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Bodas de Oro – 50 Años de Álbumes Clave: “Surf’s Up”, Beach Boys.
‘Surf’s Up’ y la encrucijada de los Beach Boys
En 1971, la que supo ser la banda más popular de Estados Unidos en los primeros años ’60, enfrentaba una paradoja: su música se volvía más ambiciosa, sus armonías vocales más delicadas y sus letras más comprometidas, pero el público que había llevado al éxito sus primeros temas sobre surf, chicas bonitas y coches veloces, ahora los ignoraba.
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Por Alfredo Rosso
La primera señal de alarma sonó con el álbum “Pet Sounds” en 1966. El mismo disco que hoy es alabado como una de las obras supremas del rock en general y del talento creador de Brian Wilson en particular, era recibido en aquel entonces con perplejidad por el público, la prensa y hasta Capitol, el sello grabador de la banda. Si bien el rock, tanto británico como estadounidense había pegado un salto cualitativo siguiendo el ejemplo de Los Beatles y su evolución musical y poética –a partir del álbum “Rubber Soul”- esta nueva ambición artística de los músicos estaba un paso adelante de su audiencia.
Se rumoreaba que incluso existían dudas entre los otros Beach Boys sobre la nueva dirección que Brian deseaba imprimirle a la banda. El mayor de los hermanos Wilson sentía que estaba compitiendo con el binomio autoral de John Lennon y Paul McCartney, y no le bastó con concebir “Pet Sounds” y el genial single posterior, “Good vibrations”. Después de escuchar “Revolver”, de los Beatles, Brian se embarcó, junto al letrista, compositor y arreglador Van Dyke Parks, en el ambicioso proyecto conceptual “Smile”, destinado a llevar la experimentación musical a nuevas alturas. Por desgracia, el frágil estado psíquico y emocional de Brian empeoró con el consumo de drogas y la presión constante de ser el referente de la banda en cuanto a composición, arreglos vocales y producción. Al tiempo que su conducta se volvía errática en el estudio, el proyecto de “Smile” se fue postergando hasta que Brian decidió abandonarlo.
Aquí la historia da un vuelco curioso, ya que por una parte, el material del inconcluso “Smile” se esparciría en álbumes sucesivos: “Smiley Smile”, “Wild Honey”, “Friends”, “20/20”, “Sunflower” y también el álbum que hoy nos ocupa, “Surf’s Up”, pero –además- la menor incidencia de Brian en el repertorio de los Beach Boys, haría que en el futuro inmediato, tanto sus hermanos Carl y Dennis, como Mike Love, Al Jardine y Bruce Johnston, se volcarían a la composición, y le darían a la banda una nueva y bienvenida perspectiva.
A principios de los ’70 los Beach Boys firmaban con Warner Bros., y desde el vamos la compañía californiana apostó a replicar el éxito que la banda había tenido en Capitol. Los tiempos, sin embargo habían cambiado. La ironía es que, a despecho de la indiferencia casi generalizada del público, la música de los Beach Boys en el despuntar de los ‘70 mostraba una singular riqueza.
“Surf’s Up” tiene un título paradójico, porque la expresión es una voz de aliento, es como decir “¡Esta es la ocasión, hagámoslo!” pero la imagen de portada muestra a un jinete de estampa Quijotesca, encorvado sobre su caballo y sosteniendo una lanza que apunta al suelo. No es precisamente una imagen alentadora. Así y todo este decimoséptimo álbum de estudio de los Beach Boys da motivos para creer en el renacimiento de la banda, comenzando por “Don’t go near the water”, de Love y Jardine, un pionero llamado a la conciencia ecológica para rescatar cursos de agua moribundos debido a la polución causada por los humanos. El tema del medio ambiente emerge de nuevo, tangencialmente, en “Take a load off your feet”, y Jardine cierra su contribución autoral en “Looking at tomorrow (A welfare song)”, con un gran arreglo vocal y un vestigio de ese oscuro misterio que rodea ciertas composiciones de George Harrison de la era Beatles.
La nueva conciencia sociopolítica de los Beach Boys aflora en “Student demonstration time”, que toma la melodía de “Riot on cell block # 9” de Jerry Leiber y Mike Stoller y le agrega una nueva letra sobre manifestaciones estudiantiles contra la guerra en Vietnam y otros tópicos conflictivos, y la consiguiente represión indiscriminada de las autoridades. Aunque Mike Love se cuida de tomar partido, los Beach Boys demuestran que les cabe un ritmo de blues y que no son indiferentes ante los temas candentes de su tiempo.
Junto al costado militante de “Surf’s Up” encontramos la veta romántica de “Disney girls (1957)”, canción de Bruce Johnston de bella cadencia, con una letra que expresa nostalgia por tiempos más inocentes. Otra revelación es la emergencia de Carl Wilson como compositor: la épica “Long promised road” muestra esperanza frente a los obstáculos que puede presentar la vida, con un título que no desentonaría en una canción de Bruce Springsteen. Carl redondea su primera producción autoral –en sociedad con Jack Rieley, nuevo mánager de la banda- con el tema “Feel flows”, una aletargada melodía con guiños psicodélicos en sus arreglos vocales e instrumentación, que calza muy bien con el clima global del álbum.
Se ha dicho que Brian Wilson estuvo menos involucrado en Surf’s Up que en previos discos de los Beach Boys y que la batuta de la banda pasó a su hermano Carl. Sin embargo, Brian es el encargado de poner el broche de oro a la última parte del álbum, con tres temas de su inefable pluma: “A day in the life of a tree”, que conjuga muy bien con la nueva postura ecológica del grupo. Aquí un árbol nos habla en primera persona y lamenta los daños que la polución ambiental ha desatado sobre su tronco, ramas y raíces. El hilo existencial que subyace en el tema vuelve a manifestarse en “’Till I die” cuya estrofa de apertura es bien explícita: “Soy un corcho en el océano / flotando sobre el mar embravecido / ¿cuán profundo es el mar? / He perdido mi camino…”
El disco concluye con el tema/título, una obra maestra de Brian con letra de Van Dyke Parks. Otro lúcido remanente rescatado de las febriles sesiones de Smile, “Surf’s up” ostenta un sofisticado arreglo vocal e instrumental, y está construido en base a pasajes de melodías cambiantes que encajan perfectamente en el todo; una suerte de mini suite de cuatro minutos y fracción.
Como muchos grandes álbumes acuñados en esos años fecundos, “Surf’s Up” está recibiendo, por fin, el reconocimiento que merece, medio siglo después de su edición original. Que aún queden cosas por descubrir y deleitarnos entre sus surcos, es el testimonio final de su jerarquía. •