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Del corazón mundano a la poética marina
“Bajo este enérgico y laborioso estimulante oceánico, el espíritu humano debe germinararmónicamente. Lo decía el inolvidable Quevedo y lo reconocí en su perpetuo hábitatliterario torreño, en Torre de Juan Abad: “Los que de corazón se quieren sólo con el corazónse hablan”. Así es, un buen deseo en la mirada siempre ilusiona y acrecienta lacontemplativa”. El dinero no resuelve nada de manera absoluta. Necesitamos de otro brío asistencial. Por desgracia, noshemos acostumbrado a reducirlo todo a un simple proceso mercantil que, además, suele dejarnos sin alma. Hay quecentrarse mucho más en las personas antes que en las cosas, ponerse a cultivar la cer canía y el abrazo para mantenerla concor dia. La realidad, por consiguiente, nos llama a un cambio de actitud, que debe residir en equilibrar avancescon el fundamen to de lo originario. Sólo hay que adentrarse en el planeta oceánico y ver como las corrientes mudande aires. También en la parte terrícola, el cambio cli mático puede llevarnos a un colapso social, financie ro ymedioambiental. El mundo no vuelve a ser el mismo cuando le agrega mos una gota de agua y una llama de vocablos. Surgenlos sueños. De ahí, la urgente necesidad de activar el coraje moral de la colaboración/ cooperante, para entrar en otroescenario más poético que poderoso. Este es nuestro principal deber, ponernos en disposición unos de otros, puestoque estamos para ser heraldos de los auténticos valores humanos, que son los principios de nuestro natural pulsoviviente. En ocasiones, acostumbro a reflexionar sobre el injusto título de nombrar como Tierra a este planeta, cuandoes incuestionable que debería denominarse Océano; y, los individuos, en lugar de intentar hacer camino, antesdebieran franquear olas. Indudablemente, tenemos que cambiar de andares o de vuelos en el baño. De entrada, deberíamos observarmás para concienciarnos mejor. Sólo hay que sentir las llamadas de aquello que nos rodea, que es nuestra fuente devida y susten-
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