El castigo de los malditos

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El castigo de los malditos LOS MALDITOS AÚN TIENEN SANGRE, ESCOGEN ENTRE SUS ARMAS TINTAS Y HOJAS, Y SE LANZAN A SUS PROYECTOS HACIENDO AVERGONZAR LA QUIETUD DE UN MUNDO DE POCAS PALABRAS, DE PALABRAS VACÍAS, DE POCO PARA DECIR. UN MUNDO SIN PROYECTOS PALABRAS CONTRA UN LIBRO Y SIN PROPONÉRSELO HA REALIZADO POESÍA. ENTRE LOS ESCOMBROS DE LA VERGÜENZA, LOS DEDOS ACUSADORES, LA INDIFERENCIA MODERNA Y LAS HUECAS RISAS BURLONAS APARECEN ESTAS HOJAS. HOJAS A LAS CUALES SU IMPULSOR NO DEBE NADA NI TENDRÁ QUE ACOMODAR SU VIDA, EN ÚLTIMA INSTANCIA SON SUS HOJAS CONSECUENTES CON ÉL MISMO POR SER PARTE DE SU VIDA. AÚN HAY CALOR, AÚN HAY GANAS, AÚN NO DA TODO LO MISMO. AÚN HAY LIBROS PARA COMPARTIR PASIONES… LIBROS QUE NO SE ESCRIBEN POR OBLIGACIÓN NI POR HACERSE UN LUGAR EN EL MISERABLE ESCENARIO DE LOS ARTISTAS. EN CADA RINCÓN ARDIENTE SE ENCUENTRA UN CORAZÓN A PUNTO DE EXPLOTAR.

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Y DE SANGRE PODRIDA. SIN TEMOR A EQUIVOCACIONES UNO DE ELLOS HA LANZADO

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Atribución-NoComercial 2.5 Argentina

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A cada sueño inconcluso, a cada canción muerta, a cada repetición inútil del silencio, a cada garganta que sangra, a cada pájaro vivo, a cada cicatriz ardiendo, a cada asfixia de esas que nos sacan el poco aire puro que podemos llegar a respirar en este mundo. Los malditos avanzan sigilosamente entre las formas como si anduviesen escondidos. A las palabras que salen del corazón, a las que no necesitan gramática ni aciertos ortográficos. A los que volando se han escapado… A los que se niegan a perder la inocencia… A cada corazón maldito… Este libro fue escrito en algún lugar y en algún tiempo… entre llantos, sonrisas, abrazos, despedidas, amistades, música, bailes, lecturas, aprendizajes, aciertos y desencuentros. En cada caída y en cada levantada. P. El castigo de los malditos

Los dibujos fueron hechos por Renata Sofía Arcella: destruirykreardiy@hotmail.com



Los dragones se quedaron dormidos antes del final. Los dedos abiertos y la sangre brotando te sedujeron tanto como para abandonar la locura de los sin consuelo. Mientras la tarde asomaba, tres gorriones chillaban vocales haciendo eco en la cueva. Ese d铆a Amparo lleg贸 al centro de la tierra.

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Como con los ojos cerrados, sabiendo de su destino y del sabor de la tragedia. Cruzando el puente esperan las tormentas, los rayos y las serpientes. A pesar de todo el cuello sigue esperando por la navaja.

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En cada campanada percibo el rostro del fantasma esconderse tras el miedo. Cauteloso espejo que ahora soy yo escondido en algún lugar del tiempo. La mente vaga sin dirección hacia el viento que hará temblar la máscara que asfixia a los niños del trueno.

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Las hojas ya secas descansan bajo el anaranjado de un sol que se va despidiendo. La niña transita con miedo y en cada paso va mordiendo su locura… Hasta triturarla en cientos de pequeños espejos. En cada uno, parte de su vida tiene una canción para sus oídos. Ella ríe mientras todo explota. Pronto habrá miles de canciones y ella podrá dormir. Mi lengua pierde sabores. Enojada e impaciente golpea los tambores. En algún lugar hay una estrella brillando dice para sí el niño. El lobo errante que transita solo el camino oscuro de lo que dejó el diamante. Me darás vestidos sin terminar, sin zurcir acaso las heridas. Y el lobo errante solo dirá…

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Es aquí donde mis pies colapsaron y pude apreciar el terror de mis sueños. De frente ante los abismos que el propio hombre creó para sí estiro mis alas para volar contigo. Para convertirnos en grandes tijeras filosas como nuestros brillantes y podridos colmillos… El tiempo de cortar la farsa comenzó mucho antes de lo que pudimos imaginar. Despertemos a la inocencia y volvamos a dibujar la sonrisa sobre nuestros pasos. Nos encerraron en laberintos sin salida y aun así hay momentos tan destellantes como estrellas fugaces donde nuestros saltos eclipsan cielos. Las murallas se absorbieron a sí mismas, las agujas se derritieron y todo parecía un vendaval estrellándose en el medio del mar. El mundo se dispuso a ser ya de por sí un desierto tan solitario… tan estéril. Quiero ver tus alas envueltas en remolinos… Quiero gritar tan fuerte y escupir estrellas al aire.

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Si la muerte nos busca salgamos a su encuentro y obsequiémosle el más preciado de nuestros secretos. Estar vivos. La espada cargada de miedo acompaña al guerrero al abismo… A tan solo un paso por caer. Vendrán golpes con tu nombre a quererte devorar. Hora tras hora cada dulce bocado ensucia tus dientes. El agua no moja donde estoy y la mar se fue a jugar lejos. Siempre lejos amiga mía.

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Mi piel manchada guarda miles de historias para que tus oídos descansen. Y mis brazos serán tu cuna para así poder ver como poco a poco van cerrándose tus ojitos. Sin importar si hay luna o sol, un beso impulsivo y saltarín espera para tu desayuno. Guardaré silencio a tu fatiga y alerta estaré anhelante, ansioso por tu despertar.

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Me lleve la tristeza hacia el volcán para derretir las casas. En cada bombardeo desaparecerán los vientos en los maizales… El embrujo eclipsante despedaza los colores y así nos ponemos a bailar. La única razón de locura aguarda posada sobre el ojo inquieto. Ahora el encierro encuentra la calma.

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La niña manipula sus trenzas mientras olas de miedo inundan esta innecesaria ciudad. Ahí están tus padres corriendo, tratando de que nada los toque y nada de esto sea real… Miles de rezos han sido en vano. Las esferas ahora rodando entre el asfalto y la impureza. Y ella que no para de reír.

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Los puentes destruidos solo dan un leve reflejo de ti. No hay rencor… No hay odio… Mi mejor sonrisa esconderá a mi alma rota. Solo para poder decir adiós y seguir transitando los valles del abismo.

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Aquí ya no hay ojos que valgan la pena. y haz perdido lo necesario, algo injusto quizás. Me seduce la idea de navegar por tus ojos y comprender que mar espera por ti. O solo intentar lo imposible, trasmitirlo en un abrazo o en pocas palabras. A donde fuiste… A donde vas… y ese planeta aún sin conocer. A ti te saludo amigo… De lo que fuimos… De lo que somos… El resto se desvanecerá pronto.

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El miedo saluda, se impregna y descansa. Las ventanas han quedado abiertas, con él entran pequeños pájaros sin nombre a danzar en círculos sobre mí. Si ves fantasmas es mejor que los saludes. Si ves tu sombra es que aún hay luz. Si tus ojos pueden ver, es que no has pinchado demasiado.

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La brisa descansa en tus ojos‌ Las pupilas se agrandan por la rabia, el amor las convierte en jazmines.

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Sigue el silencio perpetuando el blanco resplandor de la luna. Las almas perdidas transitan la noche dejando se帽ales a cada paso que dan, en cada gota de sangre derramada. No existe el descanso para los que perdieron todo. Para los guerreros cada puesta de sol implica una nueva batalla. En cada rinc贸n del miedo hay un coraz贸n golpeando.

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La transmisión se ve interrumpida por el rayo que cae en vuelo directo hacia la razón. Así recordé la última vez que ella cortó sus brazos y me regaló sangre. Ritual involutivo hacia lo incierto. Hasta enfrentarse con algo; con la forma. La voz se repite, intentando introducirse en mi. Las notas del piano achican las paredes. Y ahí llega la asfixia, el desmayo repentino. Así te dijeron al oído como debería ser la historia. Como si tus brazos nunca pudieran aprender a nadar.

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Una voz nos llama a devorar los truenos. Enfrentรกndonos a la serpiente mรกs larga del mundo hemos sido derrotados y condenados a vivir dentro de ella. En la oscuridad envueltos por todas los dramas y lo que quisimos ser... masa.

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Cuerpos huecos se pasean por las mareas... simple y eterno vagan el vacĂ­o mismo de la existencia. Ya desaparecieron las promesas y ahora reina la nada, lo desconocido. DesangrĂĄndose sobre el paso del tiempo.

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Baila el retador lanzando carcajadas en todos los sentidos. Enojados y cuasi enfermos se burlan de todo. DescreĂ­do del retador ahĂ­ viene todo cayendo hasta mi. La ruta ha quedado olvidada.

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Me pierdo en la montaña saboreando los hechizos que sobre mi revolotean. Redescubro las grietas ante el castillo y la intriga comienza a correr entre los colores. Aquellos colores me guían por el sendero del lobo para poder encontrar la cuchillas que dejaste caer. La vida sulfatada de los demonios se entremezcla con el cantar de los búhos hambrientos. En cada caída el pulmón se infla hasta ser tan frágil. Explotar cada ritual, en cada gota derramada de los niños amnésicos. Olvidadizos… Los que derriten fotografías con los ojos.

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El cristal de la habitación estalla dejando entrar la brisa que seca las lagrimas que una vez se derramaron sobre el papel. Las palabras se escapan de la tinta‌ Es hora de irse, es hora de partir, que todo aumente su vapor y que estallen las ventanas del lugar. Remolinos me abrazan. Fuerza, calma. Tu nombre queda intacto en los reflejos.

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Veo como las colinas se desmoronan delante de mis ojos y los amigos son sombras demasiado ennegrecidas que ni siquiera pienso en escapar. Ahora todo de mi mese de un hilo, tan delgado (casi invisible), que el abismo seduce y nos derrota. Mi color preferido ha cambiado a un verde tan vivo que se entremezcla con la verdad.

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Lavo mi rostro pudriendo el agua y vuelvo a devorar el aire que siempre ausente se ríe de todo lo que ve. Como dije antes, mi cuerpo miente. … Habrá cientos de errores más por venir. Dónde fue que escondieron los aciertos? Los ojos se pierden en laberintos donde todo lo que se ve ha cambiado de color. El aroma de la lluvia se pierde en huracanes sin viento.

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Mi alma transita el abismo de los que han saqueado. Impura ha de quedar en sí misma como flotando sobre los funerales sin flores. Sin la corona de la reina muerta. Alguien a mi lado golpea y la sensación se aparenta tanto que pido más golpes hasta que mi rostro sea sangre. Es de madrugada en la ciudad donde habitan los desheredados. La gente es oscura, la niebla brota de nuestros poros. Lloverán las píldoras para que podamos dormir, para que otra vez podamos despertar. La guerra que hemos perdido me arrastra hasta la sombra de lo que una vez fue. Los brazos que se achican en cada palpitar… Corro por los mismos pasillos de donde me vieron nacer. Aprendo a ser así… Aprendo a ser yo de alguna manera.

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En alguna ventana cae la mentira, entrando a paso lento empujando al sol. Los relojes abren sus ojos como alborotados. Inquietos esperan la próxima explosión firmando los papeles de la cremación… Se amalgaman los dedos, la reina muerta se ríe y el bufón siempre llora las lagrimas que bebe el corazón.

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Otra vez han pasado sobre mí los aros de fuego. Hago fuerzas para recordar la última espina que se clavo en mis ojos… Hay armaduras que no se oxidan.

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El árbol con sus gritos te despertó. Frente al vacío de los días te invitó siempre cordial a que saltaras. Saltar... Cada puñal en su lugar, marcando el camino hacia lo real, hacia la enfermedad eterna de los que no logran dormir en el bosque.

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La furia incontenible destruye todo a su paso. Espadas y resplandor. El odio en los ojos de los caballos avanza derritiendo los hielos. PsicodĂŠlica intromisiĂłn de un ser poco comĂşn.

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Hay oscuridades tan profundas de magnitudes abismales. Heridas impregnadas en tu piel, tal cual brea caliente pegรกndose en todo lo que toca.

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Mi cara se pierde en la oscuridad y no hay lugar vacĂ­o sobre las paredes del cuarto que me dejen escribir mi canto de auxilio. AsĂ­ dejo las puertas cerrarse y me voy a buscar un lugar. Asfixia.

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¿Adónde escapó la brisa que me abrazaba en agosto? Los barcos oxidados sobre la orilla nos cuentan leyendas de viajeros perdidos… Nos cuentan de sirenas muertas de asfixia. La arena, fiel cuaderno de los que viven sin tiempo, guarda los secretos con mucho cuidado, con tanta fuerza… Que la contienda será eterna.

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Globos que se revientan y en el aire se va lo que guarde dentro. Tirador, viejo senil. NiĂąo envuelto de desiertos. Cantan las guirnaldas que colgaban del cuarto. El aire, amigo del mar serĂĄ fiel confidente entre tanta mortandad.

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Aun asĂ­, bajo el sol radiante... los creadores de laberintos no han encontrado la salida.

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La tormenta avanza impregnando el ardor de los corazones que han resuelto sobre-vivir. Las gotas cortan las gargantas y obsequian distancias. Nadie es inocente a partir de ahora. Nadie tendrĂĄ su Ăşltima cena. La tormenta continĂşa arrastrando cuerpos a la deriva.

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Fuertes olas descargan todo el enfado sobre las rocas. La imagen de mi rostro, perpetuo errante sin puerto. Furia desencadenada hacia el sol de los que no consiguen dormir. Mi ser, absorbe en cada parpadear de ti. Son las instantรกneas que cargan los elefantes en el abismo eterno, en la isla de los impacientes.

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Tuve que salir corriendo de aquella habitaci贸n, pero el valor se ausenta cuando las noches traen rayos, serpientes y gorriones. Minutos atr谩s todo era diferente y era el miedo a no caminar el que estallaba en mi cabeza. Ahora todo queda en pausa y en silencio.

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Ahora que todo lo arrolla y el mundo es un espejismo (infinito y voraz) tendrás tan solo que bracear... Como náufragos que solo piensan en “encontrar”. Que suene la campana de otro round. Con la sangre seca y la sonrisa amateur es una confirmación al huracán, a los escondites. Y que toda una mirada se inunda de cristales.

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Somos nuestros errores. Lo demås‌ Lo importante‌ no es valido sino oscuro y lejano tal cual estrella reposando en todo este cielo.

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Alcanzo a observar cientos de margaritas en tu cama, algo amarillentas. Con los tallos dispuestos a trepar en busca de la lรกgrima que se lamenta. Algo lenta y atontada corre por tu cara. Las paredes de ese cuarto rosa tratan de escabullirse por la ventana pero esas rejas verdes harรกn todo el trabajo. Donde afuera pasan autos y las estrellas se esconden. Una por una hasta dejarte gris.

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El maldito tendrรก cortejo. Entre las nubes se escuchan las campanas y los vientos que se avecinan. Marcan y detonan el mismo final para todos.

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La tijera corta los hilos y deja que las vocales puedan disiparse en el aire. Ha arribado junio y cada latido del corazón grita aclamando al mar. Agua asfixia mar‌ Otra vez junio reposa en el mar de los olvidados. Ennegrecido por el tiempo y una mente sin motor. Me escabullo entre las sombras jugando a ser alguien pero junio viene devastando todo a su paso. Y el sol me ha recibido una maùana del diez.

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Me siento abrazado y es ahora el viento de muerto quien golpea sobre mí. ¿Quien ha muerto? ¿Acaso quien escribe? O acaso las palabras (esas, las que hablaban de mí) En algún lugar del sur las ramas de los árboles arropan e intentan picar lo que quedo de mí. Gritar no tiene sentido. La velocidad de la muerte asciende mientras mis ojos levitan siempre buscando…

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Cálido aletear canta un cuervo oxidado, mientras sus ojos me persiguen. Mis pasos se aventuran en la gran ciudad y al fin logro librarme de él. Pero me perdí y aún no he descubierto como volver.

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El hombre camina por la arena y sus pasos no dejan huellas… Entonces trata de ver para su interior y siempre encuentra las mismas preguntas. Vuelve la mirada hacia atrás y su estómago se achica apretándolo. No puede respirar y aún así vuelve a doblar. Cantará a los pájaros su nombre para no ser devorado por aquella daga, llevará colores vivos en sus bolsillos para dibujar así un recuerdo. La noche lo persigue. Embestida a los pensamientos los pasos descansan, los ojos algo irritados cenarán arena esta noche.

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No perdamos tiempo buscando culpables. Apenas podemos mirarnos a los ojos… ¿Cuándo llegó tanto miedo? Que el odio no pierda la dirección con la que nos hace sentir. ¿Cuándo llegó tanto miedo?

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El caballo herido se recuesta en mi cama mientras me cuenta la historia que nadie quiere escuchar. Me enreda en laberintos de los cuales no saldrĂŠ jamĂĄs. Se disparan las palabras contra mi pecho dejando cada cicatriz en su lugar. Lentamente caigo entre sus brazos. Caballo consuelo. Tu lengua, serĂĄ la condena perpetua del mar.

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Las campanadas anuncian el arribo del desamparo. Mientras los p谩jaros te devoran voy a comerme tus ojos para obtener otra percepci贸n del mismo accidente. Y volver谩 a pasar hasta que la luna se evapore con los gritos y el metal. Correr, escapar, huir. Nada tiene sentido si el bosque nos rapt贸 hasta dejarnos mudos flotando en claveles... En el invierno de enero.

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Ahora caemos en razón que nunca hemos salido del círculo. Era toda una realidad que nos inventamos. Una falacia que aprendimos a saborear. El mismo fracaso gobierna el castillo. Pero ahora las luces del centro divagan demasiado lejos de la carne. Un cambio de normalidades ahora extravagantes para la ignorancia que nos crió desde niños. En este círculo de fuego es imposible que no nos estrellemos... Buscando por la radio alguna señal de complicidad me quede dormido sin saber acaso donde iba a despertar. Era estar posado sobre arena, dentro del reloj. Gigante e indestructible. En algún barco contra la corriente de la vida.

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Como cluoecrodo entre las sombras escapando sin saber a donde. De rodillas ante todo, recolectando ilusiones desvanecidas, juré jamás volver a hacerlo. Tan fuerte correr. Tan rápido los veré. Volando van las mariposas (aleteo de acero), filosas y llenas de furia… dejan rendijas en el cuerpo.

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Pensar quedarme ahí, rodeado de extraños. Las paredes que escriben cada pulsación, cada paso del tiempo. En instantes aparecerán niños con cuchillas despedazando el sueño. O tal vez sea yo. Y hoy de noche volviendo a casa espero con ansias que todo vuelva a suceder.

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El frĂ­o entra acurrucando el cuerpo tibio que nadaba en sueĂąos hacia el mismo incierto. Te robĂŠ las palabras hasta dejarte muda ante el nuevo eclipse de sol. El cuervo hambriento reposa sobre tu hombro en una espera horrenda y cauteloso practica devorarte los ojos en silencio.

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El candelabro que te quema los dedos de un solo salto cae y en el camino desaparecen todas esas luces que alguna vez te guiaron. Solo queda oscuridad, sombras que comienzan a revolotear tal cual mariposas que se divierten. Y las voces que te increparon alguna vez hoy vuelven a salir de ti. Insoportable frío, amante entumecido. Sólo tienes fuerzas para suspirar y tu último esfuerzo usarlo para abrazarte… para entenderte… para amarte… para destruirte… Para comenzar a vivir.

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Amontonados lo vieron caer sobre la calle mientras la sangre brotaba como queriendo espantarlos. Yo transitaba esa calle también pero no lo ví. Tarareaba la canción que me habían regalado.

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La sangre se desplaza lentamente terminando plasmada sobre el papel. Atravesará fuertes oleajes bajo las tempestades. Quizás el descanso del manso océano lo ayude a juntar fuerzas. Habrá rayos y truenos soltando vocales que llevan el nombre. Tendremos tanta agua en los pulmones que podrás nada en el… [nada? O será nadar?] Llegaremos (no sabemos cuando) pero no dejaremos pulgada de océano sin nadar.

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La brisa descansa en tus ojos‌ Las pupilas se agrandan por la rabia. El amor las convierte en jazmines.

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Por la tarde, con atenci贸n y en silencio, caen miles de anclas sobre las profundidades. As铆 ladramos el misterio sin sentido junto a los amigos que sonriendo preparan carnavales.

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El crĂĄneo expectante y la vena seca... En un tiempo de banalidad mortal... una oda poco vistosa, mortal y sin escrĂşpulos. Todos los viajes conducen a la yugular.

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Cada vez que te veo cantamos al viento pena y disgustos, sonrisas y amores. Puliendo las alas; en un enredo de besos de cerca o de lejos somos las fotografĂ­as del alma que no caducan.

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Voy a desagotar vena por vena y así veré como lentamente se resecan devorándose al sol. Y así quedaran los vestigios, las sogas rojas de un niño descansan en la terraza que enfrenta al abismo de una batalla aún inconclusa. Si doy a conocer esta parte de mí (todo) no pretendo la salvación de nada ni nadie. Ahora es el tiempo donde los puentes desmoronados nos enseñan a volar. Para así reencontrarnos con las alas destrozadas por la razón. Aquel abismo hueco donde aguardan los corazones derrotados. Tal cual lapidas cargando los nombres de la caída de los héroes sin nombres. Los hombres sin héroes.

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Y las fotografías escribirán la historia que nuestras bocas se rehúsan a contar. Abrazándonos los colores del polvo de una calma que es insoportable para un corazón que pretende latir. Atravesando oscuridades, atravesando los abismos. En la búsqueda constante de tan solo poder dormir una noche en paz.

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Esta es mi canci贸n sobre tres pinos al horizonte con el cielo pleno y un verde prendido. Por algunos segundos pude hacer desaparecer la oscuridad que me rodea.

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Mis palabras se han ido buscando el cielo. Fuerza! Todos necesitamos del viento.

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¿Sabrá el mar de que se trata?. Cada noche mi alma se adentra en las profundidades e impide que se agote. Soy mar… Cada una de mis lágrimas reposa en la inmensidad y aun así mis pies se queman.

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El dedo pequeĂąo sangra y la niĂąa rĂ­e saboreando la sangre. Repite palabras una y otra vez, se pone a cantar y queda dormida al sol. Fantasma.

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En cada parpadear, la existencia se esfuma por detrás dejando el eterno escalofrío caminando por la espalda. La angustia sueña, despierta y solo siente frío. Mi piel anhelante espera la primera tormenta fuera de casa.

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Ahí va corriendo buscando margaritas que lo abrasen. Se cruza con espadas al cuerpo todas al riñón. Se esconde del sol, se esconde en su locura hasta quedar solo con su persona. Algunos solían llamarlo… Oscar, el inmortal.

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El timador, descalzo sobre cristales rotos saltando hasta tocar los cielos y ennegrecer las nubes. Una corte lo condenó a cien años en el desierto en forma de caimán. Asfixiado a cada instante arrastrándose hacia la horca. Su piel aprendió a escupir una verdad cada luna llena que caiga sobre los vendajes. A su muerte lo esperan negros caballos atormentados y nueve canciones en un violín. Ya ciego vaga por las arenas, perdido siempre. Dos bocados certeros para que la oscuridad repose y sea luna llena. Una verdad vendrá corriendo hasta los oídos. La ultima verdad del timador.

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A donde correr si ya no hay mas en la repetici贸n de un mismo lugar que ahora acecha envolvi茅ndonos en un manto agrio de lo que debimos ser. Un juego herido reposa ante el sol del error de ser yo... Siempre yo.

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Algunas mariposas me acompañan en mi camino contra el viento. Y lo único que percibo en esta carretera es el perfume de la muerte. Así paso algunos días evitando que la muerte entre en mí. Día tras día. Ayer la piel, hoy solo hueso, mañana quizás nada… Hace tiempo que estoy durmiendo y nadie intenta apreciarlo. Ayer la piel, hoy solo hueso, mañana quizás algo o tal vez todo. Ayer, hoy y mañana una mariposa volando junto al ruido de unos cables o la misma muerte del perro que al menos dos veces al día suelo abrazar.

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Los ojos del niño penetrantes en el fuego mientras una jaula de oro impide que salga a jugar. De aquí para allá siguiendo las llamas. Es la inocencia que se derrite en un lugar tan innecesario… en un lugar tan mortal. El fuego se despide y el niño encerrado pronto anhela explotar.

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Mi mente se aglotona lentamente pintando recuerdos sobre paredes sin revocar. De colores sangrantes atemorizando a los niños sensibles. Van y vienen huracanes llevándose historias que no amarramos a tiempo. Mañana vendrán caminos, vendrá la lluvia y los golpes ausentes de mi corazón siguen haciendo las mismas preguntas. ¿Acaso alguien vendrá?.

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Mi mente transita laberintos sin nombre. A lo lejos se puede observar una pequeña niña que estalla en llanto. Mis pasos lentos, como sin querer asustarla se enredan en sequía. Entonces la sal trata de huir de mí y así ya nadie querrá beber el agua. La muerte del mar no tiene entierro. Ahora las serpientes se apoderan de la costa. La niña sigue llorando, mis pasos siguen inútiles la fatiga de lo que soy.

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Repito palabras como si el bosque pudiera escucharme. ¿Acaso puede? Hemos perdido la importancia de la acción. Apunto mi poesía al cielo, una vez más… (para ver globos de colores en el infinito) Moje la arena del reloj para eternizar todo lo que ocurrió aquella tarde. Solo diré silencio y los ojos se irán, lentamente hacia adentro.

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En cada rincón ardiente se encuentra un corazón a punto de explotar. Subiendo como enredaderas por los vértices del susto… Aferradas las válvulas de insomnio velan en cada abrir de ojos. Y así avanza… El castigo de los malditos, lleno de sed. Danzando hacia lo incierto salpicarán todo a su paso y lo harán en cada lugar.

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La gota se esconde por los oscuros cabellos de aquella pequeña medusa. La risa se desliza y el crepúsculo contagia… Siempre el rencor contagia.

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Caen las tormentas acompañando a los juicios de la razón. Ya los pétalos surcan cielos ennegrecidos sobre espaldas agotadas de tanto peso. Tanta guerra diaria en cualquier lugar. Ahí tendido sobre el asfalto, llorando por la huida de las flores, de lo espontáneo, de la belleza. Toda ciudad carga miserias hacia el abismo sin luz y fuerte es el vendaval que nos está desafiando en cada mañana.

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Tengo sue単os y cuchillos afilados a por saltar, arrebatar cielos oscuros y llantos de madrugada.

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Nadie tiene una coartada y la escena del crimen sigue intacta, paralizada por el tiempo. El hedor de la sangre perfuma mi cuello ocultando la herida como acariciando el pánico de los homicidas… Pronto una demolición hará el resto. Y los olores cambiarán… Todo volverá a ser orquídeas… Enterrar – me.

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Hay tantas mariposas encerradas en cabezas. Desesperadas, temerosas, inquietas. Ya no puedo ver los ojos que abrazaban mi adolescencia. Mis manos también dibujan derrotas y ver todo aquel niño tras el cristal quiebra mi corazón en pedazos. Los sustos son inminentes. Las lágrimas caerán con facilidad. Estoy recostado sobre el mismo campo que juntos creamos. Estoy gritando apresurando a los finales. ¿Pueden oírme?

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Reconstrucción total del desastre como mera salvación o escapatoria andante sobre ruedas demasiado oxidadas. Victoriosos transitan por debajo del triunfo. La mentira los guía y ellos lo saben… Hoy todo debe explotar. Pronto mañana sabremos para qué. Afinen cuerdas mis amigos, pronto la tormenta electrificará los vientos.

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Arco iris gris que cae descarrilándose hacia el vértigo. Lo inesperado, la sonrisa ingenua de una bondad homicida. A pedazos, lentamente… lo frutal del rostro que emerge en la vuelta sin número. Lo inesperado.

99


El corazón se desprende chocando frente al río de cemento. Algo disperso mis ojos pueden verlo. Vencido. Derrotado. Las alas han desaparecido. Mis rodillas se quiebran al querer alcanzarlo. Aquel lunes guardé mi corazón en un bolsillo tan pequeño como las capacidades. El despertar y la reconciliación de la duda.

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Voy dejando heridas por la ruta marcando el camino hacia donde se pierden las esperanzas. En la noche camino con el penúltimo beso de la luna. Aún arde todo el lugar de donde huyen los caminos. Los huesos se esparcen con el primer rocío del amanecer. Los primeros llantos del último viaje hacia el lado oscuro del sol. El último golpe dejó moretones sin sanar. El aire ausente de las estrellas clama por venganza. Mi corazón se llama ira.

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El león avanza en la noche donde ya todos le perdieron el miedo. Cauteloso mide cada paso tratando de no hacer ruido. Ya no es león‌ Ya nada es como antes. Ahora la guerra avanza en la selva.

102


El laberinto de arena exige lágrimas. La disipación del mal en los brazos del hoy. La ceniza de los valores que una vez te maquillaron hoy sirven de aviso a donde salir. Donde solo ves la montaña de la repetición… Casi igual, mil años después de que el sol se cubrió.

103


Flotar por las preguntas hacia algún jardín en la montaña y asesinar a las ánimas. Parte desojada de nuestros días. Ella siguió corriendo por las noches en un profundo grito mudo que descuartizaba su alma.

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Las copas rebalsando de veneno y el niño que invita a beber, a desangrarme bajo la noche fría de la montaña. Se acercan grandes ojos, los moretones, las risas, las blasfemias, cientos de bombas dispuestas a destrozarlo todo... Devorarte en el aire sería un acto final, la consagración de haber comprendido quien llevaba la plaga.

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Voy a destrozar cada vena en mi sistema para ver el arco iris desprenderse en su vuelo nocturno hacia aquella ciudad fantasma. Cuna del sueùo. Donde corren los amigos que ya partieron‌ A ningún sitio del cuerpo. Quietos los fantasmas se ven a los ojos. Como cada uno, uno tras otro abrazan constelaciones.

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Sigo observando los pasos mientras los reflectores comienzan su sinfonĂ­a de luces y el lobo, se apodera de todo lo que la noche encierra. Completamente perdido.

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En silencio, quemando todo lo que se te interpone. Quiero ser como vos. Hoy quiero quemarlo, desvanecerlo y amar asĂ­.

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Ofelia, hija Ăşnica del ardor de gala. Heredera del conocimiento y del zambullirse en luces. Como espejo... actĂşa como su madre. Eternos locos.

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Estos primeros 500 ejemplares se terminaron de imprimir en abril de 2010 en Villa MaipĂş, San MartĂ­n, Provincia de Buenos Aires Argentina.


El castigo de los malditos | Pol(a)nk

El castigo de los malditos LOS MALDITOS AÚN TIENEN SANGRE, ESCOGEN ENTRE SUS ARMAS TINTAS Y HOJAS, Y SE LANZAN A SUS PROYECTOS HACIENDO AVERGONZAR LA QUIETUD DE UN MUNDO DE POCAS PALABRAS, DE PALABRAS VACÍAS, DE POCO PARA DECIR. UN MUNDO SIN PROYECTOS PALABRAS CONTRA UN LIBRO Y SIN PROPONÉRSELO HA REALIZADO POESÍA. ENTRE LOS ESCOMBROS DE LA VERGÜENZA, LOS DEDOS ACUSADORES, LA INDIFERENCIA MODERNA Y LAS HUECAS RISAS BURLONAS APARECEN ESTAS HOJAS. HOJAS A LAS CUALES SU IMPULSOR NO DEBE NADA NI TENDRÁ QUE ACOMODAR SU VIDA, EN ÚLTIMA INSTANCIA SON SUS HOJAS CONSECUENTES CON ÉL MISMO POR SER PARTE DE SU VIDA. AÚN HAY CALOR, AÚN HAY GANAS, AÚN NO DA TODO LO MISMO. AÚN HAY LIBROS PARA COMPARTIR PASIONES… LIBROS QUE NO SE ESCRIBEN POR OBLIGACIÓN NI POR HACERSE UN LUGAR EN EL MISERABLE ESCENARIO DE LOS ARTISTAS. EN CADA RINCÓN ARDIENTE SE ENCUENTRA UN CORAZÓN A PUNTO DE EXPLOTAR.

Tren En Movimiento

Tren en movimiento

Y DE SANGRE PODRIDA. SIN TEMOR A EQUIVOCACIONES UNO DE ELLOS HA LANZADO

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El castigo de los

m alditos


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