Voces de colores

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Voces de colores ¿Qué nos dicen los dibujos de los niños en edad preescolar sobre la familia? Dra. Bertha Alicia Alcocer


Voces de colores

¿QUÉ NOS DICEN LOS DIBUJOS DE LOS NIÑOS EN EDAD PREESCOLAR SOBRE LA FAMILIA?

Primera edición: Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia. Noviembre de 2018. Coordinadores de la edición: Mtro. Gerardo Echeagaray P. Gaspar Guevara L. C. Revisión de estilo: Armando Rodríguez Briseño Diseño gráfico y editorial: Gabriela Monticelli Corrección tipográfica: Marcela Acle Tomasini Diseño de portada: Gabriela Monticelli / Héctor Flores Carranco Taller de sueños / contacto.taller.ds@gmail.com Derechos reservados: © ©

Bertha Alicia Alcocer Orozco 2018 por Instituto Cencalli, S.C. Universidad Anáhuac México Av. Lomas Anáhuac 46, Col. Lomas Anáhuac Huixquilucan, Estado de México, C.P. 52786 Teléfono (55) 5328 8080, Ext. 7874 publicaciones@familia.com.mx

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ISBN: _____________________ Printed in Mexico - Impreso en México


Contenido

Agradecimientos

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Prólogo

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Introducción

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Capítulo 1

El estudio de los dibujos de los niños a lo largo de la historia

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Capítulo 2

El dibujo del niño como herramienta de diagnóstico emocional

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Capítulo 3

Un método simple como complemento al diagnóstico familiar

37

Capítulo 4

Niños menores de tres años

83

Capítulo 5

Límites y disciplina

93

Prólogo | 5


Capítulo 6

La relación con los hermanos

101

Capítulo 7

El apego

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Capítulo 8

Ejercicios de práctica e integración de datos

127

Capítulo 9

Características de los dibujos por edad

173

Capítulo 10

Casos especiales

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Epílogo Referencias Bibliografía

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Agradecimientos Este libro, como tantas cosas importantes en la vida, no es un proyecto individual, requirió el apoyo y la ayuda desinteresada de muchas personas. A todas ellas quiero manifestar mi profundo agradecimiento. Quiero agradecer a Armando, mi esposo, por su apoyo y paciencia en tantas tardes y fines de semana que debió pasar en casa, acompañándome en el proceso de investigar, integrar información y darle forma al libro; por sus ideas y consejos en la organización del material y por el trabajo minucioso de revisar el manuscrito. A mis hijos: a Mariana, por su apoyo en la parte artística, en la fotografía y en la selección de los dibujos, así como por sus observaciones en el análisis de los casos; a Adrián, por su orientación legal a fin de encontrar la mejor práctica para obtener los permisos necesarios. También a mi mamá, que me acompañó durante todo este tiempo, me convenció que valía la pena convertir en realidad la idea del libro y me ayudó a conseguir los permisos de las escuelas para contactar a los papás y conseguir las autorizaciones para publicar los dibujos. A mi hermana Ana Lourdes, que estuvo trabajando en todas las etapas del proceso, organizando a los pacientes para que yo pudiera tener tardes dedicadas a investigar y escribir. Al Lic. Luis Gerardo Román Esnaurrizar, especialista en derechos de autor, por su apoyo y su guía en este trabajo.

Agradecimientos | 7


Por supuesto, un agradecimiento especial a todos los niños que compartieron conmigo sus dibujos y comentarios para que pudiera ir entendiendo su manera de expresar la visión que tienen sobre la familia; a sus padres, que aceptaron firmar los permisos para publicar los dibujos, y a las psicólogas, pedagogas y directoras de las escuelas que amablemente me dejaron contactar a los padres de familia para solicitar sus autorizaciones y a los niños para la realización de los dibujos. A todas mis compañeras de consultorio: Gaby, Alicia, María Luisa y Viridiana, así como a Clara Díaz, quienes me ayudaron con los niños en la recolección de los dibujos y los permisos. No puedo dejar de agradecer, con muchísimo cariño, el apoyo de los directivos del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios de Matrimonio y Familia: P. Gaspar Guevara, L. C., Alejandro Landero, Olivia Núñez y Mercedes Sánchez Núñez Ugarte, por su confianza y apoyo durante todo este tiempo. Y también al equipo de Publicaciones por su paciencia y respaldo. Y, finalmente, a todos mis alumnos y exalumnos, en quienes pensé siempre como lectores del libro.

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Prólogo Voces de colores contiene dos palabras que encierran un signo de esperanza, dos vocablos que se convierten en buenas noticias. La razón primera es que la palabra voces remite invariablemente a la relevancia de lo que vale la pena que sea escuchado. En el caso de este libro se trata del interés genuino y noble de escuchar la voz de los niños, de niños de edad preescolar, que no por ser pequeños tienen poco que decir. Más aún, lo que nos quieren decir es una fuente maravillosa de un mundo interior, lleno de colores, que aporta muchos elementos de la riqueza de su percepción libre y transparente ante la realidad de su experiencia de familia. Voces de colores hace referencia, por un lado, a la posibilidad de enriquecer el entorno familiar a partir de la expresión propia de los niños, una aproximación para lograr esta tarea a través del colorido de sus dibujos, expresión gráfica antes que verbal sobre su percepción del mundo. Y, por otro lado, a la posibilidad de utilizar esta herramienta de expresión, con trazos y colores, como ventana que ilumine el camino para generar un entorno de mayor colorido, luces y opciones en su ambiente familiar, proporcionándoles un espacio más saludable y alegre para un desarrollo armónico desde esa temprana edad en que su voz no es estridente, pero es clara y genuina y, sobre todo, es muy oportuna y pertinente para el trabajo de consolidación de la armonía familiar. El diagnóstico intuitivo, que evidencia una psicología cada vez más débil y vulnerable, hace pensar que hay tareas desde la ciencia

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y la pastoral que claramente deben ser atendidas con un sentido de urgencia. Particularmente nos ocupan esos ámbitos en los que podamos incidir preventivamente para favorecer el crecimiento armónico de los niños, atendiendo prioritariamente sus etapas más tempranas. La ausencia de los padres en el hogar, debida al actual mundo laboral, ha conducido a una crianza con carencias de comunicación y tiempo de disponibilidad, que fortalezca la creación de vínculos afectivos en los niños. Únese a ésto la sobreexposición de los niños a los medios audiovisuales, a veces utilizados para sustituir la ausencia de los padres, ha contribuido a generar confusión, miedos, vacío y otros efectos que convendría detectar y atender oportunamente. Cabe añadir que la falta de estructuras familiares estables y modelos aspiracionales de conducta, así como una corriente de valores dominantes que han llevado a estilos permisivos, emotivistas y pesimistas, llaman a la urgencia de atender situaciones que se suscitan en las familias desde la edad más temprana posible. Desde hace más de 25 años, el interés y a vocación del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia, es promover, con base en la profundización del amor humano según el designio originario de Dios, el anhelo profundo y claro de la atención y apoyo que necesitan las familias, en un mundo confundido por el individualismo, el relativismo y otras ideologías, que están provocando heridas hondas en las familias, debilitando a sus miembros y dejándolos en una situación precaria para responder a uno de los deseos más profundos del corazón humano: generar una fecunda comunión. En este anhelo que exige, construir estructuras adecuadas que abonen a la realización plena de sus miembros, siendo la primera en importancia: la familia, no puede dejarse de lado el interés por escuchar a los niños y proveerles de aquellas cosas que son más signifi-

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cativas o detectar a tiempo aquellas otras que estorban su desarrollo armónico e infancia feliz. Bertha Alicia Alcocer, con mas de 30 años de experiencia clínica y comprometida con la atención y acompañamiento a las familias, ha emprendido este ejercicio académico como respuesta al imperativo de escuchar las voces de los más pequeños miembros de la familia para procurar llenarlas de color y a su vez, para que sean una expresión de colores que dé forma a un entorno que vuelva la mirada a lo esencial, a los anhelos del corazón y a emprender un camino orientado a dar relevancia a las experiencias esencialmente humanas que habitan con esperanza de volverse realidad en el corazón y la mente de los niños. Voces de colores tiene la bondad de mostrar, con un rigor académico y una metodología sustentada y novedosa, eso que los niños sienten y perciben, aun antes de que sean capaces de autoprotegerse de ello con máscaras y complejidades. El interés por acercarse a la percepción del mundo de los niños invita a conocer su “yo” profundo y a descubrir, con una actitud de asombro y respeto, la necesidad de los pequeños de reconocerse en una mirada que les permita desarrollar la mejor versión de sí mismos. Otro beneficio invaluable para el soporte a las familias es que, al darle relevancia a las voces de colores, se fomenta la conciencia acerca de la importancia que tiene la educación de la afectividad desde los primeros años de vida. En el ejercicio que se ha plasmado en este trabajo se puede apreciar el beneficio inmediato que representa la sola oportunidad de poner a los niños en contacto con sus sentimientos y percepciones a través de la expresión gráfica y en un ámbito lúdico que no les representa ninguna amenaza. Su voz se vuelve relevante, y esto es ya un principio de certidumbre para su desarrollo, como lo describe y explica la autora de manera lúcida, sencilla y esperanzadora.

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Profundización y canalización positiva de sentimientos difíciles de admitir o que podrían volverse en contra de ellos mismos, de no ser detectados a tiempo y expresados con naturalidad, es la propuesta que encontraremos en este fascinante recorrido al mundo interior de los niños de edad preescolar expresado en dibujos. Con una clara ventaja de que, por más complejos que sean los entornos que les toque experimentar, los dibujos son expresiones elaboradas con naturalidad; y, aun cuando es cierto que a esas edades los niños no cuentan con las capacidades verbales para expresar sentimientos complejos, no obstante tienen la ventaja de hacerlo en un ámbito seguro, en un momento en el que aún no interiorizan filtros sociales de aceptación, miedo al rechazo o culpa con respecto a sus sentimientos que les lleva en otros momentos de la vida a reprimirlos o negarlos. Voces de colores es una expresión de la noble tarea de reconocer y crear un sendero por el que los niños pueden transitar con comodidad hacia su mundo interior, revelándonos aquellas situaciones en las que podemos hacer algo a tiempo para poner color en su experiencia y favorecer su desarrollo. El propósito de dar volumen y visibilidad a la voz de los niños es también reconocer que ellos son los más agraviados en las situaciones de conflicto y cuya voz suele ser la menos relevante, así que este trabajo pone de relieve lo que su percepción, experiencia y voz aporta a la solución oportuna de situaciones familiares. Éste es tal vez el aporte más rico y que evidencia contundentemente el compromiso de la autora y su interés, dedicación profesional y preocupación por procurar entornos familiares más armónicos, saludables y propicios para el desarrollo de los niños y sus familias. La autora se refiere con seriedad y cuidado a los estudios probados en este ámbito y aporta novedad y esperanza al ampliar el alcance de todo lo desarrollado en el análisis de dibujos infantiles, llevándolos

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a una etapa que seguramente arrojará más luz porque pueden analizarse de manera más oportuna, dando una nueva esperanza a los resultados y a la posibilidad que se abre para el acompañamiento, consultoría y orientación familiar. Con el cuidado de no sacar de contexto y de no interpretar de manera aislada ninguno de los elementos obtenidos de los dibujos, la autora ofrece una sistemática y cuidadosa herramienta de acompañamiento para todo el entorno familiar, útil para especialistas en el campo de la psicología y aun para aquellos que, no teniendo estudios previos, pueden aprovecharla para dar voz a los niños y llenar de color las posibilidades de su desarrollo personal y el de toda la familia. Atender lo poco atendido, acercarse a la comprensión de las emociones de los niños en edad preescolar y escuchar su voz, expresada con trazos y colores, ofrecer una herramienta no centrada en la búsqueda de patologías, sino como camino de curiosidad y apertura para lograr una conexión cercana y empática con ellos, al descubrirse en primera instancia tomados en cuenta e interesados en su mundo interior, y el apoyo a las familias para lograr detectar oportunamente áreas de oportunidad y desarrollo, son apenas unos rayos de luz y color que se podrán encontrar en este trabajo que con mucho gusto presentamos como parte de la misión y énfasis en el acompañamiento a las familias, como respuesta a una necesidad cada vez más apremiante y frecuente. En este momento histórico en el que muchas voces se acallan, otras piden auxilio, otras claman como una voz en el desierto y unas más quedan despojadas de su posibilidad de tener algo que decir, queremos que se escuchen las Voces de colores que abren un horizonte de esperanza a la familia, que tienen un lenguaje propio muy especial, un lenguaje de amor que está hecho de gestos, actitudes, y de posi-

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bilidades de presencia y de encuentro, que es aquel lugar en donde todos podemos descubrirnos amados. Con esta obra, el trabajo de la autora y de muchos otros que colaboran en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y la familia, confirmamos que “Los vínculos familiares son el primer lugar de preparación para las formas sociales de solidaridad”. Nos enorgullece profundamente presentar este trabajo que muestra el interés de aproximarnos a las familias y ofrecerles herramientas de apoyo, con un tono de esperanza, luz y confianza en que “el futuro de la humanidad pasa por la familia”, como expresó con fuerza y convicción san Juan Pablo II en la Exhortación apostólica post-sinodal Familiaris consortio(86). Mtra. Olivia Eugenia Núñez Orellana Directora del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las ciencias del matrimonio y de la familia Plantel México

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Introducción Hace muchos años, mi esposo y yo visitamos el Museum of Fine Arts en Boston y pasamos horas contemplando las exhibiciones de arte egipcio. Recuerdo mirar los sarcófagos, las puertas y paredes de los templos, adornados todos con columnas de jeroglíficos, y la sensación de profunda frustración por no poder entenderlos, a pesar de ser tan claro que poseen un mensaje importante, tan importante que fue grabado en piedra, en mármol, a veces incluso en oro. Lo mismo sucede con los dibujos de los niños: son mensajes, elaborados con mucho trabajo, que no pueden entenderse con las mismas reglas que el arte de los adultos y que, en ocasiones, nos dejan la incómoda sensación de que nos falta algo por comprender. La idea de escribir este libro surge justamente como una respuesta a esa necesidad de entender los dibujos, en especial los de los niños más pequeños, aquellos que todavía no han perfeccionado su lenguaje verbal y que, por lo mismo, no tienen maneras de comunicarnos sus sentimientos y vivencias más profundas. Para escribirlo, recurrí primero a una extensa revisión bibliográfica, buscando las coincidencias entre los diferentes autores, tratando de simplificar y organizar los datos de una manera que resultara comprensible y fácil de utilizar para personas que no tienen una formación en psicología infantil. Busqué especialmente los datos que reunieran las condiciones siguientes:

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⩥⩥ Que no estuvieran relacionados con el diagnóstico, ya que éste es un trabajo especializado y requiere de una formación completa en psicología. ⩥⩥ Que proviniesen de investigaciones serias, con especificaciones claras del número de niños que se estudiaron, la metodología que se utilizó y la manera en que se analizaron los datos obtenidos. ⩥⩥ Que ayudaran a entender los sentimientos de los niños respecto a su familia. ⩥⩥ Que hubiera coincidencias entre diferentes autores, de manera que descarté aquellos en los que había opiniones contradictorias.

En segundo lugar, recurrí a mis expedientes clínicos y educativos. Después de más de 30 años de trabajo como psicóloga y terapeuta familiar, y de otros tantos de asesorar algunas escuelas en sus procesos de admisión para el ingreso al jardín de niños, tengo muchísimos dibujos hechos por niños, tanto en situaciones clínicas (en las que se buscó un diagnóstico, una psicoterapia o una orientación familiar) como en situaciones no clínicas, cuando iban a hacer el examen de admisión a la escuela. Seleccioné aquellos dibujos realizados por preescolares, niños y niñas entre 2 años 9 meses y 6 años 11 meses, especialmente porque era en estas edades en las que tenía un grupo no clínico.

Este grupo de edades es el menos estudiado, la mayoría de los investigadores han trabajado con grupos de escolares de 6 años en adelante, probablemente porque estos niños ya son capaces de platicar acerca de sus dibujos y pueden seguir instrucciones en grupos, ambas cosas facilitan mucho la investigación.

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Esta combinación de elementos teóricos obtenidos de la revisión bibliográfica, además de muchísimos dibujos en los que se podía analizar cada elemento mencionado por los investigadores, permitió, por un lado, un trabajo de análisis para relacionar la teoría con los datos de cada niño y de cada familia y, por otro lado, una nueva síntesis para lograr un método de “lectura” de dibujos sencillo y útil. La mayoría de los dibujos que se eligieron para ilustrar los pasos del método y para realizar los ejercicios de práctica tienen escrito a mano el orden en que fueron dibujadas las figuras y a quién repre­ sentan. Aquellos que no lo tienen es porque en algunas escuelas prefieren que se pongan los datos en el reverso de la hoja; en esos casos, describo el orden en el que se realizó el dibujo. Todos los datos de identificación de los niños han sido borrados del dibujo, los nombres han sido omitidos y ciertos detalles (por ejemplo, el nombre de las mascotas) han sido suprimidos de la hoja del dibujo para proteger a los pequeños y sus familias. Cabe mencionar que cada uno de los dibujos que aparecen en este libro cuenta con la autorización del padre o la madre del menor para efectos de su publicación, con excepción de cuatro dibujos del capítulo “Casos especiales”, los cuales son reproducciones simuladas que omiten ciertos detalles con la finalidad de preservar el anonimato. Por último, quiero hacer énfasis en que no se trata de un método de diagnóstico, no busca encontrar la patología, los síntomas o las dolencias de los pequeños. Se trata más bien de un método de comunicación que permite un acercamiento a los sentimientos y necesidades que expresan los pequeños, así como una comprensión acerca de cómo ellos viven su realidad familiar. Este método busca ayudar el trabajo de los consultores familiares —muchos de ellos exalumnos míos—, maestros y quienes trabajan con preescolares, dándoles herramientas para escuchar mejor lo que nos dicen los niños con sus dibujos, de ahí su nombre: Voces de colores.

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Capítulo 1

El estudio de los dibujos de los niños a lo largo de la Historia Desde las primeras publicaciones sobre los dibujos de los niños —aparecidas a finales del siglo xix— y los numerosos datos que podían brindar a quienes los estudiaban, el interés por conocer y entender el arte infantil y el mundo interior de los niños a través de su expresión artística, especialmente gráfica, ha sido constante (Hernández, 2002). Las investigaciones han seguido fundamentalmente dos líneas: la primera, relacionada con el estudio de la maduración del niño, es decir, acerca de cómo éste refleja en sus dibujos su conocimiento y sus habilidades crecientes para entender y manejar su ambiente, con la fi­­ nalidad de encontrar la forma de evaluar sus habilidades intelectuales (edad mental, cociente intelectual, etc.) y, la segunda, relacionada con el deseo de conocer el estado emocional del niño, sus sentimientos, necesidades, preocupaciones, a fin de evaluar su bienestar emocional o su psicopatología. Los estudios realizados dentro de la primera línea han disminuido con la aparición de instrumentos cada vez más precisos para evaluar las diferentes habilidades intelectuales y neuropsicológicas. Actualmente, muchas baterías de evaluación neuropsicológica y psicope-

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dagógica (por ejemplo, la Evaluación Neuropsicológica Infantil, eni; las Escalas de Habilidades Infantiles McCarthy), así como de maduración (por ejemplo, la prueba de Evaluación de Desarrollo Infantil, edi, del Hospital Infantil de México), utilizan el dibujo de la persona humana como una de sus subpruebas, pero no ya como el único instrumento de medición de dichas funciones. Las investigaciones dentro de la segunda línea han dado lugar a una gran cantidad de datos, con resultados no siempre concordantes, pero que colocan a las pruebas proyectivas-gráficas como las más utilizadas en la práctica clínica y diagnóstica infantil (Catte, 1998). En esta línea es en la que se centra este trabajo. La utilización de los dibujos de los niños como herramienta para conocer su mundo interior inicia, como ya se mencionó, a finales del siglo xix. En efecto, antes de 1900 psicólogos generales y psicólogos evolutivos, pedagogos, artistas, críticos de arte de muchos países ya habían publicado estudios sobre el tema (Marín, 1988). A partir de entonces las publicaciones se multiplicaron y se empezaron a vislumbrar los grandes temas de estudio que, en líneas generales, se mantienen hasta el día de hoy: características formales de los dibujos infantiles, temas preferidos y frecuentes en los dibujos, etapas o periodos de desarrollo del dibujo durante los años de infancia y estudio de los dibujos como herramientas de investigación sobre la personalidad del niño (Marín, 1988). Antes de entrar en el tema específico de la interpretación de los dibujos infantiles para conocer la personalidad del niño, vale la pena revisar algunos de los criterios generales, extraídos de las investigaciones en los primeros tres grandes temas mencionados.

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Criterios generales de los dibujos infantiles: características formales, temas preferidos y etapas de desarrollo a)

Características formales de los dibujos infantiles

Quizá el resumen más claro acerca de las características formales es el compendiado por Marín (1998), que considera una serie de principios que definen los dibujos infantiles: ⩥⩥ ⩥⩥ El principio de aplicación múltiple: una misma forma sirve para representar muchas cosas diferentes. ⩥⩥ El principio de la línea base: una línea horizontal que atraviesa la parte inferior del dibujo y sirve de apoyo para los personajes. ⩥⩥ El principio de perpendicularidad: la relación entre un objeto y la base en la que se apoya es perpendicular. ⩥⩥ El principio de la importancia del tamaño: las figuras más importantes, las humanas deben tener un tamaño mayor a los elementos secundarios. ⩥⩥ El principio de aislamiento de cada parte del conjunto: para representar un conjunto compuesto de elementos similares se dibujará cada elemento uno a uno y en su disposición característica como si se tratara de unidades aisladas. ⩥⩥ El principio del imperativo territorial: cada elemento que aparece en el dibujo posee su espacio propio, todo lo que se deba ver se muestra en toda su extensión.

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⩥⩥ El principio de la forma ejemplar: se prefieren los modos de representación que mejor describan las principales cualidades visuales. ⩥⩥ El principio del abatimiento: los elementos verticales serán dibujados frontalmente y los elementos horizontales aparecerán siempre presentando al espectador la superficie más extensa del objeto. ⩥⩥ El principio de simultaneidad de distintos puntos de vista: cada parte de la figura se dibujará de acuerdo con el punto de vista que más se aproxime a la forma ejemplar de esa parte. ⩥⩥ El principio de visión de rayos X: se dibuja todo lo que sea necesario para hacer explícita la imagen, aunque haya que hacer transparentes las paredes.

Estos principios, descritos e investigados sobre todo desde el punto de vista de la apreciación y la educación artísticas (Hernández, 2002), sientan las bases para la interpretación proyectiva de los dibujos, ya que brindan una primera lectura de lo que se puede esperar como “normal” en un dibujo infantil.

b)

Temas preferidos en los dibujos de los niños

Las investigaciones sobre los temas que con más frecuencia dibujan los niños cuando se les permite elegir libremente tienen bien documentado el hecho de que hay ciertos temas que son elegidos con mucha mayor frecuencia en diversas culturas y que se han mantenido estables a lo largo del tiempo (Caride de Mizes, 1981). Las investigaciones de Maitland (1885), Lukens (1896), Ballard (1912), Luquet (1913), citadas por el Dr. Catte en su tesis de doctorado (1998), señalan que la figura humana es uno de los temas más populares en los dibujos espontáneos de los niños. Más adelante, en una

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investigación realizada con grandes grupos de niños, Estrada Díez encontró que la figura humana es el tema favorito y más frecuentemente dibujado por los niños de cualquier edad, seguido por el sol, casas, nubes, árboles y coches (citado en Marín, 1988). No es de extrañar entonces que la figura humana haya sido elegida como herramienta de evaluación tanto del desarrollo como de la personalidad de los niños.

c)

Etapas o periodos de desarrollo del dibujo durante los años de infancia

El estudio de la evolución de las representaciones gráficas de los niños ha sido abordado desde diversos puntos de vista —prácticamente cada uno de los autores ha formulado su propia clasificación—, por lo que existen muy variadas propuestas, muchas de las cuales no son equiparables entre sí por la diversidad de los criterios empleados para la clasificación. Los estudios más utilizados en la actualidad son el de Luquet (1913), que considera cuatro etapas: realismo fortuito, realismo frustrado, realismo intelectual y realismo visual; el de Kellogg (2010), que se basa en la observación y análisis de miles de dibujos realizados por niños entre 2 y 5 años y que comprende diversas fases (fase de los patrones, fase de las figuras, con las subfases de diagramas nacientes y diagramas propiamente dichos, fase del arte espontáneo y fase pictórica), y el de Lowenfeld (1961), que considera las etapas de desarrollo desde los dos años hasta la adultez (etapa del garabateo, subdividida en garabateo sin control, controlado y con nombre; etapa pre-esquemática; etapa esquemática; etapa de realismo; etapa del pseudo-naturalismo, y etapa de la decisión) (Leung, 2008; Kellogg, 2010; Cohen, 2011, 2012).

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Los tres modelos suponen que la capacidad del niño para dibujar (tanto la figura humana como otros motivos) debe atravesar estas etapas o fases específicas, sin saltarse ninguna, y que la meta final del proceso es la representación visualmente realista de los objetos. Sin embargo, ninguno de estos modelos toma en cuenta el proceso de producción del dibujo, los problemas que dicha producción suscita en el niño, ni tampoco la influencia de la cultura en la que el niño está inmerso: sus símbolos, esquemas y la manera en que los niños son expuestos a la enseñanza directa de dichos símbolos o esquemas. Los estudios realizados en este campo desde la perspectiva artística demuestran claramente que la educación para las artes, la enseñan­za de técnicas pictóricas y hasta la simple exposición del niño al proceso de elaboración de un dibujo, en lugar de enseñarle el dibujo ya terminado, pueden influir en la manera en que el niño dibuja (Pemberton, 1995, citado por Catte, 1998). Asimismo, se ha visto que ofrecer a los niños un “vocabulario gráfico”, es decir, enseñarles a manejar ciertos trazos básicos y a combinarlos para elaborar diferentes figuras, mejora los dibujos de los niños, incluso de los más pequeños. Ambos conceptos (el dibujo como proceso y el aprendizaje-utilización de símbolos culturales) llevan a ampliar el estudio de los dibujos como productos terminados para tomar en cuenta las capacidades cognitivas y motoras del niño, su situación social y familiar, su exposición o no a la educación artística y, sobre todo, a incluir la actitud de los niños, sus verbalizaciones, intentos fallidos y cualquier otro dato disponible como parte integral del dibujo.

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Los dibujos como herramienta para conocer el mundo interior y la personalidad del niño Una vez revisados los aspectos generales de los dibujos infantiles, en este apartado analizaremos su utilización como herramienta para conocer el mundo interno de los niños y su personalidad. Las primeras aproximaciones de los investigadores en esta línea surgen de la escuela psicoanalítica, con el concepto de proyección, descrito originalmente por Freud como un mecanismo de defensa que consiste en la “operación por medio de la cual el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro (persona o cosa) cualidades, sentimientos, deseos, incluso ‘objetos’, que no reconoce o que rechaza en sí mismo” (Antezana, 2003; Laplanche y Pontalis, 2004). De un modo más profundo, se considera que las estructuras o rasgos esenciales de la personalidad pueden aparecer en el comportamiento manifiesto, por ejemplo, cuando se sitúa al sujeto en presencia de situaciones poco estructuradas o de estímulos ambiguos, lo que permite leer, según las normas de desciframiento propias del tipo de material y de actividad creativa propuestos, ciertos rasgos de su carácter y ciertos sistemas de organización de su conducta y de sus emociones […] el sujeto, de modo especial en las láminas del T. A. T., proyecta seguramente lo que él es, pero también lo que él no quiere ser. Cabría preguntarse si la técnica proyectiva no suscita en forma electiva el mecanismo de proyección de lo “malo” afuera (Laplanche y Pontalis, 2004).

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En la práctica psicoanalítica, Sophie Morgenstern (1948) es considerada como la primera psicoanalista de niños que utiliza el dibujo como herramienta de expresión, paralela al lenguaje, que permitía al niño “expresar sus angustias de forma singular” (Uribe-Aramburo, 2009, 2013). En sus trabajos, como en los de muchos otros autores posteriores, se plantea la imposibilidad de utilizar un sistema de interpretación fijo, tipo diccionario, que pueda aplicarse a todos los niños y a todos sus dibujos, ya que se considera el dibujo en forma parecida a los sueños, en los que el simbolismo es individual, úni­co para cada paciente (Coates, 2002; Benseñor, Falise, Garma, De González, Iribarren, Revuelta y Wainstein, 2006). Con esta misma hipótesis, analistas infantiles muy reconocidas, como Dolto y Aberastury, requieren que el niño asocie libremente acerca de sus dibujos puesto que es el propio niño quien da significado a sus dibujos (Siquier de Ocampo, García y Grassano, 2003; Uribe-Aramburo, 2009, 2013). El dibujo como herramienta de comunicación durante las sesiones de psicoterapia infantil tiene desde hace muchos años un lugar bien establecido, lo mismo que otras formas de expresión gráfica, como el modelado con arcilla o plastilina. Desde los primeros psicoanalistas de niños —Melanie Klein, Donald Winnicott y Anna Freud—, los dibujos han servido para facilitar la comunicación, penetrar en el inconsciente infantil y ayudar a los niños a expresar sus sentimientos y experiencias. Diferentes posturas teóricas dentro del psicoanálisis plantean que el dibujo permite: expresar y elaborar tendencias destructivas, disminuir la angustia y la culpa, representar las tendencias de compasión y reparación, reducir la ansiedad al poner las cosas fuera de sí mismos, desarrollar la capacidad de espera, favorecer la formación de símbolos y tolerar la angustia ante la ausencia del objeto (Klein, Aberastury, Nejamkis, Winnicott, citados en Zusman, 2009).

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En otras escuelas psicoterapéuticas encontramos el trabajo de Virginia M. Axline sobre terapia de juego centrada en el niño, en el que reflexiona sobre el uso del dibujo como una forma de facilitar la expresión de pensamientos, sentimientos y percepciones del niño, así como un medio para avanzar en el proceso de ser él mismo (Axline, 2003). En la misma línea psicoterapéutica, la Asociación Española de Terapia de Juego, en su sitio web,[1] explica cómo el dibujo y la expresión plástica “ayudan al niño a expresar su experiencia, a exponer la historia fuera de sí mismo y a construir nuevos significados donde puede reconocer los recursos y fuerzas internas que posee y que lo han ayudado a sobrevivir”. La terapia Gestalt infantil, por su parte, utiliza también el dibujo y el arte durante las sesiones para facilitar y profundizar la comunicación con el niño (Echevarría, 2005; Kehrmann, 2011). Una de las terapeutas más reconocidas en este campo, Violet Oaklander, desarrolló numerosas técnicas para la utilización del dibujo en las sesiones, desde el dibujo libre, que después el niño comenta y explica, hasta algunos dibujos dirigidos, como los “cuadros de ira”, en los que el niño encuentra descanso al dibujar sus sentimientos de enojo o furia, sin tener que analizarlos o expresarlos verbalmente. Para esta autora los niños son artistas naturales: Muchas veces pienso que es la única manera de comunicación […] pueden decir algo por medio de una pintura o molde de barro para lo cual no encuentran palabras […] En mi trabajo yo uso varias formas de expresión creativa por dos razones principales: le dan al niño experiencias que no hubiera tenido de otra manera y son caminos directos al interior del niño (Oaklander, 2015).

1

Ver http://www.terapiadejuego.es/webs/metodos.htm (Consulta: 30 de julio, 2018).

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De este amplio campo de acción de los dibujos han surgido técnicas que ayudan durante los tratamientos, por ejemplo, el ejercicio de garabateo de Winnicott (Fernández Manchón, 2012) que, uniendo el dibujo con el juego, favorece e incrementa la alianza terapéutica. En este mismo sentido, pueden considerarse los dibujos seriales usados por Jung (Allan, 1988; Green y Herbert, 2006, citados por Schaeffer, 2011) o el trabajo para la recuperación de eventos traumáticos a través de la expresión plástica, especialmente útil en el caso del trauma múltiple (van der Kolk, 2014). Incluso han surgido diferentes formas de terapia centradas en el dibujo y en el arte: la terapia de arte, iniciada por los trabajos de Edith Kramer y Margaret Naumburg, que han sido ampliamente utilizados con niños y adultos, incluso con trastornos psiquiátricos severos (López, 2006). Asimismo, el trabajo con los dibujos terapéuticos y los programas de reducción de estrés basados en el dibujo de mandalas (Stitt, 2015). Consideradas en conjunto, las funciones del dibujo pueden agruparse en tres grandes categorías: ⩥⩥ Como forma de comunicación interpersonal, que maneja material consciente e inconsciente; se trata de un lenguaje no verbal, complejo y rico. ⩥⩥ Como medio para expresar fantasías y creatividad, representar situaciones complicadas y reorganizar elementos de la experiencia. ⩥⩥ Como herramienta para elaborar conflictos con funciones de descarga y de sublimación, así como para disminuir ansiedades y temores (Cohen, 2012).

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La evidencia, tanto clínica como basada en investigaciones, no deja lugar a dudas sobre la utilidad del dibujo como medio para ayudar al adulto a entrar en contacto con los niños, conocer sus sentimientos, impresiones del mundo, necesidades, etcétera. La utilización del dibujo como medio para ayudar al adulto a entrar en contacto con los niños ha sido ampliamente documentada y, por lo tanto, el dibujo y las artes gráficas en general tienen un puesto importante en todos los ámbitos de educación y salud mental infantiles. Sin embargo, en el campo de la psicología se originó una rama diferente para el manejo de los dibujos: su utilización como medio de diagnóstico psicológico, tanto en el área de las habilidades —que no será abordada en este trabajo— como en el área de la personalidad. El capítulo siguiente presentará una breve revisión del origen y la evolución de dicha rama de estudio.

Capítulo 1. El estudio de los dibujos de los niños a lo largo de la historia | 29



Capítulo 2

El dibujo del niño como herramienta de diagnóstico emocional Hemos visto cómo los dibujos de los niños han sido estudiados desde diversos puntos de vista y utilizados de diferentes maneras en el trabajo psicoterapéutico. También hemos mencionado que los dibujos se han utilizado para evaluar diversas capacidades de los niños, especialmente en el campo de la inteligencia, y cómo han dejado de ser la herramienta principal para pasar a ser un elemento más en algunas pruebas complejas. Sin embargo, hasta mediados del siglo pasado prácticamente no se habían utilizado para evaluar la personalidad ni para diagnosticar los conflictos emocionales inconscientes de los niños ni de los adultos. Parece haber unanimidad en la literatura al considerar el trabajo de Karen Machover como el primero en pasar del dibujo como medio de comunicación y de elaboración de conflictos durante las sesiones de terapia a su uso como medio de diagnóstico de la personalidad, antes, e incluso fuera, de un trabajo psicoterapéutico.

Capítulo 2. El dibujo del niño como herramienta de diagnóstico emocional | 31


En su libro clásico, Personality projection, publicado en 1949, Machover presenta un método para conocer la personalidad, los conflictos inconscientes y los mecanismos de defensa que utiliza un individuo a partir de sus dibujos de la persona humana. Machover, formada como psicóloga clínica en la época en la que el trabajo fundamental de la psicología era el de realizar evaluaciones, practicó ampliamente en los hospitales psiquiátricos de Bellevue, en Nueva York, aplicando todas las pruebas proyectivas que se utilizaban por entonces, básicamente el Rorschach (manchas de tinta) y el Test de Apercepción Temática (TAT, láminas con dibujos acerca de los que se deberá hacer una historia) y, en el caso de los niños, pruebas de desarrollo como las de Stanford-Binet y el test del dibujo de la figura humana de Goodenough. De esta práctica de años surge la idea de aprovechar la riqueza de los dibujos de los pacientes para evaluar su personalidad. Machover no plantea su método como una novedad, sino como un resumen de los conocimientos que ya se tenían: en la introducción de su libro, Machover escribe que su método busca “sistematizar el análisis de la producción gráfica de una manera exhaustiva, fácil de comunicar y que haga justicia a las complejidades de la personalidad” (Machover, 1978: 2) Sin embargo, su trabajo abrió una rama nueva en el campo del estudio de los dibujos, tanto de los niños como de los adultos. La hipótesis de Karen Machover es que la instrucción de dibujar una persona genera en el paciente un problema: elegir entre todos sus recuerdos una fuente para extraer los atributos que utilizará para la elaboración de su dibujo. Las fuentes externas son demasiado amplias para ofrecer una representación espontánea y el paciente deberá hacer una selección que será consciente sólo en parte.

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En esta selección, el cuerpo y la imagen internalizada que se tiene de éste representan una fuente íntima de referencia a la cual recurrir. La energía que se ha invertido en cada una de las partes y órganos corporales, la imagen corporal resultante de todas las experiencias almacenadas, guía al individuo durante su ejecución y por lo tanto el dibujo representará un vehículo para expresar las necesidades y conflictos del propio cuerpo (Machover, 1978: 8).

Por otro lado, a la imagen corporal que se utiliza como guía, se suman las internalizaciones que se han realizado de los significados sociales que se les dan a ciertos rasgos físicos, la tendencia a asociar determinados tipos físicos con ciertas características psicológicas, las expresiones verbales de emociones relacionadas con ciertas partes del cuerpo (por ejemplo, tener el corazón roto o estar rojo de ira). A todo esto, se agrega también la experiencia particular relativa a algunos órganos, por ejemplo, tener débil un lado del cuerpo o padecer una enfermedad física y, por supuesto, la evaluación que realiza el propio individuo de su dibujo, que puede llevarlo a omitir o a compensar ciertas partes del cuerpo. Un dibujo “puede representar la confesión directa de un defecto o debilidad, el esfuerzo determinante de compensar dicho defecto o una combinación de ambas cosas” (Machover, 1978: 10). Karen Machover plantea que, en la ejecución de la figura humana, la forma en que cada parte es dibujada tiene un significado y cada parte omitida también tiene un significado; además existen aspectos estructurales y formales que también ofrecen al clínico información relevante. Toda esta información se complementa con las asociaciones que el individuo realiza espontáneamente mientras lleva a cabo los dibujos.

Capítulo 2. El dibujo del niño como herramienta de diagnóstico emocional | 33


El interés que despertó el trabajo de Machover fue enorme, la prueba se popularizó rápidamente —se hicieron 11 ediciones de su libro—, se convirtió en una obra de estudio imprescindible en las escuelas de psicología por muchos años y se ha mantenido como un método de uso frecuente para la evaluación de la personalidad en diversos países, incluido México, desde su aparición hasta la fecha. Casi simultáneamente, otro investigador, John N. Buck (1948), quien también trabajaba aplicando evaluaciones de inteligencia a pacientes en diversos hospitales, encontró que, al examinar los dibujos de los pacientes, podía obtener una medida del nivel intelectual y muchos más datos sobre los pacientes que no tenían que ver con su inteligencia sino con su modo de ver el mundo, con sus conflictos emocionales y con su personalidad. A partir de estas observaciones, desarrolló una técnica de evaluación tanto psicométrica como proyectiva, que consistía en pedirle a la persona que dibujara un árbol, una casa y una persona (HouseTree-Person, HTP). En 1948 apareció un artículo monográfico sobre su método en la revista de psicología clínica Journal of Clinical Psychology y, posteriormente, su manual sobre la aplicación y calificación de la prueba, que será conocida desde entonces como HTP. La primera versión de su prueba proponía medir también la inteligencia, sin embargo, los datos normativos presentados no eran suficientes para generalizar su aplicación y pronto dejó de pensarse en este test como prueba de inteligencia; actualmente sólo se utilizan sus criterios relativos al estudio de la personalidad. Un investigador mucho menos conocido, pero que llegó a conclusiones muy similares sobre el manejo y la interpretación de los dibujos de la figura humana, fue Sidney Levy, que propone un análisis muy similar al de Karen Machover. En esa misma época, sin que se tenga aún claro quién fue el iniciador, se empiezan a aplicar, con la misma base teórica, los dibujos

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de la familia y los dibujos de la persona bajo la lluvia. La prueba del dibujo de la familia ha sido modificada en varias ocasiones por diversos autores, de manera que a veces se pide a los examinados que dibujen a una familia que imaginen o en otras a una familia en la que cada uno de los miembros esté haciendo algo, incluso a una familia integrada por animales (Hammer, 1984 [1969]). Una de las versiones más difundidas, que además es la que se maneja en este trabajo, es la de la familia en movimiento (KFD, por sus siglas en inglés), propuesta inicialmente por Corman en su libro El test del dibujo de la familia en la práctica médico-pedagógica, publicado en 1961. Más adelante, en 1969, Emanuel Hammer (1984 [1969]) integra los datos obtenidos por los primeros investigadores con los obtenidos por él mismo y muchos más que habían mostrado interés en ampliar los conocimientos alrededor del tema. La integración de Hammer representa uno de los esfuerzos más completos para darle un marco teórico y una unidad metodológica a la aplicación e interpretación de los dibujos como herramienta de diagnóstico psicológico. Últimamente se ha buscado un método más sencillo que funcione como un filtro (screening) para detectar rápidamente a los niños con altas probabilidades de tener problemas emocionales o de conducta a través de sus dibujos. Los primeros intentos de establecer estos indicadores fueron los de E. M. Koppitz (1995) que, desgraciadamente, no han podido ser replicados en algunos estudios, por lo que existe mucha polémica en la literatura científica actual respecto a la validez de sus indicadores (León-Vásquez y Castañeda, 1999; Barros e Ison, 2002; Brizzio, López y Luchetti, 2012). Posteriormente, Maganto y Garaigordobil (2009, 2011; Garaigordobil y Maganto, 2013), en un estudio en el que incluyeron más de 2000 niños, encontraron 11 indicadores que permiten hacer una diferenciación entre la población sin diagnóstico clínico y los niños que

Capítulo 2. El dibujo del niño como herramienta de diagnóstico emocional | 35


presentan un diagnóstico de trastornos emocionales o de problemas de conducta. Aunque es una manera muy diferente de aproximarse a los dibujos, este método comprueba la utilidad de los dibujos como herramienta para conocer mejor el mundo interno de los niños. Se ha buscado también aprovechar los conocimientos sobre la psicología del color para darle significado a los colores que se utilizan para iluminar los dibujos, así como el análisis semiótico para darles una lectura más integral a los dibujos, especialmente dentro de la clínica psicoterapéutica. Ambas aproximaciones han tenido muy buenos resultados (Leung, 2008). Ahora bien, todos los estudios mencionados han buscado principalmente el análisis diagnóstico del niño, es decir, conocer sus conflictos, los mecanismos de defensa que utiliza, sus carencias y dolencias emocionales. Este estudio propone una entrada diferente en la que lo importante no es el diagnóstico del niño, la presencia o no de enfermedades o de psicopatología, sino la posibilidad de conocer el punto de vista de los niños. Esta propuesta está pensada especialmente para el orientador o consultor familiar con una visión integral de la familia, así como para maestros y quienes trabajan con preescolares, que requieren conocer lo que los niños sienten y piensan respecto a su familia, a la situación que están viviendo, a lo que les está costando trabajo, etc. En esta propuesta, los dibujos son usados como una manera de darle voz a los que menos voz suelen tener cuando hay una crisis familiar: los niños.

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Capítulo 3

Un método simple como complemento al diagnóstico familiar Una vez establecida la utilidad de los dibujos infantiles como medio para conocer mejor a los niños, en este capítulo revisaremos un método sencillo que se basa en la investigación bibliográfica y en la práctica clínica a fin de aprovechar este método como una manera de conocer y entender mejor las necesidades y sentimientos de los niños durante el proceso de consultoría familiar. Ninguno de los pasos del método es nuevo, todos han sido establecidos y documentados claramente a través de investigaciones científicas, cuyas fuentes se citan. La novedad de este método consiste en dos cosas: primero, que se ha comprobado paso por paso con dibujos de niños preescolares, en lugar de asumir que lo que resulta significativo en edades más avanzadas se puede trasladar a la etapa preescolar. Segundo, la forma de aprovechar los conocimientos, no para realizar un diagnóstico del niño, sino para conocerlo mejor y ayudar a su familia a entenderlo durante el proceso de orientación o consultoría familiar.

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Ejecución de los dibujos Para la ejecución de los dibujos se siguen las instrucciones originales de las pruebas. Al niño se le ofrecen hojas blancas, lápices y colores; se le explica que le vamos a pedir que nos haga algunos dibujos y que luego nos platique algunas cosas sobre ellos. El niño deberá tener un asiento cómodo, una mesita o escritorio a su altura. Es preferible que el niño esté solo con el examinador, pero cuando se trata de niños muy pequeños o temerosos, éstos pueden presentar resistencia a separarse de sus padres; si esto sucede, la mejor opción es dar tiempo a que se desarrolle una mayor confianza, dedicar una sesión a platicar y jugar con el niño, incluso con la presencia de uno de los padres. Eso puede hacer una gran diferencia. Cuando esto no es posible, pueden realizarse los dibujos con la presencia de alguno de los padres, sin embargo, es importante pedirles que lleven alguna tarea que puedan realizar mientras el niño dibuja, como una lectura o manualidad, y que no comenten nada durante el proceso, ni para alentar al niño ni para “mejorar” su ejecución. Si el niño les hace preguntas, deberán responder brevemente y volver a su tarea. Usualmente se pide primero el dibujo de la figura humana, que muchos autores recomiendan hacer a lápiz, sin colorear, por lo que se ofrecen únicamente las hojas, el lápiz y una goma con la consigna: “Te voy a pedir que me dibujes aquí a una persona, la que tú quieras”. Por lo común, como menciona Hammer (1984 [1969]), esto provoca una serie de preguntas de parte del niño: “¿Una persona?”, “¿Grande?”, “¿Niño o niña?”, “¿Puede ser mi papá?”… A todas estas preguntas se debe responder al niño diciéndole que dibuje la persona que prefiera, con las características que guste: “Como tú quieras, la

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que tú quieras”. Si alguna de las preguntas implica algún cambio de la instrucción dada, es importante recordarle al niño la instrucción y pedirle que la siga específicamente. Por ejemplo, algunos niños pueden decir: “Mejor te hago dos personas, yo y mi mejor amiga, ¿sí?” o “¿Puedo hacer un oso?” En estos casos sí es importante contestar claramente, pero con amabilidad, que el dibujo requerido es el de una persona, añadiendo que al finalizar el dibujo podrán hacer otro de lo que ellos deseen. Con frecuencia, después de algunas preguntas que les sirven para organizarse, los niños dibujan con gusto y suelen hacer comentarios acerca de sus dibujos. Es importante registrar los comentarios sin perder el contacto personal con el niño: hay que estar totalmente presentes en el proceso para registrar no sólo las conductas, sino también el estado emocional, los cambios de humor, los temores, gustos, etc., que afloren durante la elaboración del dibujo. Al terminar el primer dibujo, se le pide al niño que nos cuente algo acerca de la persona que dibujó. Esta segunda instrucción también da lugar a varias preguntas y comentarios del tipo “¿Como qué te cuento?” El examinador deberá tratar de que el niño comente lo más posible sobre la persona que dibujó; cuando el niño no comenta espontáneamente, se le pueden hacer preguntas específicas: “¿Es un niño o una niña?”, “¿Cuántos años tiene?”, “¿Qué le gusta hacer?”, “¿Con quién vive?” Es importante no cansar al niño, no se trata de un interrogatorio formal, sino de buscar comentarios que enriquezcan y faciliten nuestra comprensión del dibujo. Después, si el primer dibujo fue un hombre, se le pide al niño que haga una mujer: “Ya me dibujaste un hombre (o un niño), ahora dibújame una mujer (o una niña)”. Y, viceversa, si el primer dibujo fue una mujer, se le pide que haga un hombre. Es importante numerar las hojas para conocer exactamente la secuencia de los dibujos.

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Si se van a aplicar más dibujos, usualmente se continúa con el dibujo de la familia. Para esta actividad, se le pide al niño que use colores. Cada autor tiene su preferencia sobre el tipo de dibujo de familia que se solicita. En mi caso, utilizo el de la Familia en Movimiento, dándole al niño la instrucción: “Dibújame a tu familia, cada quien haciendo algo, la puedes hacer como tú quieras, pero que cada quien esté haciendo algo”. Al igual que en los casos anteriores, los niños pueden hacer muchas preguntas que deberán contestarse siempre con calma y suavidad, regresando al niño la responsabilidad de elegir el dibujo que quiera hacer: “Como tú quieras, nada más que esté haciendo algo”. Cuando las preguntas se refieren a quiénes debe dibujar (por ejemplo, “¿A toda mi familia?”, “¿También a mis primos y a mis tíos?”), se le puede ayudar diciéndole: “Tu familia más cercana”. De la misma manera que en los dibujos anteriores, es importante fijarse muy bien en el orden en el que el niño dibuja. Al finalizar el dibujo, se le pregunta por cada uno de los miembros de la familia que aparecen en el dibujo: “¿Quién es éste o ésta?”, “¿Qué está haciendo?” Y se anota también el orden en el que los dibujó, junto con cualquier comentario adicional que surja, ya sea durante el proceso de dibujar o ya sea durante las preguntas.

Lectura o interpretación de los dibujos Antes de iniciar la presentación del método que se propone en este estudio, es muy importante hacer énfasis en que ningún dato obtenido a través de los dibujos puede ser interpretado aisladamente. Es fundamental tomar en cuenta el contexto familiar en el que el niño vive, lo que sabemos sobre su historia de vida, la situación actual, así como los comentarios y verbalizaciones que hace durante su ejecución.

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Los datos que se obtienen a través de los dibujos son pistas para comprenderlo mejor, son herramientas para iniciar una conversación más profunda, indicadores de cómo piensa o cómo se siente el niño en ese determinado momento. No son radiografías emocionales ni señalan inequívocamente algún trastorno. El método que proponemos en este libro consta de cinco pasos, que se describen a continuación:

1.

Primera impresión: caos o armonía.

2. Indicadores emocionales. 3.

Comparación entre los diferentes dibujos.

4. Visión de la familia. 5.

1.

Configuraciones especiales.

Primera impresión: caos o armonía

Numerosos estudios señalan la importancia de la primera impresión que ofrecen a la vista del examinador los dibujos o trabajos de arte (Arteche y Murray, 2011; Attili, Roazzi y Di Gianfelice, 2011; Goldner y Scharf, 2012), por esta razón se propone en este método iniciar el trabajo con una primera valoración: ¿el dibujo nos ofrece, a primera vista, una imagen armoniosa, bien estructurada, fácil de entender y de seguir o nos da la impresión de estar todo revuelto, quizá encimado, con rayones sobrepuestos a los dibujos iniciales, y que resulta muy complicado entender? Es más fácil ver este caos o armonía en los dibujos que describirla con palabras, por eso vale la pena observar los Dibujos 1, 2 y 3.

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DIBUJO 1

DIBUJO 2

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DIBUJO 3

¿Qué te parecen? El Dibujo 1 fue elaborado por un niño de 4 años, el Dibujo 2 por una niña de 5 años y el Dibujo 3 por un niño de la misma edad. Desde luego, nos hemos ido a los extremos para ilustrar el punto. ¿Puedes notar la idea de caos en el Dibujo 1? El niño inicia el dibujo por el lado izquierdo, comenta: “Es mi mamá, ella a veces vive conmigo, a veces no, porque ella tiene otra casa. Vive con su padre”. ¿Con tu abuelo? “No, con el padre de S…” ¿Tu mamá y tu papá se separaron? “Sí. En la otra casa no están mis hermanos. Mis hermanos están en esta casa, adentro, pero no se ven porque son chiquitos.” Dibuja la casa rosa, alrededor de su mamá y después, junto a ella, le pone ventanas. Cambia el color y toma el verde. “Mi mamá salió por la puerta y va a comprar juguetes. Regresa porque trae más juguetes.” Ahora dibuja con azul las vueltas que da su mamá y agrega: “Mi mamá también les da juguetes a mis hermanos”. ¿Y a ti? ¿Tú dónde estás? “Yo fui con ella por los juguetes.” Entonces toma el color café y marca su camino. En el Dibujo 2, el pequeño de 5 años empieza a dibujar por el centro, la figura que traza primero es la amarilla, le pone ojos, una boca de puntos, piernas y brazos, después hace la figura café, justo a la Capítulo 3. El método simple como complemento al diagnóstico familiar | 43


derecha de la anterior, y luego la negra, a la izquierda de la primera, después toma de nuevo el color café y hace las figuras de la orilla y de la parte inferior del centro, inmediatamente toma el plumón rojo y empieza a hacer todas las personitas, cada vez más rápido y más desordenadas, cuando se le interroga acerca de quiénes son señala a su mamá (figura negra grande), a su papá (figura inicial) a su hermano (figura café grande) y a su primo (figura café y negra del lado derecho arriba), los demás ya no sabe quiénes son. ¿Y qué estaban haciendo? “Mi familia fue a comprar comida y yo me quedé solito con mi abuelita.” Observa que no identificó a su abuelita ni a sí mismo cuando se le preguntó. “Mi abuelita desapareció y de repente llegaron mis papás y todos estaban creciendo, fui a la escuela y estaban mis papás ahí, también fueron a la escuela…” Compara tu impresión de ambos casos con la que obtienes del Dibujo 3, que pertenece a una niña de 5 años. Ahora sí, vayamos a la teoría… Una primera impresión de caos puede estar constituida por uno o varios de los siguientes factores: Figuras encimadas donde no se respeta el espacio de cada elemento del dibujo, sino que se sobreponen, dificultando entender a qué figura pertenecen ciertos trazos; por ejemplo, el brazo o la pierna de una figura cubren la cabeza de otra. Figuras que se rayan, tachan o trazan varias veces. Puede ser porque se vuelven a dibujar (Dibujo 6a) o porque el niño cuenta alguna historia acerca del dibujo y marca gráficamente los hechos. Por ejemplo, en el Dibujo 1.

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DIBUJO 4

DIBUJO 5

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DIBUJO 6

DIBUJO 6a

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Movimiento en los planos en que se dibuja. Usualmente los niños, desde muy pequeños, dibujan manteniendo el mismo plano, es decir, si empiezan a elaborar su dibujo con la hoja colocada en forma vertical, todas sus figuras las hacen manteniendo la hoja vertical. En algunas ocasiones voltean la hoja antes de iniciar el dibujo, no aceptando el plano que el adulto les propone, pero es raro que hagan una parte del dibujo en un plano y terminen la siguiente parte en otro plano. Cuando esto sucede, el dibujo termina dando una sensación de caos. Observa el Dibujo 4. La pequeña de tres años de edad que hizo este dibujo inició con los dos círculos del lado izquierdo, giró la hoja y dibujó a las dos personas que están juntas, su abuelita y su mamá, le agregó un trazo a la pierna derecha de la mamá, porque quedó chiquita, vuelve a girar la hoja y hace al papá. Al interrogarla, comenta que su papá y su mamá están platicando (papá y mamá no están en el mismo plano) y que su abuelita “estaba haciendo de comer, pero entonces se cayó y se quemó”. Tachoneo. Los dibujos o parte de ellos se tachan después de haberse dibujado, con frecuencia con colores oscuros (ver Dibujos 5 y 6). Asimismo, esta impresión puede estar causada por haber borrado varias veces los dibujos; puede ser que el borrado haya sido incompleto y, por lo tanto, quedan rastros de los dibujos borrados junto con los nuevos (Dibujo 6a) o bien que, al borrar una parte del dibujo, se mancha todo el dibujo, queda ennegrecido cuando se usó el lápiz o con manchas de colores a medio borrar, o con la hoja arrugada e incluso rota en las zonas que se borraron varias veces. Elementos agresivos excesivos. Dibujos que tienen sangre, heridas, balas o bombas que explotan y que dejan elementos (personas o cosas) rotos o bien contener pistolas, espadas, cuchillos, etcétera.

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Dibujos con tragedias (naturales o causadas por las personas) explícitas y mostradas gráfica y desordenadamente: inundaciones, erupciones volcánicas, maremotos, incendios, caídas de edificios, aviones o coches que chocan, etcétera. Generalmente, la primera impresión de caos sugiere que el niño se encuentra sobrepasado por sus emociones, que alguna circunstancia que vive le está resultando tan estresante que no puede manejarla. Por lo común, los dibujos con primera impresión de caos suelen constituir una petición de ayuda.

2.

Indicadores emocionales

Como comentamos en los primeros capítulos, existen estudios serios que han tratado de encontrar factores que permitan distinguir los dibujos de los niños que presentan alteraciones emocionales importantes de aquellos que muestran una mejor adaptación. Estos estudios señalan que existen indicadores específicos que funcionan como filtro y que pueden localizarse en los dibujos de manera rápida para realizar una evaluación acerca de en qué momento el niño está pasando por alguna dificultad importante. Estos indicadores se han investigado sistemáticamente sólo en los dibujos de la figura humana, no en los de la familia. Por esa razón, en este paso se toman en cuenta los dos dibujos de la persona (hombre y mujer), pero no los de la familia. Los estudios revisados que se llevaron a cabo con una muestra grande y una adecuada metodología de investigación han utilizado únicamente niños mayores de 5 años. No existen datos normativos para utilizar los indicadores en preescolares. Los indicadores que presentamos en este trabajo son los que, sugeridos por los estudios previos, pudimos comprobar en nuestra

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investigación con preescolares entre 3 y 6 años. Estos indicadores emocionales son los siguientes: Integración inadecuada de las figuras. Es decir, figuras cuyos miembros están separados, que parecen estar por armarse o haberse desprendido. Puede ser que la cabeza no esté bien unida al tronco, que los brazos o las piernas aparezcan volando, sin contacto con el tronco, que ojos y boca aparezcan “flotando” sin una cabeza que los contenga, o cualquiera otra situación en la que la figura de la persona dibujada aparezca desintegrada o mal integrada (Dibujos 7 y 8). Observa los Dibujos 7, 8 y 9. Los dos primeros fueron realizados por niños de 4 años y se puede observar claramente la falta de integración: en el Dibujo 7 la cabeza y las piernas están completamente separadas del tronco, la distancia entre el tronco y las piernas es mayor aún que la que existe entre éste y la cabeza. En el Dibujo 8, tanto la cabeza como los brazos y las piernas “surgen de la nada”, no hay un tronco que integre y el dibujo da una impresión de vacío, de carencia. No se toman en cuenta los errores de trazo en los que, si bien alguno de los miem­bros del cuerpo no toca en su origen el resto del dibujo, se trata de una separación miDIBUJO 7 limétrica (Dibujo 9).

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DIBUJO 8

Asimetría marcada en brazos y/o piernas. Antes de los 6 o 7 años, los niños no logran dibujar figuras completamente simétricas, los más pequeños dibujan incluso leves asimetrías en los ojos: rara vez un niño de 3 o 4 años dibuja los dos ojos exactamente del mismo tamaño. Sin embargo, en ocasiones, la asimetría puede ser tan grande, tan marcada, que desarmoniza el dibujo. Éstos son los casos que tomamos como indicador emocional. Ahora observa los Dibujos 10 y 11 En el Dibujo 10 encontramos unas piernas bastante simétricas, pero ¿qué impresión te dan los brazos? Se trata de una marcada asimetría en los brazos.

DIBUJO 9

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En el Dibujo 11 encontramos varios indicadores emocionales que iremos mencionando en sus respectivos apartados, por el momento observa la marcadísima asimetría de brazos y la asimetría entre ambas


piernas, no tanto de longitud, pero sí de grosor y de estilo, pareciera que pertenecen a diferentes personas.

DIBUJO 10

Figuras muy grandes y figuras muy pequeñas. Entre más pequeños son los niños, más grandes tienden a hacer sus trazos, por lo que es común que los primeros dibujos de los niños ocupen una buena parte de la hoja. Conforme van madurando sus músculos y logran una mejor coordinación visomotora, los

DIBUJO 11

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niños serán más capaces de elaborar dibujos a una escala menor. Aun así, es posible encontrar dibujos con las figuras demasiado grandes. Para niños de 8 años en adelante, Koppitz (1995) considera el dibujo demasiado grande cuando pasa de los 23 centímetros de largo; para niños más pequeños, cuyos trazos aún son inmaduros, consideramos muy grande a una figura que utilice toda la hoja, casi llegando al borde de ésta. Por la misma razón que requerimos figuras realmente grandes para considerarlas significativas, las figuras muy pequeñas tienen un mayor significado en los preescolares: el niño tiene que realizar un esfuerzo mucho mayor para trazar una figura pequeña que para una de tamaño promedio. En niños mayores, se considera pequeña una figura que mide 5 centímetros o menos, y en nuestro trabajo con preescolares encontramos que esa medida puede usarse también como indicador en los niños menores. DIBUJO 12

Observa los Dibujos 12 y 13. Dejamos a propósito una distancia mayor para que pueda apreciarse la figura dentro de la hoja completa. La figura del Dibujo 12 es la segunda persona trazada por una niña de 5 años. Inicia por la cabeza y luego hace el tronco y las piernas. Al final añade los brazos. Dice que es ella y que irá a ver la televisión.

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El Dibujo 13 es de una niña de 5 años 3 meses. La figura humana sería pequeña incluso en una hoja de la mitad del tamaño de la que utilizó. Omisión de partes del cuerpo esperadas para la edad. Dado que este trabajo está enfocado a niños de preescolar, las omisiones que se encontraron significativas fueron las de ojos, boca, piernas y brazos. La omisión de brazos no se considera significativa a los 3 años, sino hasta los 4 años. En los niños de 6 años también se considera significativa la omisión de manos.

DIBUJO 13

A veces cuesta trabajo imaginarse un dibujo de una persona a la que se le han omitido los ojos o la boca, ya que suelen ser los primeros rasgos que se aprenden a dibujar. En cambio, la omisión de brazos o piernas no nos parece tan rara porque se mantiene la imagen de persona. Independientemente de esto, ambos tipos de omisiones resultan significativas como indicadores de dificultades emocionales. Observa el Dibujo 14, es la segunda figura de un niño de 6 años. Cuando termina de dibujarla, cuenta la historia de una niña que fue a un parque con su mamá, su mamá le pide que se quede en un lugar, pero la niña se va a los columpios, llegan unos robachicos y ella se va corriendo con su mamá y las dos se meten de un brinco a su casa, por la ventana, para que no se las roben. La figura tiene unos ojos enormes, inclusive tiene orejas, algo poco común a esta edad; sin

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embargo, no tiene boca. Esta omisión es significativa. Vuelve a revisar el Dibujo 11, al colorear la cara de manera obsesiva, tapa cualquier rastro de ojos y boca, por lo que el dibujo muestra una figura con omisión de ojos y boca.

DIBUJO 14

DIBUJO 15

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Los Dibujos 15 y 16 son de un niño de 5 años 3 meses. Me pareció importante mostrar ambos dibujos para señalar cómo las omisiones no se deben a que los niños sean incapaces de dibujar las partes que omiten, ni

DIBUJO 16


a que no las conozcan; este pequeño dibujó la primera figura completa, dice que es su mamá (Dibujo 15), pero la segunda figura, que es su papá, le cuesta mucho trabajo: hace un primer intento que deja incompleto y luego hace la figura de su papá, abajo hace un corazón y una pelota. En esta figura de su papá, el pequeño omite las piernas. Coloreado obsesivo. Se trata de un indicador que no había sido considerado antes en los estudios. El coloreado muy remarcado, con trazos fuertes, intensos, que llega a alterar la armonía de la figura dibujada, en ocasiones puede incluso romper la hoja o adelgazarla significativamente, generalmente mancha los espacios en blanco del dibujo y deja una impresión de descuido. Observa el Dibujo 17, además del tamaño, nos ofrece una muestra clarísima del coloreado obsesivo. Ahora vuelve a observar el Dibujo 11, la cara y los brazos muestran coloreado obsesivo.

DIBUJO 17

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Cuando estos indicadores emocionales se encuentran en los dibujos, usualmente se trata de niños que están atravesando un periodo difícil y que presentan un nivel alto de ansiedad, que manifiestan de diversas maneras en su comportamiento diario. Las fallas en la integración, las asimetrías, la figura demasiado grande y el coloreado obsesivo se relacionan más con conductas impulsivas, dificultades para el autocontrol, agresividad o rebeldía, mientras que las figuras demasiado pequeñas y las omisiones de brazos, piernas, ojos o boca están asociados con problemas que implican una inhibición en el comportamiento, timidez, miedos, etc. (Koppitz, 1995).

3.

Comparación entre los diferentes dibujos

El siguiente paso es comparar los diferentes dibujos del niño para ver si hay diferencias significativas entre ellos. Las comparaciones que se sugieren son: a) Dibujos de la persona y dibujo de la familia, b) Dibujo del hombre y dibujo de la mujer y c) Diferencias entre todas las figuras humanas dibujadas. a) Comparación entre los dibujos de la persona y el dibujo de la familia. Observa con cuidado los Dibujos 18, 19 y 20 y después los Dibujos 21, 22 y 23. Los tres primeros dibujos (18, 19 y 20) los realizó una pequeña de 5 años 10 meses. Los tres siguientes (21, 22 y 23), un niño de 5 años recién cumplidos. Ambos niños estaban viviendo un proceso de divorcio complicado, con fuertes pleitos entre sus padres. Usualmente, la manera de dibujar a las personas —sea en forma aislada, como en el dibujo de la figura humana, o como parte de un grupo, como en el dibujo de la familia— es similar. Uno puede re-

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DIBUJO 18

DIBUJO 19

DIBUJO 20

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conocer el dibujo de la familia de un niño a partir de ver su dibujo de la persona y viceversa. Cuando existen diferencias importantes entre ambos dibujos, la mayor parte de las veces se debe a que el niño simplifica el dibujo de cada persona de la familia por tratarse de un trabajo más complejo. Por ejemplo, utiliza figuras de palitos en la familia, aunque en la figura humana hace personas de dos dimensiones. Pero en algunos casos excepcionales, los niños hacen dibujos completamente diferentes. Puede verse, por ejemplo, que los dibujos de la familia son tan inferiores al dibujo de la persona que no puede atribuirse a una simplificación común. Éste es el caso de los dos niños autores de los Dibujos 18 al 23. ¿Notas cómo se deterioran los dibujos en ambos casos? Los dibujos de las dos familias están llenos de señales que serían indicadores emocionales: en los primeros dibujos ¡la familia no tiene cuerpo! y las figuras son muy pequeñas,

DIBUJO 21

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DIBUJO 22


DIBUJO 23

mientras que la figura humana en ambos casos está mejor dibujada, tiene tronco, piernas, incluso ojos con pupilas. En el segundo caso (Dibujos 21, 22 y 23) también se observa un deterioro claro: las figuras de la familia están mal integradas, hay omisión de brazos y figuras remarcadas y tachadas, los dibujos de la figura humana, por el contrario, están bien integradas, tienen brazos y piernas, incluso orejas. Aunque no son armoniosas y tienen señales de tensión (indicadores emocionales), son claramente superiores a las realizadas para el dibujo de la familia. Estas diferencias suelen apuntar al hecho de que los niños se sienten de manera muy diferente cuando se encuentran fuera del núcleo familiar a cuando se encuentran dentro de éste. En estos dos casos, los niños se sienten marcadamente mejor fuera del caos que están viviendo en su núcleo familiar.

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En otras ocasiones, sus dibujos de la familia son mucho más complejos que los dibujos de la figura humana. Se observa, por ejemplo, en los casos de un conflicto dependencia-independencia, en los que el niño se siente muy angustiado al separarse de los padres, aunque sea por lapsos breves de tiempo. Observa los Dibujos 24 al 26. Son obra de una niña de 4 años 2 meses, quien también estaba viviendo un fuerte conflicto entre sus padres, con periodos alternados de separación y reconciliación. Esta niña dibuja una familia en la que todas las figuras están mucho mejor logradas que las que hizo en los dibujos de la figura humana. En primer lugar, no logra dibujar una persona integrada, en ambos casos hace varios intentos de iniciar una persona, en el primer dibujo, incluso logra hacer una cabeza con una boca, pero no puede poner los ojos ni continuar con el cuerpo o los brazos y finalmente se da por vencida, dice que es su papá y no puede contar una historia, ni decir qué está haciendo: “no sé… no sé”.

DIBUJO 24

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DIBUJO 25

DIBUJO 26

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El segundo dibujo es todavía más pobre, hace menos intentos y la figura que logra es menor que la anterior y únicamente pudo ponerle ojos. Dice que es su mamá y la historia que cuenta se reduce a: “hace la comida”. Ahora compáralos con las personas que dibujó dentro de su familia, ¿notas cómo estas últimas son de mayor tamaño y están mucho mejor integradas? Esta niña se siente muy angustiada fuera de su ámbito familiar. b) Diferencias entre los dibujos del hombre y de la mujer. Existe mucha literatura respecto al significado de dibujar primero la figura del propio sexo o la del sexo contrario, pero no tanta respecto a las diferencias en la manera de dibujar ambas figuras, la complejidad, el tamaño, el número de detalles, etcétera. En esta comparación pueden revelarse diferencias en el juicio valorativo que hace el niño sobre lo que significa ser hombre y ser mujer en su ambiente. Para la mayoría de los preescolares la figura femenina es más fuerte, ya que su relación con la madre tiende a ser más cercana e intensa en estas edades que la que mantienen con su padre, esto se refleja en los dibujos, aunque usualmente la diferencia no suele ser demasiado grande. Las diferencias demasiado grandes entre el dibujo del hombre y el de la mujer, en cualquiera de los indicadores formales revisados, se deben tomar en cuenta y suelen estar relacionadas con una visión devaluatoria o conflictiva de los hombres o de las mujeres, en general, y del padre o la madre, en particular. c) Comparación entre todas las figuras humanas dibujadas. Al revisar el dibujo de la familia y el dibujo de la persona, también es importante considerar qué diferencias existen entre todas las figuras humanas que el niño dibujó: cuáles son las más grandes, las más detalladas, las menos complejas, así como las diferencias en el trazo y el cuidado que se puso en cada una, cuáles presentan omisiones importantes, borrones, tachaduras, etcétera.

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4.

Visión de la familia

Para entender los dibujos de la familia realizados por los niños, tomaremos en cuenta cinco líneas de análisis, que representan bloques de información; son como un sistema de señales que nos darán la oportunidad de leer el mensaje del niño. Línea 1. Presencia-ausencia ¿A quién dibuja el niño? ¿Quiénes son considerados por él como parte de su familia? Cuando comparamos el dibujo con la familia real, veremos que no siempre coinciden. La mayoría de los niños dibujan a las personas más cercanas a ellos, usualmente aquellas con las que viven, pero algunos niños no dibujan a todos los miembros de su familia y algunos otros incluyen miembros que no viven con ellos e incluso que no existen. La razón más común por la que los niños omiten a una persona de la familia es porque tienen, en ese momento, sentimientos encontrados hacia ella o él; pueden estar enojados, resentidos, celosos; pueden estar pasando una etapa difícil en la relación o tener, por cualquier otra causa, deseos de mantener a esa persona a cierta distancia emocional (Metin y Üstüna, 2010). En el mismo sentido, cuando los niños dibujan a una persona que no vive con ellos, pero que sí existe, por ejemplo, una abuela o una tía, puede considerarse como hipótesis que el niño se siente cercano emocionalmente a dicha persona, que quiere tenerla más cerca, que la considera parte de su entorno familiar, aunque no pertenezca estrictamente a éste. Cuando los niños dibujan personas que no existen, por ejemplo, amigos o hermanos imaginarios, nos están indicando la necesidad

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de tener cerca a alguien más, quizá porque se sienten solos o poco conectados con su familia en ese momento. Es común que suceda en etapas de inestabilidad en la familia, de muchos pleitos o cambios.

DIBUJO 27

Observa el Dibujo 27, hecho por una niña de 6 años. Hizo siete figuras prácticamente iguales. Empieza por el lado izquierdo y dibuja rápidamente toda la línea de figuras, al terminar agrega una figura más del lado izquierdo, antes de la primera, pero ya no la colorea. Cuando le preguntamos quién era quién, nos dice: “Primero es mi hermana, no hace nada porque es floja; después soy yo, estoy barriendo; luego mi mamá está haciendo la comida; ésta es mi tía, va a trabajar; éstos (señala las últimas tres figuras) son mis primos, se dedican a ver televisión. Para saber a quiénes estaba incluyendo en la familia, le pedimos los nombres de su tía y de sus primos, pudo dar el nombre de su tía, pero no el de sus primos.

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La niña dibuja siete figuras, pero su familia está constituida por tres personas: su hermana, su mamá y ella misma. La tía que dibuja no vive con ellos, aunque la visitan con frecuencia, lo mismo que una sola prima, la única que tiene. De alguna manera, está tratando de llenar de gente su imagen familiar. ¿Por qué necesitaría un niño llenar de gente su casa, su familia? Lo más probable es que se sienta solo. Quizá poco escuchado o poco tomado en cuenta. En el caso de esta pequeña, su mamá estaba atravesando una crisis económica, antes pasaba todas las tardes con ella, pero ahora tenía pocos meses de haber entrado a trabajar con un horario completo. La pequeña se queda en la escuela horario extendido y ve a su mamá hasta muy tarde. Cuando observamos una ausencia significativa, por ejemplo, que el niño no dibuje a su mamá o su papá (por supuesto, una mamá o un papá que vivan con él), es importante preguntarle al niño dónde está dicha persona, observar su reacción y anotar su respuesta. Una ausencia significativa usualmente señala un conflicto en la relación con la persona omitida (Dunn y O´Connor, 2002). Cuando el miembro omitido es un hermano, es muy probable que se trate de un conflicto entre hermanos (ver el Capítulo 6 “La relación con los hermanos”), en el cual el niño siente enojo, celos, una fuerte competencia o alguna combinación de estos sentimientos que no puede manejar y simboliza en el dibujo la familia sin el problema, la familia que no le pediría manejar estas complejas emociones. A veces, omitir un miembro del dibujo de la familia es una forma de castigarlo, de sacarlo de su mundo e ignorarlo. Un caso particularmente significativo es aquel en que el niño se omite a sí mismo de la familia. Esto puede significar que no se siente integrado a su núcleo familiar. Siempre hay que investigar con más cuidado estos casos.

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Línea 2. Cercanía-distancia Observa el Dibujo 28. Es de un niño de 6 años. Dibuja primero la figura central y nos cuenta: “Es mi hermano, que le sale sangre de sus manos porque se cayó de la moto”. A continuación hace la figura del lado izquierdo y comenta: “Soy yo, y estoy jugando con mi hermano”. Luego hace la casa y en una recámara pone una cama y dice: “Aquí está mi mamá, durmiendo”. Termina dibujando la luna, una gran estrella y nubes. ¿Qué impresión te da el lugar en el que colocó a su mamá? Mira cuidadosamente la distancia que puso entre él y su madre y las di­ ficultades que tendría que superar para acercarse a ella: puerta de la casa, escaleras, puerta de la recámara…

DIBUJO 28

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DIBUJO 29

Ahora observa el Dibujo 29, realizado por una pequeña de 6 años. La primera figura es su mamá, en la casa; afuera, en el bosque, está ella (figura morada) “viendo el arcoíris” y su abuela (figura naranja, a la derecha), “ayudando a crecer el arbolito”. ¿Notas la diferencia en la distancia que pone entre ella y su abuela y la que pone entre ella y su madre? También observa el Dibujo 30, realizado por un niño de 5 años: “Mi mamá, mi papá y yo (en medio), estamos en Six Flags”. Este niño ha puesto a toda la familia muy junta, los brazos del papá pasan encima de las figuras de él y de su mamá. La cercanía o distancia entre el niño y los demás miembros del dibujo suele reflejar la cercanía emocional que siente hacia esos miembros. Los niños dibujan más cerca a quienes sienten más cercanos y disponibles emocionalmente y más lejos a quienes sienten distantes, poco interesados o disponibles para ellos. Usualmente, en los preescolares, los padres ocupan los primeros lugares en cercanía, la madre con mucha mayor frecuencia que el

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DIBUJO 30

padre. Los abuelos, cuando están al cuidado de los nietos o conviven muy cercanamente con ellos, también pueden ocupar un lugar muy cercano. La distancia a la que colocan a sus hermanos puede ser muy reveladora del tono emocional que tiene la relación con ellos. También vale la pena observar la distancia a la que colocan a los padres entre ellos, siempre en relación con el cuadro general. Los niños que viven en familias nucleares estables suelen colocar a sus padres más cercanos entre ellos que los niños que viven en familias reconstituidas o con muchos cambios recientes (Madigan, Goldberg, Moran y Pederson, 2004; Constance, 2006). Vuelve a observar el Dibujo 28. Mira la gran distancia que este niño pone entre él y su madre y lo cerca que se coloca de su hermano. Ambas distancias se subrayan por la “casa”, que está separando a la mamá de ambos hermanos. Esta casa es una barrera.

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Este pequeño se siente cercano a su hermano, pero alejado de su madre. Percibe a la mamá pequeña y muy distante, muy poco disponible para responder a las necesidades y actividades de los hijos. También la casa y el arcoíris del Dibujo 30 constituyen barreras que subrayan la distancia entre la mamá y la pareja abuela-nieta. Cuando el niño se dibuja aislado, alejado de todos, con líneas entre él y los demás miembros de la familia o completamente encerrado, rodeado por líneas o barreras, puede estar señalando que se siente solo, no incluido en el grupo familiar. Si es a otro miembro de la familia al que separa en el dibujo, es a ese miembro al que puede estar sintiendo alejado o solitario (Dibujo 29). Abundamos en este aspecto en el Capítulo 6 sobre la relación con los hermanos, en el apartado “Soledad dentro del núcleo familiar”. Cuando se trata de lo opuesto dentro de este continuo, como es el caso del Dibujo 30, es decir, cuando las personas están tan cerca una de la otra que se invade el espacio de cada uno, se pierden los límites y hay confusión entre donde acaba uno e inicia el otro; se puede tratar de dificultades en la individuación y/o en la independencia. También pueden existir sentimientos de ser “invadido”, de que su espacio personal no está siendo suficientemente respetado. Para mayor claridad, incluimos el Dibujo 30. La niña que lo realizó dibuja primero a su papá, luego a ella misma y finalmente a su mamá. “Todos se están en Six Flags”, dice en el interrogatorio. En este dibujo, la distancia es sana, con afecto emocional positivo, las figuras se enciman ligeramente, el brazo de papá está sobre el niño y la mamá, pero los está abrazando.

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Línea 3. Valoración-devaluación (tamaño, detalles y orden de aparición en el dibujo, uso de color) Esta línea de trabajo la vamos a ejemplificar con los Dibujos 31, 32 y 33. Antes de leer la teoría, míralos con cuidado y pon atención a tu primera impresión, ¿quién será la persona más valorada por cada uno de estos niños?

DIBUJO 31

DIBUJO 32

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DIBUJO 33

Algunas de las formas que tienen los niños de mostrarnos, mediante sus dibujos, qué tan importantes son determinadas personas para ellos se relacionan con el tamaño, el uso de detalles y el orden en que son colocadas estas personas en el dibujo. Iniciamos con el Dibujo 31, hecho por una niña de 4 años. En primer lugar dibuja a su mamá: “Está traba… no, está tomándose una foto con toda la familia”. Después pone a su abuelito (nota los lentes): “Jugando conmigo”. Enseguida viene ella misma: “Jugando con mi abuelito” y, finalmente, pone a su abuelita, “haciendo la comida; tiene estas arrugas porque ya es viejita” (las líneas azules son las arrugas). Observa el Dibujo 32. Es de un niño de 6 años. Dibuja a su papá en primer lugar, “viendo su celular, porque ya no le interesa su familia”, enseguida a su mamá, dormida, y, por último, se dibuja él mismo, comiendo.

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El Dibujo 33 es de un niño de 6 años. Dibuja primero a las personas, excepto a la pequeña de la izquierda, que agrega al terminar todo el trabajo, luego a los dos perros. Al finalizar, le preguntamos quiénes son y qué están haciendo. No obstante haberlos dibujado a todos igual, dice que: “Papá está cocinando; mamá jugando conmigo y mi hermano; yo, jugando con mamá; Bolo, atrapando un hueso, y Lucky, durmiendo”. En ese momento agrega a la hermana y dice que está viendo tele. Como regla general, las figuras más grandes son más valoradas por el niño y las menores son las que están siendo desvalorizadas. Sin embargo, es importante tomar en consideración el cuadro completo, recuerda que los preescolares están aprendiendo a utilizar el espacio gráfico, por lo que una figura dibujada ligeramente mayor que las demás no representa un dato tan significativo como el que representa una figura claramente mayor. Por otro lado, una figura dibujada tan grande que invade el dibujo y se destaca completamente de las demás puede representar más una amenaza que una valoración, especialmente si el resto de la familia es dibujada apiñada, sin límites claros entre ellos. Lo mismo sucede con las figuras más pequeñas, en estos casos es importante conocer la edad real de los personajes, especialmente los hermanos. Un hermano mayor dibujado más pequeño tiene una carga devaluatoria más fuerte que un hermano menor dibujado más pequeño. En los dibujos de niños preescolares encontramos que se respeta mucho más el orden de nacimiento que el orden de estatura física real. Es decir, los hermanos mayores en edad se dibujan ligeramente más grandes que el niño y los hermanos menores se dibujan más pequeños, independientemente de su estatura.

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En este sentido, para hablar de una carga devaluatoria o de una valorización importante, los hermanos deberán ser dibujados mucho más grandes o mucho más pequeños, respectivamente. Por el lado de los padres, lo común es que sean dibujados más grandes que los hijos, que el papá se dibuje un poco más alto que la mamá y que esta diferencia en tamaños sea clara, pero que guarden una cierta proporción. Para considerar que es interpretable, la diferencia deberá ser grande, perderse la proporción o invertirse los tamaños. Esto es lo que sucede en el Dibujo 32. El papá es mucho más grande que la mamá, ocupa mucho más espacio, está dibujado en el centro de la hoja y en primer lugar, es decir, está siendo muy valorado por el niño. La madre, en cambio, está dibujada mucho más pequeña, dormida y en un plano inferior. Claramente devaluada por el niño, es un dato que vale la pena explorar a profundidad. El orden en el que se dibujan los personajes también señala una valorización de éstos, con un mayor valor en el primero que se dibuja y un menor valor al último, especialmente cuando su última figura la dibuja por un recordatorio externo. Por ejemplo, cuando el examinador está anotando los nombres o las actividades que realizan los personajes dibujados y el pequeño se da cuenta de que le faltó alguien (Orgilés y Piñero, 2007). También el detallado que se le hace al dibujo señala la valoración preferente hacia alguna de las personas representadas: mientras más detalles y más cuidado ponga el niño al hacer una figura, más valorada estará a sus ojos. Cuando hablamos de detallado, se trata del cuidado que se pone al dibujar a la persona: primero que nada, si se ha dibujado completa, es decir, que tiene todas las partes esperadas según la edad del niño.

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Recordemos que en la etapa preescolar esperamos figuras con cabeza, ojos, boca, pelo, brazos y piernas. Ya cerca de los 6 años se empiezan a dibujar manos y pies, así como a diferenciar el tronco. También se considera el espacio que se le dedica a cada persona y los detalles que la hacen diferente de las demás que aparecen en el dibujo: ropa, adornos, colores, etcétera. Observa de nuevo el Dibujo 32. El papá es a quien dibuja primero, lo hace más grande que a todos, utiliza en él cuatro colores, más que en cualquiera de las otras figuras. Además, lo dibuja en el centro y ocupando más espacio que las demás personas. ¡Tiene todas las señales de valoración! Cuando un niño que es capaz de dibujar figuras completas (que las hizo completas en los dibujos de la figura humana o dibujó completos a algunos miembros de la familia) omite algunas partes en alguna de las figuras, nos está dejando ver una devaluación —incluso podría ser una agresión— hacia esa persona. Algunos niños omiten partes importantes en ellos mismos, y siempre vale la pena investigar a profundidad estos casos. Si se utiliza un color o varios, si se ilumina o nada más se delinea, si se dibuja en tres dimensiones o como figura de palitos, la ropa, adornos en ropa o en el pelo, si se le ponen o no elementos para la actividad que se supone está realizando, etc., son detalles que marcan la forma en que los niños hacen valoraciones en un dibujo. Mira el Dibujo 31, aunque las figuras son muy similares entre sí, la abuela es la única que tiene diferente uso de color, un color diferente a las demás en su trazo general y un segundo color en las “arrugas”. Éstos son indicadores de valoración. De nuevo, tomando siempre en cuenta el cuadro general y un sano término medio, cuando el detallado se vuelve obsesivo, cuando los detalles que se le ponen al dibujo en lugar de resaltarlo para bien lo

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descomponen, ya no se lee como una valoración de la persona, sino como un probable conflicto con ella (por ejemplo, un coloreado tan fuerte que la figura queda tachada). Generalmente, los niños distribuyen la valoración de manera bastante pareja, poniendo primero a un miembro de la familia y haciendo a otro ligeramente mayor, por ejemplo. Por eso, cuando una sola persona tiene señales de valoración de tamaño, orden y detallado, podemos tener más confianza en que se trata de la persona que el niño considera más importante, y viceversa, cuando en una sola persona se han omitido todas las señales de valoración, tenemos más claridad en que esta persona está siendo especialmente devaluada. Algunas veces, los personajes más valorados, no son las personas, sino las mascotas o bien algunos objetos (como la televisión, la computadora o algún juguete). En el Dibujo 32 podemos observar que los dos perros tienen mucho más espacio y son más grandes que cualquiera de las personas de la familia, son más centrales y tienen mejor detalladas las partes del cuerpo. Las señales de valoración que les faltan son el coloreado y el primer lugar. Aun así, estos perros son considerados muy importantes por el niño. Línea 4. Afecto positivo-negativo Antes de empezar el análisis teórico de esta línea, te pido que observes los Dibujos 34 al 37, pensando en el afecto, es decir, en qué sentimientos puedes ver reflejados en las familias que dibujaron estos niños. Todos fueron dibujados por niñas; los tres primeros por niñas de 5 años y el último, de 6 años. Hay varias maneras de señalar el afecto en un dibujo, las más comunes son la expresión facial y el uso del color; otras menos conocidas

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DIBUJO 34

son la posición de los brazos y la interacción que se puede observar entre las personas dibujadas, incluyendo la dirección de las miradas. Los niños en esta etapa suelen hacer sonrisas grandes para señalar que alguien está contento, sonrisas invertidas y/o lágrimas para la tristeza y líneas rectas o quebradas para el enojo. Usualmente, los niños comentan acerca de sus dibujos, es común que vayan narrando en voz alta lo que van dibujando y hablan sobre el afecto, especialmente cuando hacen las caras, por ejemplo, “Está enojado porque no le dieron galletas” o “Está enojado como siempre”. Si el niño no comenta, hay que preguntarle al investigar sobre el dibujo. “¿Quién es éste?”, “¿Qué está haciendo?”, “¿Está contento?”. Si tiene una boca sonriente, por ejemplo: “¿Cómo se siente?” Las preguntas son especialmente importantes cuando el niño es retraído, cuando el dibujo es poco claro para el examinador y cuando

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DIBUJO 35

el niño y el consultor pertenecen a ambientes sociales o culturales diferentes. El uso del color también es una señal de afecto. El afecto positivo se representa usando mayor número de colores, empleándolos de manera armoniosa, con una buena correspondencia con la realidad (por ejemplo, si el color que se le dibuja al pelo de los miembros de la familia corresponde al color real). El uso de colores cálidos y el coloreado suave también están asociados al afecto positivo. El afecto positivo señala que el niño está a gusto en su familia, que percibe a los miembros de ésta cálidos, aceptantes, que se siente en confianza. Los Dibujos 36 y 37 muestran un afecto positivo: las personas tienen sonrisas amplias y claras, los colores que se emplearon son variados y vivos, los brazos están extendidos. Y en el Dibujo 36, también hay interacción entre los miembros de la familia, que se están dando la mano.

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DIBUJO 36

El afecto negativo se manifiesta con la negativa a usar colores o con el uso de uno o dos colores nada más, con la preferencia por grises, negro y café, con el coloreado muy intenso, que llega a opacar el dibujo original y con el tachado de las figuras que se dibujan. Los Dibujos 34 y 35 no tienen ninguno de los indicadores de afecto positivo. ¿Puedes ver las dos bocas asimétricas en el Dibujo 35?

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DIBUJO 37

¿Notas las bocas rectas en el Dibujo 34? ¿Qué sentimiento sugiere la expresión de las caras de esta familia? ¿Estarías de acuerdo en que podría ser de tristeza? Algunas investigaciones, como la de Leung (2008), señalan que el afecto negativo también se puede ver en el uso de colores muy lejanos a la realidad, por ejemplo, el cielo verde, la boca azul, etcétera. La posición de los brazos empezó a señalarse como indicador de afecto en las investigaciones sobre la evaluación de los estilos de ape-

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go a través de los dibujos. En estas investigaciones (Fury, Carlson y Sroufe, 1997; Procaccia, Veronese y Castiglioni, 2014) se considera que los niños que, en el dibujo de la familia, se dibujan a sí mismos con los brazos abiertos, “en posición que permite el abrazo”, se sienten más en confianza y experimentan un afecto más positivo dentro de su núcleo familiar. Los niños que se dibujan con los brazos hacia abajo demostrarían un afecto más bien neutro o cierta necesidad de defenderse y los que se dibujan con los brazos escondidos o bien omiten dibujar los brazos nos indicarían un afecto negativo. La interacción de las figuras puede ser también una manera de demos­ trar el tipo de afecto que el niño percibe dentro de su familia, con las interacciones directas y agradables, como jugar con alguno de sus padres o hermanos o abrazarse en la parte más positiva del continuo; la falta de interacción (como estar parados porque van a salir en la foto) en la parte de afecto neutro y las interacciones negativas o desagradables (como pleitos y golpes) y los bloqueos a la interacción (como las barreras y la compartimentalización) en el extremo del afecto negativo. Los Dibujos 34 y 35 tienen, además de las expresiones faciales de afecto negativo, otros indicadores que lo confirman: poco o nulo uso de color, omisión de brazos (Dibujo 35) y nada de interacción entre las personas dibujadas, tanto en la imagen misma como en las actividades que dice el niño que están realizando. La presencia de afecto negativo señala un conflicto en la vida familiar del pequeño, aunque no siempre nos indica exactamente cuál es este conflicto. Línea 5. Impresión general Por último, siempre es importante tomar en cuenta el contexto general del dibujo, considerar la impresión que despierta el dibujo completo en el observador.

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Un dibujo armonioso, alegre, donde se observa un gusto por compartir con el consultor y mostrarle a su familia, señalará un cuadro de ajuste emocional muy diferente al que muestra un dibujo desorganizado, sin colores ni detalles, en el que algunas personas han sido omitidas o se dibujaron incompletas. Un dibujo es una imagen que entra a nuestro cerebro por muchos canales. Por supuesto, un canal será el visual, mediante el cual hemos realizado el análisis de los cinco pasos mencionados aquí. Otro canal será el global u holístico, que nos deja una impresión integral y que incluye nuestra respuesta emocional, lo que nos gusta o conmueve del dibujo, muchas veces sin saber por qué. Esta impresión global también debe tomarse en cuenta. Para este último paso es recomendable observar el dibujo con calma y preguntarnos: ¿Qué nos hace sentir este dibujo? ¿Qué se sentiría vivir en esta familia, tal y como está representada aquí?, ¿Cómo parece sentirse el niño o niña que realizó el dibujo? Te invito a hacer el ejercicio con los dibujos anteriores.

5.

Configuraciones especiales

En nuestro estudio encontramos que algunos conflictos y dificultades comunes en la etapa preescolar se asocian más frecuentemente con ciertas configuraciones de los dibujos que serán revisados en los próximos capítulos. Al finalizar el análisis de los dibujos es importante compararlos con las configuraciones que se revisan para ver si los dibujos concuerdan con alguna, lo que podría sugerir que el niño estuviera viviendo alguna de estas dificultades.

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Capítulo 4

Niños menores de tres años Observa cuidadosamente los Dibujos 38, 39, 40 y 41. Son de un niño de 2 años 10 meses. Su primer dibujo es un niño, cuando se le interroga, dice: “Soy yo”. Le pedimos que ahora nos haga una niña, y realiza el siguiente dibujo (39), dice que es su hermana. Dibuja con gusto, pero sin hacer comentarios. Su lenguaje es muy pobre, cuesta trabajo entenderle. Le damos otra hoja y le decimos que dibuje a su familia, a todas las personas que viven en su casa. Inicia con la figura roja, al centro. A la pregunta “¿Quién es?”, responde: “Es mamá”. A continuación, dibuja la figura rosa de la derecha, espontáneamente dice: “Es mi hermana” (dice el nombre de la hermana), y luego hace la figura negra a su izquierda. “Es papá”, dice espontáneamente. Le preguntamos: ¿Ya no falta nadie? Y nos dice que no. ¿Y tú? Lo piensa y toma otra hoja. “Yo voy en otra hoja”. ¿Por qué? Contesta: “Porque sí”. Hasta hace muy pocos años, los niños menores de tres años no asistían a la escuela, no se enfrentaban a la demanda de separarse largos periodos de tiempo de sus madres, socializar, compartir y adaptarse al ritmo de un grupo. Había menos elementos de comparación entre niños de la misma edad y los padres se enfrentaban a menos presiones respecto a las metas de desarrollo a esta edad.

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DIBUJO 38

DIBUJO 39

Actualmente, los niños inician la escuela a los dos años o un poco antes, los padres y maestros tienen una serie de expectativas acerca de lo que un niño de esta edad debe ser capaz de realizar y con frecuencia se requiere evaluar tanto el desarrollo psicomotor como el socioemocional de niños de esta edad. Los diagnósticos tempranos de alteraciones de desarrollo también se han ido haciendo más necesarios porque se sabe que el cerebro es más plástico cuanto más joven, lo que ha llevado a muchos padres a estar más preocupados por el proceso de maduración de sus hijos. Así, la necesidad de evaluar adecuadamente a los niños de esta edad ha ido creciendo. Sin embargo, es una edad en la que se presentan muchas dificultades para la evaluación emocional de los pequeños, entre las más frecuentes están: los problemas de lenguaje, muy comunes en esta etapa de desarrollo, que dificultan la comunicación verbal y directa con los niños. También es común que los niños sean todavía muy impulsivos, que les cueste trabajo estar quietos para platicar o trabajar con un adulto y, por la etapa de desarrollo socioemocional, suelen tener conductas negativistas y rebelarse a seguir instrucciones. Por otro

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DIBUJO 40

lado, en esta etapa todavía no se espera una total independencia para separarse de sus padres ni para trabajar con personas nuevas en su ambiente. Además, la mayoría de las pruebas proyectivas no fueron diseñadas para niños tan pequeños y suelen requerir que éstos tengan un nivel de madurez verbal o psicomotora mayor. Por estas razones, resulta sumamente atractiva la posibilidad de utilizar una evaluación breve, que permita asomarse al mundo

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interior del niño y de aprovechar los dibujos que hacen a esta edad para comprenderlos mejor. Existe mucha confusión respecto al uso del dibujo de la figura humana y de la familia a edades tan tempranas. Los autores que se especializaron en la evolución del dibujo infantil como Luquet, Lukens o la pintora Rohda Kellogg, así como los primeros psicólogos y pedagogos que se interesaron por el tema, como Lowenfeld (1961) y MeiliDworetzki (1979), coinciden en que los niños atraviesan etapas de desarrollo en sus intentos de dibujar la figura humana. Sin embargo, se encuentran diferencias importantes entre las edades que cada uno de los autores señala para establecer el comienzo de una representación claramente entendible como figura humana en los dibujos infantiles. De hecho, la mayoría de los estudios ni siquiera consideran la posibilidad de obtener algún dato de los dibujos de niños antes de los tres años. Por ejemplo, Lowenfeld (1961) plantea que entre los 2 y los 4 años el niño se encuentra en la etapa del garabateo y que no hay representación de la figura humana hasta la siguiente etapa, mientras que Rohda Kellog (2010), en su estudio con casi un millón de dibujos hechos por niños desde los 24 meses, señala que se encuentra entre la etapa de los diagramas nacientes y la de las estructuras emergentes y que sus dibujos tienen ya una organización propia: En 1955, había yo concluido que los dibujos de los niños de dos años eran imposibles de descifrar o carecían de significado para el adulto, hoy, en 1965, he aprendido que los dibujos de los niños a estas edades tan tempranas sí se prestan a una organización significativa, tiene una gestalt propia […] A esta edad, cada dibujo, realizado en papel o en cualquier otra superficie en la que las marcas resultantes estimulen el ojo y el cerebro del niño, es una experiencia valiosa que ayuda a desarrollar la capacidad cognoscitiva (Kellogg 2010).

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Por su parte, el estudio del doctor Zornoza (1996) sobre la evolución del lenguaje plástico en los niños, señala que alrededor de 23% de los dibujos de los niños entre dos y tres años son dibujos de la figura humana. En nuestra práctica, tanto clínica como escolar, encontramos que, aunque muchos niños tienen todavía dificultades para representar figuras humanas reconocibles, algunos otros, especialmente después de los 2 años 6 meses, pueden realizar dibujos que resultan útiles como medio para dotar de voz a los niños. Las figuras humanas que realizaron eran claramente reconocibles, similares a las presentadas por muchos autores como figuras propias de los 3 años. Los dibujos a estas edades presentan varias características particulares que revisaremos brevemente a continuación.

a)

Resulta más fácil para los niños de esta edad entender el concepto de familia que el de persona, por lo que suelen obtenerse mejores dibujos con la consigna: “Dibújame aquí a tu familia”, que cuando se les pide: “Dibújame una persona”. Para obtener el dibujo de la figura humana, muchas veces se requiere decirles: “Dibújame un niño”, pero eso impide observar qué sexo elige dibujar primero el pequeño.

b) Son dibujos “flotantes”, es decir, no se observa todavía una línea base y no se respeta la verticalidad; las figuras suelen estar inclinadas, al menos en parte. c)

Usualmente se trata de figuras grandes, con frecuencia ocupan más de la mitad de la hoja.

d) Las partes esperadas a esta edad incluyen únicamente cabeza, ojos, piernas y, en algunos casos, brazos. Tanto piernas como brazos salen de la cabeza, por lo que puede ser difícil encontrarlos. e)

Es común que cambien la orientación de la hoja, por ejemplo, que dibujen una primera figura con la hoja vertical y una subsiguiente con la hoja horizontal.

f)

Los dibujos son asimétricos.

g)

Presentan una casi total ausencia de detalles. Capítulo 4. Niños menores de tres años | 87


A pesar de las diferencias, los dibujos de niños de estas edades respetan las características —mencionadas en el capítulo anterior— de dibujar más grandes las personas más valoradas y más cercanas a ellos a las personas que emocionalmente perciben más cercanas. Ambos puntos pueden tomarse como datos al igual que en las pruebas de niños mayores. También se observa que los niños utilizan con más transparencia los mecanismos de omitir a las figuras más conflictivas para ellos en esos momentos y de desvalorizar a las figuras rivales. Por ejemplo, una niña de 2 años 7 meses dibuja a su papá, a su mamá y se dibuja ella misma en medio de ambos. Cuando se le pregunta por su hermanito de pocos meses dice: “No está, se fue”. A la pregunta: “¿A dónde se fue?”, responde “No sé, no lo quiero”. En algunos ámbitos escolares existe el temor de que pedirles a los niños menores de tres años que dibujen una persona o una familia pueda resultar excesivo y frustrante para el niño, especialmente si no logra hacerlo. Sin embargo, nuestra experiencia es que, por un lado, los niños disfrutan el simple hecho de dibujar, de que sus dibujos sean mirados y comentados con atención y simpatía por un adulto y, por otro lado, los niños nunca ven su obra como una falla, ellos “dibujan” contentos, entregan su trabajo y es el adulto el que considera si el niño logró o no hacerlo bien. Si se tiene el cuidado de comentar positivamente el trabajo del pequeño, describiendo algunos de sus trazos (por ejemplo, “Mira, ¡cuántos colores!, gracias”), éste no sentirá que la tarea fue excesiva ni que ha fallado en su ejecución. En resumen, los niños de esta edad requieren más cercanía y apoyo para realizar los dibujos y con frecuencia se obtiene más de sus conversaciones alrededor de los dibujos que de los propios dibujos, pero nuestra experiencia es que no debe descartarse a priori la posibilidad de obtener datos importantes simplemente porque el niño no ha cumplido aún los 3 años.

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Regresemos a los dibujos del inicio del capítulo. ¿Cuáles de las características propias del dibujo de niños muy pequeños encuentras en ellos? Si señalaste todas, ¡estás en lo correcto! Vamos a trabajar con los dibujos mencionados en este capítulo. 1.

¿Caos o armonía? Con los niños tan pequeños somos mucho menos estrictos, no consideramos como tachoneo los trazos inseguros y toscos del “cuerpo”, ni tomamos en cuenta el cambio de planos del dibujo de la mamá. Consideramos que es armonía.

2. Indicadores emocionales. Ninguno que sea significativo a esta edad. 3.

Las dos figuras grandes del dibujo de la familia (Dibujo 40) están mejor logradas que las de la figura humana, parece que a este pequeño le cuesta todavía mucho trabajo moverse cuando no está dentro de su ambiente familiar (por ejemplo, en el kínder al que asiste).

4. Familia, línea 1 presencia o ausencia. Dibuja a todos los miembros de la familia, pero “olvida” dibujarse a sí mismo. Cuando se le cuestiona, se dibuja en otra hoja. 5. Familia, línea 2 cercanía-distancia. Dibuja más cerca a sus padres entre ellos que a cualquiera de ellos respecto a su hermana. 6. Familia, línea 3 valoración-devaluación. La primera figura dibujada, que además ocupa un lugar central, es su mamá. Enseguida viene su hermana, ligeramente más pequeña y completamente horizontal. Finalmente dibuja a su papá, más pequeño y con menos precisión en sus trazos. Él se dibuja en la

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otra hoja, horizontal, un poco más grande que los miembros de su familia, pero también con menos precisión. 7. Familia, línea 4 afecto positivo-negativo. No aparecen sonrisas, hay muy poco uso de color, los brazos no aparecen todavía en ninguna de sus figuras. No hay interacción entre ellos, pero tampoco hay guerra o pleitos. Afecto neutro, ligeramente negativo. 8. Familia, línea 5 impresión general. Llama la atención, antes que nada, que él no se dibuje dentro de la familia, y que, cuando se le recuerda que falta él, elija dibujarse en otra hoja. También la diferencia de tamaño entre mamá y hermana, por un lado, y papá, por el otro. 9. Configuraciones especiales. En el tema de disciplina encontramos una coincidencia: La omisión de sí mismo en el dibujo, combinada con la valoración que hace de su hermana, sugiere una autodevaluación frente a una hermana que siente inalcanzable. El niño no parece sentir que es parte importante de esta familia y prefiere visualizarse como alguien “aparte”. Cabe mencionar que no se puede interpretar nada sobre el apego, no hay ninguna investigación con dibujos de niños tan pequeños. En conclusión, podríamos decir que este pequeño (que se encuentra en la etapa de separación-individuación y que debería ya estar en fase de consolidación, con periodos cada vez más largos de independencia tranquila) está atorado en la fase de reaseguramiento, no logra sentirse seguro cuando sale de su núcleo familiar y se siente en franca desventaja con su hermana mayor. Parece que está mucho más cercano a su madre que a su padre y que, por el momento no ha

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conseguido apoyarse en él para lograr la fuerza que le permita dejar a mamá y probar su independencia. Para una consultoría familiar, un paso importante sería explorar más a fondo esta situación: escuchar a ambos padres y conocer a la hermana, para ayudar a que todos le den un espacio emocional al niño, lo valoren sin devaluar a la hermana mayor y establecer relaciones más activas y sólidas entre papá y el niño y entre ambos hermanos, permitiendo así el cierre exitoso de la etapa de separación-individuación.

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Capítulo 5

Límites y disciplina Observa los Dibujos 42, 43 y 44. Todas las artistas tienen 5 años. Antes de leer la teoría, ¿qué podrías decir sobre la imagen de autoridad que han formado estas pequeñas?

DIBUJO 42

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Sin lugar a dudas, el manejo de los límites y la disciplina es una de las preocupaciones más frecuentes en el grupo de padres y madres de familia que tienen niños en edad preescolar. Durante las juntas y reuniones con las maestras, al finalizar las pláticas de la escuela para padres e incluso en la consulta privada, los papás de preescolares se acercan a comentar sus dudas respecto a la mejor manera de enseñar a sus pequeños a respetar las reglas, los pros y contras de los castigos, el modo de enfrentar un berrinche, entre las más comunes. Las razones para tantas dudas son varias: los cambios en el concepto de autoridad, los cambios en la manera de visualizar el papel de los padres, el temor a “traumar” al niño o a ser considerado mal padre en el futuro, la cantidad de expertos aconsejando métodos diferentes y, a veces, contradictorios, por nombrar algunas.

DIBUJO 43

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DIBUJO 44

La realidad es que en muchas familias los padres están tan confundidos que no pueden hacerse cargo de establecer lineamientos de comportamiento claros y firmes que den a los niños una guía de comportamiento. En casos extremos, llegan a dudar si en realidad ellos, como padres de familia, tienen el derecho de ser quienes deciden sobre lo que deben hacer o no sus hijos. Estas circunstancias dejan a los niños en una situación muy compleja, que en los casos más severos llevan al síndrome del pequeño tirano, descrito magistralmente por Jirina Prekop en su libro del mismo título (Prekop, 1991). En casos menos severos, los niños se enfrentan a una serie de presiones que los sobrecargan. Deben tomar continuamente decisiones para las cuales no están preparados, ya que sus padres les

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consultan sobre todas las cuestiones en un afán de no ser autoritarios; por ejemplo, tienen que elegir el menú de desayunos, comidas y cenas, “porque si no, no comen”, aunque no tienen la más mínima noción de nutrición, requerimientos alimenticios básicos ni del trabajo que cuesta preparar dichos menús. El resultado es que cada comida es una guerra, no comen bien, no prueban platillos nuevos y dejan los alimentos sin tocar, aunque ellos mismos los hayan “ordenado”. Como en el ejemplo de la comida, estas decisiones que deben tomar sin los elementos necesarios generan un estira y afloja cada vez que se presenta la situación, lo que puede convertir la vida familiar en una batalla perpetua. Algunas de estas decisiones simplemente los agotan, pero otras les causan mucha tensión, por ejemplo, las que deben tomar cuando están cansados o enfermos (“¿No crees que ya es hora de dormir?”). Un caso especialmente difícil para los pequeños es aquel en el que el niño, además de decidir sobre cosas para las que no está preparado, tiene que elegir constantemente si le hace caso a uno o a otro de sus padres. Mamá dice: “Es hora de dormir”, y papá dice: “Déjalo ver la película”. Estas diferencias también pueden darse entre cualquiera de las figuras de autoridad del niño, por ejemplo, entre la mamá y la abuela, o entre ambos padres y ambos abuelos que lo cuidan por la tarde. En estos casos, el niño no puede quedar bien con ambos padres y siempre queda mal con alguno, lo que le genera mucha culpa. Una salida frecuentemente utilizada por los niños que se enfrentan a estas circunstancias es no hacerle caso a nadie, aliarse con la persona que les resulte más conveniente en determinado momento y con la otra en otro momento. El resultado es que no internalizan las normas, pasan la mayor parte de su tiempo probando a los adultos y decidiendo si hacer o no cosas que ya deberían haber aceptado como

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reglas e incluso debían estar convirtiendo en hábitos (como lavarse los dientes o quitarse el uniforme escolar). Cuando esto sucede, el niño generaliza su aprendizaje sobre las reglas a otros ámbitos de su vida, como la escuela, y se comporta ahí de la misma manera, no obedece las reglas, prueba todos los límites y reta a las figuras de autoridad. En todos los casos mencionados, los niños se sienten más fuertes y poderosos que sus padres, no los respetan ni se identifican con ellos como modelos de conducta y no se sienten protegidos por ellos, por lo que desarrollan una serie de miedos y síntomas de ansiedad que contrastan con la aparente seguridad en sí mismos que muestran cuando se les pide que obedezcan. Además aprenden, como estrategia fundamental de resolución de problemas, a pedir al mundo que se adapte a ellos, que les solucionen las cosas; aprenden a ordenar. Y no aprenden a adaptarse, a ver las necesidades de los demás, por lo que presentan serios problemas para relacionarse con los otros, especialmente con los niños de su edad. De hecho, el motivo más frecuente por lo que estos niños llegan a consulta no suele ser su negativa para obedecer a sus padres, sino sus dificultades para integrarse al grupo de compañeros, para tener amigos y ser aceptado socialmente. Todas estas características se reflejan en sus dibujos, que presentan varias de las siguientes características especiales:

1.

La que más llama la atención, y se presenta con mayor frecuencia, es que son niños que se dibujan más grandes que sus padres, o al menos del mismo tamaño. También suelen dibujar a sus padres en un plano gráfico inferior al que utilizan para ellos mismos, es decir, el niño está literalmente encima de los padres (o de las figuras de autoridad). Esto puede observarse claramente en los tres dibujos con que iniciamos este apartado (42, 43 y 44), en los que los padres son más pequeños que los niños.

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2.

Los niños con dificultades de internalización de normas se dibujan a sí mismos ocupando mucho más espacio que el que ocupan sus padres. Observa y mide con una regla el espacio que utilizaron los niños en los dibujos anteriores en los que se representan a sí mismos los niños y compara ese espacio con el que utilizan para sus padres. El espacio que tienen ellos mismos es mayor, ¿cierto?

3.

También pueden dibujarse ellos mismos antes de dibujar a sus padres, con muchos más detalles y cuidado. En el último dibujo (44) no hay duda alguna, la niña es la única figura coloreada, tiene pies, manos incipientes y zapatos, mientras que todas las demás figuras son más simples y aparecen en negro. En el Dibujo 43, la niña se dibuja a sí misma sonriente, y su vestido y zapatos están cuidadosamente iluminados, mientras que las otras figuras no sonríen y el iluminado es deficiente.

4.

Suelen dibujar la actividad que ellos realizan mucho más claramente que la que realizan sus padres, o bien, se dibujan ellos realizando alguna actividad llamativa, importante, y a sus padres los delinean en una actitud pasiva. Sus hermanos aparecen notablemente devaluados: más pequeños, incompletos, haciendo cosas correspondientes a edades menores o haciéndolas mal y en algunas ocasiones los omiten por completo. Esto resulta especialmente claro en el Dibujo 42, con el hermano menor, negro, muy pequeño, dibujado en último lugar; también el papá, aunque lo dibuja antes que a ella misma, lo hace bastante más pequeño y ligeramente detrás de ella.

Ahora bien, si tenemos la oportunidad, como consultores familiares, de revisar los dibujos de todos los niños que integran la familia, podemos encontrar una característica más: los hermanos de los niños con problemas de límites, especialmente de aquellos que se han convertido realmente en pequeños tiranos, dibujan a éstos de una manera especial: usualmente son figuras más grandes (aunque sean menores en edad), centrales y poco satisfechos (enojados o tristes). Les ponen detalles agresivos como uñas largas o dientes y, con mucha frecuencia, los dibujan peleando, llorando o apartados de los demás miembros de la familia. Estos hermanos, y muy en especial

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las hermanas, tienden también a dibujar muchos símbolos de paz y armonía (quizá en un intento de calmar la guerra que generan sus hermanos al desafiar constantemente las reglas), por ejemplo, es común que dibujen uno o varios arcoíris, varias flores y/o pájaros, un gran sol sonriente, etcétera.

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Capítulo 6

La relación con los hermanos La relación entre hermanos es la relación familiar de más larga duración: vivimos muchos años con nuestros padres, pero viviremos algunos años sin ellos también; lo mismo sucede con los esposos o esposas y con los hijos: empezamos la vida sin ellos y pasamos varios años sin que formen parte de nuestro entorno diario. Sin embargo, los hermanos nos conocen desde niños y nos acompañan a lo largo del desarrollo hasta convertirnos en adultos, y, si toda va bien, estarán presentes en los principales acontecimientos de nuestra vida adulta y nuestra vejez. A pesar de su importancia en la vida, la relación entre hermanos ha recibido poca atención y las investigaciones acerca de sus características es escasa y centrada en el conflicto (Rigat, 2008). A pesar de que hay poca bibliografía, especialmente sobre las características de la relación “normal” entre hermanos, sí sabemos que la ambivalencia es parte inherente de ella y que los celos son comunes al igual que la competencia por la atención y el tiempo y cariño de los padres. El primogénito suele ser el que más reciente la llegada de un hermano, y realmente tiene sus razones: los estudios de Dunn y Kendrick

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(1982) señalan cómo cambia el mundo del primer hijo, que tiene la atención y el tiempo indiviso de los padres, cuando nace otro bebé, por ejemplo, notan una clara disminución en el número y la frecuencia de iniciativas de interacción de parte de las madres hacia sus primogénitos en las primeras semanas después del nacimiento del segundo hijo, un aumento en los enfrentamientos entre ambos, algunas veces debido a que el primogénito se negaba a cooperar, pero otras veces debido a que la madre tenía menos tiempo para esperar y se veía en la necesidad de ejercer más prohibiciones al hijo mayor. En el conocido libro de Adele Faber y Elaine Mazlich, Siblings without rivalry, (1987), para que las mamás comprendan lo que siente su hijo primogénito con la llegada de un hermanito, las autoras utilizan como ejercicio la metáfora de la “nueva esposa”; piden a las madres lectoras que imaginen que su cónyuge trae a casa una nueva esposa y las invitan a que convivan amigablemente con ella, le presten sus cosas y no se sientan celosas. Aunque extrema, la metáfora ilustra los sentimientos de haber sido desbancado, los celos, el rechazo al recién llegado y las dificultades para compartir tiempo, atención y posesiones con él o ella. A un nivel más profundo, la literatura psicoanalítica nos habla del complejo fraterno, de cómo el nacimiento de un hermano enfrenta necesariamente al niño con la presencia de un “otro” que es a la vez un semejante, alguien no tan lejano en habilidades y logros como la madre o el padre, y que puede ocupar su lugar como generador del gozo, del orgullo y del amor de sus padres, dañando la imagen de sí mismo del niño y generando un gran enojo y el deseo de eliminación del rival (Moguillansky, 2003; Cimiano, 2008; Rigat, 2008). Sabemos también que el tono afectivo de la respuesta del mayor ante la llegada del hermano varía en función del temperamento del primogénito, del estilo y cercanía en la relación que llevaba con su

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madre antes del nacimiento del bebé, del sexo del recién nacido y del tipo de relación que llevaba el primogénito con su padre antes y después del nacimiento de su hermano. También sabemos que una vez establecida la respuesta afectiva (tono emocional) al hermano al final del primer año de vida del bebé, ésta tiende a mantenerse constante a menos que los padres intervengan y ayuden a los niños a expresar sus sentimientos y a resolver las diferencias que hayan ido surgiendo. Ahora bien, incluso cuando el tono emocional no cambie fácilmente, la relación entre los hermanos y sus conflictos no terminan con el ajuste (mejor o peor) del primogénito a su hermano, sino que continúa y se alimenta a través del tiempo, con la relación que se establece entre los padres y cada uno de los hijos. Puede complicarse mucho si uno de los padres (o ambos) manifiestan una clara preferencia por alguno de ellos, si el match entre el temperamento del niño y el de sus padres es especialmente plácido o especialmente difícil, etcétera. Por supuesto, lo inverso también es posible, puede mejorar de manera notable si los padres son especialmente sensibles a las necesidades del niño mayor y no establecen favoritismos. La mayoría de las veces, los celos y la rivalidad se expresan abiertamente, los niños agreden a sus hermanos, los critican, se niegan a compartir con ellos los juguetes, o tratan de ponerse por encima de ellos de cualquier otra manera. Sin embargo, algunas otras veces los niños no perciben posibilidad alguna de ganarle al hermano del que están celosos, se sienten en franca desventaja frente a él o ella, lo perciben muy superior a ellos mismos, más hábil o más inteligente, o bien, muy cercano a sus padres y protegido por ellos. Pueden empezar entonces un círculo en el que son incapaces de ver la cualidades y habilidades que realmente tienen, no les dan valor

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a sus logros, ni al cariño o atenciones que se les brindan y se comparan constante y siempre negativamente con el hermano en cuestión, lo que a su vez incrementa sus sentimientos de minusvalía. En estos casos los niños no expresan su enojo de manera activa, no se atreven a atacar al hermano, a criticarlo o a desvalorizarlo abiertamente, pero sí lo hacen de manera encubierta o pasiva, por ejemplo, se resisten a hacerle caso cuando les pide ayuda, o toman “prestadas” sus cosas cuando no se encuentra cerca, lloran cuando el hermano está siendo atendido por la madre, etcétera. En otros casos, aquellos en los que los padres establecen una preferencia por alguno de los hijos, sea por la razón que fuere (incluso cuando el preferido es un hijo con alguna discapacidad que lo coloca en clara desventaja frente a sus hermanos), los efectos psicológicos pueden verse tanto en los hijos relegados a un segundo plano como en el hijo favorito. Las consecuencias de ser puesto en un segundo sitio son más claras: los niños se sienten celosos, resienten al hermano favorito, guardan rencor y resentimientos tanto al hermano como a los padres, pueden buscar alianzas con el padre que no establece la preferencia o con los otros hermanos relegados, suelen molestar al favorito y agredirlo, especialmente cuando los padres no están presentes y tienden a presentar sentimientos de inferioridad y minusvalía. Sin embargo, los efectos emocionales sobre el hijo favorito son menos conocidos, pero también existen. El hermano favorito se siente frecuentemente sobresaltado y con remordimientos por las injusticias que se le hacen al hermano o a los otros hermanos (Fernández, 2008) y con frecuencia queda aislado del subsistema de hermanos, por lo que, ya que no siente pertenecer plenamente al grupo de hermanos ni, por supuesto, al subsistema de los padres, con mucha frecuencia manifiesta sentimientos intensos de soledad.

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Vale la pena recordar que esta situación de soledad dentro del núcleo familiar se observa también con frecuencia en otros casos: cuando uno de los hermanos, sin ser específicamente el favorito, asume funciones parentales, por ejemplo, de cuidado y dirección hacia sus hermanos menores o hacia sus padres, o bien realiza trabajos domésticos importantes en lugar de alguno de los padres. Estos casos se conocen con el nombre genérico de hijo parental. También se observa claramente en los hermanos de pacientes que presentan una enfermedad crónica grave, como cáncer, o un trastorno del desarrollo importante, como el autismo o el síndrome de Down. Este tipo de circunstancias representan una fuente continua de estrés para toda la familia. Los hermanos sanos suelen sentirse muy solos, culpables cuando requieren ayuda, incluso “invisibles”, perciben a sus padres poco disponibles y a sus hermanos enfermos, lejanos. De hecho, investigaciones llevadas a cabo con hermanos de pacientes infantiles con enfermedades crónicas señalan que estos hermanos, sanos físicamente, son los miembros menos felices en más de un tercio de las familias (Rollins, 1989). Un problema que preocupa mucho a los padres de familia cuando nace un segundo o tercer hijo es la aparición, en los hermanos mayores, de conductas que pertenecen a una edad anterior (conductas regresivas), estas conductas confunden a los padres y suelen generar regaños o reproches, por ejemplo, el niño que ya es capaz de tomar la leche en vaso repentinamente quiere volver a tomarla en biberón o el niño que ya controla esfínteres, vuelve a tener “accidentes”. Estas conductas regresivas pueden acompañarse de la petición explícita del niño “quiero ser un bebé” o de la petición, ligeramente más encubierta, de “jugamos a que yo era bebé”. Ambas conductas se relacionan con la confusión que le causa a un niño —que siempre ha reconocido como su meta crecer y tener más logros, que se ha identificado con el padre o la madre adultos, capa-

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ces y fuertes— la presencia de un ser pequeño, que recibe toda clase de atenciones y cuidados sin esfuerzo aparente de su parte. Por primera vez en su vida, el niño duda en la conveniencia de su estrategia de crecer y esforzarse para ser “grande y fuerte”. Es como si se preguntara: “¿Vale la pena el esfuerzo de crecer y aprender o resulta más conveniente hacerse pequeño, acostarse y no hacer nada para tener la atención y el interés de papá y mamá?” En lugar de mantener su identificación con el adulto, el niño empieza a identificarse con el bebé, con el desvalido, con el ser más pasivo y más dependiente (Corman, 1980; Dolto, 1991). Generalmente, esta etapa pasa rápido y el niño recupera las conductas y aprendizajes que ya había logrado después de algunas semanas, aun así, en algunos casos, esta etapa se prolonga y la duda permanece constante en la mente del niño. En estas circunstancias, los niños buscan más ayuda de la que realmente requieren, se sienten cómodos jugando con niños menores, no tienen bien desarrollada la motivación de logro y les cuesta mucho trabajo competir con los compañeros de su edad. Un factor de gran peso para el desarrollo de unas relaciones armoniosas entre hermanos es la capacidad de los padres —especialmente de quien ejerce el papel de cuidador primario— para sincronizarse con los sentimientos del niño, aceptarlos y enseñarle a manejarlos y expresarlos (Faber y Mazlich, 1987; Sieguel y Payne, 2012). Como vemos, las relaciones entre hermanos no son fáciles y es muy probable que causen sufrimientos por lo menos de vez en cuando, por lo que vale la pena buscar cuidadosamente la manera de ayudar a los niños a expresar su punto de vista y sus sentimientos derivados de ellas. En los dibujos de los preescolares, la relación entre hermanos tiende a manifestarse claramente, los conflictos de celos y competencia

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extrema, la agresión pasiva y el deseo de ser el bebé son quizá los elementos más comunes y tienen sus características particulares.

Celos, rechazo y competencia. Agresión activa ¿Qué te dicen los dibujos siguientes sobre la relación entre los hermanos? Los Dibujos 45 y 46 fueron realizados por niñas, la primera de 5 años y la segunda de 4 años de edad, primogénitas, muy hábiles verbalmente y con buen rendimiento en la escuela. El Dibujo 47 es de un niño de 6 años de edad, primogénito, algo inquieto, con un excelente lenguaje y buen rendimiento escolar. Las dos niñas se tomaron un buen tiempo para llevar a cabo sus dibujos, seleccionaron sus colores con cuidado, dibujaron despacio. El niño, en cambio, dibujó rápido, no hizo cambios de color y empleó pocos detalles.

DIBUJO 45

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DIBUJO 46

DIBUJO 47

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Una manera eficiente mediante la que los niños expresan —y manejan— este enojo es quitarle valor al hermano del que se sienten celosos, por lo que en sus dibujos pueden aparecer todas las formas de devaluación, desde la más extrema, que sería no dibujarlo (“eliminación del rival”, Corman), hasta las más sutiles, como dibujarlo con menor cuidado o incompleto (como se observa en los Dibujos 45, 46 y 47). Con mucha frecuencia los niños que se sienten muy celosos o en franca competencia con sus hermanos, mayores o menores, los dibujan mucho más pequeños que a ellos mismos (pueden ser más pequeños en tamaño dentro del dibujo, o bien, menores en edad, por ejemplo, dibujar a un hermano de 5 años como un bebé); omiten rasgos importantes en el dibujo del hermano (por ejemplo, no le ponen brazos o piernas), los dibujan en último lugar y en un espacio desproporcionadamente pequeño, aduciendo que “no les cupo” o que “se les había olvidado”. Por supuesto, también los colocan mucho más lejos de su mamá y/o de su papá, los dibujan con menos colores y mucho menos detalles, realizando actividades poco importantes (por ejemplo, durmiendo, cuando los demás están jugando en el jardín) o sin material para hacer lo que estarían haciendo (por ejemplo, dicen que están barriendo, pero no les dibujan la escoba). También pueden aparecer enojados, llorando o dormidos. En este último caso, con frecuencia no les ponen ninguna expresión facial o, en casos extremos, no les ponen cara. Cuando la agresión alcanza niveles muy altos, puede verse en los dibujos a hermanos que han sufrido accidentes: el hermano que se cayó de la bicicleta, que le pegaron (“sin querer”) con una pelota, etc. Estas manifestaciones son poco comunes en los dibujos, pero muy frecuentes en el juego libre.

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Veamos algunos ejemplos. Observa primero el Dibujo 45. Mira el tamaño de mamá y papá, los colores que pone en su ropa, el pelo largo de mamá y las bocas de ambos. Mira también el dibujo de ella misma, su ropa de colores y su pelo. Ahora fíjate en el hermanito: apenas sobrepasa en tamaño la mano de la pequeña artista, su cara está apenas marcada, no se ven ojos ni boca, está colocado junto a ella, cerca de mamá, pero en un espacio mínimo. Claramente devaluado por la pequeña. El Dibujo 46 es parecido al anterior, aunque esta niña tiene dos hermanos menores, uno apenas un año menor que ella y una de apenas 9 meses. Fíjate en el tamaño y en la cara de la mamá, del hermano y de ella misma y observa que los tres están en un mismo plano, la mamá utilizando casi el mismo espacio que ocupan los dos hijos mayores juntos. Y ahora observa qué pasa con la hermanita: mucho más pequeña (más de lo esperado incluso si la proporción fuera totalmente realista), en un plano inferior, casi pisada por la madre, sin boca. Al final se le preguntó: “¿Y tu papá? ¿Dónde está?” Y ella respondió: “No cabe”. El papá sí vive con ellos. El papá es omitido y la hermanita, devaluada. El Dibujo 47, como decíamos antes, fue realizado rápidamente, con poco cuidado a los detalles y sin cambio de colores. El papá y la mamá son dibujados grandes y sonrientes, el pequeño se dibuja a sí mismo al final y comenta que él “está jugando con sus coches, a los choques”. ¿Puedes ver a la hermanita? Está colocada entre ambos padres y parece estar flotando, su tamaño apenas alcanza una tercera parte del tamaño del niño que hace el dibujo. En este caso, la hermanita tiene apenas 2 años, la diferencia de tamaños podría ser atribuida a una representación realista de las estaturas, sin embargo, la posición en que la dibuja, la falta de espacio para ella y la omisión de sus brazos y de cualquier detalle que señale que se trata de una niña, nos sugieren más una devaluación que un dibujo realista.

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Autodevaluación y agresión pasiva Cuando los niños se encuentran en la situación de devaluación mencionada, sus dibujos nos muestran el poco aprecio que tienen por sí mismos y por sus logros; en casos más extremos, el niño no se incluye dentro del dibujo de su familia, en otros se dibuja mucho más pequeño o en último lugar, es decir, todas las señales que encontramos dibujados en el hermano sobre el cual recae la agresión los encontramos, en estos casos, en el dibujo de sí mismo que hace el niño.

DIBUJO 48

Complementariamente, suelen poner a sus hermanos más grandes, mejor dibujados, con más detalles y/o en primer lugar. Ahora mira el Dibujo 48. La autora tiene 3 años 4 meses, es la hija menor, su hermana tiene 8 años. Ella inicia dibujando a su hermana mayor (“Está trabajando en su escuela”, dice) en el centro de la hoja, después pone a su papá a la derecha (“trabajando”) y luego a la izquierda coloca a su mamá (“trabajando”). En la parte de abajo pone dos figuras pequeñitas, la mayor de ellas es su abuelito, lo dibuja y co-

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menta: “Se murió mi abuelito”, la otra figura diminuta es su abuelita (“caminando en su casa”). Al finalizar el dibujo, cuando terminó de decirnos lo que estaban haciendo las personas de su familia, le preguntamos: “¿Y tú? ¿Dónde estás?” Su respuesta: “Es que no me gusta dibujarme”. En este dibujo podemos ver cómo la pequeña valora tanto a la hermana mayor que le resulta prácticamente inalcanzable, no se siente capaz de ganarle en nada y prefiere evitar la competencia por completo. En este caso la autodevaluación la lleva a no considerarse dentro del esquema familiar. La diferencia entre los dibujos de hermanos que hace un niño con agresión pasiva y los que hace un niño que mira a sus hermanos con admiración y menos ambivalencia, es sutil y está relacionada más con los detalles afectivos: la expresión facial más alegre, la identificación observada en una vestimenta parecida entre ambos, la menor distancia entre ellos, etcétera.

Soledad dentro del núcleo familiar Observa los Dibujos 49 y 50. El primero es de una niña de 4 años 5 meses. Se dibuja a sí misma en primer lugar, viendo la televisión. A continuación pone a su mamá, después a su papá y finalmente a su hermana mayor, que tiene la cara borrada porque “no le salía bien”. El segundo dibujo es de un niño de 6 años 3 meses. Se dibuja primero a sí mismo “durmiendo”, después a su papá “corriendo” y a su mamá “jugando”, finalmente pone a su hermanito, de 8 meses, “viendo sus manos” y, debajo de él, “alguien que cuida a mi hermanito”. ¿Qué impresión te causan?

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La manera más común de ma­ ni­ festar los sentimientos de soledad es, lógicamente, dibujarse aislado dentro de la familia. Puede ser un aislamiento físico, por ejemplo, el niño que se dibuja encerrado en su cuarto, o un aislamiento funcional, donde él realiza actividades diferentes y no tiene compañía, por ejemplo, cuando un pequeño dibuja a ambos padres preparando una comida en el jardín, a sus dos hermanos jugando con la pelota y él se pone jugando un videojuego dentro de la casa.

DIBUJO 49

DIBUJO 50

Capítulo 6. La relación con los hermanos | 113


También puede tratarse de un aislamiento de índole más afectiva, en el que el niño dibuja a los demás miembros de la familia juntos, inclusive tocándose, mientras él se coloca más lejos y/o mirando para otro lado. Observa el Dibujo 49, nota el cambio de plano, ella se coloca abajo y pone a los restantes miembros de la familia arriba. En el interrogatorio, explica esta distancia comentando que los demás, incluyendo a su hermana, tres años mayor que ella, están preparando la comida; podemos observar el aislamiento funcional del que hablamos. Las barreras entre los miembros de la familia y las personas encapsuladas, es decir, dibujadas completamente encerradas por una línea, son otro ejemplo de manifestar que existen sentimientos de soledad. En el Dibujo 50 todas las figuras están encapsuladas, el hermanito está dibujado en último lugar, no tiene cara y, aunque es el único que no está solo en su espacio encapsulado, está bajo el cuidado de “alguien”. En este dibujo vemos los sentimientos de soledad, la devaluación hacia su hermano, una falta de valoración personal por el tipo de actividad que él dice estar haciendo (durmiendo) y una falta de vida en el dibujo que nos subraya la impresión de soledad. Cuando la soledad se relaciona más con el papel del hijo parental, además de los signos anteriores, el niño se dibuja de mayor tamaño, más detallado y central (Van Parys, Bonnewyn, Hooghe, De Mol y Rober, 2015). Otra forma de manifestar la soledad es “borrarla” del mapa: los niños dibujan una familia mucho más grande que la suya, incluyen amigos o parientes más o menos cercanos, inventan hermanos que no existen en realidad o ponen mascotas grandes, o muy cuidadosamente detalladas, que ocupan mucho espacio y “llenan” el vacío. Quizá quieras revisar de nuevo el Dibujo 27, en la línea de presencia-ausencia. Este dibujo ilustra claramente esta manera de “borrar del mapa” la soledad.

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Deseo de ser el bebé A veces los niños lo manifiestan de manera muy directa, simplemente se dibujan pequeños, en los brazos de su mamá o en la cuna del bebé, incluso pueden dibujarse dentro del vientre materno: “Estoy en la panza de mi mami”. Otras veces son más sutiles y lo que dibujan es un bebé sumamente valorado, colocado en el centro, muy detallado o dibujado en primer lugar. También pueden dibujarse como niños mucho más pequeños, aunque no sean bebés, o haciendo cosas de niños de edades más tempranas. Por ejemplo, un niño se dibuja menor que su hermano y me comenta: “Éste soy yo, pero cuando era chiquito”.

DIBUJO 51

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Por supuesto, el nacimiento de un hermanito no es la única razón por la que un niño muestre deseos de ser un bebé, puede haber otros factores como una separación familiar, una fuerte enfermedad, una sobreprotección severa, etcétera. En el Dibujo 51 podemos ver el caso de un pequeño, de 4 años 11 meses recién cumplidos. Es el hijo de en medio, tiene un hermano mayor y una hermanita menor. Dibuja primero a su papá, en el centro y después, a la derecha, coloca a su mamá. Junto a su mamá dibuja una pequeña persona, sin embargo, no la reconoce como persona, dice que también es su mamá. En la parte de abajo hace una pequeña cabeza sin brazos ni piernas, “es mi hermana”, y luego, más abajo, dibuja a su hermano. En el interrogatorio dice que su papá está dormido y ronca; su mamá está cocinando; su hermanita, viendo el celular, y su hermano está en la escuela. ¿Y tú? ¿Dónde estás? “Yo estaba en la panza de mi mamá, era un bebé”.

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Capítulo 7

El apego La teoría del apego surge del trabajo de dos grandes investigadores, John Bowlby y Mary Ainsworth, y reúne información y conceptos claves de muchas disciplinas: etología, psicoanálisis, psicología del desarrollo, neurobiología, etc.). En los pocos años que han pasado desde sus orígenes, ha revolucionado las ideas sobre la importancia del vínculo que se establece entre la madre (o el cuidador primario) y el recién nacido, señalando las consecuencias que acarrea para el desarrollo de este último, a lo largo de toda su vida, tanto la calidad de esta relación como el hecho de que ésta sea alterada por separaciones, pérdida, o inconsistencia. Aunque ahora nos parece increíble, hubo grandes resistencias a considerar que las experiencias familiares tempranas, las pequeñas o grandes interacciones que se dan entre el bebé y su madre, tenían un efecto claro y fuerte en el desarrollo emocional del pequeño. Los primeros postulados teóricos de Bowlby, muchos derivados de sus observaciones clínicas, fueron apoyados, confirmados y ampliados por las investigaciones meticulosas y sistemáticas de Mary Ainsworth en sus dos primeros proyectos: uno en Uganda y otro en Baltimore, y después, por las investigaciones que ella y sus alumnos y seguidores llevaron a cabo tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. A continuación se mencionan algunos de los descubrimientos más sobresalientes relacionados con el apego madre-hijo.

Capítulo 7. El apego | 117


Para crecer mentalmente sano, el niño debe experimentar una relación continua, íntima y cálida con su madre (o cuidador primario), en la cual ambos disfruten y encuentren satisfacción. La conducta de apego está constituida por un número de respuestas instintivas que tienen la función de vincular al infante con su madre y a la madre con el infante. Entre estas respuestas se encuentran la succión, la tendencia a aferrarse o agarrarse de la madre, el seguirla de un lugar a otro y las de sonreír y llorar. Estas conductas maduran independientemente, pero se van integrando y enfocando específicamente hacia la figura de la madre alrededor de los seis meses de vida. El apego es diferente de la dependencia, no representa una regresión, sino una función natural saludable, incluso en la vida adulta. Cuando por alguna razón el niño es separado de su madre, se produce una reacción que se puede dividir en tres fases: a) protesta, relacionada con la angustia que ocasiona el hecho de no tener cerca a la madre, b) desesperación, relacionada con el dolor, el duelo y c) desesperanza o negación, relacionada con mecanismos de defensa, especialmente con la represión. En casos de separaciones largas o de pérdida, las consecuencias para el niño pueden ser muy dolorosas. Usualmente es la madre quien se ocupa más directa y constantemente del cuidado del niño durante sus primeros años, sin embargo, el apego puede establecerse también cuando es otra persona la que realiza la función de cuidador primario. Existen tres tipos principales de organización del apego en la población general: seguro, ansioso-evitativo y ansioso-resistente. En las poblaciones con mayor psicopatología, como los psiquiátricos, y en los casos de adicciones y maltrato severo se observa un cuarto estilo: el apego desorganizado.

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La sensibilidad y la capacidad de respuesta maternas tienen mucho peso en la determinación del tipo de apego que desarrollará el bebé, pero también influye el temperamento del bebé y el grado de ajuste entre los temperamentos de ambos. Cuando el apego se establece adecuadamente, las conductas relacionadas con éste son valoradas y placenteras para el bebé y para la madre, en tanto que si existen dificultades son desagradables y dolorosas para ambos. Una vez que la relación de apego se ha establecido, la figura principal de apego ya no es intercambiable, el bebé o el niño ya no responderán igual a su madre que a otros adultos, incluso adultos conocidos. De esta manera, la protesta del pequeño cuando su madre se aleja, es una clara señal de apego y no debe considerarse como síntoma (coloquialmente, no deberíamos preocuparnos porque un niño tenga “mamitis” durante sus primeros años de vida). A partir del tipo de apego que se desarrolle, el bebé construye sus modelos internos de trabajo en relación consigo mismo y con la figura principal de apego. Estos modelos incluyen componentes cognitivos y afectivos. Algunos de los elementos más importantes de estos modelos están constituidos por los patrones de respuesta de la madre ante los intentos del niño de buscar su proximidad. Cuando la madre ha reconocido y respondido a las necesidades de protección y confort, respetando al mismo tiempo las necesidades de exploración independiente, el niño desarrollará una imagen de sí mismo como valioso y capaz, mientras que, por el contrario, si el padre o madre ha rechazado los mensajes de confort y protección del pequeño, o se ha negado a permitir su exploración independiente, el niño desarrollará una imagen de sí mismo como no valioso e incompetente.

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Con la ayuda de los modelos de trabajo, el niño predice las respuestas de la figura de apego y planea su propia respuesta. De esta manera, esos modelos conforman la base de la identidad del niño y, más adelante, de su autoestima; asimismo, tienen un efecto muy importante sobre sus relaciones sociales (Ainsworth, 1979; Bowlby, 1988; Bretherton, 1992; Hesse y Main, 2000; Grossmann y Waters, 2005; Main y Hesse, 2005; Main, Hesse y Kaplan, 2005; Sroufe, 2005; Fraley, 2010). Para estudiar la organización del apego durante la etapa en la que se forma y constituye la principal relación del niño, se utiliza un método conocido como la situación extraña, que dura 20 minutos. En ésta, madre e hijo son observados y generalmente video-grabados. Se divide en varios episodios de tres minutos y en cada uno cambia un poco la situación: se pide a un extraño que entre, se pide a la madre que salga, que regrese, etcétera.

Características de los diferentes tipos de apego Apego seguro Los niños que han formado un apego seguro con sus madres se encuentran en el extremo seguro del continuo entre seguridad y ansiedad: son capaces de explorar el ambiente, pueden alejarse volun­ tariamente de la madre por periodos cortos, pueden re-asegurarse a distancia. Cuando la madre es quien inicia una separación, saliendo de la vista del niño, éste protesta airadamente y, cuando la madre regresa, busca su cercanía y contacto y se calma pronto al conseguirlos.

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Los niños disfrutan y buscan el contacto físico con su madre, pero también disfrutan explorar, descubrir, probar sus fuerzas y sus habilidades, especialmente si la madre está presente, aunque no los esté tocando o cargando.

Apego ansioso-evitativo A primera vista, los niños que han formado un apego de tipo evitativo parecen niños muy maduros: se muestran independientes, parecen no necesitar a su madre en situaciones novedosas, exploran el ambiente con interés, responden bien a las aproximaciones de adultos desconocidos y parecen no resentir las separaciones breves de su madre, ya que no buscan contacto físico cuando ésta regresa (ni tampoco ante situaciones cotidianas de estrés). Sin embargo, se ha demostrado que esta fortaleza es defensiva, similar a aquella que presentan los niños que han sufrido separaciones largas y dolorosas, y cuando se miden sus respuestas fisiológicas, puede verse que sí se alteran, pero no lo demuestran. Han aprendido a ocultar sus necesidades de cercanía y contacto, probablemente porque han sufrido frecuentes rechazos o faltas de respuesta al expresarlas directamente.

Apego ansioso-resistente Los niños con este tipo de apego se encuentran en un lugar más ansioso del continuo seguridad-ansiedad, les cuesta trabajo separarse voluntariamente de sus madres, no exploran con facilidad ante situaciones novedosas, parecen vigilar a la madre cuando hay adultos desconocidos, se angustian fuertemente ante las separaciones o ausencias de sus madres, aun la más breves, pero no logran consolarse

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fácilmente a su regreso porque se muestran muy enojados y ambivalentes ante el contacto físico: responden menos bien que los niños con otros tipos de apego cuando se les toma en brazos y, paradójicamente, también reaccionan menos bien cuando se les baja. Parece que su estrategia para conseguir cercanía consiste en mostrarse demandantes, vigilantes o dependientes, en lugar de mostrarse capaces y compartir el orgullo de sus logros.

Apego desorganizado Como mencionamos anteriormente, este tipo de apego es raro en la población general, constituye el extremo más ansioso del continuo entre seguridad y ansiedad. Su conducta es poco coherente con la situación, a menudo imprevista, contradictoria o francamente bizarra. No logran una exploración adecuada del ambiente, no muestran curiosidad ante las novedades, pueden presentar movimientos estereotipados en lugar de un interés activo en los objetos (Ainsworth, 1979; Bowlby, 1988; Cowan, Cohn, Pape y Pearson, 1996; Grossmann y Waters, 2005; Sroufe, 2005; Fraley, 2010).

Manifestaciones del tipo de organización del apego en los dibujos Hasta hace muy poco tiempo no se había considerado que los dibujos de los niños nos pudieran abrir una ventana para conocer el tipo de modelos de apego que formaron.

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La investigación con los niños mayores de tres años, que han superado la etapa de la formación del apego, ya no puede llevarse a cabo mediante el uso de la situación extraña. Para estos niños más grandes se fueron buscando diferentes opciones: cuestionarios, juego con títeres, completar historias y el análisis de sus dibujos. Las primeras investigaciones al respecto fueron las de Kaplan y Main en 1986, que, sin embargo, no fueron publicadas; sólo hacia finales de los años noventa otros autores complementaron sus observaciones y propusieron sistemas de codificación complementarios (ver Fury, Carlson y Sroufe, 1997; Target, Fonagy y Shmueli-Goetz, 2003). Los dibujos que se han utilizado para explorar el tipo de apego de los niños son los dibujos de la familia, especialmente el de la familia en movimiento o KFD (kinetic family drawing). Como hemos visto en otro capítulo, la consigna es decirle al niño que dibuje a su familia, cada quien haciendo algo. Las primeras investigaciones sugirieron una serie de indicadores a observar que definirían cada tipo de apego, a partir de dibujos hechos por niños que fueron evaluados en la situación extraña cuando tenían un año de edad. Más adelante se ha comprobado que no todos los indicadores tienen el mismo peso predictivo del tipo de apego (Behrens y Kaplan, 2011) y que resulta más exacto utilizar criterios globales, es decir, indicadores que evalúen el dibujo globalmente, en lugar de evaluar un solo rasgo. Los estudios que han buscado la relación entre el tipo de apego —según se deduce de los dibujos de la familia— y las características de ajuste, personalidad, relaciones sociales o algún otro factor de desarrollo emocional nos señalan que los dibujos representan una buena entrada para la investigación sobre el tipo de apego de niños que no fueron evaluados con la situación extraña alrededor de su

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primer año de vida (Kim y Suh, 2013; Goldner y Scharf, 2011; Goldner, Edelstein y Habshush, 2015; Singh y Rossouw, 2015). Resumiendo y seleccionando aquellos indicadores que hasta la fecha tienen más respaldo de diferentes investigadores y diversas poblaciones se han preparado los Cuadros 1 y 2. Antes de revisarlos, quisiera hacer dos señales de precaución: la primera, recordar que la búsqueda del tipo de apego en los dibujos está todavía en investigación, por lo que es posible que haya cambios importantes que completen o incluso contradigan lo hasta ahora considerado; segundo, todas las investigaciones revisadas, excepto una (Arteche y Murray, 2011) han trabajado con niños mayores, no con preescolares. Muy pocas investigaciones han tomado datos de niños de 5 o 6 años. Esto significa que algunos indicadores pueden ser menos exactos e incluso no pertinentes para los niños en edad preescolar. La sugerencia en este momento será utilizar los datos únicamente como posibilidades, especialmente en los más pequeños. Para revisar los dibujos buscando el tipo de apego de los niños, vale la pena empezar con una revisión global, observar el cuadro completo del dibujo de la familia y empezar a evaluar escala por escala. Después, revisar los indicadores individuales y, finalmente, identificar si hay coincidencia entre ambos. Es importante recordar que todas las investigaciones dan más peso a la evaluación global, de manera que, en caso de que haya contradicción entre ambas evaluaciones, se debe tomar en cuenta la global. Ahora bien, aun en los casos en los que los dibujos se pidieron a niños que habían sido evaluados mediante la situación extraña, la concordancia entre la clasificación de apego al año y la clasificación de apego a partir del dibujo no fue exacta en 100% de los casos, por lo que, como hemos repetido a lo largo de los diferentes capítulos, el

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dibujo no es una herramienta diagnóstica absoluta, sino una ventana hacia el interior del niño.

Cuadro 1. Indicadores individuales Tipo de apego Apego ansioso-evitativo

Apego ansioso-resistente

Apego inseguro (ambos grupos)

⩥⩥ Figuras disfrazadas, camufladas*

⩥⩥ Barreras entre las figuras

⩥⩥ Figuras flotantes*

⩥⩥ Mucha distancia entre el niño y la madre

⩥⩥ Figuras apretadas o encimadas

⩥⩥ Omisión de mamá o del hijo

⩥⩥ Brazos pegados al cuerpo

⩥⩥ Figuras muy pequeñas

⩥⩥ Afecto facial negativo o muy neutro

⩥⩥ Niño más grande que todos

⩥⩥ Exageración de partes suaves

⩥⩥ Figuras incompletas

⩥⩥ Madre mucho más grande que todos

⩥⩥ Falta de individuación ⩥⩥ Mucho espacio en blanco

Fuente: Elaboración propia con datos de Fury, Carlson y Sroufe (1997); Target, Fonagy y Shmueli-Goetz (2003); Madigan, Ladd y Goldberg (2003); Hass-Cohen (2006); Procaccia, Veronese y Castiglioni (2014). * Indicadores que, por mi experiencia personal, considero poco representativos para los niños preescolares, debido a que parecen estar más relacionados con la falta de madurez grafológica que con su tipo de apego.

Capítulo 7. El apego | 125


Cuadro 2. Criterios globales Criterio

Descripción

Vitalidad-creatividad

⩥⩥ Inversión emocional en el dibujo que se refleja en el embellecimiento, el detalle, el cuidado y la creatividad de todo el dibujo (apego seguro).

Orgullo familiar-felicidad

⩥⩥ Se basa en el sentido de pertenencia y felicidad que se puede observar en todo el dibujo (apego seguro).

Vulnerabilidad

⩥⩥ Vulnerabilidad, incertidumbre que se refleja en distorsiones de tamaño, de emplazamiento de las figuras en la hoja y en la exageración de partes del cuerpo, especialmente las partes suaves (apego resistente).

Inversión de roles

⩥⩥ Se basa en las sugerencias de inversión de roles por el tamaño y los roles que se observan en el dibujo, no se refiere a los roles de género únicamente (apego resistente).

Distancia emocional-soledad

⩥⩥ Aislamiento o soledad reflejadas en afecto facial negativo o neutro, enojo y distancia entre madre e hijo (apego evitativo).

Tensión-enojo

⩥⩥ Se infiere del dibujo de figuras cerradas, constreñidas, limitadas, sin color o detalles, descuidadas en su apariencia o tachadas, rayadas o borroneadas (apego evitativo).

Bizarro

⩥⩥ Desorganización expresada principalmente en el uso de signos, símbolos o temas fantásticos e inusuales (apego inseguro-desorganizado).

Patología general

⩥⩥ Grado general de negatividad que se refleja en la organización global del dibujo, la utilización de figuras completas, el uso o no del color y detalle, el afecto y el cuidado en el background (apego: continuo de seguro a inseguro).

Fuente: Fury, Carlson y Sroufe (1997). 126 Voces de colores


Capítulo 8

Ejercicios de práctica e integración de datos

Con la finalidad de reforzar el aprendizaje de los conceptos que revisamos en el libro, te invito a hacer los siguientes ejercicios siguiendo paso a paso el método propuesto.

Ejercicio 1 Observa con cuidado los Dibujos 52, 53 y 54. Ahora revisaremos el caso de un niño de 6 años 1 mes. Este pequeño es el menor, tiene una hermana de 10 años, ambos viven con su papá y su mamá. Los papás están preocupados porque el niño está presentando problemas en la escuela, no termina sus trabajos, no sigue indicaciones y reta a las maestras, quienes comentan: “Si no quiere trabajar, no hay forma de hacer que trabaje”. Además, se distrae fácilmente. Después de la primera sesión de evaluación, el padre del pequeño me comenta telefónicamente que están atravesando una crisis de pareja y que, provisionalmente, se ha salido de casa para pensar qué hacer. A los niños les dijeron que papá está de viaje.

Capítulo 8. Ejercicios de práctica e integración de datos | 127


DIBUJO 52

DIBUJO 53

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DIBUJO 54

Revisemos los dibujos. El primero (52) es una niña. Comenta: “Es mi hermana, tiene 81 años, creo. Ella me regaña cuando hago una travesura”. El segundo dibujo (53) es un hombre, comenta: “Éste soy yo, tengo una capa, yo siempre hago travesuras, mi capa es de Batman y yo estoy volando”. El tercer dibujo (54) es su familia. Inicia dibujando el trampolín, luego vienen las personas: primero se dibuja a sí mismo, saltando con su capa y de cabeza, “porque di un salto mortal”, luego a su mamá, a la izquierda, también saltando y con capa. Después hace a su hermana, saltando; dibujarla a ella le toma más tiempo y casi no cabe en el espacio que quedó entre él mismo y su mamá. Al final hace a su papá, abajo del trampolín, sin brazos. Al interrogatorio responde que su papá no está saltando “porque yo no le permití subir al trampolín”; mientras yo escribo la respuesta, el pequeño “se da cuenta” de que su papá no tiene brazos, toma el lápiz y se los agrega.

Capítulo 8. Ejercicios de práctica e integración de datos | 129


El pequeño dibuja rápidamente y comenta de manera espontánea que le gusta saltar, que quiere tener un trampolín en su casa y que ya sabe hacer saltos mortales. Aunque se le ofrecieron los colores, prefirió no utilizarlos.

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Los dibujos de la figura humana son grandes y tienen algunos rasgos desproporcionados, como las enormes manos del niño, la familia está en movimiento, la hermana un poco “apretada”, pero no hay señales de caos. Definitivamente: armonía.

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? Los dibujos están bien integrados, pero hay algunas asimetrías: las piernas de la figura femenina y los dedos de la mano de la figura masculina, que señalan una tendencia a la impulsividad y la presencia de enojo, que se subraya con las manos enormes y los dientes filosos que le puso a la figura masculina.

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Los dibujos de la familia son menos elaborados que los de la figura humana, como es lo común. También se observan mayores detalles en la figura del hombre que en los de la mujer, sin embargo, algunos de estos detalles son agresivos. Además, esto se invierte en el dibujo de la familia, ya que el papá está dibujado con mucho menor cuidado que los demás miembros de la familia. Parecería que hay ambivalencia en su manera de valorar a la figura masculina: la ve fuerte —quizá enojada— pero lejana, lo que le causa dolor o enojo.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia Este niño incluye a toda la familia, no hay miembros omitidos ni agregados. Línea 2. Cercanía-distancia En esta familia, observamos claramente dos equipos, el primero formado por la madre y los hijos y el otro formado únicamente por

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el padre. Su hermana se encuentra más cercana a su madre que él, mientras que él se dibuja mucho más cerca de ambas que de su padre. La distancia mayor en esta familia es la que el niño pone entre papá y mamá. Parece que el pequeño siente tensión y “distanciamiento” entre sus padres y que percibe a su padre lejano a toda la familia. Línea 3. Valoración-devaluación Como vimos al principio, el niño dibuja primero el trampolín, que utiliza una gran cantidad del espacio disponible, más que cualquiera de las personas, sugiriendo un mayor interés por los objetos que por las personas. La primera figura dibujada es la de él mismo; si bien no es el más grande, sí es el que está haciendo el salto más complejo y difícil. Su mamá viene en segundo lugar, tiene más espacio y es un poco más grande que él, ambos tienen una capa, que es la única vestimenta diferente. La hermana viene en tercer lugar, es la única de todas las figuras que tiene un error de integración y es mucho más pequeña que ambos (a pesar de que es cuatro años mayor). El último en aparecer es su papá, mucho más pequeño, no tuvo “permiso” de subir a brincar, sus piernas son asimétricas y ¡casi se queda sin brazos! En conclusión, en esta línea vemos que el pequeño valora a su mamá y se valora a sí mismo casi por igual, después a su hermana y, finalmente, la figura menos valorada es su papá. Línea 4. Afecto positivo-negativo En este dibujo (54) observamos una clara diferenciación de afectos en las expresiones faciales: tanto él mismo como su mamá están contentos (él duda entre hacerse sonriendo o no, pero finalmente se pone una ligera sonrisa), su hermana tiene una sonrisa de lado, no parece tan contenta, y el papá está francamente triste. También se nota actividad, hay movimiento e interacción entre tres de los miembros de la familia, que conviven y realizan la misma actividad. El padre queda afuera. Los brazos de la hermana y también los del papá están abiertos, pero con las manos enormes y los dedos tan largos, no parecen invitar realmente a un abrazo. La falta de color también señala un afecto más neutro que positivo. Consideramos un afecto neutro, ligeramente positivo.

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Línea 5. Impresión general La impresión de movimiento llama mucho la atención. No hay duda de que están brincando, y la postura del niño, de cabeza, señala tanto una actividad compleja como una diferencia importante dentro del “equipo” de la mamá con los hijos. La falta de color también llama la atención, así como el hecho de que no hay suelo que apoye y dé seguridad, ¡ni siquiera el trampolín está apoyado! En conclusión, en esta línea, la impresión es de una familia con tensiones importantes entre los miembros, con diferencias claras en los niveles de valoración, y parecería que el contacto es un poco ambivalente: brazos que abrazan y manos que agreden.

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al revisar el tema de disciplina, encontramos correspondencias importantes: el niño es casi del tamaño de su mamá y más grande que su papá, salta en sentido contrario a mamá y reduce de tamaño a su hermana mayor. Todos, datos de que no están considerando a ninguno de los padres —ni a su hermana— como figuras de autoridad. Este niño considera que las reglas se ponen a su consideración y que no hay una autoridad que le pueda llevar a hacer lo que no quiere hacer. Al analizar el capítulo de los hermanos sí aparece una clara coincidencia: la devaluación de su hermana mayor: dibujada más pequeña, sin espacio, menos alegre y mal integrada. Este niño está tratando de hacer menor a su hermana, quizá la siente muy superior a él y más cercana a su madre y le representa una competencia demasiado fuerte que no se siente capaz de afrontar. En cuanto al apego, no tiene ninguno de los signos individuales de apego resistente ni de apego evitativo, pero sí algunos de los globales correspondientes al apego inseguro en general: afecto neutro, poca individuación y figuras flotantes. Se observa que sus dibujos tienen vitalidad, pero muy poco de orgullo, también se muestra una clara inversión de roles: “él no le permitió” a su padre subir al trampolín, por lo que no podemos considerarlo dentro del grupo de apego seguro. Muy probablemente se trata de un apego inseguro.

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⩥⩥ Conclusiones Este pequeño tiende a ser impulsivo, presenta algunas señales de ambivalencia con la figura masculina, la percibe fuerte e importante, pero enojada y distante. Se encuentra preocupado por la relación entre sus padres, a quienes percibe muy distantes, y considera que su padre está triste y distante de toda la familia, no nada más de su madre. También se observa un conflicto en la relación con su hermana, hay un claro intento de devaluarla y esto probablemente se debe a que la ve superior y más cercana a su madre que él mismo, por lo que no se siente capaz de competir con ella; es demasiado para él. No percibe a ninguno de sus padres como figuras de autoridad, por eso los puede retar —al igual que a otras figuras de autoridad como las maestras—, y tiende a verse “en sentido contrario” para diferenciarse de su madre y de su hermana. En una consultoría familiar sería muy importante ayudar a la familia a: ⩥⩥ Establecer rutinas y reglas claras que permitan al pequeño sentirse guiado y protegido y le quiten la responsabilidad de decidir todo por sí mismo. ⩥⩥ Trabajar con la relación padre-hijo. ⩥⩥ Valorar los logros y prestar atención a los éxitos de ambos niños, así como a sus cualidades individuales. ⩥⩥ Revisar la relación entre los hermanos para ayudarlos a relacionarse de manera menos competitiva. ⩥⩥ Trabajar con la relación de pareja y ayudar a los padres a platicar con los niños de sus temores al respecto, pero sin involucrarlos en el conflicto. Valorar si se requiere una terapia de pareja.

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Ejercicio 2 Los Dibujos 55, 56 y 57 fueron realizados por una niña de 4 años 10 meses. Tiene un hermanito dos años menor. Sus padres estuvieron separados por algunos meses y ahora están juntos de nuevo. Durante la separación veía poco a su padre y lo extrañaba mucho. Cuando hace la figura humana, a pesar de las instrucciones claramente establecidas de dibujar a una persona, ella dibuja dos personas en cada caso. Hace varios intentos de dibujar la figura masculina, la dibuja muy pequeña, la borra y dibuja otra casi del mismo tamaño y, finalmente, logra dibujar una más grande. La figura final no tiene los brazos completos. Al contar la historia dice que es su novio y que la figura pequeña es su hermanito, “pero me quedó muy feo”. En la elaboración de la figura femenina encontramos el mismo patrón, primero hace una figura que le queda muy pequeña y que no tiene piernas (observa las piernas de la figura masculina, completas y diferenciadas entre lo que sería el pantalón, la pierna y el pie), luego hace la más grande y luego le pone “chinos” a la pequeña, con un trazo muy fuerte que calificaríamos como tachoneo. En la historia dice que es su amiga “la que sí le cae bien” y la figura DIBUJO 55 grande es su mamá. Vamos a empezar el análisis. Intenta hacer el tuyo antes de continuar leyendo.

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? El dibujo de la familia no presenta dudas en este aspecto, es un dibujo armonioso, sin embargo, los dibujos de las personas no son tan claros. Hay borrones y tachoneo, las figuras no son tan armoniosas. A pesar de estas señales, no son realmente dibujos caóticos, se

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considera una primera impresión de armonía.

DIBUJO 56

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? No hay problemas de integración, pero sí hay dos ligeras asimetrías: brazos de la figura masculina grande y también de la pequeña. El tamaño diminuto de la figura masculina inicial lo compensa ella misma en la segunda figura; en cambio, se mantiene la omisión de piernas en las dos figuras femeninas. Los indicadores son leves, pero aun así se nota una ligera problemática emocional, quizá con tendencia a la inhibición.

DIBUJO 57

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Persona-familia: Los dibujos de la familia están mucho mejor elaborados que los de la persona, son más grandes, tienen más detalles y casi no presentan indicadores emocionales. Estas diferencias señalan que la niña se siente mucho mejor dentro de su núcleo familiar que cuando sale de éste, pare-

Capítulo 8. Ejercicios de práctica e integración de datos | 135


ce que se siente angustiada o al menos muy insegura cuando se tiene que separar de su familia.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia Dibuja a todos los miembros de su familia, no agrega ni omite a nadie. Línea 2. Cercanía-distancia Todos los miembros de la familia están juntos, en el mismo plano. Ella se coloca más cerca de su papá que de su mamá y pone a sus padres juntos. Curiosamente, entre ella y su papá está el perrito al que ella acaricia (nota que sus brazos son del color del perro y están mucho más abajo que los brazos de todos los demás, los puso cuando dibujó al perro, no cuando se dibujó ella misma). A pesar de ponerse junto a su papá, la pequeña siente un pequeño obstáculo entre ambos. La figura más lejana a ella misma es su hermano. Lo coloca más cercano a su mamá y la interacción entre ambos se subraya por la posición de sus brazos: aunque cada uno está haciendo algo diferente, sus brazos están muy cercanos y la cara de mamá está viendo hacia el hermanito. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es su mamá; la más grande, su papá, y la diferencia de tamaño entre ambos es grande. Los padres se encuentran realizando una actividad similar: mamá está comiendo un dulce y papá, un helado. Ella y su hermano están haciendo actividades diferentes: ella acaricia al perro y su hermano juega con sus coches. El perro es mucho más grande y mejor detallado que los coches de su hermano. Además, su hermano es la única persona que tiene lo que podría ser un indicador emocional: una clara asimetría en sus piernas. No hay diferencia en el uso de colores, cada uno es de un color diferente, ni de detalles, cada uno tiene básicamente el mismo detallado

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que los demás. Podemos ver que los dos hombres tienen pelo corto y pantalones y las dos mujeres pelo largo y vestidos. Parece que sus padres son las figuras más valoradas, primero papá, luego mamá. A continuación, ella misma y, finalmente, su hermano menor. Línea 4. Afecto positivo-negativo Los indicadores de afecto que encontramos en este dibujo son positivos: las sonrisas, el uso de colores suaves y alegres, las actividades agradables y los brazos abiertos de todos, excepto los de ella misma. Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? La familia se ve unida, contenta, los colores alegres, bien definidos. Llama mucho la atención el tamaño del arcoíris: enorme, usa dos tercios de la hoja mientras toda la familia utiliza solo el tercio inferior. Los arcoíris suelen representar alegría, colorido, pero en este caso pudiera ser algo más lo que nos señala el arcoíris: pareciera estar protegiendo a la familia, cubriéndola para que no se separe de nuevo. La pequeña acaba de recuperar a su papá y, con él, la unidad familiar; al parecer quiere cuidarlos mucho.

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al comparar los dibujos de esta niña con los que vienen en las configuraciones especiales, no encontramos ninguna coincidencia. Respecto a los indicadores de apego, esta niña no tiene ninguno de los indicadores de apego inseguro y sí varios de los de apego seguro: vitalidad, orgullo hacia su familia y afecto positivo. Se trata, pues, muy probablemente, de un apego seguro.

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⩥⩥ Conclusiones Esta pequeñita percibe a su familia unida, aunque tiene temor de que esta unidad se vuelva a perder. Percibe a su padre más fuerte, lo tiene como la figura más valorada. Su madre también es una figura fuerte, y la pequeña se quiere parecer a ella: se dibuja igualita, pero más pequeña. Aunque se coloca más cerca de su padre que de nadie más, parece que hay cierta duda en esta cercanía porque pone al perrito en medio de ambos, podría ser que todavía no se siente segura de que papá está realmente cerca. Por otro lado, percibe la relación entre su madre y su hermano como una relación cercana y cálida. Entre su hermanito y ella la distancia es grande, su hermano es la persona menos valorada por ella, sin embargo, no se observan datos de agresión activa. En estos momentos percibe a su familia feliz. Curiosamente, a pesar de esta percepción, la pequeña se siente muy insegura al salir del núcleo familiar, lo cual, junto con el gran arcoíris, sugiere que tiene mucho temor de que “en un descuido” la familia vuelva a desintegrarse. Para un trabajo de consultoría, sería muy importante trabajar en los siguientes puntos: ⩥⩥ Fortalecer la relación de pareja, buscar que los problemas que llevaron a la separación anterior se resuelvan a fondo para que no haya una nueva ruptura. ⩥⩥ Buscar que los padres vayan haciendo evidente las fortalezas que alcancen en su relación de pareja para que la pequeña no sienta el temor de una nueva desintegración familiar. ⩥⩥ Trabajar con la relación padre-hija y madre-hija para que la niña se sienta cercana, querida y valorada por ambos. ⩥⩥ Revisar la relación entre hermanos.

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Ejercicio 3 Observa con cuidado los tres dibujos que están al principio de este ejercicio: 58, 59 y 60. Son los dibujos de una niña de 6 años recién cumplidos. Sus padres se encuentran separados desde hace dos años, pero llevan una buena relación y asisten juntos a la consulta con las siguientes preocupaciones: la pequeña tiene muchos temores, le da miedo estar sola, especialmente en la noche, no se integra bien al grupo de compañeras y, además, le cuesta mucho trabajo obedecer. La niña vive con su mamá, a su papá lo ve los fines de semana. Es hija única y no tiene primos de su edad en ninguna de las dos familias. El primer dibujo (58) es una mujer, ella comenta que es su mamá y nos dice: “Es muy amistosa, le gusta jugar conmigo y me ayuda a hacer la tarea. También me ayuda a superar mis miedos”. Al escuchar los comentarios, le pregunté: “¿Cuáles son tus miedos?” A lo que respondió: “Me da miedo estar sola y dormirme en mi cama y cuando está oscuro”. El siguiente dibujo (59) es un hombre. “Es mi papá, es muy amable y también gracioso, a veces como que ayuda a cocinar, hace atún o camarones.” Le DIBUJO 58 pregunto: “¿A quién le ayuda a cocinar?” Ella contesta: “A mi abuelita”. El tercer dibujo (60) es su familia. Realiza los tres dibujos con gusto, se distrae ocasionalmente, comenta poco de manera espontánea, pero contesta las preguntas sin dificultad. Antes de leer nuestras observaciones, trata de hacer las tuyas.

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DIBUJO 59

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Armonía. Aunque los dibujos de la figura humana tienen borraduras y están muy pequeños, no hay indicadores ni sensación de caos. Los dibujos están bien organizados.

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? Figuras demasiado pequeñas y omisión de manos (ya cumplió 6 años).

DIBUJO 60

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⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Persona-familia: Los dibujos de las personas en el dibujo de la familia son bastante más grandes que los dibujos de la persona, lo que sugiere que se siente insegura cuando se encuentra fuera de su núcleo familiar. Muy común en los casos de conflicto dependencia-independencia. Las mujeres también son más grandes que los hombres, tanto en los dibujos de la persona como en los de la familia. La única figura dibujada en tres dimensiones es el muñeco de peluche.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia Dibuja a todos los miembros de su familia, no hay omisiones significativas. No menciona la separación de sus padres. Línea 2. Cercanía-distancia En este dibujo familiar aparecen barreras: la niña hace una clara línea que abarca toda la hoja separando a cada miembro de la familia de los demás. Ella se coloca más cerca de su mamá que de su papá y ambos padres están a mucha distancia uno del otro. Dado que se encuentran separados, esta distancia es esperada. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es su mamá, sin embargo, la dibuja restringida en espacio y con una pierna marcadamente más corta que la otra. Ella se coloca en el centro, jugando con un animal de juguete más grande que ella, más grande que su papá y del mismo tamaño que su mamá. Además, utiliza mucho más espacio para ella que para su mamá. La figura de la mamá tiene más colores. En cambio, la figura del papá es más pequeña, está dibujada en un plano más distante y fue dibujada en tercer lugar. El cuidado con el que dibujó los detalles de la actividad de su papá es menor al que usó para marcar los detalles de su mamá y de ella misma. Podemos decir que esta niña se valora en primer lugar a sí misma, luego a su mamá y finalmente a su papá.

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Línea 4. Afecto positivo-negativo En el dibujo de esta pequeña observamos unas bocas apenas sonrientes, muy poco uso de color, con preferencia por tonos rosas y cafés, los brazos de ella y de su mamá sí están abiertos, pero existen barreras entre todos los miembros. Los brazos del papá están dibujados hacia abajo. No hay interacción entre los miembros de la familia, siguiendo la idea de las barreras que puso entre ellos, cada uno fue dibujado realizando una actividad independiente. Si bien no podemos hablar de un afecto totalmente negativo, tampoco podemos decir que se trata de uno claramente positivo. Es un afecto neutro, con muy poca vitalidad. Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? Es un dibujo poco llamativo, con figuras separadas entre sí, pequeñas y poco detalladas. Curiosamente, el juguete de la niña es la figura más compleja, grande y central. ¡El juguete tiene más detalles de valoración que sus papás! Y, a menor escala, lo mismo sucede con las cosas que acompañan a las figuras humanas: la flor que la mamá está regando es enorme y llena de color y la pantalla de televisión que está viendo el papá, y la cama en la que lo coloca, ocupan mucho espacio y tienen más detalles que las figuras de los papás. Parece que viviendo en esta familia, tal como es dibujada por la niña, uno tendería a sentirse solo.

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al comparar los dibujos de esta niña con los que aparecen en las configuraciones especiales, encontramos algunos datos importantes: en relación con los problemas de disciplina, esta niña se dibuja del mismo tamaño que su madre y más grande que su padre; ocupa mucho más espacio que su madre y el mismo espacio que su padre; se dibuja más central que ambos, y está interactuando con la figura más detallada del dibujo. Estos datos muestran una clara correspondencia con problemas de límites y disciplina, sugiriendo que está tomando decisiones para las que no está preparada, que no hay límites claros en casa y que, por lo menos, está confundida respecto a quién es la autoridad en su familia.

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Al realizar el ejercicio para encontrar su tipo de apego, lo que puede observarse es lo siguiente: El dibujo tiene 4 de los 6 indicadores individuales de apego inseguro: figuras flotantes, afecto facial neutro, falta de individuación y mucho espacio en blanco; además, tiene las barreras y las figuras pequeñas, que corresponden al apego ansioso-evitador. En los indicadores globales no se observa ni la vitalidad ni el orgu­llo del apego seguro, en cambio sí aparece la inversión de roles (tama­ ño de ella mayor al padre e igual al de la madre) y cierta vulnerabilidad sugerida por el tamaño de las figuras y la manera en que está integrado el cuerpo de la niña y del padre. Probablemente se trata de una niña con apego inseguro, más bien de tipo ambivalente-resistente.

⩥⩥ Conclusiones Ahora, después de haber hecho el análisis del dibujo de la familia, vuelve a observar los dibujos de la persona, la mujer y el hombre que elaboró primero. ¿Notas más claramente las diferencias? ¿Puedes ver ahora el mensaje que manda el tamaño mucho más pequeño y la inseguridad en los trazos de las personas, al compararlas con los de una niña, que en su familia se dibuja más grande que su papá y del mismo tamaño que su mamá? Por otro lado, el mensaje también incluye un elemento fuerte de soledad. Habrá que trabajar mucho en la comunicación y la convivencia para que estos papás y esta niña superen las barreras que los separan y la pequeña vuelva a sentirse incluida y acompañada sin utilizar el control como herramienta.

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Ejercicio 4 Los Dibujos 61, 62 y 63 los hizo una niña de 6 años. Se trata de una pequeña extrovertida y alegre, que hace los dibujos con mucho gusto. Es la mayor, tiene un hermanito pequeño que, dentro de unos días, cumplirá un año. Vive con sus padres y su hermano. Su primer dibujo (61) es una mujer: “Es mi mamá y está feliz. Se llama… y es muy feliz”. A continuación, en el Dibujo 62, ante la instrucción de dibujar ahora un hombre, hace el árbol y luego hace a su primo F… que está viendo los árboles. Luego agrega las flores. Después añade muchas nubes y luego el pequeño sol. Ella pregunta: “¿Puedo poner mi nombre?”, y lo escribe completo, entre las nubes y las personas: dos nombres y ¡tres apellidos!

DIBUJO 61

El dibujo de la familia (63) lo inicia con la figura del centro: “Es mi hermanito, está dormido”, luego hace a la figura de la derecha: “Es mi tía, está cuidando al bebé” (lo que trae en la mano es una mamila y una sonaja), y a continuación se dibuja ella misma, del otro lado: “Yo estoy tomando agua”, y finalmente hace la pequeña figura a la derecha: “Es mi perrito que está jugando”. Le preguntamos: “Oye ¿y tus papás?” Nos comenta: “No están, fueron a comprar cosas para el bebé”. Vamos a hacer el análisis de los dibujos.

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DIBUJO 62

DIBUJO 63

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⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Armonía. No hay ningún indicador de caos. Los dibujos están bien organizados. La segunda figura humana, la masculina está muy inclinada y la hoja llena de elementos que no fueron solicitados, como el árbol, las flores y las nubes, pero mantiene una primera impresión armoniosa.

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? Hay una asimetría ligera en las piernas de la figura masculina y casi se omiten las manos en ambas figuras, apenas están señaladas con un trazo perpendicular, aunque la niña ya tiene 6 años. Si bien estos datos son ligeros, sugieren tensión emocional que la pequeña puede manifestar tanto con conductas impulsivas como con comportamientos de inhibición.

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Persona-familia: Los dibujos de las personas en el dibujo de la familia son ligeramente más grandes y mejor detallados que los dibujos de la persona y ninguno de ellos está doblado o torcido, parece que esta pequeña se siente un poco insegura fuera de su núcleo familiar. La figura masculina está muy doblada y tiene muchos elementos agregados, parecería que esta figura necesita más apoyo y adornos. En el dibujo de la familia no aparece ninguna figura masculina adulta. Estos elementos señalan una devaluación de la figura masculina.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia Dibuja a su hermanito y a ella misma. Omite a ambos padres y agrega a una tía que está cuidando al bebé y a su perrito que está jugando. La omisión de los padres es muy significativa, ya que la niña sí vive con ambos padres. Señala un conflicto en su relación con ellos. El conflicto puede estar relacionado con el nacimiento de su hermanito, que ha venido a ocupar el “centro de la familia” y la ha desplazado. Agrega a una tía, que no vive con ellos y que está cuidando al bebé. Una manera de entender esta omisión doble y la presencia de alguien que no vive con ella sería que, en la mente de esta pequeña,

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si los papás no están, no pueden ocuparse del bebé. De esta manera, no deja solo al bebé, pero tampoco lo pone bajo el cuidado de sus padres. El perrito que se agrega al núcleo familiar parece ayudar a llenar el hueco que deja la ausencia de los papás en el dibujo. También podría concluirse que está enojada con ambos padres, quizá por la atención que le han brindado al bebé. Línea 2. Cercanía-distancia La persona más cercana a ella es su hermano, pero hay un gran celular entre ellos, además están realizando actividades completamente diferentes. Su tía y el perrito están aún más lejos. La tía y el bebé son los más cercanos, pero no hay muchos indicadores de cercanía, el bebé está dormido, vuelto hacia el otro lado, por lo que no ve a la tía. La pequeña parece sentirse sola dentro de su núcleo familiar, pendiente del bebé, pero no realmente conectada emocionalmente con él. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es su hermano bebé y, además, lo coloca en el centro del dibujo, utiliza un espacio más grande que los demás y está muy detallado. Después está su tía, grande, con objetos para su actividad muy bien dibujados, detallados y grandes. Ella es la persona menos valorada, se dibuja pequeña, utilizando muy poco espacio y con pocos detalles, incluso sus rasgos faciales están muy borrosos. El vaso con el que toma agua es más grande que toda su cabeza y cuello. Podemos decir que esta niña valora en primer lugar a su hermanito, luego a su tía y finalmente a ella misma. Línea 4. Afecto positivo-negativo En el dibujo de esta pequeña observamos unas bocas muy sonrientes, buen uso de color, con preferencia por tonos alegres. Los brazos de ella y de su tía están abiertos. No hay interacción entre los miembros de esta familia, cada uno realiza su actividad independiente. Si bien no aparecen todos los elementos, podemos decir que se trata de un afecto positivo.

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Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? Es un dibujo que llama la atención por el gran tamaño y espacio que utilizan el bebé y la tía, así como por las contradicciones que observamos: con las cosas que carga para “cuidar al bebé” y sus grandes tacones, la tía parece más dispuesta a atacar al bebé que a cuidarlo. El bebé, que está dormido, tiene la cabeza flotando, en lo que parecería una posición muy incómoda. El bebé es central y muy valorado, pero hay ambivalencia alrededor de él. También nos parece importante el hecho de que ella se encuentra tan devaluada y aislada: ¡ni el perrito está cerca de ella!

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al comparar los dibujos de esta niña con los que vienen en las configuraciones especiales, encontramos algunos datos importantes: en la relación entre hermanos, encontramos una coincidencia clara con las señales de autodevaluación, Su hermanito pequeño (casi 5 años menor) es mucho más central y valorado que ella misma, parecería que le ha costado mucho trabajo mantener una sana visión de ella misma al compararse con su hermanito, siente que ya no tiene un lugar tan importante en la familia, que se tiene que cuidar sola, mientras su hermanito recibe todos los cuidados y miradas. No se siente capaz de competir con él y el enojo que siente lo dirige hacia ella misma. Al realizar el ejercicio para encontrar su tipo de apego, lo que puede observarse es lo siguiente: El dibujo tiene algunos indicadores individuales de apego inseguro: omisión de la madre y exageración de partes blandas. En los indicadores globales se observa vitalidad y creatividad, quizá orgullo, aunque no muy alto, como indicadores del apego seguro, pero también algunos indicadores del apego inseguro: cierta vulnerabilidad sugerida por la exageración de partes blandas (ver el enorme tronco de la niña, de la tía y del bebé) y la distancia emocional y soledad, subrayadas por la omisión de las figuras parentales. Se trata de una niña con rasgos de apego inseguro, que se han recrudecido al atravesar las dificultades de adaptarse al nacimiento de su hermanito.

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⩥⩥ Conclusiones ¿Cuál crees que es el mensaje que esta niña está mandando? Parece que se trata de una niña que se siente muy desplazada por el nuevo bebé, que ha resentido mucho los cambios y no se siente fuerte para reclamar, prefiere hacerse a un lado, coincidir con la familia en la importancia que tiene el bebé y no competir, ya que no ve posibilidades de ganar. La pequeña parece sentirse sola dentro de su núcleo familiar, pendiente del bebé, pero no del todo conectada emocionalmente con él. Podría pensarse que ha relacionado la valoración del bebé, al menos en cierta medida, al hecho de que es hombre, por las diferencias y la ligera devaluación que observamos respecto a la figura masculina: puede valorar a los hombres, pero lo resiente mucho, le duele. Hay datos de que se siente sola. También hay datos de que es ambivalente respecto al bebé, nada más que no se siente fuerte para expresar ni su enojo ni sus necesidades directamente. Probablemente prefiera buscar ayuda mediante estrategias pasivas: fallar en lo que antes sabía hacer, enfermarse, volverse miedosa. En una consultoría familiar sería muy importante trabajar los siguientes aspectos: ⩥⩥ Enseñar a los padres a repartir su atención y a pasar tiempo de calidad a solas con la niña. ⩥⩥ Fortalecer la relación padre-hija y madre-hija. ⩥⩥ Enseñar a los padres estrategias de manejo de sentimientos para que ayuden a la niña a ir verbalizando todas sus emociones, incluso los celos y el enojo de manera que no requiera autodevaluarse. ⩥⩥ Trabajar con ambos padres para que reconozcan los logros y aciertos de la pequeña. ⩥⩥ Ayudar a establecer una relación más sana entre los hermanos.

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Ejercicio 5

DIBUJO 64

Los Dibujos 64, 65 y 66 fueron realizados por un niño de 3 años 5 meses. Es un pequeño amable y cooperador que va muy contento a la escuela y que dibuja con mucho gusto. No tiene síntomas que preocupen a sus padres. Él es el hermano mayor y su hermanita tiene un año y medio. Los dibujos son parte de la evaluación para iniciar el ciclo escolar. El primer dibujo (64) es la figura femenina, dice: “Es mi hermana, ya está creciendo”. El segundo dibujo (65) es un hombre, nos comenta: “Es mi papá, siempre trabaja y además hace comida rica, se llama…”. Después dibuja a su familia (66): primero a su hermana, en medio, luego a su papá, a la derecha, y a su mamá, a la izquierda de su hermanita, y finalmente se dibuja él mismo, junto a su mamá. Al preguntarle qué están haciendo nos dice: “Mi hermana está chiquita, pero ya va creciendo, mi papá estaba acostado, pero mi ma­má lo levanta y se para, mi mamá siempre trabaja en la casa y en el trabajo, igual mi papá, yo… estoy creciendo”. A continuación empezamos con el análisis de los dibujos.

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DIBUJO 65


DIBUJO 66

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Armonía. A pesar de tratarse de un niño tan pequeño, los dibujos son claros y bien definidos, la impresión general es de armonía.

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? Para un niño de 3 años, las figuras están bastante completas. No hay problemas de integración, asimetrías ni omisiones de partes importantes. La figura masculina es muy grande, notablemente mayor que la femenina, pero no alcanza a utilizar toda la hoja, de manera que no consideramos que haya indicadores emocionales.

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Persona-familia: Los dibujos de las personas son muy parecidos a los de la familia, los de la familia son un poco más pequeños y los rasgos faciales no están tan bien definidos, aunque agrega un elemento

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muy claro: el pelo. Parece que el niño se siente relativamente seguro y tranquilo tanto dentro como fuera de su núcleo familiar. Los dibujos de hombres y mujeres son muy parecidos, excepto por el tamaño, los hombres están hechos marcadamente más grandes que las mujeres. En este aspecto, podemos señalar que este pequeño valora más a la figura masculina.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia Dibuja a todos los miembros de su familia, no hay omisiones significativas. Línea 2. Cercanía-distancia Todos los miembros de la familia están cerca, la figura más cercana a él es su mamá, luego su hermana. Su hermanita está también ligeramente más cerca de mamá. Papá está ligeramente más distante, pero su cabeza se acerca mucho a mamá, es decir, este niño percibe a sus padres cercanos entre ellos. También parece sentir una buena cercanía emocional en la familia. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es su hermanita, la dibuja muy pequeña y no bien integrada, pero central. Después dibuja a sus padres, bastante más grandes que su hermanita y finalmente se dibuja él mismo, más grande que su hermanita y más pequeño que sus padres. No utiliza colores diferentes ni pone más detalles que señalen valoración, nada más tenemos orden de aparición y tamaños. Aunque la valoración está bastante pareja, parece que se valora un poco más a sí mismo que a su hermanita y a su papá ligeramente más que a su mamá. Línea 4. Afecto positivo-negativo Al igual que en el apartado anterior, tenemos pocos indicadores, las bocas sonrientes de papá y la hermanita, la de él un poco menos clara. Los brazos están abiertos, pero son tan pequeños que realmen-

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te no podemos verlos como abiertos al abrazo. No hay cambio de colores ni detalles. Se trata de un afecto ligeramente positivo. Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? Es un dibujo poco elaborado por la edad del pequeño, pero la impresión es de una familia donde hay cercanía, y en la que las personas se sienten a gusto. Papá y mamá son claramente mayores que los hijos, es decir, los está viendo como figuras de autoridad. Es una impresión positiva.

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al comparar los dibujos de este niño con los que vienen en las configuraciones especiales, no encontramos coincidencias significativas. No consideramos los datos del capítulo de apego porque las investigaciones nunca se han llevado a cabo con niños tan pequeños.

⩥⩥ Conclusiones Parece que se trata de un niño que se está terminando de adaptar a tener una hermana, se identifica bien con ser hombre, valora más a la figura masculina que a la femenina y se siente más grande que su hermanita, aunque percibe que ella sigue siendo más central. Observamos que hay cierta ambivalencia hacia su hermana, la percibe central e importante, pero también la dibuja mal integrada y le tapa los ojos con el pelo… Quizá se siente un poco celoso por la centralidad de la pequeña. Su mamá es la más cercana a ambos niños, el pequeño se siente más cerca de ella que de nadie más, al mismo tiempo, valora mucho a su papá, lo considera más importante, más fuerte. Considera que sus padres están cercanos entre sí y que su mamá es la que más trabaja por esta cercanía.

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Subraya en los dos dibujos que su hermana ya está creciendo, quizá con un cierto temor a perder su única ventaja sobre ella. Para la consultoría, las recomendaciones serían trabajar con los padres para repartir su atención, pasar tiempo con cada niño por separado y ayudarle a este pequeño a verbalizar sus sentimientos y a reconocer sus logros.

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Ejercicio 6 Los Dibujos 67, 68 y 69 son de un niño de 5 años, alegre e inquieto, que empieza sus dibujos antes de terminar de escuchar las instrucciones, hay que detenerlo para que escuche todo lo que le decimos. Inicia con la figura masculina (67). Al pedirle una historia, dice que es su primo: “Se está echando en la cama”, cuando vuelve a ver su dibujo, se da cuenta de que hay un brazo mucho más corto que el otro, así que le agrega un trazo enorme para compensar; como vuelve a quedar de diferente tamaño, agrega un trazo al otro brazo (brazo izquierdo de la figura). Después dibuja la figura femenina (68), dice que es su prima: “Juega a hacer travesuras”. El dibujo de la familia (69) lo inicia con la Figura 1, dice que es él mismo: “Soy yo, estoy jugando con mi papá”. Termina la silueta y empieza a rellenarla, lo hace tan fuerte que se le rompe la hoja (observa el punto en la “panza”), luego rellena el cuello y la parte izquierda de la cara con el color amarillo y después cambia y hace la otra parte de la cara con el azul. A continuación, dibuja la Figura 2, a la izquier-

DIBUJO 67

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DIBUJO 68

da, y dice: “Es mi mamá, juega conmigo”. Enseguida hace a su hermana, del lado derecho: “Es mi hermana, también juega”. Finalmente hace a su papá, del lado derecho, termina la silueta y agrega los trazos cafés. Comenta: “Es su barba. Está jugando”.

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Los dibujos de la figura humana están bien delimitados, aunque en la primera (Dibujo 67) hay movimiento de planos: el pequeño empieza a dibujar en el plano vertical, pero el di-

DIBUJO 69

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bujo va inclinándose hacia el plano horizontal y la figura queda exactamente a la mitad, a 45 grados respecto de la base de la hoja tanto vertical como horizontal. La familia, en cambio, tiene características de caos, hay figuras cuyos rasgos están repasados y hay tachoneo, especialmente en la primera figura que dibuja, la que lo representa a él. No es un caos total, el dibujo se entiende, pero la primera impresión no es tampoco de armonía total. Consideramos una primera impresión de caos.

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? No hay problemas de integración en ninguna de las dos figuras, pero sí hay una clara asimetría en los brazos de la figura masculina. Éste es un caso interesante porque, justamente, el niño hizo trazos para compensar la asimetría inicial que había dibujado espontáneamente. Recordemos que las asimetrías están relacionadas con conductas más de tipo impulsivo, lo que vemos también en el hecho de que empieza a dibujar antes de terminar de escuchar las instrucciones. La figura masculina es mucho más grande que la femenina, pero no alcanza a ser un problema de tamaño. No hay coloreado obsesivo.

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Los dibujos de la familia son similares a los de la figura humana, pero muestran algunos rasgos particulares: aparecen manos, en todos los miembros de la familia, aunque no todos tienen las dos manos iguales; pupilas enormes en tres de los cuatro, y el coloreado obsesivo o tachoneo en la figura que lo representa a él. También se observa que, al hacer la barba del papá, se sigue dibujando hasta su frente, de manera que la cara aparece como remarcada. Hay muchos más datos de tensión en la familia que en las figuras de la persona humana. Las diferencias entre hombre y mujer en los dibujos de la figura humana son interesantes: la figura masculina la dibuja notablemente más grande que la femenina, sin embargo, está inclinada —como comentamos en la presentación del caso— a 45 grados, moviéndose entre el plano vertical y el horizontal. Parece que este pequeño ve más fuerte a la figura masculina, pero menos estable, menos firme.

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⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia Este niño incluye a toda la familia, no hay miembros omitidos ni agregados. Línea 2. Cercanía-distancia Las distancias entre los diferentes miembros de la familia son bastante parejas, no hay obstáculos ni barreras entre ellos. La figura más cercana a él mismo es su madre; si observamos con cuidado, podemos distinguir que ambas figuras casi se tocan. La figura más distante de él es su padre. Las figuras más separadas entre ellas son papá y mamá. Su hermanita está más cerca de su papá, aunque ligeramente atrás de él. Este niño se siente más cercano a su madre que a nadie más en la familia y percibe a sus padres distantes entre sí. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es la de él mismo, se hace más grande que su mamá y su hermana, solamente menor a su padre por un par de milímetros. Utiliza más colores para él mismo que para todos los demás y es el único que tiene la silueta rellena, sin embargo, más que resaltar su valor, estos detalles nos señalan la presencia de un conflicto emocional por lo intenso que resultan y por el efecto global sobre el dibujo. El papá es un poco más grande que el niño, pero no se encuentra bien parado, está inclinado, como flotando y tiene una pierna mucho más grande que la otra; además, lo dibuja en último lugar, todos estos datos señalan una menor valoración. El detalle de su barba indica un intento de valoración, pero, por su efecto global, se une a la omisión de una mano, las asimetrías y el trazo irregular amarillo que le pone debajo del ojo, que señalan conflicto. Este niño parece estar presentando un conflicto importante en la relación con su padre. La mamá, dibujada a su izquierda, en segundo lugar, es un poco más pequeña que el niño y tiene un detalle especial: la mano, que casi

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toca al niño y que está dibujada con los colores sobresalientes en éste. La figura está dibujada con cuidado, pero no hay colores ni detalles agregados. Finalmente viene la hermana, más pequeña, dibujada en un plano ligeramente más atrás que los demás, que no tiene ningún detalle que la valore; es claramente la figura menos valorada. En conclusión, en esta línea vemos que el pequeño nos dice muchas cosas: se pone en primer lugar y más grande y detallado, pero con mucha tensión, nos señala un conflicto en la relación con su padre y una devaluación hacia su hermanita. Línea 4. Afecto positivo-negativo Hay dos sonrisas, aunque no completamente felices: el papá y la hermanita están sonriendo apenas. Su mamá da una clara impresión de tristeza, su boca es plana, los ojos muy abiertos, las pupilas enormes y está mirando hacia fuera de la familia. Él mismo, aunque cuesta trabajo ver su rostro por el coloreado, también tiene una boca plana y su expresión es de tristeza. Aunque habla de actividad en su historia, no hay interacción entre ninguno de los miembros de la familia. El uso de color es limitado y casi no da señales de afecto positivo, con excepción de los brazos abiertos. En conclusión, este dibujo nos muestra un afecto negativo, señalando la presencia de conflicto y tensión dentro del núcleo familiar. Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? La impresión es ligeramente negativa; los detalles, en lugar de agregar claridad, tienen un efecto global que deteriora la imagen de la familia como un todo. Sobresale la tensión en el dibujo de sí mismo. También llaman la atención la expresión facial de la mamá y la postura inclinada e insegura del papá. No parecería que el pequeño la esté pasando muy bien en este momento, ¿verdad?

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⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al revisar el tema de disciplina, encontramos una coincidencia, el niño se dibuja primero a sí mismo, mayor que su madre y casi del mismo tamaño que su padre. Esto nos sugiere que no está viendo a ninguno de sus padres como figuras de autoridad. En estos casos, los niños no consideran que deben obedecer las reglas que sus padres les ponen, pero tampoco se sienten protegidos por ellos. En cuanto al apego, si revisamos los signos notamos que carece de los signos individuales de apego resistente y apego evitativo, pero sí tiene dos de los de apego inseguro en general: afecto neutro, figuras flotantes y exageración de partes. Se observa que sus dibujos tienen muy poca vitalidad y orgullo, la diferencia de tamaño entre él y su madre señala ligera vulnerabilidad e inversión de roles y, finalmente, el afecto negativo señala cierta distancia emocional. Todo parece indicar que se trata de un apego inseguro.

⩥⩥ Conclusiones Se trata de un niño que tiende a ser impulsivo y a manifestar su tensión con conductas de tipo impulsivo. Este pequeñito nos dice, a través de sus dibujos, que en este momento hay mucha tensión dentro de la familia, que se siente más tranquilo cuando se encuentra fuera de su núcleo familiar y que parte del conflicto familiar lo tiene tenso y con serias dudas sobre su propio valor. Parece que siente a su mamá cercana, aunque la ve triste o preocupada; presenta un conflicto en la relación con su padre. Este conflicto con su padre aparece tanto en el dibujo de la familia como en el de la persona, donde la figura masculina es grande pero inclinada, cambiándose de plano, lo que subraya el peso que el conflicto tiene para el niño. Considera que sus padres se encuentran distanciados y no percibe a ninguno de los dos como figuras de autoridad.

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Su hermanita es la figura menos valorada, aunque no parece existir un fuerte conflicto de rivalidad entre ellos. Para la consultoría familiar sería muy importante trabajar en los siguientes puntos: ⩥⩥ Identificar el conflicto familiar que está percibiendo el niño. ⩥⩥ Fortalecer la relación de pareja. ⩥⩥ Establecer un sistema de disciplina en el que ambos padres estén de acuerdo y que permita al niño anticipar consecuencias para sus acciones, internalizar las normas y sentirse protegido dentro de su núcleo familiar. ⩥⩥ Ayudar a los miembros de la familia a verbalizar sus sentimientos y a expresar sus necesidades.

Capítulo 8. Ejercicios de práctica e integración de datos | 161


Ejercicio 7

DIBUJO 70

Los Dibujos 70, 71 y 72 fueron hechos por un niño de 4 años 2 meses. Es el mayor, tiene una hermanita de 2 años. Dibuja rápidamente, sin levantarse de su lugar. Inicia con la figura masculina (70) y comenta: “Es mi papá, está caminando, va a ir por unos tacos porque le gustan”. El segundo dibujo (71) es la figura femenina: “Es mi mamá, está en la casa haciendo la comida”. Se queda pensando y agrega: “Es pollo, a mí me gusta el pollo”. Por último hace el dibujo de la familia (72). Inicia de izquierda a derecha, la primera figura es su hermana pequeña, “jugando en los juegos”, después su mamá, “cocinando”, enseguida se dibuja él mismo, “estoy jugando con mis juguetes” y, por último, pone a su papá “poniendo la mochila de mi hermana”. Pasemos al análisis.

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Todos los dibujos presentan un rasgo caótico: el tachoneo en cabezas, ojos, bocas y pies. Aunque no es un caos absoluto, sí desorganiza el cuadro y disminuye la nitidez global del dibujo.

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DIBUJO 71


DIBUJO 72

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? Hay deficiencias en la integración en todas las figuras de la familia y, en los de la figura humana, la figura femenina está también desintegrada. Cabezas, ojos, bocas, pelo y pies están remarcados en todas las figuras. Estos indicadores señalan una tensión o conflicto emocional que el niño tiende a manifestar con conductas de tipo impulsivo.

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Persona-familia: Los dibujos de la persona son muy parecidos a los de la familia. Hombre-mujer: Las diferencias entre ambas figuras son leves. El dibujo del hombre tiene cuello, es un cuello sobrepuesto y remarcado que anula el problema de integración. También es más grande que la mujer. No hay más detalles que marquen la diferencia entre hombre y mujer, ni siquiera el pelo. Parece que hay una percepción de

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que el hombre es ligeramente más importante que la mujer, aunque ambos manifiestan rasgos de tensión.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia El pequeño dibuja a toda su familia nuclear, no omite a nadie ni agrega miembros. Línea 2. Cercanía-distancia En este dibujo, el niño pone a su hermana ligeramente separada de todos los demás. Sus papás y él mismo están juntos: el brazo del papá toca la cabeza del niño y el brazo de mamá se acerca mucho también. Los padres se encuentran cercanos entre sí. Parece que este niño se siente cercano a sus padres, en especial a su papá, y que se siente muy distante de su hermana menor. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es su hermana, después su mamá, él mismo y finalmente su papá. Los padres son más grandes que los niños, especialmente la mamá, quien es la más alta del dibujo. Su hermana está dibujada un par de milímetros más pequeña y lejana a sus padres y con una expresión imposible de entender. No hay colores diferentes, no hay detalles especiales para ninguna de las figuras, los rasgos de la cara son descuidados y llegan a perder su forma por el remarcado que hace en ellos, muy especialmente los de su hermanita, que pierde toda expresión. Él se coloca entre ambos padres, central y cercano a ambos; éstos son los únicos signos de valoración, además de los tamaños y el orden de aparición. Podemos pensar que los padres son los más valorados (la madre un poco más) y su hermanita está siendo devaluada por él en ese momento, ella es la menos valorada.

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Línea 4. Afecto positivo-negativo Tenemos pocas señales de afecto: algunas de las expresiones faciales se pierden por el remarcado, por lo que nada más hay dos sonrisas: la de papá y la de él mismo, y no son sonrisas completas, las expresiones faciales en general muestran cierto enojo. Los brazos están ligeramente abiertos, muy largos, y no parecen invitar al abrazo. No hay interacción, pero sí hay un contacto entre el papá y la hija. No hay cambios de color, no hay cuidado del entorno, ni sol, ni pasto, nada. Pensamos que es un afecto negativo. Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? Es un dibujo sencillo, hecho sin cuidado, las figuras son muy parecidas y la falta de integración las hace parecer vulnerables, frágiles. El remarcado reiterativo, en todas las cabezas y rostros, sugiere tensión, quizá enojo. La posición de la hermana, ligeramente apartada del grupo, también es significativa, parecería que el pequeño se siente tenso y percibe tensión en su familia.

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales Al comparar estos dibujos con las configuraciones especiales, encontramos una concordancia con la rivalidad fraterna, en forma de celos, rechazo y agresión activa. La hermanita debe estarle causando muchos celos, ya que la dibuja lejos del grupo, menos detallada, con los rasgos faciales remarcados al grado de no ser reconocibles. Al realizar el ejercicio para encontrar su tipo de apego, lo que puede observarse es lo siguiente: El Dibujo 72 tiene tres de los seis indicadores individuales de apego inseguro: afecto facial negativo, falta de individuación y exageración de partes blandas. En los indicadores globales no se observa ni la vitalidad ni el orgullo del apego seguro, en cambio sí aparece cierta vulnerabilidad sugerida por la pobre integración de las figuras y también tensión-enojo,

Capítulo 8. Ejercicios de práctica e integración de datos | 165


señalado por el poco cuidado a detalles, las expresiones faciales y el remarcado. Probablemente se trata de un niño con apego inseguro, aunque no podemos decir de qué tipo.

⩥⩥ Conclusiones Parece que se trata de un niño que percibe tensión en la familia. Los dibujos nos señalan un conflicto importante que lo pone ansioso y probablemente expresa esta ansiedad más bien con conductas impulsivas (indicadas por la desintegración y el tachoneo). El afecto negativo también señala la presencia de conflicto en la familia, así como de dificultades para la expresión verbal de los sentimientos. En este momento parece sentirse muy celoso de su hermana menor y en el dibujo busca quitarle importancia. Su madre es la persona más valorada y su padre es el más cercano a él en este momento. Percibe a sus padres cercanos entre sí. No parece haber conflictos con la disciplina, considera a ambos padres como figuras de autoridad. En la consultoría familiar habría que trabajar en las siguientes áreas ⩥⩥ Identificar el conflicto que lo tiene tan preocupado en este momento y ayudar a los padres a resolverlo y a explicarle al pequeño que están en proceso de arreglar sus diferencias para que su preocupación empiece a disminuir. ⩥⩥ Enseñar a los padres herramientas de manejo y comunicación de sentimientos para que este pequeño pueda verbalizar sus temores y todo lo que le pone ansioso. ⩥⩥ Revisar con los padres estrategias de reconocimiento y valoración de logros para que el pequeño se valore a sí mismo en forma más positiva y pueda empezar a aceptar a su hermanita y a disminuir los celos y el enojo contra ella. ⩥⩥ Reforzar la relación padre-hijo y madre-hijo.

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Ejercicio 8

DIBUJO 73

Los Dibujos 73, 74 y 75 fueron realizados por una niña de 5 años 3 meses. Es la hija mayor, tiene un hermanito de 18 meses. Cuando hace los dibujos acaba de entrar al salón de clase después del recreo y nos comenta a qué estuvo jugando con su mejor amiga. Inicia con la figura femenina (73) y nos dice que es su amiga con la que estaba en recreo: “Es X… y está dibujando”. Después hace la figura del hombre (74): “Es mi papá y está trabajando”. Cuando dibuja a su familia (75), hace un primer intento de trazar la figura de su hermanito, que ocupa la mitad de la hoja y que finalmente no le gusta, voltea la hoja y vuelve a empezar. Sin embargo, el dibujo que no le gustó se transparenta en el nuevo dibujo. Este segundo intento lo inicia de nuevo con su hermanito: “Está jugando en su cuarto”. Después dibuja a su papá: “Está cuidando a mi hermano”. A continuación, se dibuja ella misma: “Estoy jugando con mi papá y con mi muñeca”. Entonces se da cuenta de que ya no tiene espacio para su mamá y dice: “Ya no me cabe mamá”. La examina-

DIBUJO 74

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DIBUJO 75

dora le dice: “¿No?” Y ella responde: “Ah, ya sé, la hago arriba”. La dibuja y dice: “Está trabajando en la compu”. Veamos el análisis de los dibujos.

⩥⩥ Paso 1. ¿Caos o armonía? Armonía. Los dibujos están bien delimitados; la parte del dibujo que no le gustó y que se transparenta en el dibujo de la familia ensucia un poco el cuadro, pero la impresión general es de armonía.

⩥⩥ Paso 2. Indicadores emocionales ¿Qué indicadores encuentras? No aparece ningún indicador emocional. Si bien hay un trazo encimado en el tronco de la figura masculina, no es considerado como indicador emocional.

⩥⩥ Paso 3. Comparación entre los diferentes dibujos Persona-familia: Los dibujos de la figura humana son más grandes que los de la familia y la figura femenina tiene manos grandes y claramente marcadas, mientras que las demás figuras carecen por completo de manos. Parecería que la pequeña se siente ligeramente más presionada o tensa dentro de su núcleo familiar.

⩥⩥ Paso 4. Visión de la familia Línea 1. Presencia-ausencia La niña dibuja a todos los miembros de su familia, no agrega ni omite a nadie.

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Línea 2. Cercanía-distancia Ella se dibuja muy cerca de su papá, como en una pequeña “familia feliz”: ella, su papá y su muñeca. Coloca a su hermanito más lejos, “en su cuarto”, y le pone una barrera alrededor, lo que subraya la distancia; y a su mamá la coloca todavía más distante, incluso en otro plano, parece encontrarse más atrás o, también, en “otro cuarto”. Los padres aparecen distantes entre sí. Esta niña se está sintiendo más cercana a su papá, su hermanito está más lejos y su mamá es la más distante. Línea 3. Valoración-devaluación La primera figura dibujada es su hermanito, exactamente del mismo tamaño que ella y además es el que más espacio ocupa en el dibujo; sin embargo, es la única figura que no está bien integrada y se encuentra “en su cuarto”. Parece que este hermanito es muy valorado por la pequeña, pero le causa también algunos sentimientos negativos, hay ambivalencia en torno a él. Su papá es el siguiente en aparecer y el de mayor tamaño. Aunque en la historia dice que está cuidando a su hermanito, en el dibujo está junto a ella, separado del hermanito por espacio y por una barrera. A continuación, aparece ella, con una muñeca bien detallada, y finalmente la mamá, la más pequeña y menos detallada, ocupada en una actividad individual, que además casi “no cabe” en el dibujo. Sin lugar a dudas, la figura más valorada es su hermanito, inmediatamente su papá, luego ella misma y, finalmente, su mamá. Línea 4. Afecto positivo-negativo Tanto ella como su papá aparecen sonriendo abiertamente en el dibujo; su hermanito y su mamá tienen sonrisas menos abiertas, pero también están contentos. El uso de colores alegres y los brazos abiertos (aunque cortos), así como la interacción y el contacto entre ella y su papá, son indicadores de afecto positivo. Línea 5. Impresión general ¿Qué impresión general obtienes al observar el dibujo de la familia? Es un dibujo llamativo, con buen uso de colores, llama la atención el

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tamaño del hermanito y el de la mamá y, por supuesto, la “pequeña familia” que forma ella con su papá. Parece que ella se siente mucho más cómoda en este momento con su papá, y preferiría ser la mamá del bebé en lugar de ser la hermana… así que se encuentra en una posición de conflicto con su mamá.

⩥⩥ Paso 5. Configuraciones especiales No parece haber coincidencias significativas con ninguno de los temas especiales. En cuanto al apego, si revisamos los signos individuales, observamos dos de apego inseguro: mucha distancia entre el niño y la madre y figuras flotantes; sin embargo, de los signos globales, observamos varios de apego seguro: alta vitalidad, orgullo, afecto positivo, así como nada más uno de apego inseguro: la inversión de roles con la madre mucho más pequeña que ella misma. Parece que se trata más bien de una niña con apego seguro, que está atravesando una etapa difícil en la relación con su madre.

⩥⩥ Conclusiones ¿Cuál será el mensaje que esta pequeña está mandando con sus dibujos? Parece que experimenta cierta tensión dentro de su núcleo familiar, que está teniendo dificultades en integrar a su hermano a su vida familiar, lo percibe central, muy importante, pero le ocasiona cierta ambivalencia. Percibe a su papá más cercano a ella que los demás miembros de la familia y parece que preferiría ser ella la mamá del bebé que la hermana que debe adaptarse y compartir la atención de sus padres. Se observa un conflicto en su relación con su madre, probablemente relacionado con el nacimiento del hermano o con la posición que éste está jugando dentro de la familia. En cualquier caso, este conflicto está impidiendo que la niña vea a la mamá como figura de autoridad. Como parte de la consultoría familiar sería muy importante:

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⩥⩥ Trabajar con los padres para que comprendan la posición de la niña y le ayuden a expresar sus sentimientos y necesidades verbalmente y le brinden espacios y tiempos de convivencia individual. ⩥⩥ Fortalecer la conexión emocional en la familia y el sistema de reconocimiento a logros. ⩥⩥ Establecer buenos acuerdos entre los padres respecto a las reglas y límites, para que ambos padres compartan las tareas relacionadas con la disciplina. ⩥⩥ Trabajar con la relación madre-hija. ⩥⩥ Reforzar la relación entre hermanos.

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Capítulo 9

Características de los dibujos por edad En este capítulo presento una breve descripción de las características más comunes de los dibujos de la familia en cada uno de los años preescolares. Esta descripción no es exhaustiva ni pretende servir como base de diagnóstico de normalidad. Busca más bien ayudarte a empezar a utilizar los dibujos como herramientas de comunicación para facilitar la comprensión de los sentimientos y conflictos que expresan los niños en sus dibujos. Mientras empiezas a familiarizarte con los dibujos y vas creando un “banco de experiencia personal” con los dibujos de tus pequeños consultantes, puedes utilizar esta descripción como referencia para “leer” los primeros dibujos. Es importante señalar que el desarrollo de la capacidad de expresarse a través del dibujo es un continuo, se va dando poco a poco y no siempre se alcanzan los logros exactamente a la edad señalada. Esto quiere decir que no todos los dibujos de niños de 6 años tendrán todas las características mencionadas. Y, por otro lado, algunos niños tendrán la capacidad de dibujar de una manera y, por muchas razones, podrán dibujar por debajo de sus habilidades.

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Junto con la descripción de las características, he colocado una selección de dibujos de la edad revisada. Incluyo nueve dibujos de cada edad. Los primeros tres son los dibujos más típicos de la edad, obtenidos al revisar cuidadosamente los dibujos de los expedientes clínicos y escolares. Después vienen los dibujos mejor logrados, los dibujos sobresalientes y, posteriormente, tres dibujos atípicos, que se salen del promedio y que muestran rasgos claros de conflicto.

Tres años Características ⩥⩥ Los dibujos tienden a ser grandes, ocupan casi todo el espacio disponible. ⩥⩥ Son figuras flotantes, apenas inician la búsqueda de un suelo o borde de la hoja para apoyarlas. ⩥⩥ Hacen pocos o ningún cambio de color. ⩥⩥ Las cabezas son muy grandes, pero bien integradas, con los ojos y la boca claramente dentro del círculo u óvalo que representa la cabeza. ⩥⩥ Los ojos son grandes, no proporcionados con la cabeza. También pueden ser puntos. ⩥⩥ La utilización del espacio todavía es deficiente, las figuras pueden estar demasiado cerca, a veces se tocan y otras veces se enciman un poco. La organización del dibujo dentro de la hoja es pobre.

174 Voces de colores

⩥⩥ Las personas se dibujan con cabeza, ojos, boca y piernas. Los brazos se encuentran aproximadamente en la mitad de las figuras. Cuando aparecen, están usualmente extendidos a los lados. Como no hay tronco, los brazos salen de la cabeza, igual que las piernas. ⩥⩥ Los dibujos no son totalmente simétricos. ⩥⩥ Las bocas son generalmente sonrientes y tienen líneas curvas no muy bien centradas dentro de la cabeza. ⩥⩥ No aparece movimiento ni interacción entre las figuras ⩥⩥ La diferencia de tamaños es clara, lo mismo que las distancias entre los personajes.


Dibujos típicos

DIBUJO 76

DIBUJO 77

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DIBUJO 78

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Dibujos sobresalientes

DIBUJO 79

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DIBUJO 80

DIBUJO 81

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Dibujos atípicos

DIBUJO 82

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DIBUJO 83

DIBUJO 84

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Cuatro años Características ⩥⩥ Empiezan a organizar el dibujo utilizando un solo nivel o plano de la hoja: todos en una misma línea, dibujada o imaginaria.

⩥⩥ Utilizan muchos más colores que los niños de tres años, la mayoría de las veces delinean el dibujo con el color que eligen, pero no lo iluminan.

⩥⩥ Los brazos ya aparecen en todos los casos, siguen dibujándose extendidos a los lados en la gran mayoría de los casos.

⩥⩥ Las bocas empiezan a mostrar diferentes sentimientos.

⩥⩥ Aparece la nariz en la mitad de los casos. ⩥⩥ Aparece el tronco, aunque se dibuje solamente una línea para señalarlo.

⩥⩥ Aparece una clara diferenciación entre hombres y mujeres. Hay al menos un rasgo que los distingue, aunque no estén bien detallados, el más común es el pelo.

Dibujos típicos

DIBUJO 85

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DIBUJO 86

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DIBUJO 87

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Dibujos sobresalientes

DIBUJO 88

DIBUJO 89

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DIBUJO 90

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Dibujos atípicos

DIBUJO 91

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DIBUJO 92

DIBUJO 93

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Cinco años Características ⩥⩥ El tronco es claramente visible, usualmente en dos dimensiones. ⩥⩥ Aparecen las manos, aunque todavía no se detallan.

Dibujos típicos

DIBUJO 94

188 Voces de colores

⩥⩥ Aparecen claras señales de movimiento en las figuras; se ve la acción que dicen estar haciendo. ⩥⩥ Empieza a cuidarse el contexto, se dibujan flores, soles, etcétera.


DIBUJO 95

DIBUJO 96

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Dibujos sobresalientes

DIBUJO 97

DIBUJO 98

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DIBUJO 99

Dibujos atípicos

DIBUJO 100

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DIBUJO 101

192 Voces de colores


DIBUJO 102

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Seis años Características ⩥⩥ Se observa color detallado por partes (por ejemplo, cara rosa, pelo negro, etc.) en lugar de dibujar con un solo color y después rellenar o encimar. ⩥⩥ El contexto ya es tomado en cuenta, se cuida y detalla.

Dibujos típicos DIBUJO 103

194 Voces de colores

⩥⩥ Iluminado cuidadoso. ⩥⩥ Las acciones y el material son organizados, los dibujos corresponden a la historia que se cuenta. ⩥⩥ Aparecen pies y brazos segmentados.


DIBUJO 104

DIBUJO 105

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Dibujos sobresalientes

DIBUJO 106

DIBUJO 107

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DIBUJO 108

Dibujos atípicos

DIBUJO 109

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DIBUJO 110

DIBUJO 111

198 Voces de colores


Capítulo 10

Casos especiales En esta sección presentamos algunos dibujos hechos por niños en circunstancias especiales con la finalidad de subrayar la utilidad de los dibujos para ayudar a los niños a expresar sus sentimientos y a mostrarnos su mundo interno. Estos dibujos no son normativos, es decir, no todos los niños que pasan por una de las circunstancias aquí presentadas realizarán un dibujo similar. Son dibujos que nos muestran la necesidad que tienen los niños de expresar las dificultades por las que están pasando y cómo aprovechan el dibujo para comunicarse y ayudarnos a entender cómo se sienten ante ellas. Estas circunstancias son sólo algunas de las que pueden afectar la vida de un niño, muchas otras han sido bien documentadas por otros investigadores, por ejemplo, los dibujos de niños pequeños después de una inundación (García y Bermúdez, 2015), después de haber sido reubicados en otro país debido a la guerra y conflictos políticos (Nuttman-Shwartz, Huss y Altman, 2010), después de haber experimentado cambios familiares drásticos como la adopción, la colocación en hogares sustitutos y el divorcio de los padres (Becker, 2007; Orgilés y Piñero, 2007; Senol, 2014), con enfermedades crónicas (Castillo y Lozano, 2012), entre otras circunstancias.

Capítulo 10. Casos especiales | 199


Violencia intrafamiliar

DIBUJO 112

El Dibujo 112 fue realizado por un niño de 6 años 11 meses. El pequeño vivía en una familia en la que el padre era controlador, explosivo y llegaba a ser violento físicamente con la madre. Era extremadamente exigente con el cuidado del dinero y de los bienes materiales, inclusive con los juguetes de los niños. Observa el espacio dedicado al padre y cómo la madre y los niños se aprietan en un rincón de la hoja. Papá está regando el pasto. Observa la enorme manguera y la línea amarilla que dibujó entre el papá y el resto de la familia. La mamá, aunque es más grande que él y su hermana, no logra estar al mismo nivel que el papá, sino que es colocada como una hermana más. También observa el primer intento de dibujar a su papá y cómo lo borró a medias.

200 Voces de colores


¿Cómo crees que se siente este niño con su mamá y su hermana en ese rincón?

Enfermedad La familia de este pequeño, de 5 años 10 meses, estaba pasando por una situación difícil: el papá, que tenía una edad significativamente mayor que la mamá, presentó una oclusión intestinal y lo operaron

DIBUJO 113

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de emergencia; llevaba ya varios días hospitalizado cuando el niño hizo este dibujo. La situación emocional de la pareja no era muy buena desde antes de la operación, había muchos pleitos y estaban pensando en una separación. Mientras realiza el dibujo (113), el niño comenta literalmente: “A mi papá lo operaron de la barriga porque estaba gomitando. Por eso no se han peleado y mi mamá lo va a ver al hospital. Yo a veces no he ido a la escuela porque ceno donas y me vuelvo loco con el chocolate”. Al finalizar el dibujo, cuando le pregunto qué están haciendo todos, comenta: “Mi papá está en el hospital, llorando, porque no le gusta estar separado de su familia”. Observa la cara del papá, su boca triste y sus lágrimas, lo lejos que está de la familia y cómo, ante esta crisis, él y su mamá se vuelven del mismo tamaño: ninguno de los dos puede hacer nada por regresar a papá a la casa.

Bullying El Dibujo 114 es de un niño de 5 años 4 meses, que llegó a consulta porque presentaba dificultades para integrarse a su grupo de compañeros. La imagen que tenían de él en la escuela era de un niño tranquilo, introvertido y que no lograba interactuar con los demás; en todos los recreos y actividades no estructuradas jugaba solo y se apartaba del grupo. Es el segundo de tres hermanos, todos varones. A partir de este dibujo, pudimos darnos cuenta de lo enojado que estaba y entender lo mal que la estaba pasando en la escuela. Un grupito de niños de su salón lo molestaban todos los días, le decían cosas que a él le dolían mucho y nadie se había dado cuenta de que había pasado de ser un pleito ocasional para convertirse en un caso de acoso o bullying.

202 Voces de colores


DIBUJO 114

Lo primero que dibuja es a su perro, enorme, en el centro de la hoja. Luego dibuja a su mamá “viendo su telenovela”, posteriormente a su hermano menor “recogiendo su frisbee” y al mayor “boxeando”, por último se dibuja él mismo con un cuchillo en la mano y gotas por todo el cuerpo. —Yo estoy sacándole sangre a un niño. —¿Por qué? —Es una historia muy larga, no te la puedo contar. —Ah, oye, pero cuéntame aunque sea un poquito para entender, ¿sí? —Bueno, es que el me pega y ya. Luego dibuja a su papá, “asustando con su disfraz porque él es muy molestón”.

Capítulo 10. Casos especiales | 203


Al finalizar el dibujo, volví a preguntarle sobre la historia larga de por qué quería sacarle sangre al niño, y poco a poco nos fue contando lo harto que estaba y todo lo que le habían hecho en la escuela. Observa el tamaño del perro y cómo está colocado entre el niño y todos los demás. Los niños que sufren bullying suelen sentirse muy avergonzados y pocas veces cuentan lo que les sucede. En este dibujo se puede ver cómo el niño se siente aislado, no puede comunicarse con su familia, a la que además no percibe fuerte ni protectora, y se refugia en el cariño poco exigente de su mascota.

Abuso sexual DIBUJO 115

204 Voces de colores


La abuela de la pequeña que realizó el Dibujo 115 nos cuenta que encontró a su pareja —que no era el abuelo de la niña— tocando sexualmente a la pequeña. Paralelamente a la crisis de pareja y legal que se desata a raíz de esto, la abuela solicita una valoración psicológica de la menor. El dibujo de la pequeña corresponde a su familia. Y esto es lo que comentó la pequeña: “Es que no quiero dibujar a mi familia. Mejor hago otra cosa, ¿sí?” Cuando le digo que dibuje a su familia y que luego puede dibujar lo que ella quiera, inicia dibujando la casa: “Es que yo vivo en un edificio”. Luego dibuja a la niña afuera y empieza a poner las líneas naranjas y la amarilla, después traza las líneas rojas: “El edificio se quemó. Iban a fumar y el cerillo cayó en el tanque de gas”. Le pregunto: “¿Y esta niña?” Responde: “Ella estaba adentro (le pone las líneas rojas) y se quemó. Y se va a morir”. Pregunto: “Oye, ¿y tu familia?” Contesta: “Estaban adentro. No, es que no los quise dibujar”.

Capítulo 10. Casos especiales | 205


206 Voces de colores


Epílogo Hemos revisado esta propuesta para trabajar con los dibujos de los niños de una manera diferente, no para buscar un diagnóstico, sino para entender sus sentimientos, sus necesidades y, sobre todo, la visión que tienen sobre su familia. Escuchar a los niños, especialmente a los más pequeños, durante cualquier proceso de consultoría familiar, resulta fundamental para conocer la dinámica, las dificultades y las fortalezas de la familia y, a partir de este conocimiento, planear la mejor manera de intervenir. Este trabajo, basado en una extensa revisión bibliográfica y en mi experiencia clínica de más de treinta años, busca ser una herramienta de apoyo para los consultores y aquellas personas que trabajan con preescolares, especialmente para quienes no han recibido formación especializada en psicología infantil. Considero que el método de interpretación llena dos espacios poco atendidos en el campo: primero, la comprensión a través del dibujo de las emociones y puntos de vista de los niños más pequeños, preescolares entre los 2 años y medio y los 6 años 11 meses, que todavía no pueden expresarse por completo a través del lenguaje y, en segundo lugar, el desarrollo de una herramienta que permita una comunicación no centrada en la búsqueda de patología, sino una que vaya por un camino de curiosidad y apertura para lograr una conexión cercana y empática con los niños y les ayude a ser entendidos. Espero que este libro te sea útil y que te ayude en el difícil, demandante y maravilloso trabajo que es apoyar a las familias a cumplir a fondo sus funciones y a facilitar el desarrollo máximo de cada uno de sus integrantes.

Epílogo | 207


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¿QUÉ NOS DICEN LOS DIBUJOS DE LOS NIÑOS EN EDAD PREESCOLAR SOBRE LA FAMILIA?

Este libro se terminó de imprimir el 20 de noviembre de 2018, Memoria de San José Sánchez Del Río. Mártir. En Beracah, Calle 11, No. 291, Int. 301, Colonia Prohogar, Azcapotzalco, Ciudad de México, CDMX.


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