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Nani
Su nuevo sencillo se llama Mal Pensado
La producción fue realizada en Ciudad de México y estuvo a cargo de Pablo Preciado, Felipe Mejía y Alberto Hernández.
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“la privacidad de cada uno es muy importante y por eso debemos aprender a respetarla”, afirmaba Nani haciendo referencia a la letra de su nuevo sencillo, “Mal Pensado“. La canción, lanzada hace apenas tres semanas, habla de revisar celulares, romper la barrera de la privacidad y hacerle frente a esas inseguridades que pueden llegar a surgir en las relaciones de pareja.
Este nuevo producto fue desarrollado en noviembre, donde Nani viajó a Ciudad de México para trabajar un nuevo concepto junto a grandes compositores y productores como Pablo Preciado (MX), Felipe Mejía (Colombia) y Alberto Hernández (Colombia). Además, el videoclip también fue filmado en la ciudad centroamericana, más específicamente en Polanco.
En una entrevista exclusiva para Billboard Argentina, Nani habló acerca de este nuevo single y de lo que le depara el futuro. pareja El hecho de revisarle el celular a quien fuere, está mal, y es un acto violento. Por eso es una canción para esas personas tóxicas y tanto la historia como la letra están relatadas o cantadas en 3ra persona.
¿Con qué Nani se va a encontrar tu público? Fuerte, desafiante o dolida quizás? - Siempre intenté ser yo, convencida y decidida a hacer lo que me gusta. Esa Nani es la que intento ser, soy una persona fuerte y decidida por lo que la letra me representa muchísimo.
¿Por qué viajaste a México para producirlo y cómo fue trabajar con Pablo (Preciado), Felipe (Mejía) y Alberto (Hernández)? - La propuesta de ir a México surgió de Giuliano, mi mánager, que ya conocía a Pablo. Me pareció buenísima la idea de trabajar con ellos sabiendo que tienen una gran trayectoria, trabajaron con grandes artistas que admiro como Tini, Yatra y Ricky Martin, entre otros. Fue una experiencia única, cinco días de trabajo intensos que me hicieron crecer y aprender mucho como artista.
¿Sentís que el público puede sentirse identificado con la letra de la canción? - Creo que sí, esa es la intención (entre risas). La canción cuenta una historia que muchas personas pasan, la privacidad de cada uno es muy importante y por eso debemos aprender a respetarla. Muchas veces no es así.
¿Qué le espera a tus fans en este 2020? - Gracias a Dios se vienen muchas cosas: obviamente nuevas canciones que iremos sacando con singles para completar un álbum a mediados de año; van a haber colaboraciones con otros artistas; tenemos programada una gira por el país y algunos proyectos afuera que no puedo contar por ahora.
Siempre de la mano de GM Música y mi familia, a quienes agradezco y espero crecer mucho tanto como artista y como persona.
Vale Acevedo
entre covers y canciones propias, la cantante y compositora desafía las reglas del mercado de la música desde su cuenta en instagram @valeeacevedo, donde tiene 198 mil seguidores. Desde sus redes sociales, Vale creó una comunidad de seguidores que la acompañó en sus lanzamientos en Spotify, donde ingresó en 2018 y ya acumula cinco álbumes de corta duración, tres de covers y dos de canciones propias. En la plataforma, Vale tiene más de 65 mil escuchas mensuales y más de 22 mil seguidores. Canciones de Minita (2018), cuyo nombre es una burla a su padre, quien decía que su hija solo cantaba “canciones de minita”, y Quien te conoce? (2018) son los EP de temas propios. Entre sus canciones, se destaca: “Un bar que no está mal”, con más de medio millón de escuchas en Spotify. Impulsada por sus vínculos a través de las redes, realizó giras por el interior del país y presentaciones en Capital Federal. El 16 de mayo de 2019 presentó su EP Quien te conoce? en Club Lucille, en Palermo.
Entre sus influencias, la artista de 23 años destaca a Charly García, Virus, Los Abuelos de la Nada, Sumo y Miguel Mateos. Vale comenzó a explorar el mundo de la música a través del canto, con 8 años. Sorprendida por el talento de Elvis Presley y el blues, aprendió a tocar la guitarra a los 12 años. Escucha música retro desde que tiene memoria, confiesa que le gusta mucho la música de los 50, 60, 80 y se considera fiel a ese tipo de música. Vale comenzó haciendo covers de toda esa música, para luego diferenciarse y buscar una identidad propia en canciones de su autoría. “Mi sueño es poder seguir viviendo de la música y que cada vez los escenarios sean más grandes”, comentó en una entrevista a Filo News. “Lo único que quiero es ser un compañía para las personas y que no se sientan solas en ningún momento. Quiero que la gente sepa que siempre voy a estar ahí queriendo ponerle buena onda al día con algo de música”, agregó. Hoy en día, componer canciones es lo que más la motiva. Sin embargo, en su música se puede ver un patrón: publica un EP de versiones de clásicos seguido de un EP de canciones propias, y así sucesivamente. Actualmente se encuentra trabajando en un disco propio que se espera para este 2020.
Mamita Peyote
suena mamita peyote con fuerza y sello propio. desde su origen en 2011, la banda rosarina tiene un sonido ecléctico, pasa por el Rocksteady, Reggae, Ska-Jazz, Rumba, Cumbia, Swing, Funk, Rock, Gipsy, Latin Pop, entre otros. Esa mezcla es lo que enriquece el sonido peyotero que se corona con la voz de Euge Craviotto Carafa y la instrumentación de Charly Bertolin, guitarra al frente del proyecto. Además de ser elegida y distinguida en varias oportunidades en su región, en 2013 Mamita Peyote fue elegida a nivel nacional entre más de 11 mil artistas como una de las ganadoras del “Concurso Nacional Igualdad Cultural”. Al año siguiente, fue finalista argentino del “Rototom Reggae Contest Latino”, en 2015 fue declarada la “Banda Distinguida de la ciudad de Rosario” por su aporte a la cultura y a la música y en 2016 fue finalista del concurso “Camino a Abbey Road”.
Su sonido viajó por conciertos de diferentes géneros y origen como: The Wailers (Jamaica), Mimi Maura (Puerto Rico), S.O.J.A. (USA). Armadinho (Brasil), La Vela Puerca (Uruguay), Dub Inc (Francia), entre otros importantes artistas de la escena nacional como Eruca Sativa, Los Cafres, Dread Mar I, Los Caligaris y Miss Bolivia. Su primer disco logró una nominación a los Premios Gardel 2015 en la categoría “Mejor Álbum de Reggae y Música Urbana”, junto a Dread Mar I y Gondwana. Luego de girar por la costa argentina, su canción “Consentimiento” formó parte de la tira “Viudas e Hijos del Rock and Roll” de Telefé. Después de girar por Chile en 2016, “Consentimiento” se volvió uno de los “50 más virales de Argentina” en Spotify, sumando las 2 millones de reproducciones.
Mamita Peyote pasó en 2018 por el Cosquín Rock. En 2018 tocaron ante 500 mil personas en Capital Federal para conmemorar el Día de la Independencia Nacional, sobre la 9 de julio. Ese mismo año, lanzaron Runfla Calavera, su segundo material de estudio. El disco fue nominado a los Premios Gardel 2019 como “Mejor Álbum Reggae/Ska” y obtuvo el “Independent Music Awards” por “Mejor Álbum Reggae/Ska” en New York en la edición 17° de este premio. Runfla Calavera se encontró con el público por primera vez en el Teatro Vorterix de Rosario a sala llena y luego llegó a La Trastienda, The Roxy Live, Studio Quilmes Garage, entre otros reconocidos venues de Capital Federal.
En 2019 fueron elegidos para cerrar la celebración de los tradicionales “Carnavales Porteños” ante más de 60 mil personas junto a Los Caligaris. Ese mismo año, el Senado de la Nación Argentina otorgó a la banda un Diploma de Honor en reconocimiento por su aporte, a través de la música, a la mejora de la calidad de vida de los miembros de su comunidad. En junio y julio de 2019, Mamita Peyote giró por Nueva York, Chicago, donde debutó en la Ruido Fest, y fue parte de la Latin Alternative Music Conference, una de las ferias de música independiente alternativa más importantes del mundo. En la actualidad, la banda se encuentra trabajando en el lanzamiento de su nuevo single “Sentencia”.
La Joaqui
“empecé a crear música no hace mucho tiempo, pero no tardó nada para que me atrapara por completo”, introduce Joaquinha Lerena de la Riva. Si bien empezó a vincularse con la música a los 18 años, confiesa que es una especie de pequeño lugar en el mundo donde se desahoga y se aleja de la rutina que la atrapaba. “Decir un poco lo que pienso o siento, está bueno tener nuestro propio espacio de distracción del mundo”, agrega.
La actriz, cantautora, compositora y rapera marplatense nació el 25 de octubre de 1993. La Joaqui fue la primera mujer en clasificar para las Batallas de Gallo de Red Bull, en la que fue de las participantes más convocantes y con más actitud del género. Comenzó a desenvolverse por completo y comenzó a viajar por todo el país por su talento. Logró la aceptación del público femenino y masculino a lo largo del país. Debutó como actriz en “El Marginal 2” con 24 años, tiene dos hijos. Luego de editar una serie de singles, publicó Harakiri, su primer álbum en 2019. Su canción de 2018 junto a Fili-Wey, “Falso Amor”, superó el millón de escuchas en Spotify.
Su versatilidad es un tesoro para la industria de la música. Sus canciones fusionan ritmos derivados del trap, pop, R&B, rap, reggaetón y cumbia. Además, su variedad le da la libertad de combinar su música con la de cualquier artista de su talla. En YouTube tiene casi 25 mil seguidores. En Instagram acumula 140 mil seguidores.
La variedad de estilo la llevó por distintos caminos antes de encontrar su ruta en la música. Nació en Argentina, pero vivió hasta los 15 en Costa Rica y, a pesar de formar parte del mundo del rap, su primer encuentro con la música fue con The Cure. Actualmente está escribiendo un libro que planea publicar próximamente. La Joaqui no formó parte de ninguna banda, pero revela que le encantaría alcanzarlo algún día. Sin embargo, es una mujer de equipos. Hoy integra una crew de artistas, productores y staff de la productora E.A.P. (El As! Producciones).
Fape
facundo eligió su nombre artístico por su tendencia a usar el vape, al cual atribuye haber dejado de fumar durante dos años. Con 23 años, trabaja para ser un ícono de la música en Argentina, “O del mundo, ¿quién sabe?”, comenta. Sus inicios en la música tienen que ver con un acercamiento a los 11 años, en el 2007, por un CD que se compró en una librería, Double Up de R. Kelly. Ese álbum le brindó una perspectiva antes inexistente en su vida, en su familia se escuchaba Maná, Café Tacvba, Bacilos y algo de Rock Nacional. Ese disco lo acercó al movimiento afroamericano, desde las raíces del Hip Hop como NWA hasta el Pop de Prince o Michael Jackson. Confiesa que sin ese descubrimiento, hubiera tardado más en encontrar el flow y la dinámica que busca incluir en su música, o quizá nunca hubiera podido hacerlo. Si bien no se trataba de raperos como Snoop Dogg o Dr. Dre (y era puro R&B), encontró un mundo nuevo: sonidos frescos y colaboraciones con artistas que lo ayudaron a ampliar el panorama. Continuó su camino viendo lo que hacían artistas como Sean Kingston y Chris Brown, “Tiene que ser por ahí”, pensaba.
Fape siempre se sintió un sapo de otro pozo. A los 14 comenzó a improvisar en previas y boliches con sus amigos del colegio, pero ellos preferían la cumbia a un álbum como Relapse de Eminem. Dos años más tarde, empezó a leer a poetas como Neruda o Benedetti y desde ese momento nunca dejó de escribir. Se empezó a juntar con otros freestylers en las plazas de Palermo a improvisar, andar en skate y pasar el rato. Conoció gente y distintas realidades e historias: “Encontré algo que no me enseñaban en el colegio y me gustaba, la calle”, explica.
Grabó su primer tema en 2014, sobre la base de ‘Gotta Let It Go’ de Eminem, en culto y descarga a la muerte de su abuelo. Desde ese momento empezó a escribir canciones, dejando los poemas de lado, con sus propias melodías. De a poco se movilizó para armar un equipo que lo acompañara para acercarse a su sueño.
El objetivo más importante de Fape es que la gente encuentre inspiración e identificación en él, así como a él le ocurrió con los artistas que le influyeron. “Me considero capaz de llegar a mis oyentes porque cuando grabo una canción no solo deja su voz, sino también su energía y sus letras hablando de situaciones que pueden pasarle a todos”, comenta. “Dejo mi vida entera, porque la música se convirtió en la base, el eje y la brújula hacia mis sueños… después de todo, vivimos para hacerlos realidad”, agrega.
Morrison Hotel · The Doors
El retorno del rey lagarto
El quinto álbum de la banda, señaló un regreso a su mejor forma musical y significó un renacimiento poético para Jim Morrison.
Por Alfredo Rosso
Después de consolidarse como una de las bandas fundamentales de la segunda mitad de los ’60, con álbumes como The Doors, Strange Days y Waiting for the Sun, y los hits “Light my fire” y “Hello, I love you”, la suerte de The Doors cambió para peor: tras un recital en Miami, en marzo de 1969, su cantante Jim Morrison fue acusado de exhibición obscena en público, y el impacto del consiguiente proceso en los medios de difusión motivó varias cancelaciones de shows por parte de promotores conservadores. A todo esto se sumó la tibia recepción de la crítica para el cuarto álbum, The Soft Parade, con sus polémicos arreglos de bronces y cuerdas.
Pero Jim Morrison, Ray Manzarek, Robbie Krieger y John Densmore tenían un as bajo la manga y en febrero de 1970 respondieron a quienes habían bajado el pulgar prematuramente a los Doors con un álbum que marcó el retorno a sus raíces de rock y blues. Morrison Hotel se iniciaba con un símbolo de esta nueva etapa. “Roadhouse blues”, era un compendio de las varias obsesiones de Morrison concentradas en un gran rock: la vida “en la ruta” era retratada en la frase que comienza la canción con el consejo que Jim le daba a su novia Pamela cuando ella conducía: “Mantén los ojos en el camino / y las manos sobre el volante”. Otra imagen recurrente en los escritos de Morrison es el sexo acompañado por un componente místico. Aquí el escenario es un motel al costado de la ruta, con la presencia de una misteriosa amante shamánica, redentora. La sensación de incertidumbre y de vivir al límite que parecía acompañar a Morrison en su camino está sintetizada en el verso final: “me levanté esta mañana y me tomé una cerveza / el futuro es incierto y el final siempre está cerca.”
Luego llega el toque místico de “Waiting for the sun”, donde el clima musical etéreo refleja ese instante de semipenumbra previo al amanecer. La canción debió haber salido dos años antes, como tema/ título del tercer álbum pero debido al tono caótico de aquellas sesiones, la banda no lo terminó a tiempo. En el marco de camaradería recuperada del nuevo disco, “Waiting for rhe sun” adquirió su sofisticada forma final, con un sintetizador a cargo de Manzarek y varias guitarras sobregrabadas por Krieger.
El álbum tomaba impulso en “You make me real”, con su piano al estilo New Orleans, su guitarra distorsionada y la voz agresiva de Morrison. Un rhythm and blues con una letra de erotismo a flor de piel: frases como “déjame deslizarme en tu suave mar oculto” no requieren mucha explicación.
“Peace frog” se destaca entre los temas de los Doors por poseer un título algo ridículo (rana pacífica), pero la canción estaba lejos de ser frívola; por el contrario, es uno de los testimonios más potentes de los Doors acerca de la inquietud política y social que se vivía en las ciudades de Estados Unidos de los ‘60, con manifestaciones por los derechos civiles y en contra de la Guerra de Vietnam. Hacia el final, Morrison describe una imagen de su infancia que consideraba decisiva en el curso que tomó su vida. Es una parte recitada donde Jim dice que iba con su familia en auto por la ruta cuando vio una serie de indios tirados al costado del camino, sangrando, víctimas de un accidente ocurrido apenas minutos antes. Morrison sintió que uno de esos indios murió en ese momento y que su alma se fusionó con la de Jim.
Morrison Hotel continúa con “Blue Sunday”, buen ejercicio para las cualidades de crooner de Morrison, con su cansino tono romántico, y enseguida llega “Ship of fools” (la nave de los locos), cuya melodía chispeante esconde una letra reflexiva donde Jim señalaba la ironía de que la civilización había avanzado lo suficiente como para poner un hombre en la luna pero al mismo tiempo contaminaba el aire que todos respiramos, una preocupación ecológica que ya había aparecido un par de años antes en el tema “When the music is over”. La nave en este caso es nuestro planeta y los locos, sus habitantes.
El mar ha sido una imagen recurrente en los temas de los Doors. Además de ser hijo de un almirante de la armada estadounidense, Morrison concibió buena parte de sus letras y poemas en la playa de Venice, en Los Angeles. El tema “Land, ho” (Tierra a la vista) tiene la estructura de una alegre canción folk y sus protagonistas son navegantes de una mística embarcación que después de una larga travesía divisan por fin la costa con la promesa de mujeres y bebida a corta distancia.
Sigue el misterio erótico y sinuoso del blues “The Spy”. La frase que lo inicia, “soy un espía en la casa del amor”, reproduce el nombre de una novela de la escritora francesa Anaïs Nin, quien a principios del siglo XX fue pionera en lo que hace a libertades literarias y sexuales, y se convirtió en una figura habitual en los círculos literarios de California, adonde se mudó en los años ‘40. Es bien probable que la intensa personalidad de la Nin haya dejado su marca en el lector consumado que era Morrison.
“Ella era una princesa / reina de la autopista”. Así comenzaba “Queen of the highway”, homenaje de Morrison a su novia en las buenas y en las malas, Pamela Courson, con quien sostenía una relación desde que los Doors tocaron sus primeros shows en los clubes de Los Angeles. “Indian Summer” era otro tema de amor, empapado de la melancolía que uno asocia con el título: en Estados Unidos “Verano indio” es ese período de calor intenso y postrero que suele tener el otoño boreal antes de la llegada del frío, la nieve y las temperaturas extremas del invierno.
Morrison Hotel concluía con “Maggie McGill”. Es un tema en la vena del rhythm and blues de Chicago con una destacable labor de Krieger en guitarra. La letra describe a una chica descarriada, figuras parentales ebrias y abandónicas y una comunidad donde el sexo parece ser la única panacea. Un epílogo coherente para un disco donde letras y sonidos evocan un amplio rango de emociones y donde el placer y el dolor a menudo están a muy poca distancia uno del otro.
Un álbum, en definitiva, que es un fiel reflejo de una era de contradicciones, en la que las utopías de cambio social de los ’60 empezaban a chocar con la realidad más dura y cínica de la nueva década. En Morrison Hotel, los Doors recuperaron la esencia de su música y el filo urticante y poético de sus letras, y ese es el secreto de la relevancia de este álbum al día de la fecha.