PO Box 82334 2508 EH La Haya Países Bajos tel: +31 (0)70 331 2200 fax: +31 (0)70 350 2373 registry@bvleerf.nl www.bernardvanleer.org
Fundación Bernard van Leer
Invirtiendo en el futuro de los niños más pequeños
La Fundación Bernard van Leer financia y comparte conocimiento sobre actividades dirigidas al desarrollo de la primera infancia. Fue creada en 1949 y tiene su sede en los Países Bajos. Sus recursos se derivan del legado de Bernard van Leer (1883- 1958), un industrial y filántropo holandés. Nuestra misión consiste en mejorar las oportunidades de los niños menores de ocho años que crecen en condiciones de desventaja social y económica. Centrarse en ambos ámbitos constituye un fin en sí mismo, promoviendo a largo plazo sociedades más unidas, consideradas y creativas, con igualdad de derechos para todos. Ante todo trabajamos apoyando proyectos llevados a cabo por contrapartes en el terreno, las cuales pueden ser tanto organizaciones públicas, privadas o basadas en la comunidad. La estrategia de trabajar con contrapartes en el terreno
nos permite desarrollar capacidades locales, promover la innovación y la flexibilidad, así como garantizar que el trabajo desarrollado respete la cultura y las condiciones del contexto local. En la actualidad apoyamos unos 140 proyectos y centramos nuestra política de concesión de subvenciones en 21 países donde, a lo largo de los años, hemos ido construyendo nuestra actual experiencia. Trabajamos tanto en países en desarrollo como industrializados, con una representación geográfica que comprende África, Asia, Europa y América. Nuestro trabajo se centra en tres áreas temáticas: • A través del “Fortalecimiento del entorno de cuidado del niño”, buscamos desarrollar la capacidad de padres, familias y comunidades que viven en situación de vulnerabilidad, para que presten la debida atención y cuidado a sus hijos.
Otro aspecto crucial en nuestro trabajo es el continuo esfuerzo de documentar y analizar los proyectos que apoyamos, con el objetivo de aprender con vistas a nuestras futuras subvenciones, y a generar conocimiento que podamos compartir. A través de hechos basados en la evidencia y nuestras publicaciones, queremos informar e influenciar la política y la práctica, tanto en los países donde trabajamos como en aquellos en los que no tenemos una presencia programática.
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• M ediante las “Transiciones exitosas” perseguimos ayudar a los niños pequeños en el proceso de transición desde su hogar, al centro de cuidado infantil y a la escuela. • A través de “Inclusión social/ Respeto por la diversidad” promovemos la igualdad de oportuni-dades y capacidades que ayudarán a los niños a vivir en sociedades diversas.
Bernard van Leer Foundation | ESPACIO PARA LA INFANCIA EL ESTRÉS FAMILIAR: PROTEGIENDO EL BIENESTAR DE LOS MÁS PEQUEÑOS
Bernard van Leer Foundation
El estrés familiar: Protegiendo el bienestar de los más pequeños Espacio para la infancia Julio 2009 | 31
Índice
Espacio para la Infancia es una revista sobre el desarrollo de la primera infancia que trata temas específicos relacionados con el desarrollo de los niños pequeños, y en concreto desde su perspectiva psicosocial. Es una publicación semestral de la Fundación Bernard van Leer.
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Editorial
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La naturaleza y las consecuencias del estrés sobre las familias que viven en países con bajos ingresos Theodore D. Wachs
Las opiniones y puntos de vista expresados en Espacio para la Infancia corresponden exclusivamente a sus autores, y no necesariamente reflejan las de la Fundación Bernard van Leer.
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Las experiencias de trabajo presentadas en esta publicación no están necesariamente apoyadas por la Fundación.
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Sufrimiento in crescendo
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Programa de fortalecimiento familiar en Bulgaria
© Bernard van Leer Foundation, 2009 Queda autorizada la reproducción de artículos siempre que se realice sin fin comercial. No obstante, se requiere que se cite la fuente de información: nombre del autor, Espacio para la Infancia, Fundación Bernard van Leer. Se requiere autorización para el uso de fotografías. issn
1566-6476
Foto portada: Carlos y Gema González con su bebé de un mes de edad. Ciudad Sandino, Nicaragua Foto: Jon Spaull Espacio para la Infancia también se publica en inglés: Early Childhood Matters (issn: 1387-9533). Ambas publicaciones se pueden consultar y descargar en <www.bernardvanleer.org>. Para solicitud de copias gratuitas contactar con la dirección indicada a continuación. Fundación Bernard van Leer PO Box 82334 2508 EH La Haya Países Bajos Tel: +31 (0)70 331 2200 Fax: +31 (0)70 350 2373 Correo electrónico: registry@bvleerf.nl Página web: <www.bernardvanleer.org> Editora: Teresa Moreno Diseño y producción: Homemade Cookies (www.cookies.nl)
¿Pueden las políticas públicas incidir en el estrés familiar para mejorar el cuidado de la primera infancia? María Cristina Torrado Pacheco
Maria Dantcheva
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“Hay que entender mejor la relación entre los programas para la primera infancia y el papel de la familia” Entrevista con James Heckman
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Fortaleciendo los vínculos afectivos María Isabel Alva Castro y Rafael González Franco de la Peza
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Promoviendo la resiliencia de los niños vulnerables y los cuidadores estresados Pam Picken y Vicky Sikhakhana
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El estrés de los padres y sus implicaciones en Jamaica Heather Ricketts y Camille Daley
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“Yo quiero, yo puedo… aprender y divertirme en preescolar” Martha Givaudan, Marco Barriga y Fernando Gaál
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Aprovechamiento de la sabiduría indígena Auma Okwany y Elizabeth M. Ngutuku Mulongo
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Más información
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Becas Oscar van Leer 2009
Editorial
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Las familias actuales se enfrentan a innumerables problemas, incluso antes de que la crisis económica global creara una dimensión de incertidumbre adicional. Muchas familias tienen que lidiar con la pobreza, la falta de oportunidades para ganarse la vida y las consiguientes dificultades para tener cubiertas las necesidades básicas, como la alimentación y el alojamiento. Otras se enfrentan a la realidad diaria de la violencia, bien dentro de la familia o bien en la comunidad, a causa, por ejemplo, de las pandillas urbanas o los disturbios civiles. El sida, el abuso de las drogas, los desastres naturales…, no es difícil continuar con la lista de factores que sitúan a las familias del mundo actual bajo un enorme estrés.
Cuando las familias están en situación de estrés, el bienestar de sus hijos se ve comprometido. La seguridad de los niños pequeños se sostiene en la familia, que idealmente debería proporcionar un entorno de atención, estabilidad y protección en el que los niños obtuvieran la seguridad que necesitan para explorar y aprender a afrontar los retos conforme van creciendo. Sin embargo, cuando los padres y los cuidadores pierden el sentido del control de sus propias vidas, se les hace extremadamente difícil crear entornos de protección para sus hijos. Los impactos negativos se pueden observar en muchas áreas diferentes del desarrollo infantil. La adaptación a entornos estresantes no sólo tiene que ver con los cuidadores. De igual modo, los profesionales de la atención infantil deben ajustar sus estrategias y metodologías a situaciones en las que las familias están bajo estrés. Deben diseñar maneras de ayudar a los cuidadores a mitigar los efectos de los
factores de estrés sobre sí mismos y sus hijos. Por ello, esta edición de Espacio para la Infancia se pregunta: “¿Cuáles son las formas más eficaces de tratar y reducir el estrés de los padres? y ¿cuáles son los factores que contribuyen a la resiliencia para afrontar los entornos de atención desafiantes para los niños en contextos concretos? Como es habitual, comenzamos por una visión general conceptual (pág. 3), en la que Ted Wachs habla sobre la naturaleza y las consecuencias del estrés sobre las familias y aporta ideas para las estrategias de intervención. Los siguientes artículos exploran ejemplos de intervenciones, y se comienza por el programa de reforzamiento familiar de Aldeas Infantiles sos en Bulgaria (pág. 20). En la página 11, Cristina Torrado explica cómo la experiencia de Colombia le ha permitido profundizar acerca del impacto de la política pública sobre el estrés de las familias, y en la página 42 presentamos una visión general de las implicaciones del estrés de los padres en Jamaica.
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La seguridad de los niños pequeños se sostiene en la familia, que idealmente debería proporcionar un entorno seguro de atención, estabilidad y protección Foto: Jon Spaull (posada por modelos)
Tuvimos el privilegio de entrevistar a James Heckman (pág. 24), el premio Nobel en economía considerado como la autoridad más importante en el argumento económico para la inversión en programas de atención infantil. En relación con los esfuerzos actuales de muchos gobiernos para estimular sus economías nacionales, el profesor Heckman expone los argumentos para incluir las iniciativas de atención infantil en paquetes de incentivo, ya que “la inversión en los niños pequeños proporciona un beneficio doble: estímulo por el gasto adicional actual y el aumento en capital humano en los años venideros”. En la página 16, revisamos el libro de reciente publicación Growing pains, un documento sobre las duras realidades de las familias bajo estrés causado por la pobreza y el vih/sida en el África subsahariana. Después, en la página 36, presentamos la perspectiva de tree, una organización sudafricana que trabaja principalmente com mujeres promotoras elegidas por sus comunidades que dirigen guarderías de la comunidad, realizan visitas a los hogares especialmente vulnerables, entre otras. Siguiendo en un contexto de vih/ sida, unas experiencias en Kenia y Uganda (página 52) nos hablan sobre cómo los sistemas de sabiduría indígena se pueden aprovechar de forma efectiva para combatir el estrés de los cuidadores y desarrollar la resiliencia. A menudo, el estrés de los padres está vinculado a la violencia doméstica,
Editorial
que requiere intervenciones que exhiban formas alternativas de superar y expresar emociones. En la página 30, presentamos una metodología global desarrollada por la organización mejicana Cuidarte, dirigida a ayudar a los niños y a sus padres a coexistir y formar nuevos vínculos de afección. Tambiéno en Méjico, en la página 47, describimos cómo imifap promueve la resiliencia de los niños y sus padres mediante su programa en comunidades del Estado de Hidalgo, donde la elevada tasa de migración es el reflejo y la causa del estrés de las familias. En la página 61, encontrará información sobre la convocatoria de
la beca inaugural Oscar van Leer para periodistas de países en desarrollo, cuyo fin es mejorar la cobertura de los medios de los problemas que afectan a los niños, incluido, por supuesto, el estrés de los padres. La beca celebra el 60.º aniversario de la Fundación y es un homenaje al hijo de Bernard van Leer, Oscar, quien dio a la Fundación su enfoque de trabajo sobre la primera infancia. Finalmente, los lectores habituales de Espacio para la Infancia apreciarán el nuevo diseño para esta edición. Esperamos que les guste y agradecemos siempre sus comentarios sobre el contenido y el estilo.
La naturaleza y las consecuencias del estrés sobre las familias que viven en países con bajos ingresos
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Theodore D. Wachs, Departamento de Ciencias de la Psicología, Universidad Purdue, ee. uu.
En este artículo se identifican una variedad de factores generadores de estrés que pueden comprometer el funcionamiento de la familia y el desarrollo de los niños. Sin embargo, no todas las familias y los niños que sufren estrés se ven afectados con el mismo grado ni de la misma forma. El impacto del estrés depende del nivel de recursos de la familia, los problemas familiares existentes, las estrategias de la familia para superarlo y las características individuales de los padres y los niños. Es importante saber qué factores influyen en las formas en que las familias responden al estrés para poder diseñar y llevar a la práctica intervenciones para tratar el estrés familiar. Los factores generadores de estrés de ámbito individual se definen tradicionalmente como eventos vitales que tienen la capacidad de provocar altos niveles de tensión emocional, interferir en las actividades diarias normales y requerir adaptación conductual y psicológica (Thois, 1995). El estrés hace referencia a las reacciones psicológicas, conductuales y emocionales del individuo frente a los factores generadores de estrés (Vedhara et. al., 2000). Se han identificado tres tipos principales de estos factores: • Cambios repentinos e inesperados en la vida que requieren ajustes importantes en un período de tiempo breve (por ejemplo, un divorcio). • Situaciones crónicas persistentes que requieren un reajuste durante largos períodos de tiempo (por ejemplo, la pobreza). • Dificultades o eventos diarios de bajo nivel que requieren pequeños cambios conductuales durante el transcurso del día (Thoits, 1995).
Si bien el estrés se suele estudiar por separado en individuos y familias, el estrés individual puede llevar al estrés en el ámbito familiar. Por ejemplo, el estrés maternal a la hora de tratar a un bebé con alguna discapacidad puede dar como resultado un conflicto matrimonial sobre el problema de cómo tratar mejor al niño (Patterson, 2002). De forma similar, el estrés por la pérdida de trabajo de uno de los padres aumenta el riesgo de conflicto matrimonial y hostilidad intrafamiliar (McKenry y Price, 2005). El estrés en el ámbito familiar se produce cuando existe un desequilibrio entre las exigencias crónicas o diarias (factores generadores de estrés) sobre la familia y la capacidad de la familia para gestionar tales demandas (Patterson, 2002). Cuando se produce este desequilibrio, se puede producir un impacto adverso sobre el funcionamiento de la familia, la calidad de la paternidad, las rutinas de cohesión familiar, las estructuras de las relaciones y los patrones de relaciones no familiares (McKenry y Price, 2005).
Estos trastornos en el funcionamiento familiar pueden producir un impacto negativo en los niños. El estrés, el desarrollo infantil y el funcionamiento de la familia
Para comprender cómo el estrés ejerce una influencia en el desarrollo del niño y/o en el funcionamiento de la familia, se deben tomar en consideración dos principios de vital importancia. Variabilidad de reacciones ante los factores generadores de estrés
Existe una tremenda variación en las reacciones de los individuos o las familias ante los factores generadores de estrés. El mismo factor generador de estrés puede debilitar enormemente a determinados individuos o familias, mientras que para otros es posible que constituya un reto a superar (McKenry y Price, 2005; Thoits, 1995). El grado en el que un factor generador de estrés se convierte en estrés dependerá parcialmente de la naturaleza, la intensidad y el momento de aparición de dicho factor. Sin embargo, incluso
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si se toman en consideración estos componentes, el impacto de los factores causantes de estrés puede variar en función de una serie de otros, entre los que se incluyen: • Las estrategias de defensa usadas por individuos o familias; • La forma en que el individuo o la familia evalúan el factor generador de estrés; • La disponibilidad de apoyo social; • Las características del individuo; • El nivel de coherencia familiar y/o recursos familiares. (Enumeración extraída de Lim y Zebrack, 2004; Lester, Masten y McEwen, 2006; Luthar, 2003; McKenry y Price, 2005; Wachs, 2000; Werner y Smith, 1992; Ylven, Akesson y Granlund, 2006).
Para las familias, el impacto adverso de los factores generadores de estrés será menor si existe un alto nivel de cohesión familiar.
Las estrategias de defensa son esfuerzos mentales o conductuales para enfrentarse a exigencias o sucesos estresantes. La defensa emocional implica intentar cambiar el significado o la trascendencia emocional del factor generador de estrés, mientras que las estrategias de defensa centradas en el problema implican el uso de técnicas racionales para abordar directamente o cambiar dicho factor (Folkman y Lazarus, 1998). La elección de la estrategia que debemos utilizar depende, en parte, de la percepción que se tiene
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del factor generador de estrés. Las estrategias de defensa emocional son más susceptibles de ser utilizadas si el factor generador de estrés se percibe como no modificable, mientras que las estrategias de defensa son más susceptibles de ser utilizadas cuando el factor generador de estrés se percibe como potencialmente modificable. Para los individuos, el impacto de un factor generador de estrés también varía en función de las características del individuo, como la edad, el género, el temperamento, la inteligencia y la salud mental y física. Para las familias, el impacto adverso de los factores generadores de estrés será menor si existe un alto nivel de cohesión familiar (confianza, fe y valores compartidos), pero se acentuará si hay problemas familiares previamente existentes (Patterson, 2002). El impacto acumulativo de los factores generadores de estrés
La exposición acumulativa a múltiples factores generadores de estrés es especialmente perjudicial. Los niños expuestos a múltiples factores generadores de estrés biológicos y/o físicos corren un riesgo mucho mayor para su salud y desarrollo que los niños expuestos a un número limitado de factores (Evans, 2004; Lester et. al., 2006; Luthar, 2003). Una razón es que la exposición a factores generadores de estrés acumulativos puede comprometer la capacidad de un individuo para hacer uso de los apoyos de su entorno o para llevar a la práctica de forma eficaz las
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Un nivel mayor de educación maternal se suele corresponder con una posibilidad más reducida de que los niños sufran estrés económico familiar, mala nutrición o enfermedad Foto: Jim Holmes
estrategias de defensa (Lester et. al., 2006). Por ejemplo, los niños criados durante largos períodos en orfanatos y que sufrieron muchas privaciones son menos susceptibles de beneficiarse de la crianza posterior en hogares de adopción de calidad que los niños que pasaron menos tiempo en orfanatos (Beckett et. al., 2006). El estrés crónico también puede llevar a una mayor tensión en el funcionamiento familiar (Lim y Zebrack, 2004). Esto puede ser porque el trastorno continuado resultante de las rutinas familiares se alimenta a sí mismo y se convierte en un factor generador de estrés adicional (Patterson, 2002). Por ejemplo, las tensiones matrimoniales y económicas en una familia con un niño enfermo crónico pueden aumentar la gravedad de los problemas médicos del niño, lo que a su vez puede aumentar el estrés matrimonial y económico de la familia (Peebles-Kleiger, 2000). Tal y como indicamos más adelante, el impacto del estrés crónico en el funcionamiento de la familia se percibe más claramente en las familias que viven en condiciones de pobreza crónica. Fuentes de estrés
Los factores generadores de estrés que impactan a las familias también afectarán a los niños de dichas familias, lo que lleva a comprometer su desarrollo infantil. Además, muchos factores generadores de estrés en la familia que afectan a los niños tienen el potencial de transmitirse de generación
en generación. Por ejemplo, la mala nutrición y la pobreza crónica aumentan las posibilidades de fracaso escolar del niño; el fracaso escolar lleva a un capital humano adulto reducido, lo que a su vez aumenta el estado de riesgo de la siguiente generación (Engle et. al., 2007). Los factores generadores de estrés conocidos que afectan al individuo o a la familia pueden ser ecológicos, biomédicos, psicológicos o sociales y entre ellos se incluyen: • Los desastres ecológicos; • La inseguridad alimenticia y las deficiencias nutricionales; • Los problemas biomédicos infantiles o adultos (por ejemplo, los defectos genéticos y las enfermedades físicas o mentales crónicas o graves); • Una pérdida económica grave repentina o la pobreza crónica; • El hacinamiento en la casa o una mala calidad de ésta; • Los problemas matrimoniales; • La exposición a la violencia familiar, social o del barrio; • Las discapacidades de desarrollo o los problemas conductuales del niño; • Las características del niño que no se ajustan a los valores y las preferencias familiares o culturales (por ejemplo, el género o el temperamento); • Los cambios sociales importantes; • La discriminación social. (Enumeración extraída de Cook y Frank, 2008; Evans, 2004; Lim y Zebrack, 2004; Luthar, 2003; McKenry y Price, 2005; Seguía, 2008; unicef, 2004; Wachs, 2000; Walker et. al., 2007)
A continuación, indicaremos algunos ejemplos de cómo los factores
generadores de estrés funcionan en el ámbito infantil y familiar. La enfermedad o la discapacidad del niño
Se sabe que tener un niño con una discapacidad o una enfermedad crónica es una fuente de estrés familiar, tanto en países con ingresos altos (Ylven, Akesson y Granlund, 2006) como en medios y bajos (Azar y Badr, 2006; Krulik et. al., 1999). Independientemente del país, las madres son más susceptibles de sentirse estresadas, ya que normalmente son las cuidadoras principales de los niños afectados (Azar y Badr, 2006; Krulik,1999). Sin embargo, el estrés de tener un niño enfermo crónico o con discapacidad en la familia no está restringido sólo a las madres. La demanda de tiempo para tratar con un niño crónicamente enfermo o discapacitado puede llevar al estrés en la relación matrimonial o afectar a la educación de los hermanos sanos (Krulik et. al., 1999). Si cuidar a un niño enfermo crónico o con discapacidad es un agente causante de estrés familiar en muchas sociedades, el estrés puede ser mayor en las sociedades donde existe un estigma social vinculado a dichas condiciones (Azar y Bardr, 2006). En dichas situaciones el niño es más susceptible de estar aislado del mundo exterior, lo que recorta las posibilidades del niño de acceder a las fuentes potenciales de ayuda, mientras que los miembros de la familia pueden estar aislados de las
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redes de apoyo social que les podrían ayudar a superar el estrés (Patterson, 2002). La pobreza crónica
Tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, la pobreza crónica está fuertemente vinculada a una mayor exposición a los factores generadores de estrés y a un menor acceso a recursos que se podrían utilizar para superar el estrés (Evans, 2004; GranthamMcGregor et. al., 2007). La pobreza crónica de la familia compromete directamente el desarrollo del niño y aumenta el estrés de los padres y de la familia, lo que a su vez afecta a la calidad de la crianza del niño y el subsiguiente desarrollo de éste (Beeber, Perreira y Schwartz, 2008; Engle y Black, 2008; McKenry y Price, 2005). La pobreza crónica también puede comprometer la capacidad de la familia para responder a los factores generadores de estrés. Las reducciones en la capacidad para responder al estrés en familias con bajos ingresos pueden reflejar no sólo recursos reducidos, sino también un sentido más agudizado de la falta de poder y de control sobre los eventos externos en estas familias (Seguía, 2008; Thoits, 1995). Un ejemplo de las múltiples formas en que la pobreza crónica puede afectar negativamente a la familia y al niño se ilustra con referencia a la depresión maternal. Tanto en los países desarrollados como en desarrollo, una de las consecuencias significativas de la pobreza familiar es un claro mayor
riesgo de sufrir depresión maternal (Wachs, Black y Engle, 2009). La pobreza hace que aumente el estrés familiar y el estrés familiar acentuado agudiza las posibilidades de padecer depresión maternal (Beeber et. al., 2008). Cuando las madres están deprimidas, los niños son menos susceptibles de recibir la nutrición o la atención sanitaria preventiva adecuadas (Wachs, Black y Engle, 2009) y ellas son más propensas a criar a sus hijos de forma insensible, irresponsable, inconsistente o punitiva (Beeber et. al., 2008). Como resultado, los niños de madres deprimidas son más susceptibles de tener problemas de desarrollo, como relación insegura, reactividad alterada del estrés, deficiencias socioemocionales y trastornos conductuales (Murray, Halligan y Cooper, en prensa). Especialmente en los países con bajos ingresos, la pérdida de capacidad de trabajo y los costes del tratamiento como resultado de la depresión maternal pueden aumentar de manera significativa el estrés económico de las familias (Patel et. al., 2007). La depresión también puede reducir la capacidad de la madre para utilizar los servicios de intervención existentes (Beeber et. al., 2008). El hacinamiento
Los estudios de los países desarrollados (Evans, 2004) y en desarrollo (Wachs and Corapci, 2003) han demostrado que vivir en condiciones de hacinamiento puede traer como resultado un aumento de los problemas socioemocionales de
La naturaleza y las consecuencias del estrés sobre las familias que viven en países con bajos ingresos
los niños; reducciones en la motivación y la atención de los niños a la hora de realizar tareas; reducciones en la calidad de las interacciones padres-hijos; aumento de las interacciones familiares negativas; y mayores niveles de estrés psicológico en niños y adultos. A menudo, el hacinamiento se define como densidad de población (el número de personas por habitación). La tolerancia para vivir en condiciones de aglomeración varía según el país, pero a un cierto nivel se excederán los umbrales de tolerancia específicos de aquél. En este sentido, la sensación de amontonamiento aumenta los niveles de estrés de la familia. El incremento de estrés de la familia afecta negativamente a las relaciones padres-hijos y al subsiguiente desarrollo del niño. Por ejemplo, los resultados de un estudio realizado en la India demostraron que a medida que aumentaba el hacinamiento en el hogar había más conflictos padreshijos. El incremento de conflictos padres-hijos en los hogares con mayor hacinamiento llevaba a niveles más altos de problemas de ajuste conductual y escolar en los niños (Evans et. al., 1998). La violencia
Tanto en los países desarrollados (Wolfe et. al., 2003) como en los países en desarrollo (unicef, 2004) son demasiados los niños que sufren violencia. En los primeros, los niños sufren abusos, violencia doméstica y violencia por parte de la comunidad. En los países en desarrollo los niños sufren todo esto más un mayor riesgo de
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exposición a la violencia social (guerra). La exposición a la violencia en la forma que sea ha demostrado traer como resultado una variedad de problemas conductuales infantiles, incluidos los trastornos de estrés postraumático y problemas conductuales de internalización y externalización (Barenbaum, Ruchkin y Schwab-Stone, 2004; Wolfe et. al., 2003). El coste de la exposición a la violencia tanto para los niños como para las familias se complica significativamente cuando los niños y sus familias se ven forzados a emigrar para escapar de la violencia (Lusting, en prensa).
de violencia, el impacto adverso de la violencia sobre el funcionamiento de los niños será menor (Punamaki, Quota y El-Sarraj, 2001; Shaw, 2003). Sin embargo, la exposición de la familia a la violencia crónica o a la migración forzada (o la violencia social que trae como resultado la muerte o la desaparición de miembros de la familia) debilita significativamente la capacidad de las familias para mantener las rutinas y las relaciones existentes y la capacidad de los padres para soportarlo (Maksoud y Aber, 1996; Lustig, en prensa). Los niños que viven en condiciones de exposición a la violencia crónica son
La pobreza crónica también puede comprometer la capacidad de la familia para responder a los factores generadores de estrés.
Si bien la exposición a la violencia es un riesgo importante que puede comprometer el desarrollo de los niños, no todos los niños expuestos a la violencia presentan consecuencias adversas a largo plazo (Shaw, 2003). Similar a lo que hemos presentado anteriormente, el impacto de la violencia sobre los niños dependerá de otros factores. Un factor crítico es la estabilidad familiar y las reacciones de los padres ante la violencia. Según el punto hasta el cual las familias puedan mantener su estructura, sus rutinas y relaciones y hasta donde los padres puedan apoyar a sus hijos en situaciones
susceptibles de estar en doble riesgo de desarrollo comprometido, tanto como resultado del impacto directo de la violencia como de la rotura de la estructura familiar y el apoyo de los padres. El trastorno es incluso más susceptible de ocurrir cuando las familias tienen un historial de problemas o han estado expuestas a otros factores generadores de estrés acumulados, además de la violencia (O’Donnell, Schwab-Stone y Muyeed, 2002). Estrategias de intervención potenciales
El estrés familiar puede ser universal, pero la mayoría de las investigaciones
sobre intervenciones para tratarlo provienen de estudios realizados en países con elevados ingresos (por ejemplo, Beeber et. al., 2008; McKenry y Price, 2005; Ylven et. al., 2006). Con demasiada frecuencia, los recursos que podrían ayudar a las familias a superar el estrés, como los especialistas de salud mental o los médicos formados en tratamiento del estrés, están menos disponibles en los países con escasos recursos. Asimismo, las estrategias de intervención que se han desarrollado y validado en los países con elevados ingresos pueden tener sólo una capacidad limitada de ser generalizadas para los países con pocos ingresos. Por ejemplo, tal y como hemos descrito anteriormente, existe una distinción entre las estrategias activas para la resolución de problemas que intentan tratar directamente con la fuente de estrés y las estrategias centradas en las emociones que tratan las reacciones emocionales ante el estrés. En algunas sociedades, el uso de estrategias activas puede ser menos factible, debido a los valores culturales predominantes sobre la mejor forma de tratar el estrés (por ejemplo, en algunas culturas, las estrategias pasivas se perciben como más apropiadas: Cole, Bruschi y Tamang, 2002). De manera alternativa, la elección de estrategia de una familia puede depender de las realidades existentes. Así, las estrategias activas que requieren que la madre busque ayuda externa para ella misma y para sus hijos puede ser difícil en culturas donde las mujeres deben ir acompañadas
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de miembros adultos de la familia (McConachie et. al., 2001) o donde existen estigmas sociales asociados a las discapacidades del desarrollo (Patterson, 2002) o la depresión maternal (Beeber et. al., 2008). Sin embargo, ciertas estrategias de intervención validadas para tratar el estrés individual o familiar pueden ser generalizables en múltiples sociedades. Estrategias de prevención primaria
Las estrategias de prevención primaria pueden reducir la probabilidad de las familias de encontrarse con
Una tercera y más importante estrategia de prevención primaria implica el fomento de la educación para las mujeres. Los niveles de educación maternal más elevados se han vinculado a una posibilidad reducida de que los niños sufran estrés económico familiar (Boyle et. al., 2006), mala nutrición (Kongsbak et. al. 2006) o enfermedad (Hatt y Waters). Además, la tasa de incidencia de depresión maternal (Wachs et. al., 2009) y la morbilidad maternal es más reducida en las mujeres más cultas (Defo, 1997). Estos resultados positivos pueden reflejar el
Una importante estrategia de prevención primaria implica el fomento de la educación para las mujeres.
factores generadores de estrés. Por ejemplo, proporcionar mejoras de infraestructura, como una mejor sanidad, acceso a agua potable o casas asequibles, puede reducir la incidencia de exposición a factores generadores de estrés, como la enfermedad y el hacinamiento (Seguía, 2008). De manera similar, si se aumenta la disponibilidad de programas para el desarrollo en la primera infancia que combinen los suplementos nutricionales, la atención médica preventiva y la estimulación cognitiva, se puede reducir el riesgo de que los niños sufran deficiencias nutricionales, morbilidad y el subsiguiente fracaso escolar (Engle et. al., 2007).
hecho de que las mujeres más cultas tienen más estrategias disponibles para superar el estrés para ellas y son más capaces de mantener un nivel más elevado de cohesión familiar, de buscar y utilizar los recursos disponibles para sus familias y también de tener voz en la toma de decisiones de la familia (Parrad, Flippen y McQuiston, 2005; Robert et. al., 2006). Estrategias para reducir el impacto del estrés
Obviamente, si se eliminaran los factores generadores de estrés de los niños y las familias se reduciría el nivel del estrés familiar. Sin embargo, en demasiadas situaciones, es
La naturaleza y las consecuencias del estrés sobre las familias que viven en países con bajos ingresos
improbable que esto ocurra dentro de un marco temporal razonable (por ejemplo, trastorno económico o social, cambio climático, etc.). Cuando no se pueden eliminar fácilmente los factores generadores de estrés, ¿qué se puede hacer? Como hemos apuntado anteriormente, se puede proteger a los niños contra los factores generadores de estrés cuando reciben apoyo social de sus padres y cuando se mantienen la cohesión familiar y los recursos familiares. Sin embargo, un nivel elevado de estrés puede reducir significativamente la capacidad de la familia para mantener la cohesión, las rutinas y el apoyo a los niños (Azar y Badr, 2006; Lustig, en prensa; Patterson, 2002). En situaciones de mucho estrés, la cohesión y la estabilidad familiar se pueden mantener si los amigos, vecinos, parientes y organizaciones de vecindarios o religiosas proporcionan apoyo social a las familias (McKenry y Price, 2005; Thoits, 1995). El apoyo social puede implicar proporcionar los recursos necesarios a las familias para permitirles estabilizar sus entornos (por ejemplo, alimentos y alojamiento). El apoyo también puede ser emocional en su naturaleza, como cuando se da la oportunidad a las familias estresadas de “contar sus historias” (Lustig, en prensa). El apoyo social también se puede proporcionar en los colegios, que pueden ofrecer una rutina muy necesaria para los niños cuyas costumbres familiares se han trastornado (Barenbaum et. al., 2004; O’Donnell, Schwab-Stone y Muyeed,
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2002). Esto ocurre especialmente cuando se puede sensibilizar a los profesores sobre la importancia de apoyar a los niños que viven en condiciones de estrés importante. En situaciones en las que los factores generadores de estrés están muy extendidos, los amigos, las asociaciones de vecinos o los colegios pueden ser menos capaces de proporcionar apoyo. En estos casos, el apoyo podría provenir de organizaciones externas civiles, profesionales o no gubernamentales. Dados los limitados recursos de estas organizaciones, se debe otorgar una mayor prioridad a la identificación de las familias que están sufriendo niveles especialmente elevados de estrés y que no son capaces de soportarlo. Sin embargo, la identificación de estas familias puede ser difícil en ciertas culturas en las que existen tabúes culturales contra la admisión del estrés familiar a un extraño o la búsqueda de ayuda externa para superar el estrés (McKenry y Price, 2005). La identificación de las familias vulnerables y la provisión de apoyo externo a estas familias se puede facilitar cuando los trabajadores sanitarios de la comunidad están sensibilizados ante los signos de estrés familiar, como la depresión maternal, o cuando el personal de intervención no pertenece a la comunidad local (Beeber et. al., 2008). Un ejemplo de programa de apoyo externo satisfactorio implicó a las madres refugiadas como resultado de la violencia social (Dybdahl, 2001). La intervención implicó la creación de
grupos de debate dirigidos por maestros de preescolar formados, quienes se centraron en el apoyo para las madres como cuidadoras competentes de sus hijos en estas circunstancias tan difíciles, proporcionando además información para la crianza de los hijos. En comparación con las madres que sólo recibieron atención médica, aquellas que participaron en las sesiones de grupo demostraron ventaja tanto en su salud mental maternal como en la de sus hijos. Un segundo ejemplo de cómo la identificación y el apoyo pueden facilitar el funcionamiento familiar se percibe en el caso de la depresión maternal. Tal y como se ha descrito anteriormente, en condiciones de pobreza familiar el riesgo de sufrir depresión maternal es significativamente superior; cuando las madres están deprimidas el funcionamiento de la familia se ve muy comprometido y el estrés familiar aumenta significativamente (Beeber et. al., 2008). Desafortunadamente y en especial en los países con escasos ingresos, los trabajadores de la atención sanitaria primaria son menos susceptibles de identificar a las madres deprimidas (Wang et. al., 2007). Sin embargo, los colegios pueden ser un recurso potencial, dada la evidencia de un estudio realizado en Pakistán rural que demostró que la identificación de la depresión maternal era más fácil cuando se ofrecía a los niños un breve módulo sobre salud mental como parte de su programa de estudios en los colegios de educación secundaria (Rahman et.
al., 1998). Cuando se identifica a las madres deprimidas, una estrategia de tratamiento muy eficaz es el uso de los servicios sanitarios existentes para proporcionar apoyo social, bien por parte de paraprofesionales de salud mental, de mujeres formadas desde la comunidad, o bien mediante el uso de terapias de grupo (Wachs et. al., 2009).
Nota 1 Los comentarios o la solicitud de reproducciones se pueden enviar al autor mediante correo postal al Departamento de Ciencias de la Psicología, Universidad Purdue, West Lafayette, Indiana. ee. uu., 47907, o por correo electrónico a la dirección electrónica wachs@psych.purdue.edu. Bibliografía Azar, M. y L. K. Badr (2006): The adaptation of mothers of children with intellectual disability in Lebanon, Journal of Transcultural Nursing, 17, pp. 375–380. Barenbaum, J., V. Ruchkin y M. Schwab-Stone (2004): “The psychosocial aspects of children exposed to war: Practice and policy initiatives”. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 45, pp. 41–62. Beckett, C., B. Maughn, M. Rutter, J. Castle, E. Colvert, C. Groothues, J. Kreppner, S. Stevens, T. O’Connor y E. Sonuga-Barke (2006): “Do the effects of early severe deprivation on cognition persist into early adolescence?”. Child Development, 77, pp. 696–711. Beeber, L. S., K. M. Perreira y T. Schwartz (2008): “Supporting the mental health of mothers raising children in poverty: How do we target them for intervention studies?”. Annals of the New York Academy of Sciences, 1.136, pp. 86-100. Boyle, M., Y. Racine, K. Georgiades, D. Snelling, S. Hong, W. Omariba, P. Hurley y P. Rao-Melacini (2006): “The influence of economic development level, household wealth and maternal education on child health in the developing world”. Social Science and Medicine, 63, pp. 2242–2254. Cole, P. M., C. J. Bruschi y B. L. Tamang (2002): “Cultural differences in children’s emotional reactions to difficult situations”. Child Development, 73, pp. 983-996. Cook, J. y D. Frank (2008): “Food security, poverty and human development in the United States”. Annals of the New York Academy of Sciences, 1.136, pp.
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¿Pueden las políticas públicas incidir en el estrés familiar para mejorar el cuidado de la primera infancia?
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María Cristina Torrado Pacheco, Observatorio sobre Infancia, Universidad Nacional de Colombia
Es bien conocido que el bienestar de los niños más pequeños no es independiente del bienestar general de la familia y la comunidad a las que pertenecen. Por esta razón, si se quieren disminuir las brechas en el bienestar infantil en el interior de un país o entre países, además de fortalecer los entornos cercanos de cuidado, resultará imprescindible incidir simultáneamente sobre las variables del contexto familiar y social. Incidir en el contexto social de los niños incluye, sin duda, la elección de modelos de desarrollo económico que promuevan una mejor distribución del ingreso y una ampliación de las oportunidades de las personas para alcanzar el despliegue de sus capacidades con fines productivos y creativos. Nos referimos por tanto a modelos que sitúen el bienestar de las personas, y no sólo la productividad económica, como la meta principal del desarrollo. Si estos propósitos son válidos para todas las sociedades del mundo, lo son aún más para aquellas caracterizadas por la desigualdad. Tal es el caso de Colombia, un país de grandes contrastes en el nivel de bienestar alcanzado entre las regiones, clases sociales y grupos étnicos. Es también el único país latinoamericano afectado por un conflicto armado y uno de los más desiguales de la región en la distribución de la riqueza; donde cerca del 50% de la población vive en situación de pobreza y exclusión social, esto es, “al margen de progresos esenciales alcanzados por la humanidad” (Garay, 2002: 11).
Este tipo de contexto social y económico genera enormes brechas en la calidad de los ambientes de cuidado y los servicios sociales dirigidos a la población infantil. Asimismo, los padres y cuidadores pueden verse afectados por múltiples condiciones como el desempleo, la discriminación por razones étnicas o de género y la violencia social o política. No es posible ignorar que estas variables del contexto configuran los entornos cercanos donde transcurre la vida de los niños. El contexto social inmediato
Mientras construimos un mundo más justo, sin pobreza y libre de violencia, es posible modificar algunos factores del contexto social inmediato, que afectan la calidad de los ambientes de cuidado de los niños en el entorno familiar o comunitario. El estrés de los padres y cuidadores que viven en contextos de pobreza, violencia y discriminación social es uno de esos factores, pues se le reconoce como una de las principales variables mediadoras entre el macrocontexto social y el microcontexto de cuidado (McLoyd, 1990; Rutter, 1993). En efecto, los padres y cuidadores que viven en circunstancias permanentes de incertidumbre económica y de lucha por la supervivencia están sometidos a un estrés prolongado que puede afectar las condiciones psicológicas necesarias para ocuparse de sus hijos y afrontar las tensiones o situaciones de crisis. En este caso, pueden actuar de manera violenta o no tener la disponibilidad para participar en las actividades familiares.
Sin embargo, no existe una relación causal entre recursos económicos insuficientes y estrés familiar. En efecto, algunas investigaciones han demostrado cómo incluso en situaciones precarias, los padres y cuidadores pueden brindar a los niños un cuidado de calidad si logran encontrar alternativas diferentes a la desesperanza y la pérdida de expectativas. Hallar estas alternativas depende tanto de características personales como de los recursos humanos e institucionales del contexto social inmediato. Es importante, por tanto, que se desarrollen y promuevan las redes sociales de apoyo, referidas tanto al capital social y los lazos de solidaridad entre vecinos como al conjunto de servicios y programas garantizados por el Estado. Cuando los padres cuentan con el apoyo de estas redes para el cuidado de los hijos, sus capacidades para atenderlos se ven potenciadas y, a la vez, mejoran las posibilidades de acceso a bienes y servicios fundamentales para el bienestar de los niños. Todo esto facilita que los niños puedan superar condiciones adversas para su desarrollo. Por el contrario, la ausencia de este tipo de apoyo agudiza el estrés familiar y los sentimientos de impotencia, lo que pone en riesgo la capacidad de la familia para cuidar a sus hijos. Por esta razón muchos programas dirigidos a la promoción del desarrollo infantil, además de proveer mejores servicios de atención integral a los pequeños, trabajan directamente con las familias, fortalecen las relaciones
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entre vecinos y promueven el acceso a la red de servicios sociales. Se trata de estrategias derivadas del análisis de las intervenciones efectivas y de la práctica de equipos profesionales en todo el mundo. En Colombia, por ejemplo, el programa “Familia, mujer e infancia” (fami), del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (icbf), se propone fortalecer las capacidades de familias
Es importante que se desarrollen y promuevan las redes sociales de apoyo, referidas tanto al capital social y los lazos de solidaridad entre vecinos como al conjunto de servicios y programas garantizados por el Estado.
en situación de pobreza para cuidar de sus hijos durante la gestación y los dos primeros años de vida. Su principal estrategia es la conformación de redes de mujeres en torno a una líder, quien les brinda formación y apoyo en relación con la alimentación, la crianza y el vínculo afectivo con el bebé. Este programa funciona en la tercera parte de los municipios del país y en él participan cerca de 157.000 familias. Programas de intervención de este tipo contribuyen a mitigar el efecto del estrés familiar al fortalecer relaciones de solidaridad entre los adultos y entre éstos y los niños. Los resultados serán mejores si los padres se vinculan a actividades productivas para incrementar el ingreso familiar. En
¿Pueden las políticas públicas incidir en el estrés familiar para mejorar el cuidado de la primera infancia?
caso contrario, la pobreza y la exclusión social podrán producir deterioro en el conjunto de relaciones en las que participa el niño y que configuran su entorno inmediato. Las anteriores consideraciones no implican desconocer el papel que juegan en el desarrollo infantil las condiciones del hábitat y la vivienda familiar, la calidad de la alimentación y el cuidado de la salud o las oportunidades para jugar y aprender. En efecto, además de una familia con capacidades para su cuidado, aun en condiciones adversas, niños y niñas requieren para su bienestar y desarrollo acceder a un conjunto de bienes y servicios que les aseguren un adecuado nivel de vida. Disfrutar de un nivel de vida digno es reconocido hoy en día como un derecho de los niños y las niñas desde la primera infancia, ya que ello les garantiza el ejercicio de la ciudadanía social en este momento de la vida. Asegurar a todos ellos sin exclusión el disfrute de este derecho es la tarea de las políticas públicas sociales. En situaciones de emergencia o conflicto armado
Además de la falta de bienes materiales o la débil inclusión social, las situaciones de emergencia son generadoras de estrés familiar y pueden disminuir la capacidad de los adultos para brindar apoyo emocional a los niños en momentos en que los contextos vitales desaparecen o se ven amenazados. Tal es el caso de los desastres naturales o de situaciones generadas por conflictos
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Los programas de atención integral a la primera infancia pueden contribuir al manejo del estrés familiar, brindando a padres y cuidadores apoyo para preservar modos de relación con los niños Foto: Cortesía del proyecto Costa Atlántica
desarrolladas por todos los padres y cuidadores y se fundamentan en una fuerte vinculación afectiva con el niño y en una relación sólida en el mediano y largo plazo. Las políticas públicas
armados, como la destrucción de las viviendas o el desplazamiento forzado de la población. En el caso colombiano, el grupo de niños menores de 14 años representa el 40% de la población desplazada por la amenaza directa o la confrontación entre los actores armados. Estos niños y sus familias deben abandonar su lugar de residencia y trasladarse a otra región para salvar su vida e integridad personal. El desplazamiento forzado es una experiencia de pérdida y desarraigo dolorosa y altamente estresante. Sin embargo, en la mayoría de los casos los niños permanecen al cuidado de su familia.1 En las situaciones de emergencia es importante reconocer, en el sentido propuesto por Barudy y Dantagnan
(2005), que todos los niños, incluso los más pequeños, poseen recursos psicológicos para enfrentar condiciones adversas o sucesos dolorosos, siempre y cuando se encuentren en un contexto de buen trato, donde los adultos significativos sean sensibles a sus necesidades y les brinden apoyo afectivo. En otras palabras, los niños podrán enfrentar la situación si los padres y educadores restablecen un ambiente de cuidado seguro y protector. Por esta razón en una emergencia cobran especial importancia las capacidades parentales para ofrecer a los niños la seguridad emocional y el cuidado necesario para afrontar los sentimientos de peligro y desventaja, lo que asegura su desarrollo personal y social. Estas capacidades pueden ser
Se ha señalado cómo los programas de atención integral a la primera infancia pueden contribuir al manejo del estrés familiar, brindando a padres y cuidadores apoyo para preservar modos de relación con los niños y las niñas basados en la seguridad emocional, y mejorando a la vez el acceso a la red de servicios sociales orientados a su bienestar. Por esta vía la familia se apoya en los recursos del contexto para fortalecer los ambientes de cuidado. Sin embargo, si la red de servicios es débil o existen obstáculos para acceder a ella, los resultados de los programas se verán limitados. De ahí la importancia de hacer una llamada a la responsabilidad de los gobernantes, a quienes corresponde orientar la inversión pública y asegurar el acceso a los bienes y servicios necesarios para el disfrute de los derechos sociales desde los primeros años de vida. Sólo de esta manera se podrá avanzar en la lucha contra la inequidad, la discriminación y la exclusión social, si se tienen en cuenta sus efectos individuales y colectivos en el mediano y largo plazo. Si bien desde hace algunas décadas los derechos sociales son reconocidos como el fundamento de las políticas públicas, en la mayor parte de los países en desarrollo existen numerosas
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circunstancias que dificultan su diseño e implementación. Una de ellas es el predominio de modelos residuales (Titmuss, 1968), según el cual los servicios sociales deben intervenir sólo en caso de que fallen la familia y el mercado como proveedores del bienestar. Para el caso las políticas sociales orientadas al bienestar infantil, el modelo residual privilegia la entrega de subsidios a las familias, sea en forma de dinero o sea mediante la provisión directa de programas para los más pobres. Por esta vía se produce
Resulta indispensable eliminar todo tipo de barreras que dificultan el acceso de algunos sectores de la población a los servicios esenciales.
una segmentación de los servicios de cuidado y educación de los niños más pequeños. Así, las familias que cuentan con recursos económicos acceden a una oferta amplia y de mayor calidad, mientras que los más pobres deben conformarse con los programas que les brindan, los cuales, en la mayoría de los casos, son de menor calidad. Existen además otros riesgos y limitaciones de la provisión de servicios de cuidado y educación infantil a través del mercado (Moss, 2008). En lugar de promover mayor equidad de las oportunidades para el bienestar infantil, la segmentación de la oferta y calidad de los servicios tiende a
¿Pueden las políticas públicas incidir en el estrés familiar para mejorar el cuidado de la primera infancia?
reproducir la desigualdad entre los niños. Adicionalmente coloca a los padres con mayores necesidades de apoyo en una situación de desventaja, pues su relación con el Estado es más la de beneficiarios de la asistencia que la de ciudadanos titulares de derechos. Estos beneficios suelen ser temporales y están mediados por procesos de selección, condiciones que pueden convertirse en una nueva fuente de estrés para padres y cuidadores. En Colombia, la segmentación de los servicios de cuidado y educación de los niños más pequeños es evidente, pues no existe una oferta unificada. Así, mientras que algunos sectores de la población acceden a jardines infantiles o instituciones educativas con altos estándares de calidad que brindan a sus hijos todas las condiciones materiales y culturales para su desarrollo, la mayoría de los niños del país menores de cinco años participa en un programa no formal de cuidado diario, orientado por el icbf, que en muchos casos no consigue satisfacer condiciones mínimas de calidad. En este programa, conocido como Hogares Comunitarios de Bienestar, los niños y las niñas permanecen varias horas del día al cuidado de una vecina, quien a cambio de un apoyo económico los acoge en su vivienda, organiza actividades lúdicas y les brinda alimentación financiada con recursos públicos. ¿Es posible otro modelo de política pública que promueva una mayor equidad para los niños y las niñas y a la vez contribuya a mitigar los efectos del
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estrés familiar y sus factores asociados? ¿Cómo acercarnos a una red de servicios sociales de salud, educación y cuidado infantil de calidad a la que puedan acceder los niños y las niñas sin restricciones por la condición social o económica de sus familias? Este modelo, conocido como universalismo básico, propone orientar las políticas públicas sociales hacia la promoción de un conjunto de servicios esenciales de cobertura universal y con altos estándares de calidad, a los que se accedería como un derecho de los ciudadanos y no por un proceso de selección de beneficiarios (Filgueiras y cols., 2006). En este caso, el bienestar de los niños y las niñas aparece como una prioridad colectiva y un bien público. Para avanzar hacia un universalismo básico de este tipo se requiere disminuir progresivamente la brecha de calidad en los servicios de salud y educación, hasta lograr una oferta unificada de atención infantil. De esta manera, las familias podrían mitigar el estrés generado por la inestabilidad y precariedad de los programas de asistencia social. Adicionalmente se requiere eliminar las barreras geográficas, culturales o de otra índole que dificultan el acceso de algunos sectores de la población a los servicios esenciales, lo que contribuye al bienestar de los niños y a la seguridad de la familia de participar de los beneficios del desarrollo social. Recuperar el sentido de las políticas públicas sociales para la primera infancia es, además, una obligación de todos aquellos países
latinoamericanos que, al igual que Brasil, Colombia y Venezuela, se definen como Estados sociales de derecho en sus constituciones. Ofrecer sistemas universales de bienestar a los niños puede significar para estos países un mayor efecto redistributivo del gasto público social.
Nota 1 Encuesta Nacional de verificación de situación de los derechos de población desplazada realizada a fínales del 2007 por organizaciones de la sociedad civil colombiana, lideradas por la Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento (codhes) con el apoyo financiero de la Embajada de los Países Bajos en Bogotá. Bibliografía Barudy, J. y M. Dantagnan (2005): Los Buenos tratos a la Infancia: Parentalidad, Apego y Resiliencia. Barcelona: Gedisa. Filgueira, F. y cols. (2006): Universalismo básico: una alternativa posible y necesaria para mejorar las condiciones de vida en América Latina. Documento de Trabajo indes. New York: bid. Garay, L. J. (dir.) ( 2002 ): Colombia entre la exclusión y el desarrollo. Bogotá: Contraloría General de la República/ Ediciones Alfaomega Colombiana. Huston, A., V. C. McLoyd y C. Garcia Coil (1994): “Children and poverty: Issues in contemporary research”. Child Development, 65, pp. 275-282. McLoyd, V. C. (1990): “The impact of economic hardship on Black families and children: Psychological distress, parenting, and socioemotional development”. Child Development, 61, 311-346. Moss, P. ( 2008): Markets and Democratic experimentalism: Two models for early childhood education and care. Gutersloh, Germany: Bertelsmann Stiftung. Rutter, M. (1993): “Resilience: Some conceptual considerations”. Journal of adolescent Health, 14 (8), pp. 626-631. Titmuss, R. (1968): Commitment to Welfare. Londres: Alien and Unwin.
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Sufrimiento in crescendo
Un nuevo libro sobre la dura realidad de los niños afectados por la pobreza y el sida
Encargado por la Fundación Bernard van Leer y publicado por Panos, Growing pains: How poverty and aids are challenging childhood (Sufrimiento in crescendo : cómo la pobreza y el sida están desafiando a la infancia) es una investigación rigurosa realizada por Anthony Swift y Stan Maher sobre lo que quizás sea el ejemplo más extremo de estrés experimentado por un gran número de familias en el mundo moderno: los efectos de la pandemia del vih/sida en comunidades ya muy desfavorecidas. “Pedí a los autores que fueran más allá de lo que se está denunciando una y otra vez, sobre los problemas de los servicios locales y la necesidad de que todo esté basado en la comunidad”, comenta Patricia Light-Borsellini, que era directora de comunicación de la Fundación Bernard van Leer cuando se encargó el libro: Estaba interesada en explorar cuestiones que creía se planteaban en raras ocasiones, como: si se depende tanto de los abuelos para el cuidado de los niños huérfanos, ¿estamos estableciendo una bomba de relojería demográfica para cuando los abuelos ya no estén aquí? ¿Pueden las soluciones basadas en la comunidad fundarse de forma realista en el voluntariado cuando a los voluntarios a los que se les pide ofrecer su tiempo y energía son tan extremadamente pobres? ¿Y qué significa “basado en la comunidad”, cuando las comunidades están tan adversamente afectadas por la enfermedad y la muerte? Quería que el libro se liberase de la árida terminología de los informes técnicos y nos informara sobre lo que realmente está ocurriendo en las comunidades africanas.
Un nuevo libro sobre la dura realidad de los niños afectados por la pobreza y el
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En cinco capítulos que abarcan más de 200 páginas, Growing pains explora primero cómo las familias y las comunidades están debilitadas por la pobreza, la violencia y el vih/sida y después examina en detalle algunos ejemplos de individuos y proyectos que están marcando una diferencia positiva. Al explicar la decisión de informarse a fondo sobre los proyectos individuales en lugar de describir una serie más amplia de intervenciones más superficialmente, escribe Anthony Swift: Quería revelar que los que a menudo se presentan como proyectos son procesos sociales resultado de individuos que se comprometen con otros en una relación de colaboración de final abierto para abordar el sufrimiento humano de forma que permitan la entrada en juego de los valores sobre la importancia de los otros, como la compasión y la dependencia. Mi objetivo era también transmitir la complejidad de esta clase de trabajo con cierta profundidad y revelar algo sobre la orientación y los recursos de las personas que lo abordan.
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La esperanza recae enteramente en los hombros de una pequeña minoría de individuos excepcionales que se dedican desinteresadamente a mejorar las vidas de otros Foto: Anthony Swift
El tercer capítulo trata de cómo las comunidades se pueden movilizar, incluso a través de la participación de los niños, y el cuarto explorar cómo se pueden reforzar los valores que apoyan la preocupación por los otros. El capítulo final argumenta que los “valores sociales éticos” tienen que convertirse en un “punto de concentración política” y concluye que “crear círculos de atención en torno a los niños no se va a lograr ni sostener simplemente haciendo más accesibles los servicios gubernamentales, éste es un pensamiento crucial... Los esfuerzos para ayudar a las personas económicamente excluidas están más comúnmente representados como donaciones, contribuciones de benefactores, [pero] el reto es cómo fomentar y reforzar los valores que respaldan la capacidad de la gente para cuidarse entre sí”. El alcance de este reto se ilustra mediante la experiencia de una ong que revela que “no es poco común que ‘huérfanos’ desafíen a los cuidadores con relación a [sus] subsidios de apoyo infantil, alegando que los cuidadores están ‘robando su dinero’ y pidiendo que se les dé a ellos para gastarlo como deseen. Los niños incluso han atacado físicamente a sus abuelos por el subsidio de apoyo infantil”. Esto forma parte de una vista general de una sociedad desintegradora, que también se describe de forma muy real mediante la reflexión de un entrevistado sobre “el incremento de las armas de fuego ilegales. ¡Disparar
a la gente al azar para practicar el tiro al blanco! Si paseando de noche por la carretera, un coche pasa por detrás, uno no se siente seguro en absoluto. Puede que alguien salga del coche y le dispare, incluso si no hay nada pendiente entre usted y esa persona y si ni siquiera le conoce”. El principal autor, Anthony Swift, periodista especialista en desarrollo internacional, describe el proceso de investigación y preparación del libro: Nuestra intención no era demostrar nada. Nos acercamos con una mentalidad abierta a las comunidades y, hasta cierto punto, a los clanes familiares africanos. Decidimos basar nuestras averiguaciones en las experiencias de las personas que se comprometen con este tema, formulando preguntas abiertas y escribiendo el libro, en la medida de lo posible, a través de las citas de las personas que han intervenido. El resultado es una mirada persuasiva y perturbadora hacia las comunidades profundamente fracturadas y extremadamente frágiles. Sin embargo, dará que pensar a las organizaciones donantes, que perciben a los clanes familiares africanos, o al espíritu muy triunfador de los “ubuntu” –definido por un entrevistado como con un “espíritu bueno”–, como la materia prima que las intervenciones deberían buscar para utilizar y desarrollar. Patricia Light-Borsellini comenta:
Esto no es necesariamente lo que muchas organizaciones de caridad y donantes van a querer escuchar, pero es un mensaje que deben oír. Lo que demuestra este libro es que ese ‘unbuntu’ no sólo está siendo erosionado, sino que está muriendo. Se ha confiado demasiado en que la gente pobre de las comunidades africanas puede con todo lo que se ponga en su camino y encima pretender que puede continuar manteniendo este espíritu de cuidar de los demás. Es poco realista. Si estuviésemos hablando sobre las comunidades desfavorecidas de los países industrializados, no seríamos tan rápidos a la hora de asumir que las madres, las tías y los hermanos mayores tendrían la capacidad necesaria para cuidar de niños pequeños huérfanos. Estaríamos más preocupados por su aislamiento y cansancio y nos centraríamos más en establecer sistemas formales en lugar de ayudarles a afrontar esta situación. Hay una cita en el libro de Kurt Madoerin, un doctor suizo que vive en una aldea africana y que se ha sentido frustrado al escucharnos hablar sin cesar (a los países desarrollados) sobre lo que él llama ‘el mantra de las comunidades de refuerzo’, que suena como una rueda de rezo tibetano. Ésta es una observación contundente. Si las “comunidades de refuerzo” son una respuesta demasiado fácil y vacía, ¿dónde reside la respuesta? Al leer el
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libro, es fácil llegar a la conclusión de que la esperanza recae enteramente en los hombros de una pequeña minoría de individuos excepcionales (se describen varios ejemplos) que se dedican desinteresadamente a mejorar las vidas de otros. Anthony Swift cree, sin embargo, que sería erróneo considerarles personas notables. Son personas que toman un camino constante lejos de las preocupaciones del mercado global. Todos tenemos el potencial para hacerlo. Algunos lo ignoran. Otros viven por él. La mayoría lo vive con nostalgia y lo expresa mediante el gesto de la caridad y se decanta por las ventajas personales. El sistema imperante no nos anima a hacerlo de otro modo. Pero hay personas que consideran el bienestar de los demás como parte integral de ellos mismos. No piden casi nada para sí mismos y valoran la confianza, el coraje y el compromiso a largo plazo con una zona y con sus gentes: todas ellas son ideas que tienen poco que recomendarles en un sistema de mercado, que nos anima a preocuparnos por nuestro propio progreso y por la cultura del consumo. Estos individuos trabajan en colaboración con otros para reconstruir la fe de las personas en sí mismos y combatir las fuerzas dinámicas de la división social. Desde su perspectiva, el mundo que habitamos la mayoría de nosotros es muy violento, comercial y lleno de ilusiones.
¿Qué pueden hacer los donantes? Según Anthony Swift, su capacidad para ayudar es fundamentalmente limitada. Tenemos que dejar de ver a la gente relegada a la pobreza como ‘los pobres’, que merecen la caridad, la ayuda y los beneficios y comenzar a verlos como personas a las que se les ha negado el derecho fundamental de ganarse la vida. Los sistemas no pueden duplicar el trabajo de estos individuos. Sólo hay que ver los problemas que estamos teniendo con los trabajadores sociales y la escolarización en Reino Unido. Tenemos que empezar a cuestionar el conjunto imperante de valores y desarrollar una concienciación crítica que nos implique en el rechazo de los valores del mundo comercializado. Tendemos a dejar los valores en la conciencia individual de las personas. Yo creo que son centrales para el debate. Son los valores de las personas, así como los recursos, los que determinan lo que les ocurre a los niños pequeños. Si esta conclusión se considera demasiado cruda para ser agradable o demasiado ambiciosa para ser factible, Patricia Light-Borsellini adopta una postura más medida y cuidadosamente optimista: Para mí, la lección que emerge del libro es que necesitamos encontrar un equilibrio. Cuando intentamos trabajar a través de las comunidades,
Un nuevo libro sobre la dura realidad de los niños afectados por la pobreza y el
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debemos hacerlo partiendo de la comprensión de lo débiles y frágiles que pueden ser. Tenemos que asegurarnos de que, en nuestro intento de desarrollar la capacidad de las comunidades, no acabamos sobrecargándolas en su lugar. La responsabilidad debe residir en los gobiernos nacionales y locales para liderar y efectuar el cambio, para hacerse más responsables y más centrados en el ciudadano. Pero sin embargo, esto no va a ocurrir a menos que las comunidades lo demanden. Este punto se presenta muy bien en el libro a través de una entrevista extremadamente franca con Marie-Louise Samuels, la directora nacional de los esfuerzos para el desarrollo de la primera infancia del gobierno sudafricano: “El gobierno había identificado la necesidad de desarrollar un programa de asesoramiento para informar con precisión a la gente sobre las políticas gubernamentales, de modo que pudiesen ser activos a la hora de insistir en la puesta en práctica en el ámbito local, en lugar de esperar a que otro se ocupase de todo. Hiciese lo que hiciese el gobierno, la puesta en práctica tenía que ser respaldada por una evidente de la demanda de la comunidad: “La provisión de servicios debe ser impulsada por la comunidad. Si no es así, se convierte en un plan, una buena intención sobre la que podemos decir ‘este es nuestro plan’ y suena magnífico. Podemos contar al mundo lo que
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La responsabilidad debe residir en los gobiernos nacionales y locales para liderar y efectuar el cambio, para hacerse más responsables y más centrados en el ciudadano.
estamos haciendo”. Desde mi punto de vista, la tarea de despertar la demanda de la comunidad reside en entender la comunicación como un proceso de cambio social. Las estrategias de comunicación son una forma de desarrollar la capacidad de las personas informándoles e inspirándoles para que hagan las demandas necesarias para que los gobiernos vayan más allá de sus buenas intenciones y planes magníficos y pasen verdaderamente a la práctica. La naturaleza capital de las estrategias de la comunicación era central para el pensamiento subyacente a la decisión de la Fundación de invitar a Panos a implicarse en la publicación del libro. Panos es una red internacional de institutos de medios de comunicación que trabaja para “garantizar que la información se usa efectivamente para fomentar el debate público, el pluralismo y la democracia”. Por lo tanto, fue un aliado natural para el esfuerzo de conseguir que los asuntos descritos en Growing pains se debatan más ampliamente, no sólo entre los políticos internacionales, sino también (de forma crítica) entre las comunidades africanas. Robin Vincent es un asesor de políticas sobre vih/sida de Panos. Lo que le atrajo sobre el manuscrito, dice, “fue la fuerza y el carácter directo de sus voces, su integridad y su
insistencia en las duras realidades que desafían ligeramente al consenso político. Una de las cosas que Panos ha aconsejado durante un tiempo es la necesidad de adoptar una visión más amplia sobre el vih/sida, abarcando los determinantes sociales más amplios. Esto concuerda con el enfoque aconsejado por la Fundación Bernard van Leer a través de publicaciones como Where The Heart Is e iniciativas como la “Iniciativa de aprendizaje conjunto sobre los niños y el sida”. Este libro ofrece una visión periodística, casi etnográfica, de las realidades complicadas sobre el terreno, que no concuerdan necesariamente con algunas de las declaraciones políticas más simples. Al mismo tiempo, ilustra gráficamente algunas de las áreas clave que demandan la atención de los políticos, como las transferencias de dinero, la protección social, la violencia de género y la fuerza de las comunidades y las familias. Panos no pretende presentar soluciones políticas. Existimos para fomentar el debate sobre áreas políticas y vimos que mucho del material de este libro se prestaría a su adaptación y desarrollo a través de una amplia gama de formatos distintos.” Una de las primeras decisiones que Panos tomó tras implicarse en el proyecto fue encargar al periodista Chris de Bode la ilustración de sus
temas con imágenes. Las fotos que ilustran el libro se convirtieron en una exhibición que atrajo mucha atención en la “Conferencia sobre el sida” celebrada en Ciudad de México en el 2008 y la “Conferencia Sudafricana sobre el sida” celebrada en Pretoria a principios de este año. “Por muy valioso que el libro sea”, comenta Robin Vincent, “hemos de reconocer la realidad de que sólo un número limitado de personas van a leer algún libro en toda su vida. Para llegar a una audiencia más amplia, es necesario extraer mensajes clave en otros medios. Nuestra organización contraparte en Sudáfrica, que cuenta con una fuerte red de periodistas en el país, está trabajando actualmente en una serie de proyectos basados en el libro, cuyo objetivo es unirse a otros eventos e iniciar debates políticos. No son sólo imágenes de revistas, sino también obras de teatro que se emiten por radio.” Además, Panos ha utilizado material de Growing pains como la base para una serie de documentos políticos que conectan voces del libro con debates más amplios en un formato fácilmente accesible. Para mayor información sobre los mismos, consulte la sección “Más información” de esta edición de Espacio para la Infancia.
Nota 1 Swift, A. and Maher, S. (2008). Growing pains: How poverty and aids are challenging childhood (Sufrimiento in crescendo: cómo la pobreza y el sida están desafiando a la infancia). Londres, Reino Unido: Panos.
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Programa de fortalecimiento familiar en Bulgaria Apoyo para que los padres se enfrenten a sus retos de forma más eficaz Maria Dantcheva, directora del Programa Nacional para el Fortalecimiento Familiar, Aldeas Infantiles sos, Bulgaria
La Asociación Aldeas Infantiles sos viene desarrollado su programa de fortalecimiento familiar en Bulgaria desde el año 2004. Actualmente, el programa actúa en cuatro ubicaciones: la capital, Sofía; en dos centros provinciales: Gabrovo y Veliko Tarnovo, y en una ciudad más pequeña, Radomir. En el 2008, el programa ayudó a 552 niños de 290 familias. Hasta el año 2003, las instituciones estatales eran las únicas formas de atención infantil fuera del hogar. La institucionalización de niños cuyas familias no podían atenderlos adecuadamente se percibía no sólo como algo necesario, por desgracia, sino también, en ciertas circunstancias, como algo positivamente beneficioso. Existía la creencia común de que las instituciones estatales podían proporcionar una atención de mayor calidad para los niños vulnerables que la de sus propias familias. Gradualmente, esta concepción se iba considerando como más errónea. Estaba claro que las instituciones no proporcionaban asistencia emocional. Los abusos eran algo común. La mayoría de las instituciones estaban ubicadas en aldeas relativamente aisladas que separaban de forma permanente a los niños de sus familias naturales. Con los años, cientos de niños pequeños abandonaron las instituciones estatales sin las habilidades necesarias para tener éxito en sus lugares de trabajo o integrarse en la sociedad. Desde el 2002, el Estado viene tratando de minimizar el número de niños en instituciones. En situaciones de estrés familiar, la preferencia es intentar mejorar primero la situación
Programa de fortalecimiento familiar en Bulgaria
de la familia (antes, separar a los niños de sus padres era algo rutinario). Sin embargo, los recursos para hacerlo continúan siendo limitados. Aunque los departamentos de protección infantil creados en el 2003 tuvieron un impacto significativo, hoy se sigue empleando a un número de trabajadores sociales relativamente bajo, lo cuales deben enfrentarse a más casos de los que pueden tratar de modo razonable. Aquí es donde el sector de las ong entra en escena. Nuestro programa de fortalecimiento familiar forma parte de una serie de diferentes intervenciones de la sociedad civil que trabaja estrechamente con los sistemas gubernamentales. Recibimos apoyo de tipo práctico (como espacio para oficinas facilitado por los municipios) y aproximadamente la mitad de las familias con las que tratamos nos han sido remitidas por trabajadores sociales de departamentos de protección infantil. Incluso en el resto de casos, que viene a nosotros mayoritariamente a través de otras ong o de profesores, como resultado de nuestro trabajo en los colegios, mantenemos a las autoridades de protección infantil informadas en caso de que la familia desee ponerse en contacto con ellos en el futuro.
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Los motivos del estrés familiar
Las familias con las que trabajamos están en situaciones de estrés por numerosos motivos. Muchas veces se trata de progenitores únicos, ya sea de padres o de madres solas. Aproximadamente la mitad son analfabetos. Un buen número de ellos no tiene casa y vive con parientes en pésimas condiciones. Alrededor de un tercio de las familias con las que trabajamos provienen de la comunidad minoritaria Roma y sufren una discriminación persistente; sin embargo, los problemas prácticos a los que los Roma se enfrentan no son tan distintos de los de los otros padres, que también están estigmatizados por su bajo estatus. Sus historias son distintas. Son chicas jóvenes que vienen a la ciudad desde las zonas rurales, en busca de un futuro mejor, pero que se quedan embarazadas y se sienten demasiado avergonzadas para volver a casa, incluso cuando ya no pueden pagar el alquiler, o son padres que han perdido el trabajo que les trajo a la ciudad y no disfrutan de las redes de parientes que tienen en sus aldeas. Sin embargo, los factores económicos no son siempre primordiales; a menudo, la violencia doméstica es el problema y algunos padres se sienten demasiado abrumados como para poder enfrentarse a las necesidades de educación especial o a las discapacidades de sus hijos. Entre las situaciones familiares más desafiantes con las que trabajamos se encuentran aquellas en las que los padres crecieron en instituciones
estatales. No han experimentado nunca lo que significa crecer en un entorno familiar y con frecuencia encuentran difícil crear un entorno positivo para sus hijos. Algunos son padres muy jóvenes, que han abandonado las instituciones y encuentran trabajo en centros urbanos y no tienen familia biológica a la que pedir ayuda cuando la necesitan. El trabajo con familias en situación de estrés
Para que nuestro programa de fortalecimiento familiar tenga éxito, los padres tienen que querer trabajar con nosotros. Por ello, implicamos mucho a la familia, ya desde la primera valoración de su situación. Les pedimos que reflexionen sobre cómo perciben sus vidas y sus relaciones y cuáles son sus puntos fuertes. A menudo ésta es la primera vez que alguien les pide que piensen de este modo. En ocasiones, descubrimos que perciben como normales algunos comportamientos que no son buenos para sus hijos, como el uso habitual de formas violentas de disciplina. En esta valoración inicial global, buscamos cierta base sólida en la que basar una intervención, un aspecto de sus vidas que funcione bien. Valoramos factores como el estatus social de la familia, la situación económica, la relación entre los adultos y de los adultos con los niños y las habilidades, hábitos y actitudes de los padres. En muchos casos, el único punto fuerte que podemos encontrar en la situación es la existencia de un deseo de convertirse
en mejores padres o de ofrecer a sus hijos una vida mejor. Por lo tanto, esto constituye nuestro punto de partida. El objetivo de nuestra intervención es que los padres sean más independientes a la hora de atender a sus hijos. Si bien proporcionamos cierto apoyo material, como ropa y zapatos nuevos para los niños o comida para los niños pequeños cuando los padres no la pueden pagar temporalmente, aquél es nuestro principal servicio. En ocasiones, el objetivo de la independencia puede ser difícil de conseguir. Hemos trabajado con algunas familias en las que varias generaciones han vivido de la ayuda social y no saben actuar de otro modo. Para minimizar el riesgo de tener que ayudar a las familias indefinidamente, comenzamos por definir juntos algunos objetivos claros para nuestra relación. Son cosas muy sencillas. Para una madre, podría ser encontrar una guardería para su hijo y después encontrar un trabajo. Para un padre analfabeto podría ser sentirse cómodo interactuando con los profesores del colegio de su hijo. Para los padres que carecen de confianza en sí mismos, sentirse cómodos acerca de llevar a su hijo al médico con regularidad para realizar chequeos médicos. El proceso de fortalecimiento familiar
Por término medio, trabajamos con una familia durante un año y medio, aproximadamente, antes de cumplir los objetivos que hemos establecido juntos. Cada seis meses los revisamos con ellos y, naturalmente, son libres
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de acudir a nosotros en cualquier momento si lo necesitan. En algunas ocasiones, los casos son más sencillos y podemos finalizar la asistencia una vez transcurridos unos meses; normalmente, se trata de situaciones donde ha habido una conmoción, como un divorcio tras un caso de violencia doméstica y el padre ya sabe qué clase de ayuda necesita de nosotros. En el otro extremo del espectro, que son los casos más difíciles, podemos estar trabajando con una familia durante tres años o más. Principalmente, nuestra ayuda consiste en asesoramiento. En general, un asesor visitará a la familia dos veces al mes, si bien puede llegar a ir hasta tres veces a la semana. Creemos en el
Los padres socialmente aislados suelen apreciar el simple hecho de que alguien se interese personalmente por ellos, y que no los trate como víctimas, sino como creadores de su propio destino y les anime a crear planes para el futuro.
beneficio de visitar a los padres en sus propias casas, ya que en muchos casos no es realista esperar que ellos acudan a nosotros. Nuestros asesores están muy bien preparados, a menudo poseen un master en áreas especializadas de psicología y muchas universidades búlgaras ofrecen cursos académicos relacionados con el trabajo social. No obstante, a pesar de que nuestros asesores están muy bien preparados
Programa de fortalecimiento familiar en Bulgaria
en el plano académico, el modo de asesoramiento que ofrecen es extremadamente práctico. Por ejemplo, ayudan a las familias a comprender cómo pueden lograr una plaza para sus hijos en las guarderías o cómo conseguir que los colegios les acepten sin tienen necesidades educativas especiales, algo que muchas veces es más fácil si los profesores saben que les estamos prestando asistencia. Animan a los padres a estudiar ellos mismos y a implicarse lo más posible en la educación de sus hijos. Es posible que acompañen a las madres y a sus hijos a las citas médicas si las madres son demasiado tímidas para ir solas, hasta que se sientan lo suficientemente seguras como para solicitar ellas mismas atención. O también, algo tan simple como sugerir que reserven un lugar específico para hacer los deberes cuando la familia vive en una casa de una sola habitación puede marcar una diferencia significativa en la vida de un niño. En todo esto, es extremadamente importante establecer una relación de confianza entre los asesores y las familias. Los asesores intentan ser considerados amigos, como alguien a quien sus hijos pueden confiar sus experiencias y cuyos padres pueden contarle si han hecho algo de lo que se arrepienten. A menudo, los padres socialmente aislados aprecian el simple hecho de que alguien se interese personalmente por ellos, y que no los trate como víctimas, sino como creadores de su propio destino y les anime a crear planes para el futuro.
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En ocasiones, el único punto fuerte que encontramos en el diagnóstico es la existencia de un deseo de convertirse en mejores padres o de ofrecer a sus hijos una vida mejor Foto: Cortesía de Aldeas Infantiles SOS Bulgaria
La ayuda en grupo es otro componente de nuestro programa que ayuda a aliviar el problema del aislamiento social. Los grupos que hemos organizado no son grupos de terapia; son grupos de autoayuda que, idealmente, no sólo incluyen a las familias con las que trabajamos, sino también a otros padres de la comunidad. Creamos estos grupos para animar a los padres a hablar entre sí y a compartir sus experiencias. Los grupos no siempre funcionan bien, pero tienden a hacerlo mejor si los padres viven muy cerca entre sí. Nuestros grupos de autoayuda con mayor éxito son aquellos para madres solas analfabetas y para padres de niños discapacitados con necesidades educativas especiales, familias que tienden a sufrir un riesgo especial de aislamiento social. Retos, limitaciones y esperanzas para el futuro
A la vez que deseamos desarrollar las habilidades y las actitudes de cambio, somos conscientes de que nuestro programa de fortalecimiento familiar no puede tener mucho impacto sobre el bajo estatus social o la mala situación económica de las familias. Las circunstancias de las vidas de las familias con las que trabajamos serán tan desafiantes para ellos después de recibir nuestra ayuda como lo eran antes. Lo que podemos esperar es ofrecerles una perspectiva distinta que les ayudará a enfrentarse a sus retos de un modo más eficaz.
Por supuesto, también hemos experimentado el fracaso. Las familias son libres de dejar el trabajo con nosotros en cualquier momento, y cuando esto ocurre normalmente es porque esperaban recibir asistencia más material y se sienten defraudados con nuestro énfasis en explorar sus actitudes como padres y en animarles a que sean independientes. Nos encontramos un caso de posible abuso sexual en el que el padre desapareció, presumiblemente porque se dio cuenta de que el asesor descubriría su abuso. También tuvimos casos en los que la situación familiar era tan mala que no tuvimos más remedio que recomendar la acogida del niño en una institución de protección infantil separándolo de sus padres. Desafortunadamente, debido a que hay muy pocas familias de acogida, la institucionalización continúa siendo la única opción en dichos casos. En la actualidad, Bulgaria debe trabajar para expandir la disponibilidad de la ayuda de acogida y mejorar las opciones de reintegración de los niños en entornos familiares tras breves períodos de atención institucional. También se tiene que trabajar para lograr una mayor capacidad de intervención más temprana. Si un niño está en una institución de protección infantil, significa que algo ha ido mal. Hay que desarrollar la capacidad y los recursos necesarios para identificar a las familias en riesgo en etapas tempranas, de modo que podamos trabajar con ellos para intentar impedir que la situación empeore.
Hay muchos motivos para tener esperanza. En el ámbito personal, están los éxitos que hacen que este trabajo merezca la pena: los padres que llaman a su antiguo asesor para pedir consejo sobre una decisión concreta en su vida o que simplemente pasan a saludar y a contar cómo les va. En los cinco años transcurridos desde que iniciamos nuestro programa, cuando ya se nos conocía por ofrecer atención fuera del hogar, hemos establecido una fuerte reputación como organización y hemos obtenido mucha experiencia en el campo. De manera más general, el sistema de protección infantil en su globalidad ha avanzado mucho en el breve tiempo desde que se instauró la política de desinstitucionalización. En la actualidad tenemos una legislación y unos departamentos de protección infantil modernos que realizan un buen trabajo con una cantidad de personal relativamente escasa. Además, existen otras ong búlgaras que han trabajado con otras internacionales desde el final de la era comunista, junto con nosotros, y tienen la capacidad de ofrecer servicios de protección infantil con financiación pública y mejorar el sistema aún más.
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Entrevista con James Heckman
“Hay que entender mejor la relación entre los programas para la primera infancia y el papel de la familia”
El profesor James Heckman, de la Universidad de Chicago, es premio Nobel en economía y asesor del presidente Obama en asuntos de política para la primera infancia. Es considerado la más alta autoridad en cuestiones económicas y de inversión en programas de primera infancia. En esta edición de Espacio para la Infancia tratamos los temas relacionados con el estrés de los padres. Usted es economista. Comencemos hablando sobre el desastroso panorama económico actual, que seguramente está añadiendo estrés a muchos padres. Sin embargo, también está creando un nuevo entusiasmo para los programas de estímulo dirigidos por el Gobierno. ¿Significa esto una oportunidad para los defensores del aumento de las inversiones públicas en la primera infancia? James Heckman: Ciertamente, la recesión está agravando los problemas de escasez de recursos, pero las familias ya estaban estresadas mucho antes de la recesión. Un porcentaje cada vez mayor de niños está creciendo en familias donde los recursos no existen. Desde familias inmigrantes poco capacitadas a otras excluidas de la media, cada vez está emergiendo un número mayor de niños a la sociedad a la edad de cinco o seis años, desde sus aislados entornos familiares que no son propicios para iniciarlos en el mundo. ¿Es la recesión una oportunidad? Debería serlo. Keynes apuntaba que se puede estimular la actividad económica simplemente pagando a alguien para que cave agujeros y los vuelva a rellenar, pero esto tiene un efecto cero a más
“Hay que entender mejor la relación entre los programas para la primera infancia y el papel de la familia”
largo plazo. Desafortunadamente, muchas de las cosas que se están proponiendo en los paquetes de estímulo actuales son algo mejores. Las actividades como reparar baches en las calles de mi ciudad, Chicago, están bien, pero los incrementos de rentabilidad que se obtienen son muy marginales. En comparación, la rentabilidad de los programas para la primera infancia son extremadamente elevados. Invertir en los niños pequeños ofrece dobles beneficios: un estímulo para el gasto adicional ahora y un aumento del capital humano en el futuro. Así pues, sí existe un fundamento extremadamente bueno para que los gobiernos lo incluyan en los paquetes de estímulo. Es una pena que la mayoría de los argumentos sobre paquetes de estímulo se refieran a la construcción de puentes y carreteras y no al desarrollo de la capacidad y el capital humano. Usted defiende que el Estado, en lugar de proporcionar servicios universales para la primera infancia, debería dar a los padres cheques escolares para usarlos en servicios privados. Sin embargo, cuando hablamos de niños creciendo en desventaja por unas malas pautas de crianza, ¿no es demasiado optimista asumir que los padres de estos niños tendrán la capacidad suficiente para
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utilizar estos cheques escolares de forma inteligente? Hay dos cosas que decir respecto a esto. En primer lugar, las investigaciones realizadas por gente como Justine Hastings y sus colegas de Yale han determinado que, cuando se da cheques escolares a los padres que no están bien informados, las decisiones que toman éstos no son tan buenas. Envían a sus hijos a colegios cercanos a sus casas o a los que van sus amigos. Sin embargo, cuando se informa a los padres sobre qué colegios son mejores, éstos eligen de forma más inteligente. De modo que estoy completamente de acuerdo en que tenemos que educar a los padres para que puedan usar los cheques escolares de forma inteligente. No obstante, existe una serie de razones por las que es preferible utilizar a otros proveedores, en lugar de que los gobiernos sean los únicos proveedores de los servicios universales. Una razón para ello es que se obtienen más recursos si se implica a los grupos religiosos, los grupos sociales y las comunidades. Otra es que los primeros años son muy importantes y a la gente le inquieta mucho que el Gobierno central inculque valores a sus hijos con los que no están de acuerdo. Muchas veces he escuchado a personas con valores más conservadores (no sólo cristianos evangélicos, sino también mormones, judíos ortodoxos, musulmanes) decir que les preocupa mucho que los servicios para la primera infancia enseñen a sus hijos valores que
están en desacuerdo con los valores que desean inculcar a sus hijos. Tenemos que atraer a estos padres, respetar sus sensibilidades culturales y ofrecerles una elección informada entre diversos servicios para la primera infancia. ¿Cómo evitaría el peligro de que los servicios para la primera infancia proporcionados por grupos religiosos pudiesen llegar únicamente al fenómeno de aislamiento que ha mencionado antes? No hay ningún motivo por el que no se puedan enseñar habilidades no
ciertos aspectos del plan de estudios general. Sin embargo, creo que incluso esos grupos aceptarían muchas partes de este plan de estudios, por ejemplo, el que sus hijos reciban ayuda para ser más autodisciplinados y seguros de sí mismos en sus interacciones sociales con los demás. La mayoría de los padres tiene buenas intenciones para sus hijos. Hay un pequeño porcentaje que no, y me interesa mucho saber más sobre ellos, pero para el caso de la mayoría que sí, estoy intentando que los programas complementarios familiares sean
“Es una pena que la mayoría de los argumentos sobre paquetes de estímulo se refieran a la construcción de puentes y carreteras y no al desarrollo de la capacidad y el capital humano.” cognitivas manteniéndolas dentro de una tradición cultural. Es esencial que estos programas tengan un concepto principal de fomentar el desarrollo de ciertas habilidades humanas, pero creo que esto se puede realizar dentro de un marco religioso. Por supuesto, se tienen que respetar unas normas mínimas, y no sólo desarrollar un plan de estudios general de habilidades no cognitivas, sino también proteger contra la posibilidad de estafas por parte de proveedores de mala calidad. Habrá casos de una desconexión fundamental, en los que algunos grupos religiosos no deseen que se enseñen
“incentivos compatibles”. Es esencial que los padres se informen y se impliquen y la provisión para la primera infancia no pretende asemejarse a la burocracia gubernamental. Tengo un recuerdo perdurable de un viaje que hice a Ámsterdam hace unos años, donde visité un centro en el que las maestras holandesas transmitían valores holandeses a los niños norteafricanos de preescolar. Los padres de estos niños estaban ofendidos, lo que es muy comprensible. Normalmente, las organizaciones para la primera infancia utilizan dos argumentos
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complementarios, pero muy diferentes, para aconsejar una mayor atención a favor de los niños desfavorecidos: el argumento de los derechos del niño y el caso del análisis del coste-beneficio para cuyo establecimiento tanto se ha trabajado.
En los programas para la primera infancia se utiliza la experimentación, pero es necesario algo más.
Mi contribución más importante ha sido demostrar que no existe ninguna contradicción entre el caso económico y el caso de equidad, porque los beneficios económicos son mayores con los niños más desfavorecidos. El antiguo presidente de ee. uu., Harry Truman, solía bromear diciendo que estaba deseando conocer a un economista con un solo punto de vista, pues todos los economistas con los que trabajaba decían “desde un punto de vista... y desde otro punto de vista”. La política para la primera infancia es un ejemplo raro de argumento de economista con un solo punto de vista. El caso para la justicia social coincide perfectamente con las lecciones del análisis de costebeneficio. Entre los defensores de la primera infancia, existe el sentimiento de frustración de que el argumento
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económico para invertir en la primera infancia está firmemente establecido, pero los políticos no lo aceptan ampliamente ni lo cumplen. ¿Comparte usted esta opinión? Bien, el acuerdo es mucho menor del que se pueda pensar. En general, sí, el argumento económico se acepta. Sin embargo, los detalles son muy confusos. Tomemos como ejemplo un conjunto de programas propuestos, por ejemplo el de las enfermeras que visitan a las madres embarazadas, centrándose en el grupo de edad de 1 a 3 años o en el de 4 a 5 años. Los defensores de estos programas no se atacarán públicamente entre ellos, pero sí habrá algún tipo inteligente que ponga todos los programas sobre el tapete y diga “un momento, no existe un acuerdo aquí sobre qué funciona mejor”. Tengo un enorme respeto por los defensores de la primera infancia, pero tienen una tendencia a pensar que su caso es 100% sólido cuando no es así. A menudo, creo que los legisladores son lo suficientemente listos como para saber que existe un mayor desacuerdo del que admiten los defensores y su estridencia los aliena. Los defensores de la primera infancia tienen que estar más dispuestos a admitir las debilidades en la evidencia y menos a decirse entre sí “sabemos que esto es importante, ¿por qué no lo entienden todos los demás?”. También deberían presionar para obtener más y mejores evidencias. ¿Cómo debería responder la comunidad que trabaja para la primera infancia
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con relación al caso de los argumentos económicos para la inversión en los primeros años? Mediante la experimentación y la evaluación. En la actualidad, se están realizando muchos experimentos en la educación de los niños mayores, algunos poco coherentes, otros interesantes, pero todos de un valor potencial. En los programas para la primera infancia también andamos a tientas; se utiliza la experimentación, pero es necesario algo más. Todavía hay un largo camino por recorrer. Por cierto, la necesidad de más experimentación es otro argumento para defender la existencia de cheques escolares. Me preocupa que si Obama, u otro, invierte demasiado tiempo y dinero en cualquier programa en esta etapa, perderemos la oportunidad de avanzar y aprender más. El mejor programa es, con casi toda probabilidad, el que aún no se ha intentando. Tengo la impresión de que los defensores de la primera infancia sienten la necesidad de dar una apariencia de unanimidad que, en realidad, es una ilusión. Necesitamos programas abiertamente competitivos entre sí. Uno de mis actuales proyectos es un libro, con Craig y Sharon Ramey, que habla sobre los cientos de programas que se han intentado hasta la fecha. El problema es que muchos programas actuales no han sido adecuadamente evaluados. Los países europeos, en concreto, sólo están comenzando a documentarse
de manera adecuada recientemente. Después de todos estos años, los datos más firmes sobre los programas para la primera infancia todavía provienen de los antiguos estudios longitudinales norteamericanos, como el programa Perry sobre preescolar1. Usted asesoró a Barack Obama sobre su política para la educación en la primera infancia. El primer presupuesto del presidente incluía paquetes de financiación adicionales para la educación en los primeros años, el Nurse-Family Partnership Programme (Programa de asociación entre las enfermeras y las familias) y Head Start2. ¿Hasta qué punto es optimista en cuanto a si se luchará con la suficiente voluntad política en relación con la política para la primera infancia de Obama como para que ello implique un cambio significativo para los niños norteamericanos? Obama es una persona seria, es más que retórico. Y no sólo él, también la gente que le rodea. Mi trabajo “Colegios, habilidades y sinapsis” se divulgó ampliamente en la Convención democrática. Arne Duncan, la secretaria del Ministerio de educación, también es de Chicago, que, por cierto, ha sido un lugar innovador para los programas para la primera infancia, intelectualmente agresivos, un caldo de cultivo de investigación. El problema es que Obama está lanzando esto en medio de una tempestad económica. Hay otras prioridades en competencia, como
la atención sanitaria, y el grupo de presión para la primera infancia tiene menos financiación y peor organización que otros grupos de intereses. Creo que conseguirá los fondos que está solicitando, pero ante todas las demandas existentes no estoy seguro en qué se concretará; Head Start, por ejemplo, recibe poca financiación por niño y posiblemente no es tan satisfactorio como consecuencia de ello. El peligro es añadir más niños a programas con un bajo nivel de calidad en lugar de elevar la calidad. ¿Conoce algún país donde la inversión en la primera infancia se esté realizando de la forma en la que le gustaría, lo que podría suponer un ejemplo para otros? Hasta hace unos años hubiera dicho que Francia, con su, así llamado, Programa crèche (guardería), era un buen ejemplo. Después conocí los estudios de investigación realizados por el psicólogo especialista en desarrollo infantil Richard Tremblay, en los que compara los casos de niños que crecen en circunstancias similares en París y en Montreal, donde no había programas similares, y no encontró ninguna diferencia esencial. Si bien necesitamos una mayor evaluación de los diferentes programas, lo que está claro es que es necesario invertir importantes cantidades de dinero para obtener resultados positivos (estamos hablando de una cantidad entre 5.000 y 8.000 dólares por niño al año en ee. uu., comparable a los
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costes de la educación secundaria). Normalmente, los políticos sólo hablan, pero invierten mucho menos, puede que entre 1.000 y 2.000 dólares. Ofrecen los mejores titulares donde dicen que están haciendo algo, pero sin demostrar resultados a largo plazo. Algunos no se han dado cuenta de que esto tiene que ver con algo más que la atención infantil o, de lo contrario, esa atención infantil inadecuada podría ser peor que ninguna. Además, si bien no las he estudiado a fondo, me parece que las políticas respetuosas con la familia de los países escandinavos, políticas como los complementos familiares y los permisos por maternidad y paternidad, podrían tener un mayor efecto positivo sobre los niños pequeños que muchos programas considerados para el desarrollo de la primera infancia en el sentido más tradicional. Aparte del caso económico y el caso de equidad, ¿qué argumentos son importantes para persuadir a los responsables de la toma de decisiones para que se interesen más por los programas para la primera infancia? Tenemos que ser honestos y admitir que las familias fracasadas tienen hijos fracasados. Es un argumento sensible, ya que existe el peligro de que si uno argumenta esto se le acusa de culpar a las víctimas. Sin embargo, debemos reconocer que las divisiones se están consolidando cada vez más. Los niños que reciben una educación adecuada
de sus padres se convierten en padres aún mejores. Los niños que reciben una mala educación de sus padres se convierten en padres incluso peores, que a su vez tienen mayor número de niños. La sociedad es cada vez más desigual, los extremos se están polarizando. En un extremo del espectro, el porcentaje de niños que termina la educación universitaria está aumentando. En el otro extremo, el porcentaje de niños que abandona los estudios en la educación secundaria también está aumentando.
“Hay que entender mejor la relación entre los programas para la primera infancia y el papel de la familia”
Es interesante apuntar que muchos de los Estados norteamericanos donde se aceptan con mayor entusiasmo los programas para la primera infancia son aquellos con fuertes valores religiosos de derechas, donde existe una mayor preocupación sobre los efectos negativos de la descomposición de las estructuras familiares. No estoy diciendo que apruebo ese programa de valores familiares. Digo que tenemos que hablar más sobre el fracaso de las familias. Aquí, en Chicago, cuatro de cada cinco niños afroamericanos han nacido fuera del
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“La cuestión es cuál es el mejor modo de desarrollar las capacidades no cognitivas de los niños, la mejor manera de perfeccionar la crianza.” James Heckman Foto: Gretchen Haien
matrimonio. Alrededor del 15-20% de los niños norteamericanos está creciendo sin tener nunca un segundo progenitor a su alrededor. Tenemos que hablar más abiertamente sobre el fracaso de las familias y entender mejor las relaciones entre los programas para la primera infancia y la función de la familia. Al mismo tiempo, debemos lograr que la gente se dé cuenta del valor de las habilidades no cognitivas. El programa Perry no tienen ningún efecto sobre el cociente emocional, fue el efecto perdurable de las habilidades no cognitivas lo que marcó la diferencia. Sin embargo, la gente lo olvida. Si visita cualquier sitio web que hable sobre los beneficios de los programas para la primera infancia comprobará que están lejos de detenerse en el cociente emocional, que más bien se centran en mejorar los resultados en los exámenes académicos, en los alumnos “inteligentes”. Es necesario que las evaluaciones de los programas para la primera infancia sean más rigurosas y sofisticadas a la hora de evaluar su impacto sobre las habilidades no cognitivas, ya que tienen un enorme impacto sobre la capacidad de aprender y tener éxito en la vida: habilidades como la curiosidad y el compromiso con el mundo, la capacidad para relacionarse con otras personas y para tolerar las críticas. Debemos introducir esta idea en la conciencia pública. Un problema es que “no cognitivo” es una construcción difícilmente atrayente, que
el público en general no comprende de forma inmediata. Es una expresión terrible, ya que está definida en negativo. Es mejor hablar de palabras o ideas como motivación, ambición, personalidad, sociabilidad, dignidad, respeto por uno mismo, capacidad para cooperar e integrarse. Una palabra anticuada que sin embargo creo adecuada es “carácter”. ¿Algo más que compartir con los lectores de Espacio para la Infancia sobre lo que la comunidad para la primera infancia debería hacer para ayudar de forma más eficaz? A menudo me sorprende que muchos asesores infantiles no se hayan dado cuenta de que el debate ha continuado. Se han quedado atrapados en reafirmar repetidamente que los primeros años son importantes. Eso lo sabemos. La cuestión ahora es cuál es el mejor modo de desarrollar las capacidades no cognitivas de los niños, la mejor manera de perfeccionar la crianza. Los asesores para la infancia temprana deben reconocer que no hay nada que temer de la competición abierta entre las distintas formas de hacer las cosas, eso es lo que hace que este caso sea a toda prueba. También creo que la comunidad que trabaja para la primera infancia puede tender a ser demasiado provinciana. Escuchas a la gente hablar sobre neuronas que se secan a la edad de tres años, como si eso fuera lo único que se obtiene de la neurociencia, pero
no es el caso, los cambios neuronales se producen durante toda la vida. Los asesores para la primera infancia tienen que proseguir, para fomentar otras etapas de la vida y desarrollar un enfoque combinado que propugne formas de desarrollar habilidades y el potencial humano durante todo el ciclo de la vida.
Notas 1 Estudio longitudinal sobre los efectos de la educación preescolar de niños viviendo en la pobreza. www.highscope.org. 2 El programa estadounidense Nurse-Family Partnership es un programa de visitas a domicilio por parte de enfermeras especializadas con el objetivo de mejorar la salud, el bienestar y la autonomía de los padres primerizos, de rentas bajas, y de sus hijos. El programa Head Start es también un programa nacional que promueve la preparación para la escuela de los niños mediante el reforzamiento del desarrollo cognitivo y social a través de la provisión de servicios educativos, sanitarios, sociales para las familias desfavorecidas.
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Tejiendo redes para la vida
Fortaleciendo los vínculos afectivos María Isabel Alva Castro y Rafael González Franco de la Peza, Cuidarte, A.C., México
“Al fin y al cabo, convivir significa integrarse en una red tejida con los hilos del afecto”. Julia Kristreva El maltrato y la violencia intrafamiliar, si bien obedecen a situaciones marcadas por la violencia, la pobreza, la marginalidad y la falta de oportunidades, también se producen por la carencia de recursos personales para la crianza y la educación, por la falta de empatía de los padres y cuidadores y por la repetición de pautas de maltrato o abuso, que forman parte de las formas habituales de educar (Barudy y Dantagnan, 2005). Desarrollado por la organización Cuidarte, A.C.,1 el programa “Tejiendo redes para la vida” surge como una respuesta de intervención psicosocial en Jalisco (México), uno de los estados con mayor violencia intrafamiliar del país.2 La gran mayoría de las familias con las que se trabaja se caracteriza por vivir en condiciones de marcada desventaja social y económica. Esta realidad ha favorecido el incremento de las situaciones de negligencia, abandono y omisión de cuidados en los niños, las cuales encabezan el mayor porcentaje en las estadísticas que reporta el maltrato infantil en Jalisco.3 El programa consta de tres estrategias (Alfabetización emocional, Prevención de maltrato, abuso y violencia y Promoción de buen trato), con un eje transversal común: considerar las relaciones afectivas y los cuidados mutuos como la base y el soporte de
Fortaleciendo los vínculos afectivos
una adecuada salud mental de los niños pequeños y de sus familias. Por tanto, se aspira a generar nuevas formas de vinculación afectiva, de convivencia, entre los niños y con los adultos que los rodean. El componente clave de cada una de las estrategias es emplear metodologías de juego y materiales innovadores especialmente diseñados para el desarrollo de competencias específicas. A través del juego, los niños, sus padres y sus cuidadores aprenden conceptos complejos, se plantean cuestiones y creencias sobre la crianza y las relaciones afectivas, a la vez que se contribuye a modificar actitudes y hábitos de forma que no resulta amenazante, lo que favorece la distensión y la risa. Alfabetizar emocionalmente
La alfabetización emocional tiene como objetivo fortalecer cinco competencias en los padres, en los cuidadores y en los niños: 1) Vocabulario emocional; 2) Conciencia emocional; 3) Conciencia corporal emocional; 4) Expresión emocional y 5) Empatía. Siguiendo un esquema adaptado al rango de edades, se trabaja con materiales que permiten reconocer la diversidad emocional y la complejidad de nuestras emociones, lo que repercute en un clima de menor tensión y mayor comprensión
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de las diferencias, sentando bases para enfrentar y resolver conflictos. Nuestro trabajo parte de la premisa de que el estrés puede regularse o se elimina cuando dentro de los espacios educativos y comunitarios uno puede decir lo que siente, expresarlo, ponerle palabras. Cuando los padres aprenden y comprenden la diferencia entre emociones y sentimientos, saben que una emoción –como puede ser la furia– es algo fugaz, pasajero y legítimo, que surge como resultado de no poder lograr algo. El proceso de reconocer y expresar cómo se sienten facilita el que puedan ser más comprensivos con respecto a sí mismos y a sus hijos. Los padres trabajan sobre la importancia de expresar emociones, registrando y reconociendo lo que el cuerpo siente al hacerlo y lo que sucedería en el caso de reprimirlas. Trabajan sobre el rechazo a expresar ciertas emociones, simplemente derivado de su propia incapacidad para aceptarlas. Este reconocimiento genera cambios inmediatos en el modo de tratar a los niños y los hace estar más receptivos a sus demandas de contacto físico, de abrazos y besos. El contacto físico, expresado en forma de caricias, es un componente fundamental del bienestar de los niños, a la vez que tiende a disminuir el estrés dentro de las familias. Nuestra experiencia de trabajo en este campo nos ayuda a poder afirmar que el ambiente de cuidado se fortalece cuando hay mayor conocimiento de las
necesidades, ideas, fantasías y opiniones de los niños. Pero también cuando los adultos entienden sus propias emociones y las de sus hijos o niños bajo su cuidado. De esta manera, aprenden a “soportar” expresiones de sus hijos que en otros momentos habrían tenido una respuesta sin empatía o violenta con el fin de impedirlas. Al igual que ocurre con los agentes educativos, que están más sensibles al estado de ánimo de los niños y más receptivos frente a las reacciones antes consideradas “negativas” –como puede ser estar triste o enojado. De este modo, tanto los padres como los agentes educativos toman conciencia de que los niños pueden sentir de manera distinta a la lógica de los adultos. Ante esta toma de conciencia, los niños se sienten con mayor confianza para acercarse y hablar sobre situaciones que viven con sus familias, al igual que comparten más con sus padres sobre sus experiencias en la escuela. Asimismo, la interacción entre las familias resulta muy positiva a la hora de trabajar con las emociones. Por ejemplo, cuando se pide a los padres que muestren qué sentimientos les despiertan determinadas situaciones, como que los niños no hagan lo que se les pide, que no quieran comer la comida que hay, etc. Muchos de ellos coinciden en experimentar emociones de enojo o tristeza, y se dan cuenta de que existen otras formas de sentir de otros padres de familia ante las mismas situaciones. Esto los confronta con sus propias reacciones, sobre todo cuando
hay padres de familia más empáticos o cariñosos. De igual modo, se generan reflexiones sobre el nivel de exigencias hacia los niños, quienes en ocasiones son tratados como si fueran adultos, o sobre el hecho de que los niños no son una extensión de los padres y, por tanto, sienten y piensan de manera distinta a ellos. Por último, es importante destacar y mostrar formas positivas de afrentar situaciones y conseguir logros, por ejemplo, cuando los niños sacan buenas calificaciones. Es necesario mostrar reconocimiento por el esfuerzo y el logro obtenido por el niño, mediante muestras de afecto o de confianza en él. La posibilidad de compartir aspectos positivos genera imperceptiblemente mejor humor y bienestar entre los padres de familia y los cuidadores. El material de juego empleado en las actividades contribuye igualmente a que los padres de familia recuperen situaciones vividas cuando eran niños y las vuelvan a experimentar mediante su papel de padres. Esto permite mayor empatía ante la expresión de emociones que son incómodas o difíciles de aceptar porque son consideradas como generadoras de malestar, como la envidia, el rencor, el odio o el miedo. Favorecer las relaciones afectivas
La prevención del maltrato, abuso y violencia se trabaja de forma sitemática para que los padres los reconozcan y puedan identificar formas distintas de relación basadas en el buen trato como uno de los factores más importantes
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Como consecuencia del proyecto, se está mejorando la capacidad para la expresión de emociones y sentimientos en los niños Foto: Cortesía de Cuidarte A.C. (Mario Ferrer)
en el establecimiento de los vínculos afectivos y también como uno de los recursos para protegerse de tratos agresivos. Para ello ha sido clave recuperar cómo en algún momento los padres y cuidadores vivieron situaciones de buen trato, rescatando también los sentimientos asociados a ellos, para posteriormente identificar y compartir el trato que dan en la actualidad a los niños y el que reciben de ellos. Junto a esta dinámica, se desarrollan cuatro competencias, denominadas “4r” (registrar, reconocer, responder y relatar). Su fin es afrontar el gran reto de fomentar las relaciones afectivas y los propios recursos para generarlas. Un factor de sostenimiento del estrés es la falta de conexión y negación de la tensión corporal, de lo que el cuerpo siente, de su modo de expresión puramente físico. Trabajamos, pues, en identificar las señales de alarma corporales para no colaborar con el agresor. Esto es lo que se aborda bajo la R de registrar. En reconocer, se promueven procesos cognoscitivos sobre conceptos como la agresión y la agresividad, el maltrato, el abuso, el acoso y la violencia. También se señalan los distintos mecanismos de comunicación e intenciones de quien los ejerce y los efectos de quien los recibe, y, por último, se muestra cómo se produce la escalada y el ciclo de la violencia. Todo esto permite entender de qué forma se desarrolla el ejercicio de poder en las relaciones afectivas. El programa maneja una perspectiva integral en la que
Fortaleciendo los vínculos afectivos
cualquiera tiene tanto la potencialidad para ser generador como para ser receptor del maltrato, el abuso, el acoso o la violencia. Asimismo, reconocer muestra las distintas formas en las que la agresión se expresa en lo cotidiano, en los espacios de convivencia en el hogar y la escuela. En responder, facilitamos la comprensión de las reacciones y respuestas personales ante determinadas situaciones de conflicto: cómo hay respuestas que construyen y fortalecen las relaciones; otras que someten, y unas terceras que incluso escalan la agresión –el llamado “ojo por ojo”–, lo que genera mayores daños en una espiral que puede conducir a la muerte. Poder dar respuestas constructivas, no violentas, es todo un desafío, una posibilidad que se debe enseñar y ensayar. Mediante la última r del programa de prevención, relatar, trabajamos con situaciones que permiten experimentar lo complejo que puede ser romper un pacto de silencio, o las dificultades y confusión que surgen al intentar discernir entre lo que pudiera estar bien o mal, así como relatar nuestras experiencias desde los diversos roles vividos, bien como generadores, bien como receptores o testigos de violencia. La promoción del buen trato
En la estrategia de buen trato trabajamos el desarrollo de competencias para establecer vínculos libres de maltrato, abuso o violencia, a partir, en primer lugar, de la identificación del cuidado
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y la ternura como formas alternativas de crianza, y, en segundo, del reconocimiento de los niños como sujetos de pleno derecho. Se pretende que los padres y cuidadores encuentren formas posibles de relación y enseñanza de competencias para la vida a través del sostén y la contención de ansiedades, de la satisfacción de las necesidades de los niños, del fortalecimiento de la autoestima y de los vínculos basados en la empatía. Se busca ofrecer oportunidades para ensayar el reconocimiento y aceptación de las necesidades, deseos y pensamientos de los niños, mediante el respeto a su manifestación libre y espontánea. Se debe facilitar que el enojo y la frustración puedan tener salida a través de la palabra, el juego y la creatividad, y que las diferencias y los conflictos potenciales encuentren soluciones mutuamente satisfactorias, desde la
tolerancia y el reconocmiento de sus aspectos positivos. Esto posibilita que los padres y cuidadores se familiaricen con formas asertivas y no coercitivas de disciplina que pongan límites y encaucen la energía de los niños sin necesidad de gritos ni del castigo físico, sino con el rescate de la convivencia en el hogar como momento privilegiado para el diálogo, el juego y el disfrute del tiempo libre. Ello, además, ayuda a los adultos a disminuir el estrés y la necesidad de una descarga violenta. De esta manera se promueve también que los niños aprendan formas distintas de relacionarse entre ellos, sin recurrir a la agresión como modo de autoafirmación o satisfacción de necesidades, a dialogar y resolver sus diferencias y conflictos sin la descalificación, la exclusión o la agresión a los otros niños, para convertir el hogar, la escuela y la
comunidad en espacios de convivencia disfrutables. El trabajo con los agentes educativos y su efecto multiplicador
Un componente esencial para generar un efecto multiplicador del programa es la formación de 864 agentes educativos, adultos que atienden y trabajan directamente tanto con los niños en los centros educativos y las comunidades como con los padres y cuidadores. Un requisito fundamental e inicial en su formación es que experimenten de manera vivencial cada una de las estrategias del programa y que puedan reflexionar sobre el tema a partir de su propia subjetividad. Se espera así que sientan los efectos de cada estrategia y los resultados desde un punto de vista personal y en cuanto a sus propias familias, de manera que se sientan estimulados y motivados al realizar sus actividades.
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Nuestra experiencia nos ayuda a poder afirmar que el ambiente de cuidado se fortalece cuando hay mayor conocimiento de las necesidades, ideas, fantasías y opiniones de los niños.
Posteriormente, se promueve la apropiación de la metodología y se fomenta la adaptación al ritmo y a la forma de trabajar de sus grupos de niños o padres asignados. Es entonces cuando algunos agentes educativos experimentan una especie de inquietud sobre cómo transmitir de mejor manera los contenidos y las experiencias. Es un momento para pensar. Un seguimiento y monitoreo de los agentes educativos permite que se sientan acompañados y suscita el intercambio de dudas y experiencias, lo que enriquece su reflexión para alcanzar mejores resultados. Ha sido muy importante percatarse y reconocer la creatividad de algunos agentes educativos al elaborar y adaptar parte del material a las condiciones en las que trabajan. También han empleado otros recursos existentes (la lectura de cuentos, los dibujos, la creación de canciones o rítmicas, titeres, etc.), sacándoles el máximo provecho. Realizan tareas en las que involucran a los padres de familia, como traer fotos para realizar collages y analizar las expresiones emocionales de las caras y gestos de la familia. Los materiales, colocados en las paredes de la escuela al alcance de los niños, ha permitido que, de manera espontánea, estos expresen algunos sentimientos, lo que ha mejorado la convivencia escolar. El monitoreo y acompañamiento de la aplicación de las estrategias por los agentes educativos ha permitido generar nuevas ideas para el desarrollo
Fortaleciendo los vínculos afectivos
de recursos. Constantemente los niños nos enseñan su enorme capacidad y potencialidad para aprender, circunstancia que motiva y refuerza el trabajo de los agentes educativos, quienes son los más entusiastas a la hora de mostrar y reconocer los resultados. Hay que añadir que la colaboración interinstitucional ha sido una condición clave para el desarrollo y el alcance del proyecto. El apoyo de las autoridades educativas ha sido fundamental para lograr la participación de los agentes educativos, así como las facilidades para invertir tiempo laboral para su formación, y proporcionar y colaborar con algunos de los recursos organizativos de las escuelas y de algunas comunidades a la hora de reunir a los padres de familia, lo que nos permite llegar a miles de niños. Resultados y retos en el desarrollo de las estrategias
En el programa Tejiendo redes para la vida, iniciado en el año 2008, participan centros de desarrollo infantil (con niños entre los 0 y 5 años de edad) y centros de educación preescolar (entre los 3 y los 5 años de edad), situados en 5 municipios de la zona metropolitana de Guadalajara,4 en Jalisco. Asimismo, se colabora con tres albergues infantiles en la que el 90% de la población infantil ha sido alojada por la procuraduría social del Estado por haber sufrido situaciones de maltrato, negligencia, abandono, abusos y violencia ejercida por parte de sus propios padres.
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Fuera de la zona metropolitana de Guadalajara, el programa trabaja con promotoras comunitarias de educación inicial en 9 municipios5. Una vez concluidas las tres estrategias (se han ejecutado las dos primeras), el resultado que se espera es medir cómo estos programas están transformando la forma en la que sus participantes se vinculan afectivamente. Para ello se han elaborado algunos instrumentos que permitan evidenciarlo y ver de qué manera hay un impacto que pueda sostenerse a largo plazo. Por el momento, existe clara constancia de que los participantes adultos conocen más palabras para identificar y darle un nombre a lo que sienten, de que pueden identificar diversos matices en las emociones y reconocer la diferencia entre emociones y sentimientos para así poder relacionarse mejor. Asimismo, recuperan las formas de buen trato como una estrategia de protección y prevención de maltrato. En los niños se está dando una mejor capacidad para la expresión de emociones y sentimientos. Esto posibilita una mayor sensibilidad por saber cómo se sienten los demás y uno mismo, y cómo conseguir expresar situaciones de enojo sin necesidad de agredir a los otros niños, lo que genera un clima de mejor convivencia. Además, han agudizado su observación sobre los estados emocionales de los adultos y pueden hablar con ellos sobre lo que sienten o sobre las situaciones que están viviendo en casa o en la escuela.
Pero aún hay mucho por hacer. Con los agentes educativos trabajamos para evitar que se adopten percepciones estereotipadas de la conducta, tanto por parte de los niños como de los padres. En cuanto a los padres y a los cuidadores, uno de los retos sigue siendo lograr un mayor alcance y una mayor participación de los mismos en los programas. Pero también abordar y cambiar creencias y actitudes muy arraigadas con respecto a las formas de expresar emociones y educar a sus hijos, particularmente sobre aquellas que tienen que ver con el hecho de mostrar sentimientos y emociones frente a los niños, circunstancia que podría hacerlos parecer vulnerables. El desafío también reside en generar procesos en los que se les pueda dotar de mayores recursos para transformar sus prácticas de maltrato, negligencia y abandono. Conclusiones
No es una tarea fácil la de trabajar sobre los prejuicios, facilitar la aceptación y expresión de todas las emociones, abordar falsas creencias sobre la existencia de sentimientos “buenos” o “malos”, o válidos para sentir o expresar por uno u otro género, en reconocerse como agentes de la agresión o víctimas de ella, en autorizarnos a decir “no” o en generar modelos de crianza basados en el buen trato; sin embargo, creemos firmemente que un importante generador del estrés o del bienestar consiste en conocer el modo de vincularnos con los demás. Las emociones, los sentimientos y nuestro
estado de ánimo crean, mantienen, regulan y a veces hasta pueden fracturar y romper nuestras relaciones afectivas. La labor del programa Tejiendo redes para la vida reside en fomentar el buen trato, en generar el bienestar, y responder así a las necesidades sentidas por la población con la que se trabaja. De este modo esperamos, en última instancia, contribuir a generar el cuidado y la protección necesaria para los niños pequeños, a pesar de los factores de estrés a los que se enfrentan sus familias.
Notas 1 Cuidarte A.C. es una organización no gubernamental creada en el año 2005, con el fin desarrollar competencias personales, educativas, parentales y sociales para el cuidado personal de los demás y del entorno a través de la educación sexual y afectiva, la prevención del maltrato, el abuso y la violencia, y la promoción del buen trato. ww.cuidarte.org.mx. 2 Encuesta Nacional de Dinámica de Relaciones en el Hogar (endireh), 2006. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México. 3 Encuesta sobre maltrato infantil y factores asociados, 2006. Instituto Nacional de la Mujeres, México. 4 Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Guadalajara y Tlajomulco de Zuñiga. 5 Arenales, Tala, Villa Corona, Acatlán de Juaréz, El salto, Ixtlahuacan del Río, Autlán, El Grullo y Arandas. Bibliografía Badury, J. y Dantagnan, M.(2005). Los buenos tratos a la infancia: Parentalidad, apego y resiliencia. Gedisa: Barcelona.
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Siyafundisana:
Promoviendo la resiliencia de los niños vulnerables y los cuidadores estresados Pam Picken y Vicky Sikhakhana, tree1, Sudáfrica
En KwaZulu-Natal, la provincia más poblada de Sudáfrica, una elevada proporción de familias está en un estado de estrés extremo causado por los efectos combinados de la pobreza y la pandemia de vih/sida. El programa Siyafundisana (“Aprendemos juntos”) de tree ayuda a los padres y cuidadores de niños pequeños (que a menudo son sus abuelos, ya que la pandemia se ha llevado a la generación media) a ofrecer un mejor cuidado a sus niños pequeños. El programa trabaja principalmente a través de mujeres promotoras para dirigir guarderías de la comunidad y programas de crianza de los hijos, realizar visitas a hogares especialmente vulnerables, apoyar a grupos de ahorros y autofinanciación y servir de enlace con los comités de la comunidad. A menudo, estas mujeres, llamadas Abaholikazi, se educan para convertirse en líderes de su comunidad. Son designadas mediante un proceso de facilitación en el que animamos a los miembros de la comunidad a pensar sobre qué cualidades son necesarias y quién de entre ellas es la mejor para desarrollar esa función. Después preparamos a las candidatas designadas por la comunidad, les prestamos apoyo y les concedemos un pequeño estipendio mensual, a sabiendas de su pobreza y que no pueden trabajar sin recibir una remuneración. En efecto, las Abaholikazi llenan los vacíos existentes en la red formal de trabajadores sociales sudafricana, que carece del personal suficiente, lo que no es sorprendente considerando los altos niveles de formación y calificaciones exigidos. Creemos que el modelo de Abaholikazi de tree demuestra que realmente no necesitamos unos trabajadores
Promoviendo la resiliencia de los niños vulnerables y los cuidadores estresados
sociales tan costosamente formados y cualificados. Lo que necesitamos son mujeres comprometidas, que vivan en las comunidades y que se hayan formado hasta un nivel suficiente con el que puedan ofrecer un asesoramiento básico y que sepan a qué profesionales tienen que remitir a las personas cuando sea necesario. Esta forma de trabajo ha sido hasta el momento infravalorada por los sistemas gubernamentales, cuya implicación es necesaria para alcanzar una escala más alta (tree solamente puede prestar su apoyo a 80 Abaholikazi). Sin embargo, los indicios son prometedores. Una municipalidad en KwaZulu-Natal ya ha incluido el desarrollo para la primera infancia en su Plan de desarrollo integrado. tree ha presentado el modelo Abaholikazi para su toma en consideración en las investigaciones encargadas por el gobierno nacional sobre el potencial de creación de empleo en el sector de la primera infancia, para su gestión por parte de ongs mediante recursos gubernamentales. La necesidad del trabajo conjunto entre el Gobierno y las ong
En general, creemos que existe un potencial mucho mayor para
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Los grupos de juego proporcionan oportunidades de diversión, juego, amistad y buenas relaciones para los niños Foto: Anthony Swift
la colaboración entre los sistemas gubernamentales formales y las ong del que actualmente se dispone. Nuestra experiencia es que los sistemas gubernamentales sudafricanos tienen muy buenas intenciones en su deseo de ayudar a las familias estresadas, pero no consiguen averiguar cuál es la mejor dirección en la práctica. Se podrían beneficiar enormemente de un mejor enfoque al utilizar los conocimientos prácticos de las ong de las bases. A menudo, percibimos que los programas que reciben apoyo estatal, aunque hacen un bien considerable, no trabajan tan adecuadamente como deberían a la hora de prestar apoyo a las familias. Un ejemplo especialmente frustrante que nos encontramos con frecuencia es el programa de apoyo nutricional, disponible a través de clínicas sanitarias gubernamentales, para niños pequeños mal nutridos. Lo que ocurre a menudo es que un niño con deficiencias alimentarias recibe paquetes de comidas hasta que alcanza un nivel mínimo de salud y empieza a considerarse restablecido, en cuyo momento pierde
el derecho a recibir paquetes de comida. En consecuencia, vuelve gradualmente a un estado de malnutrición, hasta que de nuevo tiene derecho a los paquetes de comida y el ciclo se repite una y otra vez. La importancia del deseo del Estado de combatir la pobreza se puede comprobar en el sistema de subvenciones de apoyo social sudafricano, entre las que se incluye la pensión estatal, la subvención de apoyo infantil, una subvención para la atención de acogida y una subvención para los dependientes de atención (niños discapacitados o enfermos). Desafortunadamente, encontramos muchos problemas en la práctica. Un problema es que la pensión sólo llega una vez cumplidos los 60 años y muchos abuelos que luchan para cuidar a sus nietos son más jóvenes. Otro problema es que la subvención para la acogida fue diseñada para ayudar a que los niños apartados de familias disfuncionales fuesen educados por personas fuera de su familia y, en consecuencia, ofrece muy poca ayuda a los muchos miembros de los clanes familiares que colaboran
cuando los padres se ponen enfermos o fallecen. Dificultades para la obtención de los documentos de identidad
Quizás el mayor obstáculo práctico en la forma en que las familias estresadas acceden al apoyo estatal es la necesidad de documentos de identidad. Para aquellos que viven en áreas rurales, la obtención de documentos de identidad puede convertirse en una pesadilla que implique largos y caros viajes a las oficinas gubernamentales, horribles colas y requisitos de papeleo que resultan desconcertantes. A menudo también encontramos casos de corrupción por parte de algunos jefes locales, que son los proveedores de las declaraciones juradas, y de algunos burócratas de nivel inferior, quienes procesan los documentos. Por lo tanto, una tarea principal de las Abaholikazi es ayudar a las familias a obtener los documentos que les permitirán solicitar subsidios, principalmente los subsidios de apoyo infantil, de unos 20 dólares
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norteamericanos mensuales y que están disponibles para los niños hasta 14 años. La Convención sobre los Derechos del Niño garantiza a todos los niños el derecho a una identidad, pero establecerla puede suponer un proceso agotador emocional, financiera y burocráticamente para los miembros de la familia, por ejemplo, los niños pequeños necesitan los documentos de identidad de sus padres para obtener la suya propia; pero los padres pueden haber fallecido sin haber llegado a conseguirlos.
En nuestro día a día observamos cómo la autoestima de algunas personas y su seguridad en sí mismas crece notablemente a la hora de tratar con los organismos gubernamentales.
En la actualidad, el Gobierno dirige proyectos piloto en hospitales seleccionados cuyo objetivo es ofrecer a las nuevas madres la oportunidad de obtener los documentos de identidad de sus bebés recién nacidos antes de que abandonen el hospital. Es otra idea que funciona en teoría pero que plantea problemas en la práctica, y no menores, ya que las tradiciones culturales requieren normalmente varias semanas de consulta con la familia antes de poder dar un nombre a un recién nacido. Esto ayuda a explicar por qué, de manera frustrante, tan pocos padres de niños menores de un año acceden a cobrar el subsidio de apoyo infantil
Promoviendo la resiliencia de los niños vulnerables y los cuidadores estresados
en un momento en que los niños son especialmente vulnerables y necesitan todo el apoyo que puedan conseguir. A menudo, cuando las Abaholikazi explican a los miembros de la comunidad el apoyo al que tienen derecho y les ayudan en el proceso de solicitarlo, observamos cómo la autoestima de algunas personas y su seguridad en sí mismas crece notablemente a la hora de tratar con los organismos gubernamentales. Dado que muchas personas que sufren situaciones de pobreza y vih/sida han entrado en un estado de desaliento y desesperanza, éste está entre los aspectos más satisfactorios de nuestro trabajo. Grupos de ahorro y autofinanciación
El aumento de la confianza en uno mismo también ha sido un efecto colateral gratamente común de los grupos de crianza de los hijos y de ahorro y autofinanciación de las mujeres que las Abaholikazi han estado facilitando. En algunos grupos, vemos cómo aumenta la autoestima de las mujeres hasta tal punto que se sienten con más fuerza para expresar sus opiniones colectivas sobre asuntos como la violencia dentro de la familia, en lo que todavía es una sociedad culturalmente muy tradicional y dominada por los hombres. Se promueven retos. No somos expertos en microfinanzas ni en actividades generadoras de ingresos, y no hay organizaciones expertas que trabajen localmente con las que asociarnos. Tampoco existen bancos en
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Sudáfrica dirigidos a las necesidades de los pobres, aunque la situación está mejorando. Sin embargo, creemos que es importante fomentar el ahorro y ayudar a las personas de las zonas rurales para que se familiaricen con los sistemas financieros y económicos formales, que es una de las razones por las que exigimos a nuestras Abaholikazi que abran cuentas bancarias para que podamos pagarles mediante transferencia bancaria. Uno de esos retos es fomentar este modo de pensar necesario en las comunidades que tradicionalmente han existido fuera de la economía de mercado y cuya experiencia con dicha economía se define por el dinero de un individuo que es sólo suyo. Debemos explicar pacientemente los conceptos del trabajo en cooperativa, la utilización de los recursos y cómo prestar y tomar prestado dinero con un plan para la devolución de dinero. Sin embargo, estamos en el camino. Los grupos de ahorro y autofinanciación han logrado un éxito razonable, si bien unos más que otros. Uno de éstos ya ha tomado la iniciativa de acceder a un programa estatal que ayuda a las mujeres que realizan trabajos de artesanía a venderlos a los turistas. El desarrollo de las comunidades y la influencia de las actitudes
Esta clase de desarrollo de la comunidad es un proceso impreciso y lleva tiempo. Requiere una gran paciencia y una atención individual para el desarrollo de relaciones y no se
presta al establecimiento de objetivos cuantificables ni al análisis a través de registro diarios. Sin embargo, es enormemente importante, no sólo para desarrollar la capacidad de los cuidadores estresados para ofrecer a sus hijos una mejor atención, sino también para preparar el terreno para la sostenibilidad, una vez que las agencias donantes se retiren y tree ya no esté presente. Para entonces esperamos que, a través de Abaholikazi, los importantes mensajes que queremos transmitir ya hayan penetrado en la conciencia de las comunidades. Entre estos mensajes se incluye la importancia de aprovechar la atención sanitaria gratuita ofrecida en clínicas gubernamentales, incluso si bien esto implica a menudo un esfuerzo importante en viajes y costes. Además, algo que es más delicado, los peligros de depender exclusivamente de los sanadores tradicionales, que realizan una gran contribución pero que también, en ocasiones, han aconsejado tratamientos inadecuados para enfermedades graves. También estamos trabajando sin descanso para efectuar un cambio en las actitudes negativas en relación con el vih/sida, especialmente en lo que se refiere a la creencia dominante de que la brujería está implicada en ellos. Esto, a su vez, crea un gran estigma en torno al estado positivo de vih y hace que la gente no lleve a sus hijos para que se realicen las pruebas. A través de Abaholikazi, estamos extendiendo la concienciación de que los niños
se deben realizar las pruebas y, si el resultado es positivo, se debe realizar todo lo posible para acceder a los regímenes de tratamiento y respetarlos. Desafortunadamente, la concentración de hospitales acreditados en áreas urbanas significa que todavía existe una gran dificultad, especialmente entre los niños de las áreas rurales, para acceder al tratamiento antiretroviral. Hacia la comprensión de la crianza positiva
Naturalmente, los intentos de remodelar actitudes y creencias muy anclados se deben realizar con una enorme sensibilidad. Y esto es lo que tree persigue en su objetivo principal de fomentar el desarrollo de la primera infancia a través de grupos de juegos informales y programas de crianza. Hemos realizado un enorme esfuerzo en la investigación de las creencias locales sobre ésta, identificando tanto las prácticas dañinas como las tradicionales positivas, que gradualmente podrían haber sido olvidadas, ya que las actitudes se han cimentado sobre las generaciones del apartheid, la pobreza, la inmigración y el sida. En nuestro programa de crianza trabajamos a partir de una serie de mensajes clave, impresos en el idioma local, que usamos como puntos de debate. En lugar de decir a los cuidadores lo que tienen que hacer, se aconseja a las Abaholikazi que intenten animarlos para que recuerden su propia infancia y piensen en formas beneficiosas de tratar a los niños. La idea
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Un día en la vida de una Abaholikazi Thembi se despierta temprano en una mañana calurosa y húmeda en KwaZulu-Natal. Hace pastel de maíz para el desayuno –suficiente para dejar sobras para el almuerzo–, atiende a su hermana postrada en cama y envía a sus dos nietos mayores al colegio. Reúne a los dos niños más pequeños y se dirige hacia el valle, a una sala de reuniones de la comunidad. Aquí coincide con otros cuidadores y niños para disfrutar de una sesión de juegos informales. Junto con una Abaholikazi compañera, expone juguetes educativos y anima a los cuidadores, desde madres hasta abuelas, a que jueguen con los niños. Después de tomar un aperitivo de media mañana, su compañera supervisa a los niños mientras Thembi lidera un debate de los cuidadores sobre lo que significa ser un buen padre y los retos a los que se enfrentan en sus vidas. Después de la sesión de juego, Thembi camina por una senda polvorienta para visitar un hogar donde el hijo, la única fuente de ingresos, ha fallecido recientemente. Thembi está ayudando a la afligida madre, la señora Bhengu, a navegar por el procedimiento burocrático necesario para conseguir los documentos de identidad que le permitirán tener acceso a la subvención de apoyo infantil para sus nietos. También se asegura de que la señora Bhengu haya llevado a los niños a la clínica, para el seguimiento de su crecimiento y las vacunas de inmunización. Mañana, Thembi se reunirá con el jefe de área de tree y su comité de la comunidad local para enviarle un informe mensual sobre el progreso de los grupos de juegos, sus visitas al hogar y el grupo de ahorro y autoayuda que facilita. El comité autorizará su estipendio mensual de unos 45 dólares norteamericanos que recibirá electrónicamente en su cuenta bancaria.
de los derechos de los niños se enfrenta a una gran resistencia, ya que muchos de los mayores creen que debe estar vinculada a un concepto equivalente de responsabilidades de los niños. Tal y como es de esperar, el éxito de los programas de crianza depende en gran medida de la madurez y la inteligencia emocional de cada una de las Abaholikazi. Por este motivo no sólo
Promoviendo la resiliencia de los niños vulnerables y los cuidadores estresados
las formamos y las enviamos a trabajar solas, sino que también las asesoramos constantemente y las ayudamos a profundizar en su comprensión, de modo que, a su vez, puedan ejercer una influencia más profunda en sus comunidades. Para muchos, la experiencia de ser una Abaholikazi ha sido personalmente transformadora, ya que gradualmente reexaminan las
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formas en que fueron tratadas como niñas o las formas en que alguna vez trataron a sus propios hijos. De nuestros esfuerzos para mejorar la crianza, quizás hay dos asuntos especialmente importantes y pertinazmente difíciles de lograr. El primero, que sorprendería a cualquiera criado en un paradigma occidental, es que es una buena idea que los padres jueguen con sus hijos. Para muchos de los cuidadores, su infancia consistió en trabajar (atendiendo a los animales y yendo a buscar agua), y se les debe convencer para que canten y bailen con sus hijos o para que se unan a ellos con juegos imaginativos. En los patios de preescolar, algunos cuidadores se sientan apartados, mientras que otros se implican de una forma contraproducente, dando instrucciones a sus hijos sobre cómo jugar en lugar de ser espontáneos. Es bueno hablar
Sin embargo, al mismo tiempo, el aspecto más gratificante del trabajo de tree es ver cómo los cuidadores comienzan a darse cuenta de lo que pueden disfrutar jugando con sus hijos y de ese modo llevar sus relaciones con ellos hacia un nivel completamente nuevo. De esto trata el desarrollo de la resiliencia, no tanto de traer psicólogos muy bien formados como de mejorar las interacciones y las relaciones diarias en casa de formas sencillas. La segunda idea crucial es que es bueno para los cuidadores hablar con sus hijos, escuchar e implicarse.
Especialmente, dado el estigma que rodea al vih/sida, junto con la creencia tradicional de que a los niños se les ve pero no se les escucha, ni tampoco se les dice lo que está ocurriendo cuando sus padres enferman o fallecen. Es posible que se les diga que su mamá se ha ido de vacaciones o que su papá está trabajando en Johannesburgo, en lugar de darles una explicación de una manera adecuada para su etapa de desarrollo. Un ejemplo conmovedor de esfuerzos erróneos para evitar los sentimientos de un niño, recientemente observado por una Abaholikazi, tuvo que ver con un niño y su madre postrada en la cama a los que se mantenía separados por los padres de la madre bajo la creencia de que el demacrado aspecto de la madre asustaría al niño. Una vez que la Abaholikazi hubo persuadido a los padres para que abriesen la puerta de la habitación de su madre, a la que el afligido niño llamaba sin cesar, la madre y el niño encontraron un gran consuelo al estar en los brazos del otro. Lentamente, la comprensión es cada vez mayor y las actitudes están cambiando. Provocada por las Abaholikazi, hemos observado una tendencia creciente de los cuidadores expresando su deseo de asistir a clases de educación básica para adultos y aprender lo necesario para sentarse con sus hijos y ayudarles con los deberes. El componente de compañerismo generado por la estrategia “niño a niño” del programa Siyafundisana, que deja a los niños de 9 a 12 años jugar con los más pequeños, también refuerza
los lazos entre las generaciones y los introduce en hábitos positivos para cuando ellos mismos sean padres. Sensaciones de alivio en vidas difíciles
El núcleo del programa Siyafundisana reside en los grupos de juegos y los talleres de crianza, y el mero hecho de su existencia constituye un enorme paso hacia adelante en la búsqueda de ayudar a los cuidadores estresados, apoyándoles para que reconozcan recursos en sí mismos y los usen para mejorar sus vidas a pesar de sus circunstancias difíciles. Para los niños, los grupos de juego de Siyafundisana proporcionan oportunidades de diversión, juego, amistad y relaciones felices en lo que generalmente son vidas muy duras y poco estimulantes. Para los cuidadores, los grupos de juego y los talleres de crianza suponen sensaciones de alivio en sus vidas difíciles. Constituyen un foro para hacer nuevos amigos, consolarse en sus penas y compartir experiencias sobre los desafíos de la crianza de los hijos y las soluciones que funcionan. Nota 1 Establecido en 1984, tree (Formación y Recursos en la Educación de la Primera infancia, por sus siglas en inglés) es la organización sin ánimo de lucro para el desarrollo de la primera infancia más antigua y grande de Sudáfrica. tree tiene 60 empleados a tiempo completo, la mayor parte mujeres, que viven y trabajan en comunidades de toda la provincia de KwaZulu-Natal, para desarrollar la capacidad de los padres, los cuidadores y los profesores de preescolar de proporcionar oportunidades para el desarrollo holístico en la primera infancia de sus vulnerables hijos pequeños.
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El estrés de los padres y sus implicaciones en Jamaica Heather Ricketts y Camille Daley, Universidad de las Indias Occidentales, Jamaica
La crianza de los hijos es una responsabilidad placentera pero también onerosa. Muchas personas consideran un reto la educación de los hijos, por una diversidad de razones. Quizás, la razón más evidente es que los padres pueden ser incapaces o poco capaces de cumplir con sus responsabilidades. Ricketts (1999: 24-25) apunta que “la [s]ociedad, de forma poco realista” y, por tanto “injustamente”, asume que todos los padres poseen las “herramientas” y habilidades necesarias y que, en consecuencia, deben ser buenos padres, sin tomar en consideración el hecho de que muchos se enfrentan a inmensos retos. El resultado es que se puede juzgar a los padres con un “criterio viciado”. Es verdad que factores como la pobreza, el hecho de tener muchos hijos o no tener un esposo/a o compañero/a (afectuoso) y estar desempleado o subempleado, pueden abrumar a los padres y aumentar sus niveles de estrés. Las normas de la comunidad y las “rudezas del entorno” (Bailey al. 1998: 28) también son agentes creadores de estrés. Tras un estudio realizado en Jamaica en el año 2004 sobre la crianza de los hijos, la respuesta de la gran mayoría de los padres fue que se sentían satisfechos o muy satisfechos con el cumplimiento de sus responsabilidades. Sin embargo, al mismo tiempo, más de la mitad de los padres (incluidos los cuidadores) estaban moderadamente o muy estresados (el 40 y el 17%, respectivamente) (Ricketts y Anderson, 2005). El módulo especial para la crianza de los hijos formó parte de este Estudio sobre las condiciones de vida, realizado en Jamaica en el 2004 (jslc), un estudio nacional que se elabora anualmente (Instituto de planificación de Jamaica e Instituto de estadística de Jamaica). Los niveles de estrés de los padres se determinó mediante cuatro factores que indicaban su grado de satisfacción en cuanto a sus responsabilidades de cuidado de sus hijos:
El estrés de los padres y sus implicaciones en Jamaica
1. Hasta qué punto percibían que estaban cumpliendo con sus responsabilidades como padres; 2. Sus sentimientos acerca de su papel como padres, como el de sentirse atrapado/controlado, indiferente o satisfecho; 3. Su capacidad para realizar el trabajo de padre; 4. Su disfrute de su función como padre. Las respuestas de los padres se utilizaron para calcular un índice del nivel de estrés, clasificado como bajo, moderado o alto. El resultado de que la mayoría de los padres jamaicanos se sentían estresados fue apoyado por Samms-Vaughan (2004), quien averiguó que, en comparación con los padres de ee. uu., los padres jamaicanos tenían una puntuación media más alta de estrés en todas las áreas del Índice de estrés de los padres desarrollado en ee. uu.
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El estrés en los padres jamaicanos es de una inquietud especial, ya que, de acuerdo con Ricketts y Anderson (2005), los niveles de estrés conforman significativamente el tipo de interacción entre los padres y sus hijos y casi siempre dictan los métodos de disciplina utilizados. A menudo, los padres muy estresados recurren al castigo físico o a las peleas y los gritos. Se castigaba a los niños pequeños pegándoles con un instrumento, como un cinturón o un bastón, mientras que la tendencia era “gritar” a los niños mayores. Los factores de estrés
Desde los datos del estudio de jslc del 2004 sobre la crianza de los hijos, los niveles de estrés de los padres se vieron muy influenciados por sus estatus de consumo y pobreza, el número y las edades de los niños a su cargo, su lugar de residencia y sus niveles marital y de unión. Harris y Khan (2004), quienes trabajaron para medir el nivel de angustia psicológica asociado a la crianza de los hijos en un estudio de 388 padres en la parroquia de Manchester, Jamaica, también averiguaron que la angustia de los padres se incrementaba con el aumento del número de hijos a su cargo. Averiguaron que los padres que sólo habían llegado al primer ciclo de educación secundaria (hasta el grado nueve) soportaban más angustia que los padres que habían llegado a niveles más altos de educación y que las madres presentaban niveles de salud mental inferiores a los de los padres. Samms-Vaughan (2004) averiguó que
los factores que causaban más estrés en los padres jamaicanos eran su incompetencia para la crianza de los hijos, su falta de apoyo por parte de sus esposos o parejas, la falta de relación con sus hijos y la reducida libertad personal que se asocia a ser padre. Estrés y pobreza
Los datos del estudio sobre la crianza de los hijos realizado por este estudio también sugerían que la incapacidad de los padres para satisfacer adecuadamente las necesidades materiales de sus hijos les causaba una gran angustia personal. Cerca de un tercio de los padres pobres se sentían muy estresados, en comparación con el 14% de aquellos con más posibilidades económicas. De forma similar, había casi el doble de padres no pobres con bajos niveles de estrés que de padres pobres con niveles de estrés similares. Dado que la pobreza es un pronóstico importante de niveles de estrés y que la pobreza es mayor en las zonas rurales de Jamaica, no nos sorprendió que los padres de las zonas rurales presentaran niveles más altos de estrés. Los niveles de consumo dictan el estatus de pobreza en Jamaica y los resultados del estudio demostraron una correlación con los niveles de estrés: mientras que aproximadamente el 29% de los padres del grupo de más bajo consumo estaban muy estresados, este porcentaje se reducía de manera continua, hasta caer alrededor del 7% entre los padres del grupo con mayores posibilidades económicas.
Normalmente, los padres que estaban muy estresados tenían mayores responsabilidades de cuidado de sus hijos y, por tanto, se sentían menos satisfechos con su función como padres. El estudio averiguó que los hogares pobres tendían a ser más de la media y que tenían un mayor número de niños. Existía una relación directa entre el estrés y el numero de niños que los padres tenían a su cargo (a medida que aumentaba el número de niños, lo hacían los niveles de estrés de los padres). Los padres que tenían más de tres niños eran casi tres veces más susceptibles de sufrir altos niveles de estrés que los padres con sólo un hijo. Además del número de niños, sus edades también afectaban significativamente al nivel de estrés experimentado por los padres. Los padres con niños pequeños (de menos de 12 años) y con niños pequeños y mayores (de 12 a 18 años) estaban más estresados que aquellos con sólo niños mayores. Tener que equilibrar las diferentes necesidades de los niños pequeños y mayores puede ser más estresante que hacerlo con sólo un grupo de edad. En cuanto a los padres, aquellos de mayor edad (de 40 años en adelante) no parecían sentir estrés en mayor o menor medida que los padres de menos de 40 años. La importancia de una relación estrecha
El estrés también se vinculó al estatus de unión de los padres/cuidadores. Más de la mitad de los cuidadores
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casados presentaban bajos niveles de estrés, en comparación con el 42% de cuidadores en unión marital de hecho, el 38% de los cuidadores en relaciones de visita y el 34% de los cuidadores solteros. Un tercio de los padres casados estaba moderadamente estresado, en comparación con más de la mitad de padres solteros y aquellos que no tenían ninguna relación de ningún tipo. Los padres en unión marital de hecho y aquellos en relaciones de visita
más altas de madres con altos niveles de estrés. Implicaciones para la interacción con niños y para la disciplina
Es de sobra conocido que “la relación padre-hijo es el bloque de desarrollo fundamental de la sociedad humana [y] si éste se rompe (...) quedará poco que perder” (Bruce et al., y Engle y Duffy, 1995: 3). Por lo tanto, una relación inadecuada entre padre e hijo puede
El informe mostró que existía una relación directa entre el estrés y el numero de niños que los padres tenían a su cargo. eran más susceptibles de estar muy estresados. Es evidente que la seguridad y la estabilidad de la relación contribuía a menores niveles de estrés; a medida que éstas se veían comprometidas, los niveles de estrés aumentaban. Existen notables diferencias según el género del cuidador. En comparación con las mujeres, que eran más susceptibles de presentar un alto nivel de estrés, un porcentaje mayor de padres expresaron bajos niveles. Pero, dado que hay un alto porcentaje de hogares dirigidos por mujeres en Jamaica y que éstas asumen una mayor responsabilidad en la atención infantil, la atención de los ancianos, la alimentación en general y la gestión de los asuntos domésticos, no nos sorprendió que hubiese proporciones
retardar el desarrollo del niño en su infancia. Ricketts y Anderson (2005) midieron la interacción padre-hijo con los siguientes cuatro indicadores: 1. La frecuencia con la que los padres hablaban con sus hijos acerca de sus sentimientos e intereses; 2. La frecuencia con la que la familia compartía actividades lúdicas; 3. Las formas de mostrar afecto; 4. La frecuencia con la que la familia se sentaba junta a la mesa. Los datos revelaban que, si bien la mayoría de los padres jamaicanos se comunicaban de manera frecuente con sus hijos acerca de sus intereses e inquietudes y mostraban afecto y compartían al menos una comida juntos, los niveles de estrés ejercían una influencia significativa en sus niveles de
El estrés de los padres y sus implicaciones en Jamaica
interacción. Los padres que presentaban bajos niveles de estrés interactuaban más con sus hijos, mientras que los padres muy estresados presentaban niveles más bajos de interacción. Cuando se introdujo el género como una variable de control, se observó que las mujeres muy estresadas mantenían niveles de interacción entre moderados y altos con los niños. Lo opuesto era verdadero de sus homólogos masculinos, que tendían a interactuar menos con sus hijos cuando presentaban altos niveles de estrés. Sin duda, esto se atribuye al hecho de que las madres jamaicanas son, en su mayoría, responsables de las tareas domésticas de la familia y se espera de ellas que proporcionen atención y alimentación a los niños, mientras que de los padres se espera que protejan y provean (si bien esto está cambiando en cierta manera). La sociedad es mucho menos amable con las madres que desatienden a sus hijos que con los padres que lo hacen. Dado que muchos de los hogares en Jamaica son de padres o madres solteros, toda la responsabilidad de la atención infantil suele recaer en una persona. El estudio también demostró que cerca de tres cuartos de los padres muy estresados utilizaban formas físicas de disciplina como los golpes, los azotes o las bofetadas a los niños muy frecuentemente, en comparación con sólo la mitad de los padres con niveles bajos de estrés. Esto sugiere que, independientemente de los niveles de estrés, la mayoría de los padres
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Es necesaria una respuesta nacional para ayudar a los padres a superar y gestionar el estrés de forma más eficaz y a mejorar sus interacciones con sus hijos Foto: Peter de Ruiter
disciplinan físicamente a los niños pequeños. Para la disciplina de los niños mayores, también se usaba el castigo físico por parte del 40% de los padres muy estresados, en comparación con el 24% de los padres con bajos niveles de estrés. Aquellos que interactuaban poco con sus hijos eran más susceptibles de golpearles que los que usaban formas de sanciones, como quitarles privilegios. Evans y Davies indican que, a la hora de disciplinar a los niños, “hay ciertas creencias culturales que influyen en las prácticas de crianza de los hijos y el proceso de socialización” (1997: 5). Estas creencias son producto de la idea de que “los niños deberían ser vigilados y no escuchados” y fluye en parte de la noción bíblica de “la letra con sangre entra”. Wilma Bailey et al. (1998), según la evidencia de Barbados y Jamaica, sostienen que la tendencia de los padres a usar el castigo corporal es realmente una alternativa a lo que podría ser la comunicación productiva. Leo-Rhynie (1997) apunta que en nuestra cultura “el éxito de los [p]adres en la crianza de los hijos se evalúa habitualmente en la comunidad según la obediencia y las buenas formas demostradas por los niños, su capacidad para permanecer limpios y aseados, su
capacidad para estar quietos durante largos períodos de tiempo sin ponerse impacientes (en misa, por ejemplo) y sus niveles de ayuda y cooperación” (ibíd.: 44). Para educar “bien” a los niños, por lo tanto, los padres de todas las clases socioeconómicas tienden a usar enfoques punitivos y restrictivos de disciplina. El estrés acentúa esta tendencia. Tal y como Horace Levy (1996) averiguó en un estudio de violencia urbana y pobreza en Jamaica, el castigo corporal era la norma. Los padres cuya frustración se basa enormemente en finanzas inadecuadas, padres ausentes, encerrados en sus casas debido a la guerra de bandas y al miedo por su seguridad recurrieron a golpes excesivos, lo que se conoce como la “mano malvada”. Una respuesta nacional al estrés de los padres
A la luz del empeoramiento económico global y de la profunda recesión resultante en la economía jamaicana, está claro que un mayor número de padres jamaicanos podría experimentar niveles de estrés más altos en un futuro próximo. Un nivel más alto de estrés lleva a interacciones padre-
hijo insatisfactorias y al uso de una disciplina física dura, y cuando el desarrollo infantil y las relaciones padre-hijo no son saludables la inquietud nacional crece. Esto se produce debido al aumento de los niveles de comportamiento antisocial y delincuencia juvenil que tienen lugar en la isla y que son un síntoma indudable del problema subyacente de las relaciones padre-hijo inadecuadas. El estudio sobre la crianza de los hijos resaltó la necesidad de una respuesta nacional para ayudar a los padres a superar y gestionar el estrés de forma más eficaz y a mejorar sus interacciones con sus hijos. Las respuestas nacionales se han ofrecido en forma de una política nacional sobre la educación de los hijos que se ejecutará pronto y el establecimiento en el 2006 de la Asociación nacional de padresprofesores. También se ha constituido recientemente una Comisión nacional de apoyo para la educación de los hijos. El objetivo de esta comisión es ofrecer a los padres la información, la formación y el apoyo necesarios para garantizar que los niños logren su pleno potencial de desarrollo. unicef ha apoyado el establecimiento de Equipos asesores de apoyo para padres (p-sat) en algunas parroquias. Estos equipos proporcionan a los padres la oportunidad de aprender del otro y de recibir apoyo e información de individuos especialmente formados y organizaciones especialistas. El Programa de Avance a través de la Salud y la Educación (path, por sus siglas en
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inglés), que es el principal programa de asistencia social en Jamaica, ayuda a los padres pobres mediante apoyo financiero, sanitario y educación gratuita para sus hijos. La propuesta adicional del Programa de pasos para el trabajo ayudará, o eso se espera, a aliviar aún más los niveles de estrés. Además, en los últimos años, desde el establecimiento de la Agencia de desarrollo infantil y la promulgación de la Ley de protección y atención infantil, existe un mayor compromiso por parte de los medios de comunicación a la hora de fomentar una crianza de los hijos positiva, con el apoyo de la oficina de unicef en Jamaica. Por ejemplo, un periódico diario comparte habitualmente consejos importantes de educación de los hijos y una emisora de radio tiene un programa llamado “Hablemos de la educación de los hijos”. Se presta una atención especial a la implicación del padre y esto tiene el potencial de concienciar más a los padres (y de hacer que se responsabilicen más) sobre su papel de educadores y reducir así la carga de las madres. Como resultado de estas intervenciones, la sociedad es cada vez más intolerante con el castigo corporal de los niños, especialmente desde que se ha reivindicado la conexión con la violencia general. El resultado del aumento de la concienciación de la Convención sobre los Derechos del Niño y el trabajo de asesoramiento e intervención de la comunidad en varias organizaciones civiles de la sociedad son un cambio de comportamiento positivo.
Aparte de las intervenciones más recientes, se debe apuntar que una serie de organizaciones no gubernamentales han desarrollado muchos programas satisfactorios para la crianza de los hijos en Jamaica durante los últimos 30 años. Su objetivo ha sido mejorar las prácticas de los padres, fomentar los derechos de los niños y cambiar las creencias y los comportamientos tradicionales. Entre algunas de estas organizaciones se incluyen la Fundación Bernard van Leer (que presta su apoyo a la Organización de apoyo familiar rural o rufamso, por sus siglas en inglés), la Coalición para una mejor crianza de los hijos de unicef, la Fundación Jamaicana para niños, la sociedad para la crianza de los hijos y Esperanza para los niños, etc. rufamso, en concreto, dirige su trabajo en las parroquias con mayor población de la isla. Su tremendo éxito ha logrado la duplicación del programa en otras islas del caribe. Conclusión
La formación para la crianza de los hijos es absolutamente necesaria para engendrar un papel como padres más sano, un desarrollo saludable del niño y un énfasis renovado en la planificación familiar para garantizar que los tamaños de las familias sean razonables. Los servicios de apoyo, como la línea telefónica directa para la crianza de los hijos creada por la Fundación para los niños de Jamaica, son también de vital importancia. A la luz de los resultados, que indican que los padres con un estatus socioeconómico bajo
El estrés de los padres y sus implicaciones en Jamaica
y aquellos que viven en pobreza son más susceptibles de experimentar altos niveles de estrés y de tener interacciones padre-hijo insuficientes, se espera que el Gobierno trabaje para duplicar estos programas satisfactorios en más parroquias de toda la isla, especialmente dirigiéndose a las familias en situación de riesgo. Bibliografía Bailey, W., C. Branche y E. LeFranc (1998): Parenting and socialization in Caribbean family systems. Caribbean Dialogue, 4 (1), pp. 21–28. Bruce, J., C. B. Lloyd y A. Leonard, con Engle y Duffy (1995): Families in Focus: New Perspectives on Mothers, Fathers, and Children. New York: The Population Council, Inc. Evans, H. y R. Davies (1997). Overview of issues in childhood socialization in the Caribbean. En: J. Roopnarine y J. Brown (eds.): Caribbean Families: Diversity Among Ethnic Groups, 14 (Advances in Applied Developmental Psychology). Greenwich, Connecticut: Ablex Publishing Corporation. Harris, M. y M. Khan (2004): “Parenting, education and well-being: The case of Jamaican men and women”. Wadabagei, 8 (3), pp. 1-9. Le Franc, E., W. Bailey y C. Branche (1998): The family unit: An elusive dream? Caribbean Dialogue, 4 (1), enero-marzo. Leo-Rhynie, E. (1997): “Class, race and gender issues in child-rearing in the Caribbean”. En: J. Roopnarine y J. Brown (eds.): “Caribbean Families: Diversity Among Ethnic Groups. Greenwich, Connecticut: Ablex Publishing Corporation”. Levy, H. (1996): They Cry Respect: Urban Violence and Poverty in Jamaica. University of West Indies, Mona: Department of Sociology, Psychology and Social Work, Centre for Population, Community and Social Change. Planning Institute of Jamaica (pioj) and Statistical Institute of Jamaica (statin) (varios años): Jamaica Survey of Living Conditions. Kingston, Jamaica: pioj and statin. Ricketts, H. (1999): An Assessment and Analysis of Parenting in Jamaica. Kingston, Jamaica: unicef, Jamaica. Ricketts, H. y P. Anderson (2005): Parenting in Jamaica. Kingston, Jamaica: The Planning Institute of Jamaica. Samms-Vaughan, M. (2004): Profiles-The Jamaican Pre-School Child, The Status of Early Childhood Development in Jamaica. Kingston, Jamaica: The Planning Institute of Jamaica.
Una estrategia para fortalecer la resiliencia en comunidades con alto índice de migración
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“Yo quiero, yo puedo… aprender y divertirme en preescolar” Martha Givaudan, Marco Barriga y Fernando Gaál, Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población (imifap1), México
Con el apoyo de la Fundación Bernard van Leer, imifap desarrolló, instrumentó y evaluó una estrategia integral para promover el desarrollo de factores protectores en la primera infancia. Se trata del programa “Yo quiero, yo puedo… aprender y divertirme en preescolar”, desarrollado en comunidades con alto índice de migración en el estado de Hidalgo, que cuenta con la participación de niñas, niños, docentes de preescolar, así como madres y/o cuidadores. Los resultados cualitativos de la evaluación mostraron un efecto favorable en el desarrollo de factores protectores internos, dando elementos para formar niños resilientes que sean capaces de enfrentar de manera sana las situaciones adversas asociadas a la migración. A través de la historia, las personas han abandonado sus países de origen y migrado a otros en busca de trabajo con la esperanza de una mejor calidad de vida. Según estadísticas del Pew Hispanic Center (2008), alrededor de 12 millones de mexicanos viven en Estados Unidos. El fenómeno migratorio, principalmente hacia este país, se incrementó en un promedio de 30.000 personas anuales durante el período 1961-1970 y de 390.000 entre 2001 y 2003 (conapo, 2004). La principal motivación es económica, ya que los salarios medios son diez veces mayores en Estados Unidos que en México (Alba, 2002). Mientras que los migrantes envían remesas que aumentan drásticamente los ingresos de los hogares (en 2005 los migrantes mexicanos enviaron más de 20 mil millones de dólares en remesas (Banco de México, 2008)), muchas poblaciones han perdido a sus ciudadanos más activos y algunos pueblos han sido abandonados tan drásticamente que se han convertido en pueblos fantasmas. Además, la
migración ha separado a familias, parejas y padres jóvenes que no participan en la crianza de sus hijos y hasta hermanos que tienen que vivir separados y al cuidado de otros parientes. Poco se ha investigado respecto a los efectos de la migración en el desarrollo de los niños que se quedan a cargo de cuidadores, ni en la manera en que éstos favorecen o no factores protectores para enfrentar esta situación, frecuentemente asociada con abandono o desamparo. Según unicef (2008), los menores sin cuidado parental presentan un riesgo mayor de discriminación, falta de atención, abuso y explotación, más el hecho de que su bienestar físico no esta suficientemente controlado. Una encuesta entre maestros de escuelas públicas en México mostró un incremento en los problemas emocionales de los niños abandonados en las poblaciones migrantes, junto con malas calificaciones causantes de deserción escolar (The corner project, 2004). Si bien estas situaciones no son privativas de familias migrantes, la
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Tabla 1. Contenidos del programa “Yo quiero yo puedo…aprender y divertirme en preescolar” Habilidades para la vida
Educación para la salud
Formación civica y ética
Me conozco y me quiero
Mi sexualidad
Pertenezco a una comunidad
Soy responsable
Me cuido
Mi familia y mis amigos
Me organizo y soy productivo
Cuido mi ambiente
¿En qué nos parecemos y en qué somos diferentes hombres y mujeres?
Observo, escucho y me comunico
Me alimento sanamente Prevengo adicciones
Crezco y dejo crecer Aprendiendo a participar
Me divierto y aprendo
Pienso, siento y decido
Mi país y mi mundo
Expreso mis sentimientos
Tengo el control de mi salud
Los valores de la convivencia
percepción de abandono físico por parte de los niños se suma al riesgo psicosocial de carencia de cuidado y afecto. El papel de la resiliencia
Se ha demostrado que las personas resilientes son capaces de enfrentar estresores y adversidades, independientemente de su nivel socioeconómico y de su inteligencia (Elder y Conger, 2000; Hiew, Shimizu y Tominaga, 2000; Vaillant y Davis, 2000). La resiliencia ha sido definida como la capacidad universal que permite a una persona, grupo o comunidad minimizar o sobreponerse a los efectos de las situaciones adversas (Grotberg, 1995). Aún cuando se sabe que existen factores genéticos y de temperamento, que tienen un efecto en el desarrollo de la resiliencia, se han identificado habilidades que pueden favorecerse y que constituyen herramientas personales para enfrentar diferentes riesgos, actuando como factores protectores internos, los cuales a su vez contribuyen al bienestar y a la salud mental. Entre éstos se encuentran el autoconocimiento, la capacidad para comunicarse y establecer relaciones interpersonales, la autonomía, la responsabilidad, la expresión de sentimientos y de necesidades afectivas y la capacidad para buscar ayuda. Programa “Yo quiero, yo puedo... aprender y divertirme en preescolar”
El programa –que incluye el diagnóstico, el diseño de los contenidos y materiales, la formación de docentes, padres/
“Yo quiero, yo puedo… aprender y divertirme en preescolar”
cuidadores, la réplica con niños y la evaluación– se llevó a cabo en los municipios de Ixmiquilpan y Zimapán, en el Estado de Hidalgo, en México. En Ixmiquilpan, el 30% de la población no ha terminado la escuela primaria; el 8% de los hogares no tiene agua entubada y el 62% gana menos del salario mínimo (113,38 dólares americanos/mes), con el que además se debe sostener a una familia extensa (inafed, 2005). Zimapán es una comunidad muy marginada. Más del 37% de la población no ha terminado la primaria, el 38% no tiene agua corriente y más del 65% gana menos del salario mínimo. Una tercera parte de los niños vive sin uno o ambos padres debido a la migración. Un total de 78 docentes, 1.530 alumnos de preescolar y 400 padres de familia y/o cuidadores procedentes de estos municipios fueron los beneficiarios del programa. Diagnóstico de la situación
A través de grupos focales, se habló y debatió sobre las experiencias de migración y en particular los efectos de ésta en los niños que se quedan al cuidado de otras personas. Madres, cuidadores y maestros mencionan que los niños extrañan a quienes migran y a menudo se sienten abandonados. Se encuentran tristes o enojados y no saben cómo manejar estas emociones, lo que les lleva a un comportamiento rebelde, o al contrario, a timidez y aislamiento. Los participantes perciben que el efecto de la migración en la niñez depende de la comprensión que se tiene
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del fenómeno migratorio. En la mayoría de los casos, los niños reciben una breve explicación de sus familiares sobre la migración y las razones para dejar a la familia. Para los niños mayores, quienes entienden mejor las razones económicas, el ejemplo de la migración dentro de la familia tiene consecuencias negativas en su rendimiento escolar, ya que no creen que la educación pueda mejorar sus condiciones y desean abandonar la escuela para unirse a la fuerza de trabajo fuera del país. En resumen, el diagnóstico reveló que los niños migrantes sufren problemas emocionales, falta de recursos necesarios para regular y expresar sus emociones, tienen diferentes concepciones del fenómeno migratorio y a menudo carecen de la motivación en el rendimiento académico. La estrategia de intervención
Basándose en el diagnóstico y en la experiencia previa de imifap, se desarrollaron contenidos para cada uno de los tres grados escolares del nivel preescolar (de 3 a 5 años de edad), lo que constituyó el programa “Yo quiero, yo puedo... aprender y divertirme en preescolar”, cuyo objetivo es fortalecer los factores protectores internos en los niños de nivel preescolar y en las personas que los cuidan. Los contenidos abordan 3 ejes: Habilidades para la vida, Educación para la salud y Formación cívica y ética (Tabla 1). Como materiales de apoyo, se publicó un libro de texto y se desarrollaron juegos didácticos para
cada grado, así como un manual para los docentes. Las autoridades educativas del Estado de Hidalgo encontraron útil el programa, y éste se aplicó durante el ciclo escolar (2007-2008), de forma integrada al currículo regular, en un promedio de una hora a la semana. Las actividades se centraron en el fortalecimiento del primer eje, que incluía habilidades sociales, cognitivas y emocionales como base para el desarrollo de factores protectores internos y resiliencia. Los contenidos de los otros dos ejes presentan situaciones donde se aplican estas habilidades en la vida cotidiana. Se adaptaron y desarrollaron contenidos adicionales para los cuidadores2. Además, se sumaron contenidos específicos sobre nutrición, respondiendo a las necesidades del diagnóstico. Los docentes participaron en un taller de 40 horas previo, después del cual iniciaron el trabajo en el salón de clases con niños y niñas, donde utilizaron los diferentes materiales de apoyo, mientras que los cuidadores recibieron un taller de 16 horas. Efectos en el desarrollo y fortalecimiento de factores protectores
Al finalizar el ciclo escolar se realizó análisis de contenido, de testimonios, opiniones y percepciones de docentes, madres y cuidadores en relación con la adquisición o mejora de factores protectores. El análisis cualitativo sobre las habilidades para la vida, desglosado en sociales, cognitivas y emocionales
(Mangrulkar, Whitman y Posner, 2001), arrojó los siguientes resultados: Habilidades sociales
Los participantes informaron sobre una mejora en las habilidades sociales, que son las más reportadas. Mencionan un incremento en la confianza en sí mismos, así como en el proceso de socialización y respeto hacia sus compañeros. Refieren incrementos en la capacidad de comunicación y participación en las actividades de la escuela. Describen una mejor adaptación al ambiente escolar y una mayor capacidad para identificar situaciones de conflicto y manejo de la presión de los pares. Y de acuerdo con testimonios de los maestros, se incrementó el respeto a las normas: “parece que han se aceptado más, se han aceptado a sí mismos como son”. “Hacen las cosas, no porque tengan que hacerlas, o porque es una obligación, sino porque quieren hacerlo”. Habilidades cognitivas
Los participantes refirieron avances en este ámbito. Comentan que los niños mejoraron sus habilidades para tomar decisiones y analizar alternativas. Asimismo, aprendieron a preveer y aceptar las consecuencias de su comportamiento. Una maestra explicó que, al finalizar el ciclo escolar, los niños parecían ser más autónomos: “resuelven los propios problemas que van surgiendo”. En el ambiente familiar los testimonios confirman dichos avances: “Cuando elijo la ropa para vestir a mi
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hija, y ella no le gusta, ahora me lo dice, y sugiere lo que quiere ponerse”. Habilidades emocionales
Los docentes indicaron que después de participar en las actividades del programa, los niños expresaban con mayor frecuencia y facilidad sus emociones, y que habían aprendido a pedir ayuda. Asimismo podían responder a las emociones de otras personas y explicar las propias. Una madre expresó que su hija era muy tímida desde que su papá se fue a Estados Unidos y que a raíz de su participación en el programa podía expresar el motivo de su tristeza: “extraño a mi papá y me gustaría hablar con él” (…) “Han adquirido mayor conocimiento de sí mismos, y se expresan más, hablan de sus experiencias, sus emociones y sólo acerca de cómo se sienten” (…) “Mi hijo me dijo: “Cuando me gritas, me pongo a llorar, y yo empiezo a gritar”. Y además me dijo: “si me hablas quedito y con calma, yo también me calmo.”¡Eso es lo que me dijo!”. Otros resultados del análisis cualitativo muestran que: • No sólo los niños se beneficiaron con el programa, sino que docentes, madres y cuidadores también reconocieron que sus habilidades de enseñanza y crianza, respectivamente, mejoraron. También comentaron haber incrementado el tiempo que dedican a niños y niñas (facilitando oportunidades de juego y comunicación).
• Indican que cambió la forma de expresar afecto por parte de los adultos a los niños: se describen más cariñosos, tanto física como verbalmente. Expresan emociones negativas de una manera más constructiva (por ejemplo, evitan gritar a los niños). Además, son capaces de aceptar sus propios errores y admitirlos ante los niños. • Utilizan un lenguaje más positivo y estimulante al hablar a los niños y evitan comentarios negativos que pueden afectar la motivación. • Maestros y/o padres/cuidadores generan una mayor libertad para los niños. Estimulan la toma de decisiones y sus habilidades para resolver problemas ofreciéndoles
“Yo quiero, yo puedo… aprender y divertirme en preescolar”
una gama más amplia de opciones para elegir. Por ejemplo, en el aula les permiten elegir a sus propias tareas, actividades, materiales, etc. En casa, les permiten elegir la ropa que usan o los juegos a los que quieren jugar. • Los maestros se sienten más cómodos al hacer preguntas concretas a los niños cuando se sienten tristes para invitarlos a reflexionar y manejar sus emociones. Los padres, por su parte, invitan a sus hijos a reflexionar sobre su comportamiento cuando se portan mal y los motivan para pensar en las consecuencias. • Padres, cuidadores y profesores concluyeron que era más fácil para ellos mantener las normas y que los
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“Hacen las cosas, no porque tengan que hacerlas, o porque es una obligación, sino porque quieren hacerlo.” Foto: Jon Spaull
niños las respetaran después de la participación de éstos en el programa. Conclusiones
El diagnóstico mostró que la estructura familiar cambia radicalmente debido a la migración de uno o ambos padres y que las familias no siempre poseen los conocimientos o recursos necesarios para hacer frente a esta nueva situación, tanto desde el punto de vista de las personas adultas como desde la perspectiva de los niños. Las familias no dan tanta importancia ni reconocimiento al hecho de que los niños también enfrentan un proceso de crisis. La mayoría de los cuidadores carece de alternativas para ayudarlos a superar esta situación adversa y de estrategias para guiar el desarrollo de factores protectores que lleven a la formación de niños resilientes, capaces de enfrentar de manera sana y efectiva las situaciones estresantes o de riesgo a las que se enfrentan ante la ausencia de uno o ambos padres. El programa “Yo quiero, yo puedo… aprender y divertirme en preescolar”, aplicado como una estrategia integral para niños, personal docente y padres o cuidadores, tiene un efecto positivo en la comunidad. Los resultados cualitativos muestran que esta estrategia tiene efecto en el desarrollo de habilidades para la vida que funcionan como factores de protección internos: habilidades sociales, toma de decisiones y manejo de emociones. A pesar del riesgo psicosocial que implica la migración, los niños logran comunicar sus estados
de ánimo, reconocerlos, pedir ayuda, optar por alternativas para solucionar los desafíos del desarrollo, establecer relaciones positivas entre iguales y cada vez más desarrollar conductas prosociales (de apoyo y cooperación). La participación y apoyo de las autoridades escolares, mediante la provisión de un ambiente estructurado donde acuden los niños, así como la participación de los miembros de la comunidad, permitió la formación de recursos humanos locales, lo que a su vez facilitó un desarrollo desde los niveles personal y familiar. Este modelo garantiza además la sustentabilidad y el desarrollo y el fortalecimiento comunitario que, en última instancia, constituye uno de los factores clave para que los niños sean capaces de enfrentar de manera sana las situaciones adversas asociadas a la migración.
Notas 1 El Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población (imifap) es una organización no gubernamental fundada en 1985 en la Ciudad de México, por investigadores en psicología social de la Universidad Nacional Autónoma de México. imifap desarrolla, implementa y evalúa programas que fortalecen las habilidades y competencias psicosociales de las personas a través de conocimientos y de la reducción de barreras psicológicas, que se reflejan en cambios de conductas y mejoras en el desarrollo humano y comunitario. 2 Basado en el programa “Yo Quiero, Yo Puedo... aprender a ser papá y mamá”, desarrollado previamente por imifap.
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Cómo desarrollar la resiliencia en entornos de cuidado comprometidos
Aprovechamiento de la sabiduría indígena Auma Okwany, asesor jefe y Elizabeth M. Ngutuku Mulongo, directora ejecutiva, Organización de investigación y desarrollo Nacent, Kenia
“Tengo 88 años, perdí a mis tres hijos y a sus esposas por esta enfermedad y he sacado adelante a cinco nietos, y ahora mi nieta de doce años acaba de tener un bebé (…) Me estoy haciendo mayor y dependo del apoyo de mis nietos. Me preocupa mucho esta chica porque es sólo una niña y ¿cómo va a cuidar de su bebé? No es fácil…” (Entrevista con una cuidadora en Kenia)1 Los derechos globales a la supervivencia, el desarrollo, la protección y la participación, tal y como se explican en la Convención sobre los Derechos del Niño, exigen el reforzamiento de las condiciones para ofrecer mecanismos de protección y una atención significativa en los entornos inmediatos de los niños. Sin embargo, el entorno de atención de los hogares con pocos recursos para muchos niños pequeños en Kenia y Uganda se ve comprometido por una combinación de diferentes fuerzas, incluido el creciente nivel de pobreza, las políticas macro y microeconómicas sesgadas y la marginalización empeorada por los devastadores efectos del vih/sida. Todos estos factores han añadido tensión a las estructuras de atención y a los sistemas de apoyo locales y han intensificado el estrés de los padres/cuidadores, colocando a los niños supervivientes en situación de riesgo. Muchos padres/cuidadores en estos contextos carecen de tiempo y de recursos y a esto se añade el aumento exponencial de la extensión de la enfermedad entre los padres y el subsiguiente fallecimiento de éstos, lo que a su vez ha generado peligrosos agentes creadores de estrés en relación con el cuidado de los niños.
Aprovechamiento de la sabiduría indígena
Este documento se basa en los diálogos con comunidades de Kenia y Uganda, durante los cuales se recopilaron datos para realizar un estudio continuado sobre cómo los sistemas y las prácticas indígenas y de sabiduría local se pueden aprovechar para reforzar la atención infantil. Este artículo proporciona una instantánea de los aspectos de la capacidad de recuperación de la comunidad y la familia (definida como la capacidad humana para enfrentarse, superar e incluso transformarse por las experiencias de la adversidad (Grotberg 2003)) y revela cómo los miembros de la comunidad local están aprovechando la sabiduría indígena y local para sobrellevar las demandas del entorno. Específicamente, resaltamos el modo en que los sistemas de sabiduría local e indígena (iks) proporcionan una ruta de enorme importancia para abordar al estrés de los padres/cuidadores y la resiliencia de los niños. El estrés del cuidado
En términos prácticos, el estrés físico, socioeconómico y emocional para los niños y los mayores comienza cuando muchos sostenes familiares enfermos, económicamente activos, migran de nuevo a las zonas rurales. Son los
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ancianos (especialmente las mujeres) quienes, a menudo, se hacen cargo del cuidado de sus hijos enfermos y de sus nietos. En situaciones donde no hay abuelos ni otros miembros de la familia, los niños se hacen cargo y, a la larga, se convierten en cabezas de familia cuando los cuidadores principales fallecen. A menudo, esta situación es una tragedia múltiple para los ancianos y para los niños porque en contextos de inseguridad generalizada, sin protección social estatal (sin pensiones para los mayores ni subvenciones de apoyo infantil), como en Kenia y Uganda, los costes de los cuidados de los enfermos y del funeral reducen los escasos recursos y activos de los hogares. No sólo son niños supervivientes y mayores emocionalmente traumatizados por la magnitud de su pérdida, sino que el fallecimiento también les roba su soporte económico. En particular, altera fundamentalmente los papeles, ya que los ancianos se ven obligados a hacer el papel de padres a una edad muy avanzada o los niños (algunos muy pequeños) se ven forzados a realizar el papel de los adultos, a abandonar el colegio para hacerse cargo de las responsabilidades económicas, ya que tienen que llevar adelante sus casas y cuidar de sus hermanos pequeños. Un aspecto importante es que esto ocurre en comunidades donde predomina la pobreza y la inseguridad es generalizada. Incluso en hogares con padres económicamente activos, los cuidadores entrevistados citaron la falta de seguridad ciudadana, la
enfermedad y la falta de acceso a servicios como obstáculos para poder cuidar adecuadamente de sus hijos. La pobreza también fuerza a muchos niños a abandonar el colegio y a trabajar para aportar algo a los ingresos de la familia. Asimismo, en estos contextos, la inseguridad del hogar y la pobreza intensificados por el vih/ sida significan que la supervivencia a
los niños, la exposición limitada a la adversidad desarrolla la resiliencia; sin embargo, una exposición grave (y éste es el caso de muchos niños en nuestro estudio) puede ser agobiante y traumática. Por lo tanto, estos niños necesitan cuidados enérgicos para ayudar a desarrollar su capacidad de resiliencia. Las conversaciones con los cuidadores revelaron que el estrés
Nuestro estudio corrobora la evidencia que demuestra que los hogares y las comunidades del microentorno del niño continúan siendo las redes de seguridad de mayor importancia.
corto plazo precede a las inversiones clave a largo plazo, como la nutrición, la educación, la salud, el apoyo y el cuidado adecuados. Esto es significativo porque pone de relieve la función crítica del capital familiar, así como la calidad de la calidez y la atención diarias, experimentadas a largo plazo en entornos familiares que determinan la capacidad del niño para desarrollar la resiliencia y repuntar tras la adversidad. En nuestro estudio, el cuidado se reveló como una experiencia complicada, frustrante, agotadora y estresante para los cuidadores, quienes necesitan equilibrar las demandas laborales y las del cuidado con las realidades de sus limitaciones materiales u otras. El estrés y la vulnerabilidad se vencen a través de la resiliencia. Para
que experimentaban les hacía sentirse deprimidos, sin energía, culpables y a veces enfadados. Muchas abuelas se sentían impotentes y/o abrumadas por sus tareas de cuidados, ya que habían sacado adelante a niños en entornos ricos en recursos y socioculturalmente de mucho apoyo que eran radicalmente diferentes de los de sus nietos. La diferencia generacional hacía difícil la educación y muchas tenían que lidiar con las tareas diarias de cuidado y disciplina de los niños a los que se suponía que tenían que estar educando. Algunos padres, sencillamente, se retiraban de la situación o se daban a la bebida, pero lo que resulta alentador es que otros (especialmente los padres jóvenes) afirmaban encontrar satisfacción no sólo en proveer a su
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familia sino también en adoptar un papel de educador. Cabe destacar que muchos cuidadores añadieron que, a pesar de la dificultad, había aspectos enriquecedores y satisfactorios, y muchos citaron las redes de apoyo como algo de vital importancia que les ayudaba a mitigar su estrés y les permitía disfrutar de sus hijos y/o de su papel como cuidadores. La aldea todavía saca adelante al niño
Los resultados de nuestro estudio corroboran la evidencia que demuestra que los hogares y las comunidades del microentorno del niño continúan siendo las redes de seguridad de mayor importancia, incluso en contextos donde los impactos como el vih/sida y los conflictos han afectado a los recursos de las familias y las comunidades (Swadener, Kabiru y Njenga, 1995; Richter, Foster y Sherr, 2006; Joint Learning Initiative on Children and hiv/ aids, 2009). Esto es contrario a los argumentos de los defensores de la tesis de la ruptura social, quienes sostienen que, en el contexto del vih/sida, las estructuras de apoyo de la comunidad se han roto y ya no son capaces de proporcionar atención y protección a los niños vulnerables. Un número cada vez mayor de estudios se opone a esta lectura simplista de la capacidad de la comunidad y plantean que el apoyo de los hogares y la comunidad se ha desplegado y sobreextendido, lo que hace de ella una red de seguridad, en efecto, con agujeros, pero que a pesar de todo es resistente. Además, las
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pruebas de la capacidad de resiliencia de la comunidad y la familia revelan que las comunidades están pasando por procesos de reestablecimiento y reconfiguración en los que están emergiendo nuevas formas de estrategias de adaptación, si bien es cierto que con grados variados de éxito (Nyambedha, Wandibba y AagaardHansen, 2003; Abebe y Aase, 2007; Chirwa, 2002; Madhavan, 2004; sos Children’s Village Kenya, 2008; Bernard van Leer Foundation, 2008).Los resultados de nuestro estudio respaldan estas afirmaciones y creemos que los sistemas de sabiduría indígena, si bien a menudo es un aspecto descuidado de la protección social formal, presenta una estrategia efectiva y de vital importancia para combatir el estrés de los cuidadores y desarrollar la capacidad de resiliencia de las familias y los niños, fomentando y reforzando las capacidades de las comunidades y los hogares. Para ello, se integran redes sociales vitales y se fortifica la capacidad de resiliencia y la acción de las comunidades y sus hijos. Definimos los sistemas de sabiduría indígena como una fuente de recursos internos que se han desarrollado con el tiempo y se han regenerado, adecuado e incorporado en estrategias de defensa, redes sociales y recursos de la comunidad híbridas. Los sistemas de sabiduría indígena son esencialmente tácitos y están arraigados en las prácticas, las instituciones, las relaciones y los rituales de la comunidad. Reconocemos que estos sistemas son de vital importancia para las estrategias
de defensa de la comunidad que se usan para satisfacer las necesidades de las comunidades locales, bien como complemento bien en ausencia de programas dirigidos por el Estado. También reconocemos la importancia de evaluar estas formas de conocimientos para integrar prácticas positivas dentro de la secuencia continua local de los servicios sociales. Los ejemplos resaltados en este documento demuestra cómo las estructuras de los hogares y la comunidad se pueden adaptar y, si bien no queremos sobrevalorar los sistemas de sabiduría indígena, destacamos ejemplos donde las comunidades han comenzado a regenerar y desarrollar nuevas fortalezas, que son posibles vías de intervención. El apoyo a los niños huérfanos
El Grupo de Mujeres Kinda para el Desarrollo, en el distrito de Siaya, provincia de Nyanza, es un ejemplo de grupo cuyas estrategias innovadoras están ayudando a los niños vulnerables en su comunidad, incluidos los huérfanos y los cuidadores vulnerables. Una persona entrevistada clave apunta: Como grupo de mujeres, no podríamos sentarnos a ver cómo estos niños y sus hogares sufren solos y decidimos actuar. Todo comenzó cuando identificamos una casa dirigida por niños y nos desplazamos hasta allí, realizando nuestras actividades y así “extendimos nuestras alas” sobre esos niños, asegurándonos de que no les faltaba
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Los sistemas de sabiduría indígena presentan una estrategia efectiva y de vital importancia para combatir el estrés de los cuidadores y desarrollar la capacidad de resiliencia de las familias y los niños Foto: Wendy Stone
atención ni apoyo de adultos. Les proporcionamos ayuda material, emocional y psicológica, y cuando los hermanos mayores llegaron a la edad adulta nos dimos cuenta de que su capacidad había mejorado y nos desplazamos a otro hogar vulnerable. (Notas de la entrevista, Kinda Women for Development, Kenia). La función del grupo también fue garantizar que los niños asistían al colegio y creó centros de desarrollo para la primera infancia dentro de estos hogares para los niños de la comunidad. Esto no sólo ayudó a proteger y educar a los niños huérfanos, sino que también se prestó apoyo a los hogares vulnerables y se mejoró la cohesión de la comunidad, ya que los centros se encargaban de todos los niños. Los niños huérfanos tenían un sentido más agudizado del bienestar y la pertenencia, ya que habían dejado de sentirse aislados y se había reducido enormemente el estigma contra ellos. Sin embargo, con el tiempo, parecía que el número de niños con necesidades estaba aumentando más allá de la capacidad del grupo para proporcionar apoyo familiar individual. Desde entonces, los miembros del grupo han comenzado a apoyar a los niños a través de los centros de primera infancia, donde pueden ofrecerles una alimentación saludable y garantizar la satisfacción de sus necesidades de desarrollo holístico. Muchos de los beneficiarios originales son ahora adultos y tienen sus propios hijos; otros incluso han terminado los estudios de
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educación secundaria. El grupo también estableció un sistema de monitorización y mentores, donde se asigna a los miembros tareas de monitorización y comunicación acerca de los hogares en situación de vulnerabilidad. También se proporciona apoyo a los cuidadores, muchos de los cuales son ahora miembros del grupo de mujeres. En una aldea del barrio, otra rama del grupo de mujeres Kinda ha desarrollado una innovadora estrategia de sustento: un proyecto de granja avícola indígena. Con materiales locales y su propio trabajo, han construido gallineros para alojar a los pollos de granja, que crían de forma colectiva y venden como estrategia de sustento para los miembros del grupo, así como para prestar ayuda a los niños huérfanos y vulnerables, quienes están siendo criados, educados y/o acogidos por miembros del grupo y la comunidad. En la parroquia Kyanija de Uganda, las abuelas continúan desempeñando un papel esencial en la atención infantil, incluso con recursos limitados y erráticos en ocasiones. Acción para los Niños (afc, por sus siglas en inglés) apoya a estos cuidadores ancianos y proporciona educación subvencionada a los niños menores de ocho años. Estos centros también ofrecen comidas nutritivas a los niños y subvencionan tratamientos médicos para las familias que reciben apoyo de la organización. afc también construye casas para los abuelos y apoya sus actividades para la generación de ingresos (a menudo, estas casas están dirigidas por las abuelas
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más mayores). También ha organizado grupos de apoyo para los cuidadores mayores, en los que los miembros visitan las casas de forma rotacional para ofrecer apoyo psicológico. Estos grupos de apoyo suponen un almohadón contra la vulnerabilidad a la que se enfrentan los cuidadores y los niños a través de una serie de estrategias que se sustentan en los conocimientos y los recursos locales e indígenas. Entre ellas se incluyen actividades para la generación de ingresos, como la producción de esteras mediante el uso de materiales localmente disponibles. Los procedimientos de estos proyectos se dirigen a la satisfacción de las necesidades educativas, nutricionales y sanitarias de los niños. El grupo Stikho de Webuye, en Kenia Occidental, está formado por mujeres y hombres que se han unido para apoyar a los guardianes más ancianos de la comunidad, lo que ha demostrado que la función de la comunidad, en cuanto a la atención y el cuidado, no está completamente destrozada. La idea de ayudar a los más ancianos de la comunidad no es un fenómeno nuevo, sino una función diacrítica de la identidad Luhya en concreto y de las culturas africanas en general. Por lo tanto, el grupo está reanimando y revitalizando esta cualidad en un contexto donde la dinámica del clan se ha reconfigurado y su papel central en la vida de la comunidad ha decaído. Al aprovechar el capital físico y social colectivo de las comunidades, están rescatando el concepto del granero
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de la comunidad, donde cada hogar contribuye con una parte de la cosecha a una pila comunal para aquellos que lo necesitan. El grupo ha alquilado una granja donde plantan maíz que se vende para prestar ayuda a estos ancianos. El grupo de atención de Stikho está actualmente respaldado por el Programa de Desarrollo Rural para los Huérfanos de Kenia (kordp, por sus siglas en inglés) y se implica con los miembros de las familias para tratar de ofrecer un apoyo mejor a los ancianos. El grupo considera a los ancianos un activo;
para los huérfanos. Las entrevistas con miembros clave revelan que existe un mecanismo para el acogimiento por parte de la comunidad mediante el cual algunos individuos de la comunidad se hacen cargo de los niños abandonados y se les considera como “padres de acogida”. Ésta es una iniciativa basada en la comunidad que no está vinculada a ninguna institución formal, si bien la administración provincial es consciente del programa y lo monitoriza. Rose2 es una de las madres de acogida que se ocupa de varios niños. Les proporcionan
Los niños huérfanos tenían un sentido más agudizado del bienestar y la pertenencia, ya que habían dejado de sentirse aislados y se había reducido enormemente el estigma contra ellos. son un recurso vital de la atención infantil porque pueden pasar todos los recursos culturales importantes a las generaciones más jóvenes. Se forma a algunos miembros de la familia en apoyo psicológico y éstos también proporcionan a los cuidadores más ancianos apoyo material para sus hogares. Hay otro grupo, el grupo de huérfanos Mtoni, que se centra en prestar apoyo a los niños huérfanos y discapacitados de la comunidad. Han organizado comidas para los hogares vulnerables una vez a la semana y de vez en cuando compran los productos necesarios, como alimentos y jabón,
un hogar dentro de una comunidad que la apoya de manera colectiva para criar adecuadamente a los niños. Los efectos sobre el estrés y la resiliencia
Estos ejemplos confirman que las familias y las comunidades tienen la clave para absorber de modo eficaz la atención de los niños vulnerables y demostrar que la comunidad, en general, desempeña una función de vital importancia a la hora de prestar apoyo a los hogares vulnerables. Todas las intervenciones tienen que reconocer y apoyar este proceso para reforzar el entorno de la atención.
Mediante el aumento y el reforzamiento de los recursos externos disponibles para los niños y los cuidadores, estas actividades ayudan a reducir el estrés de los cuidadores a la vez que fomentan de forma simultánea la resiliencia de los niños. Los cuidadores indican beneficios, como un mayor sentido del control y la competencia, que se añade, a un sentimiento general de optimismo y de fomento de la confianza en la propia capacidad. También comunicaron una reducción significativa del estrés, ya que los niños podían asistir al colegio y los hogares tenían comida suficiente. De esta forma, las redes sociales de la comunidad y de cohesión de grupos han sido útiles a la hora de mitigar el estrés y reforzar la capacidad de recuperación de los niños de este tipo de hogares. Claramente, las redes de apoyo de la comunidad y la percepción adecuada del apoyo social mejoran la capacidad para superar el estrés que supone la realización de las tareas de cuidados en hogares con pocos recursos. Sin embargo, debido a su capacidad y alcance limitados, los grupos no pueden ayudar a todos los hogares vulnerables de sus comunidades y esto pone de relieve la importancia del apoyo a la hora de reforzar estos grupos y mejorar sus capacidades para reclamar su derecho a la protección social estatal. Conclusión
A pesar de los impactos, los riesgos y el estrés, las comunidades han permanecido fuertes y están aprovechando los sistemas de sabiduría
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indígena para reforzar sus redes de seguridad sobrecargadas. A la luz de los anteriores ejemplos y del contexto de investigación más amplio, creemos que las intervenciones tienen que reconocer el importante papel desempeñado por los sistemas de sabiduría indígena a la hora de reducir el estrés en la prestación de cuidados y mejorar la capacidad de recuperación de los niños. Los expertos han establecido en el pasado las necesidades de la comunidad y, en su lugar, las intervenciones han tendido a centrarse en satisfacer las deficiencias de la comunidad en atención infantil (Mulongo, 2006). Existe una necesidad de cambio en las intervenciones para reconocer, mejorar e integrar los valiosos activos y recursos internos de la comunidad. Las maneras indígenas y locales de conocer y hacer son un mecanismo de protección social de vital importancia que puede permitir a las familias desarrollar estrategias de defensa para afrontar el grave impacto económico del vih/sida y la pobreza. Los sistemas de sabiduría indígena pueden mejorar la capacidad de los hogares para proporcionar un entorno de crianza seguro en el que los niños y los jóvenes puedan desarrollar capacidades de defensa positivas y capacidad de recuperación para ayudarles a prosperar y buscar un futuro positivo. A menudo son las mujeres las que custodian los importantes conocimientos indígenas sobre los cuidados infantiles. Sin embargo, vale la pena apuntar que son las mujeres
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las que tienden a participar más en los proyectos de atención y cuidado infantil. Por lo tanto, es importante para las intervenciones relacionadas con los sistemas de sabiduría indígena encontrar formas sostenibles de trabajar con mujeres sin sobrecargarlas y, al mismo tiempo, intentar mejorar el papel de los padres en el cuidado infantil. Esto fomentaría la cultura de la comunidad en atención infantil, a la vez que abordaría los problemas de género asociados.
Notas 1 De un estudio sobre Los sistemas de sabiduría indígena realizado por la Fundación Bernard van Leer. 2 Rose es un seudónimo. Referencias Abebe, T. y A. Aase (2007): “Children, aids and the politics of orphan care in Ethiopia. The extended family revisited”. Social Science and Medicine, 64, 2.058-2.069. Bernard van Leer Foundation (2008): Situation Analysis of the Care Environment for young children in Uganda. Chirwa, W. C. (2002): “Social exclusion and inclusion: Challenges to orphan care in Malawi”. Nordic Journal of African Studies, 11 (2), pp. 93-103 Grotberg, E. H. (ed.) (2003): Resilience for Today: Gaining Strength from Adversity. Westport, Connecticut y Londres: Praeger. Joint Learning Initiative on Children and hiv/aids (jlica) (2009): Home truths: Facing the facts on children, hiv/aids and poverty. Final report. Se puede consultar en: http://www.jlica.org/ resources/publications.php. Kenya Organic Agriculture Network (2009): Organic marketing in Kenya. Se puede consultar en: http:// www.koan.co.ke/marketing.php. Madhavan, S. (2004): “Fosterage patterns in the age of aids: Continuity and change”. Social Science and Medicine, 58 (7), pp. 1.443-1.454. Mulongo, E. M. N. (2006). “Young single motherhood: Contested notions of motherhood and sexuality in programme/policy discourses. Institute of Social Studies working paper”. La Haya, Holanda: Institute of Social Studies. Nyambedha, E. O., S. Wandibba y J. Aagaard-Hansen (2003): “Changing patterns of orphan care due to the hiv epidemic in western Kenya”. Social Science and Medicine, 57 (2), pp. 301-311. Richter, L. G. Foster y L. Sherr (2006): Where the Heart is: Meeting the Psychosocial Needs of Children in the Context of hiv/aids. La Haya, Holanda: Bernard van Leer Foundation. sos Children’s Village Kenya (2008): Child rights-based situation analysis of children without parental care or those at risk of losing parental care in Kenya. Swadener, B. B., M. Kabiru y A. Njenga (1995): Does the village still raise the child? A collaborative study of changing child-rearing and community mobilization in Kenya. Kent, Ohio: Kent State University Press
Más información
El Grupo Consultivo para América Latina
El Grupo Consultivo para América Latina es una red cuyo objetivo principal es el mejoramiento y la diseminación de políticas y programas que contribuyan a mejorar la calidad de la vida de los niños y niñas de la región, a través de estrategias participativas. Una de las estrategias es la realización y actualización de este sitio web en español, sobre niñez en América Latina, para que sirva de enlace entre las organizaciones e individuos que trabajan en el cuidado y desarrollo de la primera infancia. www.redprimerainfancia.org
Economic strengthening for vulnerable children
usaid, Save the Children, aed, 2008 La naturaleza multifacética de la vulnerabilidad infantil, bien sea debido a epidemias como las del vih/sida, a conflictos, desastres naturales, a la pobreza extrema o bien a una gran cantidad de otros factores contextuales, se refleja en el amplio espectro de disciplinas profesionales que se han movilizado para combatirla. En este sentido, destaca el reforzamiento económico, que está ganando importancia y prominencia. Unos cuantos expertos están trabajando para reducir la vulnerabilidad infantil y dudan de que la pobreza sea un
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contribuyente principal para los retos a los que se enfrentan. Esta guía comienza con la ilustración de las prácticas más recomendables de reforzamiento económico, en un formato que los equipos multisectoriales de donantes y profesionales pueden utilizar para documentar sus propios trabajos. www.crin.org
Aggregate shocks, poor household and children: Transmission channels and policy responses
Ronald Mendoza, unicef, 2009 La crisis financiera global que estalló en el 2008 asociada a la volatilidad del precio de los alimentos y el petróleo es susceptible de afectar a los países en desarrollo y, entre ellos, a la gran mayoría de la población pobre del mundo de manera profunda. Este documento describe los distintos canales a través de los cuales sus efectos se podrían transmitir al mundo en desarrollo e ilustra un marco básico de transmisión de shock a un país en desarrollo desde los macroniveles, tomando también en consideración los posibles efectos de retroalimentación adversos. www.unicef.org/socialpolicy/ index_48711.html
Children’s perspectives on economic adversity: A review of the literature
Innocenti Discussion Papers Centro de investigación Innocenti, 2008 Este documento revisa algunos de los recientes trabajos cualitativos sobre las perspectivas de los niños acerca de la desventaja económica. Los nueve estudios examinados abarcan una serie de problemas relacionados con la desventaja económica, incluida la exclusión de actividades y grupos de iguales en el colegio y en la comunidad, las percepciones de los niños “pobres” y “ricos”; los métodos para superar las dificultades financieras; el apoyo para que los padres las superen y busquen empleo y lo mantengan, y sus aspiraciones de carrera y vida futuras. www.unicef-irc.org
Growing pains: How poverty and aids are challenging childhood
Anthony Swift y Stanford Maher Panos, 2008 El libro revela las políticas y las prácticas más amplias que actualmente no están consiguiendo proporcionar el soporte adecuado a aquellos que sufren pobreza y sida. Va más allá de los marcos gubernamentales para explorar las intervenciones de raíz y las respuestas efectivas de la comunidad que están proporcionando “círculos de apoyo” cruciales para las familias y los niños vulnerables.
Bernard van Leer Foundation | Espacio para la infancia | Julio 2009
60 |
www.panos.org.uk
From words to action
Policy briefings Panos, 2008 Parte de la serie Growing pains, este documento desafía a los políticos a encontrar medios prácticos de apoyar a los niños que se enfrentan a la pobreza y al sida. www.panos.org.uk
Home truths: facing the facts on children, aids and poverty
Iniciativa de aprendizaje sobre niños y vih/sida (jlic), 2009 Este informe resume dos años de investigación y análisis de las políticas, los programas y la financiación relacionados con el sida y su eficacia a la hora de dar respuesta a las necesidades de los niños. Exige un cambio en las respuestas globales, regionales y nacionales ante la epidemia y pide un mayor énfasis a la hora de reforzar a las familias y a las comunidades para que sean capaces de dar a sus niños la atención y el apoyo que pueden proporcionar de forma única. www.jlica.org
Handbook of resilience in children
Yo quiero, yo puedo…
Sam Goldstein y Robert B. Brooks (Eds.) Springer, 2006
imifap, México
Con el apoyo adecuado de los padres, los parientes y las comunidades, los niños son mucho más susceptibles de experimentar un desarrollo positivo en lugar de disfunciones en sus vidas adultas. Este manual trata sobre las formas en que se pueden llevar a la práctica los conceptos hipotético y teórico de la capacidad de recuperación. Proporciona a los profesionales clínicos, académicos y de salud mental la información necesaria para afectar de forma positiva al desarrollo en la juventud. www.springer.com
Documentación de proyectos
Guía para la alfabetización emocional: modelo, metodología y herramientas didácticas
Cuidarte A.C., México Esta guía es el resultado del trabajo y la reflexión de múltiples talleres realizados con niños, adolescentes, jóvnes y adultos, y presenta un marco conceptual y metodológico para el desarrollo de un Programa de alfabetización emocional. www.cuidarte.org.mx
Más información
Se trata de una serie de publicaciones que presenta un programa exhaustivo para el desarrollo de competencias para promover la salud física y mental de los niños. El programa ha sido diseñado para poder ser integrado en el plan de estudios, así como para ser llevado a cabo en el hogar, inlcuyendo actividades para la participación de los padres. www.imifap.org.mx
Improving childcare needs of children and families - demands of the labour market
vbjk/Equal Project European Social Fund, 2008 Este cd-rom contiene productos de más de 40 organizaciones europeas que luchan para mejorar la calidad de las condiciones de trabajo y atención infantil para los padres, como la integración de los servicios públicos y privados, la flexibilidad en la provisión de servicios y la mejora y acreditación de las habilidades profesionales de atención de día de las familias. www.vbjk.be/en
Becas Oscar van Leer 2009
La Fundación Bernard van Leer se complace en anunciar la primera edición de las Becas Oscar van Leer. La beca consiste en un curso de cuatro semanas de duración en los Países Bajos, sobre temas relacionados con el periodismo y los niños. Invitamos a la presentación de solicitudes por parte de periodistas que desarrollan su trabajo en alguno de los siguientes lugares: México, Perú, Colombia, Kenia, Tanzania, Uganda, la región de Orissa de la India, Sudáfrica y el Caribe. Los candidatos deberán tener interés por cubrir cuestiones relacionadas con la infancia. Acerca de la beca
Las Becas Oscar van Leer rinden homenaje a Oscar van Leer, el hijo del fundador de la institución, quien precisamente estableció la primera infancia como área de acción central de la Fundación Bernard van Leer. El objetivo de las Becas Oscar van Leer es contribuir a una mejora gradual en la calidad y cantidad de cobertura de los medios sobre la primera infancia mediante la capacitación de jóvenes periodistas, proporcionándoles el conocimiento y la comprensión necesarios para aplicarlo en sus carreras como periodistas. ¿Quién puede postular?
La beca está destinada a jóvenes periodistas entusiastas con interés en los temas sobre infancia. Los candidatos deben tener algún tipo de relación profesional con un medio de comunicación, ya sea como empleado o como periodista autónomo, y la intención de proseguir una carrera en los medios de comunicación. La beca está abierta a periodistas en todos los medios de comunicación, incluida la prensa, la radio, la televisión e Internet. Procedimiento de solicitud
El plazo de presentación de candidaturas finaliza el 18 de agosto de 2009. La solicitud deberá incluir: • Un formulario de solicitud completo; • Una carta de motivación; • Un curriculum vitae • Un ejemplo de un trabajo propio realizado y en relación con la situación de los niños en su país. La selección final de los candidatos será anunciada el día 1 de octubre de 2009. El período de formación de los becarios tendrá lugar a principios de 2010.
Para más información, visite www.bernardvanleer.org
PO Box 82334 2508 EH La Haya Países Bajos tel: +31 (0)70 331 2200 fax: +31 (0)70 350 2373 registry@bvleerf.nl www.bernardvanleer.org
Fundación Bernard van Leer
Invirtiendo en el futuro de los niños más pequeños
La Fundación Bernard van Leer financia y comparte conocimiento sobre actividades dirigidas al desarrollo de la primera infancia. Fue creada en 1949 y tiene su sede en los Países Bajos. Sus recursos se derivan del legado de Bernard van Leer (1883- 1958), un industrial y filántropo holandés. Nuestra misión consiste en mejorar las oportunidades de los niños menores de ocho años que crecen en condiciones de desventaja social y económica. Centrarse en ambos ámbitos constituye un fin en sí mismo, promoviendo a largo plazo sociedades más unidas, consideradas y creativas, con igualdad de derechos para todos. Ante todo trabajamos apoyando proyectos llevados a cabo por contrapartes en el terreno, las cuales pueden ser tanto organizaciones públicas, privadas o basadas en la comunidad. La estrategia de trabajar con contrapartes en el terreno
nos permite desarrollar capacidades locales, promover la innovación y la flexibilidad, así como garantizar que el trabajo desarrollado respete la cultura y las condiciones del contexto local. En la actualidad apoyamos unos 140 proyectos y centramos nuestra política de concesión de subvenciones en 21 países donde, a lo largo de los años, hemos ido construyendo nuestra actual experiencia. Trabajamos tanto en países en desarrollo como industrializados, con una representación geográfica que comprende África, Asia, Europa y América. Nuestro trabajo se centra en tres áreas temáticas: • A través del “Fortalecimiento del entorno de cuidado del niño”, buscamos desarrollar la capacidad de padres, familias y comunidades que viven en situación de vulnerabilidad, para que presten la debida atención y cuidado a sus hijos.
Otro aspecto crucial en nuestro trabajo es el continuo esfuerzo de documentar y analizar los proyectos que apoyamos, con el objetivo de aprender con vistas a nuestras futuras subvenciones, y a generar conocimiento que podamos compartir. A través de hechos basados en la evidencia y nuestras publicaciones, queremos informar e influenciar la política y la práctica, tanto en los países donde trabajamos como en aquellos en los que no tenemos una presencia programática.
JuLio 2009 | 31
www.bernardvanleer.org
• M ediante las “Transiciones exitosas” perseguimos ayudar a los niños pequeños en el proceso de transición desde su hogar, al centro de cuidado infantil y a la escuela. • A través de “Inclusión social/ Respeto por la diversidad” promovemos la igualdad de oportuni-dades y capacidades que ayudarán a los niños a vivir en sociedades diversas.
Bernard van Leer Foundation | ESPACIO PARA LA INFANCIA EL ESTRÉS FAMILIAR: PROTEGIENDO EL BIENESTAR DE LOS MÁS PEQUEÑOS
Bernard van Leer Foundation
El estrés familiar: Protegiendo el bienestar de los más pequeños Espacio para la infancia Julio 2009 | 31