LA NARRACIÓN EN PROSA DURANTE EL RENACIMIENTO: BOCCACCIO
Giovanni Boccaccio
1. GIOVANNI BOCCACCIO Y EL DECAMERÓN Nació en 1313 en algún lugar de la Toscana o en París (se desconoce el dato). Hijo natural de un importante mercader, vivió su infancia en Florencia y se inició en el estudio de las letras, a las que dedicó toda su vida. Siendo aún muy joven se enamoró y fue amante de una dama napolitana, cuya identidad se desconoce y que podría haberle inspirado el personaje de Fiametta, que aparece en numerosas obras del autor. Compaginó su dedicación a la literatura con el desempeño de cargos diplomáticos. Fue gran amigo de Petrarca. Murió en 1374. Boccaccio escribió numerosas obras en italiano y algunas en latín. Pero la que destaca por encima de todas es una colección de relatos en prosa conocida como Decamerón. El Decamerón es, en efecto, la obra más notable e interesante de Boccaccio y ha alcanzado extraordinaria importancia en todas las literaturas europeas. En ella coexiste la técnica y la fantasía medieval con los elementos renacentistas. No tiene afán moralizador, sino que constituye un canto al amor y al goce de la vida, al margen de hipocresías sociales. Es una obra realista, que refleja el mundo burgués de su época, pero también exalta el ideal cortés del amor y la virtud. La obra se sitúa en Florencia en 1348, fecha aciaga para la ciudad, asolada por la peste que se extendía por Europa. Diez jóvenes -siete mujeres y tres hombres- se retiran a una villa en las afueras de la ciudad, huyendo de la epidemia. Durante diez días –de aquí el título de la obra- , y con el fin de distraerse, cada uno ha de contar diariamente una historia, lo que supone un total de cien relatos o novelas. Cada jornada transcurre bajo el “reinado” de uno de los jóvenes, que es quien determina la
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orientación temática de las narraciones. Este es el hilo conductor que sirve para enlazar y dotar de unidad a los cien relatos que componen la obra. La estructura de cada jornada es fija. Comienza con una breve introducción, a la que sigue la decisión del rey o reina del día acerca del tema de los cuentos. Tras el establecimiento del asunto, se van narrando los relatos precedidos por un escueto resumen. La jornada finaliza con una breve conclusión. La ambientación de la mayoría de los cuentos se sitúa en la época contemporánea de la obra, los siglos XIII y XIV, en el Mediterráneo, sobre todo, en Florencia y Nápoles. Los ambientes aparecen trazados con rápidas pinceladas que sirven además para la representación psicológica de los personajes. Por el Decamerón desfilan cientos de personajes de todo tipo: reales y famosos (como el pintor Giotto), desconocidos o inventados. Algunos ejemplifican tipos humanos (como el simple, el burlador sinvergüenza o el fraile lascivo) y a través de ellos Boccaccio nos ofrece un retrato variopinto y crítico de la sociedad italiana del siglo XIV. Los temas que aborda Boccaccio en su obra son muy variados. Cada jornada gira en torno a un núcleo argumental, y el rey del día es el encargado de matizar el asunto. Así, en la jornada segunda, Filomena manda contar “historias de mala suerte que inesperadamente cambian hacia felicidad”. Las preocupaciones temáticas que atraviesan la totalidad de la obra pueden sintetizarse en las siguientes: El amor boccacciano, que es sensual, pero no se complace en lo obsceno. La pasión lleva a algunos personajes a la locura, aunque también al sacrificio que engrandece al ser humano. El ingenio o inteligencia, que se manifiesta en una amplia gama, desde la astucia del delincuente hasta la discreción o el sentido común. La crítica de las costumbres sociales, que es también tema determinante en la obra gracias a la abundancia de tipos humanos que la pueblan. Boccaccio conoció inmediatamente el éxito popular con su obra. Fue acogida con entusiasmo entre la burguesía emergente a la que va dirigida y, aunque apenas encontró eco entre los intelectuales, el mismo Petrarca la empezará a traducir al latín y disuadirá a Boccaccio de quemarla, como pretendió hacer en 1362. Su influencia destaca en los Cuentos de Canterbury, de Chaucer, y en algunas obras de Shakespeare.
2. LA NOVELA EN EL SIGLO XVI En el siglo XVI el género novela aún no está plenamente configurado, lo que explica que se incluyan en él tanto relatos largos (así sucede con las novelas de caballerías o las pastoriles), como novelas cortas que siguen el camino iniciado por Boccaccio. Será necesario esperar a que Cervantes y los autores picarescos españoles compongan sus obras para que realmente la novela quede establecida como un género similar al que hoy conocemos. Sin embargo, la trascendencia de los novelistas españoles no llegará hasta el siglo XVIII, cuando los autores ingleses vuelvan sus ojos a la novela picaresca y cervantina. El período fue, por tanto, una época de “tanteos” novelísticos, en la que proliferan modalidades diferentes, como la novela pastoril, los libros de caballerías y la novela picaresca. La NOVELA PASTORIL nace en 1504 con La Arcadia, de Sannazaro. Las fuentes del género están en Teócrito, las Bucólicas de Virgilio y los Ninfale de Boccaccio. Sobre estas obras, Sannazaro estableció el modelo del género que acogieron principalmente autores ingleses y españoles: Redacción en prosa y verso. Los personajes son pastores idealizados que representan la inocencia de quienes viven en contacto con la naturaleza. El argumento consiste en la narración de la biografía amorosa de los personajes. La historia se desarrolla en un escenario natural idealizado, sin referencias reales y fuera del tiempo, que se acoge al tópico del locus amoenus.
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Los LIBROS DE CABALLERÍAS se inician con el Amadís de Gaula (1508), en la que Garci Rodríguez de Montalvo refunde una historia anterior. Tras ella, multitud de obras españolas y portuguesas imitan sus caracteres hasta que Cervantes demuestra el sinsentido de la caballería en El Quijote. Los principales rasgos del género son: El argumento consiste en el relato de las aventuras y pruebas que debe superar un caballero para conquistar la fama o el amor de una dama. Los personajes principales son el caballero, su escudero y la dama. La figura del caballero está idealizada y le mueven el deseo de gloria y un sentimiento amoroso que sigue el canon del amor cortés. El mundo maravilloso define las novelas de caballerías y es conseguido mediante la aparición de seres fantásticos y escenarios irreales alejados de todo tiempo histórico. El Lazarillo de Tormes (1554) inicia la NOVELA PICARESCA, aunque el género no queda configurado plenamente hasta el siglo XVII con los siguientes rasgos: El protagonista es un pícaro, un antihéroe, un delincuente de humildes orígenes, que encarna el deshonor. El argumento es un relato en primera persona de la vida del protagonista, entendida como un viaje de aprendizaje. Los relatos se definen por el realismo de las situaciones y los escenarios. Su intención es denunciar el mal funcionamiento de la sociedad. FRANÇOIS RABELAIS (1494-1553) ha pasado a la historia por ser el autor de Gargantúa y Pantagruel, cinco libros que compuso entre 1531 y el año de su muerte. No es posible encuadrar esta obra en ninguno de los géneros de la época, ya que es un compendio de todos ellos. Cuenta la vida y las disparatadas aventuras de dos gigantes, Gargantúa y su hijo Pantagruel, insistiendo en temas como el goce vital y la transgresión de las normas y las convenciones sociales. Su tono satírico, desenfadado y jocoso –que contaba con una larga tradición en Europa- sitúa esta obra en un primer plano de la literatura renacentista.
La comida de Pantagruel, por G. Doré.
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