LA ESCALA TINERFEÑA DEL ROBERT LEY

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El 26 de abril de 1939 es otra de las fechas que jalonan el desarrollo del puerto .de Santa Cruz de Tenerife. Ese día, al mando del capitán Falkenbach arribó en crucero de turismo el trasatlántico «Robert Ley»,, perteneciente a la organización «La fuerza por la alegría», creada, por idea de Hitler, en octubre de 1934. El «Robert Ley» arribó con la cámara completa y, durante tres días, sus numerosos pasajeros realizaron excursiones al interior de la isla y, al propio tiempo, de las, verbenas que en su honor se celebraron en la Rambla, En la noche del día 28, el trasatlántico alemán se hizo a la mar y, ya en franquía y fuera de puntas, paró y, durante media hora larga, obsequió a Santa Cruz con una magnífica exhibición de fuegos artificiales. Luego —espléndidamente iluminado— puso proa a alta mar, a Lisboa, su otra escala y con rapidez su estampa se perdió de vista. El «Robert Ley» era la construccción número 754 de los astilleros hamburgueses de la Howaldt, donde fue botado el 29 de marzo de 1938. Be 27.288 toneladas, eran sus principales dimensiones 203,8 metros de eslora por 24 de manga y, en los momentos de su botadura y entrada en servicio, destacaba en el mundillo náutico por su equipo propulsor, diesel— eléctrico, que con 8.800 Shp sobre dos líneas de ejes le daban media de 16 nudos, velocidad que sin esfuerzo alguno fue notablemente superada en las pruebas de mar. De estampa impresionante, proa lanzada, popa de crucero y buena siembra de botes salvavidas en pescantes de gravedad, las anclas iban en nichos y, sobre la superestructura, la proporcionada chimenea que, co~

Él «Robert Ley», ayudado por los remolcadores «Cory» y «Elsie», bornea para atracar en el Muelle Sur . • ' '•'. ' ' ' ' •" . " i i

Santa Cruz de ayer y de hoy ¡

La escala tinerfeña del «Robert Ley» cuando en septiembre el cañón llamó a la guerra, el trasatlántico quedó basado en Gotenhafen como buquehospital, misión para la que resultaba apropiado ya que tenía capacidad para acomodar 1.774 pasajeros y 435 tripulantes.

Preparación de una de las varias excursiones al Norte tinerfeño mo los palos, tenía ligera caída. En aquella memorable ocasión/ el «Robert Ley» compartió el Muelle Sur con el petrolero inglés «Tasealusa» —que bien se aprecia en la imagen— que, con crudo para la Cepsa y a la consignación de don Manuel Cruz, había arribado procedente de Haifa y, el 30, ya en lastre, seguiría a Aruba. Como el «Robert Ley», este petrolero —matriculado en Hong Kong, tripulación china y propiedad de la Standar Transportation, filial de la célebre Standard neoyorquina— se perdería en la Se-

gunda Guerra Mundial. Aquel 26 de abril, en Santa Cruz estaban los «Betancuria», «Moero», «León y Castillo», «St. Clears» y «Santa Cruz», este el frutero alemán que, durante la guerra, ganó fama como crucero auxiliar de la Marina de Guerra de su país. Al día siguiente, con el «Robert Ley» compartieron el Muelle Sur los «Elisabethville», «St. Merriel», «Castillo de Andrade», «Dómine», «Ciudad de Melilia», «Afric Star», «Avila «Star», «La Palma», «Pinto» —uno de los aún recordados «macandrios»— y los fruteros «Santa Elena» y «Santa

Eulalia», de don Alvaro Rodríguez López. Al día siguiente, último de la estancia del «Robert Ley», arribó el trasatlántico inglés «Atlantis» —de la Mala Real— que no era otro que el viejo «Andes» que, botado en 1913, puso su estampa clásica y elegante junto al ya famoso «líner» de bandera alemana. El «Robert Ley» pertenecía a la «Kraft durch Freu de», pero cuando por aquí recaló estaba bajo la geren cia de la Hamburg Amerika Linie, naviera bien ligada a Santa Cruz de Tenerife. Fue aquel su primer viaje, y

Con el «Wilhelrn Gustloff», el «Robert Ley» lució el blanco y las cruces rojas de su humanitaria misión. Luego, el trasatlántico -que el i de abril de 1939, antes de zarpar rumbo a Tenerife recibió la visita de Hitler y del ministro cuyo nombre llevaba—, fue convertido en cuartel flotante para las tripulaciones de los submarinos que operaban en el Báltico. Primero en Gotenhafen, luego en Pillau, compartió su misión con otros trasatlánticos aún bien recordados en Santa Cruz —«Cap Arcona», «General von Steuben», «Stuttgart»,

etc,— y, ya en enero de 1945, el «Roberto Ley» fue elegido para participar en la «Operación Escape», aquella que, rt.ilizada por la Marina, permitió que tres millones de alemanes pasasen de Prusia Oriental a los territorios de Occidente. En la obra de Fritz Brustal-Naval aparece una y otra vez el nombre del trasatlántico que, siempre a tope, pudo eludir los torpedos de los submarinos soviéticos, pero no las bombas de la Roy al Air Forcé, que, el 24 de marzo de 1945, lo incendiaron y hundieron en Hamburgo. Aquella ruina calcinada fue reclamada por Moscú —se pretendía reconstruirla y darle el nombre de «losif Stalin»— pero, puesta a flote y parcheda, fue remolcada a Inglaterra, donde en Inverkeithing fue desguazada junto al famoso acorazado «Rodney». Así pasó a la historia el «Robert Ley» que renace en la imagen junto al «Tascalusa», el petrolero de Hong Kong al que, el 16 de junio de 1940, la aviación alemana hundió en Falmouth. Dos barcos en la historia del puerto de Santa Cruz, dos evocaciones y un misino triste final.— Juan A. Padrón Albornoz

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