Tenerife, domingo, 7 de mayo ae
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ESDE hace unos años, los grandes petroleros que arriban a Santa Cruz de Tenerife con cargamentos de crudo para la refinería de Cepsa fondean en el campo de boyas de La Hondura. Allí, casi al filo de la ola, por el oleoducto submarino descargan los cargamentos de petróleo crudo que llenan sus tanques. Durante años y años, los petroleros con carga de crudo —y los que llegaban luego a cargar refinado— fueron estampas habituales del Muelle Sur y, así, cargada de años y recuerdos, hoy nos haga la estampa marinera del «Oleander», el petrolero británico que señaló el comienzo de las actividades de la Cepsa y, al propio tiempo, de nueva estampa en las del puerto de la capital tinerfeña. El 1 de noviembre de 1930 fue jornada de bastante tráfico portuario y, al mismo tiempo, fecha que figura como un hito en la historia —siempre buena historia— del puerto de Santa Cruz de Tenerife, de la Isla toda y, desde luego, de la entonces nueva Compañía Española de Petróleos. En la costa dur de la ciudad, la refinería de la Cepsa crecía y crecía y, con la misma rapidez, en la Avenida Marítima y Muelle Sur se procedía a la finalización del tendido de la tubería para la conducción del crudo hasta las modernas instalaciones. En la fecha citada, en el Muelle Sur se encontraban atracados los fruteros noruegos «San José» y «Sardina» —ambos bajo la contraseña de la Fred Olsen Line— el inglés «Alondra», uno de los «tres palos» de la Yeoward Brothers, el francés «Ariadne» —en viaje de Dakar a Burdeos— y el sueco «Maja», con carga de madera consignada a don Pedro Duque. Frente a la playa de San Antonio, en fondeo y amarrado a una boya, el vapor «Tours» —de bandera francesa— dejaba resbalar por las planchas el buen carbón Cardiff que abarrotaba sus bodegas hacia las gabarras de Hamilton abarloadas a banda y banda. Con buen festón de defensas, las gabarras, siempre envueltas en tenues nubes de negro polvillo, eran atendidas por los remolcadores «Tenerife» y «Britannia» que, en el rojo de las chimeneas con zuncho negro, lucían en blanco la H de sus armadores. Al amanecer del citado día 1, procedente de Cádiz arribó el «Romeu» —vapor histórico en el puerto de Santa Cruz— arribó el holandés «Reggestroom» —en viaje con Conakry a El Havre— y, tras él, dio fondo el frutero noruego «San Mateo», de la Fred Olsen Line. Aquel día, correíllos y fruteros del cabotaje —«La Palma», «León y Castillo», «Fuerteventura», «Hierro», «Amir», «Gadir», «San Isidro», «Colón» y «Sancho II» —entonces completaron la estampa mañanera y marinera del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Mientras, por el Sur aparecía la silueta marinera del petrolero «Oleander» —de trasera chimenea— que, con el primer cargamento de crudo destinado a la moderna refinería de Cepsa, venía arrumbando a nuestro puerto. Antes de que el «Oleander» tomase práctico, lo hizo el trasatlántico belga «Thysville» —de la Compagnie Maritime Belge— que, con pasajeros, correspondencia y carga, al mando del ca-
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El 1 de noviembre de 1930, el petrolero inglés «Oleander» arribé para, en el Muelle Sur —y por el recién instalado oleoducto— descargar las primeras 7.750 toneladas de crudo para retinarlas por la Corn pañía Española de Petróleos
El «Oleander» y el comienzo de las actividades de Cepsa en petroleros de dicha nacionalidad e italianos— también llegaban cargamentos de crudo para la refinería de Cepsa. En la fecha citada, finalizó para siempre la conexión del petrolero «Oleander» con el puerto de Santa Cruz de Tenerife, en cuyo Muelle Sur atracó aquel histórico 1 de noviembre de 1930. Aquel día se trabajaba, precisamente, en el tendido de EL PETROLERO los últimos metros de la tubería «OLEANDER» necesaria para la descarga del cargamento de petróleo crudo Mientras, en el «avante poca» de que traía en sus tanques. las entradas, el «Oleander» El «Oleander» —petrolero —ya con práctico a su bordo— que dejó su nombre en la pequepuso proa a la bocana del puer- ña y gran historia del puerto de to y, una vez dio fondo y borneó, Santa Cruz de Tenerife— era quedó atracado en el Muelle Sur. producto del artesanal de PemVenía el «Oleander» al man- broke, en una de cuyas gradas do del capitán Frost —de la Re- fue botado en 1921. Gemelo del serva Naval— y, desde Aruba, «Olna» —que nació a la mar en traía en sus tanques las primeras la arsenal de Devonport— el 7.750 toneladas de crudo destina- «Oleander» era de 10.000 tonedas a ser refinadas en las insta- ladas; con 131 metros de eslora laciones de la Compañía Espa- y 17,37 de manga, con una máñola de Petróleos. quina alternativa triple, que toEl «Oleander» —con una do- maba vapor de calderas escocetación de 47 hombres— venía sas, con 3.250 Hp sobre una héconsignado a la firma Depósitos lice alcanzaba media de 11 de nude Carbones de Tenerife S.A., fi- dos. lial de una empresa alemana y, Estos dos petroleros — atracado en el Muelle Sur, bien «Oleander» y «Olna» fueron mostró la estampa marinera que construidos para la Royal Navy refleja la imagen. que, con anterioridad, había adMientras el «Oleander» bor- quirido a la entonces Anglo Iraneaba para quedar atracado en el nian, hoy BP, los «British BeaMuelle Sur, tras punta Anaga con», «British Lantern» y «Briapareció la silueta gallarda y tish Star», que pasaron a la mablanca de velas abiertas de la go- rina con los nuevos nombres de leta de tres palos «Horisonte», «Olcades», «Oligarch» y «Olyde bandera portuguesa. Con la nthus» limosna de la brisa en sus velas, Cuando el «Oleander» arribó la «Horisonte» venía desde Lisboa —al mando del capitán por vez primera al puerto santaAzevedo— y, tras escala en Fun- crucero, lo hizo con el casco pinchal, había seguido a nuestro tado de negro, fondos de rojo y puerto con carga de gasolina en chimenea y superestructuras de latas destinada al consumo de la ocre. Como nota de elegancia —entonces era moda— el puenentonces pequeña flota automote de mando estaba barnizado de vilística tinerfeña. El «Oleander» estuvo atraca- color caoba, estampa marinera do en el muelle Sur hasta el día que bien conservó hasta que, en 9 y, ya en lastre, fue despachado 1939, el ronco estampido de los para el puerto antillano de pro- cañones llamó a la guerra en Europa y, luego, a todos los concedencia. Desde dicho puerto tinentes. holandés —Aruba— el 15 de marzo del año siguiente volvió a Fue entonces cuando el Santa Cruz de Tenerife con otro «Oleander» vistió de gris y triste cargamento de crudo venezola- sayal de la guerra y, debidamenno destinado a la refinería de te artillado para la defensa anCepsa. Faenas de descarga en el tiaérea, se preparó para particiMuelle Sur, y ya vacío y en las- par en la lucha. tre, el «Oleander» fue despachaCuando las tropas alemanas do el día 21 para el puerto roma- desembarcaron en Noruega —y no de Constanza desde el cual—- una vez la fuerza naval ando* pitan Hairemans navegaba de Matadi y Boma a Lisboa y Amberes. El «liner» belga quedó fondeado en la dársena para rellenar carboneras y refrescar la aguada mientras, en las falúas de la empresa Camacho, los pasajeros y tripulación franca venían a la tierra para, tras desembarcar por la marquesina, recorrer la ciudad y zonas cercanas.
francesa arrumbó a Narvik— el «Oleander», antiguo petrolero ligado al puerto de Santa Cruz, se hizo a la mar proa al puerto de Hurstad, se comunica con el fiord de Ofot, en la cual Narvik se abre con sus instalaciones portuarias a los mineraleros que llegan a cargar los productos de las minas suecas de Kiruna. El «Oleander» quedó integrado en la fuerza naval compuesta por el crucero de batalla «Renow» insignia del vicealmirante Withworth— los destructores del capitán del navio Warburton-Lee, tres transportes de tropas y material, un buque-taller y un calaredes. Posteriormente, el vicealmirante Withworth cambió su insignia al acorazado «Warspite» y, en el fierd de Herjangs, el hidro «Swordfish» catapultado por el citado «battle ship», descubrió a los destructores alemanes «Kinne», «Koellnerr» y «Roeder», que cubrían la entrada al puerto de Narvik. Luego, el mismo hidro atacó y hundió con bombas al submarino «U-64», que fue el primero de su tipo hundido por un avión durante la guerra. El «Oleander» quedó basado en el puerto de Harstad —al Nor-
te de Narvik— mientras en los fiordos próximos al últimamente citado, los destructores alemanes e ingleses lucharon y lucharon. Por los fiordos de Ofot, Harjangs y Rombaks, los cscos destrozados de los destructores de una y otra nacionalidad —«Hunter», «Harry», «Thiele», «Giese», etc.— jalonaron el desarrollo de la dura batalla. Allí, en aguas de Narvik, el capitán de navio Warburton-Lee ganó, a título postumo al caer en el puente de «Hardy», la primera de las «Victoria Cross» otorgada en la Segunda Guerra Mundial. En Harstad, el «Oleander» continuó suministrando combustible a los busques de la Royal Navy que operaban en aguas noruegas. De continuo era bombardeado por la Luftwaffe alemana y, el 26 de mayo, fue el calaredes «Loch Shin», fondeado en sus inmediaciones— pero las llamas fueron sofocadas por la dotación, si bien el «Oleander» queso gravemente averiado e incapaz de dar avante y navegar. La dotación hizo todo lo posible e imposible para reparar al «Oleander», pero, pese a sus esfuerzos, no lograron cerrar las
vías de agua ni disminuir la inundación que —de manera lenta pero segura— hacía que su hundimiento fuese completamente inevitable. El siguiente 8 de junio, y ante la inmposibilidad de que el «Oleander» se mantuviese a flote, fue remolcado a la costa. Alí quedó varado y, una vez abandonado por su dotación, se hicieron explotar las cargas explosivas previamente colocadas en tanques y dobles fondos. Así, destrozado y prácticamente insalvables, el «Oleander» terminó su vida marinera. Velando sobre las aguas, parte del casco del «Oleander» con los palos y chimenea quedaron cuando, en los primeros días de junio, los buques de la Royal Navy y los de la Armada francesa se retiraron acompañando a los transportes de tropas y material. 25.000 soldados aliados regresaron a Escocia pero, en el viaje de regreso, nuevas víctimas de las fuerzas navales germanas —portaviones «Glorius», destructores «Acasta» y «Ardent», transporte «Orama», que había estado en Santa Cruz el 6 de julio de 1935 —se fueron a la mar para siempre. Terminada al guerra, cuando los altos hornos del mundo ya en paz —relativa paz, claro— demandaban chatarra para la industria siderúrgica, a los restos del «Oleander» se les corrió a soplete y, entre chisporroeteos casi verbeneros, desapareció para siempre la estampa marinera del petrolero que trajo a Santa Cruz de Tenerife el primer cargamento de crudo refinado por Cepsa. En aquella lejana histórica fecha, fueron 7.750 las toneladas de crudo descargadas por el oleoducto recién instalado en el Muele Sur. Pasaron años y años, y con los primeros superpetroleros tras la Segunda Guerra Mundial —«Credo», «British Talent», «Sinclair Petrolere», «Universe Admiral» «Al Malik Saud Al Awal», etc.— el francés «Fierre Guillaumat», de 555.051 toneladas, que frente a San Andrés en 1981 suministró, a través del «Ciudad Rodrigo» de Cepsa, 12.000 toneladas de combustible para su consumo en viaje de ida —en lastre— rumbo al Pérsico.
Juan A. Padrón Albornoz
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