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Inmunidad. El estilo de vida sí importa
Diferentes estudios han demostrado la influencia que existe entre nuestro estilo de vida y el sistema inmunológico. El cuerpo humano, incluido el sistema inmunológico, funciona de manera más eficaz cuando trabaja en armonía y equilibrio, pero ¿cómo llegamos a ello?, ¿cuáles son los pilares fundamentales?
La nutrición
Se ha determinado una conexión entre nutrición e inmunidad. Cantidades adecuadas de ciertos micronutrientes son indispensables (hierro, zinc, magnesio), y esenciales para la síntesis de nucleótidos y ácidos nucleicos de las células inmunes. También vitaminas como la E y la C, se necesitan en cantidad adecuada para apoyar los mecanismos de defensa antioxidante, necesarios para limitar el daño en los tejidos. Además, algunos micronutrientes (como las vitaminas A y D), si están disponibles en la cantidad adecuada, pueden regular directamente la expresión génica de las células inmunitarias y optimizar sus funciones.
En este sentido consumir alimentos vegetales como frutas, frutos rojos, verduras, nueces y legumbres ricos en nutrientes esenciales, fibra y antioxidantes, puede ayudarnos a reducir la susceptibilidad a las enfermedades.
Limitar la ingesta de azúcares contribuirá significativamente a reducir la inflamación, la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas, las cuales pueden reducir la eficiencia del sistema inmunológico. Tomar probióticos y comer alimentos fermentados puede ayudar a poblar el tracto digestivo con bacterias beneficiosas.
Existe una clara evidencia de que el sistema inmunológico responde a la actividad física regular. El sueño tiene importantes propiedades restauradoras y reguladoras en muchos sistemas del cuerpo, incluido el inmunológico. El estrés a largo plazo puede causar inflamación y debilitar la respuesta
inmunitaria. Se ha observado que el consumo de tabaco afecta el sistema respiratorio en todos los niveles. Una hidratación adecuada es esencial para todas las funciones corporales.
Suplementos adecuados
Se ha demostrado que algunos suplementos pueden ayudarnos a fortalecer nuestras defensas y a reducir la inflamación y reparación de los tejidos, entre ellos la vitamina-C, el zinc, el propóleo, la equinácea, la vitamina-D, las bayas de saúco, el grosellero negro, la cúrcuma, el jengibre, la acerola, los arándanos, semillas de pomelo, etc., y también algunos aceites esenciales (ravintsara, niaoulí, eucalipto radiata, limón…).
Autora: Maribel Saíz Cayuela, Licenciada en Ciencias biológicas, PGD. Dietética y nutrición