Mojarte: El Agua en la Historia del Arte

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EL AGUA EN LA HISTORIA DEL ARTE. Desde el comienzo de la historia, la presencia del agua ha sido fundamental para el desarrollo de las primeras civilizaciones, ya que es un elemento indispensable para la vida (culturas neolíticas). Además, desde siempre, el hombre sintió atracción y asombro ante su presencia. El agua ha tenido connotaciones mitológicas, simbólicas (origen de la vida, fertilidad, femineidad) e incluso también transmite otros sentimientos negativos: el agua turbia, contaminada, las aguas oscuras reflejan agonía, tristeza y desesperación (muerte, destrucción...). El arte ha sido el camino por el cual dichas comunidades y culturas expresan sus vivencias, tradiciones, creencias, sentimientos y emociones. Para la creación artística el agua ha jugado un papel importante, no sólo por lo que representa sino como fuente de inspiración y elemento de trabajo. El agua ha sido utilizada como punto de partida para otras muchas facetas del arte, en la música, tanto la clásica como la popular, muchas de sus composiciones tratan de transmitir los diferentes estados de ánimo que produce la contemplación del agua. De igual forma los pintores, arquitectos, escultores, cineastas y poetas, entre otros, han regalado a la humanidad obras universales. Algunos ejemplos relacionados con la historia del arte: los egipcios, en las pinturas al fresco de sus tumbas, reflejaban en ellas la presencia del agua del Nilo, base de su economía agrícola y urbana. Otras culturas, aparte de su utilidad, procuraron dotar a ciertas obras arquitectónicas de un gran sentido estético: acueductos y puentes romanos, baños y jardines árabes. Los arquitectos también se han interesado por el agua, al dejar muchas fuentes alrededor del mundo, una de las más famosas es la fuente de «Los leones» de la Alhambra de Granada, la de Trevi , la de «Los cuatro Ríos" en Roma, etc. Los románticos transmitieron en sus obras pictóricas la fuerza de este elemento (tormentas, tempestades, naufragios...). Los impresionistas con sus pinturas transmitieron luz, vida, claridad y movimiento. Numerosas esculturas integradas con el agua: La sirenita de Copenhague ,”El peine de los vientos” de Chillida en San Sebastián, etc... En las últimas décadas, muchos artistas plásticos, desarrollan instalaciones o complejos hidráulicos, donde el agua se intercala con proyecciones audiovisuales poéticas o sonoras (ejemplos: complejo pintado por Diego Rivera en Méjico, la fuente de Agüero- Buenos Aires, etc). Tenemos además muchos ejemplos que integran la arquitectura más vanguardista con el elemento acuático (arquitectura organicista, Museo Guggenheim de Bilbao, Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia...). El séptimo arte también ha dedicado espacios donde el agua es casi un protagonista: películas como Cantando Bajo la Lluvia y Azul. A continuación, vamos a hacer un recorrido por algunas obras atísticas, intentando dar una visión resumida del significado y representación del agua a través de la historia y del movimiento cultural en el que están inmersas.


Fresco de los delfines, situado en el palacio de Knossos en la isla de Creta, pertenece al arte minoico, data del 1500 a.C.

Este fresco, situado en el palacio de Knossos en la isla de Creta, pertenece al arte minoico que se desarrolló en la isla entre el 3000 y el 1400 a.C. Este fresco está situado en una de las salas de este laberíntico palacio y fue descubierto por el arqueólogo británico Arthur Evans en 1900 hasta 1906. Este fresco es un perfecto ejemplo de la temprana pintura minoica, interesada en la representación realista de la naturaleza. Utilizan líneas definidas y geométricas, así como colores planos y de vivas tonalidades. El fresco de los delfines es una obra maestra por su valor decorativo y su efecto de movimiento. Los colores de los delfines son ficticios: tricolores Muestra con gran acierto, dada su antigüedad, el tema del mar. Los motivos de animales son bastante frecuentes en el arte de esta cultura. En este caso son animales del mar: delfines, peces y erizos. La restauración de este fresco fue realizada por E. Gillieron y por Piet De Jong. Fueron muy criticadas estas reformas por el excesivo colorido, pero lo cierto es que no se diferencia mucho del aspecto de las pinturas en la época minoica.


“Fuente de los Leones”, siglo XIV, autor desconocido. Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. Arte hispanomusulmán nazarí.

La fuente de los Leones está tallada en mármol y en ella confluyen las cuatro corrientes de agua del patio de los Leones, simbolizando los cuatro ríos del paraíso, según la concepción musulmana. Se trata de una obra constituida por una base octogonal con inscripciones en su perímetro, y que se sostiene sobre doce esculturas de leones por cuyas bocas mana agua. Las inscripciones de la taza conforman una serie de poemas dedicados al sultán y escritos por Ibn Zamrak, con referencias al rey Salomón y a la fuente de su templo, que descansaba sobre doce bueyes o toros. Los leones presentan un claro esquematismo y antinaturalismo, característicos ambos de las culturas orientales no clásicas, y dan nombre al patio y al palacio que lo rodea. Tras la restauración y el análisis profundo de las figuras, se han determinado tres tipologías de leones en grupos de cuatro, relacionados con la fisonomía de los mismos en rasgos como las narices, formas de garras y posición de las colas. Esta fuente tenía, además, una importante función utilitaria. Un complicado sistema de funcionamiento permitía mantener el agua en la fuente. El cilindro central de la taza la abastecía y evacuaba a la vez, de forma que el agua nunca la desbordaba. El agua era fundamental para la cultura musulmana, siendo símbolo de la vida, y la fuente puede ser interpretada de distintas maneras: los doce leones pueden tener simbología astrológica o ser los doce meses del año; la fuente en su conjunto, imagen de la abundancia y riqueza del sultán y su generosidad en el agua que mana. Se puede afirmar que, a pequeña escala, la fuente de los Leones es representativa de toda una concepción técnica que permitió la creación de la Alhambra; concepción heredada de tradiciones y experiencias constructivas, a lo largo de muchos siglos de dilatada y fecunda creatividad.


“El nacimiento de Venus” 1484. Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi (Sandro Botticelli) (1445-1510). Galería de los Uffizi (Florencia). Renacimiento Italiano.

Es un cuadro con una temática mitológica. Según cuenta la leyenda, Venus, diosa del amor, nació de los genitales del dios Urano, que fueron cortados por su hijo Cronos como castigo y arrojados al mar. Aparece sobre una concha, en su llegada a la playa de una isla. La diosa es empujada por el soplo de los dioses alados, entre una lluvia de flores. La técnica utilizada es el temple sobre lienzo. Posee una estructura piramidal, y el personaje central es el que capta toda la atención y hacia él convergen el resto de figuras. Los personajes son ligeros, esbeltos, sinuosos y sensuales y nos da una sensación de ingravidez. Posee una gran amalgama de colores claros que va desde el rojo a tonos azules, marrones claros... A la izquierda, aparecen fundidos en un cálido abrazo Aura y Céfiro (dioses de la brisa y el viento respectivamente). En tierra, a la derecha, aparece Flora (diosa de la vegetación, de la naturaleza), con un vestido decorado con motivos florales, que pretende arropar a la diosa con un manto púrpura también florido. Están representados los tres elementos esenciales de la materia: aire, tierra y agua. Este último aparece representado de forma esquemática, con forma de escamas, aumentando la sensación de irrealidad e idealización de la naturaleza. Podemos decir que el tema principal es la belleza como un ideal inalcanzable, el ideal de belleza platónico. También queda reflejado el mensaje simbólico del renacimiento a la vida por el Bautismo del cristiano (Agua-Vida).


Fuente de los cuatro ríos, 1641. Gianlorenzo Bernini (1598-1680). Ubicada en el centro de la Piazza Navona de Roma. Barroco italiano.

Fue inaugurada en junio de 1651. Sigue los esquemas básicos del Barroco: teatralidad, expresividad, escenografía y movimiento. Consta de cuatro figuras alegóricas de mármol travertino que representan a los cuatro ríos más importantes de la época y sus cuatro continentes. En estas figuras combina magistralmente el movimiento plástico y delicado con las facciones viriles y de dramática tensión. Esta obra, representa a los ríos Nilo, con los ojos vendados, que indica los orígenes desconocidos del río, el Danubio, que mira hacia los emblemas de Inocencio X, el Ganges, que sostiene un remo por su longitud como río navegable, y el Río de la Plata, rodeado de monedas. Representan cuatro continentes: África, Europa, Asia y América. Contiene figuras de animales, árboles y plantas de cada continente que se encuentran entre las rocas, a una escala mayor de la real. Los animales pertenecen a especies grandes y potentes, y el espectador descubre nuevas figuras según gira en torno a la fuente. Está coronada por un obelisco con una paloma, símbolo de la paz. Su finalidad es tanto utilitaria (proveer de agua a la ciudadanía) como simbólica (representación del poder papal, fue un encargo papal: triunfo de la iglesia católica). Su construcción causó gran polémica por ser un periodo de hambrunas y pobreza para el pueblo romano. Ejemplo magistral del urbanismo barroco. El gorgoteo que produce el agua y los reflejos de luz y sus destellos avivan la atmósfera del espacio urbanístico.


“ Vista de Delft” (1658-1660). Johannes Vermeer (1632-1675). Barroco holandés. Óleo.Mauritshuis de la Haya (Países Bajos).

Esta obra sigue la gradación de planos que establece la profundidad barroca. La ciudad de Delft está vista desde el canal de Rotterdam y podemos observar en la pintura: -la ribera del canal, donde se encuentran las personas. -el canal, donde vemos la superficie del río. El agua cumple una función importante ya que permite crear contrastes de sombras, al reflejarse la cuidad en ella. -la ciudad, en la que, en primer término podemos observar algunas casas de contornos suaves y colores desvaídos, presididas por una iluminación fría, que contrasta con las casas del segundo plano, iluminadas por el sol. Destacan la torre de la iglesia, donde fue bautizado Vermeer; en el centro, la puerta de Schiedam; a la derecha la puerta de Rotterdam; por último, a la izquierda se halla la iglesia Vieja, en la que el autor recibió sepultura. El cielo, nublado, favorece los juegos de sombra y de luz que planean sobre la ciudad. Predominan los colores amarillos y azules matizados. Esta pintura fue considerada una de las mejores obras de Vermeer.


“Monje a la orilla del mar”, 1810 .Caspar Friedrich( 1774- 1840). Romanticismo.Staatliche Museen , Berlín.

El pintor alemán rompió con la mayoría de las reglas vigentes hasta el momento, sobre cómo debía representarse el paisaje. Al contrario que los románticos franceses, en sus pinturas la figura humana aparece poco y relegada a un papel secundario, cediendo el papel principal a la naturaleza. En cuanto a la composición, la figura diminuta del monje observando el mar y el cielo, ocupa casi toda la obra. El estatismo del personaje contrasta con el movimiento de nubes y olas y con las ondulaciones de las dunas; su tamaño reducido realza la majestuosidad del paisaje. Además, es la única vertical existente en un cuadro básicamente marcado por la horizontalidad. En conclusión, la naturaleza aparece como algo distante e inabarcable, vista desde la pequeñez del ser humano, por lo tanto, el artista se representó a sí mismo , haciendo de la obra una autoconfesión vital y artística de su mundo interior..


"La gran ola de Kanawa", 1830. Katsushika Hokusai (1760-1849). Museo Metropolitano de arte de Nueva York. Arte japonés.

Famosa estampa japonesa del pintor Hatsushika Hokusai, publicada entre 1830 y 1833. También conocida como “La ola” o “La gran ola”. Es la primera de su colección “36 vistas del monte Fuji” y se trata de una xilografia (grabado en madera), además de ser la estampa más famosa de su género y una de las imágenes más conocidas en el mundo. Tiene 25 cm de ancho por 37 cm de largo, es bastante pequeña. La obra original no se conserva. Podemos ver una de las copias en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. La composición de la obra es la siguiente: el mar agitado por una tormenta creando una ola que debe medir unos 10 o 12 metros de altura (teniendo en cuenta que Hokusai redujo la escala en un 30%). Esta se extiende y domina toda la escena, antes de caer amenazando a los pescadores con sus «garras» de espuma. Delante, una pequeña ola en pico, imita la forma del monte Fuji. En el agua hay tres barcazas rápidas que transportan pescado vivo a la bahía de Edo (Tokio). De fondo, el monte Fuji (considerado sagrado y símbolo de identidad de Japón). Las inscripciones de arriba a la izquierda nos dicen el titulo del cuadro y la firma del autor. La obra, de gran vitalidad, está compuesta por curvas que, a su vez, se descomponen en otras (como ocurre con la espuma de las olas). Esta composición en fractales puede ser símbolo del infinito. Además, si nos fijamos en la disposición de los colores y las formas, podemos ver claramente el ying representado por el movimiento violento de la ola y el yang, que sería el monte Fuji, estático. Algunos creen que lo que Hokusai realmente quería representar con esta obra era la lucha de los remeros contra el río de la vida que, a veces, se enfurece y parece que nos ataca. La gran ola de Kanagawa influyó en grandes obras: en la pintura de Monet, y en la música a Debussy que compone “La Mer”, convirtiéndose ambas en obras de inspiración para los impresionistas. Utilizado también en el arte posterior, publicidad y objetos cotidianos de todo tipo: El logo de la marca de ropa “Quiksilver” está basado en “La Gran Ola”, los relojes de buceo de la marca “Seiko”, anuncios como los de “ Levis”, “Orangina” o “IBM”, la carátula de uno de los discos del grupo “Kitchens of Dinstiction”...


“Lluvia, vapor y velocidad” (1844) de William Turner (1775-1851). Óleo sobre tela. Romanticismo. National Gallery de Londres (Reino Unido).

Esta pintura fue exhibida por vez primera en la Royal Academy en 1844, aunque pudo haber sido pintada con anterioridad. La fecha es significativa porque los ferrocarriles eran aún algo nuevo, durante la Revolución Industrial. A diferencia de otros pintores de la época, que despreciaban la industrialización, Turner admiraba la técnica moderna y por ello pinta la locomotora más moderna de su género y el entonces vanguardista puente de Maidenhead. Aun así, no se trata de ningún homenaje, el tren es usado como recurso para representar un objeto a gran velocidad. Turner creó un particular ambiente que capta de manera subjetiva el paso del tren de vapor bajo la lluvia. Para ello, utiliza una paleta de amarillos, ocres y azul grisáceo. El paisaje está definido muy vagamente, el tren y el puente se funden con el paisaje y desaparecen dentro del cuadro que aparenta estar cubierto por una niebla y una espesa lluvia entre las que se distingue el vapor de la locomotora. Los elementos sólidos desaparecen en la atmósfera neblinosa e irreal del cuadro y se difuminan y mezclan la neblina que exhala el agua, la lluvia que pone un velo ante el cielo y el vapor de la locomotora. Por todo eso, la repercusión más importante de este pintor está sobre los impresionistas. La indefinición del paisaje y la excesiva luz que provocan los colores elegidos hace que el cuadro desprenda mucha más emoción de la real. Además, Turner usaba una técnica particular con la que obtenía efectos lumínicos muy particulares: aplicaba los colores rascándolos hasta extraer del fondo las formas figurativas. La lluvia resta realidad a los materiales, arrebatándoles sus contornos. Este cuadro es, por tanto, una de las primeras representaciones de la era industrial y los nuevos medios de transporte. El estilo se acerca de alguna forma al romanticismo, aunque la obra de Turner es un preámbulo de lo que acontecerá con el Impresionismo.


“Impresión, sol naciente” 1872. Claude Monet (1840-1926) Óleo. Impresionismo. Museo Marmottan-Monet, París.

Monet inicia el período impresionista con esta pintura. Con este estilo innovador no se pretende plasmar las cosas como son sino como se ven. Hasta ahora los pintores habían pintado dentro de un estudio y se habían esforzado en dar a sus formas volumen, pero los impresionistas se dan cuenta de que cuando salimos al aire libre no vemos las cosas tan nítidas ni los colores con tanta intensidad. Por eso estos pintores son los primeros que deciden salir al aire libre para pintar sus cuadros y lo que realmente buscan es captar la luz y la atmósfera, fijándose en lo fugaz, en ese momento concreto con unas condiciones lumínicas determinadas. Como consecuencia de todo esto, el cuadro impresionista por primera vez no ofrece profundidad ni tampoco volumen. El cuadro se reduce a un conjunto de pequeñas manchas puestas unas al lado de otras y así el pintor ya no copia la realidad sino que transmite una impresión de la misma, es decir, lo que esa realidad le sugiere. El resultado es que estamos ante una pintura borrosa, aparentemente sin terminar, lo que motivó que cuando nació los críticos no la respetaran. Esta obra de Monet es un paisaje donde todo el protagonismo recae en el agua del mar. El agua le interesa mucho al autor porque es un elemento inestable que, al recibir la luz del sol y al rodearse también del humo propio del puerto que se encuentra en el fondo, cambia de apariencia. Se trata de captar un instante, la ascensión del sol, porque unos minutos después el sol estará más arriba y habrá mudado de color, el pequeño bote se habrá desplazado y todo ofrecerá otro aspecto. No se perciben líneas ni una estructura de elementos geométricos, pues lo importante son las formas distantes dadas por la atmósfera y la vibración del color. Utiliza colores primarios (rojo, azul, amarillo) y secundarios (verde, naranja y violeta) para expresar la cualidad de la luz. No existe un sentido de profundidad, tan sólo una combinación de manchas planas de colores y un punto de vista alto para eliminar el primer término y también el horizonte.


Las sirenas son personajes fantásticos que provienen de la mitología griega. En ella eran representadas como seres fabulosos. Dentro de esta tradición griega eran consideradas genios marinos, mitad mujer y mitad ave. La primera mención que se conoce de las sirenas es en La Odisea de Homero. A lo largo de la historia, estos seres han ido apareciendo en numerables culturas y épocas, por ejemplo en la Edad Media se consideraron un símbolo de los peligros que entraña el abismo marino, asociado a la lujuria, la tentación, la sexualidad, el amor, la falsedad y el engaño. A finales de la Edad Media se impone un tipo de sirenas tratadas con mayor naturalismo, respondiendo a ideales de belleza y seducción. En las culturas del Mediterráneo Oriental también se detecta su presencia, tanto en el arte bizantino como en el arte islámico. Fueron representadas en todo tipo de soportes y técnicas. Por su carácter moralizante fueron frecuentes en las miniaturas de los códices, en escultura, en la decoración de capiteles, ménsulas y otros elementos arquitectónicos, así como en la decoración de las sillerías, vidrieras y cerámica. Y por supuesto en pintura. Presentamos dos obras pictóricas, ya del siglo XX, de John William Waterhouse (1849-1917), considerado uno de los mejores artistas del movimiento Prerrafaelista. Este grupo rechazó el arte academicista de la Inglaterra del siglo XIX, volviendo al detallismo minucioso y al luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos, anteriores a Rafael —de ahí el nombre del grupo—, a los que consideraban más auténticos. Este realismo motivó la comparación con el alcanzado por la fotografía, pero iba más allá, creaba una sensación de hiperrealismo. Su objetivo principal era la autenticidad. Son obras detallistas, de gran simbolismo literario y poético. Su técnica es óleo sobre lienzo. Ambas consiguen plasmar la idea de sirena de la mejor manera posible.


“El velero”, conocido como "The lee shore”, 1911. Edward Hopper (1882-1967) Realismo americano.

Fue el primer cuadro que consiguió vender, tardando mucho en ser reconocido como pintor. Hopper plasmó con todo lujo de detalles el trayecto del velero. En un principio el dibujo constaba del velero y detrás Nueva York, lugar al que el velero se dirigía. Luego decidió cambiarlo todo para darle un aire más fresco a la pintura. De esta manera borró lo anterior y pintó el velero mirando al lado contrario. El cuadro consta de tres partes superpuestas, lo primero que podemos apreciar es el velero, que llama nuestra atención sobre el mar azul, como una mancha blanca en el mar; a continuación, siguiendo la línea del espacio-fondo, llega a nuestros ojos la playa, resaltando el marrón claro sobre el azul del mar . Al final, nuestras miradas se posan en la orilla, en unas construcciones, dándonos la impresión de estar en un mundo idílico donde solo un faro habita la pequeña isla. Esto es una constante en las obras de Hopper, la soledad Él siempre intenta transmitir su mundo personal e íntimo, un realismo poético, y lo consigue plasmando casas abandonadas, personas en interiores solitarias o veleros que viajan solos a la deriva. Es considerado en EE.UU. el pintor de la luz que contrasta con el estudio de las sombras. En esta pintura apreciamos una gran maestría de colores pastel, luces y sombras. En el agua podemos observar más de cinco matices de azul, el sol reflejado en el barco y la pequeña sombra de este en la ola que lo mece. Mezcla una imagen deportiva con el paisaje.


“Casa Kaufmann”, 1939. Arquitecto: Frank lloyd Wright (1867-1959) Está situada en Pennsylvania.

Arquitectura orgánica.

Es conocida como la casa de la cascada. Fue la residencia de Edgar Kaufmann, hoy en día es considerada un monumento nacional en Estados Unidos. Está situada sobre una cascada del Bear Run, un arroyo que recorre los Apalaches. Antes de su construcción el arquitecto pidió que se realizase un estudio sobre el terreno, las rocas, el desnivel, el subsuelo y las plantas. La residencia Kaufmann sigue los principios de "arquitectura orgánica" enfatizados por Wright en su escuela. Consiste en integrar en una unidad los factores ambientales del lugar, materiales nativos, el proceso de construcción y al ser humano. Del terreno del lugar se extrajeron rocas que conforman la mampostería de la parte baja de la fachada del edificio. El edificio guarda una gran relación con el entorno, respetando y adaptándose al medio. Otra gran característica es que gran parte de la casa está en voladizo, de formas ortogonales, situado encima del arroyo y únicamente sostenido por unas piezas metálicas. Para dar un mayor realce a la famosa cualidad de “flotante” del diseño, el sistema estructural combina la madera y el acero entre otros materiales básicos como la piedra y el cristal, utilizando la gama de colores del medio que la rodea. Esta obra es un intento de armonizar naturaleza y arquitectura, en el que predomina la horizontalidad, pero con líneas verticales en las zonas centrales de la casa. Además, integra las formas, los colores suaves, las piedras, el metal y lo más importante: el agua. Esta última, proporciona el toque final y tal vez el más señalado, enfatizando así la obra arquitectónica. La casa fue pensada para que siempre se sintiera la fuerza con que cae el agua, no sólo visualmente sino también a través del sonido, escuchándose así en toda la casa.


El Agua, Origen de la Vida(1951),Movimiento Muralista Mexicano y Latinoamericano; Diego Rivera(18861957); Cárcamo de Dolores, en el Bosque Chapultepec(México). Técnica: fresco con materiales sintéticos.

El mural de Diego Rivera se encuentra en el interior de una obra hidráulica en el Cárcamo de Dolores (México) donde se funden en una misma obra el conocimiento técnico y los lenguajes del arte y la ciencia. Rivera consideraba de gran valor la imaginación y el mito, por eso el mural “El agua, origen de la vida” está vinculado con el espacio destinado a los dioses originales de esta tierra y a la cultura que los recrea. En el mural Diego Rivera representa al Dios del Agua, Totopamitl, vertiendo con sus manos el agua en la tierra, surgiendo de ésta las diferentes formas de vida, desde los primeros microorganismos coacervados y unicelulares a los peces, los anfibios, la mujer, el hombre, la ciudad y las obras públicas (y como los trabajadores mediante estas obras llevan el agua al pueblo), y describe con estos y otros elementos la evolución de la vida desde el punto de vista de Darwin y Oparin. El interior del Cárcamo era atravesado entre 1951 y 1992 por las aguas de Lerma y Cutzamala, que debieron ser desviadas para salvar un mural que se concibió subacuático pero cuyas pinturas no resistieron las aguas como sus fabricantes prometieron. Hoy, para sustituir el ambiente sonoro dado por aquellas aguas que lo cruzaban se ha creado una pieza sonora, concebida por el artista Ariel Guzik, en la que a través de un complejo mecanismo, conecta con las aguas que aún hoy corren bajo la plaza, que hace emerger el sonido de las aguas que inunda toda la sala del mural. Diego Rivera, socialmente muy comprometido, creía en el trabajo conjunto; por ello colaboró con el arquitecto Rivas y el ingeniero Eduardo Molina, en esta gran obra plástica y funcional, porque pensaba que reuniendo el pensamiento técnico, científico y artístico en beneficio de la sociedad se podían promover las trasformaciones capaces de procurar el desarrollo y la emancipación del ser humano.


“Mujer en el baño”, 1963. Roy Lichtenstein (1923-1997) Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Pop Art.

“Mujer en el Baño” pertenece al Pop Art. Este movimiento utilizó elementos populares, supuso el paso de lo cotidiano al arte. Es considerada una obra maestra de este estilo. Todas las obras de Lichtenstein tenían las mismas características. En “Mujer en el baño” podemos apreciar una bicromía sobre un lienzo en blanco. Define muy bien los contornos con un trazo grueso que resalta el rostro de la mujer. Un elemento clave de la obra son los llamados puntos Benday, característicos de los comics, que ayudan a tramar, sombrear y crear espacio. Las obras de Lichtenstein fueron muy criticadas ya que le acusaban de copiar las imágenes de comics, pero este, para crear sus obras, lo que hacía era inspirarse en mujeres que aparecían en folletos o revistas. Cuando las encontraba proyectaba la imagen de esta sobre un lienzo en blanco y dibujaba sobre ella. El tema del cuadro es el “baño de Venus”, uno de los temas más recurridos de la historia del arte. Se piensa que esta obra se sacó de un folleto romántico. Mujer en el baño es,un modelo ejemplar de arte pop. Ahí están los puntos Benday, el tratamiento simple del color y la economía de las líneas de la figura, la esponja, la espuma y el agua.


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