Prólogo El Taller de Escrituras Creativas Ágora de Versos tuvo como base de creación la temática de heteronimia en el 2014, basados en el trabajo del escritor portugués Fernando Pessoa (1888-1935). El heterónimo, mas que un apodo o un pseudónimo, es una personalidad compleja que alguien crea, para que escriba con un estilo y unos temas propios, así el ortónimo se convierte en la contraparte, el creador inicial, que debe convivir con el heterónimo o heterónimos que cree. En este libro se presentarán varios textos de los ortónimos acompañados de poesías de uno de sus heretónimos. El taller de escrituras Ágora de Versos también tiene un heterónimo: el taller de escrituras La Gotera del Lado, donde se reúnen los heterónimos de todos a escribir. En este juego escritural y creativo, el taller tiene una producción amplia e interesante. Por último está un cuento, “El Carrito” por Carlos Robledo, quien escribe este texto a partir de un ejercicio de memoria y escritura creativa. Jesús Eduardo Domínguez Vargas Gestor de Fomento de Lectura y Escritura Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla La Quintana
Manifiesto La Gotera del Lado El taller de escrituras creativas La Gotera del Lado se manifiesta, sí, manifiesta que es del lado porque son ausentes… olvidados, es decir… a un lado de la sociedad, que gotea suciedad. Nadie sonríe, solo se deben producir sonoras carcajadas estridentes y luego el silencio. Escriben para sobrevivir, no con el dinero, sino con la existencia que se cuela impasible en los centros comerciales, y que pesa más y más… Sorben entre ellos pedacitos de conciencia, porque ya es deber de cada uno llevar lo que va a comer… Se manifiesta que debe escribirse algo que remueva las entrañas de la mente, puede escribirse en cualquier formato y presentación.
El poeta de la cuadra manifiesta: Promulgamos el movimiento de la gotera del lado como un parche poético o estético. O los dos, que esa vaina viene siendo casi lo mismo. Nada de formalismos ni moralismos, a excepción de doña Estela, que ya nos la tenemos que aguantar. No escribimos para cambiar el mundo ni menos la cuadra. No cambiamos nada, ni a nosotros mismos. Por eso no prometemos nada, porque toda promesa es un cambio. Escribimos sobre cualquier pendejada de cualquier modo. Solo tenemos un veto: no pueden ni deben asistir a nuestro encuentro ningún miembro del Taller de Escrituras Creativas: Ágora de versos. Por lo
demás, estamos abiertos a cualquier poeta, intento de poeta, cuentista, intento de cuentista, desparchado o intento de desparchado. Tampoco se aceptan vegetarianos. Nos aguantamos: los calores de queta de Estela, las rayadas de muro de Pandora Solares, el pesimismo de Baltazar, la coquetería de López, los benditos perros de Andrés, la arrogancia de M. Soledad, la vareta del poeta de la cuadra, y la puta robadera de Bernardo. Rechazamos que cogieran la puta gotera del lado del Parque Biblioteca La Quintana donde nos sentamos. Nos robaron el alma.
López manifiesta: Escribimos en papel, muros, cuerpos, porque nos gusta vomitar libertad y placer, porque lo cotidiano es un caos, un fuego escandaloso y nos encanta quemarnos. La realidad es un delirio colectivo que acompañamos con humo, vino, tinto, dos de azúcar. Escribimos y vomitamos para deshacernos del tiempo y de los hechos tóxicos.
Estela manifiesta: Nos reunimos porque sabemos que la escritura nos libera, que es un camino arduo y aunque solitario, necesitamos de los otros para juntar las soledades y encontrar un lugar. Aunque no lo aprueben el poeta de la cuadra y Pandora. No hay espacio para la crítica, la voz de cada quien no puede ser tachada de correcta o incorrecta, de buena o mala, todo aliento que sale de la boca de los hombres es único y real, merece ser escuchado, olvidado, y vuelto a escuchar.
Mauricio Desoledad manifiesta: Respecto a los encuentros de “La gotera del lado”; encuentros utilizados y reutilizados cuyo propósito no es verificable y no conlleva a una respuesta ni a un objetivo definido, que por alusión en su defecto cae como una gotera, y erosiona en su intermitencia la gruesa caparazón del sistema corroído. Se encuentran en estos encuentros fortuitos al son del preludio de un violín y a la caída de un atardecer, los matices coloridos de la buena literatura, de lo que fue y será, bajo la influencia subjetiva, ajena a los módulos innegables de la sociedad. Estas tertulias destinadas a la visión trágica del Marqués de Sade, navegando por el oscurantismo de Maupassant y de Edgar Allan Poe, inmersos quizá en los bosques de una vorágine y las selvas de Quiroga o en los imaginarios de Gabriel García Márquez con sus mariposas amarillas. Un club multifacético y no discriminatorio en las diversas convicciones que por muy disparatadas que sean, confluyen a un solo fin, escuchar y ser escuchados.
Se manifiesta que este manifiesto, en Ăşltimas, como tiene tantas voces y contradicciones, no manifiesta nada. Por lo tanto, no manifestar la nada es tambiĂŠn algo. Somos contradictorios y caĂłticos. Fin
I. Stiven Henao Heterónimo: Óscar “El mocho” Peláez Edad: 41 años Ocupación: comerciante Óscar “el mocho” Peláez es el amigo de todos: ¿Necesita traguito? El mocho se lo consigue, ¿Ropa de marca? El mocho. ¿Libros? El mocho se los tiene, mejor dicho, pregúntele por lo que no vea. ¡El mocho le vende hasta un hueco! Pero eso sí, no le miren la mujer, ese hombre se convierte, se le borra esa sonrisa que mantiene, se pone color rojo de la ira: “a la negra no la miro sino yo. La mujer es sagrada. No le digo sino esto: si me quiere tener de amigo, no se le ocurra mirarme la negrita”. Es famoso también por su habilidad para contar chistes. En las reuniones sociales es la atracción principal: divierte a los suyos, quiere acaparar siempre la atención. Es celoso, sí, pero son celos de amor. Mantiene una riñonera con celulares donde lo llama un sinnúmero de personas a preguntarle por sus mercancías: ¡las vende casi regaladas! Pero eso sí, no le pregunte de dónde las trae ni quién se las vende. Eso es reserva del sumario. Tiene un verbo impresionante: si vas preguntando por una llanta… te sale vendiendo el carro completo… sí, ¡así es el verraco! Los niños del pueblo le tienen profundo cariño y respeto. Ha impulsado diferentes campañas para promover el fútbol y el baloncesto, pero él mismo reconoce que es un tronco en ambos deportes. Prefiere quedarse de patrocinador. Mantiene los bolsillos con fajos de billetes de veinte y cincuenta mil pesos. Compra y vende casi lo que sea.
‘Todavía hay tiempo’ Por Óscar “El mocho” Peláez Si la vida me alcanzara para terminar todo lo que he iniciado, creo que empezaría por casarme con la negra. Ella, con sus labios carnosos, sus ojos grises, el culo levantado, sería lo primero en mi lista. El tiempo es tramposo, porque siempre estamos postergando lo que en definitiva sabemos que hay que hacer, todo lo dejamos para después. ¿Y si no hay tiempo? ¿si es demasiado tarde? La negra es una verraquera de mujer, tenemos una conexión casi telepática, entiende mis males, sufre mis dolores, siente mis preocupaciones. Ella es mi banco, donde deposito mis alegrías, mis miedos, mis triunfos y mis derrotas. Es difícil hoy en día encontrar una mujer con tal lealtad, con la más pura amistad. A veces sueño que ya se ha ido, que ya no está a mi lado y de inmediato tengo síntomas aterradores: empiezo a sudar a chorros, la temperatura de mi cuerpo desciende con una velocidad alarmante, mi cuerpo queda inmóvil, atrapado en sí mismo, y de pronto, unas voces me susurran alternando mi oreja izquierda con la derecha. Lo más frustrante de todo es que nunca logro comprender lo que dicen. ¿Acaso es una advertencia? De pronto la pequeña parte que sigue consciente en mi cerebro intenta reponerse a este sueño aterrador, quiero despertarme, pero es inútil, todo mi cuerpo está inmóvil, creo que los expertos le llaman parálisis del sueño. Me veo a mí mismo como en un espejo lleno de dolor, de zozobra. No tengo a dónde ir, ni con quién hablar. El mundo se derrumba, ¡mi mundo! El vacío en mi corazón es grande, y ya tengo mis años para emprender una búsqueda inútil, pues tengo claro que como ella no hay dos: ella es ella, solo ella, nadie más.
Por fin, cuando logro despertar, me siento en el borde de la cama, exaltado, respirando a bocanadas, mirando hacia la ventana. La luna me mira como burlándose de mí, me ha gastado la broma más aterradora, me ha herido. Me paso las manos por la frente, pues el sudor me fastidia, me corro el cabello hacia atrás, mi respiración se normaliza, y escucho las tablas de la cama rechinar a la par de una leve respiración. Me volteo asustado y ahí está la negra, mi negra, con su pijama blanca como el algodón, acurrucada en posición fetal. Con sus manos recorre las sábanas buscando mi cuerpo, balbucea unas palabras, sonrío de felicidad y le digo susurrando: Mi negra, mi negrita hermosa, todavía hay tiempo.
II. Yulisa Ortíz Rendón ‘Dos miradas en la noche’ La magia de la fugacidad en los cruces de caminos, hace que en las noches, dos pares de pupilas se dilaten al unísono, hay un magnetismo volátil. Cuerpos equidistantes al cielo, entre cúmulos de galaxias, en un mismo parpadeo que desafía el tiempo... pero hay cierta ambivalencia en esas confluencias, generadora de un límite antropófago. Las miradas se desvían para ser de otras pupilas mortales. ¿Quién dice que eso no es amor?: uniones efímeras en las que nos volvemos recuerdo.
En cada uno hay una antología de fronteras, un epítome de miedos, ante otro ser que suscita la sensación de flotar en un río lleno de anturios, decorado con fosfenos. Son noches donde el amor atraviesa umbrales, evoca miedos, se pierde en este universo de infinitas posibilidades se convierte en un silencio seductor.
Heterónimo: López Edad: 28 años Trabaja en un bar Es asesino de mujeres, las seduce, las envenena o asfixia en su casa. Le encantan los gemidos femeninos de dolor.
‘Por López’ Poema anónimo enviado por López a un periódico Tus ojos, dos nubes muertas construyendo tumbas, Tu cabello, un paraíso que arde en mi infierno, Qué primavera tus senos y la sangre que se ha callado. Tu corazón es un reloj sin Tic Tac, una sílfide recorriendo el placer. Nada como verte ahí, Después de un Malbec y 100 miligramos de arsénico.
III. Judy Zapata Henao ‘Los días’ Quiero ser una mariposa borracha volar y dejar un centelleo de sudor por las calles impregnarme de todo el humo esquizoide que exhala la masa. Quiero ser una mariposa borracha viajando con el ruido y expirando palabras de claxon. Quiero volar por Guayaquil a las dos de la mañana y zambullirme en whisky barato. Quiero volar por la Aguacatala al medio día para que me acribillen levemente todos los sueños y que el pegote de mi sangre verdosa se les adhiera en esas ropas de finas puntadas las que cosió la madre de mi amigo drogadicto mientras a dios le suplicaba una vida mejor y denigraba al repulsivo organismo que la tendría uniendo los ridículos hilos del roñoso traje. ¡Quiero ser una mariposa y emborracharme hasta mis huesos imaginarios! Vomitar las tripas de mi cerebro para que se compadezcan y me ofrezcan un pase, un pase de cotidianidad afeitada y mercantil un pase de cultura inquisidora con un ilustrado cuartel que me han de llevar a ser alguien alguien, alguien, alguien ¿Quién es alguien? ¿Yo soy alguien? ¿Usted es alguien?
¡Quiero emborracharme para ser alguien! para ser una anquilosada sanguijuela absorbiendo vida de las calles alguien para derramar mis alas ahuecadas y exponerlas a las inclemencias del siglo estar muy borracha y volar sin rumbo mientras me incinero en las despiadadas luces de los semáforos que van marcando pausas y afanes en la rutina carnicera de los días y caducar borracha y agrietada en las aceras, en la secreción de los aires, en las compuertas de los campos, en las terrazas de la vida, en las galerías cancerígenas del tiempo ¡Borracha, borracha! Quiero ser una mariposa borracha para aventarme por las rutas del hastío y del absurdo con rajas en las alas por donde se ciernan los colores alucinados de mis anhelos con ablaciones en los nervios para soportar la decadencia de las tripas y festejar los diplomas de mis cirrosis conquistadas en la sobriedad de mi recorrido ¡Borracha, borracha! Heterónimo: María Flórez Edad: 26 años Formación académica: Artes plásticas Ocupación: Caminante María es una sola emanación de amor con el mundo, ella camina por la misma tierra por la que caminaron sus antepasados y siente la vibración del universo en cada uno de sus átomos. María no tiene pareja porque para ella el amor debe brindarse a todos sus hermanos proporcionalmente, expandiendo así, los mágicos lazos
que nos entretejen mientras agradecemos a la fuente primigenia el regalo de la vida. Le gusta estar en calma con su entorno, abrazar las nubes, danzar con el viento y vestirse de blanco para atraer la armonía de la paz universal. Así, que si ves una joven con atuendos aireados y una sonrisa clarividente, debe ser que te has cruzado con el elemento corpóreo que envuelve el noble espíritu de María, esa dulce muchacha que habla con las plantas, las gotas de lluvia y regala flores a los maleantes.
‘El paraíso de mis pasos’ Por María Flórez Mis pies como dos palomas que alzan su vuelo oscilan y danzan entre mi vestido etéreo y mi cuerpo cruza en todas direcciones este infinito campo de posibilidades. El sol me embebe con su claridad reproduciendo la armonía del silencio y mi consciencia se hincha como un globo de luz que emerge hacia el nirvana mientras la esencia de mi ser se derrama como un cántaro armonioso. Sublimes pinceladas que trascienden del pensamiento y todo va emergiendo de un antiquísimo plano mental y yo, soy energía incontable esparciéndose a través de las evanescentes liras que silba el viento.
Prosigo así mi bendito camino iluminado de formas y abstracciones cósmicas que van regando las plantaciones de mi intelecto ese, que al cultivarlo sabiamente retoñará en las indisolubles huellas de la serenidad y su divino manantial.
IV. María P. Zuluaga Heterónimo: Fausto Sánchez Edad: 22 años Militante de la juventud comunista Estudia Ingeniería Ambiental en una universidad privada de Medellín y es hijo de un militar retirado, con el cual mantiene una relación tormentosa, a pesar de que el padre ya tiene otra familia. Su novia es una chica rubia, de buenas curvas y voz infantil, pero está enamorado de una estudiante de Sociología que milita en la misma agrupación. Le encanta probar con diferentes mujeres de todas las edades y fisionomías posibles, pero su principal fantasía es con una enana. Pertenece a El Camino, una secta de prácticas ancestrales que se reúne cada semana en Santa Elena a hacer tomas de Ayahuasca.
‘Arte poética’ Por Fausto Sánchez Este susurro entre vos y yo es lo que me mantiene vivo. Me salva y me derrota. A veces me resucita a veces me deja más muerto. Es como el sexo, a veces agua de manantial a veces tierra de cementerio. A veces es vida a veces es la muerte misma. Si fue muerte y vida al tiempo, es que fue buen sexo. Vos tan blanca y pura. Yo tan sucio y mundano. Hacemos la pareja perfecta. Vos me das tu celestial vacío y yo te doy mi impúdico verso.
V. Robinson Paniagua Serna ‘Ella’ En días gélidos y grises me sigue, entre sombras y rincones de la soledad, endulza mis horas con su ebriedad; bailando en la penumbra me persigue. Destello de la tarde final, siervo rojo del Apolo, miradas perdidas y risas de plomo; relucen en la triste hora crepuscular. Ella; la que siempre me invita a soñar. Manos de suave seda, unidas al querer suplicar; me implora, solo una vez más, que le dedique otro poema. Su rostro; océano lúgubre de eterna tristeza; cuajado de islotes de lágrimas secas, atrapada en las marañas de una profunda selva, fuerte Amazonas que pretende olvidar. Ella; la niña que me invita a jugar. Sus ojos; dos lagos opacos y plomizos, se alegran, ríen y brillan con primor. Sus mejillas se tiñen con manchas de rubor, deambula la noche con sus luceros cobrizos.
Ella; mi amiga triste de cabello rojizo. Basta pronunciar un “si” para complacerle, es como una chiquilla traviesa que espera un dulce, viajera en los vehículos fantásticos, me conduce, al margen del mundo negro e impasible. Corriendo salvaje como una gamuza. Ella, lejos de las agrestes tierras de las ignorancias ajenas, y los demás; juglares sátiros que sólo ocultan sus penas; necios y absurdos, indiferentes a las diferencias bellas. Ella; me confina en un bosque de estrellas. La alegría esquiva le sucede a la tristeza convexa; como el día azul le sucede a la noche negra, agitando las banderas raídas de la Victoria, luces de sonrisas, sombras de lágrimas y viceversa. En este Hades que no se puede cambiar. Frías e inversas sucesiones, Marquesas del destino impreciso. Al Este y al Oeste; en jardines de ardientes pasiones. Al Norte y al Sur; serpeando el eterno Paraíso. Ella; Reina de la Hora Fatal y Yo; su siervo sumiso.
Heterónimo: Elena Sarem de Linder Bióloga de profesión Nacida el mes de abril del año 1970 en la ciudad de Manchester (Inglaterra). Está casada con un hombre mucho más joven (Louis Linder), en esta unión ha engendrado cuatro hijos; dos de ellos mayores de edad y dos pequeños a su cuidado. Amante de la vida campestre, disfruta su tiempo libre aislándose de la ciudad y también recurre a sus trabajos de campo. Se ha inspirado en la naturaleza virgen en la cual la mano del hombre aún no ha logrado penetrar. Ha encontrado en la escritura la forma de adornar su soledad, ya que su matrimonio no es del todo feliz. En sus textos vemos la inspiración y admiración hacía el campo, sus frutos y la eterna ligadura de las plantas como símbolo de vida.
‘Amazona’ Por Elena Sarem de Linder No soy esa flor delicada; rosal florido de mayo amante de la primavera, y que de súbito sucumbe al inclemente invierno. No soy esa pluma sutil que cae inevitablemente, dominada por la caprichosa brisa y va a parar en naves del azar eólico. No soy la arboleda fresca de hedores perfumados que atrae al leñador invasor.
No soy la jugosa manzana, madura y roja que quisieras morder. No soy el ángel puro, virgen y cándido que tus ímpetus desean, que tus deseos anhelan y acechan con voraz prontitud. Más Soy: La espina desgarrante del agresivo cardo azul. La garra asesina de la leona que a la noche caza y mata. La duna sepultante que en arenisca oculta los secretos inhóspitos. El veneno de víbora y de adelfa salvaje. Pero definitivamente soy esa Amazona; emperatriz selvática, cazadora y conquistadora. Desligada abruptamente por el mando del señor. Soy esa amante de las fieras, y a la vez soy esa fiera que jamás será domada.
VI. Carlos Loaiza ‘Tulbas de la palabra’ También somos caseríos También somos cabildos Palabra construida también desde la filosofía No es distante nuestro saber universal Pensamos en la tierra y la lloramos como niños Somos tairona, también somos wayúu, pieles doradas tocadas por el sol.
Se construye la palabra caminando con ella. Se versa con el agua y se rima con la semilla Brotan cálidas mujeres en los rincones de la Guajira. Tambores y repiques sinceros en sus rostros melancólicos Comunidades de la madre tierra acechados por el dinero Tulbas de la palabra caminando por caminos inciertos. No te extingas maloca fraterna y calurosa Permite que el sol penetre tus tierras y cultive la altamisa Riegos de bondad en tu territorio fértil. Cuerpos desnudos y rostros de ceiba fuerte Caminan por los senderos de la Colombia indígena. Precolombinos e hijos de la raíz prolongada por las venas del caribe No te detengas en tu ritual de vida de tus dioses Sueña en tu palabra y cree en tu sabiduría.
Heterónimo: Alanis Sanders Edad: 45 años Ocupación: Psiquiatra y músico Pasatiempos: Componer partituras de Blues, le gusta jugar chaturanga, cuando cae el sol bebe ayahuasca, la cual cultiva y bajo este estado se enfrenta a los textos de Heidegger para calmar sus ansias de asesinar a los humanos que le rodean porque dice que su fealdad e idiotez alteran su enfermedad. Enfermedades: Psicosis y trastorno orgánico de la personalidad.
Sanders, originario de Hungría, habita hace 5 años en la ciudad de Medellín, donde se desempeña como docente universitario de Física Cuántica en una prestigiosa universidad de esta ciudad, los jueves y viernes toca la trompeta gratuitamente en un bar poco frecuentado, se cobija bajo el nombre de Miguel y con atuendo poco usual para no ser reconocido. Un oscuro pasado amoroso lo convirtió en un ser solitario. La poesía de Sanders hace énfasis en las enfermedades psíquicas del ser humano y el asesinato a seres que se encuentran íntimamente ligados a sus sentimientos.
‘NN, Martha’ Por Alanis Sanders Te asesino simplemente porque tengo ganas de asesinarte, no es nada curioso cortarle la garganta a alguien que no amo, te asesino simplemente porque disfruto de tu compañía, porque tus besos me estremecen y me calcinan el cuerpo, te asesino simplemente porque tienes los ojos miel, te asesino por tu lindo acento portugués, te asesino por tu variedad de pañoletas que te quedan estupendas, te asesino por las figuras geométricas y desnudos que se parecen a ti, te asesino simplemente porque eres lo que busco, te asesino simplemente por el aroma pretensioso de tu bar, te asesino simplemente por poseer mi retrato a blanco y negro en tu álbum de tus recuerdos, te asesino simplemente porque disfruto asesinarte, te asesino porque mis delirios y mis miedos encajan perfectamente entre el Blue Bossa de Gordon, el sonido Hendrix y la cuántica llevada al extremo, te asesino simplemente porque tú también me amas y planeas asesinarme.
VII. Diego Ospina Arteaga ‘Despedida’ Digo siempre adiós y me quedo me pesa marcharme alejarme tal vez para siempre. Digo siempre adiós y me quedo porque la promesa de horizonte llama, pero mis pies se aferran a ésta tierra. Digo siempre adiós, promesa de fuga, y me quedo, maldición de costumbre que mata sueños. El día en que me marche no diré nada no miraré atrás pensaré sólo en un porvenir promisorio. Y si regreso, no habré dado vuelta atrás, no habré recordado mi casa me habrán traído mis pies andando en línea recta y sería un nuevo lugar, distinta gente. Todo eso claro, si seso algún día de decir adiós y me quedo.
Heterónimo: Estela Edad: 37 años Licenciada en Religión Nunca ha ejercido ya que decidió “criar” bien a sus tres hijos. Vive con ellos y su esposo a quien considera un intruso, un cuerpo ausente de quien no espera nada y a quien no debe nada. Cree que la poesía es su salvadora, lo que la sacó del tedio y el desespero, brindándole las herramientas para desahogarse y hacer catarsis de una vida absolutamente triste. En cada poema suyo pone un poco de lo que hay de mal en sí, que es mucho; no le preocupa el estilo, no cree en perfección ni en que hay una forma de mejorar en este arte, es como si fuera solo un modo, universal, de comunicación de alguien con sus sentimientos. No le importa ser publicada aunque ha comenzado a enviar textos a revistas.
‘Por Estela’ Por Estela He llorado los mares. He temblado la tierra y reinventado mi nombre. He anhelado la vida del mendigo solo por no ser la mía y parecer libre. Busqué refugio en el dios que todo lo ve pero que a nada atiende. Le susurré a la muerte.
Ahora sé que no hay consuelo, que no hay ayuda alguna fuera de mis propias manos que como corazón roto sangran tinta con todo lo que mi boca una vez gritó, y nadie oyó, o no quisieron oír. Mi alma ahora serena se escurre silenciosa entre la pluma y la hoja sin llanto sin miedo sin arrepentimiento sin tristeza Solo con la certeza de que no hay nada en el mundo, en el cielo o en la tierra, que merezca la caída de cualquier vida.
VIII. Jorge López Montoya ‘Lo que amo de no saber’ Emprender con heroísmo el rescate de una idea idea jadeante y moribunda, que te convierta en multimillonario. Lanzar desde tus labios con fuerza una palabra absurda que en el aire choque con el amor y te lo entregue.
Posar tu pie en un terreno marchito y que la sucesión inconsciente de huellas te lleve hasta la entrada de tu casa en Praga. Saludar al extraño taciturno de tu barrio y que al estallar inclemente la guerra aceptes el plomo destinado para él. Desobedecer a tu madre siendo adulto metiéndote en un problema por el cual aquel niño sigue siendo tu piloto favorito. Beber de aquella copa que en tu mente sembró el desaforado discurso que hoy ven miles de ojos en pantalla grande y en 3D. Comprar esos zapatos relucientes que, al sonar al compás de la salsa en la pista te hicieron prescindir de la corbata. Eclipsar con hojas repletas de fórmulas el brillo de la estrella a la que adoras para permitirte al fin volar hacia ella. Asignarle a una página amarillenta la misión de llevar este ridículo poema hasta una joven que exclame ¡Bellísimo! Son situaciones cuya inverosimilitud cae ante el embate de la incertidumbre que en todo lugar planta la bandera esperanzadora y agobiante de la posibilidad.
Heterónimo: Josephine Walker Estudiante de Psicología de la Universidad de Leeds Nacida el 12 de Diciembre de 1994 en Leeds, Inglaterra. Una mujer que parece representar la antítesis de toda adolescente, pues a pesar de ser solitaria y un poco asocial, mantiene una actitud muy lúcida, madura y fresca ante la vida y el ámbito en el que vive, de lo cual dan muestra sus escritos en los que no se percibe un solo hálito de reproche. Gran conversadora con aquellos que logren adaptarse a su vasto discurso. Su amplio conocimiento en cine, música, arte y cultura general sale a flote únicamente cuando se tiene la fortuna de congraciar con ella. Es reticente en cuanto a la publicación de sus escritos, y por eso me sorprendió que después de meses de conversaciones virtuales, me mandara algunos textos con la única condición de que los publicara traducidos. Por eso ofrezco una pequeña muestra de los versos de esta encantadora joven, para que acá en Medellín podamos disfrutar de la universalidad del sentir poético contemporáneo. Jorge López, Traductor.
‘Por Josephine Walker’ Traducción Jorge López Montoya En algún lugar de mi cabeza hay un poema que vive apaciblemente. Saluda al sol incluso cuando este decide cobijarse con las nubes. Se sacude con el viento en una alta colina o en una motocicleta trepidante. Danza con fiereza en medio de la noche y descansa sobre una superficie acuática.
Se deslumbra con los colores que sucumben ante la decadencia. Saborea vorazmente el húmedo suspiro de un poema que habla en su mismo lenguaje. Vigorosamente canta su adoración a la lluvia purificadora y al frío que demanda un pecho latiente Desconsoladamente llora una hora viva atrapada en las garras de la muerte. Celebra con alegría la adquisición de imágenes con las que adornar su casa. Una casa la cual se siente a la vez triste y feliz de tener que abandonar. Porque cuando se marcha regresa solo como un recuerdo, del cual incontables poemas, guiados por él al refugio de mi cabeza, se alimentan constantemente.
IX. Jesús Eduardo Domínguez ‘A la puerta de mi casa en Urrao’ Recuerda cuando cruces las puertas que las has cruzado.
No vale perpetuar el olvido de las entradas y las salidas en el hecho efímero de salir y entrar Toda puerta guarda un misterio como las estrellas o los cobertizos No dejes el olvido cuando salgas por mi puerta No dejes nada acá adentro que haga de mi recuerdo una nostalgia No lo olvides recuerda que hoy solo al levantarte ya abriste la primera puerta de tu día. Heterónimo: El poeta de la cuadra Nombre real: Esneider Sólo se sabe que se llama Esneider. Medellín, 1987. Vive en el Parque Obrero de Boston al frente de Jesús Eduardo Domínguez. Se caen mal. Sólo escribe poesía en su balcón y cuando fuma marihuana. Es hincha del Medellín… cuando gana. Tiene una gorra que nunca se quita. Su poética la define como un parche sollado de versos. Escribe porque se enamoró de su profesora de español, desde ahí no para de escribir. Su poesía se define en el parlache y el parche poético. Estudia licenciatura en español en el Tecnológico de Antioquia – Institución Universitaria. Espera algún día pensionarse para no trabajar más y dedicarse a ver partidos nacionales y escribir poesía.
‘Arte poética… o parche poético’ Por: El poeta de la cuadra Enciendo el pucho y arde el poema. El poema es vuelo de humo, fuego extraviado de balcón. Un plon y el primer verso como una danza antigua que las palabras guardan en su memoria. Enciendo el pucho y arde el poema. El poema es vuelo de humo, fuego extraviado de balcón. Un plon y el primer verso como una danza antigua que las palabras guardan en su memoria. Todo arde en la boca de las manos y el verso. A lo bien, todo es aleteo, nada de cutupeo estelar, nada de hacerle el quite,
todo se consuma en cenizas, se recuerda en cenizas, resucita, a la bien, en cenizas. El poema ya no es poema cuando ya est谩 escrito. Es como la maracachafa, no es pucho cuando ya ardi贸: es cenizas, vuelo, nostalgia. Por eso el poeta no debe salir de su cuadra, porque no tiene tanto para arder y dejar tanta ceniza en el mundo. Pero tampoco es un amurao, entre cada plon y cada verso vuela hacia el firmamento, trasciende en lo eterno.
El Carrito
Por Carlos Robledo
La mamá lo cogió de la mano y lo llevó donde su mejor amiga Doña Marta, ¿porque a él?, no lo sé, pero era el más guapo o lindo, como dicen las mujeres, entre sus dos hermanos se parecía más a la familia de ella. Debía de ser hermoso el culicagao ese, el futuro rompecorazones. No sé dónde dejó a sus dos hermanos, tal vez jugando en casa, ¿y la bebé? no recuerdo si estaba en el vientre de la mamá o si se quedó dormida en la cuna, pero no, ella no nació en aquella casa, ella, la niña, nació en otra, así que seguramente la mamá iba embarazada del papá, soñando con una niña, pues ya eran tres revoltosos niños: Juancho el mayor, él, el tumbalocas núa, así le decían, quizás porque a todo le decía no, y su hermanito menor kiki, pues ya había en la cuadra keko y kuko, faltaba kaka, que le hubiera quedado bien a él, pues su nombre era Camilo, pero seguramente el autor de los apodos, Don Ricardo, el esposo de Doña Marta, decidió no apodarlo así por respeto a Doña Myriam la mamá del niño. Cuando llegaron a la casa, Doña Marta quiso desencartarse rápidamente de él mandándolo para donde kuko, que era el cuarto hijo varón de doña Marta, ella contaba ya con una niña, la única, la última y la quinta, la alegría de todo hogar de puros varones. El niño se fue para donde kuko, pero, kuko, mayor que él, estaba ocupado, así que el niño no tardó mucho en salir de aquella pieza rumbo a la cocina, donde conversaban plácidamente su mamá y doña Marta y así poder conocer la casa.
Al salir de la cocina, al lado izquierdo, estaba un comedor para seis personas, seguido del patio donde había un enorme helecho colgado de las rejas, a la derecha del patio había una pieza, a la cual, obviamente, núa intento entrar, pero estaba cerrada con llave, así que no pudo satisfacer su curiosidad de niño; siguió, y al frente estaba la puerta de la calle y a la derecha, la sala y la pieza de la niña, pero además había unas escalas para subir al segundo piso, sin dudarlo un segundo las subió y al llegar al último peldaño, cual sorpresa, había un corredor y a la izquierda una enorme repisa con una hermosa colección de carritos de metal en miniatura, el niño tomó uno, el que más le gustó y lo hizo a título de préstamo, simplemente lo regresaría después, lo necesitaba para jugar, para eso eran, para jugar, no para estar expuestos en una repisa, quietos, como sin vida. Los niños mayores de la cuadra acostumbraban jalar con una cuerda sus enormes carros de juguete, e irse en fila india por toda la cuadra, a él particularmente le parecía estúpido el jueguito aquel. Cuando bajó las escalas y regresó donde mamá, estaba ansioso por estrenar su juguete, nuevo para él, que había tomado en préstamo. En su mente estaba la promesa de regresarlo a la repisa cuando lo hubiese disfrutado con sus manos, tal y como debía ser, lo conduciría y se imaginaría estar dentro de él y no lo conduciría con un estúpido hilo como si fuera una marioneta. Una vez en su casa guardó el auto, ya se sentía un adulto, tenía un automóvil para disfrutarlo en la calle, en las aceras, en los muros, estos eran como enormes acantilados y dentro del auto iba un diestro conductor de auto que jamás se caía al abismo.
Pero un día llegó la noticia a casa, se habián “ROBADO” un automóvil del “PARQUEADERO” de Doña Marta, y el sospechoso número uno era Camilo, por lo tanto debería regresarlo y pedir disculpas. Para un niño como él, introvertido, eso de entregarlo y pedir disculpas era una tarea imposible. Se negó a acudir a la entrega del automóvil y disculparse por lo que había hecho. Quedó ante todos como un ladrón, un manilargo, y el hecho de haberlo tomado como un préstamo solo estaba en su mente de niño. El carrito fue entregado a su dueño, el segundo hijo de doña Marta, y solo era para ser exhibido y coleccionado sin ser tocado por mano alguna. Un tiempo después Camilo volvió a las andadas en el mismo parqueadero y con otro de los automóviles inertes, sin vida. Cogió el más bonito, él como niño no podía dejar la dicha de jugar con sus manos con esos autos casi de verdad, pero, esta vez pensó en su mente infantil que nadie lo vería jugar y en las noches parquearía el automóvil al lado de la pata de la cama y así podría vivir esos momentos de alegría que tuvo con su primera “INCURSION” a casa ajena a “ROBAR”. Al poco tiempo de disfrutar de su flamante auto, su hermanito menor kiki se agachó para recoger su ropa y llevarla al lavadero y se encontró con un carro parqueado al lado de la pata de la cama, e inmediatamente, al caído caele, se fué directo a donde mamá a sapear la irregularidad. Mamá Miryam se enfureció, correa en mano lo cogió del brazo y arrastrándolo lo llevó a su pieza. Camilo solo recuerda la cara de ira de su má y la colcha de enormes flores rojas que cubría el lecho de pá y má. Ella, presa de una furia incontenible, lo tiró sobre la cama y lo azotó a correazos por todo su pequeño cuerpo, el niño presa del dolor odió a su madre y en su mente pasó un “hijadeputa”.
No se la dijo a pulmón suelto porque sabía que eso solo aumentaría el enojo de mamá. A pesar de todo se sintió culpable por haber llamado a su madre en su mente con una palabra prohibida, de la cual ni siquiera sabía su significado. Tiempo después mamá le dijo que le compraría un carrito, el que escogiera, tal vez arrepentida por el zarpazo de mamá osa a su cachorro terco. Quería en su corazón de madre darle una alegría a su pequeño hijo. Se fueron al centro de la ciudad y en un almacén le dio a escoger entre varios carritos, habían de aquellos, de los lujosos, muy parecidos a los que le habían ocasionado tal tragedia de su infancia, pero había uno que era diferente, era amarillo y tenía un volco atrás, era un jeep… ese fue el que le gustó. Empezó a disfrutar de aquel hermoso carrito, lo conducía por los muros en casa y en la calle, se imaginaba ver los paisajes al conducir y realmente lo disfrutaba, hasta que se le ocurrió llevarlo a la escuela, era una escuela enorme con un patio todavía más grande, y era allí, en el patio, donde le gustaba jugar con su carrito en las horas de descanso. Un día cualquiera salió a descanso, sacó el carrito de su bolsillo y comenzó a jugar al lado de un gran árbol de eucalipto, de pronto lo parqueo, miró hacia la reja que separaba la escuela de la calle y había un vendedor de coco con panelita, decidió acercarse para comprar un casao, cuando fue a dar la vuelta para retomar su juego, vio por el rabillo del ojo como un niño tomaba su automóvil y salía en pura hijueputa con él hacia donde estaba la multitud de niños en descanso, él soltó el casao y salió como un coyote persiguiendo un venado, sentía como sus pulmones se reventaban, corrió y corrió y corrió, hasta que el niño aquel, el manilargo, el ladrón, el ratero, el gato, se le perdió entre la muchedumbre.
Agradecimientos Agradecemos al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín por el apoyo para la publicación de este cuadernillo, a Astrid Lorena Carmona por el diseño, y al apoyo de todo el equipo del Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla y, en especial, a la constancia e imaginación de todos los asistentes del taller. Taller de Escrituras Creativas Ágora de Versos Edición y corrección de textos Jesús Eduardo Domínguez Vargas - Diego Ospina Arteaga Co-creadores Stiven Henao - Yulisa Ortíz Rendón - Judy Zapata Henao - Maria P. Zuluaga - Robinson Alexander Paniagua Serna - Carlos Loaiza - Jorge López Montoya - Carlos Robledo Diseño y diagramación Astrid Lorena Carmona Suárez - Esteban Tamayo Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla La Quintana Noviembre de 2015 Medellín- Antioquia (Colombia)
Ă gora de versos