, pero no, él mismo lo limpió. Me hizo sentir culpable de no haber aprovechado la oportunidad de limpiar el baño.” Así fue la última cena del Señor. Jesús se levantó y tomó una fuente, una toalla, y un poco de agua y quitó su prenda exterior. Lavó los pies LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


sucios de los doce hombres adultos. Cada uno de ellos se sintió avergonzado y maravillado por qué no había tomado el rol de un siervo en lugar de su Líder. Fue después de ese vívido ejemplo de un líder servidor que Jesús dio a todos sus seguidores a través de todos los tiempos una maravillosa e inspiradora promesa. “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará…” (Juan 14:12). ¿Qué obras hizo Jesús? Hizo obras de misericordia, servicio, y amor. Estaba constantemente reuniéndose con las personas de todos los ámbitos de la sociedad y haciéndoles preguntas sencillas para descubrir cómo podría ayudarlos. Al ciego Bartimeo, Jesús le preguntó, “¿Qué quieres que te haga?” (Marcos 10:51). Al paralítico de Betesda, Jesús le inquirió, ¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). Ahora, dos mil años después, Jesús viene a vosotros al final de esta Semana de Oración y os hace la misma pregunta, “¿Qué puedo concederos? ¿Queréis ser sanos–física, mental, espiritualmente?” Jesús anhela bendeciros. Él desea curar vuestras dudas. Él añora daros una nueva vida. Él ansía serviros y colmaros de paz. Como seguidores de Jesús, cada líder debe procurar ministrar las necesidades de aquellos en su hogar, su iglesia, su escuela, su negocio, su instituto, y su comunidad. Ha de levantarse y servir diligentemente a aquellos en su esfera para la gloria de Dios. Y al servir a otros, indirectamente enseñará a sus hijos, a sus estudiantes, a sus feligreses, y a sus obreros que es más bienaventurado ministrar que ser ministrados.

Tutoría–instruyendo a otros por un tiempo Los Beatles, quienes cautivaron América con su música rock en los 1960, tomaron algunas de sus letras de la Biblia, como muchos en Hollywood, y alcanzaron éxito financiero. En la canción “Cambia, Cambia, Cambia,” ellos pusieron música a las palabras de Eclesiastés. “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). El liderazgo también tiene su hora. Los líderes necesitan comprender que su posición, influencia y autoridad están en calidad de préstamo por un 2015

tiempo limitado. Sabiendo que no son eternos, necesitan hacer desenvolverse a otros para que tomen su lugar. Son responsables ante Dios de preparar a otros para proseguir después de que su “hora de influencia de liderazgo sea terminada.”13 Necesitan liderar con un plan para los sucesores. Moisés sabía esto, e instruía a Josué. Asa sabía esto, e instruía a Josafat. Jesús sabía esto, e instruía a los doce

Los verdaderos líderes enseñan a sus sucesores. Cada uno debe liderar con diligencia, fidelidad y sacrificio. apóstoles. Pablo sabía esto, e instruía a Timoteo y Tito. Pedro sabía esto, e instruía a Marcos. Juan sabía esto, e instruía a Policarpo. Como padres, necesitamos aprovechar toda oportunidad para instruir a nuestros hijos para que lleguen a ser buenos padres. Como maestros, necesitamos aprovechar toda oportunidad para animar a los jóvenes a entrar en el campo de la enseñanza y llegar a ser buenos maestros. Como ministros, necesitamos inspirar a nuestros jóvenes a seguir el llamado de Dios y llegar a ser pastores servidores. Como madres, necesitamos instruir a nuestras niñas a llegar a ser grandes mujeres como las de Galilea que atendieron a Jesús. Una vez se le preguntó a la hermana White si era correcto que un presidente de Campo continúe así en la misma ubicación sin un cambio de liderazgo. “Se me ha preguntado si no es un error cambiar el presidente de una asociación local a un nuevo campo cuando muchos de los hermanos que están bajo su dirección actual no desean que él los deje. Al Señor le plugo darme luz sobre este asunto. Me ha sido mostrado que los predicadores no deben ser retenidos en el mismo distrito año tras año, y que no debe presidir el mismo hombre durante largo tiempo en una asociación. Un cambio de dones es para bien de nuestras asociaciones e iglesias.”14 “Algunos han suplicado quedarse un año más en el mismo campo, y frecuentemente la petición ha sido respetada. Han afirmado tener planes para lograr una obra más grande que la de hasta entonces. Pero al cierre del año había una condición peor de las cosas que antes. Si un ministro ha sido

infiel en su labor, no es factible que mejore el asunto quedándose.”15 He notado que algunos líderes parecen tener el concepto erróneo de que si la iglesia, campo, unión, o Conferencia General llama a uno a continuar por muchos años en una posición de liderazgo, sería un error rechazar el llamado. Ese parece haber sido el problema con el Pastor James White, el esposo de Elena G. de White. Él era un líder talentoso, por lo que sus hermanos le insistían servir como Presidente de la Conferencia General por largo tiempo. Ella escribió referente a esto: “Mi esposo llevó la carga más pesada… Aquí es donde sus hermanos cometieron el error de urgirlo, y él el de consentir en continuar bajo las cargas y responsabilidades que había llevado solo por años. Debería haber depuesto esas cargas hace años, las que tendrían que haberse dividido con otros hombres elegidos para actuar en favor del pueblo.”16 Jesús fue el más grande mentor de todos. Él no acaparó el cargo ni intentó hacer todo por sí mismo. Él estaba visiblemente en la tierra por un tiempo muy corto e instruyó a sus sucesores.17 Él infundía esperanza, ánimo, y un sentido de misión en sus apóstoles que continuarían liderando la iglesia cristiana. Él dijo a sus discípulos, “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). Cristo sabía que debía dejar a sus discípulos después de cumplir su misión. Sabía que debía dejar ir y conceder el Espíritu Santo para continuar ministrando en su nombre. A través del Espíritu Santo, otorgaría el don del liderazgo con diligencia. Instruiría a los nuevos líderes a recibir la vida de Jesús en ellos. Cada uno, a su vez y como Cristo, aprendería que el liderazgo es por un tiempo. Los verdaderos líderes enseñan a sus sucesores. Cada uno debe liderar con diligencia, fidelidad y sacrificio.

El hombre, el ministro, y la misión Un hombre se apresuraba a una capilla, para llegar a las puertas principales. Preguntó al ujier, mientras él y el ministro estaban conversando, “¿El servicio terminó?” El ujier, que comprendió la esencia del sermón del ministro para aquel sábado, respondió al caballero: “Señor, el culto terminó, 25


pero el servicio está sólo empezando.”18 Sí, la Semana de Oración se terminó, pero el servicio está justo empezando. Tú y yo somos llamados por Dios a servir con diligencia, a recordar que liderazgo significa ejemplificar la vida de Jesús, a actuar como un soldado de milicia para Cristo, a ministrar a los necesitados, y a enseñar a otros a ser ganadores de almas. Esta es nuestra misión–liderar con diligencia, como Jesús hizo y como Él quisiera que todos los líderes hagan. “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación” (1 Pedro 1:10). Amén. n __________

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Walter Baxendale, “Love of Leader,” Dictionary of Anecdote, Incident, Illustrative Fact, Selected and Arranged for the Pulpit and the Platform (New York: Thomas Whittaker, Bible House, 1892), pág. 347. Elena G. de White, Consejos sobre la salud (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1951), pág. 281. Elena G. de White, En los Lugares Celestiales (Washington, DC: Review and Herald, 1967), pág. 235. Encyclopedia Americana, International Edition, vol. 19, s.v. “minutemen.” Elena G. de White, “Liderazgo,” Testimonios para la Iglesia, tomo 3 (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1948), págs. 545, 546. Ibíd., pág. 498. Ellen G. White, Manuscript Releases, vol. 20 (Silver Spring, MD: E.G. White Estate, 1993), pág. 114. Elena G. de White, Testimonios para la Iglesia, tomo 3, pág. 554. Elena G. de White, Patriarcas y Profetas (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1913), pág. 448. Ellen G. White, Testimonies for the Church, vol. 7 (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1948), págs. 208, 209. Elena G. de White, Consejos sobre Mayordomía Cristiana (Takoma Park, Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1940), pág. 48. John C. Maxwell, The 21 Irrefutable Laws of Leadership, tenth edition (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2007), pág. 52. Ken Blanchard y Phil Hodges, Lead Like Jesus (Nashville, TN: W Publishing Group, 2005), pág. 45. Elena G. de White, “Presidentes de Conferencia,” Obreros Evangélicos (Washington, DC: Review and Herald Publishing Association, 1948), pág. 434. Ibíd. Elena G. de White, Testimonios para la Iglesia, tomo 3, pág. 549. Laurie Beth Jones, “He Trained His Replacements,” Jesus CEO–Using Ancient Wisdom for Visionary Leadership (New York: Hyperion, 1995), pág. 151. Charles L. Wallis, editor, “Service,” A Treasury of Sermon Illustrations (New York: Abingdon-Cokesbury Press, 1950), pág. 260.

Liberalidad cristiana

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ios es amor. Como los rayos de la luz del sol, el amor, la luz y el gozo fluyen de Él hacia todas sus criaturas. Su naturaleza es dar. La misma vida de Dios es la manifestación del amor abnegado (El Deseado de Todas las Gentes, pag. 67). El altruismo, principio básico del reino de Dios, concita el odio de Satanás, que niega hasta su misma existencia (La Educación, pag. 154). ¡He aquí el sustituto que el cielo ha provisto para ti! ¡Aquí está el amor! Dios te ha dado una prueba sorprendente de su amor, una prueba que desafía todo cálculo. No tenemos regla con qué medirlo, ni estándar con qué compararlo. Dios dio a su Hijo amado como una propiciación por nuestros pecados (Review and Herald, 28 de mayo de 1901). Oh, ¡cuán débil es nuestra fe, que no nos beneficiamos con las ricas y gloriosas promesas de Dios! Él nos concede voluntariamente sus dones. El Omnisciente y Omnipotente nos dará liberalmente todo lo que le pidamos con fe. Él es más misericordioso, más tierno, más paciente y amante que cualquier padre terrenal (En los Lugares Celestiales, pág. 83). Jesús dío su vida en sacrificio por nosotros, ¿y no le rendiremos nuestros mejores afectos, nuestras más santas aspiraciones, nuestro servicio más pleno? (Maranatha, pág. 237). Jesús dio su vida por nosotros, para que no perezcamos, sino para que creamos en Él y tengamos vida eterna. ¿Y desconfiaremos de Dios por un momento, cuando nos ha dado tal evidencia de su amor? No, no; mi alma clama por el agua viva de la vida para que yo pueda poder refrescar a otros… (Testimonies to Southern Africa, pág. 63). Jesús vino en forma humana para ofrecer en su propia vida un ejemplo de altruismo. Y todos los que aceptan este principio deben ser colaboradores con Él, demostrándolo en la vida práctica. Escoger la justicia por la justicia misma; ponerse de parte de la verdad aunque cueste sufrimiento y sacrificio, “ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová” (La Educación, pag. 154).

Aunque el pecado ha estropeado la obra perfecta de Dios, esa escritura permanece. Aun ahora todas las cosas creadas declaran la gloria de su excelencia. Fuera del egoísta corazón humano, no hay nada que viva para sí. No hay ningún pájaro que surca el aire, ningún animal que se mueve en el suelo, que no sirva a alguna otra vida. No hay siquiera una hoja del bosque, ni una humilde brizna de hierba que no tenga su utilidad. Cada árbol, arbusto y hoja emite ese elemento de vida, sin el cual no podrían sostenerse ni el hombre ni los animales; y el hombre y el animal, a su vez, sirven a la vida del árbol y del arbusto y de la hoja. Las flores exhalan fragancia y ostentan su belleza para beneficio del mundo. El sol derrama su luz para alegrar mil mundos. El océano, origen de todos nuestros manantiales y fuentes, recibe las corrientes de todas las tierras, pero recibe para dar. Las neblinas que ascienden de su seno, riegan la tierra, para que produzca y florezca (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 12). Dios da regular y gratuitamente para bendecir al ser humano. Sus dones no son sólo ricos y generosos sino también sistemáticos. La luz del día, las estaciones recurrentes, el rocío y las lluvias que hacen que la vegetación florezca, son bendiciones de Dios fluyendo sin cesar para los hijos de los hombres. Y Dios exige de aquellos que Él bendice esfuerzos caritativos en conformidad con el Modelo divino. Nuestras generosidades nunca deben cesar; nuestras dádivas deben ser regulares y constantes; y el orden debe ser observado en el trabajo. No es una cualidad del corazón natural ser caritativo; se debe enseñar a los seres humanos, y darles línea sobre línea y precepto sobre precepto, cómo trabajar y cómo dar según la orden de Dios (Review and Herald, 12 de diciembre de 1878). La prosperidad espiritual está estrechamente vinculada con la liberalidad cristiana. Los seguidores de Cristo deben regocijarse por el privilegio de revelar en sus vidas la caridad de su Redentor. Mientras dan para el Señor, tienen la seguridad de que sus tesoros van delante de ellos a los atrios celestiales. ¿Quieren los hombres asegurar su propiedad? Colóquenla entonces en las

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN


y Prosperidad espíritual manos que llevan las marcas de la crucifixión. ¿Quieren gozar de sus bienes? Usenlos entonces para la bendición del necesitado y doliente. ¿Quieren aumentar sus posesiones? Escuchen entonces la orden divina: “Honra a Jehová de tu substancia, y de las primicias de todos tus frutos; y serán llenas tus trojes con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:9, 10). Procuren retener sus posesiones para fines egoístas, y provocarán su ruina eterna. Pero den sus tesoros a Dios, y desde aquel momento llevarán éstos su inscripción. Estarán sellados con su inmutabilidad. Pablo traza una regla para dar a la causa de Dios, y nos dice cuál será el resultado tanto para nosotros como para Dios. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre.” “Esto empero digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará.” “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra... Y el que da simiente al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los crecimientos de los frutos de vuestra justicia; para que estéis enriquecidos en todo para toda bondad, la cual obra por nosotros hacimiento de gracias a Dios” (2 Corintios 9:6-11) (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pag. 687). Se nos exige hacer el bien y bendecir a otros por medio de nuestras labores y oraciones así como también por medio del don de los recursos. Para ser cristianos y ganar el cielo debemos imitar al gran Ejemplo. Él alegremente dio su vida para rescatar un mundo apóstata. El egoísmo y la mundanalidad fueron condenados por la vida diaria de Cristo; y ninguno de nosotros puede vivir para sí mismo y seguir disfrutando de la aprobación de Dios (Review and Herald, 12 de diciembre de 1878). Aquellos a quienes Dios ha dotado de aptitudes para obtener recursos, tienen hacia Él la obligación de emplear dichos recursos, mediante la sabiduría que el cielo les imparta; para gloria de 2015

su nombre. Cada centavo gastado en la complacencia de sí mismo, o entregado a determinados amigos que lo gastarán para satisfacer su orgullo y egoísmo; es algo substraído a la tesorería de Dios. El dinero gastado en atavíos destinados a realzar la figura debiera haberse usado para hacer progresar la causa de Dios en lugares nuevos. ¡Oh, que Dios le conceda a todos un verdadero concepto de lo que significa ser cristiano! Es algo que significa ser semejante a Cristo, y Cristo no vivió para complacerse a sí mismo (Testimonios para la Iglesia, tomo 6, pag. 218). No debemos considerar que podemos hacer o dar algo que nos dé derecho al favor de Dios. Dice el apóstol: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7). Cuando David y el pueblo de Israel hubieron reunido el material que habían preparado para la edificación del templo, el rey, al confiar el tesoro a los príncipes de la congregación, se regocijó y dio gracias a Dios en palabras que debieran grabarse para siempre en el corazón de los hijos de Dios. “Asimismo holgóse mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, de uno a otro siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia, y el poder, y la gloria, la victoria, y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas... Y en tu mano está la potencia y la fortaleza, y en tu mano la grandeza y fuerza de todas las cosas. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros te confesamos, y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? Porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días cual sombra sobre la tierra, y no dan espera. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos aprestado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada:

por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, que aquí se ha hallado ahora, ha dado para ti espontáneamente” (1 Crónicas 29:10-17). Era Dios quien había proporcionado al pueblo las riquezas de la tierra, y su Espíritu le había predispuesto a entregar sus cosas preciosas para el templo. Todo provenía del Señor; si su poder divino no hubiese movido el corazón de la gente, vanos habrían sido los esfuerzos del rey, y el templo no se habría erigido… Ninguno de nosotros puede subsistir sin la bendición de Dios, pero Dios puede hacer su obra sin la ayuda del hombre, si así lo quiere. Ha dado, sin embargo, a cada hombre su obra, y confía a los hombres tesoros de riquezas o de intelecto como a sus mayordomos. Por su misericordia y generosidad, Dios nos pone en cuenta todo lo que le devolvemos como mayordomos fieles. Pero debemos comprender siempre que no es obra de mérito de parte del hombre. Por grande que sea la capacidad del hombre, no posee nada que Dios no le haya dado, y que no le pueda retirar si estas muestras preciosas de su favor no son apreciadas y debidamente empleadas. Los ángeles de Dios cuya percepción no ha sido enturbiada por el pecado, reconocen los dones del cielo como otorgados con la intención de que sean devueltos en forma que aumente la gloria del gran Dador. El bienestar del hombre está vinculado con la soberanía de Dios. La gloria de Dios es el gozo y la bendición de todos los seres creados. Cuando procuramos fomentar su gloria, estamos procurando para nosotros mismos el mayor bien que nos es posible recibir. Hermanos y hermanas en Cristo, Dios pide que consagremos a su servicio cada facultad, cada don que hayamos recibido de Él. El quiere que digamos como David: “Todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos” (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pags. 687, 688). Cada impulso del Espíritu Santo para guiar a los hombres al bien y a Dios queda registrado los libros del cielo, y en el día de Dios, todos los que han actuado como instrumento para 27


la obra del Espíritu Santo, se les permitirá contemplar lo que su vida ha realizado (Testimonios para la Iglesia, tomo 6, pág. 312). Todo lo que los hombres reciben de la bondad de Dios sigue perteneciendo a Dios. Todo lo que Él nos ha otorgado en las cosas valiosas y bellas de la tierra, ha sido colocado en nuestras manos para probarnos, para medir la profundidad de nuestro amor hacia Él y nuestro aprecio por sus favores. Tanto los tesoros de las riquezas como los del intelecto, han de ser puestos como ofrenda voluntaria a los pies de Jesús (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pag. 688). Delante de Dios está escrito “un libro de memoria,” en el cual quedan consignadas las buenas obras de “los que temen a Jehová, y de los que piensan en su nombre” (Malaquías 3:16, VM). Sus palabras de fe, sus actos de amor, están registrados en el cielo. A esto se refiere Nehemías cuando dice: “¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, [...] y no borres mis obras piadosas que he hecho por la Casa de mi Dios!” (Nehemías 13:14, VM). En el “libro de memoria” de Dios, todo acto de justicia está inmortalizado (El Conflicto de los Siglas, pag. 473). Otro libro fue abierto, en el cual estaban registrados los pecados de los que profesaron la verdad. Bajo el encabezamiento general “egoísmo” venían todos los otros pecados (Notas Biográficas de Elena G. de White, pag. 266). La viuda pobre que depositó sus dos blancas en la tesorería del Señor, ignoraba las consecuencias de lo que estaba haciendo. Su ejemplo de abnegación ha surtido efecto una y otra vez sobre miles de corazones en todas partes y en todo tiempo. Ha traído a la tesorería del Señor ofrendas tanto del encumbrado como del humilde, del acaudalado como del pobre. Ha ayudado a sostener misiones, establecer hospitales, alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, sanar al enfermo y predicar el Evangelio a los pobres. Multitudes han sido bendecidas a través de su desprendida acción. Y en el día de Dios, a ella se le permitirá ver la influencia que tuvo su acto. Lo mismo será con la valiosa ofrenda de María Magdalena al Señor. ¡Cuántos han sido inspirados hacia el servicio amante al recordar el vaso de alabastro roto! ¡Y cuán grande será el regocijo de ella cuando contemple los resultados!

Será maravillosa la alegría cuando se revelen sus afanes y desvelos con sus preciosos resultados. ¡Cuán grande será la gratitud de las personas que se reunirán con nosotros en las cortes celestiales cuando comprendan el tierno y amante interés manifestado en su salvación! Para Dios y al Cordero serán la alabanza, la honra y la gloria por nuestra redención; pero no se disminuirá la gloria de Dios al expresar gratitud a los que han sido sus instrumentos en la salvación de las personas que estaban a punto de perderse (Testimonios para la Iglesia, tomo 6, págs. 312, 313). Hermanos y hermanas míos, no pidáis que se efectúen reducciones en la obra evangélica. Mientras haya gente que salvar, nuestro interés en la obra de salvación no debe disminuir, La iglesia no puede disminuir su tarea sin negar a su Maestro. No todos pueden ir como misioneros a países extranjeros, pero todos pueden dar de sus recursos para promover la obra en las misiones extranjeras (Testimonios para la Iglesia, tomo 9, pag. 45). El manifestar un espíritu generoso y abnegado para con el éxito de las misiones en el extranjero es una manera segura de hacer progresar la obra misionera en el país propio; porque la prosperidad de la obra que se haga en él depende en gran parte, después de Dios, de la influencia refleja que tiene la obra evangélica hecha en los países lejanos. Es al trabajar para suplir las necesidades de otros como ponemos nuestras almas en contacto con la Fuente de todo poder. El Señor ha tomado nota de toda fase del celo misionero manifestado por su pueblo en favor de los campos extranjeros. El quiere que en todo hogar, en toda iglesia, en todos los centros de la obra, se manifieste un espíritu de generosidad mandando ayuda a los campos extranjeros, donde los obreros están luchando contra grandes dificultades para dar la luz a los que moran en tinieblas. Lo que se dé para empezar la obra en un campo propenderá a fortalecer la obra en otros lugares. A medida que los obreros queden libres de las trabas financieras, sus esfuerzos podrán extenderse y a medida que haya personas que sean traídas a la verdad y se establezcan iglesias, aumentará la potencia financiera. A medida que se fortalezcan nuestras iglesias, podrán no sólo proseguir con la obra en sus propios confines, sino enviar ayuda a otros campos (Obreros Evangélicos, pag. 481). n

“El altruismo, principio básico del reino de Dios, concita el odio de Satanás, que niega hasta su misma existencia. Desde el comienzo del gran conflicto ha tratado de demostrar que los principios que constituyen el fundamento de la actividad divina son egoístas, y califica del mismo modo a todos los que sirven a Dios. La obra de Cristo y la de todos los que llevan su nombre consiste en refutar las acusaciones de Satanás” (La Educación, pág. 137).


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