ROBO DE AZOGUE1 EN EL CAMINO REAL A SEVILLA
Cuanto más azogue haya y más se baje su precio, se beneficiarán más minas y se sacará más plata y de ella serán mayores las rentas. D. Luis de Velasco Virrey de Nueva España 6 de junio de 1590
Las minas de cinabrio de Almadén han sido las más importantes del mundo. Aunque conocidas desde la antigüedad (los romanos utilizaron como pintura el bermellón de la región sisaponense), tuvieron una importancia relativa hasta que a mediados del siglo XVI Bartolomé de Medina descubrió la amalgamación de la plata con azogue en la mina de Pachuca (virreinato de Nueva España). Almadén pasó así de ser un pequeño establecimiento minero a convertirse en un gran centro minero y metalúrgico, cuya producción permitía el funcionamiento del complejo circuito económico que abastecía de plata a la monarquía hispánica y posibilitaba la colonización del continente americano. Dicho en pocas palabras, cuanto más mercurio se enviara a América, más plata vendría de allí. Desde mediados del siglo XVI el destino final de la práctica totalidad del azogue producido en Almadén eran las minas de plata de la América Colonial. El largo viaje del azogue se iniciaba con un primer tramo terrestre entre Almadén y Sevilla; el azogue se volvía a pesar y empacar de nuevo en las atarazanas y se embarcaba en barcos de poco calado que bajaban por el Guadalquivir hasta Cádiz; en su bahía le esperaban los galeones de la Carrera de Indias (siglos XVI y XVII) o los navíos de la Armada española (siglos XVIII y XIX) para cruzar el Atlántico con tan preciada carga. Si era necesario, se alquilaban navíos particulares para su transporte, ya que el azogue era fundamental para la producción de plata. La mayor parte del azogue era desembarcado en Veracruz, desde donde emprendía un largo camino hasta la ciudad de Méjico y de allí a los principales centros mineros del virreinato de Nueva España, donde se utilizaba para la producción de plata por el método de amalgamación.
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Sinónimo de mercurio, fue el término más usado en Almadén hasta el siglo XX.
En el trayecto que recorría el azogue desde Almadén a Sevilla surgieron todo tipo de incidentes durante los tres siglos que transcurren desde mediados del XVI hasta la construcción en la década de 1860 de la estación de ferrocarril de Almadenejos2. En el Archivo Histórico Nacional, con sede en Madrid, se conservan los expedientes de muchos robos de azogue a los carreteros y arrieros que lo transportaban de Almadén a Sevilla. Los ladrones aprovechaban generalmente la noche para cometer los hurtos, pero en alguna ocasión usaron armas de fuego. También se dan casos en los que los transportistas eran los ladrones y denunciaban hurtos simulados. Vigilancia especial mereció el contrabando de azogue a Portugal a cambio de tabaco, hecho que mereció la designación de una tropa especial a caballo. Otros incidentes estuvieron relacionados con las denuncias de los propietarios de fincas particulares por la intromisión sin su autorización de carreteros y arrieros, y también por el arresto y encarcelamiento de los mismos por alcaldes mayores y corregidores. El transporte del azogue entre Almadén y Sevilla se efectuaba por dos caminos carreteros y otro arriero. Los tres caminos tenían un tramo inicial común entre Almadén y Azuaga, y a partir de esta localidad había tres variantes: •
El camino carretero occidental discurría por Azuaga, Llerena, Santa Olalla, El Ronquillo y Castilblanco de los Arroyos, cruzando el río Guadalquivir por el antiguo puente de barcas de Triana3.
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El camino carretero oriental discurría por Azuaga, Alanís, Constantina y Lora del Río, cruzando el Guadalquivir en barca por Alcolea del Río o Tocina, y después alcanzaba Sevilla por Brenes y San José de la Rinconada.
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El tercer camino era solo apto para caballerías y discurría entre los dos anteriores, pasando por Alanís, Cazalla de la Sierra y El Pedroso, cruzando el Guadalquivir por Cantillana, usando también un servicio de barcas.
En el siglo XIX Sierra Morena era un nido tradicional de bandoleros y contrabandistas, pues allí disponían de la orografía adecuada para la práctica de sus habilidades delictivas. Ya en 1792, la tropa de resguardo de Almadén había tenido un grave enfrentamiento con los bandoleros que se ocultaban en estos montes. Cuando dos
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Perteneciente a la línea ferroviaria Madrid-Badajoz, está situada a unos 10 kilómetros al este
de Almadén. 3
Construido con tablones atados a barcas flotantes en el Guadalquivir; el primer puente fijo no
se construyó hasta el reinado de Isabel II.
forzados4 evadidos de las minas de azogue fueron localizados en la serranía de Azuaga y conducidos de nuevo a la Real Cárcel de Forzados y Esclavos por un sargento y tres soldados de la Compañía de Inválidos, apareció de improviso una cuadrilla de cinco contrabandistas que hirieron a dos soldados, liberaron a los fugados y se apoderaron de todos los fusiles de la tropa. Uno de los últimos robos importantes de azogue en el Camino Real a Sevilla ocurrió en febrero de 1838 cerca de Malcocinado, que por entonces no era todavía un municipio independiente. Por ello, las noticias del suceso provinieron del alcalde constitucional de la villa de Azuaga, D. José Robledo. La primera de ellas, de fecha 8 de febrero de 1838, se la envió al superintendente de las minas de azogue y gobernador de Almadén: En este momento que son las nueve de la mañana se me presenta Antonio Jurado, con volante del alcalde de la aldea de Malcocinado, por el que y según su manifestación, en el día de ayer a él y a sus compañeros, Manuel Morales y Juan Muñoz, vecinos del Viso y el último de Hinojosa, como a las doce de la mañana le salieron en Los Guadalperales, término de Guadalcanal5, dieciocho hombres armados y a caballo, excepto uno que iba en un mulo, y con trajes de contrabandistas, titulándose el capitán Antonio el Rondeño, y conduciéndoles violentamente al sitio de Montes, término de esta villa, les robaron dieciocho cargas de azogue en treinta y seis botijas, que conducían de la Hacienda Nacional de Almadén a las Atarazanas de Sevilla 6; y de once escopetas 4
En Almadén hubo presos condenados al trabajo de las minas entre los años 1550 y 1800
aproximadamente. Como la Corona no sentenciaba a los suficientes, los administradores y superintendentes de las minas de azogue fueron autorizados a comprar esclavos. 5
En la actualidad, varias vallas cinegéticas y un equipo de guardas montados en motos y
coches todo terreno nos impiden recorrer el Camino Real del Azogue en su transcurso por dicho término municipal. Yo mismo lo intenté hace ya unos años a pie y en el otoño de 2015 a dos ciclistas catalanes, Josep Manel Gómez López-Ibarra y Miquel Moll Recasens, también se les impidió el paso. 6
Hoy, afortunadamente restauradas, se pueden visitar. En ellas se guardaban multitud de
mercancías para enviarlas posteriormente a América. Cuando los galeones no pudieron remontar el Guadalquivir hasta Sevilla por su excesivo calado, el azogue se llevó a Cádiz en barcazas.
que conducían para su custodia, les robaron siete. Lo que comunico a V.S. para los fines que convengan, sin perjuicio de la causa sumaria que estoy formando y que remitiré al Juzgado de 1ª Instancia de Llerena para su continuación. A los pocos días, los tres arrieros citados se presentaron al comisario del azogue de las Atarazanas de Sevilla y mientras que Antonio Jurado y Juan Muñoz presentaron sus cargas completas, diez quintales7 y medio de azogue y seis quintales, respectivamente, Manuel Morales solo entregó diez quintales y medio de azogue de los treinta y siete y medio que transportaba. El azogue ya se envasaba por entonces en frascos de hierro y aunque se había pensado que esto dificultaría su robo, se comprobó que no era así. Es cierto que las bolsas de cuero de cabra, conocidas como baldeses, en que se transportaba anteriormente el azogue, se acomodaban con más facilidad en las caballerías pero los frascos tampoco suponían un obstáculo insalvable, de modo que los bandoleros acoplaron los treinta y seis robados en sus dieciocho caballerías. Cada frasco contiene tres arrobas castellanas de azogue, es decir, 36,5 kilogramos, a lo que hay que sumar el peso del envase, de modo que dos frascos era lo recomendable para que los animales no se resintieran en el viaje. De no ser por este inconveniente el robo hubiera sido mayor, pero no obstante el comisario sevillano inició una investigación para comprobar que no se trataba de una denuncia falsa como había ocurrido en otras ocasiones. Cundió la alarma y se participó el robo a los comandantes de Carabineros de Huelva y Badajoz por si los bandoleros querían introducir el azogue robado en Portugal, tal vez para cambiarlo por tabaco y meterlo de contrabando en España. También se avisó al comandante de Carabineros de Cádiz por si se pretendía enviarlo a América de forma fraudulenta. Incluso se previno al comandante militar del Campo de Gibraltar, pues los ingleses poseían yacimientos de oro en sus colonias y necesitaban azogue para su extracción. Y si no fuera así, con tal de hacerle daño a España, su rival venido a menos, estarían encantados. Por último, como los conductores de azogue a Sevilla estaban obligados a ir armados con escopetas, el superintendente de las minas solicitó al alcalde de El Viso de los Pedroches “que se sirva darles las licencias correspondientes para que puedan usarlas mientras dure la conducción y a fin de que ninguna autoridad le ponga reparo”.
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Un quintal castellano equivale a 46 kilogramos, o sea, cuatro arrobas castellanas de 11,5
kilogramos cada una.
Como estas medidas se habían comprobado insuficientes, el superintendente de Almadén solicitó al director general de Minas del Reino “la creación de una cadena de destacamentos militares en todo el camino desde esta población a la ciudad de Sevilla para la seguridad de las remesas de azogue, pues de lo contrario no será de extrañar se repitan los robos de azogue como en el año último”.
© Ángel Hernández Sobrino.