De Negro

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jornadas de novela y cine negro

de negro

Biblioteca Casa de las Conchas 2007/2013


2007/ UNA APROXIMACIÓN A LA LITERATURA DE GENERO La biblioteca presenta unas jornadas de aproximación al género negro que buscan dar a conocer la historia, evolución y obras fundamentales de una narrativa que cada día gana nuevos adeptos. Las jornadas se distribuyen a lo largo de cuatro jueves consecutivos a partir del 15 de Febrero. La participación en todas ellas dará una visión de conjunto del desarrollo y transformación de esta narrativa y analizará los elementos básicos que la componen, pero cada sesión tratará un tema específico al que podemos acercarnos de forma independiente.

PROGRAMA: Jueves 15 de Febrero 1. LA NOVELA POLICIACA. Javier Sánchez Zapatero a. Antecedentes y orígenes literarios b. Causas sociales y culturales c. El texto fundacional: Los crímenes de la calle Morgue, de E.A. Poe d. La razón al servicio de la solución de la trama e. La edad de oro del detective clásico: el caso de Sherlock Holmes

Jueves 22 de Febrero 2. LA NOVELA NEGRA. Alex Martín Escribà a. Difusión popular b. Caos y crisis del racionalismo en el siglo XX c. La novela negra como reflejo de la crisis de valores d. Dos autores hard-boiled: Hammett y Chandler e. De ojo analítico al ojo crítico del detective

Jueves 1 de Marzo 3. LA ACTUALIDAD DEL GÉNERO NEGRO. Javier Sánchez Zapatero, Alex Martín Escribà y Antonio Marcos a. Novela negra, novela social b. Novela negra, novela política c. Novela negra, novela crítica d. La novela negra como best-seller e. Panorama de autores y corrientes actuales

Jueves 8 de Marzo 4. NOVELA NEGRA Y CINE. Antonio Marcos a. Estilo y formas expresivas del género negro b. Adaptaciones c. El papel de los escritores en Hollywood


Proyección de la película Perdición, de Billy Wilder Coordinación del ciclo: Javier Sánchez Zapatero Todas las sesiones contarán con la presencia de los tres participantes. Javier Sánchez Zapatero es investigador de la Universidad de Salamanca, institución en la que dirige el Congreso de Novela y Cine Negro. Colaborador habitual de diversos medios de comunicación como crítico literario y director de talleres de escritura de género negro, es co-autor de Manuscrito criminal. Reflexiones sobre novela y cine negro. Alex Martín Escribà es lector de catalán en la Universidad de Grenoble III. Sus líneas de investigación actuales se centran en la novela policíaca catalana, tema central de su obra Catalana i Criminal. Es co-director del Congreso de Novela y Cine Negro de la Universidad de Salamanca y co-autor de Manuscrito criminal. Reflexiones sobre novela y cine negro. Antonio Marcos Sánchez es periodista. Experto en cine, arte y literatura, ha trabajado en diversos medios de comunicación y organizaciones culturales, y ha sido responsable de los suplementos culturales de Tribuna de Salamanca “Batuecas” y “Culturas”.

CURSO DE LITERATURA NEGRA Organizadores: Javier Sánchez Zapatero, Àlex Martín Escribà y Antonio Marcos Sánchez

OBJETIVOS: · Conocer la historia, la evolución y los hitos fundamentales del género negro · Analizar y aplicar de forma práctica los resortes narrativos del género negro

PROCESO DE TRABAJO: · Cuatro sesiones diarias  3 sesiones teóricas de dos horas  1 sesión teórico-práctica de tres horas  visionado y comentario de una película de cine negro

PLANTEAMIENTO DE LAS SESIONES: · Explicación teórica de la historia y la evolución de la narrativa policiaca: El curso se plantea como un recorrido histórico por el género policiaco, comenzando por sus hitos fundacionales, continuando por su fase de desarrollo y su transformación en novela negra y finalizando con una visión de su panorama actual. · Estudio de los principales autores y obras del género Edgar Allan Poe,Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, Georges Simenon, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain, Patricia Highsmith, Thierry Jonquet, Manuel Vázquez Montalbá… · Análisis de relatos y novelas de género negro En las diferentes sesiones se analizarán diversos pasajes de obras qué permitan comprender por qué la escritura negra es una escritura “de género” y cuáles son los resortes empleados por los diferentes autores para crear intriga, suspense y misterio,


elementos básicos para este tipo de literatura. Al mismo tiempo, se repasarán algunos de los temas típicos, del género, como el “crimen perfecto” o el “misterio de la habitación cerrada”. · Estudio y análisis del cine negro El estudio de la novela negra va unido al del cine negro, pues los recursos utilizados en ambos medios de expresión son muy similares y, de hecho, muchos autores de novela negra fueron guionistas. El estilo del género, dialogado y objetivo, permitía además una fácil adaptación, como se puede mostrar a través del visionado de una película de cine negro.

PROGRAMA: 1. LA NOVELA POLICIACA a. Antecedentes y orígenes literarios b. Causas sociales y culturales c. El texto fundacional: Los crímenes de la calle Morgue, de E.A.Poe d. La razón al servicio de la solución de la trama e. La edad de oro del detective clásico: el caso de Sherlock Holmes 2. LA NOVELA NEGRA a. Difusión popular b. Caos y crisis del racionalismo en el siglo XX c. La novela negra como reflejo de la crisis de valores d. Dos autores hard-boiled: Hammett y Chandler e. Del ojo analítico al ojo crítico del detective 3. LA ACTUALIDAD DEL GÉNERO NEGRO a. Novela negra, novela social b. Novela negra, novela política c. Novela negra, novela crítica d. La novela negra como best-seller e. Panorama de autores y corrientes actuales 4. NOVELA NEGRA Y CINE a. Estilo y formas expresivas del género negro b. Adaptaciones c. El papel de los escritores en Hollywood

BIBLIOGRAFÍA · ARIAS, J.C. (2004), Confidencias de un detective privado, La Esfera de los libros, Madrid. · CHANDLER, R. (1996), El simple arte de matar, Universidad de León, León. · COLMEIRO, J. F. (1994), La novela policiaca española: teoría e historia crítica, Anthropos, Barcelona. · COMA, J. (1985), Diccionario de la novela negra norteamericana, Anagrama, Barcelona. · HIGHSMITH, P. (1994), Suspense, Anagrama, Barcelona. · MARTÍN ESCRIBÀ, A. y J. SÁNCHEZ ZAPATERO (eds.) (2006), Manuscrito criminal. Reflexiones sobre novela y cine negro, Cervantes, Salamanca. · NARCEJAC, T. (1975), Una máquina de leer: la novela policiaca, FCE, México. · RESINA, J. R. (1997), El cadáver en la cocina: la novela criminal en la cultura del desencanto, Anthropos, Barcelona. · SYMONS, J., Historia del relato policial (1982), Bruguera, Barcelona. · VÁZQUEZ DE PARGA, S. (1993), La novela policiaca en España, Ronsel, Barcelona.


· VVAA (1991), Antología del relato policial, Vicens Vives, Barcelona.

LECTURAS RECOMENDADAS Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Seis problemas para don Isidro Parodi James M. Cain, Pacto de sangre Andrea Camillieri, La excursión a Tindari Raymond Chandler, El largo adiós G. K. Chesterton, El candor del padre Brown Agatha Christie, El asesinato de Rogelio Ackroyd Wilkie Collins, La piedra lunar - Arthur Conan Doyle, El perro de los Baskerville Lindsey Davis, La plata de Britania Carter Dickson, Los crímenes de la viuda roja James Ellroy, L.A. Confidential William Faulkner, Gambito de caballo Jaume Fuster, El procedimiento Mempo Giardinelli, Luna caliente Francisco González Ledesma, Las calles de nuestros padres Alicia Giménez Bartlett, Ritos de muerte James Hadley Chase, El caso de la chica vacilante - Dashiell Hammett, Cosecha roja Patricia Highsmith, Extraños en un tren Chester Himes, Por amor a Imabelle Maurice Leblanc, Arsenio Lupin, caballero ladrón Donna Leon, Muerte en la Fenice Gaston Lerroux, El misterio del cuarto amarillo Juan Madrid, Un beso de amigo Henning Mankell, La falsa pista Petros Markaris, Suicidio perfecto Juan Marsé, Ronda del Guinardó Andreu Martín, Prótesis Jorge Martínez Reverte, Gálvez en Euskadi Horace McCoy, ¿Acaso no matan a los caballos? Ross McDonald, El martillo azul Eduardo Mendoza, El misterio de la cripta embrujada Antonio Muñoz Molina, Plenilunio Leonardo Padura, Las cuatro estaciones Manuel de Pedrolo, El inspector llega tarde Edgar Allan Poe, Los crímenes de la calle Morgue Mariano Sánchez Soler, Lejos de Orán Giorgio Scerbanenco, Venus privada Leonardo Sciascia, El contexto Georges Simenon, Maigret y el cliente del sábado Maj Sjowall y Per Wahloo, El alegre policía Lorenzo Silva, El alquimista impaciente Mickey Spillane, Red siniestra Paco Ignacio Taibo II, Días de combate - Jim Thompson, 1280 almas S.S. Van Dine, El caso del canario asesinado - Manuel Vázquez Montalbán, Los mares del sur Marco Vichy, El comisario Bordelli Boris Vian, Con las mujeres no hay manera -


2008/ PERSONAJES CLÁSICOS DEL GÉNERO: DETECTIVES, CRIMINALES Y MUJERES FATALES Javier Sánchez Zapatero, Àlex Martín Escribà y Antonio Marcos Sánchez Biblioteca Pública Casa de las Conchas 7 de febrero EL DETECTIVE · Los investigadores clásicos al servicio de la razón · El modelo hard-boiled en un mundo en crisis · Los detectives duros y el límite del bien y el mal · Policías e investigadores al servicio de la ley 14 de febrero EL CRIMINAL · Los ladrones de guante blanco y su aprobación popular · Los violentos años 20: el crimen al poder · Desencanto y novela negra: investigar para nada · Asesinos en serie: la pesadilla de la sociedad 21 de febrero LA MUJER FATAL · Mujeres y novela negra, una relación conflictiva · De ángel del hogar a viuda negra · El estereotipo de la femme fatale · Mujeres detectives 28 de febrero EL CINE Y LOS PERSONAJES DEL GÉNERO NEGRO · Proyección: El halcón maltés (John Houston, 1941) · Coloquio con el público

BIBLIOGRAFÍA TEÓRICA          

ARIAS, J.C. (2004), Confidencias de un detective privado, La Esfera de los libros, Madrid. CHANDLER, R. (1996), El simple arte de matar, Universidad de León, León. COLMEIRO, J. F. (1994), La novela policiaca española: teoría e historia crítica, Anthropos, Barcelona. COMA, J. (1985), Diccionario de la novela negra norteamericana, Anagrama, Barcelona. HIGHSMITH, P. (1994), Suspense, Anagrama, Barcelona. NARCEJAC, T. (1975), Una máquina de leer: la novela policiaca, FCE, México. RESINA, J. R. (1997), El cadáver en la cocina: la novela criminal en la cultura del desencanto, Anthropos, Barcelona. SYMONS, J., Historia del relato policial (1982), Bruguera, Barcelona. VÁZQUEZ DE PARGA, S. (1993), La novela policiaca en España, Ronsel, Barcelona. VVAA (1991), Antología del relato policial, Vicens Vives, Barcelona.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA


INVESTIGADORES, DETECTIVES Y POLICÍAS Edgar Allan Poe, Los crímenes de la calle Morgue Gaston Leroux, El misterio del cuarto amarillo Arthur Conan Doyle, Estudio en Escarlata Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express. G. K. Chesterton, El candor del padre Brown W. Wilkie Collins, La piedra lunar Dashiell Hammett, Cosecha roja Raymond Chandler, El largo adiós Ross McDonald, El martillo azul Chester Himes, Por amor a Imabelle Georges Simenon, El caso Saint-Fiacre Rafael Tasis, La Bíblia valenciana Manuel de Pedrolo, El inspector llega tarde Jaume Fuster, El procedimiento Manuel Vázquez Montalbán, Los mares del sur Juan Madrid, Un beso de amigo Francisco González Ledesma, Las calles de nuestros padres Mariano Sánchez Soler, Lejos de Orán Paco Ignacio Taibo II, Días de combate Leonardo Padura, La neblina del ayer Andrea Camillieri, La excursión a Tindari Ken Bruen, Maderos Lorenzo Silva, El alquimista impaciente Guillermo Martínez, Los crímenes de Oxford DELICUENTES Y CRIMINALES Eugène François Vidocq, Los verdaderos misterios de París. Maurice Leblanc, Arsenio Lupin, caballero ladrón Pierre Souvestre y Marcel Allain, Fantomas Ponson du Terrail, Aventuras de Rocambole Horace Mc Coy, ¿Acaso no matan a los caballos? Jim Thompson, El asesino dentro de mí Truman Capote, A Ssangre fría Patricia Highsmith, El talento de Mr. Ripley Manuel Vázquez Montalbán, El estrangulador Andreu Martín, Prótesis Carlos Balmaceda, Manual del caníbal Alicia Giménez Bartlett, Serpientes en el paraíso Henning Mankell, La falsa pista Thomas Harris, El silencio de los corderos FEMME FATALE Dashiell Hammett, El halcón maltés Raymond Chandler, El sueño eterno James M. Cain, El cartero siempre llama dos veces James M. Cain, Pacto de sangre Mempo Giardinelli, Luna caliente J. Patterson, Luna de miel James Ellroy, L. A. Confidential Charlotte Carter, El dulce veneno del jazz


¿SABES CONTESTAR A ESTAS PREGUNTAS? ¿Cuál es el detective más elemental? ¿Por qué el asesinato huele a madreselva? ¿Quién es “el caníbal? ¿Cuál es el plato preferido de Pepe Carvalho? ¿Quién vive en Baker Street? ¿Quién es el ladrón de guante blanco más famoso de todos los tiempos¿ ¿Por qué todos huían del perro de los Baskerville? ¿Qué sucedió en Holcomb? ¿Cuál fue la cosecha más criminal? ¿Qué ocurrió en la calle Morgue? ¿Por qué el asesino siempre es el mayordomo? ¿Quién mató a cinco mujeres en siete semanas? ¿Quién decía Quid pro quo? ¿Quién es la inspectora más delicada? ¿Sabías cuál es el primer detective español? ¿Por qué las apariencias engañan? ¿Existe el crimen perfecto? ¿Quién tiene una llave de cristal? ¿Quién es la escritora más famosa de novelas policíacas? ¿Cuál es el material con el que están hechos los sueños? ¿Cuál es el tren más criminal? ¿Sabías que Mario Conde es detective? ¿Qué investigador tocaba el violín? ¿Qué detective cultivaba orquídeas? ¿A quién hizo rico la Ley Seca? ¿Qué delincuente estaba al rojo vivo? ¿Quiénes son las damas del crimen? ¿Cuántas veces llama el cartero? ¿Sabes dónde está Poisonville? ¿Qué detective pone a funcionar a sus pequeñas células grises? ¿Quién es el asesino de Whitechapel? ¿Sabías que Alfredo Landa fue detective… y de los duros? ¿Qué sucedió en el cuarto amarillo? ¿Qué famoso detective vive en Venecia? ¿Quién trabajaba en la brigada central?


2009/ AUTORES DE GÉNERO Javier Sánchez Zapatero, Antonio Marcos Sánchez y Àlex Martín Escribà Biblioteca Pública Casa de las Conchas Después de las ediciones de 2007 y 2008, en las que se repasaron las principales corrientes del género negro y se analizaron sus más emblemáticos personajes, la edición de “De Negro” de este año se plantea como un acercamiento a la obra de tres de sus más representativos autores. Henning Mankell, uno de los “superventas” del momento, mundialmente conocido por la saga de novelas protagonizada por el inspector Wallander, inaugurará el ciclo, en el que también habrá cabida para Jim Thompson y Dashiell Hammett, dos escritores que configuraron con su producción el género negro. Mientras que el segundo, autor de obras como Cosecha roja o El halcón maltés, es habitualmente considerado uno de los “padre de la novela negra”, el primero es un escritor iconoclasta cuya aureola de maldito no ha de esconder el indudable atractivo de su obra. Las sesiones se complementarán con el visionado de la película La vida privada de Sherlock Holmes, con la que se ahondará en la figura del clásico detective y de su autor, Arthur Conan Doyle. 19 de febrero HENNING MANKELL, UN CLÁSICO CONTEMPORÁNEO · Novela negra nórdica: bienestar y desencanto · La globalización del crimen · Kurt Wallander, un policía al margen de todo Bibliografía de referencia: Asesinos sin rostro, La falsa pista, El chino… 26 de febrero JIM THOMPSON, UN CLÁSICO MALDITO · Cuando nadie es inocente · El reflejo de la mente asesina · Ecos e influencias: la larga sombra de Thompsom Bibliografía de referencia: 1280 almas, El asesino dentro de mí, Al sur del paraíso… 5 de marzo DASHIELL HAMMETT, UN CLÁSICO HARD-BOILED · El nacimiento de la novela negra · Los violentos años 20 · Sam Spade y el agente de la Continental, dos modelos de detective Bibliografía de referencia: El halcón maltés, Cosecha roja, La llave de cristal… 12 de marzo de 2009 ARTHUR CONAN DOYLE, UN CLÁSICO POLICIACO · Proyección: La vida privada de Sherlock Holmes (Billy Wilder, 1970) · Coloquio con el público


2010/ LA NOVELA NEGRA EN ESPAÑA Javier Sánchez Zapatero, Antonio Marcos Sánchez y Àlex Martín Escribà Biblioteca Pública Casa de las Conchas Después de las ediciones de 2007, 2008 y 2009, en las que se repasaron las principales corrientes del género negro y se analizaron sus más emblemáticos personajes y autores, la edición de “De Negro” de este año se plantea como un acercamiento a la novela negra de la literatura española. En las tres primeras sesiones del ciclo se desgranará la evolución del género en España. Así, la primera de las conferencias se ocupará del nacimiento y desarrollo de las primeras muestras policiacas en la literatura española, remontándose a los antecedentes del siglo XIX, analizando la influencia que tuvieron en España grandes personajes como Sherlock Holmes y analizando el desarrollo del género durante la dictadura. En la segunda de las sesiones, el tema fundamental será la situación del género en la época de la Transición, cuando un grupo de autores capitaneado por Manuel Vázquez Montalbán, Juan Madrid o Andreu Martín dio nuevos bríos a la novela negra compuesta en español, que multiplicó sus ediciones y lectores y comenzó a estar caracterizada por su carácter político y crítico. La tercera de las conferencias tratará sobre la actual situación del género en nuestro país, analizando la obra de los más destacados autores y estudiando el impacto de la novela negra en festivales, premios literarios y medios de comunicación. Las sesiones se complementarán con el visionado de la película El cebo, muestra de cine negro español de 1958 dirigida por Ladislao Vajda. 18 de febrero LA NOVELA NEGRA EN ESPAÑA: MUERTOS QUE NO HABLAN ESPAÑOL · El nacimiento de un género · Escribir en dictadura · La novela popular: pseudónimos con ecos extranjeros · Novela urbana vs. novela rural 25 de febrero LA NOVELA NEGRA EN ESPAÑA: DESENCANTO PINTADO DE NEGRO · Escribir en libertad · El boom del género negro: colecciones y revistas · Desencanto y gastronomía · El eje Barcelona-Madrid 4 de marzo LA NOVELA NEGRA EN ESPAÑA: NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS VOCES · El éxito de la novela negra · Investigadores, policías y detectives privados · Nuevos autores · Festivales y premios literarios 11 de marzo El cebo: una película de culto del cine negro español · Proyección: El cebo (Ladislao Vadja, 1958) · Coloquio con el público


El grupo de Taller de Escritura de la Biblioteca Casa de las Conchas, taller impartido por Raúl Vacas, expusieron en la biblioteca “SUS TEXTOS NEGROS”

Antídotos Autor: Juana Ciudad Pizarro El perro de un ciego que pasea por los alrededores de la Cueva de Salamanca descubre el cuerpo sin vida de un hombre que al parecer lleva varios días muerto. La policía está investigando si se trata de un asesinato. Esto es todo para empezar. Y ahora tú has de resolver, el caso, recreando la historia completa. Y desde ahora recuerda que sólo estoy obligado a contestar con un sí o un no, aunque suelo ser un poco más generoso. Te toca. —¿Hay signos de violencia en el cadáver? —No. —¿Ni un golpe? —Nada. —¿Le han llevado allí muerto? —No. Según la policía ha llegado por su propio pie. —¿Un infarto? —Me gustaría decir: por supuesto que no. Esto es un juego, pero un juego serio. Has malgastado una pregunta. Pero tengo que decir un no algo menos rotundo. —Con esa respuesta, que no ha sido ni sí ni no, no sé si me aclaras algo, o me confundes aún más obligándome a hacer otra pregunta. ¿Quieres decir que ha muerto de una enfermedad, digamos, parecida al infarto, o de otra cosa totalmente diferente pero que de todas formas hay un infarto de por medio. —Esta pregunta no es del todo aceptable, porque son casi dos preguntas. —Tampoco tu respuesta era muy ortodoxa que digamos. —Vale. Te respondo: lo segundo. —Gracias. El caso es que me temo que yo debo tirar por el camino de que no es un infarto, aunque sin olvidarme de ese detalle. Si la policía tiene indicios de asesinato, pero no hay signos de violencia en el cadáver, no se me ocurre otra cosa: ¿envenenado? —Sí. —Ya entiendo. ¿Le ha envenenado uno que se decía su amigo o cómplice? —Sí.


—Y tiene que haber un móvil. Empecemos por lo más sencillo. ¿Dinero? —Sí. —¿Le falta la cartera al muerto? —No. —Una pregunta mal formulada. Malgastaré otra ¿Lleva encima todo su dinero? —Sí. —Uy, ese sí. ¿Mucho dinero? —Sí. —O sea que si le han matado no ha sido para robarle. Y conste que esto no es una pregunta. Estoy pensando en voz alta. —Bravo, bravísimo. —Pero ¿ha habido un robo? —Sí. —El amigo, o el cómplice del muerto y él mismo habían cometido un robo. Pongamos que han robado un banco. El acuerdo es que uno de ellos, el muerto, claro, debe guardar el dinero robado en la Cueva de Salamanca. Me parece un buen sitio, no sé por qué. Tal vez porque quién iba a ir ahí para una cosa que no sea turbia. Sigo. Más tarde irían a buscar el dinero escondido. Mientras, el otro se desharía de las armas. Digamos que se habían repartido el trabajo y, además, son de la opinión de que deben permanecer separados al menos unos días. Pero algo sucede en la cueva. Puede ser que el amigo no haya cumplido su parte del plan y haya ido a asesinarle. Pero no, claro, si hemos quedado que ha muerto por el efecto del veneno. Entonces… Ya sé, algo le retrasa y hace que el veneno le haga efecto antes de haber escondido el dinero. — Vas muy pero que muy bien. Sí, señor. —Pero me falta algo. Algo importante. Claro, el cadáver está en descomposición, luego el hombre no acaba de morir. Y sin embargo, el cómplice no ha ido a buscar el dinero. ¿Ha muerto también el cómplice? —Sí. Muy hábil. Déjame felicitarte. —¿Muere también envenenado? —Sí. —¿Con el mismo veneno? —No. —¿Su cómplice le ha envenenado? —No —¿Hay alguien más implicado? —No


—Luego se ha tomado él mismo el veneno. Entonces tiene que haber una explicación. Se toma el veneno, pero cree que no va a morir ¿Dispone de un antídoto? —No —Pero lo espera. ¿Espera ese antídoto? —Sí. —Déjame pensar. —Pues, claro. —Ah, ya sé. Han acordado tomar venenos distintos e intercambiarse los antídotos, así los dos se aseguran de que el otro no va a quedarse con todo el dinero. Pero algo falla. —Chico, me estás dejando de piedra. Hoy estás sobrado —¿Qué falla? Y esto todavía no es una pregunta. Conste en acta. —Más te vale, a partir de ahora deberás dosificarlas, pues si no he contado mal, sólo te quedan dos preguntas. —En esa cueva ¿no dicen que se enseñaba y practicaba la brujería y otras ciencias ocultas? Pues bien, me voy a arriesgar. Esto de estudiar psicología ha de servirme para algo, ¿no te parece? El hombre, aunque es atracador de bancos, o precisamente por eso, es muy supersticioso y hasta temeroso de Dios. De esos que el día que van a actuar se ponen algo amarillo o llevan una estampita de alguna virgen o del santo del que son más devotos. Por supuesto, él no quería ir a la cueva, por puro miedo — recuerda que dicen que por allí rodaba en tiempos el mismo demonio— y por temor a represalias en el más allá, pero lo echan a suertes y le toca a él. —¿Se encuentra con alguien en la cueva? —Sí. —Pues como su compañero no es, forzosamente ha de ser un desconocido. Claro, ahora lo veo. Como va temblando y mirando a todos lados —porque por supuesto es de noche y bien seguro noche sin luna—, de repente ve una sombra sobre la pared de la cueva. La imagen lleva la mano alzada y blande algo. ¿Un arma? Cree ver una guadaña porque su miedo le hace pensar que tiene ante sus ojos a la misma muerte. En realidad es la sombra de un mendigo que dormía en la cueva y al despertarse ha salido despavorido blandiendo su bastón. Tal vez sea un huido de la justicia que teme que le devuelvan al penal, pero eso poco nos importa ahora. —Desde luego me asombra tu imaginación. Eres increíble. Pero sigue, que te veo muy concentrado. Si no recuerdo mal, en la resolución de estos enigmas importa que se resuelva lo que se tiene que resolver, pero no se dice nada de que se le eche más literatura de la necesaria, o sea que no te cortes.


—El caso es que al recién llegado aquella visión le provoca un susto de muerte. Un susto de muerte. Claro, ya lo tengo. Entra en escena el infarto. Por fin. Pero claro, no muere de infarto, o sea que se desploma. No me parece que se hubiera calculado el efecto tan rápido del veneno. Déjame pensar. —Lo que quieras. —Al desplomarse cae sobre una especie de gruta, por eso no encuentran su cuerpo hasta varios días más tarde, pues la cueva, como todos saben, está cerrada desde los tiempos de los Reyes Católicos. Claro. Además, es verdad que la cueva estaba llena de grutas. Entonces el veneno cumple su efecto y el hombre muere. Envenenado. Luego no ha habido asesinato, sólo robo, aunque el veneno hizo pensar a la policía que había un asesinato. —Te felicito, lo has conseguido. Y aún te ha sobrado una de las 20 preguntas estipuladas, aunque menuda literatura le has echado esta vez. En fin, pago yo.

Asesinato será Autor: Dolores Marcos Era antes de medianoche, noche de agosto, calurosa y serena, una mujer, entre sombras, por la cueva se pasea, esa hora en que los hombres fantasmas le parecieran. Camina sola, a paso lento, su mirada, pasea por las piedras. Se dirige hacia la torre sube dos a dos las escaleras. Arriba le espera su amado, su amor prohibido de quinceañera. Es un hombre casado y a escondidas han de verse, el corazón se acelera, toda su sangre hierve. II Alcanza por fin la torre y un grito desgarrador quiebra el silencio en la noche. Su amado, yace en el suelo, su aliento desaparece, el aire de esa noche huele a jazmines,


y a muerte. Nerviosa, la joven, avisa a la autoridad y prestos llegan policías y forense, al citado lugar. III Buscan un pulso, un latido, pero horas hace ya que el amado es difunto y el hedor que les envuelve no les deja respirar. Escudriñan en el cuerpo buscando una atrocidad, más, no la encuentran, el hombre llegó hasta allí por su propio caminar. No hay signo de robo alguno su cartera, aún está, y su reloj y su anillo. Más, al pronto, un trozo de tela negra entre sus uñas asoma, yel forense dictamina: a este hombre le mataron, asesinato será.

El crimen de dos delincuentes Autor: David Álvarez Sánchez Hugo y Héctor dos amigos necesita 2000 mil euros para un arreglo para arreglar un equipo de música como no tienen dinero se le ocurre una idea ir al banco para robar el dinero. A La mañana siguiente Hugo y Héctor se despiden de sus parejas y van al banco , cuando llegan al banco se encuentran con otro compinche que les van ayudar con el robo. Entra en el banco y Hugo y Héctor y comienza a disparar para conseguir los 2000 mil euros, como no lo consiguen cogen como rehén a una clienta del banco para conseguir los dineros , una chica que esta presenciando el atraco llama a policía. Al cabo de un rato viene la policía y les dicen que salgan con las manos, no salen empiezan hacer un trato con la policía para conseguir los 2000 euros , entonces la policía comienza a disparar y Hugo y Héctor mueren en el acto el otro compinche consigue huir. Ha pasado tiempo y la policía esta buscando al otro compinche que era cómplice con ellos .


Daniel el otro compinche se mete a robar en una joyería , antes de que pueda entrar a robar por ese entra la policía y ven como Daniel amenaza para robar entonces entra la policía y comienza a disparar para que deje de robar , Daniel comienza a despistar a la policía la policía que lo sigue le dice que se pare entonces como no lo consigue que deje de correr le disparan y Daniel muere en el acto.

Doña Consuelo y el Capellán, o el último día Autor: Manuel Holgado A lo largo de mi vida ya he escrito de todo, desde novelas experimentales en varios tomos hasta microrrelatos radicales —¿quién no recuerda "¡Eh!"?—, pasando por cantares de gesta en lenguas muertas, prospectos farmacéuticos, guiones para conversaciones con contestadores, óperas mudas en dieciocho actos, declaraciones bajo tortura, discursos para Fidel Castro, poemas de amor —nadie es perfecto—, recetas de cocina, letreros de señalización en autopistas, instrucciones para montar estanterías, cuentos y cuentas de ultramarinos, etc. etc... Con decirles que en las bibliotecas importantes tengo una sección para mí solo… ¿Qué me falta por escribir?, me pregunté ayer, tras entregar el "Listín telefónico de móviles en Tokio" a la editorial. La respuesta me llegó como un fogonazo: ¡Una autobiografía! No es porque fuera mía, o quizá sí, pero la idea me pareció genial. Y debí haberme puesto inmediatamente manos a la obra. Hoy seguro que iría ya por el tercer o cuarto capítulo, cuando doña Consuelo, mi maestra de parvulitos, nos ponía a cantar el "Cara al sol" mientras ella escribía cartas de amor a don Secundino, capellán castrense en Sidi Ifni. Pero no lo hice. Mi reconocido afán perfeccionista me llevó al Diccionario de la Real Academia en busca del Pasado. Si he de escribir sobre él, pensé con demasiada ligereza, tendré que documentarme. Busqué "Pasado": Tiempo que pasó. Cosas que sucedieron en él. Bien, me dije, no estaba equivocado. Pero me pareció poco, y busqué "Pretérito". Craso error (por cierto, no dejen de consultar el maravilloso ensayo que escribí sobre el tema: "Pirro y Craso, un análisis estructuralista de por qué, llamándose así, tenía que pasarles lo que les pasó"). Sólo tuve que echarle una ojeada a lo que ponía bajo "pretérito", y sentí una casi irresistible tentación de volver sin más al pasado. Pero la cobardía a la hora de encarar proyectos no va conmigo, así que cerré los ojos, me dije que alguno de esos pretéritos tenía que ser el mío, y empecé a leer en busca de algo que se adaptara a la vida que yo quería escribir: El imperfecto, ni hablar, por descontado; el indefinido me pareció poco concreto, y el perfecto


demasiado simple, a no ser que me decidiera por el perfecto compuesto, cosa impensable porque no pensaba compartir mi pasado con nadie. Quedaba el pluscuamperfecto. El término era atractivo, pero me dio un pequeño mareo al intentar entenderlo: ¿tenía que esperar a morirme para poder escribir mi biografía pluscuampefecta? Estupefacto, me fui a dormir. Esta mañana me desperté con las ideas más claras: Al ver que el pasado se me escurría entre los dedos, me decidí por algo más sencillo: el futuro. Ahí no habrá problemas: Voy a escribir la primera preautobiografía en futuro poco contingente. Mis Prememorias. Y me pongo a ello de inmediato. Mañana pensaba salir de casa, dar una vuelta por los alrededores, ir hasta el parque, sentarme en un banco, observar a las palomas y a las niñeras y conseguir así valiosas ideas para tres cuentos, una novela y varios sonetos. Pero no lo haré. Mañana me quedaré en casa sin saber exactamente por qué, hasta que oiga sonar el telefonillo. “Ah, era por esto”, pensaré. Me gustan las sorpresas cara a cara, así que abriré el portal sin preguntar, y me lavaré los dientes tranquilamente, a la espera de que suene el timbre. La inesperada visita llamará con los nudillos, algo que tendría que hacerme sospechar, por lo que tiene de calentamiento, pero ensimismado todavía por la blancura radiante de mis incisivos, caninos y demás, y el vacío cósmico de sus intersticios, abriré la puerta con total despreocupación. El primer puñetazo estallará contra mi nariz, rompiendo varias venillas, y me tirará sobre la bicicleta que tengo aparcada en el recibidor —y que no uso, porque se le caen los pedales—. Con el manillar clavado entre las costillas sexta y séptima, y hecho un lío con los cables del freno trasero y del cambio, cerraré los ojos a lo inevitable, a saber: Diversas patadas repartidas por mi anatomía de manera bastante homogénea, y algunos puñetazos, preferentemente en la cara, que me sacudirán, por riguroso turno —lo notaré porque uno de ellos lleva un anillo que no se me va a olvidar—, los dos gorilas que me van a visitar. Texto completo en: http://elviajedeida.blogspot.com/

¿Son afrodisíacas las fresas? Autor: Manuel Holgado Pedrito Bertrán salió cansado de su adosado ocre claro. Se dio la vuelta y cerró la puerta con llave. Bajó despacio las escaleras hasta la acera. Atardecía y el sol otoñal apenas calentaba, pero el puesto de helados brillaba al otro lado de la calle vacía. Un coche desaparecía a lo lejos en silencio. El heladero estaba sentado leyendo un periódico. Pedrito se acercó sin prisas. Cuando su larga sombra interrumpió la


blancura del puesto, el otro levantó su cabeza casi calva. Sonrió, dobló el periódico y se incorporó. —Buenas tardes —dijo. —¿Tiene helados? —¿De qué lo quiere? —¿Cuál es el más blanco? —El de nata. —Déme uno bien grande. —El más grande. Enjuagó la cuchara de media luna. La metió en la cubeta que acababa de destapar y se inclinó sobre ella para sacar una hermosa bola de blanquísima nata. —¿Lo quiere con algo más? —preguntó el heladero, concentrado en el cucurucho. Levantó la cabeza en busca de respuesta pero se encontró con la boca negra del cilindro inmenso de un silenciador apuntándole a la cara. —Con fresas rojas —contestó Pedro, y apretó el gatillo. Los restos del heladero se derrumbaron sobre el puesto, tiñéndolo de nata y sangre. Pedro bajó la Smith-Wesson 310 y siguió disparando a escasos centímetros de la cabeza inmóvil. —Con muchas fresas rojas. Cuando se le acabaron las balas, devolvió el salpicado revólver al bolsillo de la chaqueta. Del otro sacó un informe gorro de tela blanca en el que sangre reciente apenas dejaba leer “Heladero”, y lo tiró sobre los sesos que se desparramaban por el puesto. —No deberías vender helados en noviembre —dijo—, ni dejarte el carné entre las piernas de mi mujer.

Ego miser et peccator Autor: Annie Altamirano

Oyó al de seguridad cerrar una a una las salas. El sonido del metal al girar las llaves en las antiguas cerraduras retumbó en el silencio del claustro, también la voz en el walkie talkie dando parte y los pasos alejándose rumbo al portal de entrada. Le dio un sorbo a la petaca de cognac y se incorporó lentamente. No había sido difícil colarse con un grupo de turistas de Huelva, sólo se había cuidado bien de no socializar

demasiado con ninguno para pasar


desapercibido. Mientras todos estaban en el Paraninfo escuchando el relato de cómo Don Miguel de Unamuno se había enfrentado al general Millán Astray se escabulló hacia el patio. Era casi la hora de cierre y los obreros que estaban trabajando en las obras de limpieza y restauración ya se habían marchado por que pudo trepar por el andamiaje hasta el tejado sin mayor problema. Buscó un lugar adecuado, sacó los guantes y el gorro de lana de la mochila y se sentó a esperar que se hiciera de noche. Cuando se apagó la última luz en el claustro bajó. Se deslizó hasta la primera planta, fue directamente a la enorme puerta de madera maciza y la abrió sin dificultad lo mismo que la de cristal que había detrás. El inhibidor electrónico de alarmas hizo el resto. Cerró las puertas con sumo cuidado y encendió la linterna. Sabía que lo que buscaba estaba justamente frente a él pero se permitió recorrer la biblioteca con la vista unos minutos: las librerías que cubrían las paredes, los cuatro globos terráqueos, las estatuas de las esquinas, las diminutas escalerillas de caracol forradas de libros que llevaban al nivel superior, las vitrinas con fotos y el famoso preservativo hallado en un libro del siglo XVI. `¡Qué maravilla!’ se dijo y se dirigió a la puerta que tenía enfrente, la abrió y contempló extasiado la sala de los manuscritos. ¡Qué privilegio! Muy pocos tenían acceso a ella, ni los catedráticos, sólo personal autorizado. Y ahí estaba, el manuscrito mas antiguo, contemporáneo del Cantar del Mío Cid: el Liber Canticorum et horarum, copiado por Cristóforo en 1059, el libro de oración de la reina Doña Urraca. `Ecce nunc benedicite Dominum omnes’, recitó de memoria. Tomó la caja casi con reverencia. El coleccionista le había asegurado una fortuna por él, la mitad ya estaba en una cuenta secreta en las islas Seychelles. Era su último trabajo, ya podría retirarse. Había acumulado lo suficiente para asegurarse y asegurarle a su hija una vida sin preocupaciones. La niña podría estudiar arte en las mejores escuelas del mundo, tenía el don, ahora también tendría los medios. Nunca dependería de marchantes o mecenas. Lo único que lamentaba era que no volvería a ver esos sitios invisibles al gran público: los


Archivos Vaticanos, la universidad de Leipzig. El Papiro Ebers había sido uno de sus primeros golpes, luego vinieron más, pero sin duda el más arriesgado fue el de las actas del juicio a Galileo. Todavía lo estaban buscando. Dio unos pasos hacia la salida. De pronto un frío intenso le cortó la respiración. Instintivamente se llevó las manos a la garganta para liberarse de la garra helada que lo ahogaba. La caja y la linterna cayeron al piso. Sintió que se desmayaba. De pronto todo fue oscuridad. `Por aquí doctora. Cuidado la cabeza que el dintel es muy bajo’ `Me encantaría quedarme encerrada aquí’, dijo la forense extasiada mirando a su alrededor. `¿Está segura de lo que pide´’, preguntó el director con una sonrisa divertida. `Bueno, al menos un par de días. Pero ¿por qué me lo pregunta? ¿Es que acaso tienen un fantasma? ’ `En estos sitios nunca se sabe’, dije Eduardo riéndose. Se dirigieron a la sala de los manuscritos. Eduardo sacó la llave de su bolsillo y abrió. `Así lo encontramos esta mañana. Lo extraño es que ninguna puerta fue forzada, todas están perfectamente cerradas como las dejamos anoche. ’ En el medio de la sala yacía el cuerpo de un hombre boca arriba, sujetándose la garganta con las dos manos y el rostro desfigurado en una mueca de espanto. La mujer se inclinó sobre el cadáver e hizo una primera inspección. `Es curioso. A primera vista todo parece indicar que fue estrangulado, pero evidentemente tengo que hacer una autopsia en toda regla. ¿Falta algo? ’ `Nada, está todo en su sitio. Ya verificamos. ’ `Bueno, manos a la obra. Vamos a ver qué encontramos. Tendría que haber habido alguien mas aquí o … ¿Habrá sido el fantasma’

El Picador Autor: Manuel Holgado José Delcampo, picador de toros recién retirado, giró a la izquierda al llegar al cruce de Castillejo de Martín Viejo y enfiló la N-324 hacia Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca. Miró el reloj del salpicadero: las doce menos veinte. Diez minutos para recorrer los quince kilómetros que había hasta su destino y otros diez para callejear y aparcar. Tenía tiempo de sobra, así que sin forzar su BMW dejó que fuera acelerando prácticamente solo y condujo relajado mientras escuchaba en Radio Nacional cómo preparaban en Alicante las hogueras para celebrar la noche de San Juan. Hacia la mitad del trayecto, en la larga recta al oeste del Pinar de la Cruz, le sorprendió ver una figura que parecía hacerle señales para que se detuviera. Aminoró


la velocidad por si era alguno de los muchos conocidos de la zona. A trescientos metros la figura le era familiar, y en cuanto se acercó algo más ya no tuvo dudas. Detuvo el BMW en el arcén y sacó la cabeza por la ventanilla. —¡Pero bueno! ¿Qué haces tú aquí? —Esperarte, picador. Sígueme hacia el pinar, que te tengo preparado el regalo de jubilación de tu mejor cuadrilla. —No jodas. ¿Estáis locos? Sube, no vas a ir caminando con este sol. —¡No creerías que íbamos a dejar que te fueras así, de cualquier manera! Estas cosas siempre se celebran, hombre. Métete un poco en el pinar y dejas el coche a la sombra. —¿Pero cómo se te ha ocurrido venir hasta el Pinar? —¿Ya te falla la memoria? ¿No te acuerdas de cual era nuestra plaza favorita cuando éramos unos críos? —¡El claro del centro! ¿Sigue igual? Habré pasado miles de veces por esa carretera, pero ni se me ha ocurrido volver ahí. —Porque eres poco sentimental, por eso eres tan buen picador. Sí, nuestra plaza sigue ahí, donde siempre y como siempre. Siguieron a pie, avanzando hacia el centro por un sendero que árboles y arbustos iban estrechando conforme avanzaban. —Si me hubieras avisado, habría traído un calzado más adecuado. —Si te hubiera avisado, no habría sido una sorpresa. No seas quejica, que ya llegamos. Por cierto, ¿qué tal tu chica? Estará feliz, ahora que ha conseguido que por fin dejes el ruedo. —Pues sí, ella está feliz por los dos. Me ha dado más guerra estos años que su madre cuando vivía. Se ha quedado en la finca, planificando mi vida. Lo que tenía que hacer era dejarme en paz y darme unos nietos, pero no la veo yo por la labor. ¿Y los tuyos, qué tal? —Ahí andan, más economistas que ganaderos, pero hacen su trabajo. —Tú los educaste bien. No es corriente que los hijos sigan con el negocio del padre, y además haciéndolo cojonudamente. —Bueno, también hubo suerte. A lo mejor, tener que retirarme tan pronto no fue tan negativo como parecía. —Nunca se sabe —añadió Pepe, pero se arrepintió enseguida, al ver que su acompañante, que caminaba dos pasos por delante, hizo ademán de detenerse. Pero en vez de hacerlo, continuó más deprisa y en silencio. Unos minutos después, llegaron al final del camino. —Ahí lo tienes, José. El mejor regalo para el mejor picador de las últimas décadas.


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¿Por qué se fue Juan? Autor: José-Luis Ramos Martín Pseudónimo: Virgilio

Nada más entrar en casa observa que Marta, su mujer, está viendo una película en la televisión. Sin hacer apenas ruido, pasa a la cocina y se prepara un café. Después se sienta a su lado. A los pocos minutos, durante la publicidad y como por decir algo, pregunta a Marta mientras toma un sorbo de café: —Marta, ¿Serías capaz de mentir para protegerme de un crimen? Marta suspira profundamente y, mirando de hito en hito a su marido con indiferencia, responde: —¿Cometer tú un crimen? ¡Que disparate! ¿Qué tripa se te ha roto? Tú no eres capaz de matar. Bueno, por no matar, no matas ni el tiempo… ¿De dónde has sacado esa estupidez? Juan baja los ojos a las rayas del pantalón, deja la taza en la mesita de centro y vuelve a preguntar. -¿Serías capaz? — breve pausa —. Necesito saberlo. Es ahora, tras la insistencia de su marido, cuando Marta, fuera de sí, exclama. — ¿Qué te han dado a ti? ¿O es que pretendes sacarme de quicio? Juan, ahora muy serio, se pone en pie e insiste: —Verás, Marta, necesito saber si estarías dispuesta a jurar —ya te contaré los detalles—, que ayer pasé la noche contigo, aquí, en casa, que no salimos. Que nadie nos vio porque celebrábamos algo, lo que sea, eso no es importante...- Ahora habla con más firmeza-, quiero saber si mentirías por mí… si estoy a salvo de… Marta interrumpe de nuevo a su marido irritada. —Paparruchas, tú estás influido por la trama de la película y…


—En absoluto, cariño, verás, ayer tuve un mal día. Alguien a quien he estado evitado durante años, apareció de pronto y tuve que acabar con él. Está en el maletero del coche. Si prometes ayudarme, podríamos… Nueva

interrupción

de

Marta,

esta

vez

con

la

cara

desencajada. —Nada de podríamos ¿Qué te has creído? ¿Qué puedes venir aquí a pedirme que yo… por tu cara bonita… te ayude a… —No, escucha, sé razonable. Ahora, cuando salga, cierras con llave. En un par de horas, tres a lo sumo, vuelvo y ya tranquilamente, preparamos la estrategia. Marta, en pié, mirándole de arriba abajo y aparentando una tranquilidad que está muy lejos de sentir, señala la puerta de la calle y dice masticando muy lentamente las palabras. —¡Largo! no quiero saber nunca más de ti. ¡Ah! y procura que nadie me pregunte, porque si depende de mí… ¡No te salva ni Dios! Juan coge la gabardina que dejó en el respaldo del butacón, mira unos segundos a su alrededor y después se dirige lentamente hacía la puerta, ya con la mano derecha en el picaporte dice con firmeza: —Nadie te preguntará por mí, -sonríe complacido- puedes estar tranquila, pero a ti no se te olvidará jamás esta conversación. Sale cerrando la puerta tras de sí con un portazo.

La ruleta rusa Autor: Pascual Martín Noche cerrada, solitarios los muelles a orillas del Hudson. Expectación entre los chicos y chicas reunidos en el viejo almacén abandonado, luz tan solo de una linterna. Era tras los porros y alguna raya esnifada. Judith, con su espectacular minifalda, muestra en su mano la bala. Muy despacio la introduce en el tambor, hasta ese momento vacío; tiende a Rod el revólver. Rod Carpuno enlaza por la cintura a la chica y la besa largamente en la boca. Luego él toma el revólver y se planta de piernas abiertas en el centro del círculo, indicando a los demás que se aparten. Gira el tambor, mientras crece la tensión. Alza el revólver con faz relajada. Sonríe; quién sino el jefe de la banda sería capaz de sonreír en momento así. Con estudiada parsimonia lleva el arma a la sien y compone un gesto solemne. Aprieta el gatillo, lenta, muy lentamente.


Leve clic. Todo ha concluido, se dejan oír suspiros femeninos de alivio. Turno a seguido para el novato, Cliff Warren. Pese a la escasa luz, a Cliff se le nota pálido. Bien seguro que algo bueno daría por verse lejos de allí. Pero ya es tarde. Rod Carpuno le sitúa frente al revólver que mantiene Judith en su mano abierta. «Demuestra lo que vales, Cliff. Demuestra que tienes lo que hay que tener para pertenecer a la banda. ¿Cuándo te había besado una chica como Judith? Mírala otra vez. Si dejas este asqueroso mundo, no será sin haber contemplado las mejores piernas del Bronx.»

___________________ —Vamos, Rod Carpuno, lo has hecho más de una vez y en este mismo lugar. Demuestra lo que vales... si es que vales algo. El inspector Madigan le tiende el revólver. Es en el viejo almacén y asisten los mismos chicos de tres noches atrás, falta solo Judith. El inspector vuelve a la carga: —Tú mismo has podido comprobar que solo metí una bala. Cargada, eso sí, aquí no hay truco. ¡Vamos! Gira el tambor y dispara. —No tiene ningún derecho, inspector. —Y qué más da el derecho, Rod; se trata de proporcionar una nueva emoción a los chicos. Es una oportunidad que te doy antes de ir a chirona. Te lo voy a decir más claro: la última oportunidad para no quedar ante ellos como un asqueroso cobarde. —Yo no hice nada. No tiene usted ninguna prueba. No sé de qué me habla. —Vaya si lo sabes, Rod. Hablo del “suicidio” de Cliff Warren, ¿te suena Cliff Warren? Algo pariente tuyo, tengo entendido. Ninguna huella en el revólver, excepto las del propio Cliff. Nos dabas resuelto el caso, ¿no? Pero se te olvidó borrar las huellas grabadas en el casquillo de la bala. Te creía más listo, pardillo. Escucha, hemos trincado a quien las dejó; simplemente, que no está dispuesta a cargar con el mochuelo. A una indicación del inspector entró la chica. —Bien la conoces, Rod. Bajo esos vaqueros lucen las piernas más bonitas del Bronx. Ha confesado y yo he prometido echarle una mano. Ella creía de buena fe que las dos balas estaban descargadas. Eras tú quien ponía en su mano la precisa, dependiendo de quien estuviera en turno para “jugar”. Hay testigos. Te van a caer una buena pila de años... si consigues salvar el pellejo. Rod Carpuno se refugia en el silencio. ¿Quieres intentarlo, Rod? —Madigan le brinda el arma de nuevo—. Una posibilidad entre seis.


La última cita Autor: Natividad Gómez Bautista El lugar de la cita, una cueva abandonada y sellada desde hace tiempo en el centro de la ciudad, la misteriosa mujer y la hora, exactamente a medianoche, recalcado insistentemente en la escueta nota que le había llegado a media tarde le pareció más excitante que todas las anteriores. Sin perdida de tiempo, cogió la cartera llena de billetes y se encaminó al lugar. Faltaban pocos minutos para la hora y mientras recorría las calles envueltas en las sombras su ansiedad iba en aumento. A pocos pasos de la entrada un escalofrío recorrió todo su cuerpo ¡allí no había nadie! sólo la oscuridad tenebrosa rodeaba la destartalada puerta pero él no había faltado a ninguna de sus citas y no iba a ser esta la primera a la que faltara. Aunque su instinto le alertaba de que algo no iba bien, empujo con decisión la puerta que cedió con un chirrido hiriente y se introdujo en las tinieblas. Al instante, un dolor punzante le inundo desde el costado hasta el cerebro y antes de que sus ojos se nublaran del todo pudo ver la chispa lacerante en la mirada de su mujer que le hirió por segunda vez. Veinte años después, durante las obras de restauración de la cueva, se encuentran los restos del esqueleto de un hombre. Este hecho provoca un gran revuelo en la pequeña ciudad y todos los medios de comunicación hablan de ello. Sentada en el sofá frente al televisor, una viejecita no pierde detalle de la noticia y con una media sonrisa en los labios y en los ojos susurra: “siempre fuiste muy puntual en todas tus citas, con eso contaba cabrón”.

Un mercado oscuro Autor: Manuel Holgado Andrés no es sólo nuestro amigo. Es nuestro barman favorito y, como él se encarga de recordarnos un día sí y otro también, el único que nos aguanta. Por eso, cuando el viernes pasado nos dijo que se iba a Serenada a pagar el funeral de una exnovia suya


muerta de manera extraña y que, por lo tanto, cerraba el bar durante el fin de semana, no nos quedó más remedio que anunciarle que nos íbamos con él. Se resistió, claro, e incluso nos amenazó con no volver a dejarnos entrar en el bar, lo que nos hizo sospechar que no se trataba sólo de firmar un talón en una funeraria, con lo que nuestra decisión se hizo más firme: No podíamos dejar solo al amigo en aquellas circunstancias y, sobre todo, ¿qué íbamos a hacer en Salamanca con el bar cerrado? En un último intento por dejarnos en tierra, Andrés nos avisó de que pensaba salir a las ocho de la mañana del sábado. —Bien —le contestó Emilio—, nosotros saldremos a una hora decente y allí te encontraremos. Al atardecer del sábado llegamos a Serenada, un pueblo extendido, de casas bajas y con una sola funeraria que encontramos tras dar muchas vueltas y preguntar a media docena de lugareños. Allí, una rubia con melena de anuncio de champú barato, con un vestido negro de fiesta que apenas le llegaba al principio de las piernas, infinitas, encaramada a unos tacones a los que se les echaba en falta la barandilla, y que miraba el reloj continuamente con cara de muy mala hostia (joder!, murmuró Pablo para nosotros, la femme fatale, esto promete), nos dijo que no sabía nada de ningún Andrés, ni de ninguna muerta, que ella estaba allí por casualidad, y que cuando apareciera Rober se iba a acordar, por dejarla allí plantada. Añadió algo de una patada en el culo. —Entonces —le dijo Fernan—, tú no trabajas aquí. —¿Tengo pinta de trabajar aquí? —preguntó ella. No era una pregunta para ser contestada, pero teníamos a Emilio. —Es que no frecuentamos funerarias y vete a saber. A lo mejor es un uniforme pensado para que no estén tan tristes los clientes. La rubia dejó incluso de atentar contra el reloj para fusilar a Emilio con la mirada. Éste, que debió de pensar que a lo mejor no se había expresado con suficiente claridad, siguió hablando, aunque previsoramente dio un pasito hacia atrás. —...o sea... no a los muertos, claro... porque esos no se van a alegrar... quiero decir... bueno... a los que vienen con los muertos... no al cura, ...o también...


—¡O a la viuda! —dijo la rubia. —¿También tenéis azafatos? A partir de ese momento, Fernan, Pablo y yo dimos inicio a un concentradísimo estudio del catálogo de otoño de ataúdes, en distintas y nobles maderas, con mullidos forros de raso y seda natural, dónde echaríamos en falta la clásica caja de pino que algunos esperaban por estar en un pueblo ligeramente al oeste de la península. Unos momentos, o quizá minutos, más tarde, nos dimos cuenta de que el local había quedado en silencio. Temiéndonos lo peor, una catástrofe con forma de tacón, una cruz clavada en un pecho sangrante, una estrangulación con finos alambres rubios, levantamos la vista para comprobar, estupefactos, que la pareja había desaparecido. Hasta aquí, los hechos probados. Para el resto, nos fiaremos de lo que Emilio nos contó el día siguiente. Parece ser que en algún momento que nadie recuerda nos ofrecimos voluntarios para cuidar la funeraria, mientras Emilio se iba con Mari Paz a un bar que había allí al lado, en busca del tal Rober —el de la patada—, maquillador de cadáveres y conductor de coche fúnebre, que era quién había recogido a la muerta unos días antes, en el barrio de Los Claveles, la zona menos residencial de Serenada. Siempre según Emilio, éste le preguntó a Rober que si podía llevarnos hasta allí, a lo que él le contestó que tenía mucho que hacer, que se lo preguntara a Mari Paz. Se lo preguntó a la chica, y esta le contestó que sí, pero a él solo, y que después le enseñaría un par de garitos donde pasarlo bien. Y mientras decía eso miraba fijamente a Rober, que levantó el dedo corazón, les dijo la dirección exacta y se dio la vuelta. Mari Paz concluyó con un contundente “¡Me voy! ¿Vienes o no?”

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El vampiro Autor: Iria Costa Trancón Aquella noche la cabeza me daba vueltas y vueltas, me encontraba muy mal y la verdad no me apetecía salir a dar una vuelta, pero, la coraza, que siempre me había ayudado con mucha fuerza de voluntad me ayudó a salir aquella noche de niebla, oscura y fría.


Iba sola cuando una sombra pasó por delante mío, silenciosamente, me paré en seco. El dolor de cabeza, ya se me había pasado y una sombra se me acercó, cuando vi la cara me quedé totalmente petrificada, mis ojos no podían creer lo que veían, y me daba la sensación de haberme escapado a otro mundo lejano al que yo viviría. Ni siquiera mis pies se movieron cuando se lo pedí. El chico se me acercó sigilosamente, vestía de negro, era moreno y no pasaría de los 30. Yo calculo que tendría mi edad, 24. Y al poco el dolor de cabeza volvió pero cuando sentí sus labios con los míos, se me quitó. Y él desapareció. Ahora, las noches que no me encuentro muy bien paseo por las calles donde le conocí, esperando que me su beso y me pida para salir.

LA MUERTE Autor: SOFÍA MONTERO GARCÍA Ella pregunta a su vez: “¿Y tú? ¿Qué harías si te dijera que esta mañana he matado a tu amante?”. Ambos disputan la sensualidad de su amor con una sola idea : el derecho a la libertad a través del sentimiento presente que les devora. La amorosa violencia se desfoga en un segundo. Destrozan su cuerpo en un ahogo obsesivo, mas allá del espacio que les rodea. La balanza se nivela con dos muertes al atardecer, vida congelada en su último escalón:


2011/ LA LISTA NEGRA Cien hitos del género policiaco El encuentro sobre género negro, que llega a su quinta edición, se celebra en la Biblioteca Pública Casa de las Conchas los jueves 10 y 17 de marzo de 2011, a las 20 horas. El ciclo De Negro, organizado por la Biblioteca Pública Casa de las Conchas y el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca, llega a su quinta edición y propone un repaso por algunos de los grandes hitos de la narrativa del género policiaco y criminal. Àlex Martín Escribá, Antonio Marcos y Javier Sáchez Zapatero han elegido sus obras favoritas, una "lista negra" que no pretende ser un canon académico, sino un recorrido personal por todas aquellas páginas e imágenes que les han convertido en apasionados de este tipo de textos. Desde los grandes clásicos a las obras más recientes, De Negro invita al público lector a compartir sus libros de referencia. De Negro surgió en 2007 con la intención de divulgar las bases principales de un género que vivió su primera época dorada a principios del siglo XX y que en los úlitmos años ha recobrado el interés de un gran número de lectores, como demuestran los recientes fenómenos de superventas editoriales. En ediciones anteriores, el ciclo ha repasado la historia de la literatura criminal tanto a escala global como en España, ha analizado las tipologías de sus personajes arquetípicos o profundizado en algunos de los autores más destacados. En esta edición llega el momento de compartir con los lectores más las filias que las fobias, los momentos de satisfacción al cerrar un libro o terminar de ver una película. De Negro se desarrolla este año en dos sesiones – los jueves 10 y 17 de marzo a las 20 horas en la Biblioteca Pública Casa de las Conchas– en las que se mezclarán películas, novelas, cómics y también series de televisión, cuya calidad está influyendo muy notablemente en la forma de narrar de directores de cine y escritores.

LA LISTA NEGRA Novelas El perro de los Baskerville, Arthur Conan Doyle, 1902 El misterio del cuarto amarillo, Gaston Leroux, 1907 Cosecha Roja, Dashiell Hammet, 1929 El halcón maltés, Dashiell Hammett, 1930 Acaso no matan a los caballos, Horace McCoy, 1932 Pacto de sangre, James M. Cain, 1936 El sueño eterno, Raymond Chandler, 1939 El cartero siempre llama dos veces, James M.Cain, 1940 Escupiré sobre vuestras tumbas, Boris Vian, 1946

Yo, el jurado, Mickey Spillane, 1946 El asesino dentro de mí, Jim Thompson, 1952 Los hermanos Rico, Georges Simenon, 1952 Rateros, David Goodis, 1953 El largo adiós, Raymond Chandler, 1953 El talento de Mr. Ripley, Patricia Highsmith, 1955 Disparen sobre el pianista, David Goodis, 1956 Los timadores, Jim Thompson,1963 1280 almas, Jim Thompson, 1964 Un ciego con una pistola, Chester Himes, 1969 El procedimiento, Jaume Fuster, 1972


La soledad del manager, M. Vázquez Montalbán, 1977 El último buen beso, James Crumley, 1978 El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza, 1979 Prótesis, Andreu Martín, 1980 Nada, Jean-Patrick Manchette, 1981 Luna caliente, Mempo Giardinelli, 1983 Las calles de nuestros padres, F. González Ledesma, 1984 ¡Happy Birthay, Turco!, Jakob Arjouni, 1985 Siempre es difícil volver a casa, A. Dal Masetto, 1985 La vida misma, Paco Ignacio Taibo II, 1986 El demonio vestido de azul, Walter Mosley, 1990 Ambulancia, Suso de Toro, 1990 American Psycho, Bret Easton Ellis, 1991 Serie Wallander, Henning Mankell, 19912009 Clockers, Richard Price, 1993 Brigada Central, Juan Madrid, 1993 Noches de cocaína, J.G. Ballard, 1994 Total Khéops, Jean-Claude Izzo, 1995 Plenilunio, Antonio Muñoz Molina, 1997 Trilogía de Argel, Yasmina Kadra, 19971998 1974, David Peace, 1999 El interior del bosque, Eugenio Fuentes, 1999 El poder de las tinieblas, John Connolly, 2000

Retornamos como sombras, Paco Ignacio Taibo II, 2001 Maderos, Ken Bruen, 2001 Entre trago y trago, Julián Ibáñez, 2002 Tarántula, Thierry Jonquet, 2003 El poder del perro, Don Winslow, 2005 Las bestias, Ronaldo Menández, 2005 No es país para viejos, Cormac McCarthy, 2005 La neblina del ayer, Leonardo Padura, 2005 Un dulce olor a muerte, Guillermo Arriaga, 2007 Sé que mi padre decía, Willy Uribe, 2008 La tercera virgen, Fred Vargas, 2008 Música para los muertos, Luis Gútiérrez, 2008 A la cara, Christa Faust, 2008 La playa de los ahogados, Domingo Villar, 2009 La vengaza del samurai, Víctor del Árbol, 2010

Fuera de género Santuario, William Faulkner, 1931 Los 38 asesinatos y medio del castillo de Hull, Jardiel Poncela, 1936 El astillero, Juan Carlos Onetti, 1961 Congreso de futurología, Stanislaw Lem, 1971 Tatuaje, Manuel Vázquez Montalbán, 1974 Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez, 1981

Meridiano de Sangre, Cormac McCarthy, 1985 Trilogía de Nueva York, Paul Auster, 1985-1986 Galíndez, Manuel Vázquez Montalbán, 1991 2666, Roberto Bolaño, 2004 Bienvenidos a Metro-Center, J.G. Ballard, 2006

Películas M, el vampiro de Düsseldorf, Fritz Lang, 1931 Ángeles con caras sucias, Michael Curtiz, 1938 Los violentos años 20, Raoul Walsh, 1939 El halcón maltés, John Huston, 1941 El último refugio, Raoul Walsh, 1941 Perdición, Billy Wilder, 1944 El sueño eterno, Howard Hwaks, 1946 Retorno al pasado, Jacques Tourneur, 1947 Laura, Otto Preminger, 1944 El cartero siempre llama dos veces, Tay Garnett, 1946 La ciudad desnuda, Jules Dassin, 1948 Al rojo vivo, Raoul Walsh, 1949 La jungla de asfalto, John Huston, 1950

El crepúsculo de los dioses, Billy Wilder, 1950 Los sobornados, Fritz Lang, 1953 La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock, 1954 El beso del asesino, Stanley Kubrick, 1955 La noche del cazador, Charles Laughton, 1955 Rififi, Jules Bassin, 1955 Atraco Perfecto, Stanley Kubric, 1956 Sed de Mal, Orson Welles, 1958 El cebo, Ladislao Vadja, 1958 Atraco a las tres, José María Forqué, 1962 Corredor sin retorno, Samuel Fuller, 1963 El silencio de un hombre, Jean Pierre Melville, 1967


Bonnie & Clyde, Arthur Penn, 1967 Casino, Martin Scorsese, 1995 El Padrino, Francis Ford Coppola, 1972, Fargo, Joel Coen, 1996 1974 y 1990 Lone Star, John Sayles, 1996 Chinatown, Roman Polanski, 1974 Jackie Brown, Quentin Tarantino, 1997 Taxi Driver, Martin Scorsese, 1976 LA Confidencial, Curtis Hanson, 1997 El crack, José Luis Garci, 1980 Ghost Dog: el camino del samurai, Jim Fuego en el cuerpo, Lawrence Kasdan, Jarmusch, 1999 1981 Traffic, Steven Soderbergh, 2000 Manhattan Sur, Michael Cimino, 1985 Memento, Christopher Nolan, 2000 Terciopelo azul, David Lynch, 1986 La caja 507, Enrique Urbizu, 2002 Algo salvaje, Jonathan Demme, 1986 Ciudad de Dios, Fernando Meirelles, House of Games, David Mamet, 1987 2002 ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, R. Mystic river, Clint Eastwood, 2003 Zemeckis, 1988 Una historia de violencia, David Muerte entre las flores, Joel Coen, 1990 Cronenberg, 2005 Contraté a un asesino a sueldo, Aki Zodiac, David Fincher, 2007 Kaurismäki, 1990 Promesas del Este, David Cronenberg, Los timadores, Stephen Frears, 1990 2007 Uno de los nuestros, Martin Scorsese, El secreto de sus ojos, Juan José 1990 Campanella, 2009 Reservoir Dogs, Quentin Tarantino, 1992 Series Atrapado por su pasado, Brian de El superagente 86, Leonard Stern y Arne Palma, 1993 Sultan, Pulp Fiction, Quentin Tatantino, 1994 1965-1970 Días contados, Imanol Uribe, 1994 Colombo, Richard Levinson y Willian La última seducción, John Dahl, 1994 Link, 1968-1990 Sospechos habituales, Bryan Singer, Kojak, Abby Mann, 1973-1978 1995 Starsky y Hutch, Aaron Spelling y Leonard Goldberg, 1975-1979 Canción triste de Hill Street, Steven Bochco y Michael Kozoll, 1981-1987 Sherlock Holmes, Hayao Miyazaki, 1984-1985 Brigada Central, Pedro Masó, 1989-1992 Los Soprano, David Chase, 1999-2007 The Wire, David Simon, 2002-2008 Wallander, BBC, 2008 Sherlock, Mark Gatiss y Steven Moffat, 2010

2013/ EL SABOR DEL CRIMEN Javier Sánchez Zapatero, Antonio Marcos Sánchez y Àlex Martín Escribà Biblioteca Pública Casa de las Conchas


Una de las principales características de la novela negra, y en general de la novela negra contemporánea, es su valor costumbrista. Al leer con las obras de los autores de género, los lectores no solo disfrutan de la resolución de las tramas de misterio, sino que también entran en contacto con las sociedades en las que los detectives llevan a cabo sus pesquisas. De este modo, la dimensión social y cultural se ha convertido en uno de los principales valores de la novela negra, que permite conocer ciudades, hábitos y modos de vida. En el retrato cultural que llevan a cabo estas narraciones, la gastronomía ha alcanzado gran importancia, convirtiéndose en un elemento fundamental en la obra de algunos autores como Manuel Vázquez Montalbán, Jean Claude Izzo, Donna Leon, Petros Markaris o Andrea Camilleiri. En su sexta edición, el ciclo “De Negro” profundizará, a través de dos sesiones teóricas y una proyección, en el valor cultural y costumbrista de la novela negra y, de forma especial, en las relaciones del género con la gastronomía. Miércoles, 20 de febrero NOVELA NEGRA, SOCIEDAD Y CULTURA La novela negra como crónica. Viajar a través de la novela negra. Marcas policiacas y novela negra. Mesa Redonda. Miércoles, 27 de febrero NOVELA NEGRA Y GASTRONOMÍA Relaciones entre novela negra y gastronomía: orígenes y evolución. Simenon, Vázquez Montalbán y otros autores. Mesa Redonda. Miércoles, 6 de marzo UN CADÁVER A LOS POSTRES (Neil Simon, 1976) Proyección y coloquio con el público.


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