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Publicidad audiovisual de comida basura dirigida a los niños

Los niños y niñas de nuestro país ven mucha televisión y, cada vez más, están expuestos a redes sociales y otros medios en internet. Además de que esto los hace más sedentarios, hay otra consecuencia que suele pasar desapercibida, pero que puede ser tanto o más dañina: la exposición a horas y horas de publicidad.

La publicidad nos afecta a todos. Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que somos seres racionales con control sobre nuestros hábitos, deseos y decisiones, y que un anuncio en la tele o en una marquesina no nos va a afectar. Nos afecta y mucho, porque la publicidad no es racional, sino que se dirige a nuestras emociones. La publicidad más efectiva no es la que trata abiertamente de venderte algo, sino la que te hace sentir bien. Cada anuncio está milimétricamente estudiado para despertar en nosotros sentimientos de alegría, placer, empoderamiento o cualquier otro estado positivo que el publicista desee. Una vez que te sientes bien, tu mente inconsciente crea un vínculo positivo con la marca que te hizo sentir así. Tú no lo sabes, pero cada vez que ves uno de sus productos te vuelves a sentir bien, y es mucho más probable que lo compres.

Pero si la publicidad puede jugarnos malas pasadas a los adultos, en los niños es desastrosa. Una niña, un niño, no tienen los recursos para cuestionar lo que están viendo, y tienden a aceptarlo como una realidad. Si ven un anuncio de un producto insano que aparece en un contexto positivo (niños jugando, riendo, haciendo deporte...), su mente lo clasificará como positivo. Esta asociación es mucho más potente que las explicaciones que podamos darles sobre por qué ese alimento no les beneficia.

La asociación Justicia Alimentaria nos advierte que en España los niños ven una media de 34 anuncios al día (más de 19.000 anuncios al año). Un 80% de anuncios en la franja horaria infantil son de alimentos, pero 4 de cada 5 de ellos son poco saludables (exceso de azúcar, grasa, sal). Las únicas restricciones a esta publicidad vienen de la propia industria alimentaria a través de un código de autorregulación (PAOS: Publicidad, Actividad, Obesidad y Salud), que tras 15 años se ha mostrado ineficaz.

Diversas asociaciones sanitarias, medioambientales y sociales, agrupadas en la iniciativa defiéndeme.org, están batallando ante las instituciones para que se elimine la publicidad de alimentos perjudiciales para la salud infantil. Hasta que eso se logre, mantén a tus hijos alejados del televisor. •

Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com | info@creciendoenverde.com

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