Fundación III Chiapa de Corzo

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A

GOLFO DE MÉXICO

Chiapa de Corzo CRONISTA: Mario Nandayapa

Chiapas Chiapa de Corzo

TABASCO Villahermosa

Macuspana Palenque

Tenosique

VERACRUZ Raudales Malpaso

Ocosingo Tuxtla Gutiérrez Cintalapa

CHIAPA DE CORZO San Cristóbal de Las Casas

Arriaga

Comitán de Domínguez

Villaflores

Tonalá

OCÉANO PACÍFICO

GUATEMALA Motozintla de Mendoza

Tapachula

Huehuetenango

Quetzaltenango


Chiapa de Corzo / Chiapas

C

hiapa de Corzo ofrece los elementos simbólicos que representan a Chiapas, desde el nombre mismo y el escudo correspondiente del estado, los trajes y sus respectivas danzas regionales: el Parachico y la Chiapaneca, el arte de la laca y variadas artesanías, su arquitectura colonial: la Pila, el exconvento y la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, el paisaje natural que significa el cañón del Sumidero, entre otros aportes significativos.

En primer término, partamos de que Chiapas es un territorio rico geográfica y culturalmente; sus tres familias lingüísticas originarias, maya, zoque y chiapaneca, ponen de manifiesto la gama de culturas, identidades e historias que muestran los puntos de encuentro y diferencia entre los pueblos. Con presencia humana desde al menos siete milenios antes de esta era, la llamada depresión central de Chiapas supo de oleadas migratorias de diversos pueblos y culturas, con influencias del golfo, las tierras bajas mayas y otras áreas de Mesoamérica, que alcanzaron un desarrollo peculiar en los amplios valles regados por el río Grande de Chiapa. Destaca el sitio arqueológico hoy llamado precisamente Chiapa, que surgió como una aldea agrícola entre 1500 y 1000 aC, esta última fecha en la que ya se había constituido como un centro ceremonial que vivió su mayor esplendor entre el Preclásico Medio y Tardío y el Clásico Temprano. Una de las culturas más enigmáticas es la de los indios chiapanecas y su historia ha traspasado fronteras. Como referente histórico, 1524 fue el año que precedió a la conquista de esta región por los españoles y sus aliados indios llegados bajo el mando de Luis Marín desde Espíritu Santo, frente al hoy Coatzacoalcos. Ellos oyeron “el rumor de los guerreros que se juntaban

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en la ribera del río”; el cronista español Bernal Díaz del Castillo, quien participó en tantas batallas, los calificó como los mayores guerreros que hubiera visto en toda la Nueva España. Lejos de ser una especie de tribu, los chiapanecas eran un asentamiento que verdaderamente se podía llamar ciudad, con más de cuatro mil casas y calles muy trazadas, que no rendían tributo a los aztecas. La dinámica cotidiana que producía el concurso de tanta gente hablando en el sonoro idioma chiapaneca enmudeció justo cuatro siglos después. Para 1930 quedaban apenas algunos lugareños, capaces de expresarse en el idioma de sus abuelos; pocos años más tarde moría el último hablante de esa lengua. Hoy, de ese antiguo esplendor lingüístico, no restan más testimonios que los toponímicos del área (algunos apellidos y nombres de lugares en uso, ejemplo de ello es mi apellido Nandayapa, que significa “río verde”) y los documentos antiguos escritos en la época colonial. Sin embargo, preciso apuntar que la lengua chiapaneca no está muerta, sino que es una “lengua latente”, ya que aún pervive en el colectivo de esta región a través de todas sus representaciones sociales y culturales, gracias a la resistencia cultural que caracteriza a la población de Chiapa de Corzo. La cosmovisión de la cultura de los chiapanecas respira

todavía entre el colorido de sus calles y el apasionamiento de sus costumbres. Los principales asentamientos chiapanecas estaban en la depresión central de Chiapas, y su área etnolingüística comprendía los pueblos de Chiapa de Corzo, Acala, Chiapilla, Totolapa, Suchiapa, Villacorzo y Villaflores, entre otras poblaciones. Por no hablar de las regiones circunvecinas que se mantenían sojuzgadas, como relata Bernal Díaz del Castillo, esclavizando incluso a varios de sus moradores. Peter Gerard postula que hacia el momento de la conquista, el área controlada por Chiapa podría haber contenido ocho mil familias chiapanecas. Como una reflexión, no parece discutible la opinión del arqueólogo Gareth Lowe en el sentido que, durante tres milenios, la depresión central donde fueron asentados los chiapa tardíamente, fue un campo privilegiado de encuentros culturales. La división política de Chiapa confirma la falta de un mando único, lo cual indica la existencia de ocho calpules (barrios). La subdivisión de Chiapa en ocho calpules queda ratificada por un título de 1857 que se conserva en el Archivo General de Guatemala. Al igual que la traza de la ciudad, los actuales barrios son herederos de los na’ngotá chiapanecas. Uno de los barrios más tradicionales es el de San Jacinto, donde todavía


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se elaboran las máscaras de parachicos y los jicalpextles. La iglesia del Señor de los Milagros acompañada de una ceiba, preside la plazuela del barrio, conservando en gran medida su arquitectura tradicional, por ser uno de los barrios más antiguos. En la actualidad quedan dos barrios con sus nombres autóctonos en uso, posiblemente originales: el Changuti (el ombligo) y Cunduacan (terreno como panza), considerando además el barrio donde se encuentra el panteón, que hasta hace unos 70 u 80 años se le llamaba cangalú (cementerio). Los nombres de los barrios autóctonos son los siguientes: San Jacinto (Napiniaca), el Changuti, San Miguel (Moyolá), Santa Elena (Candili), Benito Juárez (Cacúe), San Antonio Abad (Cunduacan), Santo Tomas (Nbañamoi), San Pedro (Shamboyoui). En consideración al crecimiento de la ciudad, se han sumado los barrios de Francisco I. Madero y San Vicente. El nombre actual de la ciudad chiapaneca le fue puesto en honor de don Ángel Albino Corzo –en 1881–, destacado político liberal chiapacorceño, y en el año 2008 obtuvo el título de “Heroica Chiapa de Corzo”, debido a la defensa que realizó la población contra el ejército del Segundo Imperio Mexicano el 21 de octubre de 1863.

Vista panorámica de la ciudad, 1934.

El nombre

actual de la ciudad chiapaneca le fue puesto en honor de don Ángel Albino Corzo –en 1881–, destacado político liberal chiapacorceño, y en el año 2008 obtuvo el título de “Heroica Chiapa de Corzo”.

Además, el 16 de noviembre de 2010, la danza del Parachico fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Otra nominación de esta población es la

de “Pueblo Mágico de México” desde el 9 de octubre del 2012, debido a su mítica historia, su definida arquitectura y la conservación de su cultura y tradiciones.

Representación del río de Chiapa, siglo XVIII, sin referencia de autor. Óleo sobre tela, 37 x 142 cm. Fundación de Ciudades en México | 39


Chiapa de Corzo / Chiapas

Mapa de la Audiencia de Guatemala del siglo XVI.

La resistencia cultural que se presenta en esta región cuenta con una fuerte presencia dinámica; esto permite que en la actualidad se cuente con diversos actos rituales (Traída de la flor de Niluyarilo, por nombrar una) y seis danzas anuales: Parachicos (enero), Chuntá (enero), El Caballito de Ñumbañulí (abril), El Burrioncillo (junio), Calalá (junio), Naguarés y Alférez (agosto); estas tienen una amplia convocatoria, tanto de danzantes como de observadores, producto de la pertenencia y propiedad cultural manifiestas en la población. 40 | Fundación de Ciudades en México

Primer momento

Si bien Chiapa de Corzo es una ciudad que existe antes de la presencia de los hispanos, su trazo reticular obedece al diseño de las ciudades modernas introducidas por los españoles, como este caso que deviene de 1524, cuando se da el primer contacto con la colonización, aunque oficialmente se considera 1528 como el año en que inicia la dominación. Precisemos que esta villa de carácter prehispánico no fue modificada sustancialmente, por ello, prevalece su diseño original distribuido en los barrios citados; esa es la razón de que sea una de la poblaciones

de mayor longevidad en América, ya que existen asentamientos humanos de la misma edad pero que hoy se encuentran inactivos. Durante el periodo colonial fue la capital indígena de la provincia de Chiapa, por lo que era llamada Chiapa de los Indios. A la llegada de los conquistadores españoles a Chiapas en el año 1524, el territorio de la nación chiapaneca, situado en el centro del actual estado de Chiapas, comprendía unos quince mil kilómetros cuadrados aproximadamente; es decir, casi una quinta parte del territorio chiapaneco actual, y en el que figuraban ocho de los


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asentamientos chiapanecas más importantes: Chiapa, Acala, Chiapilla, San Lucas, Suchiapa y San Gabriel o El Palmar, además de otros dos, llamados Caacohaa (Ostuta) y Nandayamé (Pochutla), desaparecidos a finales del siglo XVI. El asentamiento más importante era Chiapa, como señorío o capital de los chiapas, población que contaba con más de veinte mil habitantes, según testimonio de Bernal Díaz del Castillo: Y es que otro día de mañana acordamos de ir por nuestro camino para su ciudad de Chiapa, y verdaderamente se podía llamar ciudad y bien poblada, y las casas y calles muy en concierto, y de más de cuatro mill vecinos, sin otros muchos pueblos subjetos a él que estaban poblados a su rededor... Además estaba estructurada urbanísticamente en ocho barrios precortesianos, cuyos nombres toponímicos significaban lo siguiente: (Nangotai o Nangotari): Napiniaca, contracción de Nambihihna yaca = pueblo grande (hoy barrio San Jacinto); Changuti o Shangotoi = el ombligo o el centro (hoy barrio de Changuti); Moyolá o Monyholaa = los dignatarios (hoy barrio San Miguel); Shambonyhoi = el consagrado (hoy San Sebastián); Cunduacán o Candoacá = terreno abultado (hoy barrio San Antonio Abad); Candili = donde hay un cerro (hoy barrio Santa Elena); Nbañamoy = el faldeado (hoy barrio Santo Tomás); Cacú o Cacúe = donde hay pirámides (hoy barrio Benito Juárez); Cangalú = el escorial o basurero (donde se encuentra hoy el panteón municipal, desaparecido como barrio); además otro barrio agregado, Loshitaa (llamado después Juchitán) = el agregado o el aledaño (hoy barrio San Vicente). Sus habitantes estaban dedicados

El pueblo

de Chiapa, constituido como una metrópoli, debió contar con unos tres mil guerreros en activo para su defensa y conquistas extraterritoriales; se sabe que la ciudadela o cuartel militar se encontraba en el cerro San Sebastián.

Pintura de Chiapa de Corzo del siglo XIX.

más a las actividades guerreras que a la agricultura, sus dominios se extendían hacía casi todo el norte y del poniente del estado hasta la costa, en donde mantenían retenes militares para cobrar peaje a los mercaderes que por allí transitaban. El territorio también se extendía hacia el oriente en la altiplanicie hasta la actual Ixtapa, a la que llamaban Nandaniló (arroyo salado), extenso territorio donde se asentaban tanto tzotziles como tzeltales, choles y tojolabales; hacia el sur y el sureste, sus límites llegaban más allá de La Concordia y Jaltenango. El pueblo de Chiapa, constituido como una metrópoli, debió asimismo contar con unos tres mil guerreros en

activo para su defensa y conquistas extraterritoriales; se sabe que la ciudadela o cuartel militar se encontraba en el cerro San Sebastián, llamada Nan-gopahaa (casa fuerte o fortificada) sobre la cual, tomándola como cimentación, edificaron los frailes dominicos, a finales del siglo XVI, la basílica de San Sebastián; en el centro de la población había un centro de abastos o mercado público llamado Napooma (la noria), actualmente La Pila.

Segundo momento: origen de la cultura de los chiapaneca

La cultura de los pobladores de los antiguos chiapa tuvo una afiliación Fundación de Ciudades en México | 41


Chiapa de Corzo / Chiapas

Panorámica del centro de la ciudad, principios del siglo XIX.

lingüística otomangue. Provenientes de los altiplanos centrales de México, según algunos, y desde Nicaragua de acuerdo a los menos, los nuevos pobladores sojuzgaron a varios de sus vecinos, y se hicieron famosos por su bravura y su capacidad guerrera hasta la llegada de los españoles. La historia de esos periodos ha sido ya contada con detalle, precisión y elegancia por destacados científicos sociales de importancia internacional, como son los casos de Carlos Navarrete, Gareth W. Lowe, Mario Humberto Ruz, Otto Shuman y Mario Aguilar Penagos, entre otros investigadores de igual importancia. Según Antonio Herrera y Tordesillas, estos primeros pobladores vinieron de la provincia de Nicaragua, se asentaron en las nuevas tierras poblando un risco áspero sobre el río, fortificaron la ciudad y decidieron no sujetarse a los reyes de México. “El risco donde estos chiapanecas estaban poblados es peña tajada, alta y con dificultosas entradas, desde donde hacían guerra a las guarniciones de Cinacantlán que eran de mejicanos, y además forzaron a los pueblos de los zoques a que les tributasen y de aquí les quedó odio con los cinacantecas, 42 | Fundación de Ciudades en México

Francisco

Ximénez insiste en preponderar el sentimiento belicoso y hostil de los pobladores, a la vez que magnifica a través de la comparación la situación geográfica del pueblo, su fertilidad y abundancia desmedida. nunca quisieron emparentar con ellos, y siempre los tuvieron en poco.” Juan de Torquemada (1615) explica también a partir de los relatos orales, “que los indios de Nicaragua y los de Nicoya (Costarica), que por otro nombre se dicen Mangues, antiguamente tuvieron su habitación en el despoblado de Xoconoshco... Que en su paso a Nicaragua, pasaron por Guatemala, hasta llegar, cien leguas adelante, a la provincia que los españoles llamaron Choluteca o Choroteca, habiendo quedado una parte en la región Choluteca de Honduras, otra más hacia el sureste, en la provincia de Nicoya (Costa Rica).” Estas dos visiones, aunque empalmadas y justificadas, vienen a ser deficitarias ante las propuestas de Gregorio García, quien expone algo distinto: “Cuentan estos indios, que vinieron sus progenitores de hacia el

Nuevo México, y trajeron consigo dos o tres dioses que adoraban, y que en la provincia de Soconusco se dividieron, por ciertas ocasiones, en dos partes, la una se fue a poblar la provincia de Nicaragua, y la otra pobló en lo que ahora llaman provincia de Chiapa.” Con esta información de Gregorio García, lo que dice Torquemada se trata más bien del paso de los chiapanecas entre los siglos X y XII, cuando retornaban de dichos territorios, no cuando se iban a ellos, que pudo haber ocurrido unos doscientos cincuenta años atrás. Francisco Ximénez insiste en preponderar el sentimiento belicoso y hostil de los pobladores, a la vez que magnifica a través de la comparación la situación geográfica del pueblo, su fertilidad y abundancia desmedida: “Este pueblo es muy grande y el mayor que hay en esta provincia, está a la


Cronista: Mario Nandayapa

ribera del mayor río que hay en toda la Nueva España y así abunda de pescado, posee tierras muchas y las mejores que hay en Indias, cogen cacao de su tierra, siembran dos veces en el año, y si quisieran sembrar siete veces pudieran, porque la tierra siempre está para ello. Con poco que llueva dánse en las aguas del río, que son muy grandes, todos los mantenimientos de los indios sin que la tierra se labre ni se cave; solamente la barren y limpian con fuego.” Ximénez ilustra también la manera de organización religiosa y política de aquel pueblo. Dice que no existían caciques y un consejo de ancianos llamado nomosicaomo regía a sus habiatntes; un sacerdote, el más viejo de todos, tenía a cargo la deidad llamada Matoui. Heinrich Berlin expone también sobre el asentamiento de los pobladores de la antigua Chiapa, sustentándose en un documento del siglo XVI sacado del archivo de la misma villa de Chiapa de los Indios. En ese documento se lee que el pueblo “antiguamente había estado poblado más de 200 años en la junta que hacía el dicho río de los Bobos con el río que venía de Totolapa, que después poco a poco se había venido en su primer asiento hasta cien casas de los propios chiapanecas, los cuales se llamaron de Agaguicula (Ngaguigula = donde estuvimos de paso) y que más abajo había quedado otro pueblo de su misma gente que se decía de Acala (llamado Nuyii), el cual era de hasta doscientas casas, el cual de presente estaba poblado... que hay desde el dicho pueblo de Chiapa hasta donde solió estar poblado el dicho pueblo de Totolapa, porque de poco acá se habían mudado más de dos leguas y se habían metido en tierras término del dicho pueblo de Chiapa, por manera que desde el dicho pueblo de Agaguicula a la población y estancia que tenían hechas los dichos

Ximénez

ilustra también la manera de organización religiosa y política de aquel pueblo. Dice que no existían caciques y un Consejo de Ancianos llamado Nomosicaomo regía a sus habitantes.

Frente de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán. Fundación de Ciudades en México | 43


Chiapa de Corzo / Chiapas

Retablo del siglo XVI de la iglesia del Calvario.

En la

Matrícula de Tributos llamado Códice Mendocino, en la lista de los pueblos conquistados por Ahuizótl aparece el glifo de Chiapan junto a otros pueblos de la altiplanicie central y de la costa. zinacantecos, habría media legua... siendo el pueblo de Chiapa como había sido al tiempo que había estado en el dicho asiento de Chiapa el mayor y más grande de toda la provincia que tenía más de cuatro mil casas...”

Tercer momento: imprecisiones

Existe una polémica aguerrida en torno a la invasión o encuentro de los españoles con los chiapanecas; las 44 | Fundación de Ciudades en México

informaciones y los datos extraídos de los documentos antiguos y cartas de relaciones muchas veces han sido malinterpretados. Carlos Navarrete Cáceres encontró en Los Anales de Cuauhtitlán que durante el reinado de Tizoc (1481-1486) arrasaron con los habitantes de Chiapan. Esta información fue retomada por Orozco y Berra y con ello se señaló la conquista de Chiapa en esa época del siglo XV. Sin embargo, dicha información fue

desmentida por Jorge A. Vivó, quien aclaró que el lugar señalado se trata de Chiapa de Mota, Estado de México, según el códice otomí Huichapan, y no la Chiapa del sureste mexicano. La misma confusión se presenta con el historiador Tezozomoc (1944), cuando describe por igual la conquista de Chiapa, Xilotepec y otros pueblos localizados en la región otomí del Estado de México. Fernando Alva Ixtlilxóchitl refiere que en el año de 1486 el reinado de Texcoco juntó sus gentes con las del rey Ahuizontli de México y las de Tlacopan Chimalpopocatzin, conquistando las provincias de Chinauhtla, Coyolapan, Hualtépec, Tlalpan, Xoconochco, Xochtlan, Amaxtla, la Tzapoteca y Mizteca baja y alta, hasta llegar a la provincia de Chiapa. Relación no obstante muy creíble, pero que contradice las anteriores. Asimismo, en la Matrícula de Tributos, llamado Códice Mendocino, en la lista de los pueblos conquistados por Ahuizótl aparece el glifo de Chiapan junto a otros pueblos de la altiplanicie central y de la costa; pero más adelante no aparece Chiapan entre los tributarios durante el reinado de Moctezuma Xocoyotzin (1502-1520), lo que hace más dudosa dicha conquista de Chiapa. Navarrete afirma que tanto la conquista del Soconusco como la de Chiapa tuvo que haber ocurrido después de haber colonizado la región de Tehuantepec, o sea posterior a 1498, que refuta el dato ya citado en torno al reinado de Tizoc (1481-1486), poniendo en duda la afirmación del dominio azteca sobre los chiapa en los albores de la conquista española.

Cuarto momento: la primera invasión española

Para consumar la colonización en el territorio mexicano, Hernán Cortés


Cronista: Mario Nandayapa

Timbre conmemorativo de los 450 años de la fundación de Chiapa de Corzo.

La Pochota (ceiba sagrada).

envió sus tropas a diferentes partes del territorio. Alrededor de 1523, Pedro de Alvarado fue enviado a la conquista de Guatemala, y al año siguiente Cristóbal de Olid fue enviado para consumar la conquista de Honduras. El móvil de Cortés era uno solo: conquistar estos territorios que tenían fama de poseer mucho oro y otras riquezas. Debido a

esta serie de expediciones, el sureste empieza a tener una serie de contactos con la milicia española. Al capitán Luis Marín con la tropa que le acompañaba, luego de la misión que lo llevó a México a tratar con Hernán Cortés sobre la pacificación de las provincias cercanas a Coatzacoalcos, le es encomendada la conquista de la

zona de los chiapanecas. Bernal Díaz del Castillo cuenta las vicisitudes que tuvieron para llegar a la villa ribereña: “fuimos río arriba hacia su ciudad, y era por Cuaresma, en el año de mill y quinientos y veinte y tres años; y esto de los años no se me acuerda bien.” El año exacto, sin embargo, fue 1524, a principios de marzo; Bernal Díaz del Castillo escribió 43 años después su Historia de la conquista de la Nueva España, y ya le fallaba la memoria de algunas fechas, como de otros muchos datos. Bernal Díaz del Castillo se dejó llevar por su apasionamiento, y la veracidad que le otorga su memoria es muchas veces puesta en duda por las imprecisiones de los datos. Durante este primer encuentro, Díaz del Castillo relata una serie de enfrentamientos recrudecidos y álgidos; no fue fácil someter a los chiapanecas, pueblo guerrero y belicoso que logró hacer frente a los guerreros españoles. De tal manera que, examinada con cierto detenimiento dicha relación, se puede observar que en cuestión de temporalidad, cuando menos han de haber transcurridos unos 30 o 40 días de las batallas que se dieron, en comparación de lo que nos hace creer Bernal Díaz del Castillo. Cuando las tropas españolas lograron aplacar y vencer a los pobladores, llegaron diez indios en canoas agradeciendo Fundación de Ciudades en México | 45


Chiapa de Corzo / Chiapas

Croquis de la ciudad de 1940.

a Luis Marín la reciente batalla: “Señor, nosotros no somos chiapanecas, sino de otras provincias que se dicen Xaltepeque, y estos malos chiapanecas, con grandes guerras que nos dieron, nos mataron mucha gente, y todos los más de nuestros pueblos nos trujeron aquí a poblar con nuestras mujeres e hijos, y nos han tomado cuanta hacienda teníamos, […] y nos hacen ir a pescar y hacer otros oficios, y nos toman nuestras hijas y mujeres, […], señor capitán, os pedimos de merced, que pues os hacemos esta buena obra, que desque 46 | Fundación de Ciudades en México

hayáis vencido y desbaratado estos chiapanecas, que nos déis licencia para que salgamos de su poder e irnos a nuestras tierras, y para que mejor creáis lo que os decimos ques verdad, en las canoas que agora pasamos, que dejamos escondidas en el río con otros nuestros compañeros y hermanos, os traemos presentadas tres joyas de oro.” Al respecto, las razones que tuvo el capitán Marín para acampar fuera de Chiapa nos las hace saber Díaz del Castillo, por una parte: “tenían las casas tan juntas que no osábamos asentar

real, sino en el campo y en parte que aunque pusiesen fuego no nos pudiesen hacer daño...” Es decir, por el temor de ser sorprendidos y muertos por los chiapanecas, que contra lo dicho, no habían sido derrotados completamente, y su fuerza militar aún prevalecía pese a las pequeñas bajas tenidas en la refriegas pasadas. Y por otra parte: “porque pasaron otras cosas que no hacen a nuestra relación, se dejarán de decir, y diremos como desque hobimos vuelto a los ranchos pusimos en pláticas que sería bien poblar allí adonde


Cronista: Mario Nandayapa

estábamos (en las afueras de Chiapa) una villa, según que Cortés nos mandó que poblásemos, y muchos soldados de los que allí estábamos que decíamos que era bien, y otros que tenían buenos indios en lo de Guazacualco eran contrarios, y pusieron por achaque que no teníamos herraje para los caballos, y que éramos pocos y todos los más heridos, y que la tierra muy poblada, y los más pueblos estaban en fortalezas y en grandes sierras, e que no nos podíamos valer ni aprovechar de los caballos, y decían por ahí otras cosas; y lo peor quel capitán Luís Marín e un Diego de Godoy, que era escribano del rey, persona muy entrometida, no había voluntad de poblar, sino volverse a nuestra villa” (se refiere a Coatzacoalcos). Quizá esto responda en parte tanto a la premura que tuvo el capitán Marín de marcharse de ahí cinco días después de la supuesta conquista de Chiapa, como la de no dejar guarnición militar, ni poblar el lugar con la gente que traía, contrario a las instrucciones que de Hernán Cortés recibiera. De esta manera, cronológicamente, el primer intento de conquista de la provincia de Chiapa comandada por el capitán Luis Marín en el año 1524, tuvo que haberse dado entre los últimos días del mes de febrero al 3 de abril de ese funesto año 1524.

la tropa con los españoles que radicaban en ese entonces en la Ciudad de México. No encontró mas que excusas y negativas en participar en dicha expedición, desconfiando del buen éxito que tal empresa pudiera tener. Cuando Luis Marín regresó de la conquista de Chiapa a la villa de Coatzacoalcos a mediados de agosto de 1526, todos los pueblos por él supuestamente sometidos se rebelan, poniendo en peor estado las cosas en la tierra. De esto se puede deducir que en tanto abandonaba el territorio Luis Marín, los pueblos de la provincia, entre estos los chiapanecas, sabiendo que los españoles habrían de regresar otra vez, de inmediato se dieron a la

Cuando

tarea de prepararse para la guerra, desarrollando su armamento, aprovisionándose de bastimentos y demás cosas, y concentrando en Chiapa toda la gente apta para combatir. De tal manera que a la llegada de Juan Enríquez de Guzmán al pueblo de Chiapa, si es que llegó en esa ocasión, ha de haber encontrado una fuerza muy superior a la encontrada por Marín en el año de 1524; esto aunado a su inexperiencia en cuestión de guerras en la Nueva España, le ocasionó dificultades para lograr su cometido. Por ello, don Juan Enríquez de Guzmán, no pudiendo haber conseguido el fin que traía de someter al pueblo de Chiapa como se le ordenaba en la provisión que el

Luis Marín regresó de la conquista de Chiapa a la villa de Coatzacoalcos en agosto de 1526, todos los pueblos por él supuestamente sometidos se rebelan, poniendo en peor estado las cosas en la tierra.

Quinto momento: segunda invasión española

La segunda expedición realizada a la provincia de Chiapa se dio tres años más tarde, en el año de 1527, a cargo de Juan Enríquez de Guzmán; en palabras de Bernal Díaz del Castillo, dicho personaje fue enviado para poblar la provincia de Chiapa. Juan Enríquez de Guzmán, por la inexperiencia que tenía por ser nuevo en asuntos de guerra en la Nueva España, hubo de encontrar serias dificultades en formar

Danza del Parachico, con danzantes tradicionales de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, que se lleva a cabo del 15 al 23 de enero de cada año. Fundación de Ciudades en México | 47


Chiapa de Corzo / Chiapas

bachiller Marcos de Aguilar le diera, no tan sólo fue relevado del mando, sino que además el tesorero Alonso de Estrada dio orden a Diego de Mazariegos que lo residenciara.

Sexto momento: tercera invasión

Antonio de Remesal expone que se encomendó a Diego de Mazariegos, título de capitán, sujetar la provincia de Chiapa y poblarla para asegurarla; hecho que su antecesor no pudo lograr. “Salió de México Diego de Mazariegos con más de 80 soldados españoles y una gran cantidad de mexicanos y tlaxcaltecas... A principios de febrero de 1528, entra a Chiapa viniendo de Tehuantepec y en Xiquipilas (Chiapas) recibe una comitiva de zinacantecos que ofrecen acompañarlo y ayudarle en la conquista de Chiapa. Pero al llegar a Chiapa, sus habitantes lo reciben de paz...” Según se ve, los zinacantecos siempre fueron colaboracionistas de los españoles, pues lo mismo hicieron contra el pueblo de Chamula. Prosiguiendo con lo anterior: “Halló el capitán Diego de Mazariegos resistencia en los de Chiapa, y aunque hizo muchas diligencias para pacificarlos por amor, no lo pudo acabar con ellos. Retiráronse al peñol en que vivían y allí se defendieron muchos días; y después de haber peleado mucho fueron entrados por fuerza;

Danza del Colibrí, tradicional en Chiapa de Corzo.

y continuando con su pertinacia, los que quedaron, con otros que se les juntaron en otro sitio, pelearon hasta que no pudieron levantar los brazos, y viéndose perdidos, con sus mujeres y hijos se despeñaron por la parte del río que es altísima, y allí perecieron tantos que de muchos que eran, quedaron poco más de dos mil…” Los historiadores se reducen en tratar de presentar a Diego de Mazariegos no sólo como gran conquistador, sino como mejor gobernante, cuyos méritos tanto en la guerra como en la paz, con la gran nobleza que siempre le acompañaba, fueron títulos suficientes para hacerlo merecedor de lo mejor en Ciudad Real cuando la fundó. Según Remesal,

Diego de Mazariegos es quien disuelve las últimas afrentas chiapanecas. La heroicidad de los pobladores fue mitificada al afirmarse que, al no querer estar sujetos al yugo de los españoles, se arrojaron al Cañón del Sumidero, pero es una versión que ha sido puesta en duda. Sin embargo, la belleza de su narración ha servido de sustrato legendario para erigir una apología. La disolución de Mazariegos de las tropas chiapanecas logró no sólo pacificar ese territorio convulso de constante belicosidad; con ello llegó también la necesidad de empalmar sobre los trazos de la ciudad prehispánica los nuevos trazos reticulares de una ciudad moderna. •

Bibliografía AGUILAR Penagos, Mario, Diccionario de la Lengua Chiapaneca (Dos tomos). México: FONCA-CONACULTA. 2012. CORTÉS, Hernán, Cartas de relación, Editorial Porrúa: México. 2015. DE REMESAL, Fray Antonio, Historia general de las Indias Occidentales y particular de la Gobernación de Chiapa y Guatemala. Orden de Predicadores. México: Editorial Porrúa. 1988. DÍAZ del Castillo, Bernal, La historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Editores Mexicanos Unidos, México. 1987. NANDAYAPA, Mario, Prontuario de la Lengua Chiapaneca. México FONCA-CONACULTA. 2012. NAVARRETE, Carlos, The Chiapanec. History and Culture, Papers of The New World Archaeological Foundation, No. 16. USA: Brigham Young University, Provo, Utah. 1966. DE HERRERA y Tordesillas, Antonio, Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano, 1601 y 1615, Editorial Guaranía, Asunción, Paraguay. 1973. 48 | Fundación de Ciudades en México


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