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Por qué muchas mujeres esperan hasta la semana 12 para anunciar su embarazo

No es solo una tradición que adoptan muchas mujeres sin darle muchas vueltas al asunto, es una recomendación que también hacen algunos médicos y matronas para supuestamente proteger a los padres de tener que lidiar públicamente con la mala noticia.

Y aunque la rima sea antigua, y local, hace referencia a una principio tácito que siguen hoy día muchísimas mujeres en todo el mundo: es mejor no compartir la noticia hasta pasado el primer trimestre por si algo “sale mal” y el embarazo no llega a término. No es solo una tradición que adoptan muchas mujeres sin darle muchas vueltas al asunto, es una recomendación que también hacen algunos médicos y matronas para supuestamente proteger a los padres de tener que lidiar públicamente con la mala noticia. De acuerdo a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, uno de cada cuatro embarazos reconocidos acaba en un aborto espontáneo. Se estima que el porcentaje total es más elevado aún dado que la gran mayoría de los abortos espontáneos (que se producen mayormente debido a una anomalía cromosómica) ocurren en las primeras semanas, a veces incluso antes de que la mujer sepa de su condición. Sin embargo, para muchos expertos en duelo gestacional o perinatal —que aborda la pérdida del embrión desde cualquier edad hasta el fallecimiento posterior al nacimiento—, este secretismo alrededor de las primeras semanas de embarazo puede llegar a ser contraproducente. No hablar de un aborto espontáneo en el caso de que ocurra, dicen tanto expertos como mujeres que han pasado por ello, invalida e invisibiliza un duelo que para muchos puede ser extremadamente doloroso. Los estudios de duelo perinatal muestran que, efectivamente, “cuando hubo un aborto en la semana 8 o 9, por poner un ejemplo, a la pena de esta madre que perdió a su hijo, se le suma la pena de perder un hijo que nunca existió, que nunca se lo alcanzó a anunciar a nadie, que fue inexistente”. Así lo explica Andrea Von Hovelin, ginecóloga que formó parte del equipo asesor de la Ley Dominga promulgada en Chile en 2021, que establece un protocolo universal en hospitales y clínicas frente a la pérdida perinatal. En cambio, cuando la noticia se comparte, puede pasar al revés. “A veces hay un elemento de consuelo en saber que los abuelos lo alcanzaron a querer, o queda un elemento de despedida como los zapatitos que le regaló el tío”. “La sensación de que si ocultamos la existencia del embarazo, si se pierde, va a doler menos, es muy sesgada, muy masculina”, apunta Von Hovelin. “Hay veces que a los padres les alivia más el hecho de no tener que contarlo, pero la experiencia que tú adquieres por el relato de las mujeres es todo lo contrario. Te dicen: nadie lo llegó a querer, nunca existió. Yo tuve a este hijo, es un hecho, quiero hacerlo parte de mi biografía y nadie se enteró. Si nadie lo supo, ¿cómo reivindico yo mi duelo?”. Por otra parte, los abortos en esta etapa temprana suelen generar muy poca empatía, comenta la experta. “Cuando alguien quiere hacer algún tipo de rito fúnebre o de despedida de este hijo, muchas veces lo que encuentras en el entorno son burlas o incomprensión franca o evasiva”. “Te dicen cosas como tienes que pensar en tu otro hijo, o por lo menos sabes que eres fértil. Cosas que, aunque sean con la mejor intención, nos impiden expresarnos e invalidan completamente la existencia de ese hijo, como si una se fuera a quedar patológicamente en el duelo, cuando en realidad está demostrado que los duelos que se cierran tienen un mejor pronóstico desde la perspectiva de salud mental”.

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