BIBLIOTECA DE LA
SOCIEDAD ANÓNIMA
LIMITADA
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BUENOS AIRES
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LOS HÉROES De LA
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Esta obra es propriedad de los editores con e.\:c:l11siJ1u derecho d la reproducción de sus grabados
Imprenta do J. LAJOUANE y C" - PARIS
LOS HÉROES DE LA
INDEPENDENCIA NOTICIAS BIOGRAFICAS rOR
ADOLFO
P.
CARRANZA
OUENOS-A YRES
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EDITUHE�
Lll3RERIA NACIONAL
.l()SE
DE
José de San Martin --� -�general José de San Martín, es el fundador de la Independencia Argentina y libertador de Chile, y del Perú. Por sus virtudes pt'1blicas y privadas, por su abnegación, por sus servicios, por su genio militar y por la gloria que cubre su nombre, San Martín es honra de su patria y una de las primeras figuras en la histo ria de la humanidad. Nació en Yapeyú (provincia de Corrientes) el 25 de febrero de 1778 y murió en Boulogne-sur-Mer el 17 de agosto de r 850. Su vida es conocida y su acción, en la emancipación de la América del Sud, se destaca, sobre la de todos los que la sirvie ron, con un entusiasmo, una energía y una constancia que es la admiración de la posteridad. Llegó á la cumbre, tras diez años de consagración desin teresada y eficaz, al noble pensamiento que lo guiara. Bajó de ella sin despechos ni rencores, ahogando en su alma las decep ciones que las circunstancias produjeron y solo y en silencio se retiró de la escena que es la de su inmortalidad, para mirar desde la distancia, que á pesar de la anarquía y sus funestas consecuencias, la América se hizo libre y surgieron de ella naciones soberanas, que hoy saludan su memoria con el amor y la veneración que merece. A. P. C. L
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la suya, así en la direcci6n de los acontecimientos, como en el desarollo lógico de sus consecuencias. Dar expansión á la revolución de su patria que entrañaba los destinos de la América, salvándola y americanizándola, y ser á la vez el brazo y la cabeza de la hegemonía argentina en el período de su emancipaci6n; combinar estratégica y táctica mente en el más vasto teatro de operaciones del orbe, el movi miento alternativo ó simulté'ineo y las evoluciones combinadas ele ejércitos 6 naciones, marcando cada evolución con un triunfo matemático ó la creación de una nueva república; obtener resultados fecundos con la menor suma de elementos posibles y sin ningún desperdicio de fuerzas, y por último, legar á su posteridad el ejemplo de redimir pueblos sin fatigarlos con su ambición ó su orgulloJ tal fué la múltiple tarea que llevó á cabo en el espacio de un decenio y la lección que dió este genio positivo, cuya magnitud circunscripta puede medirse con el compás del geómetra dentro delos límites de la moral humana. De aquí, la unidad de su vida y lo compacto de su acción en el tiempo y en el espacio en que se desarrolla la una y se ejercita la otra. Toda su juventud fué un duro aprendizaje de combate. Su primera creación fué una escuela de t,íctica y disci plina. Su carrera pttblica fué la ejecución lenta, gradual y metÓ· dica de un gran plan de campaña, que tardó diez años en desenvolverse desde las múrgenes del Plata hasta el pie del Chimborazo. Su ostrncismo y su apoteosis fué la c0nsagración de esa grandeza austera, sin recompensas en la vida, que des ciende con serenidad, se eclipsa silenciosamente en el olvido, y renace á la inmortalidad, no como un mito, sino como la cncar· nación de una idea que obra y vive dilatándose en los tiempos. Los hombres de acción ó de pensamiento, que como San
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JUICIO DE B. MITRE SOBRE SAN MARTTN
El g de marzo de 1812 llegaba al puerto de Buenos Aires procedente de Londres, la fragata inglesa« George Canning », nombre bajo cuyos auspicios debía imponerse más tarde al viejo mundo el reconocimiento de la independencia sudameri cana, que uno de los obscuros pasajeros que conducía aquella nave, estaba llamado �l hacer triunfar por la fuerza de su genio. Era éste, el entonces teniente coronel José de San ;\1artín, « el más grande de los criollos del Nuevo _Mundo », como con verdad y con justicia póstuma ha sido apellidado. Hacía vein(iséis años que, niño at'1n, ·se había separado de la tierra natal, y regresaba á la sazón á ella en toda la fuerza de la virilidad, poseído de una idea y animado de una pasión, con el propósito de ofrecer su espada á la revolución sudame ricana, que contaba ya dos años de existencia, y que en aquellos momentos pasaba por una dura prueba. Templado en las luchas de la vida, amaestrado en el arte militar, iniciado en los miste rios de las sociedades secretas propagadoras de las nuevas ideas de libertad, formado su carácter y madurada su razón en la austera escuela de la experiencia y el trabajo, el nuevo cam peón traía por contingente á la causa americana, la táctica y la disciplina aplicadas á la política y á la guerra, y en germen, un \'asto plan de campaña continental, que abrazando en sus lineamientos la mitad de un mundo, debía dar por resultado preciso el triunfo de su independtncia: Se ha dicho que San Martín no fué un hombre, sino una misión. Sin exagerar su severa figura histórica, ni dai· á su genio concreto un carácter místico, puede decirse con la verdad de los hechos cornprobaclos, que pocas veces la intervención de un hombre en los destinos humanos fué más decisiva que
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tuación de sus ideas y princ1p1os guiadores en medio de la lucha ) por la inílexible lógica del hombre de acción en presen cia del pasado y del presente, bajo la luz en que le vieron los contemporáneos y lo contemplarán los venideros. Como lo liemos <.!icho ya, la granJeza de los que alcanzan la inmortali dad ) no se mide tanto por la magnitud de su figura ni 1a potencia de sus facultades, cuanto por la acción que su memo· ria ejerce sobre la conciencia humana, haciéndola vibrar de generación en generación en nombre de una pasión, de una idea, de un resultado ó de un sentimiento trascendental. La de San Martín pertenece á este número. Es una acción y un resul tado que se dilata en la vida y en la conciencia colectiva, más por virtud intrínseca que por cualidades inherentes al hombre que las simboliza müs por la fuerza de las cosas que por la po tencia del genio individual. San Martín concibió graneles planes políticos y militares, que al principio parecieron una locura, y luego se convirtieron en conciencia que él convirtió en hecho. Tuvo la primera intuición del camino de la victoria continental ) no para satisfacer desig nios personales, sino para multiplicar la fuerza humana con el menor esfuerzo posible. Organizó ejércitos poderosos ) que pesaron con sus bayonetas en las balanzas del destino, no á la sombra de la bandera pretoriana, ni del pendón personal, sino bajo las austeras leyes de la disciplina) inocuhindoles una pasión que los <lotó de un alma. Tuvo el instinto de la moderación y del desinLerés, y antepuso siempre el bien público al interés personal. Fund6 rept.'1blicas, no como pedestales de su en gran· decimiento, sino para que vivieran y se perpetuaran por sí, según su genialidad libre. Mandó, no por ambición ) y solamente mientras consideró que el poder era un instrumento útil para la tarea que el destino le había impuesto. Fué conquistador y
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Martín, realizan grandes cosas, son almas apasionadas que elevan sus pasiones á la potencia del genio y las convierten en fuerzas para obrar sobre los acontecimientos, dirigirlos ó ser virlos. Ellos marran las pulsaciones intensas de una época, de las que se deduce una ley positiva, revelatlora de las leyes morales en acti\'idad, y de percusión e.le las ideas circulantes en la corriente humana. l\'1anifcstaciones ele una vida múltiple y de una potencia individual, condensadores ó generadores del movimiento fecundo, obran sobre su tiempo como una acciérn eficiente <> se lanzan en las corrientes permanentes, y de este modo su influencia se prolonga en los venideros como hecho durable<> como pensamiento trascendental. Así como cada pueblo tiene un rasgo principal, del que todos los demás se deri\'an, y como las part es componentes del pensarniento se deducen de una cualidad original, así tam bién en los hombres que condensan las pasiones activas de su época, todos sus rasgos y cualidades se derivan y deducen ele un sentimiento fundamental, motor de todas sus acciones. En San i\\artín, el I asgo primordial, el sentimiento generador de que se derivan y deducen las cualidades que constituyen su ser moral, es el genio del desinterés, ele que es la más alta expre sión en la revolución suramericana, ya sea que medite en su limitada esfera intelectual, luche, destruya, edifique, según sus alcances; mande, obedezca, abdique y se condene al eterno ostracismo. Según este criterio y esta síntesis, puede formularse su juicio póstumo, sin exagerar su severa figura histórica. reducida {t su genio concreto, de concepciones limitadas, un caní.cter místico, al reconocer que pocas \'Cces la intervención de un hombre fué más decisirn que la suya en los destinos de un pueblo, explicando {t la vez la aparente contradicción y íluc-
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libertndor, :-111 fatigar ü los puehln� poi él redimido� de la esclavitud, con su ambici1'm ó su orgullo. ,\bdiccí consciente mente el mando supremo en medio de la plenitud de su gloria, si no de su poder, sin debilidad, sin cansancio y sin enojo, cu:rndo comprendió que su tarea había terminado, y que otro podía continuarla con m(ts prm·echo para la América. Se con denó deliberadamente al ostracismo y al silencio. no por egoísmo ni cobardía. sino en homenaje :í sus principios morales y en holocausto ,i su causa. Sólo dos ,·cces hablcí de sí mismo en la ,·ida, y fué pensando en los dcm:ís. Pasó sus últimos años en la soledad con estoica resignación, y murió sin quejas cobardes en los labios, sin odios amargos en el corazán, viendo triunfante su obra y deprimida su gloria. Salvador de la independencia de su patria en momentos en que la Rept'1blica Argentina yacilaba sobre sus cimientos, fundó dos repúblicas más, y cooperó direc tamente á la emancipación de la América del Sur. Es el pri mer capitán del Nuevo Mundo, y el único que haya suminis trado lecciones y ejemplos :i la estrategia moderna, en un teatro nuevo de guerra, con combinaciones originales inspiradas sobre el terreno, al través de un vasto continente, marcando su iti nerario militar con triunfo� matemáticos y con la creación de nuevas naciones que le han sobrevivido. El carácter de San Nlartín es uno de aquellos que se impo nen á la historia. Su acción se prolonga en el tiempo y su influencia se transmite á su posteridad como hombre de acción consciente. El germen de una idea por él incubada, que brota <le las entrañas de la tierra nativa, se deposita en su alma, y es el campeón de esa idea. Como general de la hegemonía argentina primero, y de la chilenoargentina después, es el heraldo de los principios fundamentales que han dado su cons titución internacional {t la América, cohesión á sus partes com-
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ponentes, y cquilibrioá sus Estados independientes. Con todas sus dertciencias intelectuales y sus errores políticos, con su genio limitado y meramente concreto; con su escuela militar más metódica que inspirada, y á pe!-ar de sus desfalleci mientos en el curso de su trabajada vida� es el hombre de acción deli berada y trascendental más bien equilibrada que haya produ cido la revolución sudamericana. Fiel á la máxima que regló su vida : « Fué Jo que debía ser », y antes que ser lo que no debía, prefirió : « No ser nada ». Por eso vivirá en la inmorta lidad. BARTOLOME 1\ltTRE. (Histo,·ia de San Mart111).
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Manuel Belgrano ��í
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en la ciudad de Buenos Aires, el 3 de Junio de 1770, se educó en España, y en 1794, regresó
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con su titulo de abogado y de secretario del real consulado de comercio, instituido en la adminis� Q�( ' tración del virrey A rredondo. En las actas de esa Corporación y en las Me morias que anualmente presentaba, !-e pueden apreciar sus es fuerzos al servicio de las ideas del libre cambio, la fundación de una escuela de náutica y una academia de dibujo, cuando esas iniciativas eran una verdadera revolución dentro del sis tema restrictivo y de ignorancia que predominaba en la época colonial.
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Tomó parte en la publicación de los primeros periódicos que dier;in ,í luz Mesa y Vicytes, y en el rechazo de las inva siones inglesas, y es uno de los precursores de la independen cia nacional, ü cuya obra concurrió con su propaganda y su acción. Elegido miembro de la Junta Gubernativa, por sus méritos
y su patriotismo, no aceptó sueldo y se hizo notar por su decisión y labor, impulsando cuanto convenía á la realización de esa empresa, promoviendo el establecimiento de una aca demia de matemáticas y otras medidas de oportunidad y en beneficio general.
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Cuando la nueva causa necesitó un jefe militar, obedeció marchar al frente del ejéricto auxiliar enviado al Paraguay. Desgraciado en esa campaña por el éxito de las armas, fundó pueblos y sembró aspiraciones de libertad; procesado, nadie se presentó en queja, ni hubo más acusaciones que las que él mismo se hacía de no ser competente para la guerra. Pero á pesar de su falta de condiciones y de sus errores, dió batallas en Tucumán y Salta, que cambiaron el desarrollo de los acontecimientos, que eran dudosos para el objetivo de la revolución. El premio de dinero que por esa victoria le decretó la Asamblea Constituyente, lo destinó para la fundación de escuelas, con un desinterés no imitado. Y más adelante cuando la suerte de las armas le fué adversa en las altiplanicies bolivianas, con sencillczdió cuenta del suceso, sin mentir, pero alentando esperanzas, sacando fuerzas de su infortunio y confiando en que los desastres no darían muerte á un movimiento que marcaría jornada de progreso en la his toria de la humanidad. ce Las armas de la patria que están á mi mando, han sufrido hoy en la pampa de Vilcapugio un contraste )>, y días después, anunciaba su segundo fracaso con estas lineas; ce Un nuevo contraste han tenido las armas de la patria, el día de ayer, en las pampas de Ayolwma, después de haber sufrido un fuego horroroso de artillería, en que la tropa se mantuvo con la mayor firmeza, llegado el caso de avanzar, como lo ejecutaba con denuedo, cedió y fué preciso retirarse á este punto para tomar nuevas medidas de resistir al enemigo y hacer cuanto sea posible para sostener la libertad é independencia de la patria, sean cuales fuesen las desgracias que nos sobrevengan en la contienda ».
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Cuando tuvo á salvo los restos del ejército, comprendió que convenía á los intereses de la causa y para aquietar la opi nión que se le relernse como general en jefe, y con la gran deza moral que le perlenecía lo pidió. sin perjuicio de quedar en el ej(frcito con el destino que se le señalara. y al imponerse con satisfacción de que se había conferido el mando al coronel San Martín, debiendo él recibirse del regimiento 1 º, daba las gracias por el fa\'or y el honor dispensado á su solicitud, aña diendo. « si cabe el redoblar mis esfuerzos, lo ejecutaré con mayor empeño y anhelo. para dar nuevas pruebas de mi constancia en seguir el camino que me propuse desde que me decidí á trabajar por la libertad é independencia de América ». En ese año tradujo la (< Despedida de \Vashington », para que sus conciudadanos se propusiesen imitar ú aquel gran hombre, « para que se logre el fin á que aspiramos ch; consti. tuirnos en nación libre é independiente ». Creador de la bandera argentina en las márgenes del Paraná; agente diplom:.ítico en Europa, para detener el apoyo e.Je las naciones de ese continente á 1·:spaña por medio de la proposición de una monarquía constitucional, :.i su vuelta se recibió nuenunente del ejército del )¡ortc, y animó con SU$ palabras y su presl.;!ncia :.'L los disputados del Congreso , cunido en Tucumán, parn declarar la independencia, el g · de Julio de 1816. Llamado por la autoridad nacional para que cooperase con las tropas á sus úrdenes ú defenderla de las agresiones tkl caudillaje y sofocar la anarquía, se puso en campaña, demos trando una moderación que contrastaba con las pasiones desen· frenadas, por entonces, que no respetaron ni sus consejos, 111 su enfermedad, 111 sus serv1c1os ..
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La pobreza y la soledad rodearon sus últimos días, falleciendo en su ciudad natal el 20 de Junio de 1820. Honesto, abnegado, virtuoso, el deber fué su ley y la mo destia el rasgo principal le su carácter. Por lo bueno que hizo y !a conducta que tuvo, es digno de los honores tributados por la posteridad á su memoria y de ser presentado como ejemplo de civismo á los ciudadanos de una República.
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Cuando tuvo á sal\'o los restos del ejército, comprendió que coL1Ycnía á los intereses de la causa y para aquietar la opi nión que se le releYase como general en jefe, y con la gran deza moral que le perlenecía lo pidió. sin perjuicio de quedar en el ejército con el destino que se le señalara 1 y al i'mponerse con satisfacción de que se había conferido el mando al coronel San Martín, debiendo él recibirse del regimienlo 1 º, daba las gracias por el fayor y el honor dispensado á su solicilud, aña diendo, « si cabe el redoblar mis esfuerzos, lo ejecutaré con mayor empeíio y anhelo, para dar nuevas pruebas de mi constancia en seguir el camino que me propuse desde que me decidí á trabajar por la libertad é independencia de América >,. En ese año tradujo la « Despedida de \Vashington », para que sus conciudadanos se propusiesen imitar ,í aquel gran hombre, « para que se logre el fin á que aspiramos de consti. tuirnos en naci6n libre é independiente ». Creador de la bandera argentina en las márgenes del Paraná; agente diplomático en Europa, para detener el apoyo de las naciones e.le ese continente á España por medio e.le la proposición ele una monarquía constitucional, ..í su vuelta se recibió nuernmente del ejército del :"-!orte, y animó con sus palabras y su presencia {1 los disputados del Congreso I t:unido en Tucumán, para d(.;clarar la independencia, el g de Julio de 1816. Llamado por la autori<lad nacional para que cooperase con las tropas á sus órdenes :í def1.:nderla de las agresiones dd cau<lillaje y sofocar la anarquía, se puso en campaña, demos t rancio una moderación que contrastaba con las pasiones desen· frenadas, por entonces, que no respetaron ni sus consejos, ni su enfermedad, ni sus servicios.
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Cornelio de Saavedra ACIDO en una propiedad de campo, que poseía su padre, en las cercanías de la ciudad ele Potosí (antiguo virreinato del Río de la Plata - hoy Hepública de Bolivia) el
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de febrero de
1761
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fué traído niño aun á Buenos Aires y estudió posteriormente filosofía en el colegio de
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Carlos. Dedicado al comercio, consiguió labrarse una posición holgada, mereciendo la consideración social por la rectitud de sus procederes y. la cultura de su trato. En 1789 fué elegido regidor del Cabildo y cuando después de la Reconquista, á fines de 1806, se preparaba la resistencia de esta ciudad de una probable segunda i,wasión inglesa, en la reunión que hubo de vecino:- para formar un cuerpo de « voluntarios r, se le nomb1:ó jefe del regimiento que se llamó de Patricios, porque se compuso de americanos. Él mismo ha dicho, que esta designacic'm le sorprendió y que fué el origen ele su carrera militar, la que abrazó sólo para contribuir á salvar la patria del peligro en que s� hallaba. A I frente del regimiento que había organizado y disciplinado, tomó parte activa y decisiva en la Defensa, en julio de 18u7, y desde entonces Saaveclra \'ino á ser la primera personalidad entre los americanos del Hío de la Plata y la columna en que se asentaba el prestigio y poder de Liniers.
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Cuando se desarrollaron los sucesos ele
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de enero de 1809,
fué Saavedra quién con sus tropas decidió á Liniers para que se mantuviese en el mando, y él es á quien deseaban los inicia dores de la emancipación, para llevar tt cabo esa árdua empresa. Conociéndose su patriotismo y sus ideas, fué visto para que entrase en el movimiento; y aceptó, siendo su actitud la que dió ánimo á los agitadores y nervio tí la revolución. De acuerdo con los que empujaban los sucesos favorables á este propósito, fué su voto el que prevaleció en el Cabildo abierto ele 22 de mayo de 181 o, expresando : « que subrogase el mando superior que obtenia el virrey en el Cabildo, interin se formase la Junta que debía ejercerlo, la que debería ser elegida en la forma y modo que estimase el Cabildo, á quien el pueblo le confería la autoridad >>. El Cabildo, comprendiendo cuánto valía su nombre para el pueblo, le nombró en la Junta que tenía que actuar bajo la presidencia del virrey; pero en la sesión del 25 tuvo que variar la composición de aquella autoridad, y respetando la exigencia de la petición popular, Je nombró presidente, de lo que sería el primer gobierno patrio en la Ttept.'1blica Argentina. El brigadier Saavedra fué, sin duda, un gran factor para producir el movimiento de Mayo, y casi podría asegurarse que éste fué precipitado por los que impulsaban la idea de emanci pación, cuando contaron con el apoyo entusiasta y decisivo del coronel del regimiento de Patricios, que era una fuerza respe table, y con la de otros cuerpos cuyos jefes estaban vinculados á Saavedra y conformes en secundarle. Su persona, pues, á la cabeza del gobierno, era una garantía de orden, ele moderación y de estabilidad; empero, los aconte cimientos se desenvplvieron ele tal manera, que pnmaron en
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el gabinete y fuera de él, los talentos insupcrables y la energía de Moreno, SLtstentada poralgunos miembros de laJunta y otros de los más señalados entre los autores de la revolución. No es nuestro ánimo hacer una biografía del brigadier Saavedra, ni él estudio del período de su princiqal actuación, pero si debemos manifestar, que si tuvo delibidadcs ó errores, no pueden atribuírseles á falta ele civismo, ni á ideas reacciona rias, sino á que por temperamento no le fué posible seguir la corriente revolLtcionaria, que era apasionada y radical, cuando quizá, creyó que podía verificarse el cambio dentro de una politica ele tolerancia y de conciliación. La derrota de Huaquí le resolvió á marchar en auxilio ele las tropas del Alto Perú; mas una modificación en los elementos políticos ele la capital le sacó del gobierno y se le formó juicio de residencia. Procesado, desterrado, perseguido, mucho sufrió este varón ilustre; cuya hombría de bien le llevó más adelante á ocupar otros cargos, entre ellos el de jefe ele Estado Mayor de 18, 8 á 1820. lncluído en la reforma militar, en 1821, se retiró del servicio, dedicándose á las tareas rurales, para obtener por ese medio el sostén de su familia. Tras diversas vicisitudes, falleció en Buenos Aires el 29 de marzo de 1829. A. P. C.
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Cárlos M. de Alvear "º
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María de Alvear, nació el 4 de Noviembre ele r789, en las Misiones del Uruguay. Hizo sus �J,.,, estudios. en España, y allí comenzó sus servicios �f� �:;;,-� r1 militares hasta fines de 1811, en que se embarcó f)s...l)� .J. ._, para Buenos Aires á ofrecer su espada á la causa ,)\l��J de la emancipación. Tombrado segundo jefe del regimiento de Granaderos á caballo, fué uno ele los actores en la revolución del año 1812, que, triunfante, favoreció la reunión de la Asemblea Consti tuyente ele 1813, de la que fué Presidente, en los días que rnn cionó las leyes más justicieras y fundamentales. En 1814, se le nombró general en jefe del ejército que sitiaba á Montevideo, y entró vencedor á aquella ciudad cuando apenas contaba 25 años. Director Supremo en 1815, fué derrocado en momentos en que preparaba una expedición al Alto Perú, y en los diez años subsiguientes se halló en vuelta en la anarquía, errante unas veces, proscripto otras, hasta que después de una misión que le fué confiada á Bolivia, volvió para ser Ministro de Estado y general en jefe del ejército que operaba contra el Brasil, siendo bajo sus órdenes que se dió la batalla de ltuzaingó, cuya gloria borró sus antiguos extravíos, levantando su brillante figura sobre las pasiones y prevenciones de su tiempo.
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Estadista, militar, legislador, diplomático, el general Alvear, no obstante sus errores, es uno de los más eminentes argen tinos. Muerto en New-York el
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de Noviembre de 1853, en
cuya Rept'1blica representaba á su país desde 1838 1 sus restos descansan en esta ciudad, habiendo ido á ret:ibirlos en Monte video el almirante Brown, quien los condujo aquí en 1854.
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Martín de Pueyrredón Juan Martín de Pueyrredón no tcní.t treinta �,ños (nació en Buenos Aires, el 18de diciembre de 1776) cuando un ejército inglés se posesionó de esta ciudad, por el temor de los unos y con la sorpresa de los otros. Joven, de foi'tuna y de "alor, no quiso prestar juramento de sumisión al vencedor, y es el primero que salió á la campaña y encabezó la reacción, ayudado por otros criollos decididos como él y i;ecundado por los pais:rnos, t1ue se :mi maban á la YOZ y con la activithd del corto núcleo de los que se disponí:in á lavar la afrenta causada por autoridades tímidas é incp1,1s. Í�I lué el alm:t de tal mm·imiento; fué la protesta contra la iniquitlad y la desdicha. y tuvo parte principal en los sucesos que se desarrollaran después. Por su comportamiento t.listinguido se le <.lesignó para I epre sentar la comuna ante la corte de Madrid y, tlesdc España, comcnZ<'> sus trabajos en favor de la independencia nacional. Sus correspondencias al Cabildo habían sido quemadas, por entre\'erse en ellas ideas subversivas y tendencias contrarias á la dominación de la Mel rópoli, y corno se avisara al gobierno d� i\lonte,·ideo de su venida, fué rechazado de aquel puerto, bajo partida de registro. Consiguió \'OIYer, á p1 incipios de 1809, ON
y al acen:asi.: el virre) Ci:,;nero!':, en julio de ese año, para tomar el poder, dc�cmpeñó un papel importante en la capital, promo· ,·ien<lo reuniones, a�itando los cuarteles, para que resistiesen al nue,·o mandatario. y tuvo que huir porque Liniers, con quien se contaba para realiz:1r el plan de independencia, cedi<'> y con su actitud dejó al elemento criollo y libernl entregado :.í la mal querenci.1 y á la ,·en!_!anza del partido español. Se hallaba en Hío de .l:rneiro cuando el pronunciamiento de 1.11ayo, é inmediatamente se trasladó :.í Buenos Aires, siendo designado por la Junta al gobierno de Ccírdoba, árduo, enton· ce�, porque era el punto que había elegido la resistencia realista para detener la re,·olución, empero allí feliimente le amaron r obedecieron, y mucho lamentó aquel vecindario cuando fué elevado á la presidencia de Charcas, donde se creía más necesaria su presencia. Se encontraba en esta ciudad, cuando tuvo lugar el con traste de I-luaqui y apl!nas lo supo, man:hc'i á Potosí. reuní(, las pocas fuel'/as que conducííl Día7. \'élez y sacando los dineros <le la casa de moneda, retroccdit'1 peleando hasta salvar la frontera del .\lto . Perú, p.tra entregar tropas al jefe que debía recmplaiarlc.! ) recursos al gobierno ele la capital. En los combates, en las pri\'acionei-, sobrellc\'adas con admirable rc;sÍJnaciún; en el trato humaaitario que empicó con sus <( compaileros de armas; en :-u incesante ar.in por �ah-ar lo:,; caudales pLiblirns, mostrúsc ,·alcroso soldado, como ejemplar ciudadano ,,. Durante MI au:.encia, había sido nombrado miembro del ·1 riunvir,tto ) en aquella �ituacié,n :ingustio�a, se apresuró (i recibirse dc1 puesto. En él lo cncontrúcl añoXII, que asomaba sombriu, y mientras contribuyó con su energía á ahogar la conjuracicín de Aliaga, cooperaba á levantar los ejércitos que
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triunfaran con Belgrano, en Tucumán y Salta, y con Rondeau, en el Cerrito. La revolución, remolino que arrastra, levanta y vuelca, le sacó del poder y fué desterrado. San Luís fué su lugar de con finamiento - aun se visita en aquella ciudad, el abra del cerro en que levantó su tienda y el ombú que llevó de su región natal - y donde, con ejemplo de obediencia, aguardó la justicia de sus coetáneos, y ella no tardó en venir, siendo esa provincia la que le honró con su representación al congreso de Tucumán. Instalado aquél, el 24 de marzo de 1816, dos meses después le nombraba Director Supremo, y con tan alto cargo bajó á la capital, en medio de aclamaciones de las esperanzas y de la espectativa general. Antes él lo ha dicho « Tuve la fortuna de dejar concluídas las ruidosas diferencias <e que habían dividido al pueblo y al ejército y preparado los « elementos, que dieron á los salteños tan gloriosa fama. ce Continué hasta el ejercito, examiné su situación, reconocí las « fortificaciones construídas y, dadas las órdenes convenientes, ce regresé á Tucumán y tuve la satisfacción de haber acelerado « con 1111 influencia la memorable acta de la declaración << solemne de nuestra independencia. Seguí mis marchas <t hasta la capital de Córdoba, donde había dispuesto que el « general San Martín me esperase para cambiar los planes de « rescatar á Chile del poder de los españoles ». Y así lo hizo, mandando al ejército de Cuyo cuanto se le pidió y fué·nccesario para poner en planta la arrojada empresa de escalar los Ancles, y cuya ejecución da á las naciones motivo de calcular la respetabilidad de nuestro poder; causó el espanto de los enemigos; engendró la gratitud de nuestros
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hermanos de Chile y erigió :í la patria uno de los más bril lantes monumentos de su fuer,w y de su gloria. » Su periodo administrativo fué de labor fecunda y bénefica. La independencia se afianzó con las victorias en Chile y el baluarte que opuso al norte á los invasores del Pen'r. Contuvo la anarquía comenzada y sostenida por Artigas; se preocupó de la administración, extinguiendo en su mayor parte la deuda in. terior, sin precisar del capital extraño, del que después se echó mano hasta el abuso; de la seguridad de las fronteras; fundó el Colegio de fo Unión del Sud para estudios superiores; un establecimiento Je Banco de ensayos y rescates y una casa de moneda en Córdoba. En los asuntos internacionales, de que en su tiempo se le acusara de debilidad y hasta de traición, y que la historia ha de justificar ca presencia de los documentos y sobre todo de los resultados, ó su proceder respecto de la dominación portuguesa en la Banda Oriental, obedeció ¡¡ la política que creía de circunstancias, pues consideraba, que aquella sería la mejor defensa de aquel territorio de una reacción española y esperaba que una vez concluída la guerra en que est,ibamos empeñados, se la llevaría á los portugueses, :como así sucedió, cesando a ¡uélla por el tratado de 1828. Tu\'O parte en la constitución. que se sancionó de acuerdo con sus ideas, y abandonó el gobierno, cuando sintió el clamoreo de los pueblos, que se manifestaran en contra del sistema unitario, que él prefería. Tres años se mantllvn en el poder, orillando diflcultmles, calmando las pasiones, impulsando el bienestar, dignificando el gobierno y haciendo felices en cuanto era posible �í sus poderdantes, hasta que pre,·icndo la crisis que se preparaba, renunció el mando. sin imponer sucesor, y se fué á esperar en la ausencia, días mejores para la paLria.
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Al despedirse, indicó á sus conciudadanos como fruto de su experiencia - « que el correr un estado naciente con precipi « tación á los graneles destinos, es el medio más seguro ele no t( arribar jamás á ellos; - que siendo las costumbres el más ce firme apoyo de las leyes, debe cuidarse mucho al modificar « ó destruir las formas despóticas, de conservar si es posible, « hasta con los mismos nombres, las que sean compatibles « con la libertad; - que la libertad de imprenta es el ver ce dadero conducto y órgano más seguro por donde ejcr « cicndo el pueblo el saludable derecho de la censura, se « interpone entre el que manda y el que obedece y observa el « equilibrio entre el poder ele las autoridades y de la opini6n ce pública »; - y otras tésis, que explicaba con lenguaje sen cillo, pero sincero. Su actuación posterior carece de importancia, y después ele muchos años de permanencia en Europa falleció en su quinta, en San Isidro, el 12 de mayo de 1850, sin que nadie recordara, quizá porque no fué caudillo, al gran estadista, que la posteridad se prepara á perpetuar en el bronce, como homenaje á sus buenas intenciones y aún más, á sus positivos serv1c1os.
Gregorio de Las Heras &-\
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Bayardo del ejército argentino, como se ha IJamado al General Las Heras, nació en Buenos Aires el 1 1 de julio de 1780. Estaba en Córdoba cuan<lo una nueva era se � abría para los americanos en 1 8 ro, y él, como casi todos sus contemporáneos, creyó necesario con curnr al sacudimiento que proclamaba la libertad del continente. En 1813 marchó con los « Auxiliares » que pasaron ,í Chile y se batió en Cucha-cucha ) en el Membrillar y otros combates que malogró la derrota de Rancagua, perdiéndose por entonces aquel territorio, que debía reconquistar San Martin tres años después. Las Heras fué de los de la cruzada de 1817, y á la cabeza ele los « Leones del 1 1 » peleó en Chacabuco, se distinguió en Talcahuano, salvó una columna del ejército en la noche ele Cancha-Rayada con una retirada famosa en los anales militares, y en Maipú mantuvo la reputación gloriosa que había adqui rido en cinco años ele campañas. En la expedición libertadora del Perú desempeñó el puesto de Mayor General, y como General en jefe, estableció el primer sitio de las fortalezas del Callao. Estaba ausente cuando la Legislatura de Buenos Aires le
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G REGOTIJ O DE !780 - 1866
SU ERAS
nombró Gobernador de la Provincia en 1824, cuyo puesto desempeñó de una manera satisfactoria hasta que con motivo de la Ley de Capitalización, dejó el cargo, retirándose á vivir en Chile, donde, rodeado del respeto y de la admiración que merecía por sus grandes servicios, murió el 6 ele febrero de 1866. A. P. C.
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José M. Paz
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en 1813 y 1815, en las que se hizo notar como uno ,de los oficiales más distinguidos por su co,nducta, aplicación y sere nidad. Actor principal en la guerra contra el Brasil y de los vence dores en Ituzaingó, fué uno de los opositores conspicuos contra la dictadura de Rosas, y en el interior, como en Corrientes y en el sitio ele Montevideo, mantuvo enarbolada la bandera de la resistencia. Así, mezclado por cerca de medio siglo en las contiendas de la República, ocupó elevadas posiciones, cometió graves errores, emigró y padeció miseria, muriendo en Buenos Aires en oétubre de 1854, cuando su patria estaba cli,·idicla; hasta que, vein-
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titres años después en unión y constituída, colocó su estatua en la ciudad de su nacimiento. El general Paz no ha sido solamente un soldado valiente, táctico y pundonoroso; las Memorias que dejó escritas le han revelado como escritor y critico. A. P. C.
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Juan Lavalle
cabuco, asalto de Ta/cahuano, Cancha Rayada, Maij,ú y 'Bio-Bio. Abierta la campaña del Per{1, midió su sable en Na,ca y Paseo. Marchó en la columna auxiliar desprendida al Ecuador. brillando en Riobamba y participando de la gloria de Pichi11cha. En la expedición á Puertos intermedios, encontróse en Tora/a y Moquehua, cubriendo la retirada de esta {tltima derrota con cargas de su escuadrón, que se han hecho legendarias. De vuelta {1 la patria, en 1824, hizo la campaña contra el Brasil, y se hallé> en Bacaca; r , ltu{_aingó y el Yerba/. Tomó parte activa en la política interna, encabezando los pronunciamientos de 1828 y 1839 y fué victima de las pasiones desbordadas de aquella, rindiendo su vida en Jujur, el 9 de octubre de 1841. Gobernador de Mendoza, en 1824, y de l3uenos Aires. en 1828, lució sobre su uniforme catorce condecoraciones ganadas en los campos de batalla.
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La página obscura de la vicia del General Lavalle es el injustificable suplicio del coronel Dorrego, que, en 1828, ordenara irreflexivamente, sin ver que semejante atentado contra les leyes y la paz ele la Répt.'1blica, al separar á un hombre, destruía una situación regular, sostenida por la mayo ría de la opinión, que equivocada, ó en la verdad, pedía se estableciese el regimen federal de gobierno en la constitución. No obstante, al condenar como merece aquel acto que arroja una sombra sobre su personalidad, manifestaci<'l11 que está abonada por las que en honor á la memoria de la victima hemos hecho, traducidas en homenajes en que no nos han superado, tenemos la altura suficiente para no señalar como un criminal \'ulgar al político ofuscado pero eminente patriota que dió brillo á nuestras armas en las jornadas en que se lidiara por la independencia sud-americana.
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Guillermo Brown
mientos de amor y admiración hacia la persona lidad m{ts descollante de nuestras campañas maritimas y de los lauros en ellas recogidos. Nació en Fox-ford (Irlanda) el 22 de junio de 1777. Desde muy jóven sirvió en buques mercantes y en la marina de guerra de su país, y se hallaba establecido en Buenos Aires cuando, en 1814, se le confió el mando de las fuerzas navales patriotas, con las que obtuvo la victoria sobre los buques enemigos, el 17 de mayoJ concurricndo así ü la más pronta rendición de la plaza de Montevideo. Su nombre, como se vé, aparece en nuestra historia en mo mentos de zozobra para la revolución y después de despejar los peligros que la amenazaran en el río de la Plata, en octubre de
1815,
surcó con sus naves los mares occidentales en busca
de los enemigos de la América. Prisionero de los ingleses, en la isla Barbada; en
181 _8,
regresó á esta ciudad y permaneció retirado en su hogar hasta que los primeros movimientos de la guerra con el Brasil le llamaron de nuevo á la escena política y al mando de la escua·
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dra, con la que dió triunfos á la República, en las aguas de
Montevideo, en los Paz.os, en Qui/mes, en la Colonia, en el Ju/leal... y en otras acciones, que han encumbrado su nombre con brillo y con justicia. l"..n 1828, fué gobernador delegado y, en 1841, volvió á ponerse al frente de la marina argentina para defender la soberanía de su patria adoptiva, destruyendo á uno de sus enemigos en Costa Brava y deteniendo á los otros con su actividad, su empuje y la forna de sus proezas . Falleció en Buenos Aires, el 3 marzo de 1857. Tarda aún contemplar su estatua frente al gran río, que fué teatro de sus hazañas y testigo de sus gloria-hazañas y glorias que no se han repetido sobre sus aguas, desde que él desapa reciera.
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Mariano Moreno
su nervio, el estadista del grupo distinguido que manejando la nave arrernetió contra el absolu tismo y la duda, ansioso de alcanzar el objetivo de sus anhelos y de su destino. Moreno fué la brújula y el que asió el timón también, como que era el más fuerte y el máz capaz de los que iban á dirigirla. El 23 de septiembre de 1778, nació en Buenos Aires. Doctor en leyes de ta Universidad de Chuquisaca, ejercía con brillo la profesión en su ciudad natal desde 1804, y en 1809 le llamó á la escena pública el clamor de los hacendados y labradores, que le nombraron apoderado, para que expusiese las razones que justificasen la libertad de comercio, tan resis tida por los monopolistas, que eran las entidades de la sociedad colonial. << Ese monumento imperecedero del genio de su autor, dice Mitre - en que la valentía del lenguaje campea á la par de las más sanas ideas económicas» fué la «. Representación >i en que señaló con elocuencia la justicia ele la solicitud de los que era eco, con razonamientos y demostración de los bienes que esa libertad traería. El virrey accedió, y esa franquicia, que importaba un pro-
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greso, fué también una de las ventajas que ganaron los que deseaban la libertad política, que sería su consecuencia. Y cuando esa hora vino, el pueblo recordó á su gran campeón, proponiéndolo para secretario de la Junta que debía gobernar en reemplazo del representante de los reyes. Apenas reunida, Nloreno redactó el primer decreto que hizo saber su instalación á las autoridades y habitantes del virrei nato y, dos días después, el de la organización que se clió y en el que reservaba para sí la secretaria del departamento de go bierno y guerra con otros varios artículos que daban muestra de la labor á que se consagraban y el espíritu c.lemocnítico que debía presidir el camino de las innovaciones reaccionarias. De iniciativa poderosa, e< impetuoso y con una Yasta prepa ración y rapidez para expedirse, abarcó todos los resortes de la administración » y es quien llevó los hombres y los acontecimientos hacia la meta que se le antojara. Con intrepidez admirable y un pensamiento político pro fundo, decidió á la Junta ü tomar medidas extremas - ejecutar ,Í Liniers y sus compañeros, - acto atrevido y abnegado que, al arrojar esas cabezas al enemigo, marcaron la línea que debía separar en la lucha á los patriotas de los godos, y que lo explicaba diciendo: ce sólo el terror del suplicio puede servir de escarmiento á sus cómplices. >) Desterró al virrey y los oidores; organizó el tribunal que reemplazaba á la Audiencia « con la condición que no tengan tratamiento, ni otro traje que el de abogado, y cuyo nombra miento por el concepto público que gozaban, no son obras de un favorito que encontraba en los empleos el medio de satis facer las pasiones, y el foro no gemirá con la extrañeza de ver diciendo ex trípode, á quienes nunca pisaron sus estrados. » Fundó una biblioteca para « formar el plantel que produzca
voluntarios, modificando las instrucciones ele los alcades de barrio, el cambio del personal del cabildo, la reglap1entación de los ascensos en la milicia, la formación ele bosques, las medidas para la conservación de la disciplina militar, el censo <le la ciudad de Buenos Aires, la policía municipal, los requi sitos para ser empleados, que debían ser nacidos en estas pro vincias y, en caso de ser europeos, acreditando su buena con ducta, amor al país y adhesión al gobierno. Decretos, habilitando el puerto de Río Negro, y de fomento para los puertos de Maldonaclo y la Ensenada, que adelantán dose setenta años, con la visión del porvenir, quería elevarlo al esplendor y opulencia ú que la naturaleza misma lo destina. Sobre canalización del río fcrcero, que hasta hoy es un deseo. Suyos son también la exposición de motivos de ruptura de hostilidades con Montevideo, los decretos nombrando los en viados al Paraguay y Chile y aquella famosa resolución que hizo subscribir al presidente de la Junta, en un momento his tórico, suprimiéndole los honores que la adulación pretendiera otorgarle. 1 ,a palabra oÍlcial no era la debilidad ni la mentira, sino rigurosa y arrogante. Como si no bastara ú sus afanes y fccundia todo ese trabajo y el mayor aun de detalle para las <Írclenes, resoluciones y revi sión de cuanto llevaba· su firma, la .T unta reservadamente confió « ú los vastos conocimientos y talentos conocidos del vocal doctor Nlariano Moreno, que sólo eran capaces para desempeñar tan arduo encargo», lo que presentó como « plan de las operaciones que el gobierno provisional ele las provin cias unidas del llío ele la Plata debe poner en pnictica para con solidar la grande obra de nuestra libertad é independencia. » Todavía se dió tiempo para traducir el « Contrato Social de Rousscau.
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algún día hombres que sean el honor y gloria ele b patria », y la Gacela, porque el pueblo<< tiene derecho á saber la conducta de sus represenlates, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan Ja execración con que miran aquellas reservas y mi::;terios inventados por el poder para cubrir los delitos. » Abrió una subscripción popular {t fin de arrimar recursos para la expedición, encabezándola con seis onzas de oro, lle vando la dirección << con la audacia y energia que lo caracte rizaba sobre todos - dice Lópcz, - << cuya actividad mental era prodigiosa en el despacho de cada día... todo lo penetraba y tocio lo mandaba hacer con una eficacia difícil de comprender en otra cabeza que en la de aquel hombre ardiente como el fuego y vivaz como la luz. >> Preocupado ele las relaciones que debían mantenerse con la iglesia, consultó sobre el ejercicio del patronato, para que éste recayese en el nyevo gobierno, como representante de la sobe ranía nacional. Al pedido que le hizo el jefe ele la expedición para premiar ú los oficiales por su moderada conducta en Córdoba, contestó: que la Junta se violentaba en no remitir los grados propuestos, (< porque no habiendo intervenido en acción alguna de guerra, ni llenarían la noble ambición de esos patriotas ni dejarían de embarazar en lo sucesivo, pues dando la Junta un grado á la llegada de cada pueblo, al fin quedaría sin soldados y sin pre mios con qué distinguir su mérito. ». Es asombrosa la acción de este varón illustre en las tareas del Gobierno. Le pertenecen, srn duda, cuantas resoluciones y decretos llevan su nombre al pie, estableciendo medidas severas t.le orden público, conferencias diarias sobre las ordenanzas mili tares para los oficiales y cadetes, la creación de compañías de
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Pero la superioridad es prestigiosa, se impone á las mayorías, y como estorba á los que sienten su dominio, es peso que se hace molesto, cuando no insoportable. La ocasión llegó para que abandonara el puesto que briosa mente había tomado y finalizara una carrera, que sólo duró seis meses y que en la historia ha de perdurar por siglos. Junto con la noticia de la primera victoria de nuestras armas que llegó con una bandera tomada al enemigo y « recibida como el premio de sus tareas patrióticas, el fruto de los trabajos militares de los hijos de este gran pueblo, el anuncio más seguro de la libertad permanente de estas provincias y el m{Ls precioso presente que nuestros bravos guerreros podían hacer {L la patria », llegaban para incorporarse en las deliberaciones del gobierno, los diputados elegidos en aquéllas, respondiendo {L la circular del 28 e.le mayo. Encontraban á la Junta dividida por ]as rivalidades que des pertó en su seno la acción impulsiva de su eminente secre tario, incómoda para el espíritu conservador de su presidente. Los disputados, entre los que se destacaba el Deán Funcs, reclamaron su puesto en la dirección del Gobierno, y previa deliberación, en que tomaron parte y votaron, fueron incorpo rados contra la opinión del doctor Moreno, que se opuso, fun dado en que no eran llamados para ocupar un cargo en el Gobierno provisorio, sino un asiento en el congreso general. Comprendiendo que « su permanencia en la Junta ya no podía ser provechosa al servicio público», presentó su renuncia, « llevando la convicción de haber cumplido su deber ». Pero lógico con su declaración de que siendo el sufragio de la mayoría al ver de ella una medida de salud pública y debía conformarse en ese resultado, suscribió la circular del 22 ele diciembre en que se comunicaba la nueva organización recibida.
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Como su renuncia no fuese admitida, apenas subscribió aquel documento ele solidaridad para los fines políticos que todos se proponían en la senda que querían seguir, insistió en ella, manifestando que « la renuncia de un hombre de bien es siempre irrevocable ». Dos días después se le nombró Ministro Plenipotenciario ante las Cortes del Brasil y la Gran Bretaña, con la misión de fomentar la amistad con ambos países. El 24 de enero r 81 r se puso en viaje, <leciclido ::1. no baj�tr en Río de Janeiro por considerar que sería inútil y hasta peli grosa su presencia, dada la tirantez de relaciones <le su repre sentado con la Corte. El 4 de marzo de 181 r, al salir el sol en los :¿8 grados 27 minutos sud de la línea, expiró el gran hombr..:-, y su cadáver fué arrojado al mar, cuando aquél declinab.1, envuelto en la b:rndcra del barco inglés que lo conducía. ¡ Digna mor taja del que fué amigo de la Libertad y fundador de b Democracia en la tierra que le dió el ser, donde su espíritu vive como esencia de patriotismo y es luz imperecc<lera su pensamiento y su acción!
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Ber11ardino Rivadavia L gran estadista Bernardino Rivadavia nació en Buenos Aires el 20 de mayo de 1780. Como todos los jóvenes ele su época, hizo sus estudios en el Colegio Carolino; más tarde se dedicó al comercio y tomó parte en el rechazo de las invasiones in glesas, sirviendo con el grado de capitán en el regimiento de Gallegos. Al sobrevenir la división entre Liniers y Alzaga, niva davia, como todos los americanos, se puso del lado del pri mero y fué uno de los actores en los días de Mayo. En r81 I figuró como Secretario ele la Junta �n los departa mentos de Gobierno y Relaciones Exteriores, hasta que el movimiento de octubre 1812 le sacó de la escena políticn, para volver ú ella tres años uespués como disputado cerca de las cortes europeas, antes las que ejerció funciones cliplomúticas mientras se mantuvieron autoridades nacionales en las Provin cias Unidas del Río e.le la Plata. Apenas regresó {t la patria, en
1821,
fué nombrado Ministro
de Gobierno del general Martín n.odríguez, y durante esa administración fué cuando el ilustre argentino uió á conocer sus relevantes dotes de estadista. No deseando continuar con el mismo cargo en la adminis tración del general Las !-leras, se le nombró :Ministro Pleni-
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potenciario en Francia é Inglaterra, con cuya última nación ratificó el tratado de comercio que importaba el reconocimiento ele nuestra independencia. 'Reunido el Congreso de 1826, éste le eligió Presidente de la República, cargo que desempeñó por más de un año, hasta que los graves sucesos que por entonces se desarrollaron le deciJieron á presentar su renuncia para retirarse á Europa. Desde entonces, casi puede decirse que no \'Olvió más ,i su país, viviendo desterrado y peregrino hasta el 2 de septiembre de 1845, que falleció en Cadiz. Sus restos fueron repatriados en 1857 por la ce Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires » que él había fundadc. Rivadavia fué un gran hombre, por sus talentos, sus luces y sus servicios. « Su mérito, ha dicho un publicista, es tan positivo como su gloria será eterna. » A. P. C.
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Juan José Castelli
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Ur: uno ele los fundadores y de los ap óstoles de la cmancipacic',n argentina. Nació en BucnosAire s ,cl 19clejuliode 1764. Cursó filo so fía en el Colegio de Sa11 Carlos ele esta ciudad, mereciendo ser calificado como uno de los alumnos más hábile s y aprovechado s
Continuó su educación e'n el Co!egio de M011/serrat de Córdoba, completándola en la uniYersidad ele Charcas hasta obtener el título de abogado. Ligado c on Belgrano por estrecha amistad, heredada de sus padres, que eran italianos, aquél lo propus o en 1796, para desempeñar la suplencia de la
secretaria
del consulado que
ocupó en \'arias ocasiones con amor y compe tencia, pre firiendo ese cargo al ele regidor del Cabildo. en 1799. Atendía su estudio forense, que era de los más acreditados por su eruclic;ión y honorabilidad, cuando en consorcio con Bclgrano: Rodríguez Peña y Vieytes. comenzaran á organizar secretamente los trabajos de indcpendencia,-los acontecimien tos precipitaron la acción, - Castelli fué comisionado, en una de las reuniones, para intimar al virrey Cisneros la cesación en
su cargo, y es de admirar la audacia y energía con que
desempeoó la misión de intimar á un virrey
en
América ese
voto de los revolucionarios, ciado el amor, el respeto y
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el
miedo á la real autoridad y á las leyes de entonces, seYeras y que se cumplían. Convocado un Cabildo abierto, que tuvo lugar el de
1810,
22
ele mayo
Castelli hizo su aparición rebatiendo con arrogancia
al obispo Lue, que era el más absoluto de los penimulares. Con elocuencia y sabiduría sostuvo la fórmula de la revolu ción, - que el poder de España había caducado en América y que el pueblo debía resumir la soberanía del rey y consi ituirsc conforme á su voluntad, - y al triun far su tés is, en a�uella asamblea, los aplausos saludaron su voz y se vió que en los momentos solemnes, surgen los hombres de valor, con asombro· y á despecho de los que se consideran árbitros de los pueblos, sus tutores y los únicos capaces ele manejar sus destinos. Al día siguiente, el Cabildo le nombraba miembro de la Junta que gobernaría el virreinato, en unión al que recibió su título de la monarquía; empero resistida por el pueblo, Castelli y Saavedra renunciaron para obligar á Cisneros á que los imitase, y, entonces, la exigencia general representada en la solicitud, que fué elevada el 2� de mayo, y en la que se indi caba ú los que tenían las simpatías y el sufragio popular. Castel Ji ocupaba un lugar en ella, y en la tarde ele esa fecha, era uno de los vocales de la nueva autoridad, que se posesio naba del solio de los virreyes, en nombre de la soberanía que con palabras inspiradas acababa él de proclamar. Tan activo y fogoso como su colega Moreno, fué el heraldo de la 1·eacción en las provincias del virreinato del Plata. Tocóle la comisión arriesgada de fusilar {t los realistas de Córdoba, y la cumplió. Tuvo el coraje de la responsabilidad, y esa prueba de carácter le enaltece, pues el acto severo, aunque sensible, fué preciso para que la nacionalidad argentina se llevara á cabo. Los peligros eran grandes, y arrostró los fu.
rores de la tempestad que le sobrevino por sus hechos, con una entereza y una conciencia admirables. Iba nombrado representante de la Junta gubernativa á ponerse al frente de la primera expedición auxiliar del Alto Perú, y se incorporó al ejército un <lía después de la victoria de Suipacha. En Potosí, como en Chuquisaca y en La Paz, inicicí la pro pagancla de desconocimiento al dominio de los reyes y de igualdad é independencia para la América. Rechazó fiestas y obsequios, que repugnaban ü su austeridad republicana. Ya ú la cabeza del ejército, situado en la margen del Desaguadero, teniendo al frente ú las huestes enemigas que mandaba el implacableGoyeneche, pactó un armisticio ú pedido ele éste, que confiado en la buena fe y distracción de los patrio tas, los atacó unos días antes de fenecer, derrotúndolos com pletamente en Huaqui. Castelli, envuelto en el desbande producido por el desastre, retrocedió hacia Humahua.ca. Pueyrredón salvó el honor ele la retirada. Estaba en Tucumún cuando se le comunicó que debía bajar á la capital, para dar cuenta ele su conducta. A su arribo, en diciembre de 181 1, el Triunvirato le formó un proceso, y en general las manifestaciones hechas por sus subalternos no le inculparon del fracaso de nuestras armas, ocasionado quizás por el eco de las discordias de los partidos, que desgraciadamente llegaran hasta las filas del ejército. « A mí no me toca hacer la apología ele mi conducta pt't << blica, » - dijo en su declaración; - « he servido á mi patria << como el mejor, » - contestando así {L los jueces que le instruían el proceso, con veladas insinuaciones contra su fide lidad y patriotismo.
Preso, abatido, enfermo de un mal incurable, expiró el 12 de octubre 1812. Era de las primeras víctimas del extra vio de las pasiones, que en su delirio desconocieron al jurisconsulto, al tribuno de grandes talentos y osadía atrayente, que entró en la revolución con todo el fuego de su corazón generoso y selló el juramento de independencia el 6 de agosto de 1810, en una hora que ninguno de los de entonces, ni los ele ahora, beneficiados por su acción, debieran olvidar. Fué calumniado; pero diez años después el doctor Gazcón, en el seno de la representación, decía al proyectarse una pen sión para su hija : « Que si hubiera tenido menos pureza y « menos gelicadeza, habría dejado su familia en otro estado, « pues cuando regresó después de sus trabajos, en el Alto Perú, « pudo yolver con caudal cuantioso no adquirido por cohechos, « sino por voluntari.:is oblaciones que se le hacían, - y vino « poco menos que desnudo, y hubo que darle hasta camisas. » A. P. C.