Cargada de años y muy buena historia, ante mí esa pequeña y corta publicación de largo título —«Relación cirscuntanciada de la defensa de Santa Cruz de Tenerife, invadida por una escuadra inglesa, al mando del contraalmirante Horacio Nelson, la madrugada del 25 de julio de 1797»— que narra, con prosa precisa y preciosa, los acontecimientos de la lucha en el muelle y calles de la zona portuaria de la ciudad. Editada en Madrid un año después de los sucesos narrados, la centenaria publicación — manchada por la pátina del Tiempo que roe, pule y mata— lleva en la contraportada, estampada con caligrafía perfecta, breve leyenda: «Pertenece al Beneficiado Yáñez». En dicha publicación —en este trozo de historia impresa— está La centenaria y guerrera estampa de Riso Alto se alza a la orilla de la parte de un pasado glorioso de la ciudad, de la Isla toda. Pero, ¡SANTA CRUZ DE AYER Y DE ¿qué nos queda de aquella ciudad, de aquella Santa Cruz de Tenerife que tan bien defendió su españolidad? En un recio sillar de la entrada del Muelle Sur, la clara señal pardo que, con orgullo legítimo, Rodeado de ciudad y silencio, tarde —en 1782, concretamende impacto artillero plasmada en luce en su escudo de armas. el centenario bastión se adorme- te— fue reconstruido con motiel basalto y, testigos mudos, tres Paso Alto ya se cita con oca- ce y cae en sueño de siglos. Ya vo de la guerra que España, aliade los baluartes que —con el sión del ataque de Blake cuando, no es el centinela que alerta es- da de Francia, mantenía con Inronco tronar de los cañones de el 30 de abril de 1657, pretendió taba al acecho de un aletear de glaterra. la guerra— bien supieron defen- desembarcar para apoderarse de velas blancas en el horizonte leAl respecto, una lápida lucía der la ciudad ambicionada. Esta, la flota que —fondeada en aguas jano; pero conserva gallardía, la siguiente inscripción: «Rek años antes había dado claras de Santa Cruz— mandaba don prestancia y orgullo legítimo, nando Carlos III, mandando esmuestras de su españolismo ante Diego de Egues Viamont. «La pues en los recios paredones pa- tas islas el Excmo. Sr. Don Joalas fuerzas de Blake primero Ge- fortaleza de Paso Alto recibió el recen resuenan aún los truenos quín Ibáñez Cuevas, Marqués de nings más tarde. mayor daño y lo hizo a la guar- terribles con los que el bronce la Cañada, Teniente General de Años de 1657, 1706 y 1797. nición, por que las balas que da- ornamentado —belicosidad y be- los Reales Ejércitos, se concluTres años que son hitos en la his- ban en el risco, desencajaban lleza extrañamente hermana- yó la reparación de este castillo, dos— batía al marino invasor. mejorando su batería alta con bótoria de Santa Cruz y señalan, muchas piezas». Años vinieron y décadas pasaveda a prueba, de que carecía. con claridad, otras tantas victoTroneras y aspilleras, nacidas rias contra los marinos que, bajo ron» La antigua y pétrea fortale- en la época de más gallardía en La Plaza de Armas que le cierra, pirámides de lonas abiertas a la za, frente a la mar y bajo el risBatería de entrada de su inmelas estampas veleras, ponen hoy brisa y al sol, soñaban con do- co de La Altura, continuó su vidiación, la de San Rafael, cuessu extrañado mirar en el desfile minar los mares y conquistar la gilancia, siempre mirando a la ta, parapetos y defensa de los baconstante que ante ellas pasa. Ya Isla. Esta, situada estratégica- lámina azul de infinito por la rrancos, aumentándose en toda la mente, estaba llamada a ser, caso que, en alas de la brisa, navega- no hay altivos navios de tres línea hasta el Barranco hondo puentes en la mar; ya no navede lograr sus propósitos, bases ban fragatas blancas de velas con motivo de la guerra. Año de apoyo de las para ellos vita- abiertas. Hoy, el castillo continúa gan los «wooden walls» que lan1782». zaban al cielo las flechas de sus les rutas de navegación hacia las mirando a la mar de siempre Hoy, las negras, amenazadoras —su mar—, de la que le separa palos machos, masteleros y mas- bocas de la artillería, son como Indias Orientales y Occidentales. telerillos, y se dejaban llevar por Tres veces trataron de apode- el brazo de piedra del Muelle fantasmas de un tiempo ido para el viento —el largo látigo del rarse de la isla del Teide. Tres ve- Sur. siempre. Cañones del tiempo del viento libre de la mar alta— y la Anacrónica, cargada de años romanticismo y de la retórica, ces Tenerife dio el buen ejemplo luz que relucía en las blancas lohoy sonríen bonachonamente y de sus habitantes todos aprestán- e historia, la vieja y guerrera es- nas, en aquellas velas tensas y toman aire condescendiente, de tampa de Paso Alto se alza a la dose a la lucha y, tres veces tamabombadas. sencilla humildad, de domesticabién, el de otras tantas victorias orilla de la mar que canta y baña da importancia. Pero, en lo honque fueron motivo, justo, para las rocas con el acompasado En 1683, al parecer se trató de do del bronce bien fundido late conceder las tres cabezas de leo- abrir y cerrar de sus olas. su demolición, pero, años más
En la obra del capitán Amador García Arguelles —«Historia de la Artillería en Tenerife»— bien se dice que fue «foco de resistencia en 1797, sirvió de prisión durante el siglo XIX. En 1881 se reformó abriéndose nuevas troneras y martillándolo con piezas de 500 libras; posteriormente su misión militar pasó a Almeida, conservándose la batería anexa de Paso Alto. Fue vendido en 1950 a la Junta de Obras del Puerto, restaurado y usado para manifestaciones de carácter cultural». Con la batería anexa, el fuerte de San Miguel y la del atrincheramiento de La Altura, Paso Alto era un elemento más en el despliegue artillero pero, como bien escribió el capitán García Arguelles, «esta batería estaba considerada como inútil para la defensa debido a lo anticuado de su material, todavía de avancarga, así como a su corto alcance, 3.000 metros».
mar
Tres castillos plenos de años e historia (I)
n nuestro último artículo hemos podido comprobar que las harimaguadas participaban en dos tipos de ritos procesionales celebrados en Gran Canaria para impetrar la lluvia: uno en las alturas, cerca de las nubes; otro a la orilla del mar, al borde del océano. También ha quedado claro que estos tipos de rogativas no son exclusivos de dicha isla, pues tenemos testimonios fidedignos de que también se celebraban cultos similares en las restantes y en el África beréber, si bien las modalidades varían y las harimaguadas estaban ausentes, por la sencilla razón de que no existían. Esta falta de antecedentes de dichas harimaguadas en el área beréber, geográficamente próxima, hizo que el laborioso y erudito investigador de nuestro pasado, don Buenaventura Bonnet, fuera a buscar, por los años treinta, afinidades con nuestras vírgenes canarias, nada menos que en el país de los sumerios y de los acadios, en la Babilonia caldea, pues ni siquiera la prostitución sagrada de los templos egipcios y chipriotas, de la que nos habla Frazer, podía servirle de antecedente. Y este prodigioso salto en el tiempo y el espacio, sólo pudo conducirle a unas analogías de mera apareciencia, en primer lugar lingüísticas. Escribe Bonnet (Rev. de Hist. 1930): «Sabemos que en Caldea llevaban el nombre de Harimate las principales vírgenes consagradas a la divinidad» (Delaporte, pág. 106/7). «Estas vírgenes residían en el «gagún», templo o convento». De estas dos voces se formó la palabra «Harimate gagún» = «mujeres o vírgenes del templo». Tal etimología no ha vuelto a ser tomada en consideración, que sepamos, por quie-
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el orgullo, todo un símbolo de lo que la isla fue, es y siempre será. Frente al antiguo castillo de larga y buena historia, proas audaces y rápidas que muerden la mar, como poseídas de esa extraña prisa de vivir que domina al mundo actual. Tras ellas, como rúbricas de su paso, el leve aliento de los motores impregna la mar con su característico aroma, tan opuesto al del alquitrán marinero —o chapapote— de los años idos. Bien intervino Paso Alto cuando, en julio de 1797, Santa Cruz de Tenerife fue atacada por las fuerzas de Horacio Nelson. Allí, en la enfilación del baluarte, hace años que, casualmente, el petrolero «Plutón» —de la Marina de Guerra española— rescató el ancla que, nelsoniana sin lugar a duda, hoy reposa ante la Comandancia Militar de Marina. Fue de las que, al rolar el viento, picaron rápidamente los navios ingleses para volver a la mar y arrumbar al Sur; allí, cerca del antiguo fuerte de Almeida, es homenaje sencillo a los marinos españoles, a los tinerfeños que bien defendieron su Isla.
De etnología canaria
Las harimaguadas y el culto nes han seguido estudiando nuestra lengua indígena, Nada más fácil, ni menos engañoso, que encontrar similitudes fonéticas con lenguas extrañas, y aunque nosotros no somos lingüistas, tenemos que desconfiar de toda apariencia con voces homófonas entre lenguas tan distantes, cuando no existe un parentesco sintático o gramatical, donde radica el alma del lenguaje. Pero, además, Bonnet parte de una idea falsa, común a todos los investigadores de su tiempo y que todavía persiste: que las harimaguadas eran sacerdotisas, vírgenes consagradas a la divinidad. Y trata de justificar el que salieran para casarse, aduciendo que también en Caldea algunas «harimates» podían contraer matrimonio legalmente, según el código de Hamurabí. Lo que no distingue Bonnet es que el matrimonio para las harimaguadas no era una posibilidad o una permisivilidad, sino un destino. Las harimaguadas no es que pudieran casarse, es que entraban para casarse, estaban destinadas a eso, se preparaban para la maternidad y el matrimonio. Era, insistimos, una institución de «pasaje», de tránsito, y su participación en los ritos de fertilidad es una mera consecuencia de su condición femenina y de futuras madres. Por otra parte, hemos de pensar que las rogativas procesionales no eran una actividad que se produjese de forma constante a lo largo de todo el año, pues los mismos textos históricos nos dicen que sólo se hacían «cuando faltaban los temporales» y es ló-
gico suponer que los canarios, por pura experiencia empírica, tuviesen bien claro la existencia en nuestras latitudes de una temporada seca, en el verano, y otra invernal lluviosa. Y que la falta de lluvia sólo se acusara cuando sufrían retraso en la temporada correspondiente. De lo contrario, poco éxito iban a obtener con rogativas de lluvias estivales y escasa fe iban a conservar ante tan reiterados y persistentes fracasos. Es por ello que nosotros hemos afirmado que esa actividad de las harimaguadas no era su función más importante, ni las define, ni le es fundamental: no se justifica mantener encerradas a unas doncellas todo el año para que cuando llega la época pluvial, si las lluvias se retrasan, salgan en rogativas y sólo como parte de un cortejo en que participaba el pueblo entero. Además de que su participación en tales cortejos procesionales no era exclusiva, tampoco era rectora ni por iniciativa propia, ya que según todas las fuentes eran convocados y organizados por el Faicán. Así leemos en la Crónica Anónima (Ovet. 166, lac. 223, matr. 252) que cuando había esterilidad el faicán «juntaba a la jente y la llevaba en procesión a la orilla del mar con varas y rramos en las manos.., clamando en altas boces en su lengua y mirando hacia el sielo, pidiendo a Dios agua»... Y Gómez Escudero añade que exclamaban, como una letanía, «Almene Coran¡» (Válgame Dios¡), En cuanto al ceremonial de montaña ya hemos visto que no
trasladaban el ganado a las cumbres, como en Tenerife, sino sus productos: leche y manteca. Y el R Abreu hace portador de los mismos a las harimaguadas, quienes los derraman sobre los riscos sagrados, al mismo tiempo que cantan, bailan y entonan tristes endechas. Viera reelabora literariamente la versión de Abreu y afirma que bailaban «el canario». Y ya autores más modernos, como Verneau (Cinq années de sejours...», pág. 84) recopila y sintetiza todas las manifestaciones rituales dichas por
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los historiadores anteriores, reales o supuestas, y las atribuye con exclusividad y manifiesta exageración e inexactitud a las harimaguadas: «Se pasaban el tiempo orando, haciendo mil contorsiones, con los ojos, la cabeza, el cuerpo, los miembros y repitiendo a coro ¡Almene Coran!, ¡Dios mío ayúdame!». Tampoco el que las casas o moradas de éstas muchachas vírgenes gozaran de grandes preeminencias y que los malhechores que se acogían a las mismas no ftieran castigados, es decir,
Con la estampa del viejo castillo, muchos recordamos la citada batería anexa que, con»sus cuatro piezas de 150 milímetros —sistema Ordóñez y modelo 1885— se alzaba cerca de los muros que señalaban dónde había estado la batería de San Miguel. Las cuatro piezas, todas a barbeta, en los años de la Segunda Guerra Mundial intervinieron en algún ejercicio de tiro y, con ellas, las nuevas de San Andrés y las de Los Moriscos; en los ejercicios nocturnos con proyectores, barría la mar con su puñal de luz el instalado en la ladera de La Altura mientras, con fuego real, los antiaéreos instalados en la explanada de Bufadero disparaban contra los aviones aliados que, casi todos los días, reconocían —volando a baja altura— el puerto de Santa Cruz. Han pasado los años y los siglos y, firmemente asentado en la costa —como sediento de brisas-— el castillo de Paso Alto se mira en la lámina azul que, siempre pintada de barcos, es el regalo diario del Atlántico a la ciudad.
Juan A. Padrón Albornoz que gozaran de una especie de derecho de asilo, como nos dice Abreu, confiere a las mismas la categoría de templos, cuya existencia niega el propio autor, aunque sí es probable que sirviesen de silos para almacenar las cosechas y estuviesen protegidas por un tabú de asilo, de lo que conocemos precedente en el mismo mundo beréber. En un próximo artículo veremos cómo los ritos de pubertad de estas harimaguadas se culminan con su iniciación sexual y que estas jóvenes ni tenían voca ción de vírgenes, ni ofrecían su virginidad a ningún Dios siguiendo el ejemplo de las vestales romanas (P Sosa), ya que su meta era el matrimonio y la maternidad.. Francisco Pérez Saavedra
MERCATENERIFE, S.A. CONCURSO DEL NEGOCIO DE BAR NAVE I MAYORISTAS A partir del día 2 de julio de 1986, conforme anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia, en las Oficinas de Mercatenerife, S.A., Urbanización el Mayorazgo, Sector 2, de 10a 13 horas en días laborables, excepto sábados, podrá retirarse por los interesados los Pliegos de Condiciones a regir en el concurso. La presentación de proposiciones finalizará a las 13 horas del día 15 de julio de 1986. Santa Gruz de Tenerife, a 27 de junio de 1986.