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Gustavo Santaolalla
El músico recientemente entregó una versión remasterizada de su segundo disco solista GAS, un trabajo que considera “casi fotográfico”.
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Gustavo alfredo Santaolallacomenzó su carrera artística con el disco Arco Iris en el año 1969 con tan solo 18 años. Por aquel entonces formaba parte del grupo homónimo que integró hasta 1974, Arco Iris – banda de rock formada en 1968 -. Luego de separarse, formó Soluna, grupo con el que grabaría un único disco, Energía Natural, en 1977. Ya en 1982, comenzó una nueva etapa en su carrera con su primer trabajo en solitario, Santaolalla, disco que consiguió colocarse entre los 86 mejores álbumes de rock argentino de la historia. Trece años después, en 1995, lanzó GAS, que recientemente reeditó y cuyo remastering estuvo a cargo de Aníbal Kerpel, músico y amigo del compositor. Además, el artista oriundo de El Palomar se ha caracterizado por haber compuesto canciones para películas que lo han hecho merecedor de numerosos premios como los Óscar, Globo de Oro, DICE o BAFTA, entre otros.
Su primer Premio Óscar lo ganó en 2006 gracias a la banda sonora de la película Brokeback Mountain, hecho que repetiría un año más tarde gracias a su trabajo en Babel. Durante estos últimos años, también ha compuesto la banda sonora del videojuego The Last Of Us, lanzado en 2013 y trabajo que le otorgó en ese mismo año el Premio DICE al Mejor Sonido. Actualmente, la segunda parte de la entrega desarrollada por Naughty Dog – cuya banda sonora está compuesta nuevamente por Gustavo – sigue en espera de lanzamiento debido a la situación global.
Desde 2001 integra Bajofondo –agrupación de tango electrónico formada por músicos argentinos y uruguayos- junto a Juan Campodónico, Luciano Supervielle, Verónica Loza, Martín Ferres, Javier Casalla, Adrián Sosa y Gabriel Casacuberta. El grupo hizo canciones junto a Gustavo Cerati (“El Mareo”), Usted Señalemelo (“A Tiempo”) y La Mala Rodriguez (“El Andén”), entre otras colaboraciones.
Parece increíble todo lo que está pasando, pero en parte vos ya la viviste, ¿no? Tu canción “Quarantine” para The Last Of Us lo relata perfectamente. - Cierto, además de esa canción le pasé el plumero a otra de Arco Iris que se llama “Sálvense ya”. “Ya se acerca el momento, del cielo vendrán, pocos quedarán, celestes hermanos que en sus naves nos llevarán hacia mundos lejanos”. Ese tema apocalíptico que formaba parte de la
Solés decir que el tiempo no es lineal… - Esta situación de pandemia es algo que totalmente revalida el concepto de la conciencia colectiva de la que todos somos parte. Todos somos parte de una única cosa, lo que le pasa a uno le afecta a todos.
De alguna manera, este virus por sí solo no es nada, necesita que nosotros estemos juntos y agrupados para poder atacar. Por eso, de la única forma que podemos estar juntos es no estando juntos. Es la mejor opción que tenemos para hacerle frente. Esto es un concepto sumamente cuántico, todo afecta a todo.
¿El aislamiento como te afecta a nivel personal? - En mi caso es una situación particular porque tengo mucho trabajo. Hay personas a las que quizás se le ha frenado todo, que también es genial por un lado, pisar el freno y analizar todo de vuelta. Por otro lado, en los siete años de Arco Iris vivía bastante aislado del mundo, tenía una vida bastante recluida, se podría decir que fue semi monástica.Por motivos personales tuve que estar dos meses en Boston donde solo salía una vez por día a hacer un trámite, digamos que tenía un training para esto.
Estaba feliz de que me haya tocado vivir la época de los 60’ y 70’, fue un momento tan groso de cambios para la humanidad… Ahora también agradezco de cierta forma poder vivir esto, siento que es un momento trascendental, algo definitivamente va a cambiar después de esto.
Los lanzamientos musicales y del mundo del entretenimiento están cambiando radicalmente. Parece ser un buen momento para lanzar la nueva entrega de The Last Of Us… - Lo que veo es que la gente que está muy basada en giras y directos va a tener que modificar su estilo. Por mi parte, que me encanta presentarme, tenía confirmados varios shows por España y Londres que por supuesto cambiarán para el año que viene. Por suerte, como tengo el tema de los scores que hago para series, películas y juegos estoy ocupadísimo, había muchas cosas a medio hacer que se están terminando. Estoy trabajando para Amazon sobre una serie sobre el Cid Campeador, cuando salga estoy seguro que la gente va a estar súper emocionada porque ya se terminaron todo el repertorio de las plataformas.
¿Qué significa el silencio para vos? ¿Simplemente algo que aparece entre las notas? - El silencio es importantísimo. A mí me gusta la idea de los silencios elocuentes, ese silencio que dice cosas y que hace valorar la presencia de las notas. Ese silencio que te sirve para que cuando aparezca esa nota realmente tenga un impacto mayor quizás, que si no estuviera. Por eso me gustan las películas que no todo el tiempo tienen música, sí es verdad que hay géneros que lo demandan un poco más como la animación. De hecho, me estoy metiendo en dos proyectos de animación: uno con Jorge Gutiérrez, con el que hicimos “Book Of Life” y otro de stop motion animation, un estilo que nunca hice y me encanta.
Ahora están todos haciendo música en su casa, ¿cuánto queda de creatividad liberada? - Creo que no hay límites. Si volvemos al momento donde empecé a hacer discos, donde hacía falta que la gente se fijara en vos, registrar y sacar el disco uno mismo… Tenías que más o menos poder tocar y saber armar todo. Es muy distinto, pero de todas maneras, que sea más accesible también hace que quien se quiera destacar tenga que tener un buen grado de originalidad, que transmita un alma que sea diferente. Es un momento impresionante para la música, lo puede hacer cualquiera y le da la chance a alguien desconocido que le pase lo que le pasó, por ejemplo, a Billie Eilish.
Fuiste mucho a Asia, ¿qué recordás de China y el resto de tus viajes? - Estuve varias veces en China, para tocar con Bajofondo y con proyectos en solitario. Es un lugar muy especial, lo masivo y lo distinto que es a todo lo que conocemos. Me gustan mucho los vuelos largos, siempre terminás en un lugar muy distinto de donde saliste. Aunque uno lo conozca bien se produce un shock cultural muy fuerte. Una vez tuve que viajar desde Shanghai a Mumbai, en la India, el shock de pasar de China, tan ordenados y tan casi “militarizados”, a la India fue sorprendente, los indios me recordaron un poco a los latinoamericanos en cierto punto, tienen mucho fuego.
Se habla mucho de un mundo ultra conectado, ¿qué te genera eso? - Por lo pronto, un poco de ansiedad. Sabemos que todas las crisis producen ambas cosas, cambios de conciencias para bien y otras que los grupos poderosos utilizan para su beneficio. Creo que hay que tener cuidado, vivimos en una sociedad que ya está bastante controlada, lo que sería muy feo es que esto sea utilizado para que traten de controlarnos aún más. Una cosa es “One World” de Bob Marley, divino, un mundo todo unido y otra cosa es una globalización llena de shopping malls, McDonald’s y todo el mundo controlado… eso es otro “One World”.
Tenemos que darnos cuenta de que hay una muy mala distribución de la riqueza en el mundo, es muy injusto. Algo tenemos que hacer para cambiar eso. Hay que empezar a pensar en los otros, no podemos estar bien si hay gente que está mal, eso es cuántico también, deberíamos estar todos a un mismo nivel. Cuando uno la está pasando bien, de repente se acuerda de alguien que la está pasando mal y provoca que el disfrute no sea completo.
Claro, por supuesto, sobre todo cuando uno siente que está haciendo muy poco para que eso cambie. Eso tiene que partir de gente que tiene poder también, que esas estructuras cambien.
Hay gente mayor que siente que tanto el virus como la sociedad las están descartando. ¿Qué es la vejez para vos? - Lo lindo es la capacidad de ver las cosas en otro ritmo, uno que te permita detenerte a observar las cosas de una manera diferente. No hay un ritmo bueno o malo, ese es el cambio más importante. Otra de las cosas que sucede con la vejez es el hecho de estar más cerca de la muerte, te hace priorizar y empezar a ver cuáles son las cosas que realmente importan.
La vejez tiene cosas hermosas, en el caso de que tengas familia, siempre existe la continuidad, ver a tus hijos pasar de una generación a otra junto con los nietos. Siempre tuve una atracción muy grande por la gente grande y por los niños. Uno de los comentarios que suelo hacer sobre New York es lo mal que yo siento la presencia de los viejos y los niños. Me deprime ver los lugares que tienen para jugar los chicos, parecen gimnasios de cárceles.
Algo así pasa con las personas mayores, están obligados a ir a un ritmo que no es natural para ellos y eso no está bien. Además, el dolor emocional y físico enseñan mucho, es una gran escuela, te hacen ver lo superficial que es el cuerpo y cómo puede elevarse tu alma, son cosas que solo pueden saber las personas mayores. •