LA CAMPANA DEL WESTBURN EN LA IGLESIA DE SAN ANDRES

Page 1

N esta Comandancia de Marina se han recibido ya las órdenes de la superioridad, autorizando los trabajos que se propone realizar la compañía anglo-griega, en el vapor «Westburn», que fue hundido durante la guerra por tripulantes alemanes en la proximidad de la playa de los Órganos, entre San Andrés e Igueste. Los buzos de la citada empresa, que se hallan en esta capital, vienen a las órdenes del experto técnico M. Stamiatos N. Mairanis y comenzarán sus trabajos con el material necesario traído para estas operaciones. Por ahora se piensa extraer el carbón mi™ oeral que tiene el «Westburn» en sus bodegas. Terminada esta operación, se intentará sacar a note el buque, que se halla hundido a unas veinte brazas de profundidad». Hace setenta años que «La Prensa» —el periódico del siempre bien recordado don Leoncio Rodríguez— publicaba esta noticia y, con ella, recordaba uno de los sucesos que, durante aquellos apos de furia bélica, causa™ ron lógica sensación en la Isla de Tenerife. Y, también en la España que, neutral, asistía al espectáculo de un mundo en guerra y asolado por el fantasma fatídico !1 que ponía soplo helado en los * llanto en los niños y

E

de Tenerife despertó en el amanecer con la misma opresiva sensación que, desde hacía meses,, venía estrangulando su intenso y normal tráfico, el desarrollo todo de su economía. Erah los años de la Pijimera Guerra Mundial y los barcos —medios de vida para Tenerife—envueltos en bélico gris y agrupados en convoyes cruzaban la mar evitando las escalas intermedias que, en años de paz, hacían regularmente. El 23 de febrero de 1916, la estampa portuaria era pobre, escasa de barcos y sólo estaba animada por las siluetas marineras de los mercantes alemanes que, a la sombra de Anaga, habían buscado —desde 1914— el refugio en la paz española. Los «Telde», «Walhalla», «Kurt Woermann», «Irma Woermann», «Crefeld», «Cap Ortegal» y «Prinzregent», silenciosos y fondeados a la gira, descansaban forzosamente de sus marineras singladuras. En el Muelle Sur, los fruteros «Tacoronte», «Alca» y «Taoro» —del cabotaje interinsular y costero— y, en el «avante poca» de las entradas, el «Delfín», de Navegación e Industria, que, al mando del capitán Gelpí, hacía la línea regular de correos con Canarias. Tras él, el «Vicente La Roda» y, mar afuera, el crucero «Sutlej» que, en el pico cangrejo, daba al viento el blanquirro jo pabellón de San Jorge y cruzaba lentamente en su habitual y rutinaria vigilancia. Manchaba la mañana con los penachos de sus cuatro chimeneas en candela y, de pronto, cayó a babor y puso proa a tierra al tiempo que, por la driza de la verga del mayor, con rapidez subía la señal del Código Internacional que demandaba práctico. Ya embarcado el práctico, el «Sutlej» dio avante y, de pronto, el férreo estrépito de las cadenas escapando por los escobenes despertaron ecos en el Valleseco cuando, frente a aquella costera de Santa Cruz, quedó fondeado el crucero de la Royal Navy. Una hora más tarde, el bronce sonoro de la atalaya del castillo de San Cristóbal hizo sonar su voz al tiempo que, hasta el peñol de, la verga que miraba al Tras la Punía de San Francisca se divisaba d negro y espeso penacho de un vapor que, casi a revientacalderas, navegaba completamente aterrado, mantenién-

La campana del «Westburn», en la iglesia de San Andrés (1)

Desde que fue rescatada, la campana del vapor «Westburn»^qttc en febrero de 1916 fiíe hundido entre Las Teresitas y Los Organosluce y canta en la espadaña de la iglesia del barrio santacrucero de San Andrés dose justo en el límite permitido por su caladoj ya que venía hasta las marcas.

rios centenares de minas con, a popa, los dispositivos adecuados para su fondeo. \Jna vez en la mar alta y libre, Cuaiiüü pul fm se aprecio la estampa marinera del que llega- el «Moewe» navegó al Norte a ba, resulto ser un veterano longo de la costa noruega para, «tramp» —palos de mucha guin- luego, al caer a babor, acercarse da y chimenea en caída, puente a Pentland Firth donde —en la abierto y elegante y ya anacró- noche del 1 de enero de 1916— nica proa de violín— que daba fondeó 250 minas, una de las su exigua máxima y, sin bande- cuales hundió al acorazado ra, en el trinquete arbolaba la «S» «King Edward VII». Este era el del Código en demanda de prác- que, como buque insignia de la agrupación naval compuesta por tico. Ya a la altura del castillo de los «Magnifícent», «PathfínSan Cristóbal se pudo apreciar der» y «Assistance», en visita que las cubiertas del que llega- oficial arribó a Santa Cruz de Teba negreaban de gente y, al tiem- nerife "el 14 de septiembre de po que moderaba la máquina, 1905. En aquella misma zona, tras el izaba a tope la bandera de la Maacorazado «King Edward VII» rina de Guerra alemana. Inmediata excitación en tierra también se hundió por choque —también en los mercantes ale- con una mina el mercante noruemanes surtos en el puerto de go «Felicidad» y, mientras, tras Santa Cruz de Tenerife— y, más pasar por el Oeste de Irlanda, el aún, en el crucero inglés «Su- «Moewe» ponía proa a las costlej», en cuyas cercanías dio fon- tas francesas. Frente a La Rochedo el aún enigmático mercante. la fondeó un nuevo campo de miLa verdad pronto se supo en nas en las que, más tarde, se perSanta Cruz: el recién llegado era dieron los mercantes españoles el carguero británico «West- «Bélgica» y «Rayo». Libre ya de su cargamento de burn» que, apresado por el crucero auxiliar alemán «Moewe», minas, el comandante Nicolás zu traía a su bordo los 180 prisio- Dohna Schlosien arrumbó al neros de las presas hundidas por Atlántico y el 11 de enero apreel citado «raider» que, en aguas só —a 150 millas de Finisterre— del Atlántico, operaba al mando al carguero inglés «Farringford» del capitán de corbeta conde Ni- y mientras lo hundía a cañonazos, apareció el «Cordridge» colás zu Dohna Schlodien. El «Moewe» —más tarde muy que, dada su carga de 4.000 toconocido en nuestro puerto como neladas de carbón, fue detenido frutero de la Eider and Fyffes— y, con una dotación alemana, se había hecho a la mar el 29 de pasó a acompañarle para así gadiciembre de 1915 y, cuando la rantizar el suministro de combase naval de Kiel quedó atrás, bustible. El «Moewe» continuó sus sinsu comandante abrió el sobre que contenía las órdenes secretas so- gladuras y. ya a unas millas de bre su actuación en la mar. Es- Lisboa, logró una nueva presa, tas eran escuetas: «Fondear mi- la del «Dromonby» -—de la nanas en diversos puntos de la cos- viera inglesa Ropner-— que, tamta enemiga y, después, hacer la bién con carga de carbón, fue hundido para evitar que los peguerra al comercio». nachos de tres vapores delatasen la presencia del crucero auxiliar. LA HISTORIA DEL Apenas se había hundido el «MOEWE» «Dromonby», el «Moewe» detuEl armamento del «Moewe» vo al «Author» —de la naviera estaba compuesto por dos piezas Harrison— e, inmediatamente de 100 milímetros en el castillo después, al «Trader», de la mise igual número en la toldilla, to- ma contraseña. Ambos carguedas repartidas y bien ocultas a ros fueron hundidos y, tres días banda y banda. Además monta- más tarde, corrió ia misma ttís?ba otra de 90 —instalada igual te suerte el «Ariadne» que, con que la que los mercantes ingle- carga de trigo a granel, navegases utilizaban para defenderse de ba de Buenos Aires a Londres. Siempre arrumbado al Sur, el los submarinos— dos tubos lanzatorpedos bajo el puente y va- «Moewe» detuvo —entre Madei-

ra y La Palma— al «Appam», uno de los paquetes rápidos de

inglés «Flamenco», de la Mala Real. —"•"•'

en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. En él navegaba el gobernador general de Nigeria y otros altos funcionarios de las Colonias, varios militares ingleses y, además, veinte subditos alemanes que, residentes en África, eran trasladados a Inglaterra como prisioneros.

Amazonas, el «Moewe» se encontró, como estaba í previsto, con el «Corbridge» que, con una dotación de presa al mando del contramaestre Bodewitz, le esperaba para hacerle trasbordo de un millar de toneladas de carbón. Finalizadas las faenas de carboneo, ambos vapores se hicieron de nuevo a la mar y, una vez que el «Moewe» tomó a su bordo a las dotaciones del «Corbridge» —la inglesa y la alemana de presa— el vapor fue hundido con cargas explosivas en unos 40 metros de sonda, fuera de donde pudiese constituir amenaza a la navegación.

El comandante del «Moewe» ordenó trasladar al «Appam» a las tripulaciones de los barcos hundidos y, con los pasajeros que en él navegaban, el «paquete» -—con una dotación de presa al mando del teniente de navio Berg— fue enviado al puerto estadounidense de Newport News. Una vez el «Appam» arrumbó al citado puerto USA, el «Moewe» puso proa al Sur y, en la recalada a Pernambuco, apresó a la fragata de tres palos «Edinburgh» y al vapor belga «Luxembourgh», de 4.332 toneladas y con carga completa de carbón Cardiff para los ferrocarriles argentinos. Ambos fueron hundidos, al igual que, luego, lo fueron el noruego «Estrella» y el

r^Lux, a una UC las OOCaS del

En la tarde del 8 de febrero, el «Westburn» se cruzó de vuelta encontrada con un antiguo vapor que, ya por entonces, lucía la anacrónica proa de violón. En su obra «Corsarios alemanes de la Gran Guerra», Luis de la Sierra —autor de tantas y tan buenas obras sobre las dos guerras mundiales— así describió el apresamiento del «Westburn», el vapor que ya llevaba muchos años de mar sobre sus cuader-

nas: «En respuesta a la pregunta que le hicieron por semáforo, dijo llamarse «Heraclea». Como este nombre no figuraba en las listas del Lloyd, los alemanes invirtieron el rumbo e inquirieron su nacionalidad, puerto de salida, cargamento, etc. El proclamado «Heraclea» respondió con señales ininteligibles, de manera que el «Moewe» le ordenó detenerse». En su obra, Luis de la Sierra añade: «Había caído la noche, y mientras los germanos ponían un bote en el agua con un trozo de registro, el ahora detenido vapor se puso bruscamente en movimiento a toda máquina —no daba más de 7 nudos—mientras su semáforo parpadeaba: «Good night» (Buenas noches). Un cañonazo de aviso le obligó a parar de nuevo, pero to(iavía tuvo la desfjachatez-ffcí-or^. " Empezamos a reír —comenta Schlodien— y, al iluminarle el coronamiento, pudimos leer el nombre de «Westburn», lo que decidió su suerte». El «Westburn» llevaba un cargamento de carbón destinado a Buenos Aires, el «Moewe» estaba bien abastecido y, dada la mucha edad de su presa, el comandante alemán decidió embarcar en él a sus prisioneros y, con una dotación de presa de siete hombres —al mando del contramaestre Badewitz, que había tenido a su cargo el mando del también apresado -Corbridge»— ordenó que el «Westburn» arrumbase a Salta Cruz de Tenenib. Y así fue como, en aquel ya muy lejano 22 de febrero de 1916, el «Westburn» —con los colores alemanes en el pico— dio fondo en el antepuerto de Santa Cruz, no lejos de la zona en la que, desde poco antes, lo había hecho el crucero «Sutlej», de la Marina dé Guerra británi-ca, buque que mantenía el bloqueo de los mercantes alemanes aquí surtos. Una vez que Badewitz —oficialmente comandante del «Westburn», ya alemán— se entrevistó con las autoridades españolas, los prisioneros, entre los cuales figuraban algunos españoles, fueron autorizados a desembarcar. Alojados en hoteles de Santa Cruz, aquí permanecieron hasta que, días más tarde, fueron repatriados. Mientras en las embarcaciones del servicio portuario los tripulantes de los barcos hundidos por el «Moewe» venían a tierra y desembarcaban por la marquesina —que había sido inaugurada en 1913— fren™ te a la costa santacrucera el «Westburn» seguía fondeado, con la bandera de la Marina de Guerra alemana a tope y mar afuera, el «Sutlej», que había virado anclas con rapidez, iba y venía en constante vigilancia.

Juan A. Padrón Albornoz


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.