NOSOTROS LOS HOMBRES DE TERNO VERDE Nada tenemos que ver con filosofías universitarias que callan verdades. La vida que duele en manos de hampones, religiosos, científicos, escritores; los mismos poetas llamados por ley a denunciar verdades inocultables o los filósofos que se guardan las duras razones de los derechos humanos. Pudiendo ponerle el grito al cielo cuando miente la vida, cuando miente Dios, cuando miente el hombre, cuando miente la palabra y la burrada de carnavales académicos que hoy mandamos al fondo a la derecha. Nosotros los hombres de terno verde amamos la naturaleza, el aire fresco del día que veranea para los pocos siglos que quedan trabajamos duro del lado oscuro de la Luna de Valencia. Vivimos en las calles vacías del lado desconocido del universo amamos a los hermanos del otro lado del río de Rafael Alberti amamos el salero de la casa y el libro revolucionario de cabecera amamos tanto despilfarro de belleza que es el planeta Azul vivimos felices remotamente lejos de las cavernas de Platón escapamos siete leguas a la redonda de la filosofía aristotélica. El sí y el no, razonamiento de podredumbre que tanto daño hace a la humanidad, habiendo millones y millones de posibilidades, razones, explicaciones, modelos teóricos, juegos epistemológicos, ideas, sensaciones, emociones, constelaciones de argumentos. No es posible que tantos nos encerremos en una cáscara de Noes en una isla de cerebros astillados que viven de dobles sueldos y pergaminos con unas anteojeras para ver el mundo y para comprender el universo complejo, diverso, salpicado de colores, arcoíris de verdades. Cuánto no quisiéramos que la vida fuera tasa de leche, café, agua clara, Buenas razones, donde blancos, negros, amarillos, cobrizos y toda la salsa étnica conviviéramos libres de política, prejuicios sociales y económicos. Nosotros los hombres de terno verde en verdad soñamos con un mundo mejor y no dientes para afuera, de modo que la Madre Tierra sea el paraíso terrenal, 117