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El Veganismo y el Siglo XXI ¿hasta dónde llegaremos?
La predicción es el poder más valioso de la humanidad. La ciencia se basa casi exclusivamente en intentar predecir fenómenos naturales, el deporte en predecir resultados, la economía en predecir el valor de activos, y el comercio en predecir las necesidades futuras de los consumidores. Para los veganos, pues, predecir el futuro es también importante.
Todos podemos especular sobre lo que nos espera – aunque hacerlo correctamente es otra historia – y yo, usando mi experiencia como zoólogo y vegano ético por casi veinte años, también lo puedo intentar. El truco es saber identificar tendencias y conocer qué cambios ambientales probables las pueden desviar. Hay bastantes tendencias sociopolíticas que es probable que sigan por algún tiempo. Por ejemplo, muchos estarán de acuerdo con que las siguientes crecientes variables van a seguir aumentando en este siglo: la población humana, el consumo de carne y pescado en países en desarrollo, el calentamiento del planeta por la producción humana de gases de invernadero, el número y gravedad de pandemias, las noticias falsas, la creencia en teorías de conspiración, el populismo político, el poder económico mundial de China, las políticas de igualdad, el secularismo, el uso de redes sociales, el reconocimiento de identidad de géneros alternativos, el movimiento «yo también», el movimiento «las vidas negras importan», el avance tecnológico (especialmente inteligencia artificial), y finalmente la longevidad humana media.
¿Como van a afectar estas tendencias al movimiento vegano? Unas, como el calentamiento del planeta o el uso de las redes sociales, lo van a ayudar, mientras que otras, como la población humana o las noticias falsas, lo van a perjudicar. Con tantos factores en juego apuntando en direcciones diferentes es difícil hacer una predicción a largo plazo, pero si nos limitamos a este siglo me voy a atrever a especular un poco.
Está claro que el número de productos adecuados para veganos va a seguir aumentando hasta que virtualmente no habrá ningún producto que no tenga una versión vegana. Ya existe la langosta y el caviar veganos, el queso de Camembert hecho de anacardos, los circos sin animales, las pelotas de cuero sintético, y si la película Noé del director vegano Darren Aronofsky ha conseguido mostrar un arca llena de animales convincentes sin usar ningún animal de verdad, ya sabemos que este objetivo está muy cerca de conseguirse. Hacer que todas estas alternativas sean accesibles para todos y no sean más caras va a tardar mucho más, pero con el tiempo se va a perder la demanda de los productos originales, y por tanto sus «imitaciones» ya no van a ser necesarias. Por ejemplo, aunque los avances tecnológicos van a producir más versiones de carne indistinguibles de la carne original (incluyendo carne in vitro que no es realmente vegana), al final se van a abandonar cuando el concepto de carne mismo (y, por tanto, todo lo que se le parezca), se va a evitar por ser políticamente incorrecto.
Otro cambio va a ser re-veganizar productos que en teoría son veganos de por sí, pero que por motivos poco justificables, a veces se están produciendo con ingredientes o procesos de origen animal (por ejemplo, algunos zumos de manzana clarificados usando vejigas de pescado, azúcar procesado con carbón de hueso, bolsas de plástico que tienen grasa animal, o cosméticos probados en animales).
Esto se va a conseguir a través de la combinación de presión del mercado y cambios en la legislación, ya que la proporción de veganos en la población va a aumentar hasta llegar a una masa crítica que los políticos van a empezar a escuchar. Sin embargo, al contrario a lo que muchos esperan, no creo que el número de veganos vaya a aumentar exponencialmente, sino mucho más lenta e irregularmente, y a diferente paso en diferentes países, alternando «burbujas» de gran expansión con periodos de estanque.
Pienso esto porque creo que las industrias de explotación animal van a organizarse mejor en contra el veganismo (quizás consiguiendo que se aprueben leyes que limiten la proliferación de alternativas de sus productos), los reducetarianos y flexitarianos van a desacelerar el progreso (por proporcionar una opción que parece que requiere menos esfuerzo que el veganismo, pero no nos distancia de la explotación animal), el hecho que muchos veganos adoptan solo la dieta vegana por motivos de salud y no la filosofía por motivos éticos (lo que los hace más vulnerables a abandonar el veganismo después de unos años), y el diferente nivel de aceptación del concepto de veganismo en diferentes culturas y países (por ejemplo, de momento solo la Gran Bretaña lo reconoce como una filosofía protegida, no inferior a ninguna religión u otra creencia).
Estoy convencido que este siglo casi todos los vegetarianos van a acabar siendo sustituidos por los veganos (quizás con la excepción de ciertos hindúes, budistas y jainistas tradicionalistas), y la diversidad dentro del movimiento vegano va a alternar momentos altos con muchos tipos, con momentos bajos de más unión. Estamos en un momento alto (la última vez que conté, identifiqué más de treinta tipos de vegetarianos y veganos) que creo que aumentará un poco más en las décadas siguientes, pero luego vendrá el periodo de unificación, donde espero que todos los veganos se identificarán también como veganos éticos (evitando toda explotación animal más allá de la dieta), eco-veganos (también preocupados por el medio ambiente), veganos interseccionales (también preocupados por grupos marginados de humanos), y veganos sobrios (tampoco consumiendo alcohol, tabaco o drogas).
Tendremos que esperar unos siglos más para llegar al mundo vegano que soñamos, donde el calentamiento del planeta se haya parado (así como la mayoría de las pandemias, extinciones masivas, el hambre mundial, y el crecimiento de la población humana), y donde hayamos finalmente abolido el consumo de productos animales, el especismo, el racismo, y el carnismo. Pero quizás en este siglo vamos a avanzar hacia tal mundo, consiguiendo pasos importantes. Por ejemplo, el establecimiento del veganismo ético como una filosofía protegida internacionalmente, y la prohibición mundial de la industria peletera, de las corridas de toros, de las peleas de gallos, de las carreras de galgos, de la cría intensiva de animales de granja, de la caza de animales silvestres, y de las pruebas de animales en la producción de productos no medicinales.
Quizás veamos la germinación de un nuevo estilo político basado en el antiguo concepto ahimsa (que significa «no hacer daño» en Sánscrito) que apareció independientemente en diferentes partes del mundo hace milenios, y que es un principio importante en muchas religiones que adoptaron practicas vegetarianas (incluyendo ciertas denominaciones cristianas). Si la humanidad sobrevive, quizás los horrores futuros del calentamiento del planeta y las nuevas pandemias despierten a las masas, quienes finalmente impulsen cambios personales y políticos significativos, firmemente basados en la filosofía vegana, con su inherente universalidad, compasión, justicia e igualdad.
Yo soy un optimista con grades sueños y aspiraciones. El veganismo me da esperanza.
Jordi Casamitjana Zoólogo especialista en comportamiento animal buenoyvegano@buenoyvegano.com