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Chellinos centenarios José Granero Pareja

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Los Brulls

Los Brulls

Bea Alberola Giménez

José Granero Pareja nació en la calle San Roque el 6 de diciembre de 1921. En diciembre de 2022 cumplió 101 años.

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Es uno de nuestros chellinos más longevos. Actualmente vive en Anna con su hijaMatilde y su familia, y allí lo visitamos para hacerle ésta entrevista. Nos espera en la calle, apoyado en su muleta pero muy resuelto. Nadie diría que tiene la edad que tiene. Salvo por su sordera, nos comunicamos perfectamente. Se enfada porque no recuerda tantas cosas como le gustaría, pero poco a poco van acudiendo a su mente recuerdos, momentos, imágenes y anécdotas.

Recuerda una infancia muy feliz, jugando a las birlas en la calle, que entonces era de tierra. Se le daba muy bien y en ocasiones hacían apuestas. Iba al colegio en un edificiosituado en la carretera, en la esquina de la calle San Antón. Era un colegio solo para hombres.

Tiempo después su padre se compró un solar en la carretera y allí se hizo la casa. Desde entonces le apodaron “Pepe el carreterico”. Era una casa muy grande con espacio para cuadras para los animales, recuerda que por esa zona no quería vivir nadie y el terreno estaba barato. Luego el pueblo fue creciendo en esa dirección.

No salió de festero, pero recuerda las fiesas de Chella con mucho cariño y no se perdía ningún acto. Dice que entonces hacía mucho más frio que ahora, que muchas veces nevaba. Los domingos se hacía baile en las casas y alguien tocaba el acordeón. Se bailaba mucho el tango, era lo que estaba más de moda. También se hacía fiesa en la calle San Roque, que recuerda como “la fiesa de los melones”. Se abrían muchos melones y los vecinos se juntaban para comerlos y festejar.

A fiesas de Chella venía la banda de Liria, y lo recuerda como un gran espectáculo. Cuenta que venían en autobús, paraban un poco antes de la entrada del pueblo y la banda bajaba del vehículo ya tocando. Iban así hasta la plaza de la iglesia y la gente los acompañaba en pasacalles. No tiene mal recuerdo de la guerra, aunque aún era pequeño. No pasaron demasiada hambre porque tenía un tío que era panadero y hacía el pan para los militares, así que podían conseguir parte de ese pan para la familia.

Estaba a punto de entrar al ejército cuando se acabó la contienda, tenía entonces 17 años. Cuando cumplió los 18 lo enviaron a realizar el servicio militar. Estuvo tres años en Valencia, sin apenas permisos de salida. Esa etapa se le hizo dura porque ya tenía novia y no podía ir a verla. Cuenta que en la mili tuvo suerte y estuvo “enchufao”. Lo pusieron en una oficinay después estuvo de ayudante de un alto cargo en la calle Las Barcas de Valencia. Siempre lo tuvieron bien considerado porque era una persona muy trabajadora y dispuesta.

Unos años más tarde de su vuelta de la mili, José y Matilde se casaron. José recuerda que el día de su boda tuvieron que casarse de noche, porque la familia de Matilde estaba de luto y no estaba bien visto celebrar fiesas en ese periodo.

Cuando se casaron, se fueron a vivir con sus padres y hermanos a la calle San Roque. Su padre tenía vacas y él era el que las muñía, se le daba muy bien y le cogió el truco enseguida. A su hermano Pedro le costaba más. Su esposa Matilde era la encargada de vender la leche por las casas y hacer el reparto.

Tiempo después, José y Matilde se fueron a vivir a la fuente, a unas casas propiedad de D.Pedro Novella, que las alquilaba. Había tres pequeñas viviendas en lo que ahora es el parque de la fuente, debajo de la casa de Manolo. Allí también estaba el matadero donde se mataba a los animales para vender la carne en las carnicerías.

En las tres viviendas vivían tres familias en las que los maridos trabajaban a jornal para D.Pedro. José además, trabajaba por las tardes recogiendo esparto para Chaves. Se iba andando hasta más allá del Muntot para recogerlo, y lo traía todo cargado a la espalda.

El matrimonio tuvo dos hijas Matilde y Pepita. Pepita nació durante las fiesas de Chella. Hacía mucho frio y estaba nevando. Al llegar José a casa, Pepita estaba enferma. José tuvo que ir a buscar a la comadrona Dña. Liduvina para que les ayudara, pero había demasiada nieve y era muy difícil caminar por las calles, así que José cogió una pala e hizo un camino en la nieve desde su casa hasta la casa de Dña. Liduvina. A pesar de ello era difícil llegar, por lo que cuando José pudo contactar con la comadrona, tuvo que llevarla cargada a la espalda hasta su vivienda.

La comadrona le recetó unas medicinas para que la bebé sanara. José fue como pudo hasta la farmacia, que estaba situada en la plaza de la iglesia, junto al Palacio de los Condes de Buñol. Fue tan rápido que no se acordó de coger dinero para pagarlas, y el farmacéutico no quería fiárselas Él le prometió que enseguida le traería el dinero, así que el farmacéutico finamente accedió. Llevó las medicinas a su hijay volvió a pagar al farmacéutico, en medio de la nevada.

José, su esposa y sus hijasestuvieron algunos años acudiendo a la temporada de la vendimia en Francia, y Matilde estuvo también en París, sirviendo en una casa durante 8 meses. Mientras tanto, José y sus hijas permanecieron en Chella.

Tiempo más tarde la familia pudo ahorrar para comprar una pequeña casa en la calle Morera. Les gustaba la zona pero la casa se tenía que reformar y había que subir mucha cuesta para llegar a ella. Alguien le ofreció una casa en la carretera, enfrente del cine de verano, y decidieron comprarla.

Para poder pagarla, José se marchó a trabajar a Alemania. Allí estuvo trabajando en una fábrica, y también poniendo tuberías en las calles. Era un trabajo muy duro y nadie lo quería hacer, porque había que trabajar con mucho frío en plena calle. Por ello el trabajo se pagaba muy bien y en poco tiempo recogió el dinero suficiene para pagar la casa. Entonces volvió y ya se quedó en Chella con su familia, sin parar de trabajar toda su vida hasta su jubilación.

Hoy en día, José sigue manteniendo su casa de Chella. No la vende ni la alquila porque le gusta venir de vez en cuando. Su hijay sus nietos lo traen a dar una vuelta y a tomarse un café, y así no pierde el contacto con éste pueblo que lo ha visto nacer, crecer y convertirse en el gran ser humano, amable, bondadoso y sincero que sigue siendo.

Muchas gracias a José y a su familia por abrirnos las puertas de su casa y de su corazón, y por contarnos de primera mano cómo era Chella hace 100 años. �

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