EL DACIA Y EL CABLE TELEGRAFICO DE CADIZ A NUESTRA CIUDAD

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Una muy antigua estampa del puerto de Santa Cruz. Fondeado detrás del Muelle Sur, una «mamaria de cruceta» y, a su abrigo y a la derecha, la estampa blanca del cañonero «Ardent», de la Marina francesa, uno de los últimos vapores de ruedas que por aquí recaló.

A

LLÁ por 1883, la ciudad tenía surcos de tierra luciente entre El Toscal, Ventoso y Tahodio. Más allá, Valleseco y La Jurada, playa en la que se amarró —hizo ahora un siglo— el cable telegráfico submarino que unió a Tenerife, a las islas con Cádiz. Santa Cruz de Tenerife, ciudad marinera por tradición y vocación plena, guarda en los anales de su puerto nombres y más nombres de cableros —«Neptun», «John A. Mackay», «Castillo Olmedo», «Ampere», «Monarch», «Alert», etc.— que, al correr de un centenar de años, han tenido a su cargo el mantenimiento y reparación de los cables que amarraron y amarran en las costas de la ciudad. Los cableros son barcos de líneas precisas y preciosas, barcos con un sello especialísimo de construcción y estampa marinera. Moliendo espumas, rompiendo olas al ritmo cansino de sus alternativas triples, fueron barcos —son barcos— que trillaron con monótona constancia los mares y, unas veces dejaban ir por la popa la nueva línea y, en otras, con paciencia trataban de localizar la averiada para, una vez a su bordo, proceder a la oportuna y siempre urgente reparación. Hoy, la evocación de dos barcos, los «Dacia» e «International» que, hace un siglo, con sus estelas escribieron historias —muy buena historia— en las aguas de Santa Cruz. Era cuando los barcos andaban a vapor, devorando carbón por sus hornos y devolvían a las nubes negros y airosos penachos que quedaban tendidos sobre la estela. Era cuando la ciudad —nacida al filo de la ola, al calor y color del Atlántico— miraba de frente a la mar, como siempre y como ahora, pues bien comprende que cuanto fue, es y será, le ha llegado, llega y llegará, por la lámina azul del infinito. Santa Cruz de Tenerife es ciudad que siempre ha querido ser —ser no es sino querer ser— y, de ahí, esa su marcha hacia adelante, por el buen y recto camino del progreso y, también, el bien hacer de sus hombres. Cierto es también que no puede tener esperanzas quien no tenga recuerdos y, por ello —por buen ganados recuerdosSanta Cruz tiene y tendrá siempre metas, ilusiones que se alcanzan con ejemplar constancia y luego forman los hitos que señalan la marcha, el progreso de la ciudad, de toda la isla de Tenerife. Nuestra vieja y muy querida ciudad de Santa Cruz tiene antigüedad salada y portuaria, antigüedad llena de gracia y donaire. Es por ello que en su historia se encuentren nombres y más nombres ligados a su

Santa Cruz de ayer y de hoy

El «Dacia» y el cable telegráfico de Cádiz a nuestra ciudad puerto, verdadera puerta de la isla toda. Entre tales nombres, los de los cableros antes citados pero, desde luego, ante todos —y en lugar muy destacado— el. del «Dacia», el que, con el «International», hace un siglo tendió el cable histórico por su significación para las islas todas. La historia del cable submarino comenzó en 1882 y, el 6 de diciembre del año siguiente, fue oficialmente inaugurado. Con tal motivo, las fiestas en Santa Cruz duraron tres días y, como bien dice don Alejandro Cioranescu en su «Historia de Santa Cruz», el entusiasmo era tan grande «que se llega a dudar si se celebraba el nuevo e importante servicio conseguido o la victoria política que se había obtenido». En la zona costera de Santa Cruz de Tenerife, el cable amarraba en la playa de La Jurada —donde había una conexión para Las Palmas y desde Bueñavista otra a Santa Cruz de la Palma— y las oficinas y central telegráfica se encontraban en la calle de la Cruz Verde. Con las primeras luces del 1 de noviembre de 1883, el puerto de Santa Cruz era un regalo azul pintado de barcos. Frente al Castillo de San Pedro, las goletas y balandras del cabotaje y la pesca compartían el fondeo con las negras y panzudas gabarras del carbón. Eran tiempos de poco muelle y muchos barcos y, aproada al tiempo reinante, la fragata «Victoria» —de matrícula tinerfeña y entonces al mando del capitán Marrero— que, con carga de madera, había llegado de Saint John el 8 de septiembre. La «Victoria» —de 510 toneladas y construida en la playa de los Melones— estaban tripuladas por catorce hombres, de capitán a paje, y se le consideraba como uno de los mayores y mejores veleros de construcción tinerfeña. El siguiente día 4, una vez finalizó las operaciones de carga fue despachada por don Juan Cumella para La Habana y otros puertos de la Cuba entonces española. Cerca de la fragata «Victoria», el bricbarca «Amalia» —de 347 toneladas y tripulado por 13 hombres al mando del capitán don Juan González— que, desde el 27 de septiembre, estaba fondeado en aguas de Santa Cruz. En ocho singladuras había cruzado desde Cádiz y, tras cargar, el 9 de noviem-

bre se hizo a la vela con rumbo Hardisson Hermanos para Río de Janeiro, Montevideo y Buea La Habana. En aguas de Santa Cruz re- nos Aires. Poco después, de nuevo cansaltaban dos estampas marineras gallardas y llenas de gra- tó el bronce de la atalaya y, por cia. Una era la de la fragata la driza del palo, subió la señal «Concepción», de la Marina de que indicaba que dos vapores Guerra, española, que al man- venían «de enfrente». Efectivado del comandante Reguera mente, se trataba de los tan eshabía dado fondo el 16 de octu- perados «Dacia» e «Internaciobre procedente de Cádiz. Tripu- nal» que, desde Cádiz, venían lada por 397 hombres y artilla- con el tan esperado cable para da con veinte cañones, la «Con- su amarre en La Jurada. El cablero «Dacia» —de 1.473 cepción» —que el 27 de noviembre zarpó rumbo a Cádiz— esta- toneladas— venía al mando del ba fondeada cerca de la corbe- capitán Bayward y su tripulata «Ceres» que, también de la ción la componían 101 homArmada Española, al mando bres entre marinos propiamendel comandante Barroso había te dichos, maquinistas y espellegado a Santa Cruz el 2 de oc- cialistas en cables y su tendido. tubre. La «Ceres», artillada con El «International», de 1.004 todos cañones, estaba tripulada neladas y 83 tripulantes, estapor 84 hombres y, por enton- ba al mando del capitán W.A. ces, se encontraba de apostade- Findall. Ambos arbolaban banro en aguas de nuestra ciudad. dera inglesa y estaban matricuFondeado a la gira, el vapor , lados en Londres. Los dos cableros llevaron a inglés «Timsah» —chimenea de mucha guinda y aparejo de go- cabo las operaciones de amarre leta en sus dos palos— descar- en La Jurada y, luego, hicieron gaba en las gabarras abarloa- varias salidas —la primera el das a banda y banda el carbón día 4 para regresar el 6— para gales que abarrotaba sus bode- el tendido de los enlaces con gas. Este vapor, de 914 tonela- Las Palmas y Santa Cruz de La das y al mando del capitán Wil- Palma. Este último enlace son, había dado fondo el 28 de —desde Buenavista del Norte— octubre y, una vez finalizó la se inició con la salida del día 6 descarga en las gabarras de y, cuatro días más tarde, los Hamilton y Compañía, arran- dos cableros regresaron a Sanchó a son de mar y, el día 4, co- ta Cruz de Tenerife. El día 16, el «Dacia», con el menzó a virar el ancla. Ya con ella a pique, dio avante y, «International» en su estela, mientras la hélice batía y batía arrumba a Santa Cruz de La la mar, la proa —obediente al Palma, desde donde el primero timón— cayó y apuntó a Punta regresa a esta ciudad el 23 y, de Anaga, por donde ya se dividos días más tarde, lo hace su saba un negro y espeso pena- compañero de tareas. Ya en cho de humo. puerto, carbonean, hacen la Cantó la campana de la ata- aguada y, el 27, levan y ponen laya situada en el castillo de proa a Cádiz. San Cristóbal y, casi al mismo El 15 de diciembre, los «Datiempo, por la driza subió la secia» e «International» vuelven a ñal que indicaba «vapor de Santa Cruz de Tenerife y, tres arriba». Ya cerca, y en el días más tarde, el primero zar«avante poca» de las entradas, pa para llevar a cabo operacioéste arrumbó al fondeadero nes de mantenimiento del cable asignado por el práctico y, con submarino. El 26, él «Internaférreo estrépito de cadenas que cional» vira el ancla y, ya en escapaban por los escobenes, franquía, arrumba a Londres; dio fondo, Poco a poco, el reel 29 de febrero de 1884, nueva escala del «Dacia» —que venía cién llegado se aproó al tiempo reinante al tiempo que las gaprocedente de Arrecife de Lanzarote— y que, el 18 de marzo, barras y aljibes llegaban a sus lleva a cabo inspección del cacostados. Se trataba del vapor ble para, dos días después, refrancés «Porteña» —de la Chargresar a Santa Cruz, desde geurs Reunís, barcos aquí codonde el 23 se hace a la mar nocidos por los de «las cinco estrellas»— que, al mando del carumbo a Londres. pitán Le Guen, llegaba de El El «Dacia» fue un cablero con Havre en seis singladuras y, buena historia, barco que ha una vez finalizó las operaciones dejado su nombre en un banco de carboneo y refresco de la del Atlántico y, por su relación aguada, fue despachado por con las comunicaciones por ca-

ble, su estampa marinera ha quedado plasmada en un sello de Jamaica emitido en 1970 con motivo del —como hemos celebrado en Santa Cruz— centenario del tendido del primer cable telegráfico a dicha isla. El «Dacia» era un vapor de casco de hierro, de 75 metros de eslora, que para la Norwood and Company había sido botado, en 1867, en los astilleros de la J. Laing, de Sunderland. En tres palos podía largar buena cantidad de trapo en velas redondas y cangrejas y, entre los mayor y mesaría, se alzaba una chimenea de mucha guinda y en caída. Tres años más tarde, el «Dacia» fue adquirido por la empresa India-Rubber Gutta-Percha and Telegraph Works, empresa que por entonces tenía su central el Silvertown, Londres. Entre 1869 y año siguiente, Sir Charles Bright y su hermano Edward formaron dos compañías —la West India and Panamá y la Cuba Submarina Telegraph— para unir las principales islas de las Antillanas con La Habana entonces española

y, desde allí, a los Estados Unidos, país ya conectado a Europa a través del cable del Atlántico. Era necesario un buen cablero para llevar a cabo el tendido y, desde luego, el «Dacia» fue el seleccionado. Fue preciso aumentar la eslora en 12 metros y, con nuevo equipo para el tendido de cables y maquinas auxiliares, era por entonces la última palabra de la técnica especializada en su difícil tarea. En 1870 comenzó el tendido del cable que, de cuatro tipos diferentes, tenía 4.000 millas de extensión y, en total, pesaba unas 10.000 toneladas. Fue embarcado el cable por el «Dacia», el vapor «Suffolk» y tres fragatas especialmente fletadas para ello. Tras esta etapa de vida marinera, el «Dacia» continuó sus actividades en la mar, si bien ya superado por nuevas unidades especializadas y, en diciembre de 1915 —cuando a la altura de Funchal intentaba recuperar el cable alemán con América del Sur— fue torpedeado y hundido por un submarino de la Marina germana. Así terminó la vida marinera del cablero que, hace un siglo, conectó a Santa Cruz de Tenerife con Cádiz. Han pasado los años y las décadas y, como siempre, Santa Cruz de Tenerife, la ciudad con muy buenos recuerdos, tiene ilusiones y esperanzas. Tiene una evocación para el «Dacia», el barco de la vida sencilla, buena y silenciosa.— Juan A. Padrón Albornoz.

EXCMO. CABILDO INSULAR DE TENERIFE ACTO DE APERTURA DE LA NUEVA INSTALACIÓN DE LA SALA DE ANTROPOLOGÍA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE TENERIFE (DONACIÓN DEL DR. DON JUAN BETHENCÜURT RIMERO) Presentación a cargo de Don LUIS DIEGO CUSCOY, Director del expresado Museo. Intervención del Iltmo. Sr. Don JOSÉ SEGURA CLAVELL, Presidente del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife. Martes, día 13 de diciembre de 1983, 20 horas. Palacio Insular, 2a Planta. Asistencia libre.


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