CANTO A LA FELICIDAD En el devenir de los tiempos existe una diosa de alma noble, generosa y de espíritu tenaz, sabe de mirarse la cara por dentro y por fuera, examina el valor de la vida y el valor de las cosas, argumenta serenamente que el hombre feliz se basta a sí mismo a ración de pan y agua. La mujer feliz no necesita más que virtud. En el devenir de los tiempos vive una diosa: Felicidad. Basta con que levante los ojos al cielo para que los mortales del común se arrodillen a sus pies pidiendo larga vida amor, comprensión, generosidad, solidaridad, bien común para todos nuestros semejantes. Sin alarde de bolsas de dinero o cuentas bancarias no menos frugal que los sabios dioses griegos parcos en el comer y parcos en el beber pobladores del justo punto medio de la sabiduría. Felicidad plena que debemos al hombre que sonríe, a la mujer recatada que tiene corazón a flor de piel, al hombre y la mujer que saben lo que es la verdad dar de comer al que tiene hambre y dar de beber al que tiene sed de amor y sed de realidad y sed de verdad y sed de justicia social y sed de infinitos. Contento de mí mismo porque sé lo que es canela canto a la felicidad más que a ningún dios de barro por su luz, por sus aires de buena gente y por su amor a la humanidad, porque sabe lo que nos espera a todos, desgracias comunes: amar, sufrir, penar y morir.
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