Cuento: El baúl.
Viudo y empobrecido después de una prosperidad con los sembradíos de arroz y algodón. Se vio en la necesidad de vender poco a poco las tierras, para que dos hijos estudiaran, fuera unos profesionales radicados y con familias en la capital. Los hijos no han regresado a visitar a serafín, porque no tienen tiempo y ahora viviendo en lujosos apartamentos, con vehículos modernos, les da tedio devolverse en la calurosa ruta a espantar zancudos y fastidiosos jejenes, en búsqueda de incomodidades en una finca adornada con silencios. En un encuentro ocasional de hermanos, recuerdan a su padre y uno de ellos, tal vez el más agradecido, decide visitarlo y viaja en un automóvil soportando el brillo de oro del sol ardiente; y después de horas al volante, queda atrás la carretera pavimentada y se encuentra en un camino conocido entre canales de irrigación en donde un polvo limoso se pega sobre el sudor como un cemento y se adhiere al paisaje y tiña con arcilla la arboleda. Tuerce entre puentes, en donde brotan recuerdos del caminar rumbo a la escuela de la vereda “paso Ancho, se encuentra de improviso con la propiedad del padre, y en donde un árbol de mamoncillos refresca el portillo de alambre de púas y palos atravesados; es el mismo portillo de siempre, remendado con alambre dulce y grapas nuevas. Penetra bajo una nube de polvo y el silencio le da la bienvenida. Mira a su alrededor y tan solo un vacío de existencia habita el lugar; el jardín de la casa tejida con telarañas yace entre chamizas resecas, sin hojas, sin flores, sin el aroma a jazmines metido en la memoria.
Un humo grisáceo duerme en el ambiente vestido de recuerdos y penetrado por el ácido del abandono. Entre las paredes rusticas de la cocina, un hombre en la decrepitud de la existencia, le da vueltas a un molinillo que gira lento con andadura de viejo y dentro de una olleta chocolatera vuelan los pensamientos. Serafín viste con ropa humilde y calzado unas chanclas de caucho, quien lo observa pensativo y melancólico.
Papa!- y el hombre lento con pausa de babosa, voltea a mirar y sonríe: Mijo! ¡no lo sentí llegar! Hablaron luego con palabras alargadas como un tren arrastrando sin prisa los vagones. Y por la noche en el aposento de siempre y en donde se amasaron tantos sueños de niños, observo un baúl fuerte y grande, ¡ que guardas ahí papa! Y el anciano señor le respondió: ¡papeles, recuerdos, bobadas mijo, Termino la visita y al regreso en la ciudad, le comento el hombre a su hermano sobre el misterioso hallazgo del baúl, el cual era vigilado celosamente por el padre; por lo que al otro se le abrieron los ojos de la ambición y afirmo rápido, comiéndose las palabras, que el padre guardaba seguramente en ese baúl una fortuna, quizá producto de negocios con sus tierras, las cosechas de mangos y limones, o tal vez, un premio mayor de la lotería. Con las nuevas suspensiones, se idearon un plan estratégico para apoderarse del botín de serafín, la riqueza oculta en el baúl misterioso. En el plan figuraba el rescate del padre abandonado, llevándolo a vivir al lado de ellos, y cuando se presentara la oportunidad, violentarían el baúl y así se convertirían en nuevos ricos. El hombre acepto la invitación de radicarse en la capital con sus hijos y les comento antes del viaje: -
Yo les agradezco sus consideraciones, pero tengo que llevarme el baúl conmigo! Claro padre así será.
Serafín viajo junto a su baúl y no lo abandono en ningún momento. Quedo sorprendido con la ciudad que lo recibió. Quedo sorprendido con la ciudad que lo recibió bajo una congestión de vehículos y luces de neón iluminando cada lugar con colores brillantes y humedad del frio; los citadinos corriendo enloquecidos por entre las calles y avenidas, entre ruidos y pitos desesperados y angustia de vivir. La acogieron la mejor alcoba con baño privado y lo vistieron con trajes de paño y camisas con corbata, buen calzado, y recibía las mejores atenciones y consideraciones de parte de la familia. Lo invitaban a visitar los centros comerciales, a cenar En restaurantes costosos y a ver películas a al lado de los
nietos a quienes les fascina que el abuelo les recite historias y así disfrutaba mucho la vida, sin descuidar la vigilancia del baúl. Pasaron los años hasta que llego el día del fallecimiento de seráfin , después del sepelio, los hijos ,las nueras y la familia, se frotaron las manos y hacían cálculos sobre lo que les correspondería a cada uno por la fortuna de serafín ; rompieron las cadena, violentaron los candados y los ojos de la ambición brillaban frente al tesoro, pero la sorpresa que encontraron fue que en el baúl solo dormían pesadas piedras .