II L'Exprés'10

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Obres guanyadores 2010


Bases del concurs Aquest concurs de literatura és exprés. Es dóna a conèixer el tema, s’escriu el text i es fa públic el veredicte al llarg del mateix dia. El concurs es regirà per les següents BASES: Pot participar tota persona que tingui, com a mínim, 16 anys. Les consignes a partir de les quals s’haurà d’escriure el text no es donaran a conèixer fins el moment de començar el concurs. L'activitat es durà a terme en una única sessió a la Biblioteca Vapor Vell (Passatge del Vapor Vell, s/n), el dissabte dia 30 d’octubre a partir de les 10:30 del matí. Es concediran 90 minuts per a la redacció dels textos, acabats els quals els participants hauran d’haver lliurat els seus treballs. Els textos hauran de ser en català o en castellà, i hauran d’ocupar un màxim de dos fulls de 30 línies escrits per una sola cara (unes 3.000 lletres). Seran escrits ens fulls pautats que facilitarà la pròpia biblioteca. Els concursants que vulguin optar als premis hauran de lliurar els originals al jurat. La il·legibilitat caligràfica (contrastada pels jurats) pot ser motiu d’exclusió. El mateix dia 30 d’octubre, a les 17 h., es farà públic el veredicte final i es procedirà al lliurament dels premis. Després de l'activitat, els textos seran retornats a aquells que ho desitgin. La biblioteca se’n quedarà una còpia per a la seva Col·lecció Local. El guanyador i finalistes podran ser reproduïts a la web, o en publicacions gratuïtes del propi centre. El jurat estarà format per 3 persones vinculades al món de la literatura. El veredicte del jurat serà inapel·lable. El premi podrà ser declarat desert. Els premis consistiran en: o 300€ i una cafetera exprés per al guanyador. o 150€ i una cafetera exprés per al finalista. o Una cafetera exprés per a l’accèssit. o Tots tres rebran un diploma acreditatiu. 1


Per participar cal inscriure’s a la biblioteca fins a 15 minuts abans del començament del concurs. La inscripció és gratuïta, i s'ha de fer en persona o telefònicament a la Biblioteca Vapor Vell (Passatge del Vapor Vell s/n, o bé al tel: 93 40907231). El període d'inscripció serà del 15 al 30 d’octubre a les 10:15h. La formalització de la inscripció suposa l’acceptació d’aquestes bases. Qualsevol incidència no prevista en les bases serà resolta pel jurat des del moment de la seva constitució.

Jurat Julián Figueres, director de la biblioteca. Ricardo Reitano, periodista i escriptor. Jaume Centelles, educador i escriptor.

Acte S’hi van presentar un total de 41 treballs sota les consignes "Carrera" i "Escrúpol". El mateix dia a la cerimònia, amenitzada pel trio Shine, es van donar a conèixer els guanyadors: Guanyador: Javier Lechón Peralta, amb Las tortugas no comen pizza. Finalista: Gerard Giménez Forner, amb La diferencia. Accèssit: M. José Castaño Juárez, amb Objetivo. Agraïm a tots els participants la seva il·lusió, la seva espontaneïtat creativa i la contribució a aquesta celebració literària que esperem repetir l’any vinent. Mira les fotografies de l’acte. 2


Relat guanyador Las tortugas no comen pizza de Javier Lechón Peralta Poca gente imagina que las tortugas son voraces depredadores sin escrúpulos. La apacible y desestresada apariencia de los galápagos hace que la mayoría de personas crea que se alimentan únicamente de verduras y hortalizas (nunca he sabido la diferencia entre una verdura y una hortaliza). Las tortugas de tierra, además de vegetales también comen insectos y pequeños moluscos. Créanme que cualquier persona que haya visto a una tortuga devorar un caracol, probablemente no podrá olvidarlo jamás. Una vez que la tortuga divisa a su presa, el caracol, se inicia una lenta carrera mortal. Rápidamente, las sensibles antenas del caracol detectan el torpe caminar del galápago y hasta el último átomo del molusco se pone en estado de alerta. Esta lenta carrera por la supervivencia se asemeja mucho a las habituales y crudas imágenes de la caza de la gacela Thompson por parte de las leonas de la sabana africana. La relatividad de factores como la velocidad, el tiempo o el espacio no resta crudeza al ancestral hábito de las tortugas de alimentarse de caracoles. Los caracoles tratan por todos sus medios de zafarse de su depredador, pero es inútil, la tortuga siempre sale victoriosa en la carrera por la vida. La velocidad media de una tortuga de tierra supera en 0’04 metros/minuto la velocidad de un caracol común. El reguero de baba que deja el molusco a su paso, hace que las patas de la tortuga se adhieran al suelo y que pierda velocidad punta, pero inexorablemente la tortuga acabará alcanzando al caracol. Aunque el caracol se introduzca en su caparazón, las hábiles patas de la tortuga arañarán profundamente al molusco hasta que éste salga de su refugio. El caracol sabe que encerrarse en sí mismo nunca es la solución. Un biólogo australiano llamado Richard Dreyfus, descubrió que algunos caracoles, haciendo uso de sus habilidades hermafroditas, en ocasiones cambian de sexo instantes antes de morir para tratar de seducir a sus agresores. Pero es en vano, como ya se ha dicho, las tortugas no tienen escrúpulos y su corazón es más duro que su coraza. La carrera por la supervivencia es tan duradera que dado el caso, ambos, depredador y presa, tuvieran tiempo de sobra para alcanzar un acuerdo mientras corren. Pero por todo el mundo es conocido que las tortugas no son muy dadas al diálogo. Una vez que alcanza a su presa, el instinto de supervivencia y el hambre resonando dentro del caparazón de la tortuga hacen que ésta clave sus verdes dientes de tortuga en el gelatinoso cuello del caracol hasta la muerte. Se trata de una muerte lenta, blanda y despiadada.

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Relat finalista La diferencia de Gerard Giménez Forner Se le saltó un punto de las medias. Empezó en lo alto del panty, a la altura del pubis, y fue creciendo como el cañón del Colorado hasta la punta del pie, allá donde el dedo gordo parecía decir “aquí se acaba Mariela”. Su amiga Darcy le había dicho que se pusiera aquella minifalda granate que le hacía parecer el culo aún más respingón y las piernas tan interminables como un programa doble de Ingmar Bergman. Aunque Mariela no sabía quien era ese Ingmar Bergman, le hizo caso en lo de la minifalda y también se puso unos pantys que convertían su piel de chocolate en pura seda. Completó el tunning de su tren de aterrizaje con unos tacones de aguja que la obligaban a ir casi de puntillas, haciéndola parecer aún más alta y esbelta de lo que su metro ochenta y cinco de altura y su delgadez de pasarela solían hacerle parecer. En el ascensor, camino del piso treinta y dos de un hotel de lujo en el que las únicas dominicanas que solían entrar eran putas o limpiadoras, ella no quería ser ni lo uno ni lo otro. Ella quería ser modelo, la nueva Naomi Campbell. Llevaba setenta y dos horas en Barcelona y ni siquiera tenía un currículum escrito en el ordenador. “Tú ponte guapa, enseña mucho, habla con voz dulce y nunca digas no”, ése fue el consejo de su amiga Darcy, que llevaba cinco años trabajando en ese mismo hotel, de limpiadora. Darcy hacía las camas por setecientos euros al mes, pero de alguna manera que nunca terminaba de explicitar, siempre conseguía un buen sobresueldo. “Ni puta ni limpiadora”, se repetía Mariela mientras comprobaba en el espejo del ascensor que sus pechos estuvieran en la posición adecuada. Piso treinta y dos. Mariela puso su mirada seductora número seis, la misma que usaba de pequeña para sacarle unas monedas a su abuelo para comprar dulces. Siempre los conseguía. Tomó aire para que la ochenta y cinco de sujetador aparentase ser una noventa. Entró por la puerta de la agencia de modelos en la que había conseguido a las 16:15 su primera entrevista de trabajo, su primer casting en Europa. “Sin escrúpulos”, le había dicho Darcy, pero Mariela en el fondo pensaba que con su belleza y su simpatía ya bastaría. Cuando la recepcionista la hizo pasar a la sala de espera, Mariela se dio cuenta de lo equivocada que estaba. Sentadas en sillas de plástico, diez Marielas se habían vestido igual que ella, se habían puesto la misma mirada seductora, hablaban con la misma entonación dulce y aguantaban la respiración para convertir una ochenta y cinco en una noventa. Mariela se sentó entre una Daisy y una Cristal. Las miró de arriba a abajo, tratando de encontrar en ellas y su apariencia un punto débil, un punto de ventaja para ella, pero lo único que la diferenciaba de ellas era que Mariela llevaba una carrera en las medias.

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Accèssit Objetivo de M. José Castaño Juárez Cuando por primera vez puso el pie en el Ministerio, una sensación, hasta ahora desconocida para él, le recorrió de arriba a abajo. Supo que era su lugar, que su destino siempre había sido llegar hasta allí. Con la pretensión de obtener el puesto, tomó la decisión de iniciar la carrera que le llevaría hasta su objetivo. Sin sopesar los posibles impedimentos que podía encontrar en el camino, la valía de sus rivales, por encima de la ética y la profesionalidad, menospreció a sus adversarios superando cada uno de los peldaños del proceso, abriéndose camino para alcanzar su propósito. Algunos, después, le tacharon de poco honesto, de ser pretencioso, de falta de escrúpulos; dijeron que el proceso no había sido limpio, que movió hilos entre algunos conocidos que tenían mano en el asunto; pero la verdad, es que no se pudo probar. Hoy, satisfecho, vuelve a entrar por la misma puerta ministerial que hace ya algún tiempo le recibió. Algunos ya le saludan, se ha hecho conocer. Poco a poco, el edificio queda envuelto en una nube de luz tenue, el silencio se adueña de despachos y pasillos y él, nuestro candidato ganador, sentado ante su mesa de trabajo, observa el tráfico y los transeúntes tras la puerta de cristal. Al ponerse de pie estira la chaqueta de su nuevo y flamante uniforme ‐¡su madre hubiese estado orgullosa de él!‐, sonriendo piensa que aunque, de momento, la plaza de vigilante nocturno es de interino, todo llegará...

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