Especial 50 Aniversari

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550 ANYS D’UNA GRAN GESTA

50 anys del primer ascens a 2a divisió A Temporada 1962-63

50 aniversari de l’ascens a 2a A suplement especial Ontinyent, octubre de 2013


Temporada 1962-63 Antonio Aguilera

L

a temporada 1962-1963, el Ontinyent Club de Fútbol militaba en el grupo IX de la Tercera División. El presidente era el empresario textil Roberto Tolsá, miembro de aquella famosa junta de rotación, en la que le prestaban una ayuda inestimable hombres como Patricio Simó, José Mataix, Baldomero Molinero, Juan Ripoll, Ramón Guillén, Emilio Reig, Juan Soler Orquin o Rafael Asunción. Como entrenador se contrató a Manuel Alepuz. Alepuz, quien había jugado en los años de la posguerra en el Valencia, Castellón y Deportivo de La Coruña, había entrena-

do sucesivamente al Utiel, Alginet, Sueca e incluso al Rayo Vallecano. Una vez retirado de toda actividad llegó a ser presidente del Colegio Nacional de Entrenadores. La plantilla con la que inicialmente contó Manuel Alepuz fue; Moreno y Lozano como porteros, Soriano, Rafa, Úbeda, Bolinches y Canet como defensas, Bisbal, Elías y Llácer como centrocampistas y en la línea delantera Miguel, Beneyto, Sanchis I, Gandía, Richart y Sanchis II. Una plantilla a la que se añadirían los delanteros Carbonell y Enguídanos y el portero José Luís y de la que se caería el delantero Sanchis II que fue cedido.

El club contaba en aquellos años con 700 socios y el presupuesto inicial fue de 1.100.000 pesetas, presupuesto que se incrementó hasta 1.700.000 pesetas debido a los acontecimientos que se avecinaban. Las primeras semanas de competición ya se pudo comprobar la gran igualdad del grupo en que destacó la gran fortaleza de la U.D. Oliva, que se escapó del resto del grupo con una distancia considerable. El unico que aguantó el tirón fue el Ontinyent, principalmente debido a una racha de doce encuentros sin perder. Finalmente, quedaron constituidos como claros candidatos al

campeonato y para la plaza de ascenso cinco aspirantes; los dos ya mencionados además del Gandía, Atlético Saguntino y el Alcoyano. Cualquier tropiezo significaba el adiós a cualquier posibilidad de éxito. Y asi se llegó a la última jornada, en la cual todos los equipos tenían las posibilidades intactas pero tan solo dos de ellos dependían de si mismos, el Ontinyent y el Oliva que, caprichos del destino, tenían que enfrentarse en aquella última jornada en El Clariano. Al equipo de La Safor le valía el empate. Al Ontinyent tan solo le valía ganar el partido. El Ontinyent comenzó


bien el partido y se adelantó en el marcador con un gol de Beneyto en minuto 32. Todo cambió en la segunda parte. El Oliva salió a por todas y logró la igualada en el minuto 61, obra de Serrano. A partir de aquí, los nervios y las dudas se apoderaron de la afición y los jugadores del Ontinyent que, no obstante, echaron el resto para lograr el premio perseguido. A falta de seis minutos para el final del partido, Llácer lograba el gol que significaba la victoria, el campeonato de Liga y la clasificación para la promoción de ascenso. A partir del pitido final, llegó el delirio. El público saltó al terreno de juego y los jugadores salieron a hombros del estadio como los grandes toreros. Los documentos gráficos que se conservan de este momento constituyen unas de las imágenes más emotivas

con 24 Llácer (1), con 19 Beneyto (8) y Richart (3), con 16 Carbonell (7), Gandía (10) y Rafa (1), con 15 Sanchis (9), con 13 Soriano, con 12 Boliches (1) y no se llegaron a estrenar Lozano, José Luís y Elías. La plantilla, como hemos podido comprobar, no era muy amplia, a lo que se añadió lesiones como la de Richart o la del bravo delantero local Gandía, que jugaba su novena temporada en el equipo y que vió como esta grave lesión precipitaba su retirada. Después del campeonato liguero llegó el momento de la verdad, la promoción. Era la segunda vez que el Ontinyent la disputaba. La primera fue en la temporada 1960-1961 donde, tras eliminar al Arenas de Zaragoza, se cayó frente al Burgos en un partido de desempate jugado en el campo de Torrero de Zarago-

e históricas de la historia del club de El Clariano. El Ontinyent se proclamaba campeón de Liga en Tercera División con treinta partidos jugados, quince ganados, diez empatados y cinco perdidos, con 57 goles a favor, 28 en contra y 40 puntos y la relación de jugadorespartidos-goles fue la siguiente: 30 partidos, Bisbal (1), Enguídanos (1), Miguel (12), Úbeda (2) y Moreno, con 29 partidos, Canet,

za. De esta forma, volvían a faltar dos escalones para entrar en la élite del fútbol español. El primer rival en la promoción fue el equipo vasco del Eibar que jugaba la primera de las tres promociones de ascenso que ha jugado frente al Ontinyent. El unico equipo que logró perforar las mallas del equipo rival fue el Ontinyent, que venció por 1-0 con gol de Carbonell, un resultado muy ajustado que obligaba a que se su-

friera en el partido de vuelta. Y asi fue. El Eibar logró darle la vuelta al marcador con dos goles de Gil y la eliminatoria se puso muy cuesta arriba para el Ontinyent que volvió a encontrar premio a su tenacidad con el gol de Miguel en el minuto 84, que obligaba a un partido de desempate. Tal desempate tuvo lugar de nuevo en Zaragoza, en el estadio La Romareda, y el Ontinyent, que jugó aquel partido con el segundo uniforme, camiseta rojiblanca y pantalón rojo, porque no tenia limpio el blanco del partido anterior en Eibar, barrió al equipo “armero” del terreno de juego, al que le ganó por 5-0, deshaciendo la igualdad que había existido en los anteriores duelos. La segunda y última ronda tuvo como rival al Club Hispania de Almería. El partido de ida se jugó en tierras andaluzas y aunque fue de igualdad máxima, el Hispania logró llevarse el primer envite por 2-1. Por tanto, las espadas en todo lo alto en el partido de vuelta en El Clariano que registró uno de lo llenos más impresionantes que se recuerdan. En un partido de nuevo con igualdad máxima, un gol de Carbonell en el minuto 51, colocaba el 1-0 que, de nuevo, obligaba a un partido de desempate. El estadio de La Condomina de Murcia fue el escenario elegido para el desempate, que se realizó el 10 de junio de 1963. Un tren especial llevó a varios miles de aficionados almerienses a lo que Ontinyent contestó con una movilización histórica que llevó a 3.500 ontinyentins hasta Murcia en 52 autobuses, 200 coches, mas de 100 motocicletas y un numero indeterminado de aficionados que hicieron el trayecto vía ferrocarril. Con todo, el partido estuvo a punto de suspenderse tras recibirse, en el hotel de concentración de Murcia, una notificación desde Madrid que anunciaba la suspensión a causa del fallecimiento del Papa Juan XXIII. Ante la insistencia de ambos equipos en que era imposible la suspensión del partido ante la masiva movilización

de aficionados, se consintió jugar el partido con la condición que los jugadores lo jugaran con un brazalete negro de diez centímetros, el doble de los normal. El partido se caracterizó por los nervios de ambas escuadras, el incipiente miedo a perder una oportunidad histórica. Poco a poco, se fueron sacudiendo esos miedos y tanto Roa, portero almeriense, como Moreno del Ontinyent, desbarataban cualquier ocasión de peligro. Se llegó al final del partido con empate a cero y se fue a la prorroga. Bajo un calor infernal, dramáticos treinta minutos con los jugadores muy agotados hasta que llegó el minuto 105, minuto en que se paró el reloj de la historia del fútbol en Ontinyent. Un centro de Beneyto era enviado de cabeza a las mallas por Bisbal, gol que establecía el 10, que a la postre fue el resultado definitivo. La alegría del terreno de juego se trasladó a las gradas y de allí a la ciudad que vibró de emoción a través de las ondas con la retransmisión para EAJ 30 Radio Onteniente que realizó Antonio Lacueva. Bisbal, que estuvo a punto de perderse el partido por estar realizando el servicio militar y que llegó a Murcia pocos minutos antes de comenzar el encuentro, escribía con letras de oro su nombre en la historia de Ontinyent Club de Fútbol junto a sus compañeros aquella tarde que lo fueron Moreno, Rafa, Canet, Úbeda, Bolinches, Miguel, Llácer, Carbonell, Enguídanos y Beneyto. El recibimiento al dia siguiente por parte de la ciudad fue apoteósico y en la Plaza de la Concepción, lugar donde estaba enclavada la sede del club en el Bar España, no cabía un alfiler. El ascenso del Ontinyent marcó un hito en toda su historia ya que fue el primer equipo de la provincia de Valencia, al margen de los de la capital del Túria, que logró el ascenso a Segunda División en promoción de ascenso. Con este triunfo se cerraba una larga temporada.


“Vaig anar a Múrcia soles” L’àrbitre xiulà la fi, i Antonio Bisbal explotà d’alegria celebrant l’ascens a la categoria de plata del futbol espanyol segons després d’haver marcat l’1-0 a la Condomina de Múrcia. Però el que no sabia el jove Bisbal ni els seus companys era que encara restava per jugar la segona part de la pròrroga front l’Hispània d’Almeria, en aquell enfrontament de desempat tant històric per l’ontinyentisme. El de la Pobla Llarga encara recorda,com no, aquella vesprada. Joan Andreu Martínez

Q

uins records te Antonio Bisbal d’aquella temporada 1962-1963? La veritat és que de la temporada no tinc pràcticament cap record, sols el partit de Múrcia és el que s’ha quedat gravat a la memòria. Resulta que jo estava arrestat a la mili i vaig aplegar una vegada tots els meus companys ja havien dinat. També recorde l’entrada triomfal que tinguérem a la ciutat. Era el primer ascens d’un equip humil? Si i fou una alegria gran per a tot el poble. En aquella temporada l’entrenador era Manolo Alepuz, el recordes? Sí, Manolo era una bona persona,

i el que recorde d’aquell partit era que jo estava molt cansat, ja que havia estat tota la nit sense dormir. Resulta que jo vaig aplegar després de dos o tres transbords a Múrcia. Jo normalment estava jugant de mig, creant joc, i parlàrem Salvador Canet, Bolinches i jo, i li diguérem que a vore si per favor ens canviava, que jo estava cansat. Però ell no aceptà, i aleshores es posà Llacer darrere i jo davant. Tinguè la sort de la centrada de Beneyto i poder rematar de cap aconseguint el gol. Què va succeir aleshores? Tenim l’anècdota de que quan jo vaig marcar creguérem que ja se’n anàvem a casa, que ja s’havia acabat i que havíem guanyat, perquè pensàvem que el que primer marcava a la pròrroga guanyava l’eliminatòria, com si fora el gol

d’or que hi havia fa poc. I clar teníem que jugar encara el quart que restava. On estava Bisbal servint? Jo estava a Bètera, en carros, i eixa nit estàvem allí asseguts parlant del viatge els cinc o sis xavals que hi havia d’Ontinyent, que si hi havia molts autobusos per a Múrcia... Aleshores passà un tinent i no ens donàrem compte, o no tinguérem ganes d’alçar-se a saludar-lo i fou quan ens agarraren i ens portaren al calabós. La sort és que vingueren de bon matí a per mi i per això quasi no vaig dormir en tota la nit. Un taxista d’Alcasser, Saturnino, fou el que em portà a Ontinyent i ja des de allí en taxi em portaren allà a Múrcia. Tingué que viatjar sols

al partit? Sí,sí, el final vaig anar soles. Quan jo vaig aplegar a Múrcia estaven ja pràcticament acabant de dinar els jugadors. No recorde exactament però crec que eixe dia va faltar el Papa, i jugarem de vesprada. Què més recorda de la seua etapa a l’Ontinyent? Jo estigué nou anys a l’Ontinyent. Jo vaig aplegar a l’any 61,així que la temporada de l’ascens era el meu segon any allí. Dels nou anys, quasi la meitat foren a segona divisió i els altres a tercera. També recorde quan estava de president el senyor Terol, que tornarem a pujar a segona. Sé que tingueren quatre o cinc presidents mentre jo vaig estar a Ontinyent. Recorde també a Ramon Guillem, a Juan Ripoll entre altres.


Memoria viva de una gesta Julia Moreno Antequera (nieta de Juan Moreno)

T

odo el mundo recuerda con emoción el ascenso a segunda división A del equipo ontinyentí, tanto los que lo vivieron, como la generación actual, a la que toda esta historia ha sido transmitida. Delanteros, defensas, centrales y el equipo técnico de aquel entonces echan la vista atrás y recuerdan todos aquellos momentos de tensión, victoria y posteriormente, de celebración. Pero, ¿cómo debió ser superar los nervios en aquel partido desde la perspectiva de un portero? Por suerte, mi abuelo Juan Moreno puede especificarlo como el que más, ya que él fue el que vistió sus guantes entre los palos blancos del campo, la portería. Desde el Portuarios Filial del Levante CF llegó un nuevo fichaje al equipo blanquinegro de la Vall d’Albaida, en el año 1959, que militaba en tercera división. Trasladémonos al año 1962. El Ontinyent se jugaba la eliminatoria con el equipo guipuzcuano de Eibar. Tras una costosa victoria a estos, el próximo objetivo era eliminar al Almería CF, que constó de una primera derrota del Ontinyent y un posterior triunfo en casa,

cosa que produjo un empate entre los resultados de ambos partidos. Posteriormente se desplazaron al estadio de Condomina de Murcia, donde se disputó el desempate a favor del equipo ontinyentí, gracias al gol de Bisbal, a falta de 10 minutos para el pitido final. Fue un partido lleno de nervios y tensión, ya que el triunfo se logró en la prórroga. Narra mi abuelo, que tras el gol de Bisbal sufrió y rezó para que el partido acabara. El árbitro pitó, la grada explotó de emoción y alegría, la afición del Ontinyent CF que había viajado con su equipo se lanzó corriendo al campo para celebrarlo alegremente. El regreso al pueblo fue una experiencia única. La gente ontinyentina invadió todas las plazas y calles, esperando el autobús de sus ídolos futbolísticos. Bufandas, banderas y camisetas blanquinegras invadieron la iglesia de Santa María, junto a la plantilla y equipo técnico del Ontinyent CF, para brindar a la Virgen el triunfo que siempre perdurará en la memoria de todos los ontinyentins. Aquel día, Ontinyent se vistió de blanco y negro.


La gloria no pudo esperar Hace 50 años que se escribió este sueño para toda una ciudad y su gente. Paralelamente, a poco más de 200 kilómetros de nuestra ciudad, un joven de once años soñaba en su hogar del Cañavate con ser futbolista o locutor de radio. Medio siglo más tarde, sus vidas se han cruzado y la ilusión de ese chaval de la Mancha se ha hecho realidad con el añadido de ser el presidente d’aquel club que mientras novelaba deseos ascendía a 2ª A por primera vez.

Luis Ortiz

E

l 50 aniversario del primer ascenso a Segunda División del Ontinyent, me lleva a bucear en la memoria de un niño de once años que lejos de aquí y en una zona rural sueña con ser futbolista y locutor, con los ojos recién abiertos a la vida y con la ilusión propia de los años 60. El viejo continente vive su nuevo resurgir y a pesar del poco tiempo transcurrido, muy lejos quedan los ecos de la última gran guerra y sólo el Telón de Acero y la Guerra Fría nos hacen pensar en dos Europas. Aquí, la década de la esperanza, como así se conoció a aquellos años, se abría paso a través del movimiento hippie, de los acordes de guitarra de unos jóvenes melenudos que venían de Liverpool, de los mensajes inconformistas de los Rolling Stones, y de los pantalones de campana que era de las pocas influencias exteriores que a los jóvenes se les permitía usar. Pero en una sociedad donde había oportunidades para todos y si mezclabas trabajo, constancia y algo de talento, casi todo se podía conseguir. Ontinyent se abría paso en el mundo, gracias a su industria textil impulsada por jóvenes emprendedores que industrialmente demostraron tener todos los valores que anteriormente he señalado. Los impulsores de nuestra ciudad, no se conformaron con dar a conocer el nombre de nuestro pueblo a fuerza de tejer buenas mantas, sino que también potenciaron el fútbol de

tal forma, que el ascenso logrado por el Ontinyent a la 2ª División el día 9 de junio de 1963, supuso una forma diferente de hacer las cosas y la mejor exposición de lo que entonces se conocía futbolísticamente como “la furia española”. Fue en la segunda intentona, ya que en la temporada 60/61 casi se logró el ascenso, pero en la tercera eliminatoria, el Burgos y sobre todo el señor Caneda, árbitro de aquel encuentro, acabaron con el sueño del Ontinyent. Fue injusto, pero aquello nos sirvió de experiencia y fue la siembra de la semilla que dos años más tarde acabaría dando su fruto. La liga regular de la temporada 62/63 del grupo IX de la 3ª División, resultó más que reñida con cuatro equipos en liza, Oliva, At. Saguntino, Alcoyano y Ontinyent. A la última jornada, se llegó con la ligera ventaja de un punto favorable a los de El Morer. En esa jornada se enfrentaron en El Clariano, el Ontinyent y el Oliva bajo el lema “gloria o miseria”, ya que el empate les servía a los visitantes para proclamarse campeones. El encuentro empezó con un claro dominio de los de El Clariano que lograron adelantarse en el marcador con un gol de Miguel en el minuto 32. En el segundo período, el Oliva reaccionó y consiguió neutralizar la ventaja al empatar Serrano en el minuto 61. A partir de ese instante y espoleado por su público, el Ontinyent puso cerco a la portería

defendida por Tomás. El premio llegó en el minuto 84 al rematar Llácer un magnífico servicio de Miguel. El 2-1 resultó inamovible y los dos puntos conseguidos, dejaron la clasificación general con un triple empate a 40 puntos entre Ontinyent, Alcoyano y At. Saguntino. El mejor gol-average, dio el título de campeón a los de El Clariano relegando a los de El Collao a la segunda plaza. Esa ha sido la mejor clasificación en una liga regular conseguida por el Ontinyent, como así lo avala el trofeo que preside las históricas vitrinas del club. El título dio la posibilidad de resarcirse del daño provocado por el señor Caneda y el Burgos dos años antes, y el sorteo nos llevó en la primera eliminatoria de la promoción a enfrentarnos con el mítico equipo del Eibar. El primer partido jugado en El Clariano el Ontinyent cobró ventaja por 1-0, gol marcado por Carbonell y en Ipurua, el resultado final fue de 2-1 para los locales, tantos conseguidos por Gil para los ibarrenses y por Miguel para el Ontinyent. En el desempate, el destino nos llevó de nuevo a jugarnos la suerte en tierras aragonesas y el árbitro designado por el Comité para dirigir el trascendental partido fue

otra vez el señor Caneda, pero en esta ocasión, el Ontinyent movió sus influencias a través de la familia Simó, quien llegó a decir a los federativos: “Caneda ya nos robó una vez, ahora si queréis que nos robe otro”. La reclamación surtió efecto y el resultado final también. Las crónicas contaron: “promoción de ascenso a 2ª División en la Romareda, Ontinyent – 5 Eibar – 0. En la segunda y definitiva eliminatoria, el Ontinyent viajó de norte a sur, y en tierras andaluzas nos esperaba el mítico equipo del Hispania. El primer choque en Almería concluyó con victoria local 2-1, mientras que en la vuelta en El Clariano, el Ontinyent lograba imponerse por 1-0, tanto conseguido por Carbonell. De nuevo la suerte nos llevaba a jugarnos la gloria en un tercer partido y en campo neutral. El escenario designado por el Comité de Competición fue La Condomina del Real Murcia. Decisión justa y equitativa, ya que casi partía al cincuenta por cien, la distancia kilométrica de ambos contendientes. El partido estuvo a punto de no celebrarse, porque coincidió con las exequias del Papa Juan XXIII fallecido días antes. Pero al final, las


autoridades civiles, eclesiásticas y deportivas se pusieron de acuerdo y permitieron que el partido se jugara guardando el preceptivo minuto de silencio y luciendo ambos equipos brazaletes negros. La gloria no podía esperar. No fue la única casualidad que rodeó este partido, porque Bisbal, gran protagonista del ascenso, estuvo a punto de no jugar ya que se encontraba en período de servicio militar y para más “inri” arrestado. De nuevo el Ontinyent, tuvo que mover todas sus influencias para convencer al Teniente Coronel Cerón, jefe del Batallón de Carros Medios Vizcaya 21 de Bétera, para que le levantara el arresto. Ese mismo domingo y después de un viaje de tres trasbordos, a la hora de la comida, Bisbal logró reunirse en el hotel con sus compañeros. A las cinco de la tarde, más hora

taurina que futbolística, digo yo si sería por aquello de la proximidad con la plaza de toros, y a las órdenes del señor Méndez, los equipos formaron por el Ontinyent: Moreno, Rafa, Canet, Úbeda, Bolinches, Bisbal, Miguel, Llácer, Carbonell, Enguidanos y Beneyto, mientras que el Hispania de Almería formó con: Roa, Iribarne, Bazaco, Ruiz, Orozco, Esparza, Rojo, Bertín, Alcón, Juan Jiménez y Pepe Jiménez. El partido fue nivelado al cien por cien, como habían resultado los dos anteriores y donde ambos demostraban sobre todo, el no querer perder, por lo que no es de extrañar que el tiempo reglamentario acabara con un reñido empate a cero. De nuevo prórroga y volver a empezar. Con el paso de los minutos, Bisbal dio muestras de fatiga, a consecuencia de tanto trasiego. Los

cambios no existían y por lo tanto imposible su sustitución. A mitad de la prórroga y para remediar el problema, una charla entre Bolinches, Llácer y Bisbal, acabó con un cambio de posiciones, pasando Llácer al medio centro y Bisbal a la posición de delantero, ya que allí el esfuerzo era menor. En el minuto 105, Beneyto se escapó por la banda y su centro fue rematado de cabeza de forma inapelable por el de Alcacer. Euforia desbordada en el campo y en las gradas. La emoción hizo que Bisbal enfilase el camino de los vestuarios pensando que todo se había terminado, hasta que desde el banquillo Alepuz y sus compañeros, le hicieron ver que habría que llegar hasta el minuto 120. Desde ese instante y hasta el final de la prórroga en La Condomina, sólo se oía el grito de Ontinyent!, Ontinyent!,

coreado por las más de 2.000 personas que acudieron al viejo estadio. Casi 40 autobuses, coches particulares y motocicletas acompañaron al Ontinyent en su viaje de regreso. La euforia se desbordó en la ciudad y desde la sede del Ontinyent en el Bar España, Plaza de la Concepción, todo el Dos de Mayo y carretera de Bocairent hasta la bodega de Tortosa, el puebl entero se echó a la calle para recibir a sus héroes. Esta ha sido la mayor manifestación de público de la historia del Ontinyent. El pueblo no pudo esperar y la historia tampoco. Cincuenta años después, aquel niño que soñaba en su pueblo de El Cañavate, con ser futbolista, y al que los mayores apodaban “Puchades”, no podía imaginar que hoy escribiría el relato más glorioso de la historia de nuestro club y mucho menos que acabaría siendo su presidente. Gracias Ontinyent.


Recuerdos de un ascenso Vicent Gandia

C

incuenta años después todavía se palpa la gesta de la Condomina por los cuatro costados de la comarca. Fue un hito para una ciudad entregada a su equipo y una plantilla que se desvivía por su afición. Por ello cuando cualquier conciudadano oye los nombres de Moreno, Bisbal, Bolinches, Ben-barek, Gandia, los hermanos Canyot, Soriano, Molina, el masajista Boro tienen vivencias y recuerdos guardados en sus retinas capaces de pasar una buena tarde hablando de aquella época dorada. Tan solo, pasa por desempolvar una memoria extensa para presumir de ontinyentismo con unos testimonios que, para los que hemos vivido la mala tarde Alcorcón, pone los pelos de punta. Con esa idea, la de recordar

aquella hazaña, el Benicadell Esportiu reunió esta semana a Miguel Pascual “Sabata”, Toni Úbeda “Ben-Barek” i Juan Moreno, tres ontinyentins que fueron titulares en la Condomina. Vaya por delante nuestra gratitud a todos ellos y en especial a los familiares de Miguel Pascual por abrir las puertas de su casa a nuestro rotativo. La entrevista comienza dejando claro que Juan Moreno posee un disco duro en su cabeza capaz de ilustrar cualquier detalle de hace 50 años con la supervisión de un Ben-Barek que puso los matices a las dudad surgidas. Miguel “Sabata” aporto el lado más sentimental. Fue una tarde jovial alegre, de grandes amigos destapando las anécdotas que acaecidas en aquella temporada 62-63.

Los inicios de Juan Moreno fueron totalmente opuestos a los que desarrolló luego en su carrera futbolística. “Yo empecé de delantero centro, jugué en esa posición en el Portuarios hasta que un día se lesionó el portero, el entrenador me pidió que jugará como guardameta y terminé la temporada en esa posición”. Un caso opuesto, el de Miguel quien hizo sus pinitos como portero antes de ocupar la referencia en ataque pero “el día que me marcaron el primero, me lo dejé”. Por su parte, Toni siempre se movió por la zona de medio o lateral izquierdo. Preguntados sobre su entrenador, Manolo Alepuz, los tres futbolistas del Ontinyent fueron unánimes. “Era el presidente de los entrenadores de Valencia. De él solo sabíamos

que regentaba el quiosco de la estación del Norte de Valencia, nada más”. Cronológicamente hablando empieza la fase regular y los del Clariano se topan con el Oliva como principal rival con un caprichoso calendario que deparó un Ontinyent-Oliva en la última jornada con todo en juego. “La gente enloqueció con el triunfo final, era una época donde el futbol se vivía en todas las casas. Había gente escuchando el futbol en todos los hogares de la ciudad” comenta Moreno. Ya en la promoción el primer escollo es el Eibar con triunfo en el Clariano por 2 a 1, un resultado corto pero que concedía a los blancos cierta ventaja sobre los guipuzcuanos. “En el partido de vuelta se puso cuesta arriba con un 2-0 en contra, lo teníamos


todo perdido hasta que marcó Miguel”, narra Moreno. Una diana con efectos secundarios para el delantero del Ontinyent. “Fue un balón centrado desde el lado izquierdo que rematé de cabeza lanzándome en plancha con tan mala suerte que la bota del jugador del Eibar contactó con mi cara. Había sangre por todos los sitios”, explica Miguel. Como no había valor doble del gol en campo contrario, se disputó el martes siguiente el partido de desempate en el campo de la Romareda. Los empresarios dieron permiso a muchos trabajadores para que se desplazaran a la capital aragonesa a apoyar a los de Manolo Alepuz. “Llegaron muchos autobuses de Ontinyent. El partido en sí no tuvo historia porque fuimos muy superiores”, describe Ben Barek. Y llegó la eliminatoria defi-

nitiva. Enfrente el Hispania de Almeria, primero en tierras andaluzas y luego en nuestra ciudad. El partido de ida acabó con victoria local por 2-1 y el de vuelta, al Clariano, concluyó con triunfo para el Ontinyent por 1-0. Al igual que en la primera ronda, se tuvo que disputar un tercer partido, en este caso en la Condomina el 9 de junio. Si el apoyó en Zaragoza fue un extraordinario, el que provocó el partido en tierras murcianos no tiene precedentes. Un éxodo de ontinyentins que movilizó a toda la ciudad. “Salieron más de 50 autobuses y muchos camiones cargados con seguidores del Ontinyent. El campo estaba lleno de aficionados de Ontinyent. Algo increíble”. Comenta Ben-Barek. Sobre el terreno de juego, máxima igualdad con prórroga incluida hasta que llegó el minuto 105 cuando un centro de Beneyto lo

engancha Bisbal al fondo de las mallas. Una locura en las gradas y sufrimiento en los últimos minutos del tiempo añadido. “Con el pitido final mucha alegría pero no pudimos celebrarlo mucho porque el míster quería que regresáramos pronto. Nos subimos al autobús y a casa” De camino a Ontinyent, el equipo y la afición fue toda una fiesta. “Paramos en Elda y allí nos invitaron a lo queríamos. Por todos los pueblos donde pasábamos la genta salía a la calle a recibirnos. En Villena, en Bocairent hasta que llegamos a Ontinyent. Eran las 2 de la mañana, más o menos, y desde el Pou Clar la gente nos acompañó hasta llegar al pueblo”, comentan los tres entrevistados. La entrada por el Dos de Mayo desembocó en la plaza de la Concepción donde infinidad de aficionados esperaban a sus héroes. “En la plaza, la gente ro-

deaba el autobús y no podíamos bajar. El primer que se abrazó a mí fue, Tico, tu padre. De ahí nos fuimos a Santa María, junto al alcalde, para ofrecerle el ascenso a la Purísima y luego volvimos al club”. Una historia con un final feliz que nunca siempre debe acompañar a los simpatizantes de nuestro club. “Fue una experiencia inolvidable, no solo por la alegría mía sino per la emoción de un pueblo volcado con el equipo y eso es un legado que nunca olvidaré” expresa Moreno. Ben-Barek reconoce que fue “una ilusión muy grande por ver a toda una ciudad unida al equipo”. Por último, Miguel se emociona porque “fue una gran alegría lo que se consiguió y por la estima que no dieron los aficionados”. Leyendas vivas de un ascenso que se enorgullecen de haber pertenecido al Ontinyent CF.


50 anys d’una gran història Jesús Bordera

A

la tardor de l’any 1962, el “Onteniente, c.f.”, començava la lliga en el nové grup de la tercera divisió del futbol Espanyol. Huit mesos després al maig de 1963 aconseguia acabar com a campió del seu grup. Fins ací ja s’havia lograt un èxit sense precedents. Però l’història només havia fet que començar. Als encreuaments per la lluita per l’ascens, juguem contra l’Eibar I en tres partits el nostre equip seguix endavant. El seguent rival és el Hispania d’Almeria.

Fan falta tres partits més per tal que al minut 105 de la pòrroga del tercer partit, el mític Bisbal marque el gol més important de l’història de l’Ontinyent. Moreno, Canet, Úbeda, Bolinches, Bisbal, Miguel, Carbonell, Enguídanos, Beneyto, Gandia, i Molina i dirigits per Manolo Alepuz aconseguien un triomf en la Condomina on s’havien desplaçat més de 3.000 entusiastes aficionats d’Ontinyent. Una historia que és va convertir en llegenda. Una llegenda que

ens contaven els majors i mai es cansavem d’escoltar. El futbol constituía, en aquells temps, una manera de viure. Un sentiment que era palpable en molts moments de la vida quotidiana. A les fàbriques el comentari de la marxa de l’equip era conversa necesària i imprescindible. Als comerços, al mercat, a l’horta, a tot arreu, tot el món sabia i coneixía els pormenors de l’equip del Clariano. A les escoles, quan encara els dissabtes pel matí es donava la lliçò

de religió, a la meitat del matí el mestre feia un “dictado” als alumnes i aquell que feia menys faltes d’ortografia, el premi era una entrada per anar a vore el partit de l’Ontinyent per a jugar contra equips de la talla del Recreativo de Huelva, Las Palmas, Tenerife, Hercules, Cádiz, Granada i Rayo Vallecano. Enguany fa cinquanta anys d’eixe fet històric. Que meravellós resulta poder reviure-los i compartir-los amb tots aquells que estimen l’Ontinyent. Esperem que mai puga oblidar-se.


Celebració del 40 aniversari

F

a 10 anys l’ontinyentisme va retre homenatge als herois del 62-63, en un dia que es va aprofitar per donar a llum l’himne de l’Ontinyent CF. Uns actes que van començar a L’Echegaray i que després es van traslladar a Casa Luis i després al camp de futbol on es va interpretar l’himme i els jugadors de l’Ontinyent del primer ascens van rebre l’estima de l’afició. A continuació els deixem en algunes de les instantànies que ens va deixar aquell meravellós dia per a l’ontinyentisme.

Els jugadors de la temporada 62-63, acompanyats per la copa de campions de Tercera.

Manuel Alepuz, entrenador d’aquell equip.

Orquín, va tornar a escriure l’alineació de l’equip.



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