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Los escritos son copias textuales de la obra enviada por cada escritor 2
EDITORIAL Cuento y Microrrelato BCR es una revista digital edición y difusión gratuita. El material compartido es una pequeña muestra de lo publicado en la página:
Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR es una página literaria que se comparte en Facebook de difusión literaria iniciada el 19 de febrero del 2018 con el objeto de reunir y difundir cuentos y microrrelatos de escritores del mundo. 3
Ingreso al espacio el 26 de febrero del 2019 ยกFelicitaciones porque al compartir tus publicaciones desde la pรกgina en varios espacios las mismas sumaron a mรกs de 5900 vistas en total! 4
EXTRAÑA APARICIÓN Ese día se abrieron las cortinas en mi aposento y una luz brillante que casi me ciega acarició mi rostro de golpe, desperté refunfuñando y averigüé qué era lo que me había quitado el sueño, levemente durante milésimas de segundos pude ver una esfera amarilla a lo lejos, intenté desvanecerla, pero fallé en el intento. Seguramente me levanté con el pie izquierdo pero no me di cuenta de ello, de haberlo hecho, hubiera preferido el derecho, sin más, mi esbelta figura se encontraba rumbo a un cubículo al fondo de la habitación, al abrirla salió de ella un olor característico que me es difícil describir ahora, tenía el presentimiento de que algo extraordinario ocurriría, me invadió una especie de nanobots erizándome la piel; algo extraño captó mi atención en un pequeño rincón, un portal al otro lado de la pared, al acércame cautelosamente y para sorpresa mía aparecía en ella un ser totalmente ajeno y extraño haciendo gesticulaciones grotescas, mi rostro raspaba como lija (quizá aún seguía soñando), tenía pelos en la cara y en casi todo el cuerpo, salí huyendo del lugar y nuevamente esa esfera que me había despertado invadió todo mi ser, entre abriendo los ojos pude ver un grupo de seres extraños y a la vez iguales a mí.
Carlos Alberto de la Cruz Suárez Chiapas, México Publicación del 6/03/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 5
GALLINITA Todas las mañanas cuando abro la puerta trasera que da al patio, salta ella con sus dos patas, es muy pequeña y no es cualquier gallinita, es muy inteligente, come tortillitas remojadas, también come gusanitos entre la hojarasca. Al medio día bebe agua del plato de bombón, un perrito maltés de color blanco, mi gallinita sólo bebe agua porque bombón es celoso y no le deja comer en su plato, aunque son buenos amigos y juegan juntos. Cuando gallinita se siente cansada se trepa al lomo de matiz, la perrita negra que siempre se acuesta a dormir bajo el limonero y así se pasa la tarde, cuando regreso de la escuela jugamos a que es mi perico y yo el pirata, es buena actriz, cuando me siento a leer trepa a mis pies a dormir, mamá dice que es graciosa y buena amiga. En la noche agita sus alitas y se esponja, parece de peluche, la pongo en su cajita para dormir; todas las noches sueño que mi gallinita será muy grande y al despertar en las mañanas para ir al colegio me visto rápido el uniforme y desayuno bien para que me den ganas de estudiar y tener diez en las tareas, para que cuando grande pueda comprar unos zapatos para mi gallinita y no camine descalza por todo el patio.
Carlos Alberto de la Cruz Suárez Chiapas, México Publicación del 11/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 6
JAQUE MATE Entorno a una mesa, se encontraban dos hombres ensimismados en su estrategia de juego. Jair, el más joven de los dos, con los codos sobre la superficie y con los ojos de malicia observaba cada movimiento de su contrincante. De vez en cuando bebía sorbos de la botella de ron como buscando estar despabilado. Alberto, el de mayor edad, a quien se le notaban algunas canas, sigilosamente analizaba la escena, debía extremar cuidados respecto a su joven rival, cualquier movimiento sería sinónimo de amenaza. Sobre la mesa todo parecía en orden, nadie imaginaba la controversia que se desataría. Jair miraba su reloj, faltaban cuarto para las doce. Esto no podía continuar más, debía sacar todo su arsenal sin remordimiento alguno, y acabar con su rival, movió con delicadeza su pieza clave y puso en jaque a Alberto, en ese momento él sonrió como quien augura el triunfo, no tuvo más que proteger a su rey mientras contra atacaba, parecía una victoria indiscutible, justo se disponía a dar el jaque mate cuando un apagón repentino no le permitió continuar, al encenderse las luces, Jair había desaparecido junto con la reina de Alberto y su rey había muerto.
Carlos Alberto de la Cruz Suárez Chiapas, México Publicación del 18/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 21 de febrero del 2019 Publicamos el cuento mรกs visto y compartido desde la pรกgina: 17700 vistas y 267 veces compartido ยกFelicitaciones! 8
EL QUIJOTE DE BELL VILLE Camino cuatro cuadras hacia el oeste de mi casa, en la esquina del Boulevard Ascasubi descansa el supermercado chino, cruzando en diagonal la otra esquina. Su esquina. Allí vive ella. Su nombre, María Elena Rivas. Su casa (en bastante mal estado) aún conserva sus paredes pintadas de blanco y rosa, aunque quién sabe qué misteriosa mano ha dejado grabadas en ella con un azulado fibrón, mensajes y garabatos dedicados a la Reina Isabel de Castilla, a los Emiratos Árabes y otros reinados de Europa, mencionando su nombre; “María Rivas”, como formando parte de un árbol genealógico. Es algo cotidiano, ya no llama la atención, la misma gente que antes se detenía a mirarla o reírse de ella ya no lo hace, ahora pasa a su lado ignorándola, se ha acostumbrado a verla allí, parada en su esquina con un cuaderno en la mano hablando sola, acariciando el viento y susurrándole a las estrellas. Cuando los primeros rayos de sol comienzan a desperezarse acariciando las calles y aceras o bien cuando esos mismos rayos ya agotados por el trajinar del día comienzan a decaer acurrucándose en el horizonte, se la ve a María con su jogging canela y su suéter gastado, agitando sus manos mientras observa no sé qué cosas en el espacio infinito. María. María Rivas-Escalante reza su pared. Llegada de España con su familia escapando de la hambruna y la miseria como tantos inmigrantes por allá en 1930. Estableciéndose en Bell Ville, apostando a la suerte y al futuro de miles de sueños. Trabajarían la tierra como solo 9
personas muy sufridas saben hacerlo, lograrían algún día con el esfuerzo cotidiano poner pan en la mesa de sus hijos bendiciendo la solidaridad americana. Así creció María y sus hermanos. Con el tiempo, el esfuerzo tuvo sus resultados y se convirtieron en dueños de casi lo que sería en la actualidad cuatro manzanas de tierras de la próspera Bell Ville. María y su hermana Gabriela estudiaron profesorados, ella de Historia y su hermana, de inglés. Lamentablemente el varón de la familia tenía una pequeña discapacidad y debió conformarse con sobrevivir bajo el amparo de sus padres y hermanas. María se convirtió en una excelente profesora de Historia haciendo eco de las narraciones que le contaba su abuela y luego su madre sobre su travesía para llegar a América. Cuando los aromos del patio dejaron de florecer como un presagio temporal llevándose la vida de sus padres, solo quedó ella y su hermano. Gabriela hacía un tiempo se había casado y marchado del hogar. Eran tiempos difíciles donde la demagogia económica y social avanzaban sobre aquellos inmigrantes que no tenían sus papeles en regla y cuyas tierras no estaban perfectamente legalizadas aunque hiciera toda una vida que las trabajaban. Un día cualquiera apareció un abogado con cara de “ yo no fui” mostrando documentos que declaraban que sus tierras ya no les pertenecían por no haber abonado a tiempo uno que otro impuesto, que ahora pertenecían al fisco y serían puestas en venta. De un día para otro les arrancaban la mitad del sueño americano para dejarle solo por lástima la casita de la vieja esquina donde se le permitiría vivir a ella y a su hermano hasta el día de su muerte. 10
María y la soledad. María y la desprotección social. María y su cuaderno de historias. Fue jubilada anticipadamente pues no se la consideraba apta para dictar clases dadas las raras historias que compartía con sus alumnos. Su hermano para sobrevivir vendía turrones de una fábrica local, actividad que desarrolló hasta que un día un conductor alcoholizado decidió poner fin a su existencia sin siquiera saber si era un perro o un ser humano lo que dejaba abandonado a orillas del camino. Por supuesto no había quien reclamara justicia. María solo se limitó a cubrir su cuerpo con tierra y arrojar unas flores de aromo a su último compañero de aventuras. Los aromos se marchitaron viendo como sus tierras eran edificadas con nuevos dueños quedando ellos cada vez más escondidos y apretujados en esa pequeña esquina. Desde entonces se la comenzó a ver a María parada en la esquina reclamándole al cielo un futuro que se había perdido, un sueño arrebatado a su realidad o un sueño creado por su loca soledad. Un día me acerqué lo suficiente como para escuchar lo que decía: “La Reina Isabel me espera en la sala del trono, ayer mismo me comunicó que pronto juzgará y ejecutará a los conspiradores de la muerte de mis padres, los Duques Rivas-Escalante, quienes han sido leales súbditos de su Majestad. Yo solo les recuerdo cada noche a los satélites que me espían, mi árbol genealógico, les aclaro que como descendiente de sangre noble prometo que pronto les llevaré la justicia en forma de rayo fulminando sus cabezas. Sé que los satélites espían mis movimientos para transferirlos luego a mis enemigos cuyo objetivo es 11
eliminar al último descendiente de la dinastía RivasEscalante. Por eso, Oh! Reina de Castilla y Oregón, algún día volveré navegando las frías aguas del océano, trepando riscos, escalando montañas y allí estaré blandiendo la fría espada del verdugo e izando el estandarte de los RivasEscalante. Otra vez ondeará mi bandera con sus cerezos en flor, sus torres acariciando el cielo con las letras R_E bordadas en puro oro”. Ahora entiendo a María, los viejos cuentos de la abuela y las historias de sus libros han hecho nido en su cabeza confundiéndose en su soledad una mezcla de hechos reales, históricos y ficticios. Tanta soledad, tantos misterios, tantas historias, tantas mentiras y tantas verdades han creado una quijotesca verdad que llena un vacío vivencial. Y allí está escribiendo en su atestado cuaderno la lista negra que será sometida al juicio eterno del Reino de Castilla. Adiós María, tal vez algún día algún poeta cuente tu historia o algún artista te mencione en una canción como lo que eres, el Quijote de Bell Ville. (Basado en una historia real)
Sonia Martínez Córdoba, Argentina Publicación del 29/03/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 9 de julio del 2018 Tu cuento, gracias a que lo compartiste en varios espacios desde la pรกgina, llegรณ a mรกs de 1400 lectores ยกFelicitaciones! 13
EL CADÁVER Debo confesar que el cadáver en el baúl me tenía tenso, preocupado. Aún faltaba pasar por dos retenes más, antes de llegar a destino. Todo el camino me pase preguntando ¿por qué lo hice? sí sabía que estaba mal, que era éticamente reprochable y que además, estaba penado por la ley. Pero seguí mi impulso, yo podía y nadie me iba a decir cómo comportarme. Soy capaz de hacerme cargo de mis acciones –y además, jajá ¿quién se iba a enterar?- Una vez concluido el acto, y con el cadáver tirado al costado del montecito, fui a buscar mi viejo Ford Falcón Futura, lo puse de culata al lado del campamento y abrí el baúl. Dentro del mismo traía un gran pedazo de plástico para envolverlo y así evitar que pudiera gotear sangre o si algunos de los tres retenes tenía perros, pudieran sentir el olor (eso creía yo). Lo acondicioné lo mejor que pude – parecía que ahora pesaba más de los 70 kg. que cuando estaba vivo- y luego puse algunas cosas del campamento, tapándolo, para que pareciera un elemento más del mismo. El resto del campamento, volvería en el tráiler como había venido. Concluido de cargar todo y limpiar muy bien –para no dejar ninguna señal que pudiera implicarme- me dispuse a partir con una sensación ambivalente, por un lado satisfecho, por haber realizado aquello que hace un tiempo me rondaba por la cabeza, y por el otro, el bendito temor que alguien pudiera descubrirlo. Los primeros 5 km eran de tierra, antes de llegar a la ruta 12, por lo que fui muy despacio, ya que el camino no estaba en las mejores condiciones. Luego sí, asfalto hasta 14
destino. El aire de la carretera me despejó la cabeza y anduve los primeros 37 km. sin preocupaciones, cuando me di cuenta que el primero de los retenes estaba a poco más de 1 km, empecé a aminorar la marcha –el velocímetro marcaba 120- hasta casi detenerme, los gendarmes que estaban allí, me hicieron señas que continúe la marcha sin detenerme. Con un suspiro de alivio, seguí conduciendo por la casi desierta carretera. Era fin de semana y los camiones de transporte no pueden conducir estos días, y muy pocos se atrevían a andar bajo el implacable sol del verano, con casi 42º de sensación térmica –según la radio- adentro del auto se sentía mucho más. Me di cuenta que estaba traspirando más de lo habitual, creo que era porque además de la temperatura elevada, el segundo de los retenes estaba a la vista. Eran policías de la provincia y, al igual que los gendarmes, me hicieron señas de que continúe nomás. No me podía ver la cara, pero la enorme sonrisa y la sensación de alivio que sentí, se notaba, porque me aflojó la tensión en forma casi instantánea. Solo faltaba uno. A medida que me acercaba a mi destino, la cantidad de autos empezaba a acrecentarse, hasta el punto que al llegar al tercer y último retén, íbamos a menos de 10 kph. Por suerte, los uniformados hacían señas a los automovilistas que siguieran adelante. Eso me saco una mueca en la cara, que quería ser una sonrisa, pero la tensión venía en aumento, y de golpe, todos mis temores se hicieron realidad. Un uniformado con un perro, me hacía señas que me detuviera a un costado. La cara de susto que debo haber tenido, debe haber sido fenomenal. Tratando de parecer calmado, respondo el saludo del oficial y le entrego el carnet de conductor solicitado. 15
Mientras tanto, el perro enloquecido, ladraba y tiraba al uniformado hacia la parte de atrás del auto. La cordialidad terminó, y elevando el tono de voz, me dijo – bájese y abra el baúl- mis piernas parecían de papel… Como entre sueños escuchaba la indignada perorata del oficial y de los otros que habían acudido, apenas descubrieron el cadáver “Ud. es un inmoral, no sabe acaso que esto no se debe hacer, que está absolutamente penado por la ley, va a pagar con sudor y lágrimas, etc., etc…” ……………………. Desde hoy me prometo, no ser tan soberbio y no volver a violar la ley. Lo más triste de todo, es que me decomisaron el surubí gigante que había pescado… ¡por violar la veda!
Enrique Celso Almirón Corrientes, Argentina Publicación del 30/07/18 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 29 de marzo del 2019 ยกMuchas gracias por haber compartido todas tus publicaciones desde la pรกgina! 17
MUJER VIENTO La noche de brazos abiertos se sentó en el borde del misterio. La mujer de viento ejecutó una danza de filigranas en sombra, mientras el tibio aliento de una estrella dormitaba en el corazón de los sueños. En el último giro la mujer se elevó. La noche se abovedó para abrazarla y ella fue oscuridad, luz, cielo, pájaro invisible, en la fragilidad del universo.
Rosa Lía Cuello Santa Fe, Argentina Publicación del 9/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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INSTANTES “Vamos viviendo, viendo las horas que van muriendo…” Silvio Rodríguez
Sé que está ahí, cansado, consumido por los años y el aparente olvido. Abro la ventana. Una brisa cálida y dulzona me invade. Es hora del encuentro. A veces llega sin que nadie lo espere, otras soy yo quien lo busca, como hoy, y lo encuentra acurrucado en la ventana, un poco débil, titubeante, pero es el mismo de siempre. Me llevo la mano al pecho y así siento que lo acaricio. Está viejo y tembloroso, parece minúsculo pero al tocarlo se agiganta, rejuvenece, retrocede en sí mismo y se hace luminoso. Es el mismo tiempo que se acerca a mí y me indaga. Es un trozo de vida raída por los años, un flash, una vuelta al pasado. Es el aroma al pan casero recién salido del horno, la torta de naranja, las trenzas, las medias caídas, las rodillas embarradas, la sonrisa de la abuela, los días de la infancia. Lo acuno junto a mi corazón, por qué sé que ese alimento, lo mantiene vivo .¿Quién dijo que el pasado ha muerto? ¿Quién asegura que no vuelve? ¿Quién posee la certeza que no somos nosotros los que pasamos a través de él al traerlo a la memoria?
Rosa Lía Cuello Santa Fe, Argentina Publicación del 26/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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VOLVIENDO DEL MERCADO Subió al ascensor con la bolsa del mercado repleta, transpirada. Atrás suyo entró él corriendo. Todos los días pasaba lo mismo. Era tan lindo el vecino del décimo y tan simpático que cuando la tomó en sus brazos y la besó dulcemente no se resistió. Al fin y al cabo siempre soñó con ese momento, pero justo hoy estaba tan desarreglada que le dio vergüenza. Él le acarició los cabellos, la cara, la tomó por la cintura y volvió a apretarla contra él. Sintió que las naranjas salían del bolso rumbo al piso. No le importó. —Siempre quise besarte-- le dijo él. —Yo también. Abrazáme fuerte. — ¿Me habló?-preguntó el joven. —No, sólo dije que me bajo en el noveno-contestó ella, y se puso a juntar las naranjas.
Rosa Lía Cuello Santa Fe, Argentina Publicación del 26/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 7 de abril del 2019 ¡Muchas gracias por haber compartido todas tus publicaciones desde la página! El cuento que compartimos aquí llegó a 2700 vistas.
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LA DECISIÓN El vaso con tequila y agua mineral se vacía rápidamente, la cabeza le da vueltas y un sopor asfixiante lo envuelve en un laberinto de emociones que no logra alejar. Está sentado en el pórtico de la casa de sus abuelos en las afueras del pueblo. El patio se extiende pedregoso con algunos matorrales. Un cobertizo de tablas podridas cubre su cabeza de los últimos rayos del atardecer. Su mirada vaga con indiferencia de la cerca de alambre de púas que delimita el patio al corral donde las gallinas empiezan a echarse. Siente que la noche se le viene encima. Sus ojos tropiezan con el gallo y una idea inaudita por imposible se perfila en su mente obnubilada. El nunca prometió nada, su rostro pasa de la indignación a la defensiva y sus ojos reflejan el tormento interior que lo aniquila. «No debí contestar su llamada y decirle donde estoy», se reprocha con desesperación. Aún no se siente listo para hablar. Recordó su frialdad, dándole un ultimátum: tenían que ponerse de acuerdo, el tiempo se agotaba. De madrugada decide llevar a cabo la idea que se le ocurrió hace unos momentos. Se dirige vacilante al patio de la casa, la luna brilla alargando su silueta, baja tropezando los escalones, cae de rodillas como si pidiera perdón. Tambaleándose va en busca del gallo, cuando éste lo ve venir a la luz mortecina de la luna, mueve espasmódicamente la cabeza e inicia la carrera como si presintiera las intenciones del muchacho. Sólo el silencio nocturno y el campo desolado presencian la singular escena. 22
Corre en un zigzag atropellado tras el ave que lo esquiva con facilidad, luego se queda quieto como retándolo para que vaya tras él, cuando está a punto de alcanzarlo lo esquiva y todo se repite de nuevo. Mareado cae de bruces, una mejilla le sangra y un ojo empieza a inflamársele. Desde ahí, ve al gallo agitar las alas, contonearse y pasar corriendo frente a sus ojos que lo ven a ras del suelo, da vueltas a su alrededor como si sintiera curiosidad y deja caer una gota de excremento sobre su cabello lleno de polvo, luego regresa corriendo al gallinero. Renqueando sube los escalones. Se deja caer en la cama maltrecho e indeciso, no sabe qué hacer. Desea que no amanezca nunca, «tal vez», piensa, «si agarro a ese gallo desgraciado pueda retorcerle el pescuezo», suelta una carcajada estridente. —Sí —dice mientras la inconciencia se apodera lentamente de él, «acabaré con el gallo, así evitaré su canto anunciando el amanecer y el mañana nunca llegará, por lo tanto podré posponer mi decisión eternamente, con el gallo es más fácil», se dice «ya que no puedo detener al sol» su cerebro trastornado por el alcohol divaga y con esta certidumbre al fin se duerme. Los primeros rayos de sol incendian su cara, adormilado los ignora cubriéndose los ojos con un brazo. La oscuridad momentánea le da la falsa ilusión de que aún es de noche, hasta que el canto del gallo penetra en sus oídos sin compasión. Quiere seguir durmiendo, pero el gallo y el sol son implacables, volviendo su cabeza toda luz y sonido, como el antro donde conociera a la chica con cabello oscuro y risa desinhibida. Ahí se enamoró. «Tal vez no tarda en llegar», este pensamiento lo impulsa a levantarse de inmediato para dirigirse al baño. 23
Repasa lo que le dirá, es sólo un estudiante, no tiene medios para hacerse cargo de nadie. Prepara café y bebe dos tazas, necesita despejarse. La cabeza le punza. El sol y el gallo parecen haberse confabulado para enloquecerlo. Se asoma por la ventana cuando escucha el sonido del auto. En el patio corretean el gallo y algunas gallinas gordas y ruidosas. Una se contonea mientras conduce a sus pollitos hacia la parte trasera de la casa, el más pequeño se queda rezagado, la gallina cacaraquea llamándolo y espera por él junto a los demás. La muchacha baja del auto, la primera sorpresa son sus ojos enrojecidos por el llanto, ella no es así piensa él, es más bien seca y fría. Se dirige hacia la casa con paso rápido y decidido. Baja la mirada sorprendida cuando oye un pillido intenso: un polluelo yace atravesado por el tacón de su zapato, intenta sacudírselo, pero se queda atorado en el tacón alto y afilado. Arroja el zapato lejos y se lleva las manos a la cara con una mueca de repugnancia. El muchacho sale de prisa y se acerca a donde cayó el pollito traspasado. Con facilidad lo desatora, unas gotas de sangre quedan en su mano. La extiende hacia la chica que se queda viéndola con disgusto. Lo supo en ese momento, las decisiones son terribles porque cambian la vida para siempre. Se acerca a la muchacha con cautela, lo mira seria, él no puede adivinar sus pensamientos. Ella observa su rostro lastimado y no hace preguntas, también se siente herida. — ¡Yo no cambiaré mi decisión! —sentencia la mujer con seguridad y beligerante vehemencia en la voz, —Lo sé —su voz suena ronca, como si la emoción se le hubiera subido a la garganta, —Será como tú quieras ¬— 24
dice y siente la gravedad de su decisión. Ambos se dirigen al auto en silencio para regresar a la ciudad.
Rosario Martínez México Publicación del 25/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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GÉNESIS Quienes recuerdan a Marie saben que ella, como la mayoría de las adolescentes de Port-au-Prince, era dueña de un cuerpo magro y una mirada mustia. Los niños de Haití, como Fineos perseguidos por las Harpías, están condenados al hambre y al sufrimiento. Se sabe que Marie parió un hijo, al que llamó René. Aquel día, cuando René nació, una estrella cruzó el cielo nocturno y las aguas de la isla se tornaron dulces. El cielo había revelado un destino superior para el niño, creyó la madre. Los haitianos conocen la historia del pequeño que parió el Universo. No la divulgan, porque nadie más que un kreyòl ayisyen puede reverenciarla en su misteriosa perfección. La historia, por cierto, acabó filtrándose, y puede contarse más o menos así: René enfermó de tuberculosis a principios de 2010. Luego del terremoto del 12 de enero el desamparo agravó su salud. Marie supo una noche sin luna que su hijo no vería otro amanecer. Besó su frente con un amor que tenía mucho de despedida y, como pudo, se durmió a su lado. Al despertar, se negó a mirar el cuerpo yaciente. Lloró con lágrimas aguadas, sin sal de vida. Cuando por fin reunió el valor para despedirlo, quedó estupefacta: René vivía, su rostro irradiaba paz, y su vientre hinchado ya era un inmenso globo que no paraba de crecer. Ni los médicos, ni los ancianos, ni los houngan supieron explicar el prodigio. La masa de carne ─suave, sedosa─ excedió las ruinas de la casa e invadió las calles y el puerto. A las pocas horas rebasó al Pic La Selle y amenazó con hacer zozobrar a la misma Ispayola. 27
Y vio el Bon Dieu lo que René estaba gestando, y dijo: “¡Hágase la luz!” Y la luz se hizo.
Víctor Oscar Maldonado Córdoba, Argentina Publicación del 26/03/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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ELEGÍA “Hoy se cumple otro doloroso aniversario del cierre de la fábrica, otro año más sin conseguir dignidad. Posverdad y olvido: a nadie parece importarle ya el naufragio de la economía ni la tragedia de los náufragos. Las personas nos hemos resignado a canjear nuestros sueños por cuentas de colores, a creer que somos libres porque votamos de vez en cuando y malgastamos una vida sin compromisos profundos. El afán de novedades es una característica de la existencia banal, diagnosticó acertadamente Martin Heidegger”. Me gusta el remate de la carta, porque ha surgido desde lo profundo. Unos retoques aquí y allá y está terminada antes del alba; después, riego amorosamente la tierra que es el fundamento de la Vanda Coerulea, mi amada orquídea azul. Propiciar su vida pequeñita y trémula, conectarme en silencio con su belleza incondicional, bendijo por un tiempo todo mi ser con la esperanza en la redención. Pero la realidad es dura, el estigma duele, lo concreto excede el salvataje de lo anímico. Amanece. El tren que solía llevarme al trabajo me llevará hoy a un andén inédito. Dejo la carta sobre la mesa del comedor, para que alguien la encuentre rápido. Mi última voluntad es que la orquídea sea trasplantada y crezca sobre mi tumba, así mi espíritu participará de la savia y el polen y será una caricia para el doliente. Y cuando los tiempos del purgatorio se hayan cumplido, quizás podré elevarme como perfume desde sus pétalos 29
hacia el abismo azul, ese único cielo posible en un mundo sin dioses.
Víctor Oscar Maldonado Córdoba, Argentina Publicación del 18/02/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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CONTACTO Lo que tanto hemos temido por fin ha sucedido: la invasión extraterrestre está en marcha. Lo dice la televisión: discos circulares opacan todos los cielos del mundo. Los medios de comunicación social apelan a Orson Welles para imponer su verdad: hablan de masacres y hematofagia por parte de los seres cósmicos. La histeria cunde en la población. Mientras los píos rezan y los desahuciados se quitan la vida, los saqueos se multiplican por doquier. Las fuerzas del orden reprimen brutalmente cualquier afrenta al orden establecido; ni siquiera el Armagedón es capaz de liberar de la cárcel a los desesperados. Mientras los medios de comunicación se regodean con el rating del apocalipsis, un O.V.N.I. aterriza en el patio trasero de mi casa. ¿Qué otra cosa puede ser ese disco plateado y zumbón que viene del cielo? Una decena de seres antropomorfos descienden de la nave. Distan de lo humano tanto o más que un préstamo hipotecario de la caridad bien entendida. Los seres me saludan con calidez. Parecen afligidos. Uno de ellos, valiéndose de un español paupérrimo, se disculpa por el lío que ha causado un simple paseo de jubilados por el sistema solar. Pero el asunto ─aclara─ venía de oferta: la tierra será un páramo, qué duda cabe, pero un jubilado viaja adonde puede.
Víctor Oscar Maldonado Córdoba, Argentina Publicación del 23/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EXISTENCIA Hacía mucho tiempo que me sentía apenado (adjetivo que nota tristeza) No recuerdo cuándo, ni donde sucedió, solo confirmo que mi alma buscaba sentimientos, emoción. Una mañana la vi y mis latidos, aquellos que provienen de estar vivo, sonaban como campanas de convento. Ella era estudiante, lo supe al observarla salir de la universidad. Se pasaba horas en la biblioteca del Congreso o charlando sobre las clases con sus compañeras en la plaza. Fui testigo de cada recorrido, en el ferrocarril y colectivo, hasta en el subte. Aquel día estaba sentada en el muelle, tenía angustia; yo sabía de eso porque antes de conocerla había invadido todo mi Ser. Intenté levantarle el ánimo quise detener sus lágrimas. Recordé el pañuelo de mi abuelo, estaba en el bolsillo derecho, no pude sacarlo. Le dije tantas cosas, busqué su mirada sin éxito. Somos seres humanos, sentimos la energía por ser orgánicos. Comprendió, se levantó dando un salto de felicidad, de superación . A lo lejos venían caminando una madre con su niño (tomados de la mano), el nene saludo, devolví la amabilidad.
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En cuando pasaron al lado mío el pequeño dijo “chau”. Pude observar el rostro de la mujer, ella pregunto -¿Con quién hablas?
Sergio Nahuel Gómez Buenos Aires, Argentina Publicación del 16/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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¡ES RICO COMO UN ARGENTINO! Era un maravilloso día, mejor dicho se convirtió en belleza (la jornada) cuando leí el periódico local. Un canto a la vida. Sentí alegría, sentimiento remoto desde hacía largo rato. Fui víctima de quien llamare el “Señor” fue culpable de los tantos años de amargura y soledad luego de su estafa triunfal. Había caído en la trampa y de la noche a la alborada perdí la estancia de mis padres. Pero la balanza se inclinó hacia mi favor y no desaprovecharía oportunidad por duda o perdón. Temía que sobreviviera, entonces decidí matarlo. Cometería el crimen horas previas al gran evento para evitar la cárcel. Fui egoísta, pensé que me salvaría. Poseía desdicha y el señor siempre ganaba. Se acercaba, en esos días, el cometa Halley a la órbita del Planeta Tierra, los hombres y mujeres de ciencia decían que emanaría cianógeno y moriríamos por inhalarlo. En días previos al centenario de la Revolución de Mayo. La suerte estaba echada. Sin embargo, sobrevivimos. La humanidad continuó el curso de su existencia pero el ultraje de este individuo, mi ex amigo, jamás podría quedar inerte. El paso del astro generó confianza en mí y la energía sideral mutó en una bala, alojada en el pecho de él. (Para la época del centenario, Argentina recibía el mote de granero del mundo y en París se acostumbraba a usar la frase ¡Il est riche 35
comme un argentin! Que traducida del francés al español da título a este relato)
Sergio Nahuel Gómez Buenos Aires, Argentina Publicación del 10/08/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EL RATÓN QUE CUIDA LOS DIENTES El ratoncito Pedrito creció en una familia de ratones dentistas. Desde pequeño fue un apasionado de la profesión. Un día martes ingresó a la Universidad de los dientes, “fue el día más hermoso según él”, dijeron sus compañeros que notaron la gran sonrisa. Allí supo que los seres humanos (como nosotros) temen al dentista. Eso lo motivó para recibirse con las mejores notas, entusiasmado porque quería ayudar a los niños. Se decepcionó porque ningún humano iba a su consultorio. Los chicos querían atenderse con Pedrito pero sus padres no los dejaban. Por fin, con el paso del tiempo, accedieron. Los niños se ponían tristes cuando se les caían los dientes, entonces, Pedrito les regalaba un instrumento musical, un juguete o un libro. Enseñaba a cepillarse los dientes y a tener hábitos saludables. Así conocimos al ratón que cuida a los dientes.
Sergio Nahuel Gómez Buenos Aires, Argentina Publicación del 15/10/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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UNA HISTORIA CON CINCO TÍTULOS DE LIBROS Allá lejos y hace tiempo, jugábamos a la rayuela en el jardín. Éramos niños, y el tiempo eran las horas de verano en la pileta y las tardes de invierno al sol. Pero todo verdor perecerá. En la misteriosa Buenos Aires se perdieron nuestras pisadas de adultos ocupados, trazando su destino, buscando el poder y la gloria, la fama, el amor… Ahora, extraño aquellas tardes de rayuela en que nos dirigíamos al cielo, salto a salto… Libros citados: “Allá lejos y Hace tiempo”, de W. H. Hudson. “Rayuela”, de Julio Cortázar. “Todo verdor perecerá”, de Eduardo Mallea. “Misteriosa Buenos Aires”, de Manuel Mujica Láinez. “El poder y la gloria”, de Graham Greene.
Liliana Susana Doyle Buenos Aires, Argentina Publicación del 3/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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HASTA QUE EL FUEGO SE APAGUE Ya sé que era mi madre, pero no la aguantaba más. Me gritaba, me basureaba. Me repetía que era un imbécil, un bueno para nada. Me pedía plata, plata, ¡PLATA! Me fui de manos. Fue sin querer. Entonces, la llevé al patio. Ahora, espero hasta que el fuego se apague.
Liliana Susana Doyle Buenos Aires, Argentina Publicación del 6/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EL HALLAZGO Me gustó tanto que lo puse de adorno en la repisa. De repente, escuché ruidos. El huevo se quebró y salió un precioso dragoncito verde. Me considera su madre. Es un poco molesto que me siga a todos lados. Invade mi departamento. ¡Y, además, ya empieza a escupir fuego!
Liliana Susana Doyle Buenos Aires, Argentina Publicación del 14/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EL HOMBRE QUE AMÉ El hombre que amé lo vi por primera vez en una postal, luego lo encontré discutiendo con los caracoles a la orilla de la playa y la última vez, me acarició la mejilla desde la azotea de un edificio. Comprendí que era efímero, que al igual que el otoño; debía marcharse un día. Las tardes con él eran mágicas, desaparecía en medio del mar, después coincidíamos en el bar donde yo acostumbraba olvidarlo, jugábamos póker, nos reíamos de todo cuando los demás me miraban como si estuviera loca por bailar sola y éramos felices. Yo sabía que me amaba, noche a noche los abrazos y caricias que me regalaba me hacían sentir más segura de él, claro, a veces su ortografía no era muy buena, aun así yo ansiaba cada carta que llegaba a mis manos a pesar que me tocaba perseguir al cartero y soportar que me gritara que nadie me escribía. Era imperfecto, eso era lo que más me gustaba, camuflaba sus torpezas con un "te amo" y fue su sonrisa la que me atrapó una madrugada en la que casi muero en un abismo. Por suerte, siempre aparecía sin yo esperarlo, acompañado de otro error y las burlas de la mesera que me miraba con lástima por verme conversar con una taza de té vacía. El hombre que amé se fue un día sin avisar, me dejó sus cartas, sus tropiezos y su característico perfume de moho y libros viejos en las paredes de mi casa; lo cual me hacen sentirlo cerca. Estoy segura de que volverá, me lo dice el vendedor de periódicos, un taxista, mi vecina cuando sale a correr en 43
las mañanas. A quién más le creo es al reportero del clima con sus acertados pronósticos y eso me hacer soñar con esperanza. Él era imperfecto y de su particular manera de querer, yo me enamoré. Al final es como el otoño, sé que volverá y correremos bajo el sol de mediodía por más que mi abuela insista en que debo tomar los medicamentos que me recetó su amigo el psiquiatra.
Dulainis Mileth Vásquez Cantillo Barranquilla, Colombia Publicación del 8/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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NECIO Necio. La muerte no te persigue. Vos la perseguís a ella. No importa hacia donde vayas ni qué camino elijas, cada vez que das un paso (incluso si no das ninguno) te acercás un poco más. Y si aún vivís no es porque no te alcanza, sino porque, de momento, sigue huyendo de vos.
Lucas Berruezo Buenos Aires, Argentina Publicación del 28/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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BORRADOR Ella subestimó su amor. Él subestimó su paciencia. Ahora ambos viven el intento de olvidarse. Lo que podría haber sido una maravillosa novela de amor, no fue más que un borrador.
Lucas Berruezo Buenos Aires, Argentina Publicación del 7/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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PRINCESA Cerró los ojos recordando esas historias de princesas que su fallecido padre tantas veces le había contado. Las lágrimas todavía estaban frescas, lo mismo que su esperanza. Esperó. Sin embargo, el hada no la visitó esa noche y el príncipe, según leyó después, se casó con otra.
Lucas Berruezo Buenos Aires, Argentina Publicación del 16/10/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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FALLIDA LUCHA El intento fue totalmente estéril. La plaza estaba restaurada, el redondel era un circulo perfecto, sus finas arenas habían sido transportadas desde el desierto, los organizadores construyeron una estatua de torero de gran valor, en homenaje a hombres fallecidos en los eventos. Las tribunas eran colmenas arquitectónicas mejoradas a la perfección. El culto al toro como divinidad y sacrificio ritual, de nuevo se pondría en marcha, movimientos contrarios a la Tauromaquia querían impedir una nueva corrida y utilizar el espacio para otros espectáculos culturales.
Juan Carlos Frontera Córdoba, Argentina Publicación del 19/10/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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LA PIRÁMIDE La población esta advertida, el pronóstico, fuertes remolinos de vientos por los cuatro puntos cardinales, los habitantes viven exhaustos por los reiterados y violentos cambios climáticos, en armonía se movilizan a los lugares dispuestos para resguardarse de la catástrofe. Los profetas al pie de la Pirámide de Guiza, comienzan a orar a sus dioses. En sus cámaras reposan el Faraón Khufy y su amada esposa. Los sacerdotes se dirigen a la cúspide, extraen la mística roca, y se arrojan al vacío, emerge una ráfaga de fuego de energía electromagnética, aleja los torbellinos. Cesa el peligro.
Juan Carlos Frontera Córdoba, Argentina Publicación del 18/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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TERENCIO Terencio fue el hombre más longevo, el secreto de superar la tercera edad, vivir en plena naturaleza. Donde la pureza del aire, el agua cristalina, la vegetación, y los animales eran sus compañeros de vida. Dice la leyenda, que las libélulas protegían al anciano como sus hadas madrinas, le concebían vitalidad y salud. Un licuado de hierbas naturales que él preparaba, prolongaba su vida y no envejecía. El maravilloso vergel era desconocido, aparece un endiablado insecto, secuestra todas las libélulas, se produce de modo inmediato el luctuoso deceso del viejo.
Juan Carlos Frontera Córdoba, Argentina Publicación del 4/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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HISTORIA DE VIDA La princesa no era una princesa nació guerrera y ella lo tenía que descubrir batiendo los vestidos largos en el lodo de la realidad... No tenía un castillo, vivía en una choza, pero ella quería un castillo, sin embargo, descubriría que al final querría regresar a esa humilde choza... El príncipe que buscaba no era un príncipe era una persona muy común que con sus logros internos se convertiría en su príncipe, el secreto era que ella permaneciera a su lado en lo que lograba serlo... Sus miedos nunca fueron sus miedos, siempre fueron sus fortalezas las que tendría que superar para descubrir su potencial... Sus demonios no eran demonios eran parte de su ser y solo los tenía que aceptar y el secreto era que al abrazarlos y no juzgarlos y así ellos ya no la atormentarían más... Sus ideales no eran de ella, eran ideas que se formó por no saber nada de lo anterior por lo que si llegaba a lograr alguno no era una satisfacción verdadera solo un espejismo más de la distorsionada realidad... Al final rompió el vestido y tomo la espada, corrió a su choza creó un hogar, abrazo a su hombre y lo vio convertirse en príncipe supero sus miedos, amo a sus 54
demonios y entonces supo lo que era SER FELIZ...
Violeta Briones Gutiérrez México Publicación del 2/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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UNA FLOR EN EL PANTANO Y así comienza la historia de la flor que al ser semilla solamente, soñaba con ser plantada en un hermoso jardín cuidado por un amoroso jardinero.... En el transcurso del viaje hacia ese jardín al jardinero se le cayeron algunas semillas entre ellas la protagonista de esta historia. Salió volando cerca de un camino rocoso en el cual un ave la vio y la tomo en su pico junto con las demás semillas, pero en el transcurso del vuelo la semilla cayó a un gran pantano. Ella al caer sentía ahogarse sentía morir... Solo que en el fondo de ese oscuro pantano, vio que no se Moria, que no se ahogaba, al contrario podía ver como sus raíces empezaban a surgir que en esa oscuridad su luz comenzaba a ser más visible y aceptando y abrazando su destino ella solo comenzaba a nacer!! Y así descubrió que aún sin jardinero ella podría surgir y no solo eso dar las mejores y hermosas flores antes vistas. Todos en algún instante de la vida nos sentimos en un gran pantano, la razón de caer ahí es solo porque el creador sabe qué clase de semillas somos y que, germinando en Amor, podemos dar lo mejor de nosotros a Nosotros mismos!!
Violeta Briones Gutiérrez México Publicación del 24/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 56
TODAS EN MI Hoy recorrí el camino que siempre negué ver por ser escabroso y olvidado, y pude encontrar pedazos de mi. Y fui recogiendo pieza por pieza de las que antes fui. Y la pequeña yo escondida en un rincón Lloraba desolada. Y llegue a abrazarla y a susurrarle que la amaba, que es especial y que no está sola (nunca hemos estado). Después juntas caminamos y nos encontramos con la adolescente que estaba apenada. Y la abrazamos y le susurramos lo hermosa que estaba y que la amábamos más que a nada. Y juntas caminamos levantando los retazos que habíamos dejado de nuestro valor. Los integramos, y ahí nos encontramos con la joven madre en que nos convertimos. La encontramos llorando, porque había perdido tanto de nosotras en el camino que se sentía vacía y con miedos. Y la abrazamos y le susurramos lo valiosas que somos y como la encontramos, pero lo más importante es que la amamos por ser quien ha sido siempre. Yo regresé completa después del viaje y recogí mis retazos y mis complementos, me abracé en todos los tiempos y juntas gritamos nuestro nombre y cuanto nos amamos y que jamás volveremos a dejarnos caer en pedazos y menos regarlos. Regresé estando en mí y completa y todas ellas junto a mi sin reproches y riendo de lo maravilloso que ha sido
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este gran reencuentro.
Violeta Briones Gutiérrez México Publicación del 22/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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MATRIARCADO CANÍBAL I El predicador insistió a la tribu: —El que no quiera trabajar que tampoco coma. Entonces, sólo las mujeres participaron del banquete… Los hombres le habían cazado en medio de la selva, pero ellas terminaron el trabajo.
Carlos Ariel Albornoz Córdoba, Argentina Publicación del 11/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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GONZALO Y MI LATA DE FÚTBOL Gonzalo tiene los ojos celestes, de un color celeste que sabe a horizonte y huele a esperanza. Son dos perlas del tiempo ligadas al sabor de las nueces maduras, al aroma del pan casero cocinándose en horno de barro. Llega a mi casa y jugamos a la pelota con la misma pasión que Diego durante el gol a los ingleses. En el campo se aprende la dureza del fútbol. El único arco es de cardos con un travesaño de teros sobrevolando la cancha inmensa, ilimitada, plagada de rosetas. ¡Suerte que el balón no se desinfla ni se pincha! Por cierto, éste no es esférico sino cilíndrico: un tarro de polvo para hornear. Una de mis posesiones más valiosas. Liviano, sí, pero con buen impulso ni el viento puede doblegarlo. Así lo atestigua -desde hace décadas- la cicatriz en la frente de mi amigo Gonzalo, después de cabecear el magnífico centro que le tiré.
Carlos Ariel Albornoz Córdoba, Argentina Publicación del 30/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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AMBICIÓN Con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un gusano avaro. De pequeño soñaba con desplegar alas y volar libremente. Pero las circunstancias de la vida lo llevaron a arrastrarse en las bases de una empresa gigantesca para, desde allí, comenzar a escalar. Muchos quedaron en el camino, muriendo en el intento. Otros terminaron atrapados en conflictos intestinos... Él deseó tanto subir a la cima que, en un arrebato de ambición desmedida, lo logró: «pisoteando» con aires de superioridad y tragándose la cabeza de grandes hombres, finalmente asomó por aquel orificio nasal de un cadáver en descomposición. Alcanzando la ansiada cumbre y prácticamente besando la tapa del ataúd.
Carlos Ariel Albornoz Córdoba, Argentina Publicación del 27/02/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 24 de julio del 2018 ยกMuchas gracias por haber compartido algunas de tus publicaciones desde la pรกgina! 63
MINERVA Se despierta a las seis. Se despereza. Prepara el café de la mañana. Lee los apuntes. Escribe notas. Los dedos rozan la sien y allí la espera la cicatriz que la volvió más fuerte. Acaricia la nuca, encuentra otra. Respira hondo. Mira el sol. Sale a la calle. La brisa le despega la camisa, se cuela por el hilván de sus botones. Camina como caminan los que saben que el infierno tiene puertas de salida. Goza de ser quien es, con sus dolores. Llega puntualmente cada día. Su testimonio fluye, se dispersa, se hace carne en otras tantas que transitan acariciando sus propias cicatrices. Ella sabe que nadie sana en el silencio… (Seleccionado para la antología NUM- Ni una Menos- Chile 2017)
Laura Casamayor Buenos Aires, Argentina Publicación del 25/02/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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SANADORA Dejó que su mirada se perdiera en el Rímac. Hacía muchos días que no tomaba una ducha. Una de verdad, con jabón y agua caliente. Sus manos rodearon el rostro de la niña de ojos oscuros, almendrados. Seguía lloviendo, aún no llegaba el suero… Muchaicusccaiqui María…Espera, piensa en casa, reza.
Laura Casamayor Buenos Aires, Argentina Publicación del 5/02/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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INSOMNIO Cientos y cientos, como si llegaran ondulando la cresta de la noche, con su blancura mullida, su calor reconfortante. Mis heroínas, las dueñas de mi sonrisa de mañana, las que borran los temores y las dudas. El sueño vino pasadas mil ovejas.
Laura Casamayor Buenos Aires, Argentina Publicación del 24/07/18 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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MILU Ella se sacó el abrigo, tiró los guantes arriba del sillón y corrió hacia adentro de la casa sin verme. Yo, su gata Milu, dormitaba meciéndome en la lejanía de un ensueño extraño y frágil, cuando sobresaltada, abrí mis ojos y la vi pasar. Mi dueña solía entrar con un alto de expedientes que acomodaba prolijamente sobre la mesa del comedor, luego de cerrar la puerta con llave; ella cantaba desde lejos mi nombre para anunciar su llegada. Yo contestaba su llamado, me desperezaba y acudía a su encuentro. A sus pies, le reclamaba mi leche y una caricia cercana. Ella, con sus dedos hacía sonar mi fino collar de cascabeles y me decía: “¿Sabe Ud. Milu, la más bonita, que nunca la voy abandonar? ¿Sabe Ud?”. Mientras yo la miraba a los ojos, enamorada. Pero esta vez como un ventarrón ella abrió la puerta, no hubo expedientes sobre la mesa ni melodía que me nombrara. La puerta quedó abierta, el frío que entraba me quemaba la piel. Quise levantarme y correr tras ella pero me costó mucho moverme. Mis patas se deslizaban pesadamente, desparramándose sin rumbo por todos los espacios; mi corazón cansado galopaba desesperado y sordo por la casa buscándola. Huyendo de una creciente de viento negro que me perseguía logré llegar a su habitación. Sin saber por qué sentía la urgencia de encontrarla. La vi tirada en la cama, abrazada a su almohada, inerte. Quise trepar y acomodarme a su lado. Pero cuando vi que de su mano lábil caía mi collar de cascabeles comprendí que ese era el instante fatal. El último. 68
El espejo que la reflejaba amoroso, nos arrastrรณ para siempre hacia el fondo de su piedra oscura.
Alicia S. Loza Cรณrdoba, Argentina Publicaciรณn del 8/09/18 en la pรกgina de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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LA INUNDACIÓN La lluvia no había parado en toda la noche. Una marea de sirenas me despertó. Escuché en mi radio a pilas que se habían desbordado los ríos, que varias poblaciones de las sierras estaban siendo evacuadas, que defensa civil, que los bomberos, que los vecinos arriba de los techos… Desde mi casa vi un enorme río que venía devorándose la ruta, la plaza, el polideportivo, la rotonda, los puentes. La gente se agolpada en las orillas, otras caminaban cargadas de bolsos de ropas, de niños; las camionetas iban y venían. En el edificio de la Municipalidad se apilaban colchones, frazadas, alimentos y varias familias se abrigaban bajo los techos. Un dolor de hermandad me apretaba el pecho. La desesperación reinaba en las calles. Todos, mudos, llevábamos lo que teníamos para repartir. Las casas habían quedado derruidas, los árboles rendidos, devastados de horror. No lo podíamos creer. Luego, cada uno contaría cómo vio pasar flotando partes de la historia de las personas, sin poder hacer nada. El dolor era imparable. Fue una larga noche. Sin luz, sin agua, sin caminos ni puentes. Pero cuando volví a la gran ciudad todavía muy conmovida, mucho más me dolió darme cuenta cuán lejos nos encontrábamos: la noticia ya casi había pasado. ¿Se habían percatado en la ciudad, que nuestros paisajes ya nunca volverían a ser como antes, que la historia de las sierras chicas había cambiado para siempre?
Alicia S. Loza Córdoba, Argentina Publicación del 29/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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LA SENTENCIA “Quítenle las esposas, por favor”. Su última audiencia. Su última sentencia. Un pequeño cuerpo de mujer, hundido en la silla parecía aceptar otra vez su destino. En la sala repleta, miles de ojos espectaban. Parientes, vecinos; protagonistas y testigos de historias carnales, separados por guardias que crecían entre ellos, vigilantes. Adelante, hombres de traje sin cara, mujeres imperturbables y un frío, lánguidamente insoportable. Sólo se oía el sordo clamor de la gente y los flashes que adelantaban el estigma del veredicto. La última palabra de la acusada tembló el momento: “Clemencia señora Jueza, clemencia”. En ese instante, pesaron sobre su ánimo los más de cuarenta años de pasillos, de despachos grises, de interminables noches de sobresalto. Vio los rostros mudos de las víctimas, los gritos de lo irreparable, las lágrimas antiguas del maltrato, las sonrisas y las palabras quebradas por los violentos, las voces ahogadas del miedo, la complicidad de quienes callan, los gestos de los mendaces, los ojos suplicantes de los inocentes, las manos de los culpables. Los miles de interrogantes que deja sin responderla verdad. Y ahora… otra vez… esa interminable soledad del último minuto de desespero, del desespero de errar… Sus miradas nubladas, abatidas, se cruzaron. Una de tanta necesidad y abandono. La otra, de tanta impotencia, resignada: Saber no haber podido, torcer tanto doloroso destino. 71
"Absuelta", sentenciรณ.
Alicia S. Loza Cรณrdoba, Argentina Publicaciรณn del 14/07/18 en la pรกgina de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EXPERIENCIAS VIVIDAS EN EL TALLER DE LITERATURA "EL ANDÉN" Para expresar las vivencias y experiencia en el taller, tengo que contar algo de cómo soy y que pienso…tuve una infancia al común de los niños de esa época, muy traviesos y curiosos de las manifestaciones de la naturaleza, vivíamos muy cerquita del arroyo Rosario y rodeados de vegetación, pocas casas todos amigos y vecinos. Por la mañana el colegio 256 nacional primario era nuestra prioridad, en la tarde, juegos de siestas interminables…travesuras inolvidables…en una palabra, éramos unos indios con pluma arco y flecha de verdad…gomera colgada al cuello, los bolsillos del pantalón corto, rotos por las piedras, destinada a hondear a los pobres pajaritos y palomas…para luego cocinar una rica polenta que con gusto devoramos entre risas y cuentos, aventuras de cazar, de pescar anguilas, ranas y mojarritas en el arroyo…con un fueguito sartén, aceite y sal, la fritanga compartimos mis amigos, mi hermano y yo. Pasaron los años con rifles de aire comprimidos y después adolecentes la cacería de vizcachas, perdices y liebres…era nuestro pasatiempo favorito. Resumen... me quedó grabado como el mejor aborigen…que el hombre vive de la caza y la pesca. En esa aptitud me concientice. Pero saben una cosa tenía una vida paralela, porque desde muy niño, comencé a dibujar, a los nueve años, casa por casa salía cada navidad a vender tarjetas de salutación que pintaba con mucho esmero…Así pasaron los años primero el liceo que llegaba en bici para ahorrarme el boleto de la Cotapal…después la escuela de 74
Arte, allí aprendí mucho el concepto técnico y en la expresión había algo que no llegaba a entender. Con 16 años trabajaba con un japonés que fabricaba cepillos, luego muñecos torneados de madera llamados Kokeshi, en alusión a la cultura oriental. Se me ocurrió realizar ese tipo, pero aplicando los modelos en la cultura nacional folclórica de nuestro país. Fue un éxito, al poco tiempo deje de ser empleado compré unas maquinitas y allí empiezo con el taller. Esto es lo que me gusta y trabajo con cariño de esa época. Luego comienzo a tallar en maderas, es decir que lo cultural lo convertí en comercial aplicando el diseño y el arte. Todo éste relato es un poco para entender porqué cambié. El logro del taller y de mis compañeros con mi profe al frente fue notable para mí. Una batalla interna, sin ser materialista soy práctico y todas las cosas las tomo como son…las buenas y las malas…pero en esa practicidad no tenía en cuenta que había otra forma de ver las cosas y es haciendo aflorar los sentimientos de lo más profundo del corazón y creyendo que todo lo que nos circunda, tiene vida propia..la luna, el sol, el agua, la flor, las plantas, los árboles, en una palabra forzar y sacar lo que uno tiene adentro, (no es fácil)…entablar un dialogo con la luna, con el viento o una flor. Pero muy feliz aprendí a sentir y no usar, a ser más sensible con el entorno…más humano con los sentidos…entender lo sublime del alma y poder expresarlo. Muchas veces en el taller, la profe nos indujo a desafíos como hablarle al viento, a la luna o al mar…para mí fue muy difícil…no podía entender que éstos personajes me hablaran, que me hable un árbol? Todavía 75
no estoy convencido pero algo hay, estoy aprendiendo a querer y amar la naturaleza, he desterrado el hombre cazador y estoy logrando trasmitir lo que ahora soy…emotividad profunda en los trabajos que realizo, con otra visión más artística y libre de prejuicios técnicos. Por todo el logro, agradecer a mis compañeros y a mi profe por dejar, escuchar y corregir mis escritos y decirles que es una de las mejores experiencias de mi vida. Muchas gracias.
Raúl Enrique Ledesma Córdoba, Argentina nacido en Capital Federal Publicación del 3/06/18 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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FOBIA PERENNE –Tengo miedo –dijo ella. –¿Miedo a qué? –susurró él. –A amarte y después perderte… Miedo a que no seas la persona que creo, miedo a que no entiendas mis rarezas… Mientras se enfrentaba a sus sobresaltos, la muerte le pobló con sus sombras… se acabaron todas sus fobias, pero también sus esperanzas. La noche de su vida había poblado de negro su horizonte.
Amado Muñoz Cuchca Lima, Perú Publicación del 25/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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CUESTIÓN DE ESPERA –Eres un viejo decrépito –dijo ella. Él sonrió con su risita habitual y sentenció. –Todos estamos en el mismo rumbo, con horas distintas de salida, unos... y de llegada, otros… Ella carcajeó maquinalmente mezclando su enfado con la incertidumbre que provocó en su alma, esas palabras. El tiempo seguía su incansable marcha…
Amado Muñoz Cuchca Lima, Perú Publicación del 30/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EL RESCATE Era un hombre tan infeliz que se creía el ser más despreciable de este mundo. Resolvió acabar con su sufrimiento, acabando él mismo con su atribulada existencia. Mientras mezclaba el potente veneno con el agua del vaso, se acordó que un vecino suyo le había prestado gentilmente, una azada para cavar una zanja y así evitar que el agua de la lluvia inundara su casucha. Dejó el veneno, utópica “solución de sus cuitas”, y se encaminó hasta la casa de su gentil vecino. Tocó y tocó la puerta. Como nadie lo atendía, husmeó por una de las ventanas y vio al hombre tirado en el suelo: minutos antes había sufrido una caída brutal que lo dejó inconsciente, de no haber llegado, una muerte segura lo aguardaba. Lo reanimó y le acomodó en su cama y fue a llamar al viejo médico del pueblo. Todos estos menesteres le ocuparon toda la mañana, cuando regresó a su casa, estaba tan cansado que se recostó y se quedó dormido. Entre sueños se acordó que había tomado la resoluta decisión de acabar con su existencia, pero al ver esa mañana al viejo aferrarse a la vida, supo que aún no debía apresurar su deceso, y vivió muchísimos años haciendo el bien a los demás, y husmeando de vez en vez por las ventanas solitarias de sus vecinos, buscando tal vez moribundos que le salven de sus pesares.
Amado Muñoz Cuchca Lima, Perú Publicación del 31/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 80
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TÍO OBDULIO La lluvia se había desmadrado. Buscaban refugio los gorriones y la gente. Un metrónomo sonaba constantemente. Era, por supuesto, monótonamente rítmico. Su compás musical perfecto tenía un son extraño. Desde la Sala de Música, no se oía otra cosa. Ni el arpa con su dulzura, ni el nostálgico violín; tampoco el pianista tocando a Chopin… Sin embargo, el tiqui taca, tiqui taca continuaba sin pausa. Presté atención: nada más que la isotonía metronómica, tiqui taca, tiqui taca… Me levanté para averiguar que pasaba allí dentro ¿Y el músico? (que, en realidad, era mi Tío Obdulio) ¿Qué gastadas horas estaba derrochando? ¿Habría sufrido un ataque de apoplejía? ¿El arpa lo sedujo tanto que a sus cuerdas sucumbió amarrado? ¿O el piano con su inmensa boca lo habría tragado? Mi mente loca imaginaba monstruosidades. El tío era ya muy viejo, y conversaba diariamente sólo con sus instrumentos. En sus largas horas de práctica, luego del desayuno, la pasión musical lo consumía entero “Es que tengo tres amantes exigentes, y a todas les debo sus momentos de caricias…” _ decía Tío Obdulio, cada vez con más tono de certeza que de broma. Atenta a semejantes declaraciones, temí que el arpa, el violín, o el piano hubiesen tomado revancha (¡Hey! Pensándolo bien: Tío dijo “amantes” Y hay dos “masculinos” en su lista… ¿No será el Tío…?) Apenas mi vista alcanzó el hueco de la ventana, observé el banquillo vacío, y la tapa del piano cerrada… 82
Tío la había bajado sin fijarse que la manga de la camisa sobresalía por debajo de la cerradura del negro y mastodóntico instrumento. Protesté “¡Esa maldita costumbre de sacarse la camisa para limpiar las teclas con ella…!” Miré hacia el rincón donde, tal como lo dice Bécquer, debía estar el arpa. El pantalón lucía entrelazado entre las cuerdas… Di una mirada rápida al resto de la habitación: el sonsonete del metrónomo sonaba más cercano; mas distinto… Comprobé que el metrónomo que yo veía estaba absolutamente inmóvil, tieso, paralítico… ¡Qué misterioso resultaba aquello! Sentía nítidamente el tiqui taca, tiqui taca… Diferente, pero con igual prolija monotonía. Giré la cabeza, y comprendí. Con una sonrisa, me acerqué y tomé al polluelo que con disciplina de relojería comía los restos de galleta que habían quedado en la bandeja metálica del desayuno. Con gran cuidado, lo atrapé suavemente. Le expliqué qué haría con él. Entonces tropecé con algo que asomaba debajo de la mesa. Caí soltando a la avecilla y comencé a gritar cómo sólo se lo hace con pavor: oculto por el mantel que cubría la mesa hasta casi rozar el piso yacía Tío Obdulio, vestido sólo con sus calzoncillos, atravesado por el arco del violín, exactamente donde se tiene el corazón.
Diana Laura Caffaratti Córdoba, Argentina Publicación del 5/03/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 83
Ingreso al espacio el 8 de febrero del 2019 ยกMuchas gracias por haber compartido todas tus publicaciones desde la pรกgina! El cuento publicado alcanzรณ 841 vistas. 84
EL CUMPLEAÑOS DE DON MARUCO Había una vez un apuesto joven que con el correr del tiempo, bajo el aire de un ambiente cordobés, alimentaba día a día su atracción por los fierros. Ya entrando a su madurez, en plena acción y estando en su lugar favorito, aquel taller mecánico, ordenado y ocupado siempre con algunos de sus pacientes de la época: Renault Gordini, V8, Fiat 1500, Peugeot 403, entre otros, llegó de repente su amor incondicional: El Renault 4. ¡Enamoramiento a primera vista! Punto de partida para que su sueño comience a gestarse y para que con el correr del tiempo, pudiese lograr obtener su “Renolito” tan deseado. Millones de aventuras experimentó con él y la pasión desenfrenada por estas máquinas terminó ubicando a este modelo dentro de sus preferencias. Un día, como tantos otros, preparó todas sus pertenencias y junto a su esposa y hermanos emprendió un viaje en su auto tan amado. Fue una travesía a Paraguay, país vecino, donde residía su hijo. Todo un orgullo para aquella época el de recorrer miles de kilómetros viajando en este automóvil. Toda una inmensa alegría compartida en aquel trayecto para realizar la tan esperada visita. Los años pasaron y la necesidad lo llevó a tener que deshacerse de su preciado vehículo aunque, gracias a su oficio, continuó en contacto con ellos. Don Lelio Maruco, era un entusiasta fierrero, un mecánico de excelencia, un ejemplo de vida y, sobre todas las cosas, un apasionado renolero que al cumplir sus juveniles 89 años siguió siendo el perfecto consejero de 85
quienes hoy también se apasionan por la fidelidad y por el amor hacia los Renault 4. _Lleven siempre un platino, un semieje. No olviden controlar la rueda de auxilio y si es posible llevar otra cubierta_ decía el señor Maruco aconsejando a los de su entorno. Fue así que en el día de su cumpleaños, un merecido homenaje lo tomó de sorpresa en manos de su amada esposa, de sus hijos, nietos y amigos… En la puerta de su casa, su eterno amor, lo estaba esperando. En sólo segundos tendría frente a sus ojos el mejor de los regalos: ¡Un hermoso Renault 4 rojo! Y… ¿Ustedes se preguntarán qué hizo Don Lelio al verlo? ¡No pudo con su genio! Como gran mecánico que fue y con su pasión fierrera a flor de piel, giró la llave, lo puso en marcha, abrió el capot para escuchar el motor, se inclinó como pudo para prestar atención al sonido del caño de escape y su sonrisa delatora de felicidad absoluta hizo mezclar entre todos los presentes risas y llantos simultáneos bendiciendo aquel momento con lágrimas de humilde grandeza. Quienes estuvieron compartiendo tan emotivo momento dicen que si hubiese sido por él, este abuelo enamorado de su nuevo R4 colorado, hubiera pasado la noche entera durmiendo en su interior acompañado de su añejo perrito quien, como de costumbre, acompaña y vela sus sueños echadito a su lado cómplice, una vez más, de semejante testimonio de vida.
María Rosa Schverdt Córdoba, Argentina Publicación del 24/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 86
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DIARIO DE FAMILIA Cuando mi abuelo falleció mi casa se llenó con sus libros y cuadernos. Mi papá se encerraba en el estudio por horas. Yo desde el pasillo escuchaba sollozos. Un día me escondí dentro de un armario en esa habitación amurallada con la obra de los clásicos: Shakespeare, Flaubert, Cervantes y muchos más. Lo espié. Recuerdo que se sirvió un vaso de whisky, encendió la pipa y abrió un baúl. Manoteó un cuaderno forrado con cuero y se sentó a leerlo. Una luz amarilla lo envolvía. Pasaba las páginas y soltaba un espeso humo. No me descubrió. Soporté mis ganas de ir al baño, la tos, todo. Un día, mientras él trabajaba, me llevé un vaso de leche, unos cubanitos de chocolate y me senté en aquel sillón a leer. La letra apurada de un hombre desahuciado me perturbó. Mi abuelo había escrito sus memorias. Un montón de otros cuadernos similares descansaban en el mismo cofre. Seguro que mis bisabuelos y tatarabuelos también dejaron un mensaje. La tipografía cambiaba. Estaba seguro que alguno contendría un mapa —un mapa de algún tesoro—. Lloré la tarde que lo vi a mi viejo llenando con tinta una libreta forrada con cuero. Supe que el final se 88
acercaba, que el siguiente sería yo.
Luciana Elsa Bonzo Suárez, Buenos Aires, Argentina Publicación del 15/08/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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UNA LEYENDA VIVIENTE A punto de perderme en las tinieblas de la noche morisca fui sorprendido por el cañón de un revólver. Lo empuñaba un desalmado. Rechazó los fajos de dinero que le ofrecí e incluso a las mujeres más preciosas del mundo que por fotos le enseñé. Me escoltó por el callejón y con desprecio me encerró en un calabozo oscuro, húmedo, repleto de ratas. El sujeto incluso se atrevió a desnudarme. Una vez empapado por el agua maloliente que cubría los rústicos ladrillos del piso, sentí un fuego azul que como un rayo me alcanzó. Habré corcobeado un minuto soportando las carcajadas de mi represor. —Quien ríe último ríe mejor —le dije pero no me entendió. Apagó el interruptor y se acercó esbozando una gran sonrisa. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le di un cabezazo. La boa tatuada en mi brazo se desprendió de mi piel y se abalanzó sobre el hombre que ya no se divertía. Los otros guardias corrieron a socorrer a su compañero y acabaron igual: asfixiados, con las costillas comprimidas y unos colmillos incados en sus cuellos. Ninguno sobrevivió. Desde entonces ya no me oculto. Recorro las calles del centro mostrando orgulloso mis tatuajes. Ya nadie se 90
mete conmigo, soy toda una leyenda.
Luciana Elsa Bonzo Suรกrez Buenos Aires, Argentina Publicaciรณn del 12/10/19 en la pรกgina de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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NOCTURNO Para mí no hay nada más atractivo que las sombras de la noche. En la inmunidad de la oscuridad y escondida de las miradas de todos, puedo descubrir un mundo apasionante. De día soy una chica común que ha llegado de su pueblo a probar suerte en la gran ciudad, pero de noche… de noche soy diferente. Allá, de donde vengo, no hay edificios altos; por eso, cuando llegué a Buenos Aires, elegí vivir en un segundo piso para disfrutar desde mi ventana de todo el rumor nocturno, como quien espía por el ojo de una cerradura. Soy noctámbula por naturaleza. Pero no soy la única: todos sabemos que a la hora en que una parte de la ciudad duerme, la otra está despierta. No me gusta andar mucho. En la locura urbana me siento vulnerable, me estreso. Por esa razón, cada vez que llego a casa, realizo un ritual para relajarme: antes o después de cenar, me quedo en la cocina un rato, a oscuras, mirando por la ventana, tratando de adivinar qué estarían haciendo en los edificios del otro lado de la calle. Luego, me recuesto y escribo en mi diario lo que imaginé. Hay veces en que se me ocurren cosas graciosas y me río hasta quedarme dormida. Recuerdo aquella noche de tanto frío: había olvidado comprar la cena, pero no veía la hora de entrar y abrigarme. Pensé que comería una manzana mientras veía mi espectáculo preferido, y luego tomaría un té en la cama. Como programa era perfecto. Cuando entré en el departamento me llamó la atención que el teléfono estuviera descolgado. Había salido muy 93
apurada esa mañana; quizás lo había volcado al pasar, sin darme cuenta. Luego fui a mi habitación a dejar mi abrigo y ponerme cómoda para comenzar mi franco de fin de semana. Había un olor extraño en el ambiente: era un perfume conocido, fuerte, ácido. Se me ocurrió que podría llegar del departamento de mi vecino que le gustaba encender sahumerios de mala calidad. Camino a la cocina, fui apagando las luces para quedarme sólo con el reflejo de la calle. Al pasar por el living, sentí que algo no estaba en su lugar. Observé todo detenidamente, pero lo único que vi fue mi diario abierto. Nada de importancia. Cuando llegué a la cocina busqué la fruta mientras miraba distraídamente por la ventana. Lo que veía no me gustaba, no sabía por qué. La plaza, totalmente desierta, supongo que por el frío, me ponía nerviosa. Ni siquiera andaba el carrito del cartonero o la compactadora recogiendo la basura. Nada. Me sentí sola en el mundo, en medio de una jungla de cemento inundada por ese olor que se hacía más intenso. De pie, apoyando la pelvis en la mesada, miraba a través de vidrio mientras pelaba la manzana. No la comí, tenía un nudo en el estómago. Mejor me doy una ducha caliente y me meto en la cama, pensé. Encendía la calefacción del baño, cuando caí en la cuenta de que el edificio se había hundido en un completo silencio, excepto por una gota que caía en alguna parte. Agucé el oído, y descubrí que venía de la pileta de la cocina. ¿Por qué goteaba ahora, si hasta hacía un ratito estaba bien? Dejé lo que estaba haciendo y fui de inmediato a terminar con ese ruido infernal. Estaba nerviosa y no 94
sabía por qué. Tratando de relajarme, respiré hondo varias veces, y terminé acelerando mis palpitaciones. —Mañana será otro día —dije como para escuchar una voz humana, y volví al baño. Mientras me duchaba, oí un golpe en el living como si algo se hubiera caído. Debe ser el viento, pensé. Pero no había viento. Estoy en un segundo piso, me dije. ¿Qué me puede pasar? Quería convencerme de que todo estaba bien, que una jornada cansadora me había dejado sensible. De todos modos, me vestí lo más rápido que pude; no me daba seguridad andar desnuda. Tomé el teléfono con la intención de llamar a alguien para que me hiciera compañía, pero la línea estaba muerta. Un quejido involuntario me salió de la garganta: algo se había movido detrás de mí. Colgué lentamente el teléfono, tenía que salir de ahí y en silencio. Por el reflejo que venía de la calle vi una mano saliendo de la oscuridad, no tuve tiempo de nada: ya me había agarrado del pelo. Grité. Grité como nunca había gritado en mi vida, con todas las fuerzas de mi alma, y seguí gritando hasta que un golpe me dio de lleno en la boca. —Callate, putita —me dijo entre dientes una voz de hombre. Me hablaba tan de cerca que yo podía oler su aliento a alcohol barato y ese perfume ácido que me había estado persiguiendo. Intenté preguntarle qué quería, pero volvió a pegarme en la boca, ahora con algo metálico y frío. —¡Callate te digo! —Fue una orden, un grito sordo—. ¿O querés que te mate acá nomás? 95
El labio se me hinchaba, y sentía el sabor de la sangre que me corría entre los dientes. El tipo tenía un arma, me la mostró: un revólver. Me arrastró hasta la cocina y me puso frente a la ventana. —¡Mirá, putita! ¿No te gustaba mirar? —dijo mientras me aplastaba la cara contra el vidrio—. ¡Mirá! Decime qué ves. Te gustó provocarme, ¿no? ¿Qué esperabas? ¿Que me quedara tranquilo, mirándote noche tras noche? —Y cambiando el tono, agregó con sorna—: Putita mirona. Luego me hizo girar tironeándome del pelo, y me arrojó de espaldas contra la mesada. Pensé que me había roto varias costillas. Sin aliento, no podía hablar ni pedir auxilio. No entendía si de verdad estaba sucediendo, o era una pesadilla. Y se me saltaron las lágrimas. —No llorés, putita —me dijo ahora el tipo tratando de besarme. Su sudor me mojaba la cara y su barba crecida me raspaba como lija. Sentí asco y quise zafarme. Enseguida me apretó el cuello y comenzó a presionar de a poco, cada vez más fuerte. Una sola mano le bastó para atrapar mi garganta. Traté de abrir sus dedos para poder respirar, pero las fuerzas me iban abandonando. —Quedate quieta, nena —me dijo jadeando sobre mi boca—, y no llorés… Va a ser rápido. Obsesionado por desprender su ropa, dejó caer el arma al suelo, y hundió la mano libre en mi carne. Seguramente creyó que me desvanecía, y aflojó la mano que tenía en mi garganta para acomodarme encima de la mesada. Su piel áspera me humillaba buscando las partes más sensibles de mi cuerpo: iba a concretar su crimen. Fue un segundo, el decisivo. En un reflejo, todavía no entiendo cómo, lo hice. Sólo recuerdo que estiré la mano y encontré el cuchillo entre las cáscaras de la manzana. Era él o yo. Y de los dos, la fuerte era yo. Aproveché que 96
la bestia estaba más interesada en copular que en matarme, y le clavé el cuchillo en la base del cuello: una, dos…, tres veces. La noche era clara y se reflejaba en los azulejos. Lo vi intentar detener con sus manos la vida que se le escapaba a borbotones. Lo vi abrir grande la boca como para tomar aliento. Lo vi ahogarse con su propia sangre. Y lo vi desplomarse con la mirada fija en mis ojos, con la cara desencajada entre el miedo y la necesidad de respirar. Chillaba como un cerdo en el matadero. Sólo tuve asco. El cuchillo, todavía en mi mano pegoteada, era uno más de mis huesos de tan fuerte que lo apretaba. —No llorés, hijo de puta —le dije entre tos y fatiga—. Esto va a ser rápido.
Mónica Cena Buenos Aires, Argentina Publicación del 12/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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CUÁNTO LE COSTÓ A LA MUERTE APAGAR NUESTRO AMOR Cuánto le costó al tiempo que yo pudiese olvidar la oscuridad de tus pensamientos plasmados en sonidos, le costó tanto que todavía sueño con violetas cada vez que te oigo cantar en los campos de la muerte. Y mis labios siguen sin abrirse desde que me dejaste sola en esta vida tan desierta, en esta existencia tan horrible que no tiene agua. Me dejaste sola en este mundo hostil, que es negro y se viste de naranja. Cuánto le costó a la muerte borrar tu sonrisa de mi alma, y todavía no puede hacerlo porque cada vez que te veo atrapado en el tiempo de una fotografía un nudo con el color del fuego se apodera de mi cuerpo y la lluvia brota a borbotones de mis ventanas, y el desierto se hace mar. Y no puedo borrar tus labios, y mis ventanas no quieren abrirse desde que decidiste dejarme sola en esta vida, esta vida ajena a la que no le pertenezco en lo absoluto. Cuánto le costó a la vida que supere tu ida a otro mundo, y no pude hacerlo porque cada vez que tu nombre suena en algún lugar, ya sea que te nombren a vos o nombren a otro, ya sea que suene la radio, o la voz de una niña muda, yo me vuelvo blanca y negra, y mi alma se tizna de muerte junto con mi corazón que se marchita de a poco, y de a mucho. Y quiero escuchar el último susurro de tu vida, aunque sepa que desde hace mucho tenías la muerte instalada en el alma. Cuánto le costó a todos que yo quisiera volver a vivir, y no pudieron lograrlo porque cada noche de mi vida 99
muero de una manera diferente desde que decidiste dejarme sola en este mundo de gente que no me comprende, esta gente extraña, que habla mucho y no siente nada. Oh querido, no podrás imaginarte cómo de violeta es mi vida sin tus ojos negros mirando mi acantilado. Oh querido, mi alma se llena de muerte cuando veo que tu nombre tuvo un fin. Que tuvo un punto final. Así, como un vaso que cae al suelo y se parte. Ruido seco. Final tosco. Y me dejaste. Rompiste la promesa que tanto susurraste cuando tus lágrimas llegaban al mar. Me dijiste que seríamos fuertes, me prometiste que nuestras almas eran diferentes, que nosotros no estábamos muertos. Oh querido, no sé si llegue a avisarle a mi madre que lo que estoy haciendo es irme con vos. Cuánto le costó a la muerte apagar mi amor por vos, le costó tanto que no pudo hacerlo. Y a pesar de que me dejaste sola en este mundo al que mis ojos del color del universo no le pertenecen, estoy yendo con vos, querido. Espérame allí unos minutos más, veinte minutos diría yo, que eso tardará mi cuerpo en vaciarse de esta sangre que me mantenía dormida. Oh querido, estoy viendo tus ojos una vez más. Y no podré llegar del baño a la cocina, no podré avisarle a mi madre que estaré bien. Cuánto le costó a la muerte apagar nuestro amor.
Antonella Gatti Córdoba, Argentina Publicación del5/09/18 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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SOLO EN EL LIBRO Se zambulló entre las páginas. Buscaba en las frases un pedacito de sí. Sus brazos daban vuelta las hojas, mientras respiraba aromas de los dos. Con las piernas agitadas corría sobre estrofas escalonadas destrabando palabras, para encontrar su nombre entre algunas oraciones. Hasta que llegó a la última hoja donde la estaba esperando…
Rosa Beatriz Gonzáles San Juan, Argentina Publicación del 16/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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DECISIÓN Aquel día se sumergió en el pasadizo oscuro. De a poco se le incrustaron las sombras pegajosas de enigmas. Empujaba las paredes buscando una respuesta y sus manos chorreaban lentas gotas del denso fango de su traspié. Un clima anónimo le pesaba sobre la espalda, mientras con pasos inquietantes resbalaba en la siniestra huella de la incertidumbre -¿Dónde voy?- se preguntó- pensando que ésa era la única salida.
Rosa Beatriz Gonzáles San Juan, Argentina Publicación del 15/02/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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ENTONCES Decidí detener la marcha, había esperado durante horas desandadas una y otra vez. El paisaje invitaba a penetrarme de su esencia, mientras el tiempo descansaba en lontananza. Los atajos empolvados soportaban mis huellas y yo respiraba libertad. Había llegado el momento… Sentía suspirar los árboles. Mis pasos se adormecieron hasta no hacer ruido. Entonces me incliné sobre mi misma diciendo en voz baja: - Puedo ser…ahora…ya.
Rosa Beatriz Gonzáles San Juan, Argentina Publicación del 25/03/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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RECORDÉ Hoy asomaron a mi mente, esos recuerdos únicos, que aún añoro, abrazándonos sin tiempo entre voces de mil poemas, donde el corazón quería escapar hacia otros cielos, para pintar notas de otoño con un Tú y Yo en tonos ocres. Mis ojos comenzaron a cuajar lágrimas nuevas, mis labios a pronunciar un – no sé qué – de palabras dichas en secretos, hasta el aroma de café impregnó mis horas, recordando aquellos momentos de amor que fueron nuestros.
Nélida Ruiz San Juan, Argentina Publicación del 19/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EN LA CIUDAD SIN TI El cielo titilaba junto a las estrellas, iluminando hasta los rincones de la ciudad. Mi corazón buscando la presencia de tu ser, rasguñaba la noche. Mi deseo conjugó el verbo en soledad, tanto, que transformó a la ilusión de verte en hechizo. Anudando los instantes, me atreví a convertirlos en recurrentes, añorados. Por momentos la quietud era invadida por un torrentoso coro de grillos, ondulando la tierra adormecida de la calle larga, por la que regresé triste y desolada sin ti. Mi pañuelo acumulaba lágrimas a puñados. Apuré el paso llamándote a gritos.
Nélida Ruiz San Juan, Argentina Publicación del 11/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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DOMINGO DE PASCUAS La alameda agitaba sus hojas saludando sin tregua. Bebían mis retinas las tacuaras, que daban paso a tenues rayos de sol, que ponían en evidencia las siluetas de los nogales en otoño. Mirando por el ventanal de la casona blanca, pintaba el paisaje manchado de hojas, dando profundas pinceladas al lienzo expectante de horas. El aroma frutal encendía mis sentidos llevándome a respirar la quietud plena de gozo, en ese domingo de descanso y Pascuas. A las veinte se escuchó el tañido campanil de la antigua capilla del pueblo, llamando a misa.
Nélida Ruiz San Juan, Argentina Publicación del 16/08/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EL MIEDO No hay donde esconderse, ellos están por todos lados. No los veo pero ellos me ven, vienen por mí y tiemblo sin poder contenerme, abro muy grande los ojos tratando de encontrarlos. ¿El viento silva o son ellos que aúllan? _ Pagarás por tu pecado_ me dijo el cura. _ ¡No quise hacerlo!_ grité desesperado. Pero ya me había dictado su sentencia: P E C A D O R. Me espera el infierno. Ahora corro sin saber a dónde ir, ellos vienen por mí. Son invisibles pero malignos. Todo mi ser parece convulsionar porque sé que me están acechando y un grito ahogado se atora en mi garganta cuando un gato negro cruza corriendo lanzándome fuego con sus ojos, alguien me toma por los brazos y dice algo que no entiendo, creí oír “ puso los ojos en blanco”. Son ellos, no recuerdo más… pierdo el sentido.
Gladis Mabel Domínguez Núñez Corrientes, Argentina Publicación del 2/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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ELECCIONES PELIGROSAS De carácter simpático y audaz, le gustaba juntarse con políticos, curas, bohemios y bailanteros. Adoraba la ropa buena, joyas y los autos deportivos, hijo único y consentido que nada logró por sí mismo solo despilfarraba la gran herencia familiar. Sentía fascinación por el submundo de la noche, lo mejor de la vida: tragos, mujeres, diversión. Una noche la vio, a pesar de la poca ropa y excesivo maquillaje, le pareció la mujer más hermosa. Ella, entre sugerencias y caricias lo condujo al callejón oscuro, antes de que el pudiera advertir, le clavo un puñal en la boca del estómago. Mientras observaba como se desangraba lo iba despojando de sus pertenencias. El con horror, sentía como se le iba la vida a borbotones y sin pausa, con la misma rapidez que le gustó vivir.
Gladis Mabel Domínguez Núñez Corrientes, Argentina Publicación del 7/05/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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LOCURA Se fue para siempre. Lo dice en la carta, no va a volver. ¿Cómo no me di cuenta antes? Recién ahora siento el puñal en la espalda y quien sabe desde cuando está ahí. Ilusa estúpida. Siento que también mi vida terminó. ¿Habrá ataúdes para el amor? No puedo pensar con claridad. Hace fío y enciendo el hogar. La casa me parece un cementerio. Tomo de una vez todo el frasco de somníferos y antes de que hagan efecto, rocío los muebles con combustible que empiezan a arder inmediatamente, un ataque de risa se apodera de mí y en ese instante comprendo la feliz locura de Nerón viendo a Roma consumirse en llamas.
Gladis Mabel Domínguez Núñez Corrientes, Argentina Publicación del 12/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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EL LADO OSCURO El paraguas multicolor le fue arrebatado por el viento, pero Ana no lo corrió, dejó que se alejara con las hojas y papeles que volaban y se estampaban contra los muros y fachadas del barrio comercial. Es una noche de perros, pensó. De repente se recortó una figura alta en la esquina, e iluminada por los relámpagos Parecía haber salido de la nada, o de un portal a otro mundo, o del espacio sideral, ella no lo veía como algo normal y corriente, un hombre muy alto, su rostro oculto dentro de su ropa de lluvia, y con una bolsa al hombro. Se asustó. Corrió lo que le dieron sus piernas y se ocultó tras unos arbustos. La tormenta eléctrica no amainaba. La noche fría y lluviosa, se veía cada tanto iluminada por relámpagos violetas y plateados, prologando la caída de los rayos, quizás buscando hacer tierra en el pararrayos que estaba situado contra la capilla del barrio. No entendía por qué se le ocurrió disparar como una loca para esconderse al ver acercarse al hombre cubierto con una larga capa brillando de agua. Su intuición actuaba como si tuviera un botón antipánico en su cabeza. Salía de completar su turno en la guardia del hospital, no eran más de las diez de la noche, pero la gente ya se encontraba a cubierto, en sus casas, algunas quizás ya estarían durmiendo. Había perdido por escasos segundos el último colectivo que la acercaría a su barrio. Los taxis iban todos ocupados con gente, que como ella, necesitaba llegar a su hogar. La ciudad desolada le producía miedo. Palpó su bolso buscando un bisturí, siempre lo llevaba encima por la inseguridad reinante, sabía cómo manejarlo si acaso tuviera que defenderse, y a la vez se sentía con esa cuota de poder 114
que otros no tenían. La figura, para ella espectral, se detuvo por unos minutos, la capa se le abrió por los embates del viento huracanado y Ana , oculta unos metros más adelante pudo verle el rostro. - ¡Pero si es Francisco! ¿ Qué hace por el barrio? Pensó asombrada al ver a su vecino, amigo de la familia, en su opinión casi disfrazado, tan cerca del lugar donde ella trabajaba. -Hey, don Francisco, aquí! Gritó, Ana. -Ana, su mamá me pidió que venga a esperarla a la salida del trabajo, tenía temor de que usted corriera algún peligro! Dijo el hombre descubriendo su cabeza casi rala. Miró a la joven sin ninguna protección para la lluvia que se hacía cada vez más fuerte y le dio pena verla toda empapada, deseó protegerla. Decidió entonces compartir la amplia capa, y haciendo una especie de techo, ambos siguieron caminando hacia la parada de taxis, dos cuadras más abajo. Ana veía que el hombre no soltaba la bolsa de lona negra que apretaba contra su cuerpo para nada. Pensó que tal vez su vecino llevaba comida comprada en alguna rotisería del lugar. No quiso preguntar. Una vez en el taxi, el hombre espió dentro de la bolsa y pegó un suave silbido. Luego se la acercó a Ana que quedó estupefacta al mirar el contenido. Los billetes, en fajos de quinientos y mil pesos brillaban en la penumbra del taxi. Don Francisco se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio. Volvió a cerrar la bolsa y luego se distrajo mirando cómo la lluvia inundaba las calles haciéndolas intransitables en algunos lugares. Por suerte estamos llegando, se dijo Ana cuando el taxi entró en el barrio en el que vivían. Bajaron, y don Francisco la acompañó hasta la puerta para despedirla con la frase… De esta bolsa, ni una palabra a nadie. 115
Ana no dijo nada, solo afirmó con la cabeza e hizo la mímica de un cierre sobre su boca. Que más daba. Todos tenemos un lado oscuro, se dijo sonriendo. Al día siguiente, Ana y su madre desayunaban frente al televisor viendo las noticias. En un momento, el periodista comenzó a relatar un intenso operativo policial sucedido la noche anterior, donde había sido rescatado el hijo de un importante y conocido empresario. Lo que comentaba el periodista era, que el dinero que los delincuentes habían pedido como rescate, había desaparecido del lugar pactado, supuestamente producto de una mexicaneada, aclaró, un hecho que había ocurrido minutos antes de que los secuestradores lo levantaran del lugar pactado para la entrega. Destacaban que el joven secuestrado había sido rescatado sano y salvo, razón por la cual no había nada que lamentar. El rescate del muchacho y detención de los secuestradores se hizo en las inmediaciones del hospital donde Ana trabajaba. Ana miró a su madre y sintió deseos de contarle la extraña conducta del vecino la noche anterior cuando fue a esperarla a la salida del trabajo, pero no quiso preocuparla. Don Francisco sabría el origen de ese dinero. Cuando tuviera la oportunidad hablaría con su vecino. Pasaron los días. El sábado a la mañana, Ana no trabajaba y decidió salir con su madre a hacer las compras del mes, al supermercado y la farmacia. Estuvieron cerca de dos horas ocupadas, mas cuando volvieron al barrio, se encontraron con un cordón policial que rodeaba todo el radio urbano dónde vivían las mujeres. Algo muy serio debía haber ocurrido. Se acercaron a su casa, previamente pidiendo permiso para 116
cruzar por debajo de la cinta perimetral de seguridad, era más que evidente que había víctimas en el lugar. De la casa de don Francisco sacaban una camilla con un cuerpo dentro de una bolsa negra, la casa era un revoltijo total. Según los curiosos del barrio se desconocían los motivos de la tragedia. Era un excelente vecino, decía la gente del lugar, y estaban muy extrañados que un hombre tan bueno fuera degollado y con tanta precisión. El asesino sabía muy bien hacer ablaciones, porque también le faltaban los ojos, algo propio de los sicarios de los cárteles de la droga. Todos sabían que don Francisco vivía de su jubilación. De clase media baja, carecía de valores en dinero o joyas, sus vecinos lo conocían de años. Algunos se aventuraban a comentar que "quien iba a pensar que don Francisco..., que todos tenemos un lado oscuro... , que nunca llegamos a conocer bien a una persona”, y así se iban escuchando los comentarios poco amables sobre el occiso. Pasaron dos meses, Ana repentinamente decidió renunciar al trabajo, pese a los rezongos de su madre que le decía a Ana que ella no podría con las dos, cobrando solo una pensión, le pedía que lo reconsidere, pero Ana se ofuscaba cada vez más y más. Hasta que un buen día llegó a su casa con la noticia que se mudaban de casa, de barrio y de ciudad. Afuera un auto rojo , aparentemente recién salido de un concesionario, las esperaba. Ana cargó las valijas que ya había preparado previamente con lo que necesitarían las dos, y medio que empujó a su madre hasta el coche.-Y ésto? Preguntó su madre. - La indemnización, mamá, quedate tranquila! El auto se perdió en la carretera camino al norte del país. Ana canturreaba bajito mientras conducía con una 117
cínica sonrisa en el rostro. La madre guardó silencio, intuía lo ocurrido.
Liliana Maddalena Entre Ríos, Argentina Publicación del 9/10/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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PALOMA ROJA Eran dos bólidos en alocada carrera avanzando por la avenida iluminada para el horror. El golpe, —a pesar del hundimiento del travesaño del techo y el parabrisas—, fue inadvertido por el ruido que de los motores. Se detuvieron a dos cuadras, al ver por el espejo retrovisor que la gente corría… Uno de los conductores bajó del coche para mirar, pero no se acercó al lugar porque no quería “comprometerse” …Después de unos segundos, golpeó con la mano la puerta del auto del contrincante y dijo: —Sigamos con la picada callejera, es solo una paloma roja sobre el cemento.
Beatriz Teresa Bustos Córdoba, Argentina Publicación del 11/10/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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GRAVA ROJA La grava roja del sendero que va a la mansión tiene marcadas las huellas, que por contraste son blancas. En la puerta principal la aldaba rompe el silencio y desde la ventana la viuda mira complacida al visitante. La niebla no impide ver el dintel vacío bajo el farol y una mano solitaria, que se mueve como mecida por el viento.
María Magdalena Pizzio Buenos Aires, Argentina reside en Neuquén Publicación del 4/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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LINYERA Alcancé a ver su silueta en lo alto de la barda, donde terminan las piedras y comienza el cielo. Le silbé inútilmente. Sus flacos huesos se acomodaban a la cuesta y con las orejas lacias, corría obnubilado por el sangriento horizonte. Se descolgó tras él, que lo engulló, en una hambrienta llamarada. La luna que por ahí pasaba vertió por él su única lágrima. Y yo, me quedé sin mi único amigo.
María Magdalena Pizzio Buenos Aires, Argentina reside en Neuquén Publicación del 4/06/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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AMANUENSE Entonces, me cruzó el pensamiento: ¡Qué miserables orfandades, miserias, soledades, quedan reveladas aquí! Su pobreza es grande; pero, su soledad ¡qué terrible! de El Escribiente- H. Melville.
Miró en cada cubículo. En cada vagón. Cansado de llevar a cuestas su soledad siguió la búsqueda iniciada en el sueño. Los anteriores habían sido premonitorios. Éste ¿por qué no? Estaba decidido a dar un giro total a las convicciones de años y encontrarla. Su vacía carga de escritorio anónimo se había transformado en abrumadora melancolía y ella era la única capaz de salvarlo. El viejo tren traqueteaba ajeno a todo en su rumbo austral, meciendo las llamas de los faroles a vela adosados a las paredes, dando un toque lúgubre al anochecer en la meseta patagónica, despertando quién sabe qué fantasmas bailando a contraluz de la noche. Ya desesperaba en su propósito cuando la vio. Primero fue el libro. Sólo alcanzó a leer, como en el sueño: El Escribiente y buscando con sus ojos mustios encontró la cara redonda y sonriente. Nariz algo chata y ojos oscuros que lo miraron un instante. Dando por hecho que su destino –o su cambio– estaban allí, entró silencioso y se sentó frente a ella. Con timidez y desesperanza aquella voz sonó a lejanía cuando le ofreció el libro y preguntó: – ¿Quiere leer un rato? 124
Y él, casi inaudible contestó –preferiría no hacerlo.
María Magdalena Pizzio Buenos Aires, Argentina reside en Neuquén Publicación del 8/08/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 29 de marzo del 2019 ยกMuchas gracias por compartir algunas de tus publicaciones desde la pรกgina!
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LAS LLAVES ¡Otra Nochebuena insoportable! Otra decepción más este año. Estuvo complicado desde el invierno pasado. Más allá de algunas changas para la comida, no hubo. Los chicos primero. Ellos necesitan para el colegio, para comer. La Meche y yo hacemos lo que podemos, pero ellos son primero. Y otra vez la Nochebuena sin regalos. Me acerqué al arbolito anoche y los chicos ya dejaron las cartas para Papá Noel. El mayor quiere una bici y el menor un triciclo. Le dije que triciclo va con “C”. Imposible eso. No hay un peso. Mejore dejo de pensar y salgo a ver si consigo algo para la comida de esta noche. El centro está desierto, es la 1 casi y nada. Poca gente camina a esta hora porque la mayoría dejó de trabajar al mediodía. Está casi todo cerrado, menos la parrilla de la esquina de Libertad que me regaló un poco de asado por limpiarle los vidrios. Sigo caminando pero ya con algo para llevar a casa. Cruzo 9 de julio y voy para el lado de Recoleta. Camino, y nada. De repente, una señora me grita desde un balcón. -“Señor, ud puede ayudarme? Se me cayeron las llaves a la vereda y no puedo salir, no podría traérmelas? Abra la puerta del edificio y suba hasta el 1er piso, por favor. Tengo que irme de mis hijos y no puedo salir.” Pensé… tenía que seguir caminando para llevar algo más a casa, pero me acordé de lo que me decían mis padres “Nunca te arrepientas de ayudar a otro”. -“Ya subo señora”, le dije. Abrí la puerta del frente, y subí. Abrí su puerta y me recibió sonriente y aliviada. Agradecida porque los hijos 127
vivían lejos y no podía llamarlos para que fueran a socorrerla. -“Gracias joven”, me dijo. ¿Ud tiene chicos? -“Si, señora, dos varones. ¿Por qué?” -“Uh justito. Mire, acá hay un triciclo y una bicicleta que mis nietos ya no usan más, y la verdad me ocupan mucho lugar. ¿No se ofende si se las doy? Favor por favor… No lo podía creer, parecía un cuento de hadas. ¿Cómo hacía para llevar eso hasta casa? Eso me preocupaba. -“Quédese tranquilo que llamo a un remis que tienen camionetas también. Las baja usted, eso sí, y que se las lleve hasta donde ud vive” -“Si, señora, pero es lejos, y no puedo pagar ese viaje” -“No, por favor, el viaje lo pago yo, después del favor que me hizo!” Volvió a mi cabeza la frase de mis viejos “Nunca te arrepientas de ayudar a otro”. Le agradecí a la señora con un abrazo, se me iluminó la cara y a ella también. Bajé la bici y el triciclo. Parecían nuevos, recién comprados. Los pibes se iban a volver locos… Llegaron juntos, la camioneta y el auto. La señora recibió una bolsa con algunas cosas para brindar, regalo de la remisería y me las dio también. Subimos todo y marchamos para casa. La señora estaba feliz y yo ni se imaginan. El chofer de la camioneta era un hombre mayor, de cabello blanco y barba. Doblamos en la Avenida. Los chicos estaban en la puerta jugando a la rayuela. Estacionamos, bajé el paquete de comida y lo que me dio la señora. -“Hola pa”, dijeron. “¿Quién es ese señor?” Bajamos la bici y el triciclo. 128
-“¡Papá Noel, llegó Papá Noel!”, dijeron. La Meche corrió a la vereda, limpiándose las manos en el delantal. Abrió los ojos tan grandes como nunca. -“Después te cuento”, le dije.
Silvia Mabel Vázquez Buenos Aires, Argentina Publicación del 12/07/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 9 de julio del 2018 130
DESCARTES El papel asumió la premura del lápiz para dibujar fórmulas de sustancias tan simples como la existencia misma. La luz penetraba a través del ventanal; por eso su reloj de pulsera brillaba tanto en medio del aula. Daniela tenía ante sí el examen de ciencia; su problema era qué hacer con él. Una hora después entró la profesora de espejuelos opacos. Había ido a subsanar un error en la pregunta número uno. Nadie hizo objeciones, sabían les estaba prohibido hablar durante el examen. Algunos la escucharon con especial atención, otros tamborileaban el lápiz contra sus pupitres. Daniela tiene quince años, los cumplió tres semanas atrás… Daniela tiene tantas cosas que decir, pero ninguna es la respuesta para la pregunta uno ni para la dos, la tres…ninguna es la respuesta de su examen. De números, lo único que recuerda es el costo de su fiesta; de geometría, los círculos del vals luctuoso, a las nueve de la noche, contra la voluntad de su abuela que ya duerme el sueño eterno. Busca en el piso, arriba, al centro, en los ojos del profesor; mas estos la vigilan. Ojos que no se adaptan a estos tiempos, tiempos de los jóvenes, tiempos de bachata y gozadera. Echa un vistazo a su examen: sabe que existen cientos de fórmulas para hacer cálculos y transformaciones. Entonces deduce que Amanda está a un metro cincuenta; Elier, tal vez a menos… todos absortos en sus pruebas. Nadie habla, ni siquiera recuerdan que Alejandro la sacó a bailar el sábado por la noche en el dancing. 131
Cómo olvidar la luz al compás del reguetón, esa luz cómplice de chismes y comentarios sobre aquellas caricias eróticas que hizo provocadora toda, con plena libertad, a su amante a pesar de la reticencia de algunos Daniela recuerda la fórmula del agua y del aire que respira, pero eso no lo preguntan. Para ella, Química es eso que funciona cuando dos muchachos se gustan y en el aula todos saben que Alejandro le gusta; lástima que la profe no estuvo en su fiesta. Tampoco Daniela estuvo en algunas de sus clases. Lo hizo por venganza, quizás. Beatriz está muy lejos para mover los labios o hablarle por señas. Leonardo es un boleto sin regreso pues ya no quiere nada con él. Ana Iris anda mucho más allá del horizonte que ve desde la ventana, seguramente pensando en el chiquito del grupo tres. Y ella, la más divertida del aula, no sabe cómo responder a ese cúmulo de letras y números que tiene la prueba final de Química. El tiempo inexorable desmiente rudo esa aparente abstinencia, está a punto de insultar su prestigio frente al grupo haciéndola parecer un ñame con corbata. Entonces saca espejo, pintalabios, pinza…y comienza a hacerse la toilette. Poco a poco todos van entregando y la miran en tono burlesco. Ya no entra el sol por la ventana; el profesor ni siquiera se toma el trabajo de mirarla; si lo hiciera, la sorprendería acariciando una minúscula bandera de siete colores. Su espacio se reduce a lápiz, examen y a esa pequeñísima goma cansada de borrar tachaduras, intentos y frustraciones amorosas. Riiiiiiiiiiiiiiiiiing, se escucha el sonido en toda la escuela.
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—Ya sonó el timbre —le dice el profesor—. Entrégueme su examen, jovencito y, por favor, compórtese. Estamos en la escuela…
Juan Andreu Monteagudo El Santo, Encrucijada Cuba Publicación del 18/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 27 de junio del 2019 134
COSTUMBRE El gato espera a su dueño. Está sentado sobre la mesa. Mira la luna con nostalgia. Desea ser tigre. El hombre espera a su jefe. Está sentado tras un escritorio. Con tristeza mira la foto de su gato pegada sobre el monitor. Desea ser libre.
Alejandro Camacho Tucumán, Argentina Publicación del 12/08/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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ERUCA Padre, ¿por qué la oruga te ha visitado? Éramos felices sin ella, y de pronto, su presencia inició la pesadilla. Sé que las lunas de los lunes despiertan en la familia un gustito a dudas de leche, mas no es solo eso: la oruga ha profanado tus tierras. Dicen que la muerte se aproxima, padre, y convertirse en una simple anécdota no es satisfactorio para nadie. Cada vez que ella frena sobre tu piel, yo tiemblo: es espantoso. Matilde dice que son arrugas, pero a mí no me engaña: oruga y arrugas suenan muy parecido, es un juego de palabras propuesto por los jóvenes que desconocen el temor de no lograr la descendencia que la sociedad demanda. Una vez la vi bajo los párpados de la abuela, a los pocos días, murió. Padre, ¿cerrar los ojos es dejar de existir?, ¿qué sucede con la futura mariposa cuando un cajón se transforma en el traje de los cuerpos que han cesado de gritar? Mamá intenta exterminarla con cremas inservibles: es en vano. ¿Cuál es la verdadera función del insecto? Ya no sonríes, padre. Tu boca es una pasa de uva. ¡Maldición! Mientras contemplo tu última mueca, la oruga brinca hacia mi rostro para iniciar el proceso. No llores, padre, falta mucho. No llores. El café está servido.
Alejandro Camacho Tucumán, Argentina Publicación del 20/09/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR 136
Ingreso al espacio el 6 de febrero del 2019 137
MISTERIOSO PADECER Cuando ingresó a la sala de guardia, y tras la primera observación, al ver su deplorable estado general, con suma urgencia comenzaron los estudios de rutina. Radiografías, ecografías y en última instancia una tomografía de alta complejidad. Diagnóstico general: Estado físico óptimo de la paciente. Observación: Ninguno de los estudios realizados determinaron el estado clínico de su "Alma".
Claudia Alejandra Auriol Santa Fe, Argentina Publicación del 9/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 4 de marzo del 2019 139
LA NOCHE Esos ojos. La boca como flor encendida… Desciendo por el valle de los senos y me detengo en la suave depresión del ombligo. Dos, tres minutos de rutilante fantasía. Ella susurra que me detenga, que me aparte y la deje vestirse. Que suplicas tan engañosas, mi lengua la derrumba y su piel se estremece ante el suave descenso que de un momento a otro sus manos apresuran tomando mi cabeza y llevándola hacia su sexo. No… por favor — me dice — ya basta — susurra — mientras sus manos estrujan mi cabello y me empujan hacia ella. Se viste. Me mira furtivamente a través de la luna del espejo. Cruza las piernas para abrocharse los tacones. Advierte que la observo y se estira la falda. Ese repentino pudor después de la tormenta me excita, esa repentina conciencia después de la locura me hace perder la cabeza. Me levanto desnudo de la cama y voy hacia ella. Sus dedos temblorosos tratan de ponerse los aretes mientras oprimo mi cuerpo contra su espalda. Espera… tengo que irme — me dice. Sus manos se aferran al tocador tratando de contener la presión de mi cuerpo en su espalda, sus manos blancas de uñas pintadas de rojo. Tomo esas hermosas manos con cuidado y las coloco alrededor de mi miembro. Ella me mira, por un instante dudo si la expresión en su rostro es de temor o de abandono. Dudo si esto que hago es lo correcto, ya ni siquiera me acuerdo del nombre de esta chica o que palabras le dije para terminar con ella en este lugar. Me veo alejándome de su rostro exaltado, me 140
veo cubriendo mi cuerpo y pidiéndole que se vaya, me veo sentándome en la cama con mis manos cubriendo mi rostro para luego escuchar el sonido de la puerta y sus pasos alejándose. En un instante visualicé todo eso, por aquellos escasos segundos fui realmente un buen hombre. Qué fácil hubiese sido comportarme de esa forma. Que sencillo redimirme y transitar por el lado apropiado de la acera, arrojar la basura en el lugar indicado, y dar las gracias y todo ese condenado cuento de urbanidad y buenas costumbres. Si, en realidad por un instante mi mente quiso alejarse y hacer lo correcto, pero mi cuerpo parecía tener vida propia, al ver aquellas hermosas manos aferrando mi miembro todo desapareció. La tomé por el pelo y la desnudé nuevamente, no quise saber quién era ni como se llamaba, no me importó su edad ni su escueta conversación, ni su evidente falta de criterio. Todo desapareció. Luego de algunas horas ella me dice que deberíamos volver a vernos. Yo cambio la conversación y le pregunto la hora. La habitación parecía haberse reducido. El techo daba la impresión de haber descendido e incluso ella lucia mucho más joven. Era prácticamente una niña. Me dice la hora y vuelve a mencionar lo de volver a vernos. Me visto con rapidez. Una sola imagen atormentaba mi cabeza y una enorme lanza atravesaba mi pecho. Me despido con amabilidad y le digo que sí, que podríamos cuadrar otro encuentro.
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Algo en mi interior se mueve al mencionar las últimas palabras, aún no sabía con exactitud cómo se llamaba ni qué edad tendría aquella chiquilla. Me reviso con cuidado la ropa y advierto que no hay ningún olor que me delate. Al tomar el taxi rumbo a casa una imagen fugaz y unas palabras atraviesan mi mente: esos ojos. La boca como flor encendida. El conductor me mira desde el retrovisor, sospecho que algo intuye. Mi inquietud, mis manos que no dejaban de moverse. Quizás el pobre hombre piense que voy a robarlo. El carro se acerca a mi destino, la posible edad de la chica aún daba vueltas en mi cabeza, pero al bajar del vehículo ya solo me preocupaban los ojos de mi mujer. La cercanía del alba y el alcohol en mi cabeza apresuraban mis pasos. Una cosa a la vez — me decía — ya mañana podré averiguarlo, mañana sabré con exactitud si realmente estoy en problemas.
Edgardo Herrera Cartagena de indias, Colombia Publicación del 10/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 9 de julio del 2018 143
EL GUARDIÁN DEL BIEN Un duende salió temprano de su cabaña. En diversión, cogió por el sendero que estaba chorreado de sol. Entre saltos, se fue adentrando en el bosque. Anduvo por entre piedras y plantas. Regocijado, disfrutó el olor de las margaritas, de la naturaleza. Cada vez más, fue yendo hacia los árboles frondosos. Luego de un rato de caminata, él profundizó la mirada y a lo lejos advirtió la choza del campesino, Jeremías. Aquel hogar, se hallaba recubierto por bejucos tupidos, por cigarras, grillos. Y el dueño resultaba estar allí, pobre con su sombrero, llorando como sin consuelo, durante esa mañana, colmada de calor. Así lo supo el duende Darwin, quien había acabado de subirse a una acacia amarilla para espiar a Jeremías. Entre tanto, Darwin al advertir su tristeza, se bajó del tronco y corrió hasta donde este hombre campestre, vivo de piel morena. Se le acercó con sagacidad al hombre. Al tenerlo al frente, lo saludó con humor, cogiéndose la barba, después le preguntó: -¿Por qué lloras; amigo, qué te ha pasado? -Mira, mi única hija, Carla, se perdió ayer en la laguna encantada-Dijo el señor entre lágrimas-. En tan sólo un instante, ella se me desapareció. Al no verla conmigo, yo pues la llamé a gritos, perseguí su perfume y la he buscado durante noche y día, sin descanso, pero nada que la encuentro. -Oye, amigo y será que es por casualidad esa niña, la que viene por aquella pradera. El campesino entonces volteó la cabeza para ver hacía su derecha y supo que era ella, su hija, la inocente Carla. 144
En cuanto al duende; rápido se escabulló por entre los arbustos, más siguió haciendo su trabajo por el bosque, cual era darle sorpresas a los desamparados.
Rusvelt Nivia Castellanos Tolima, Colombia Publicación del 1/04/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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Ingreso al espacio el 9 de septiembre del 2019 146
EL CHANGO El Chango vive en medio del monte serrano. Casi hosco de tan cerrado, los ojos siempre como en otra parte, en todo él predominan indudablemente los rasgos nativos. Los turistas y puebleros que a veces lo ven creen que es sim¬ple, exageradamente tímido. o tal vez sólo ignorante. Otros, un tanto más fascistas, declaran que es el rezago de una raza vencida con justicia, decadente y sin cultura. El Chango permanece ajeno a las especulaciones. Prepara jaulas con maderitas toscas que selecciona de entre la leña que diariamente recoge para el fuego del horno de cocer el pan, que él mismo amasa. Ha escuchado decir que por ese pequeño pajarito que él conoce, ese, del canto dulce y en cascada, le pagarían mucha, pero mu¬cha plata. Ha visto las jaulas con que los puebleros vienen a intentar atraparlo. Ha oído del precio de cada uno de los pájaros que él tan bien conoce, como conoce también el valor del dinero y el sabor de la pobreza. Prepara jaulas, con maderitas toscas, parecidas a las de los otros jauleros. Pero él conoce mejor que nadie a los pájaros, conoce su inocen¬cia; y coloca las jaulas en lugares especiales. Los pájaros, que jamás antes habían visto una reja, son atraídos fácilmente por las jaulas del Chango. 147
Al mediodía, cuando vuelve con la primera carga de leña, trae tres o cuatro jaulitas ocupadas. Las deja como al descuido, a pleno rayo de sol. Cosa extraña en él, que ama los pájaros, no les acerca grano ni agua fresca. Los pájaros se amustian en la cár¬cel inhóspita, se apichonan, se acurrucan, se entristecen, no cantan. El Chango sigue con sus cosas y sólo regresa para el atardecer. Entonces se acerca a las jaulas. Silba bajito, suavemente, y abre la primer puertita. Su tosca mano, oscura y anidada, toma al prisionero. Lo acerca a su carota y le dice (muy bajito, y en quechua, para que sólo el monte y el pájaro le entiendan): "¿aprendiste cómo es la jaula, hermano? ¿vas a recordar?" Abre entonces la mano y deja que las alitas batan un vuelo asustado que devuelve el canto al monte. Luego, repite el ritual con la jaula siguiente... Sí. El Chango es hosco, y no sabe de escrituras. Es el sobreviviente de una raza vencida. La única cultura que aún posee es su amor a la Pachamama, y un profundo respeto por la vida. Y por eso intangible que con tanta soberbia llamamos libertad.
María Silvia Paschetta Argentina Publicación del 24/10/19 en la página de Facebook Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR
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ÍNDICE
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- Editorial - Carlos Alberto de la Cruz Suárez (Chiapas, México) Extraña aparición Gallinita Jaque mate - Sonia Martínez (Córdoba, Argentina) El Quijote de Bell Ville - Enrique Celso Almirón (Corrientes, Argentina) El cadáver - Rosa Lía Cuello (Santa Fe, Argentina) Mujer viento Instantes Volviendo del mercado - Rosario Martínez (México) La decisión -Víctor Oscar Maldonado (Córdoba, Argentina) Génesis Elegía Contacto - Sergio Nahuel Gómez (Buenos Aires, Argentina) Existencia ¡Es rico como argentino! El ratón que cuida los dientes - Liliana Susana Doyle (Buenos Aires, Argentina) Una historia con cinco títulos de libros Hasta que se fuego se apague El hallazgo - Dulainis Mileth Vásquez Cantillo (Barranquilla, Colombia) El hombre que amé - Lucas Berruezo (Buenos Aires, Argentina) Necio Borrador Princesa - Juan Carlos Frontera (Córdoba, Argentina) Fallida lucha La pirámide
2 4 5 6 7 8 9 13 14 17 18 19 20 21 22 26 27 29 31 32 33 35 36 38 39 40 41 42 43 45 46 47 48 49 50 51 150
Terencio 52 - Violeta Briones Gutiérrez (México) 53 Historia de vida 54 Una flor en el pantano 56 Todas en mi 57 - Carlos Ariel Albornoz (Córdoba, Argentina) 59 Matriarcado caníbal 60 Gonzalo y mi lata de fútbol 61 Ambición 62 - Laura Casamayor (Buenos Aires, Argentina) 63 Minerva 64 Sanadora 65 Insomnio 66 - Alicia S. Loza (Córdoba, Argentina) 67 Milu 68 La inundación 70 La sentencia 71 - Raúl Enrique Ledesma (Córdoba, Argentina - nacido en Capital Federal 73 Experiencias vividas en el taller de literatura ¨El Andén¨ 74 - Amado Muñoz Cuchca (Lima, Perú) 77 Fobia perenne 78 Cuestión de espera 79 El rescate 80 - Diana Laura Caffaratti (Córdoba, Argentina) 81 Tío Obdulio 82 - María Rosa Schverdt (Córdoba, Argentina) 84 El cumpleaños de don Maruco 85 - Luciana Elsa Bonzo Suárez (Buenos Aires, Argentina) 87 Diario de familia 88 Una leyenda viviente 90 - Mónica Cena (Buenos Aires, Argentina) 92 Nocturno 93 - Antonella Gatti (Córdoba, Argentina) 98 Cuánto le costó a la muerte apagar nuestro amor 99 - Rosa Beatriz Gonzáles (San Juan, Argentina) 101 Solo en el libro 102 Decisión 103 151
Entonces 104 - Nélida Ruiz (San Juan, Argentina) 105 Recordé 106 En la ciudad sin ti 107 Domingo de Pascuas 108 - Gladis Mabel Domínguez Núñez (Corrientes, Argentina) 109 El miedo 110 Elecciones peligrosas 111 Locura 112 - Liliana Maddalena (Entre Ríos, Argentina) 113 El lado oscuro 114 - Beatriz Teresa Bustos (Córdoba, Argentina) 119 Paloma roja 120 - María Magdalena Pizzio (Buenos Aires, Argentina - reside en Neuquén 121 Grava roja 122 Linyera 123 Amanuense 124 - Silvia Mabel Vázquez (Buenos Aires, Argentina) 126 Las llaves 127 -Juan Andreu Monteagudo (El Santo, Encrucijada- Cuba) 130 Descartes 131 - Alejandro Camacho (Tucumán, Argentina) 134 Costumbre 135 Eruca 136 - Claudia Alejandra Auriol (Santa Fe, Argentina) 137 Misterioso padecer 138 - Edgardo Herrera (Cartagena de indias, Colombia) 139 La noche 140 - Rusvelt Nivia Castellanos (Tolima, Colombia) 143 El guardián del bien 144 - María Silvia Paschetta (Argentina) 146 El chango 147 -Índice 149 -Datos de editor 152 - Convocatoria 155
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BEATRIZ DEL CARMEN RUIZ *Creador del Proyecto BCR: Iniciativa de difusión literaria y cultural independiente y gratuita. *Creador, administrador y editor de las páginas en Facebook: - Tertulia Poética Literaria BCR - Tertulia Poética Argentina BCR - Tertulia Poética Mundial BCR - Tertulia Poética Cordobesa BCR - Tertulia de Poesía y Narrativa La Rosa BCR - Fragmentos, citas, pensamientos y algo más BCR - Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR - Revista Digital de Pura Poesía BCR - Tertulia musical BCR - Tertulia artística BCR - Tertulia cinéfila BCR - Maravilloso BCR - Beatriz del Carmen Ruiz, íntima y visceral *Creador, administrador y editor en Issuu de: - Revista Digital de Pura Poesía BCR - Cuentos y Microrrelatos BCR *Creador y moderador de los grupos de Facebook: - Tertulia Literaria de Poesía y Cuento Breve BCR (grupo cerrado) -Escritores de la página Tertulia Literaria BCR (grupo privado) -Club Literario ¨Sábados entre letras¨ (grupo privado) *Fundador y moderador en la actividad presencial: -Club Literario ¨Sábados entre letras¨ (desde 2015) en Cosquín, Córdoba, Argentina 153
“DEPENDE DE NOSOTROS QUE LA BUENA LITERATURA SIGA EXISTIENDO, POR EL GOCE INCOMPARABLE QUE PRODUCE, Y POR LO FUNDAMENTAL QUE ES SI QUEREMOS TENER UN FUTURO EN LIBERTAD.” [DIARIO ABC, 8 DE OCTUBRE DE 2010.]
MARIO VARGAS LLOSA
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CONVOCATORIA para ser publicado en la pรกgina Tertulia Mundial de cuentos y microrrelatos BCR Enviar UN SOLO ARCHIVO ADJUNTO DE WORD que incluya: 6 cuentos de menos de 2000 palabras c/u y/o 6 microrrelatos de menos de 300 palabras c/u
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Dentro del mismo archivo adjunto deben estar estos datos: Nombre real, nacionalidad, país de residencia y nombre en Facebook si no es igual al real. Los escritos con faltas de ortografía no son publicados. Los envíos se reciben ÚNICAMENTE dentro del archivo adjunto de Word en: cuentosymicrorrelatosbcr@gmail.com Pd: Publicamos cuento y microrrelatos en estructura formal, no prosa poética, textos motivacionales ni cuentos versados. -------Luego de enviar el material por mail, si no me tienes como contacto en facebook sería bueno que me agregues para que podamos contactarnos mejor. Soy: Beatriz del Carmen Ruiz.
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Cuentos y Microrrelatos BCR
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