III Concurso Literario

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III Concurso Literario Julio-Septiembre 2017

“De Puentes, Cruces y Pasajes: entrando a otros mundos”

“¿Realidad o sueño? ¿Verdad o ilusión?De este modo, nos vemos arrastrados al corazón de lo fantástico. Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre”. Tzvetan Todorov, “Introducción a la literatura fantástica” “Todavía hoy me cuesta cruzar el Pasaje Güemes sin enternecerme irónicamente con el recuerdo de laadolescencia al borde de la caída”. Julio Cortázar, “El otro cielo” en Todos los fuegos el fuego


CATEGORÍA: Sala de 5 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: Arturo y la princesa SEUDÓNIMO: Flash AUTORES: Juan Ignacio Rivarola (Sala de 5), Violeta Ghenadenik y Catalina Cosaka (6º B) Arturo y la princesa

En un lugar muy lejano llamado Frawel, donde las flores crecían y las princesas bailaban, habitaba un príncipe muy guapo y alto, llamado Arturo. Estaba comprometido con la princesa más linda y dulce del reino, que se llamaba Blancanieves. Un día soleado de primavera en Frawel, Blancanieves estaba juntando margaritas en un prado cercano al castillo, cuando de repente apareció Escamas, el dragón más fuerte y malvado de todo el reino, y el mayor enemigo de Arturo. La princesa gritó y gritó, hasta que Escamas la atrapó y se la llevó a un reino muy lejano llamado Gorguil, el reino de los dragones. Pero antes de llevarse a Blancanieves, Escamas dejó una carta para Arturo diciéndole que se llevaba a Blancanieves a Gorguil, y la única manera de recuperarla era enfrentándose a él. Arturo llegó al castillo y encontró la carta. Cuando terminó de leerla se enojó mucho con Escamas, y decidió ir a buscarlo. El problema era que la tierra de los dragones quedaba en un lugar muy lejano. Pero Arturo tenía una idea. Fue a su armario y sacó sus botas mágicas que había ganado en una batalla. Las botas podían tele transportar al lugar que quisiera al que las tuviera puestas. Arturo pensó en Gorguil y en Blancanieves y al instante apareció en la torre más alta de todo el castillo, justo donde Escamas había encerrado a la princesa. Cuando se encontraron la abrazó y la sacó de la torre. Arturo fue a pelear contra Escamas porque era tan valiente que no sólo quería a Blancanieves, también quería derrotar al dragón. Su pelea duró un largo rato pero Arturo logró vencer a Escamas. Él y Blancanieves volvieron a Frawel con las botas mágicas donde vivieron muy felices por siempre. ¡Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO HA TERMINADO!


CATEGORÍA: Sala de 5 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: La carroza de fuego SEUDÓNIMO: Carlos Balvín AUTORES: Thiago Kishmoto (Sala de 5B) y Nicolás Jasnis 6º B La carroza de fuego Había una vez dos chicos que se llamaban Thiago y Nico y vivían en su castillo con sus hermanos llamados Juan Carlos y Manuel. Siempre se vestían con una capa roja y celeste. Ellos vivían en Francia y su abuela en España, así que para visitarla iban a tener un largo viaje. Debían ir porque sus padres los obligaban. Para viajar, fueron a comprar una carroza. Al llegar al negocio se dieron cuenta de que el vendedor era un mago. Los chicos le contaron al mago lo que iban a hacer y entonces el mago, como era muy bueno, se las regaló. Lo que ellos no sabían era que el mago le había puesto a la carroza poderes mágicos. Cuando estaban andando, Thiago tocó un botón y la carroza largó fuego y empezó a flotar. En un momento apareció un halcón de diamante que los guió hasta la casa de la abuela y les dio una piedra: si estaban perdidos la apretaban fuerte y él volvería para guiarlos. En un momento empezó a llover y a caer rayos, entonce los chicos apretaron la piedra y el halcón llegó para sacarlos de la tormenta. Mientras volaban a Thiago le pareció ver a la abuela regando las plantas, bajaron y era ella que estaba esperándolos. Así llegaron y vivieron felices con la abuela.

Carlos Manuel Balvin


CATEGORÍA: Sala de 5 DISTINCIÓN: Mención CUENTO: Un acto de amor SEUDÓNIMO: Jazmín y Bruno AUTORAS: Maia Luoni (Sala de 5 A) y Wendy Biali (6º A) Un acto de amor Había una vez una princesa llamada Jazmín. Esa princesa era la más linda del pueblo y todos los hombres estaban enamorados de ella. Pero ella estaba enamorada de un príncipe llamado Bruno, y Bruno estaba enamorado de ella. Pero en las fronteras del pueblo existía un lugar oscuro y frío donde vivía una madrastra muy mala que tenía un espejo, pero no cualquier espejo, ese espejo te mostraba lo que vos preguntaras. -Espejito, espejito ¿Quién es la más linda?-dijo la madrastra segura de que iba a ser ella. -Es Jazmín, una princesa del castillo de esta colina-dijo el espejo reflejando una colina alta con un enorme castillo. La madrastra furiosa pateó el espejo que se cayó al piso y se rompió. Como la madrastra quería ser la más linda, primero tenía que hacer a la princesa más fea. El plan de la madrastra era matar al príncipe para que la princesa llore tanto que se le corra el maquillaje y así la madrastra sería la más linda al tener el maquillaje perfecto. Entonces la madrastra mató al príncipe en frente a los ojos de la princesa que en cada momento se entristecían más. La princesa empezó a gritar pidiendo ayuda pero cuando llegaron los médicos y mayordomos el príncipe estaba muerto y la madrastra se había desvanecido. Cuando todos se fueron un hada madrina rubia y brillante le dijo a la princesa que necesitaba ayuda porque todas las hadas de su reino habían perdido su poder porque el espejo era la fuente más poderosa de magia. Y también le dijo que ella en realidad había venido para ayudarla pero tenía que recuperar sus poderes para revivir al príncipe. La princesa fue al palacio de la madrastra, había pensado que la madrastra estaría ahí, pero no lo estaba. Entonces la princesa juntó todos los pedazos del espejo sin problema, los unió y fue con el hada madrina que recuperó sus poderes. Y el príncipe revivió. La princesa y el príncipe se casaron y tuvieron hijos. De la madrastra no se supo nada desde ese aquel día que mató al príncipe y que la princesa lo revivió, solamente con el acto de amor de ir a buscar el espejo al palacio de la madrastra. Jazmín y Bruno


CATEGORÍA: 1 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: El pequeño mago SEUDÓNIMO: Martina Mandarina AUTORAS: Stella Kemppinen (1ºB) y Mora Freixes (7ºB) El pequeño mago Había una vez una hija de magos llamada Martina. La niña no tenía poderes como sus padres y por eso todos sus compañeros de la escuela de magos la burlaban. Sus padres la querían mucho y la mimaban, la abrazaban y la hacían sentir una reina, pero Martina quería ser una maga. Un día mientras volvía del colegio por el bosque, la maga miró hacia arriba y vio una gran bandada de pájaros. Sorpresivamente, la maga contó la cantidad de pájaros dentro de su cabeza: “Hay 57”, dijo con un hilito de voz y se frenó bruscamente, no podía creer que acababa de contar la cantidad de pájaros que había en el cielo, salió corriendo a su casa y en el camino vio unas hormigas: “Hay 208”, dijo suavemente. Lo que le pasaba era increíble, no era una maga que hacía hechizos o encantamientos, era una maga que podía manejar los números con gran facilidad. Cuando la maga llegó a su casa percibió que algo raro pasaba pero entró rápidamente y se encontró con una bruja que tenía a sus padres dentro de una bola de cristal. La bruja le dio una condición, si quería a sus padres debía resolver la siguiente cuenta. La bruja, al verla chiquita supuso que era tonta y no sabía multiplicar así que le dijo: ¿cuánto es 456 x 567 x 98 x 0?. Pero la bruja cometió un grave error. La pequeña resolvió correctamente y la bruja se evaporó, los padres de la pequeña estaban salvados. Martina Mandarina


CATEGORÍA: 1 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: El mago de hielo y fuego SEUDÓNIMO: Los yaguareté AUTORES: Ramiro Bianchi (1ºB) y Tomás Berges (7ºB) El mago de hielo y fuego Había una vez un mago llamado ramón que vivía en un volcán. Ramón tenía el poder del fuego. También había otro mago llamado Lucas que vivía en la Antártida de forma turística. En un momento encontró una casa de madera y como tenía frío entró para calentarse y se calentó tanto que la quemó. Al rato apareció Lucas y le gritó a Ramón: ¡¿por qué quemaste mi casa!. Antes de que Ramón le pudiera contestar Lucas le lanzó un rayo de hielo que congeló a Ramón. Ramón derritió el hielo, le tiró una bola gigante de fuego y Lucas se cubrió con un escudo de hielo pero la bola de fuego atravesó el escudo de hielo y lo derrotó. Casi no se podía mover. Ramón se acercó a Lucas y le explicó que fue un malentendido y que no quiso quemar su casa. Después Lucas le pidió perdón por reaccionar mal sin saber lo que había pasado. Al terminar Ramón lo ayudó a levantarse y se hicieron los mejores amigos del mundo. Colorín colorete este cuento se va en un cohete. Los yaguaretés


CATEGORÍA: 1 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Cuentos de magia SEUDÓNIMO: Sol y Luna AUTORAS: Olivia Revale (1ºB) y Delfina Ludueña (7ºB) Cuentos de magia Había una vez una hechicera llamada Sol y lo que más le gustaba era que el sol esté día y noche, y que no se vaya nunca. Además de ella, vivía en el bosque una hechicera llamada Luna, que quería todo lo contrario a lo que quería Sol. Un día, mientras las hechiceras discutían sobre quién era mejor, si el sol o la luna, llegó la hechicera de la tarde que quería que las dos se hicieran amigas. Tarde, como se llamaba, era amiga de Sol y Luna. En ese momento ya no les importó qué era mejor, si el sol o la luna, sino quién era la mejor amiga de Tarde. Después de mucho tiempo de discusión, Tarde se cansó y se fue. Sol y Luna se pusieron muy tristes, entonces comenzaron a hablar. Cuando Tarde volvió al bosque, encontró a las hechiceras abrazadas como dos mejores amigas. Desde ese momento las tres fueron mejores amigas y el Sol y la Luna estuvieron juntas para siempre.


CATEGORÍA:1 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: El bosque encantado SEUDÓNIMO: Elena de Avalor AUTORAS: Malena Grinberg (1ºB) y Gaspar Curcio (7ºB) El Bosque Encantado Había una vez una princesa que vivía en un reino en un bosque encantado. A ella le encantaba jugar al futbol, hockey, rugby, básicamente todo lo relacionado con el deporte. Un día, ella fue al bosque encantado para recorrerlo, pero su padre le dijo que no podía ya que aquel bosque era muy peligroso. La princesa ,enojada, espero a la noche para ir. Tenía pensado escaparse. Esa misma noche, con una lupa y un mapa, emprendió la caminata hacia el bosque. Cuando llegó no veía nada porque se había olvidado la linterna. Caminó con cuidado para no chocarse con nada, pero había tanto viento que el mapa se voló. A la mañana siguiente el rey fue a despertar a su querida hija, pero al ver que no estaba, sintió un vacío en el corazón y se preocupó mucho. Luego él con los ayudantes, partió hacia lo profundo del bosque a buscar a la princesa. La princesa se enfermó por haber llevado poco abrigo. Se sentía débil, y también culpable por haberse escapado de la casa. Cuando el rey ingresó al bosque, vió de inmediato a la princesa. No dudó un segundo y corrió a buscarla. Al tocarla, descubrió que estaba caliente como el sol. Con ayuda de todos, llevaron a la princesa al reino. entonces, la princesa en su cama escuchó: "Hija, a despertarse" Había sido todo un sueño.


CATEGORÍA: 1 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: La princesa aburrida, ¿estaba aburrida? SEUDÓNIMO: Pájaro azul AUTORAS: Matilda Davaro (1º A) y Pilar Berrueto (7ºA) La princesa aburrida, ¿estaba aburrida? Había una vez una princesa muy linda, con ojos muy grandes y verdes como el semáforo. Tenía el pelo muy largo hasta las rodillas, vestía un hermoso vestido del color del sol. ¡Siempre tenía una corona muy brillante! Esta princesa siempre estaba muy aburrida. Estaba tan aburrida que quería una rosa. Esa rosa estaba en su jardín, pero ella no podía salir de su palacio. Los papás decidieron que la llevarían a la torre de su abuela. peor la abuela era mala. Su abuela, como vio que era linda la encerró en una torre, para que nadie la viera. Un día había un príncipe que escuchó la voz de la princesa, entonces quiso trepar la torre. Finalmente el príncipe se llevó a la princesa y vivieron felices por siempre. Pájaro Azul


CATEGORÍA: 2 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: La bufanda misteriosa SEUDÓNIMO: Úrsula AUTORA: Uma Beorlengui GRADO: 2ºA La Bufanda Misteriosa

Había una vez una chica llamada Marinet que vivía en un pueblo pequeño entre las montañas. Un día caminando por las angostas calles, vio en un negocio una bufanda que llamó su atención. Era de color rosa muy especial, parecía mágica. Decidió comprarla. Lo que la chica no sabía era que la bufanda era mágica de verdad. Cuando se la puso PUFF!, salió volando a otro mundo, a un mundo mágico de hadas, un mundo donde todo brillaba. Encontró magos, hadas, hechiceros y mariposas con tres ojos. Caminó y caminó por el mundo mágico, hasta que de pronto PUFF! se cayó en un pozo donde había un dragón con dos cabezas, al que le salía fuego de las orejas, con alas de paloma y patas de hurón. -Ahh ¡qué desgracia!- Dijo la joven asustada- ¿Quién me ayudará? Allí permaneció temblando, mientras miraba al dragón, que claramente la acechaba como si ella fuese un delicioso manjar. Marinet cerró muy fuerte los ojos, agarrándose de la bufanda y de pronto PUFF! apareció un caballero en su brillosa armadura que la rescató. - Gracias por rescatarme y salvarme- la joven le dijo - De nada joven doncella- contestó el caballero Se casaron y tuvieron un hijo y vivieron felices… y de pronto PUFF! Marinet abrió los ojos y se encontraba en el pozo con el dragón de dos cabezas, al que le salía fuego de las orejas, con alas de paloma y patas de hurón. Fuertemente se agarró de la bufanda y al abrir los ojos se encontraba en el negocio de su pequeño pueblo. Ella estaba bastante exaltada mientras el vendedor la miraba sorprendido. Silenciosamente se quitó la bufanda, le pagó al vendedor, y se fue caminando por los angostos caminos de su pueblo, con la bufanda en la mano FIN


CATEGORÍA: 2 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: El espejo del futuro SEUDÓNIMO: Tete AUTOR: Teo Funes GRADO: 2º A El espejo del futuro Había una vez un niño llamado Carlos Rodol, le gustaba mucho su mascota llamada Stuart. Era un conejo. Carlos Rodol fue al baño, agarró un espejo y salió una rara luz verde. Carlos Rodol salió corriendo y se asustó, mucho pero mucho. Volvió y seguía brillando mucho, un montón. Hasta que no brilló más. Después no estaba más en su casa. Se fue en un portal mágico. Llegó a un lugar raro y había otro igual a él. Cerró los ojos pero seguía en el mismo lugar. Le preguntó al otro cómo se llamaba y le contestó Carlos Rodol. Se dió cuenta que estaba soñando. Abrió los ojos y estaba en su casa. Se fijó si estaba Stuart y estaba. Él tiró el espejo y se rompió. Tete


CATEGORÍA: 2 DISTINCIÓN: MENCIÓN CUENTO: LAS TORTUGAS DE COLOR SEUDÓNIMO: LA TORTUGA COLORADA AUTORA: KIARA GRECO GRADO: 2° B Las tortugas de color Había una vez una tortuga mágica que tenía tres poderes diferentes. El primer poder era que cuando la tocabas cambiabas de color. El segundo poder era que cuando la tocabas ibas a otra dimensión de otro color y el tercer poder... cuando la tocabas y estornudabas al mismo tiempo, no estornudabas, vomitabas de color azul. La tortuga se encontraba en el sur de América porque cuando tenía tres años un pingüino se la llevó allí, donde la crió. Cuando cumplió los 8 años, decidió ir con su familia pensando que sabía dónde estaba. Pero en realidad ella no sabía. Entonces la tortuga pensó dónde viviría antes y se dio cuenta que vivía en el país de las tortugas. Así comenzó su viaje. Primero cruzó de continente en continente. No encontró nada. Luego viajó de país en país nadando como una tortuga marina. No encontró nada. Luego viajó de montaña en montaña. En un pueblito alejado se encontró con un conejo llamado Sus que quería ser su amigo desde aquel día en que la vio. Después de mucho caminar llegaron a una isla en la Antártida. Allí conoció a una tortuga muy vieja pero muy sabia. Fumaba en pipa y tenía un sombrero con plumas verdes y violetas; se notaba que era sabia. Llegó el momento en que la tortuga le preguntó a la tortuga sabía si conocía a su familia. Y de repente la tortuga sabia se dio cuenta que cambiaba de color y pensó “ella es la hija perdida de la familia Montsusi” y le dijo: tu familia vive en aquel monte de allá y hace rato que te están buscando. Fueron a la colina y encontraron a su familia y también adoptaron al conejo como de su familia … Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO.

La tortuga colorada


CATEGORÍA 3 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO : La Biblioteca Infinita SEUDÓNIMO: Leono AUTOR: Teo Alfie Vulpes GRADO: 3° A La Biblioteca Infinita Hace mucho tiempo en una biblioteca había un niño llamado Jack, tenía 8 años. A él le gustaba leer libros sobre puentes. Su papá se llamaba Indiana. Ellos iban los sábados a la biblioteca a las 9:30 en punto. Ese día se levantaban muy temprano, se bañaban, desayunaban medialunas con café con leche y viajaban en subte 15 minutos hasta la estación Biblioteca Infinita. Se bajan de la estación y caminaban 207 pasos, subían 7 escalones, doblaban 7 veces a la derecha en un camino con muchas bifurcaciones hasta llegar al número 7 de la calle 7 de Julio donde estaba la biblioteca. Todos los sábados ellos subían al piso 7 donde estaban todos los libros sobre puentes. Un sábado de primavera, Jack y su papá se quedaron dormidos y llegaron a las 10:30 en lugar de llegar a las 9:30. Algo muy extraño pasó esa mañana cuando bajaron en la estación: caminaron 206 pasos, subieron sólo 6 escalones, doblaron 6 veces a la derecha en un camino con muchas bifurcaciones hasta llegar a la biblioteca que sorprendentemente se encontraba en el número 6 de la calle 6 de Junio. Subieron al ascensor y llamativamente la sección sobre puentes se había mudado al piso 6. Jack y su papá pidieron un libro sobre puentes mágicos y comenzaron a leerlo. El libro se llamaba “Las aventuras con los malvados en el puente”. Era un libro muy antiguo, las páginas eran amarillas. Parecía un libro que hacía 56 años que nadie leía, tenía mucho polvo y tenía mucho olor a libro viejo. Comenzaron a leerlo juntos, una página cada uno. ¡No pudieron creer lo que pasó cuando llegaron a la página número 6 y leyeron sobre un puente construido completamente con rubíes, esmeraldas, diamantes, jaspes y cornalinas! Al llegar al renglón número 6, leyeron “cierra y abre los ojos que una sorpresa tú encontrarás”. Entonces, Jack y su papá cerraron y abrieron sus ojos y ya no estaban en el piso 6 de la Biblioteca Infinita. De repente, se encontraban en ese mismo puente que describía ese libro maravilloso que estaban leyendo.


Él y su papá comenzaron a observar el lugar y descubrieron que era un lugar hermoso. Mucho más que lo que habían imaginado. Decidieron sentarse en un rincón del puente y seguir con la lectura. Leyeron sobre un viejito de 66 años y barba muy larga de color muy blanco. Al terminar de leer ese capítulo, vieron cruzar el puente al mismo viejito que minutos antes habían leído. Después, leyeron sobre unos pájaros comiendo maíz de las manos del viejito y, de repente, el puente se llenó de pájaros que se acercaron al señor y comieron maíz de su mano. Luego, leyeron sobre unos malvados que atacaron a todas las personas que estaban en el puente y las convertían en animales. De pronto, el puente se llenó de malvados que comenzaron a convertir a las personas en animales. Jack y su papá se encontraron con que el libro tenía las páginas en blanco a partir de ese momento. Entonces, tuvieron la idea de escribir un final feliz para la historia, derrotar a los malvados y salvar al viejito. Después de salvar a todos los pobladores, Jack y su papá escribieron sobre una fiesta que se organizó en el pueblo para celebrar la victoria. Cuando terminó la fiesta, se dieron cuenta de que era muy tarde y era hora de volver a su casa pero no tenían idea cómo hacerlo. Entonces, se les ocurrió escribir que cerraran y abrieran los ojos de nuevo y eso hicieron. Mágicamente, Jack y su papá estaban nuevamente en la Biblioteca Infinita. Ellos se sentían mareados de tantas aventuras y, al mismo tiempo, felices de haber compartido ese tiempo juntos. Ese día, volvieron de la mano a su casa y a partir del sábado siguiente, todos los sábados llegaron a la Biblioteca Infinita a las 10:30 en punto.


CATEGORÍA: 3 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: El país de los portales mágicos SEUDÓNIMO: Amatista AUTORA: Camila Quiñones GRADO: 3°A El país de los Portales Mágicos Había una vez una niña llamada Clara y su hermano un niño llamado Agusto que vivían en España y se fueron a Venezuela por sus familiares y también porque sus padres tenían trabajo ahí. Cuando fueron al aeropuerto una señora con ropa de bruja le dijo a Clara y Agusto que si iban a la tienda de videojuegos en Venezuela, algo malo les iba a pasar. Clara y Agusto preguntaron: ¿qué? Pero la señora con ropa de bruja se fue corriendo hacia otro lado. Cuando el avión despegó las luces se apagaban y se encendían hasta que se apagaron y quedó todo oscuro, y los chicos vieron unos ojos que iluminaban. Después los pilotos del avión pudieron prender las luces y el señor de ojos brillantes había desaparecido. Cuando llegaron a Venezuela estaban los dos muy felices de conocer su nueva casa, de ver a sus familiares y de salir del avión porque tuvieron mucho miedo del señor con los ojos de luces que brillaban en la oscuridad, y también porque se apagaban y prendían las luces. Cuando llegaron a su nueva casa estaban felices por conocerla por dentro. Cuando entraron vieron que no iba a ser la casa gris o sucia que imaginaban sino que era una casa con distintos colores y limpia. Cuando se acostumbraron a vivir ahí fueron a la tienda de videojuegos que la señora con ropa de bruja les había dicho a los dos que no entraran. Pero los chicos no se acordaron que ella les había dicho eso. Cuando entraron a la tienda encontraron una máquina para jugar. Cuando insertaron una moneda la máquina los agarró, creó un portal y los envió a otra dimensión. Los chicos se cayeron en un portal azul con rayos, nubes, mini-tornados, agua y nieve. Cuando pudieron salir del portal se encontraron en otro mundo, y vieron que no eran personas en ese mundo sino que Clara era un hada y Agusto era un guerrero. Más tarde se encontraron con unos soldados que venían hacia ellos. Los soldados venían enojados porque los chicos no se habían presentado a la reina así que los soldados sacaron sus espadas y una red. Los caballos de los soldados dieron un paso para adelante, y Agusto un paso para atrás, y Clara movió sus dos alas para atrás. Augusto empezó a correr y Clara a volar, y corrieron hasta llegar tan lejos que los chicos no daban más, y se desmayaron. Los soldados los encontraron y los atraparon con la red. Luego de que los chicos se despertaron vieron a la reina y al rey de su reino del portal mágico. Los chicos se inclinaron -Gracias-dijeron los reyes. Los chicos preguntaron por qué los soldados que estaban muy enojados los habían traído a los dos. -Los trajimos porque no se han presentado a nosotros- os reyes dijeron. -Lo hemos entendido. Lo malo es que tendremos que estar en las calles con frío y con mucha hambre- dijeron los chicos muy tristes. -Pero nosotros podemos dejarlos en nuestro palacio para no tener frío y hambre.


Los reyes convencieron a los chicos que se quedaran en el palacio, donde todos les ofrecieron cosas y lugares para dormir. Más tarde los chicos se fueron a los campos de los reyes para ver qué es lo que plantaban pero ese día había mucho viento y se cayó un árbol en el ala de Clara. Augusto se enojó y empezó a pelear con todas las plantas para destruir la planta que había lastimado a su hermana. Pero luego vio un tornado que venía hacia ellos. Agusto corrió hacia el árbol que se había caído e intentó sacar a Clara pero el tornado se acercaba más y más. Agusto se apuraba más y más hasta que el tornado llegó más cerca y chupó a Clara que estaba desmayada y a Agusto que gritaba. Cuando el tornado desapareció, los chicos se cayeron de una nube hasta unas calles de piedra. Luego que se cayeron al piso de piedra se encontraron con trolls y bichos que rompían los videojuegos y una torre que parecía un palacio. Augusto quería entrar a la torre pero tenía que esperar a que se despertara Clara. Entonces Agusto puso a Clara en una mochila que él tenía y se fue a la torre. Cuando entró vio todo verde y negro y dos fotos que decían “reyes” y dijo susurrando “esto es un palacio, nunca me di cuenta”. Y luego Agusto escuchó unos pasos y sintió que alguien venía hacia él muy enojado, y vio los ojos del señor que estaba en el avión y quiso despertar a Clara por el terror que él tenía pero no pudo. Un soldado vio a Agusto y Clara desmayada, y llamó a todos los demás soldados. Agusto intentó despertar a Clara pero una fila de soldados se puso delante de él, y otra fila de soldados se puso atrás, y los soldados que eran muy rápidos y fuertes los atraparon a los chicos y los llevaron a una cárcel. Clara se despertó vio que estaba en la cárcel con Agusto y afuera estaba la señora con ropa de bruja y el señor con ojos brillantes del avión, y Clara se preguntó: “Qué hacemos aquí?” Y la señora contestó que ellos estaban ahí porque tenían el poder de salir de todas las máquinas y eso les daba fuerza. La señora con ropa de bruja les quitó todo el poder con una aspiradora para que sean sus prisioneros y les pasó el poder a los soldados. Pero como los trajes de los soldados tenían espejos rebotaba todo en la cárcel y los chicos pudieron salir de la cárcel y del juego para poder volver a la vida real. Cuando salieron nunca más volvieron a esa tienda de videojuegos, y se fueron rápido a su casa. Por: Amatista


CATEGORÍA: 3 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: La extraña aventura del artista Homero SEUDÓNIMO: Alberto Graham AUTOR: Salvador Ghenadenik GRADO: 3º A

La extraña aventura del artista Homero Había una vez un artista llamado Homero que pintaba cuadros. Era muy famoso, y por eso tenía muchos clientes en su galería de arte. Un día, cuando estaba en su atelier pintando el mar, tocó la puerta una viejita. Homero abrió la puerta y vio que la viejita tenía una cartera de piel de pulpo. La viejita se llamaba Matilde y había ido a pedirle a Homero que le pintara un cuadro con una puerta de un mundo de pulpos. Ella le contó que cuando era joven le encantaba cazar pulpos en la playa y comerlos crudos. Le encantaban los pulpos y por eso su cartera y su extraño pedido. Homero, que no se sorprendía con las pedidos raros de la gente, esa tarde fue y pintó el cuadro. Cuando terminó miró su obra y, como por arte de magia, se encontró dentro del cuadro, atravesando la puerta. Una vez adentro, cruzó un puente que lo llevó a un mundo de pulpos que controlaban a la gente telepáticamente. El artista se asustó porque los pulpos daban miedo. Pero a la vez quería conocer ese mundo., así que siguió adelante. Lo que se dio cuenta es que los pulpos controlaban a la gente para que las personas felices se pongan tristes. Y como él estaba tan ocupado en sus pinturas y su galería, no podían controlarlo. Homero siguió caminando por ese mundo extraño y se encontró con una banda de pulpos que eran buenos. Los pulpos buenos lo saludaron con una sonrisa y le ofrecieron un tour por el mundo de los pulpos. Terminado el paseo por el mundo de los pulpos, que no era muy grande, Homero les dijo que quería volver a su galería. Pero los pulpos buenos le explicaron que la única salida de ese mundo era pasando por el castillo del Rey Pulpo. Ya no podía salir por la puerta del cuadro porque la viejita, que era bastante tramposa, había cerrado la salida. La viejita Matilda lo había engañado. Ella tenía un plan: poblar el mundo de los pulpos de artistas para que se queden ahí para siempre. Cualquiera que se quedara allí una semana, se convertiría en pulpo. Entendiendo que había sido engañado y no tenía otra alternativa, Homero se dirigió al castillo del Rey Pulpo. Tuvo que pasar un río con mucha corriente y después cruzar un mar sin olas, hasta que finalmente llegó al castillo, ya muy cansado. Cuando vio al Rey Pulpo vio que era distinto a todos los pulpos que conocía: tenía dieciséis tentáculos, era multicolor, muy gordo y con un sombrero verde.


Homero se acercó con respeto y le pidió por favor que lo dejara salir del mundo de los pulpos para volver a su galería y poder seguir pintando sus cuadros. El Rey Pulpo lo miró y con una sonrisa pícara le dijo: —Para dejarte salir, debes responder un acertijo: soy de piel, guardo cosas y me cargan en el hombro. —¡Una bolsa de compras!—se apuró Homero a responder. —¡Incorrecto!—dijo riendo el Rey Pulpo— La respuesta es una cartera de pulpo. ¡Te irás a la calabaza! digo, ¡al calabozo! ¡Guardias, llévenselo! Y los guardias lo arrastraron hasta el calabozo. Aunque forcejeó y luego quiso escapar, no lo logró. Los guardias pulpo se turnaban para vigilarlo día y noche para que no pudiera escapar. Pero, pasadas unos días, les tocó hacer guardia a los pulpos buenos, que charlaron un rato con el artista Homero y decidieron que debían liberarlo. Entonces se les ocurrió que podían pintar un cuadro con una puerta para que pudiera salir. Entonces Homero les enseñó cómo hacerlo, y los pulpos se pusieron manos a la obra. Después de un rato de intentarlo sin éxito, lograron pintarlo, justo un minuto antes de que se cumpliera el tiempo para que Homero se transformase en pulpo. Entonces, Homero y los pulpos buenos, todos salieron por el cuadro, volviendo al mundo real. Los pulpos buenos se transformaron en humanos y resultó ser que eran artistas que como Homero, habían sido engañados por la viejita Matilde. Una vez en la galería de Homero hicieron una fiesta para celebrar que habían salido y se habían hecho amigos e invitaron a todos los artistas del mundo para que ninguno pudiera ser engañado otra vez por la viejita de los pulpos.


CATEGORÍA: 3 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: El camino infinito SEUDÓNIMO: Ilay Shane AUTOR: Sebastián Ongay GRADO: 3° B El camino infinito Hace mucho tiempo había una casa en el bosque con un chico adentro que estaba leyendo un libro. Leía un libro sobre una ciudad que en algún lado tenía un camino infinito. Lo terminó de leer y lo pensó, luego fue a su laboratorio y le puso una poción al libro. Leyó el libro otra vez, lo pensó, y de repente se transportó a la ciudad del camino infinito. No había mucha gente porque había entradas a otros mundos y solo pasaban por ahí, pero había marcianos. El chico tenía ropa de explorador, tomó un poco de agua y fue a ver al gran mago de Oz para que le mostrara el camino infinito. El chico le dijo a Oz: “¿Mago, me podría mostrar el camino infinito?”. Y Oz le contestó: “Aquí no hay ninguno”. “Gracias de todas maneras”, dijo el chico y pensó: “¿Pero entonces el libro mintió... o el gran Oz no sabe tanto...?”. Luego a lo lejos el chico vio un camino infinito y dijo: “¡Es el camino!, voy a ir”. Fue al camino, vio un portal y entró. Entró y fue a otro mundo, se quedó ahí y nadie más supo de eso. El portal era invisible, pero él lo vio, porque podía ver cosas invisibles. Luego viajó por mucho tiempo y se encontró con una máquina, que si la encendía podía tener el poder de todo, entonces el chico la prendió y la máquina le dijo: "Te concederé un deseo, ¿Cuál es?”. El chico le dijo: “Quiero que me des anillos mágicos para ir a otras dimensiones”. “Bueno, aquí los tienes”, dijo la máquina. Una vez que el chico tuvo su deseo, viajó a otra dimensión y allí había una competencia, en la que el primero que encontraba una bandera roja ganaba. El chico no quiso competir, sus anillos eran mágicos pero no funcionaban para ganar la competencia. Un señor le dijo que si se animaba a competir, iba a tener el poder para elegir otro deseo. Entonces compitió y ganó. Se fue a su casa con los anillos y convocó con sus poderes a una chica, pero no una simple chica, deseó una chica con buen corazón. Le contó a esa chica la historia, se enamoraron, se casaron y luego vivieron felices por siempre.


CATEGORÍA: 4 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: Un lago mágico SEUDÓNIMO: Sabrina AUTORA: Valentina García GRADO: 4º B Un lago mágico Y así fue como casi nos caímos a un lago de color rojo...Perdón, no me presenté, mi nombre es Sabrina, y así comienza esta historia. Mis abuelos, mis hermanos, mi prima y yo viajábamos en un tren, todo parecía normal, hasta que cruzamos por un puente sin barreras, abajo un lago de color rojo se podía presencia, yo me moría de miedo, pero casi me desmayo cuando del agua salió un dragón verde que casi tira el tren al agua, parecía yo ser la única que podía ver, escuchar y sentir que el tren estaba por caerse, porque los demás estaban tranquilos e ignoraban la situación. Hasta que mi ventana se rompió (nadie se dio cuenta), yo me caí del tren e iba directo al lago, pero el dragón me salvó del golpe. Yo pensé que el dragón me iba a comer, oa hacer daño pero para mi sorpresa él era amistoso y hablaba. De inmediato me dijo su nombre, Ezequiel, y si quería ser su amiga. Obviamente le dije que sí y al instante me convirtió en una sirena para poder nadar hasta el fondo del algo donde él tenía su guarida secreta. Una vez que llegamos a su guarida, él me presentó a sus amigos. El centauro Martín, la unicornio María y la sirena Sabrina..perdón, la sirena soy yo (soy un poco distraída). Yo en un momento pensé que no iba regresar con mi familia pero me distraje jugando con María, Martín y Ezequiel. Jugamos tanto que nos alejamos de la guarida de Ezequiel, tanto que ya no sabíamos volver. Tuvimos que pasar la noche acostados en la arena, peor lo mejor estaba por pasar. A la mañana siguiente tuvimos una muy buena aventura. Nos despertamos y desayunamos un polvo extraño que con una pizca te llenabas, y luego buscando la guarida o algún lugar conocido por Ezequiel, María o Martín (yo no conocía nada), encontramos una piedra mágica que...sí, tenía grabados mensajes de dioses antiguos. por suerte María, que le gustaban mucho los mitos y leyendas, siempre llevaba un traductor, que traducía el idioma de los dioses al español. Entonces empezamos a traducir. El mensaje que contenía esa piedra resultó ser impresionante. Decía así: SI USTEDES QUIEREN ENCONTRAR ALGÚN LUGAR. ESTOS TRES RETOS TIENEN QUE LOGRAR. Como si supiera que estábamos perdidos, pero lo peor era que la piedra estaba partida y no decía cuáles eran los retos. esto nos impedía avanzar ya que nos chocabamos con una pared invisible.


Retrocedimos buscando la otra parte de la piedra pero nos tomamos con un amigo de Martín, su nombre era Eloy y er aun tritón. Él nos dijo si queríamos ir a merendar a su casa, le dijimos que sí, pero la mamá de Eloy me dijo que mi cola de sirena se estaba deshaciendo y que en poco tiempo me convertiría en humana otra vez y me ahogaría. Yo le pregunté si eso tenía alguna solución, y me dijo que sí, pero tenía que ir al doctor, yo le pregunté si me podía llevar, y ella amablemente me dijo que sí. Mis nuevos amigos me preguntaron si estaba bien, yo les dije que sí, que no sentía nada pero que la mamá de Eloy me iba a llevar al doctor. Ellos le preguntaron a Amalia si podían venir conmigo, ella les dijo que sí pero sólo si se portaban bien. Y así fue como casi me ahogo en el lago de agua roja, pero por suerte Amalia me llevó a tiempo al doctor. El doctor me dijo que estaba todo bien, sólo tenía que tomar medicamentos para curarme. Los chicos se habían asustado, pero cuando el doctor les dijo que estaba todo bien se tranquilizaron. Entonces volvimos a la casa de Eloy, merendamos, y cada uno siguió su camino tratando de encontrar la guarida de Ezequiel. Como había tomado medicamentos me quedé en reposo en la casa de Eloy, como el doctor me había indicado. Eloy también se quedó conmigo. Yo estaba aburrida hasta que me llegó una llamada de Martín, que había encontrado la guarida, y me mandó un mapa en una botella, yo lo seguí como me indicaba. Y todos nos volvimos a encontrar en la guarida. Ellos me preguntaron si me quería quedar con la cola de sirena a vivir con ellos. Y les dije que me divertía mucho con ellos pero extrañaba a mi familia, entonces lo entendieron porque lo habían vivido. Ellos me preguntaron si me podía quedar un día más, pero en ese momento fue que me di cuenta que era el cumple de mamá y no tenía ningún regalo para ella. Les pedí a los chicos que me ayudaran a pensar qué le iba a regalar y ellos me dieron una idea muy loca pero muy buena. Era la de traerla al fondo del mar (con el resto de mi familia), darle un ramo de algas y una torta a prueba de agua. Les presentaba a mis nuevos amigos y luego nos íbamos (mi familia y yo). Después de una larga charla, todos empezamos a trabajar, Martín estaba haciendo la torta, María las algas, Ezequiel limpiaba su guarida mientras yo estaba trabajando en las decoraciones. Nos divertimos mucho preparando la fiesta de cumpleaños de mi mamá. Pero lo mejor fue cuando Martín terminó la torta y con lo que sobró hicimos una mini guerra, hasta que María se tropezó con una piedra: ¡era la que decía los tres retos! Nosotros estábamos súper emocionados por ver cuáles eran los retos, pero entró la mamá de Ezequiel y no nos dejó ver la piedra porque dijo que nos podíamos cortar, yo le dije que era una piedra y no un vidrio. Al final nos dejó leer, pero con mucho cuidado, y decía: 1. RECOJAN CINCO ESTRELLAS DE MAR DORADAS Y TRES PLATEADAS 2. ENCUENTREN SIETE ALGAS MULTICOLORES Y CREEN UNA PINTURA DE DISTINTOS COLORES. 3. ENCUENTREN UNA CAJA PERDIDA Y PONGAN ALLÍ TODAS LAS COSAS.


Nos quedamos boquiabiertos al ver ésto, estábamos literalmente en shock, ¿qué sucedería luego de encontrar la caja perdida? Ezequiel decía que era un tesoro, María estaba segura que era para poder pasar a un pasadizo secreto. Yo pensaba que era para pasar por un pasadizo secreto y allí encontrar un tesoro. Nos pusimos a buscar las estrellas de mar, las algas y la caja. maría y Martín las algas, Ezequiel la caja y yo las estrellas. Al terminar la búsqueda estábamos súper cansados, pero tuvimos que hacer la pintura, y guardar todo en la caja. Hicimos las mochilas y nos fuimos. Nos hicimos un refugio para pasar la noche. Al día siguiente pasamos por el mismo lugar que antes no habíamos podido atravesar. Esta vez nos dejó sin problemas y de repente encontramos un pasadizo secreto. Al final del pasadizo había una puerta diminuta, la abrimos y dentro había otra puerta más grande, la abrimos y era como un mundo maravilloso. Lo mejor fue cuando encontramos una caja y la abrimos: ¡vimos que tenía un montón de monedas de oro! En ese momento aparecieron cuatro caballeros antiguos tocando las trompetas, tan pero tan fuerte que…¡me desperté! Sí, me di cuenta que todo había sido un sueño, el mejor sueño que algún día tuve. Busqué mi mochila para anotar en mi cuaderno de viaje lo que había soñado, pero al abrir la mochila…¡había una caja con algas y estrellas de mar!. Sabrina


CATEGORÍA: 4 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: Emma y el rompecabezas mágico SEUDÓNIMO: Dobby AUTORA: María Florencia Moon GRADO: 4ºB Emma y el rompecabezas mágico Había una vez una chica llamada Emma, de unos doce años, con el pelo castaño que era un tono más oscuro que sus ojos. Emma estaba armando su rompecabezas cuando escuchó un ruido proveniente de la cocina. Era su hermana Sofía. - ¡Emma por favor vení que te estamos esperando hace media hora! - En realidad serían quince minutos Sofi. -dijo Lucía, la hermana de Sofi y Emma. - Bueno Sofi si esperaste media hora, ah cierto, bueno que disfrutes los próximos quince minutos. - Prepárate Lu porque te voy a enseñar cuándo tenés que hablar y cuando no. - ¡Emma! ¡Vení que si no Sofi me mata! ¡Nadie te va a romper el rompecabezas! - Está bien, está bien, guardo esto y voy… - ¡¡¡Emma!!! -gritaron Lu y Sofi al unísono. - Ya voy, ya voy, era solo una broma. Unos minutos más tarde… - ¿Sofi terminaste de comer? - No Emma. - ¿Sofi terminaste de comer? - No Emma. - ¿Sofi terminaste de comer? - ¡No Emma, vas a tener que esperar! - Si vas a armar ese rompecabezas andá, que no importa. -dijo Lu. - ¡Gracias Lu, sos la mejor! - Sofi, Lu, ¿alguna sabe dónde está el pegamento, que quiero pegar el rompecabezas? - ¡Pero si solo pasaron cinco minutos! -Dijo Lu con un tono de sorprendida - Está en él mueble marrón. Tercer estante, del lado izquierdo. -dijo Sofi. - Gracias Sofi -dijo Emma y salió corriendo al living de la casa. Emma estaba pasando la mano ficha por ficha porque ninguna tenía que estar ni muy levantada para arriba ni para abajo, ni muy torcida, ni mal colocada, que todas estén en el lugar en el que tenían que estar. Entonces cuando pasaba la mano por segunda vez, se dio cuenta de algo muy extraño, una ficha estaba unos centímetros más levantada de lo que tenía que estar, pero la vez pasada no estaba levantada, entonces Emma trató de alisarla, pero no pudo, entonces pensó: debe ser algún error voy a sacarla y volver a ponerla, pero cuando lo levantó un poco se dio cuenta de algo muy extraño, ahí adentro había un árbol las hojas se movían igual que cuando las mueve el viento. Emma sentía


tanta curiosidad que no pudo aguantarse, cerró los ojos, y se dio cuenta de algo, estaba dentro de ese mundo. Emma no lo podía creer, estaba ahí adentro, y, de pronto escuchó una voz, Emma se dio vuelta y vio a un hombre, era alto y flaco, con el pelo rubio y ojos marrones, él había dicho algo, pero Emma no lo había escuchado, entonces el hombre repitió: - ¿Hola, quien sos? ¿Estás sola? Yo soy Tom. - Soy Emma, sí, estoy sola. ¿Vivís acá? - Sí, vivo acá y también estoy solo. ¿Y vos? No creo que vivas por acá, nunca te vi. - No, yo vivo en Buenos Aires y llegué acá pasando por ese agujero -dijo Emma mientras señalaba el agujero que había en el cielo. - Ah, con razón, bueno te doy la bienvenida a Fin. - ¿Fin? ¿Qué es eso? - Bueno es donde estamos, esta ciudad se llama Fin. - ¿Porque se llama Fin? - Mejor vamos a mi casa ahí vamos a estar más cómodos, te prometo que te voy a explicar. - Eh...Bueno está bien -se decidió Emma. Unos minutos más tarde… - Ok, mientras tomas tu té te voy a explicar por qué se llama Fin. Hace cinco años llegó un chico de …. espera ¿cuántos años dijiste que tenías? - No lo dije, tengo doce. - Bueno, qué coincidencia, él también. - ¿Cuál era su nombre? -preguntó Emma. - Finn Fletcher -dijo Tom. En fin, tenía doce años y había venido a buscar a su papá que era el alcalde. Todos los días lo hacía porque tenían que cenar. El alcalde era el alcalde porque él fue el que descubrió este mundo entonces todos los días, después de desayunar venía, después de un rato Finn venía y se iban a almorzar. Después de almorzar él volvía, después de un rato Finn venía y se iban a cenar después de cenar él volvía, y después se iba. Pero un día el alcalde no vino, todos pensamos que se había quedado dormido, pero no, resulta que el alcalde se había mudado a otro país sin avisarnos, y también, Finn estaba acá adentro. Al rompecabezas sólo se puede entrar desde afuera sacando la ficha pero nadie la sacó entonces las personas empezaron a enojarse y el hechicero del pueblo se enojó tanto que lanzó una maldición al pueblo, que sólo alguien que de verdad fuera un amante de los rompecabezas podría liberarnos. - Ah, entonces no es tan difícil. -dijo Emma - En realidad sí porque también tenés que conseguir la llave dorada que está dentro de la bóveda 888. Y la contraseña de la bóveda 888 la tiene ni nada más ni nada menos que Fred el guardián del museo. Pero Fred, digamos que tiene muchas cosas y nunca las ordenó. En fin, se llama Fin en nombre de Finn Fletcher que juró que iba a encontrar la forma de salir, y no se equivocó, la encontró, pero no la logró abrir porque murió en el intento. - ¿Como? -preguntó Emma. - Se le cayó encima una gran pila de papeles titulados: CONTRASEÑAS DE BÓVEDAS. El punto es que solo tenés que: 1. Visitar a Fred y encontrar la contraseña. 2. Ir al banco y entrar en la bóveda (me imagino que debe de haber más cosas sino sería muy fácil de parte de el hechicero). 3. Poner la llave en la puerta principal.


-¡Y ya seríamos libres! -dijo Tom mostrando en cada sílaba un tono más alegreBueno, mejor te vas ahora así no volvés tarde. - Hasta la próxima -dijo Emma. - Suerte. - Gracias. Y, así Emma partió hacia el museo en donde ella supuso que se encontraría Fred. Cuando Emma llegó encontró a Fred esperándolo en la puerta. - Hola, buenas tardes señor -dijo Emma. - Buenas tardes, pasa, pasa -y como si hubiese adivinado el pensamiento de Emma dijo- la biblioteca está bajando las escaleras, primero tenés que girar a la izquierda, después a la derecha, derecho, derecho y cuando llegas a la bifurcación, doblas a la derecha y en la quinta puerta entras, ¿entendiste? - Bajo las escaleras, giro a la izquierda después derecha sigo derecho, derecho, en la bifurcación giro a la derecha y en la… - Quinta. - Si gracias, y en la quinta puerta… - Entras. - Sí, gracias. - Ah, y, Emma, cuidado. Unas horas más tarde… - Emma, te aviso que tenés que decirle la contraseña a un troll y viajar en dragón. Pero hay que tener cuidado porque leí en LAS NOTICIAS DE FIN, el nuevo diario que salió, que los trolls están muy enojados últimamente y que los dragones son cada día más peligrosos porque cuando los trolls se enojan generan un mal clima porque tienen el poder de que si están enojados el resto están enojados. - Bueno, quiero entrar en la bóveda 888, por favor -dijo Emma dirigiéndose hacia un pequeño troll. Pero el troll se quedó esperando y esperando hasta que al fin se cansó de esperar y dijo: -La contraseña por favor. - Cierto, es...249032697518. - Síganme por favor -dijo el troll -Mi nombre es Bert. - Mi nombre es Emma y él se llama - Tom, ya lo sé -respondió Bert. Emma, Tom y Bert se subieron a un dragón que era bastante pequeño. Y un segundo después de que Tom se terminase de subir el dragón desplegó sus alas y salió disparado hacia arriba. Emma no podía ver nada, hasta que notó que empezaba a disminuir la velocidad y de repente el dragón aterrizó del lado derecho. Emma entró en la bóveda y se encontró con dos llaves. Una era diminuta y la otra de un tamaño relativamente normal. Emma, después de dudar por doce minutos decidió que agarraría la que tenía un tamaño normal. Salió de la bóveda y Bert le preguntó: - ¿Querés ir a tu bóveda?- ¡Sí! -dijo Emma entusiasmada por ver su propia bóveda. Cuando llegaron Emma solo encontró una simple piedra, pero Tom y Bert le explicaron que esa era la Piedra de los Deseos, esa piedra le podía conceder cualquier deseo a su dueño o dueña. Emma, Tom, Bert y Fred fueron a la puerta principal donde Emma logró abrir la puerta y después de dudar si quedarse en Fin o no decidió que se iba a ir a Buenos Aires con sus hermanas pero que no iba a pegar el rompecabezas para poder visitar a Tom, Fred y Bert. Emma cuando llegó escuchó a Lu que le decía: - Hola Emma, vinimos a verte porque Sofi ya terminó de comer.


- ¿Tres días tardó en comer?! -gritó Emma. - No, solo pasaron cinco minutos, ¿estás bien? - Sí -dijo Emma pensativa- Estoy bien. Bueno, ¿quién quiere postre? - Yo. - Yo también. Ahora, el postre fue el segundo deseo de Emma, si, fue el segundo porque Emma, por si acaso deseó que la llave funcionara para poder abrir la puerta, y si quieren saber más de la Piedra de los Deseos, no les puedo contar más porque esa ya es otra historia. FIN - Dobby -

CATEGORÍA: 4


DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Mundo cómic SEUDÓNIMO: Tiburón fantasma AUTOR: Daniel Saad GRADO: 4º B Mundo Cómic Iván era un chico distinto a los demás, pero a él le parecía que ser distinto era ser especial. Sí, ser distinto es ser especial. Pero no duró mucho el pensamiento de Iván porque se estaba quedando sin amigos. Su mamá trató de darle consejos para que él pudiera recuperar a sus amigos. Iván no entendía nada de lo que estaba pasando. Era viernes, así que a la noche se quedó viendo una película sobre la Segunda Guerra Mundial. Se hubiera quedado a terminarla pero tenía que hacer un trabajo para la escuela que le gustaba mucho. El trabajo era hacer un cómic. Tenía que entregarlo para la próxima semana. Estaba tan entusiasmado que lo quiso empezar antes de ir a dormir. Se quedó un largo rato en la cama buscando en su notebook videos de cómo hacer un cómic. Eran las 3:00 de la mañana y se quedó dormido. Entonces una luz misteriosa hizo que se levantara a ver qué pasaba. Lo que vio lo dejó sorprendido e inspirado. Era una luz que mostraba cuadros de un cómic. Cada cuadro mostraba un día vivido en la vida de Iván. Iván podía ver cuadros de los días pasados. Pero no podía ver cuadros de los días futuros. A la mañana siguiente le contó a su mamá lo que había sucedido, pero ella no le creyó. Esa noche, la luz no apareció. Él tuvo una noche normal. Pero sentía que la pieza estaba poseída por esa luz. Para Iván, era un portal. Luego de 2 semanas y media Iván ya se había olvidado del tema, pero un sábado a la tarde, cuando sus padres estaban durmiendo la siesta, su cuarto se empezó a mover. Cuando quiso salir no podía. Las puertas estaban bloqueadas con una hoja del comic. Eran varios cuadros, arrugados. Cada uno era un día de la semana pasada. Entonces escuchó una especie de clave numérica. Fue justo en el momento en que Iván decidió entrar al portal. Esa voz le pidió que la repitiera. Y él pensó que la sabía... -Si bien recuerdo -dijo Iván-192837465... Por suerte no se equivocó. Entró al portal, pero no entró a un lugar que él imaginara. Estaba flotando sobre el Pacífico. -¡Cómo es posible! -gritó- ¡Ahora estoy atrapado en el medio del mar! Entonces se escuchó una voz profunda e Iván dijo: -¿Quién está hablando?... Pero la voz no respondió esa pregunta sino que dijo: -No estás en el Pacífico, estás en tu casa... Estarás por unos minutos acá, aunque te parecerán 2 semanas-. Iván se calló y siguió caminando hasta que llegó a Nueva york. La policía lo paró porque casi provocó un choque, pero Iván no pudo responder porque estaba sorprendido por lo que estaba sucediendo. Cuando lo estaban llevando a la comisaría, él vió en la televisión una noticia que decía que todos los días la ciudad era bombardeada por un villano que se hacía llamar "Ghostshark". A Iván le pareció que el villano no le haría tanto daño, pero cuando vió la repetición de una bomba que había tirado, pensó que era peor que Batman. -


¡¿Quién es él?!, dijo. Los policías vieron la televisión y fueron corriendo a sus autos. Iván siguió viendo la televisión hasta que vió a los policías de la comisaría en el edificio bombardeado. Fue corriendo a su departamento, pensando en el traje que se iba a hacer. Lo pensó. Y se decidió tan rápidamente. En el departamento se escucharon ruidos raros así que Cande, su tortuga, se puso a vigilar. Luego la pared del piso 45 explotó. Era donde estaban ellos, ahí apareció Ghostshark. Entonces Cande hizo un ruido raro, como si fuera un gruñido y Ghostshark se la llevó. Iván se puso tan enojado que hizo mitad del traje en media hora, en la pantalla de su televisión vio a su pieza con la pared destruida y un mensaje en el que decía: TU TRAJE APARECERÁ EN TU PIEZA CUANDO VUELVAS, Y EL VILLANO TAMBIÉN. ESTE CÓDIGO TE SERVIRÁ: 3528068 SUERTE FUTIA Él se preguntó quién era Futia y se anotó el código, estaba a punto de buscar en la computadora información sobre Futia, pero estaba tan cansado que se fue a dormir sin pensar en que su casa estaba destruida, su mascota desaparecida y su traje sin terminar. Cuando se levantó a la mañana siguiente, estaba en su casa. Recostado en la cama, después de media hora su mamá llegó con el desayuno -Acá tenes, hijo- le dijo. Mientras estaba comiendo, descifró que a la noche el portal se abría. Pero a la madrugada, el portal se cerraba. Y mágicamente él aparecía en su casa como si hubiese sido un sueño. Cuando buscó el nombre Futia en Internet, no le apareció nada similar a una persona misteriosa. Pensó quién podría haber sido esa tal Futia. Y si existía en la dimensión del cómic. La mamá se puso a ordenar el escritorio de Iván hasta que lo vio. Él no lo había hecho. -¿Qué es esto, Iván?-Preguntó su mamá. -Es el...cómic... Si, es el cómic para la escuela -mintió Ivan. -Por lo que veo, te está saliendo muy bien- Respondió la mamá. Ahí terminó la conversación. Cuando la mamá se fue del cuarto, Iván salió corriendo a su escritorio y cuando vio el cómic se quedó asombrado, era un cómic basado en el día que estuvo en la dimensión de los cómics. A la noche él se leyó todo el cómic que había aparecido en el escritorio. Entonces el cómic se empezó a escribir a sí mismo y una voz dijo: -Acompañame en mis aventuras contra Ghostshark. -No, nunca. Respondió Iván enojado. -Vos lo querés por las malas... Okey. -Entonces una mano salió del cómic y se llevó a Ivan. -Tendremos 2 aventuras en las que mataremos a Ghostshark-dijo la persona


-¿Quién me está hablando? Respondió Iván. -Soy yo, Futia... Iván se quedó sorprendido. -Te ayudaré. Dijo Iván. -Pero con una sola condición, cuando matemos a Ghostshark, volveré a mi dimensión- dijo Iván con firmeza. Futia le contestó que sí con la cabeza. Luego de 2 semanas practicando lucha, pelea y artes marciales. Ya preparados, salieron a terminar su misión. -Tendrás que adentrarte en la fortaleza y sacarles información sobre Ghostshark. Dijo Futia. -Creo que con 2 semanas de práctica ya está bien. Los primeros 2 guardias fueron fáciles, pero los siguientes derrotaron a Futia. Iván siguió hasta que se encontró con Baxx, el guardia de la base de Ghostshark. Iván le disparó un tiro, que lo debilitó, se aprovechó de eso y le dio una patada que lo dejó inconsciente. Cuando Iván estaba sacando la información, Ghostshark apareció. Rompió la computadora y lo atacó. Luego, Baxx se levantó y le tiró un líquido que parecía ácido. Iván lo esquivó y le pegó a Ghostshark. Ghostshark se enojó y le tiró una granada. Por suerte el traje de Iván ralentizó el estallido y le pareció que no le hizo nada. Pero la granada que le tiró Ghostshark se le pegó con una rara sustancia que se pegaba a cualquier cosa que tocara. Sí o sí iba a estallar- Iván se dijo a sí mismo. Voy a mantener la pelea, hasta que la granada esté a punto de explotar y me voy a tirar encima de Ghostshark , entonces la granada nos va matar a los dos. Iván se tiró encima de Ghostshark, pero Baxx se interpuso para salvarlo, y la granada se le pegó a él. Entonces Baxx estalló. Iván se salvó. Después Iván se levantó y vio que el portal se cerró. No entendió porqué, pero vio que el cómic contaba su historia en la otra dimensión. El dia siguiente, llevó el cómic a la escuela. Todos sus amigos querían verlo. Les gustó mucho. Además se sacó un 10. En la casa lo festejaron y fueron a comer a lo de la Tía Merce. Brindaron, comieron e Iván recuperó a sus amigos. FIN

CATEGORÍA: 4


DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Siempre más: las crónicas SEUDÓNIMO: El semidios AUTORA: Olivia Stegmann GRADO: 4ºA

Siempre más: las crónicas Había una vez, una niña cuyo nombre era Tara y había llegado a un pueblo llamado Siempre más, con su familia: su mamá Carla, su padrastro Henry, sus hermanos Sebastián, que le decían Seb, la mayor Bella, y el menor, Ludo. Cuando llegaron para visitar a su tía abuela Gladis a su casa, no sabían que iban a tener dos pérdidas, y una aventura mágica y extraña. Cuando llegaron no los recibió Gladis, los recibió el alcalde diciéndoles que su tía abuela Gladis estaba muerta. La familia se puso triste excepto el padrastro Henry que seguía de buen humor. Entonces fueron a dejar todo el equipaje y desde ese momento tuvieron la otra pérdida muy raramente o mejor dicho mágicamente. El alcalde les contó que era el festival del pueblo y que no tenían nada de qué preocuparse. Después, su hermano Seb se dió vuelta y se enamoró de una niña de su edad. El alcalde le contó que era su hija, Seb pensó que era muy hermosa, pero Tara no pensaba lo mismo. Entonces empezó a averiguar sobre ella y para eso fue a la huerta del búho, porque pensó que habría más paz para pensar. El camino para ir a la huerta le pareció un poco extraño, porque el suelo tenía pequeños relieves. Cuando llegó vió que una persona estaba comiendo de la comida del búho, entonces le pareció un poco extraño así que le dijo -¿Qué haces comiendo la comida del búho?- Y de repente la persona que estaba allí se convirtió en el búho de la huerta; entonces Tara se dió cuenta que era un semidiós, porque había leído un libro sobre criaturas mitológicas. El búho le dijo: Que su padre lo había enviado para ayudar a la persona que él creyera correcta. Para eso le entregó los lentes mágicos y cuando vio a Tara sabía que era ella; entonces le dijo que los lentes le iban a ayudar a ver seres de otro mundo y atacarlos si era necesario, y le dio los lentes porque Tara dijo que quería ver algo. Fue al camino por el que había pasado, se puso los lentes y cuando dirigió la mirada hacia los relieves, vio pequeños gnomos. Después de eso le dio más curiosidad, por eso fue a ver a la hija del alcalde, y cuando la vió: ¡Era un fantasma! ¡Y estaba a punto de morderle el cuello a su hermano Seb! Entonces Tara le pegó al fantasma. En ese momento se levantaron del suelo los gnomos y empezaron a atacar a todas las personas que estaban allá, que empezaron a correr. De repente apareció el semidiós, empezó a recitar oraciones y entonces los gnomos y el fantasma empezaron a morirse. El fantasma dijo con sus últimas palabras: que era la tía abuela de la familia de Tara. Después de eso el semidiós volvió a la forma humana, y desde ese día todos los del pueblo Siempre más saben las cosas extrañas que tiene ese pueblo. El Semidiós


CATEGORÍA: 5 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: El subte sin terminal SEUDÓNIMO: 0.2999 AUTORA: Santiago Berlingeri GRADO: 5º B El subte sin terminal

Había una vez un conductor de subte llamado Orlando, que llevaba muchos años conduciendo un tren subterráneo. Más de 30 años desde Leandro N. Alem a Rosas. En la mañana del 29 de febrero del año 2999, al subir a su máquina, sospechó que algo distinto iba a pasar…sentía un ruido extraño, una niebla que cubría los túneles y hacia el fondo había luces que cambiaban de color. Al comenzar su recorrido hacia la estación inicial, notó que no había pasajeros esperando. Eran las 9:29 de la mañana del 29/2/2999. Esto era imposible, a esa hora siempre había mucha gente…era la hora donde el subte se llenaba, pero volvió a mirar y no había nadie en la estación. Al querer frenar y abrir las puertas, el tren no obedeció, una voz desde el tablero le indicó:…”es hora de pasear”, “es hora de arrancar”. Segundos después el tren cerró solo sus puertas y comenzó a tomar velocidad hasta llegar a los 299 km por hora. Orlando veía pasar las estaciones y no veía gente. Ya asustado y sudando pensaba que al llegar a la terminal se estrellaría. Pasó Florida, Carlos Pellegrini, Uruguay, Callao, Pasteur, Pueyrredón, Carlos Gardel….y la velocidad seguía en 299 km por hora, a los pocos minutos Orlando estaba ya casi a punto de desmayarse, pensó en el final del recorrido y un gran choque que terminaría con su vida…faltaban tan solo 100 metros y al ver las luces rojas del final del recorrido cerró sus ojos y comenzó a rezar. Una gran explosión musical y un profundo color azul llenaron su vagón. Al mirar hacia la ventana notó que estaba volando, así pudo ver distintos lugares de la ciudad, Chacarita, Palermo, Almagro, el Museo de Ciencias Naturales, el Colegio New Model , el Obelisco y siguió rumbo al río, tomando cada vez más velocidad y altura. Su tren subterráneo transformado en un avión con vagones se perdió en las alturas rumbo al universo. Cruzó la atmósfera y allí de manera automática cayeron unas máscaras y el tren volvió a decirle por el parlante del tablero: “Pronto habrá poco oxígeno, Orlando ponete la máscara”. Orlando, que ya no podía creer lo que le pasaba, se puso la máscara mientras seguía contemplando el paisaje por su pequeña ventana. Horas después ya veía el contorno de la tierra, sus océanos y los distintos continentes. Pudo ver satélites y distintos aparatos que le resultaban muy extraños, nunca había volado en avión, ni salido de Buenos Aires, su corazón palpitaba a un ritmo de locos y pronto comenzó a marearse hasta que se desmayó. A las pocas horas volvió en sí, escuchando como el parlante de tu tablero le indicaba que se tomara fuerte de su asiento ya que estaban próximos a llegar al primer destino, estación Marte. Casi sin pensarlo, tomó su cinturón lo ató al asiento y luego se lo abrochó con mucha fuerza. La voz le indicó que en minutos estaría en estación central de subterráneos de Marte, y que tenía que aguardar instrucciones. Sin opciones y con mucho miedo se tomó


fuerte del comando y comenzó a ver el planeta rojo que se acercaba, a los pocos minutos pudo ver edificios de forma triangulares, octogonales y circulares. Bajaba cada vez más hasta que pudo divisar un túnel triangular y vías que ingresaban al túnel. El tren se alineó y encarriló en las vías ingresando de manera perfecta. Ya rodando por las vías pudo divisar una gran estación, no podía creer lo que veía, en la estación había marcianos, sus cuerpos eran chicos, sus brazos largos y en la cabeza llevaban una antena. Al llegar a la estación, el subte se paró, abrió sus puertas y los marcianos comenzaron a subir. Todos los marcianos tenían ropa amarilla y uno solo estaba con ropa negra y el número 2999 en su pecho. Orlando al ver ingresar a los marcianos quiso salir del subte, pero el marciano negro, lo miró y le indicó que se siente en el asiento del conductor. Enseguida le ofreció 3 pastillas. Una decía Agua en inglés, otra Puré con milanesa y la última Flan con dulce. Era increíble pero al masticarlas sentía los sabores y gustos de las comidas que acostumbraba a comer. Luego del almuerzo el marciano negro le indicó que comenzarían un viaje nuevamente. La voz del tablero le dijo, “programando la salida, 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 Fiuuuuuuuuuuuuu”. El subte tomó velocidad, volvió a volar y pudo ver los distintos edificios vecinos a la gran estación marciana. A los pocos minutos el subte volaba a gran velocidad, el Marciano negro sentado a su lado contemplaba el paisaje en silencio. El resto de los vagones, con los pasajeros perfectamente sentados y en silencio. Veinticuatro horas después y luego de dormir un rato, por el gran cansancio que todo esto implicaba comenzó a ver el contorno de la tierra, pudo ver Sudamérica y Norteamérica cada vez más cerca. Ya casi a pocos minutos de entrar en órbita de la tierra, volvió a oír una indicación del tablero. “Orlando estamos llegando a tierra, prepararse para el “atrenrizaje” en ciudad de Orlando USA”. Orlando comenzó a reír, jamás había oído hablar de una ciudad con ese nombre, pero ya nada le extrañaba. Al reír, el marciano negro lo miró y le bajó la cabeza como diciendo que lo estaba haciendo muy bien. Ya a segundos de “atrenrizar” en Orlando pudo ver una gran cantidad de gente reunida en un terreno desierto, su tren se encarriló y paró frente a una gran carpa en donde un cartel decía: “Reunión Universal HUMANO MARCIANA”. En donde participaban los mayores jefes de estado humanos y reyes Marcianos. El presidente de la NASA se dirigió a Orlando y le explicó que era una reunión secreta, que había sido elegido por su experiencia y por su honestidad, sabiendo que iba a poder guardar el secreto de esta reunión que serviría para unir a Marte y La Tierra para intercambiar trabajos para el cuidado del universo. Ya que se acercaba el año 3000 y las cuestiones de cuidado de los planetas se habían puesto complicadas. Bajo juramento de no contar nada, Orlando fue condecorado en la Ciudad de Orlando con la medalla a conductor más valiente de subte. Poco después fue acompañado hasta el aeropuerto para volver a Buenos Aires. Él, intrigado, preguntó: “¿Y mi subte?, ¿Y quién los llevará de vuelta a mis amigos los marcianos?. El Jefe de la NASA le indicó que ellos volverían solos y pronto encontraría tu tren en la estación Alem.


Al llegar a Ezeiza un auto fue a buscarlo a la pista, y rápidamente lo llevó a su lugar de trabajo. Al presentarse, su supervisor asombrado, le preguntó: ¿Orlando dónde estabas? ¡Tu familia y nosotros estábamos muy preocupados! Orlando les dijo la verdad, jamás le creyeron y eso puso a resguardo su secreto. Orlando volvió a su rutina, pero siempre en su cabina llevaría con orgullo su condecoración.

FIN O.2999


CATEGORÍA: 5 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: Los laberintos y las cuatro dimensiones SEUDÓNIMO: El reloj de oro AUTOR: Tomás Greco GRADO: 5° B Los laberintos y las cuatro dimensiones

El domingo de la semana pasada Tomás fue con su mamá y su hermana al Museo de Bellas Artes, a ver la exposición de cuadros de Felipe Noé. Mientras la mamá de Tomás y la hermana estaban viendo un cuadro, él se alejó a ver el cuadro escondido en la pared. Lo tapaba una vieja cortina negra; Tomás la corrió y había un cuadro muy raro y viejo como si ninguno supiera de él. Mientras se acercaba al cuadro una fuerza que venía del espacio lo engulló y se lo llevó adentro. Tomás no sabía que estaba pasando, y su mamá se preocupó mucho al ver que su hijo no estaba por ningún lado; la hermana también. Mientras tanto, Tomás se encontraba dentro de un laberinto y empezó a recorrerlo. El laberinto estaba hecho de madera y un poco de roca. Cansado de caminar, se encontró una roca en el piso, la pisó sin querer y apareció una máquina con una palanca. Tomó la palanca y comenzó a girar; y se sorprendió al verse a sí mismo pero 10 años más viejo o sea ¡tenía 20 años! Se había trasladado hacia el futuro, no sabía en qué pensar o cómo regresar a casa. Estaba perdido: quería regresar a su época. De repente se le ocurrió una idea en su cabeza: si primero la giró y fue hacia el futuro, si entonces la giraba de vuelta regresaría hacia el pasado. La giró para atrás y apareció en su época; había regresado. Pero no sabía cómo salir del laberinto, entonces descansó hasta la mañana siguiente. Le pareció buena idea dormir y retomar fuerzas. A la mañana siguiente, Tomás empezó a caminar por el laberinto y se encontró con una puerta, y cuando la abrió: Ahhhhh!!…..se cayó. Tomás despertó en otra dimensión en el laberinto. Había monstruos, dragones, sirenas, etc. Mientras tanto, la mamá estaba muy preocupada entonces decidió poner carteles en las paredes a ver si lo encontraban. Una niña de 11 años vió el cartel en el museo y decidió buscarlo; dentro de la sala de exposiciones, descubrió un cuadro con una cortina negra que lo tapaba. Una fuerza que venía del espacio la engulló y se encontró dentro de un laberinto, pero diferente al de Tomás. Cuando empezó a recorrerlo la niña se topó con una puerta; la abrió y BUM! se vió a ella en un espejo pero más alta, mucho más alta. Se puso como loca por lo que le estaba pasando. La mamá de la niña de 11 años, muy preocupada, ponía carteles en las paredes. Un niño de 12 años decidió ir a buscar a la niña al Museo de Bellas Artes, cuando descubrió un cuadro con una cortina negra que lo tapaba. Una fuerza que venía del espacio lo engulló y se encontró en un laberinto, pero diferente al de Tomás y al de la nena. Encontró una puerta y la abrió; se vio jugando en la plaza pero ¡enano y anchísimo! Estaba loco y no sabía qué hacer. En otra punta del Museo una niña de 13 años le ocurrió la misma situación. Su laberinto tenía una puerta de madera enorme y al abrirla se vió a sí misma ¡impresionantemente gorda! Se puso loca porque no sabía qué hacer o porque estaba así.


¿Qué fue lo que pasó? Los 4 laberintos representan las 4 dimensiones: el X, el Y, la Z y el tiempo, que es por sobre todo, la cuarta dimensión ... El reloj de oro


CATEGORÍA: 5 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Mi buen amigo Arpegio SEUDÓNIMO: Pluma de fuego AUTORA: Eric Nahuel Song GRADO: 5º B Mi buen amigo Arpegio Regresé al colegio después de unas cómodas y cortas vacaciones de invierno. En la primera hora tuvimos Lengua, mi materia favorita, con la maestra Marina. Nos pidió que narráramos lo que habíamos hecho durante las últimas dos semanas, pero como esta vez con mi familia no habíamos viajado a ningún lugar, no sabía sobre qué podía escribir. Pasaron varios minutos hasta que comencé a contar algo extraño que me había ocurrido unos días atrás. Desde que nos mudamos frente al parque Centenario, cada fin de semana mi papá y yo salimos a caminar, a alimentar a los peces y patos de la laguna, a andar en bici o pasear por la feria de artesanías. Fue el primer sábado de las vacaciones. Mientras mi papá se quedó escuchando a una banda de músicos que tocaba al aire libre, yo me distraje mirando a los pájaros que se acercaban a comer el maíz que les tiraba una señora. De pronto se me cayó al suelo mi pequeño broche de bronce que me había regalado mi mejor amigo. Cuando intenté levantarlo, una cotorra lo agarró con su pico y se fue volando. Rápidamente la seguí en mi bicicleta y a los pocos metros soltó el broche cerca de un gran árbol detrás del Museo de Ciencias Naturales y justo al lado vi que había un huevito. Era de color verde agua. Lo levanté con mucho cuidado y lo envolví con mi bufanda. Apenas llegamos a casa lo puse en una cajita de cartón con mantitas, debajo de una lámpara y me puse a hacer la tarea que nos habían dado las maestras. A la mañana siguiente sentí unos picotazos en mi cabeza. ¡Era el pichoncito del huevo! Tenía el tamaño de una pelotita de golf y sus plumas eran de color rosa claro. Habrá pensado que yo era su mamá porque me seguía a todos lados. Parecía tener hambre y como no teníamos lombrices le dimos unos fideos largos que se los comió en unos segundos. Cuando estaba feliz aleteaba de acá para allá con un armonioso canto y por eso lo llamé Arpegio. Todavía era muy chiquito y no sabía volar, así que lo hice practicar y cada día avanzaba más. Iba hasta la mesa y volvía hacia mi mano. Nos divertíamos mucho. Cuando yo tocaba el piano, él se quedaba quieto sobre mi hombro y cuando jugaba con los Legos me alcanzaba algunas piezas perdidas. Me pregunto cómo las encontraba. Una mañana, mientras tomaba el desayuno, vi caer algo en mi balcón. Era un clavo viejo. Al otro día una moneda de cincuenta centavos, el siguiente una canica, luego una flor y así algo diferente cada mañana. Me pareció muy extraño. Decidí despertarme más temprano y descubrir cómo era que llegaban esas cosas hasta mi casa. De pronto vi un ave entrar al balcón y soltar una semilla de su pico. En seguida noté que era la misma cotorra que me había sacado el broche. Como Arpegio estaba un poco más grande, sus plumas habían crecido y cambiado de color. Los dos eran muy parecidos, entonces me di cuenta de que era su mamá y me estaba trayendo cosas para agradecerme por haber cuidado de su bebé. Pensé y tomé la decisión de regresarlo con su mamá a su hogar. Al


principio no se quería ir, así que le di como recuerdo una pequeña foto que habíamos sacado juntos. Desde ese día en el parque Centenario se puede ver, entre todas las cotorras, a uno diferente a los demás, de color turquesa y muy amigable. Ese es mi buen amigo Arpegio. Fin. Pluma de fuego


CATEGORÍA: 5 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Libros secretos SEUDÓNIMO: Unicornio AUTOR: Julia Raffin GRADO: 5º A Libros Secretos Antes de leer este cuento tienes que verificar que te haya llegado un libro de tapa negra. Sólo si eres un chico/a especial ese libro estará en tu poder, si no es así te recomiendo deshacerte de este cuento lo más pronto posible, porque esto es un secreto. Si es así, continúa leyendo. Ella siempre estuvo fascinada con ese ejemplar de tapas negra. Nunca nadie supo qué leía o qué vivía cada vez que lo abría. Se pasaba horas y horas encerrada en su cuarto en silencio. Su madre solía decir que ella se “transportaba a otro mundo leyendo” pero nadie lo tomaba literal. Se deben estar preguntando quién soy yo y por qué, si digo que nadie sabe qué pasaba cuando leía, yo lo sé. Pero esta historia es sobre ella, no sobre mí. Un día pude ver finalmente qué hacía cada vez que abría ese libro. Cerró la puerta, apagó la luz y prendió una vela. Se sentó en el piso y cerró sus majestuosos ojos. En cuestión de segundos, una magia dorada salió del inmenso volumen de tapas negras y se apoderó de su habitación. Serenamente ella se introdujo en el libro y éste se cerró bruscamente. La verdad es que me quedé helada mirándola, por supuesto que ella no me vio, pero yo la vi. Al rato salió y como si nada hubiera pasado, se fue a dormir. Todas las otras noches hizo exactamente lo mismo. Una noche me invitaron a cenar a la casa de ella. Después de la cena pretendí ir al baño, pero realmente fui a buscar el libro. Lo encontré dentro de una caja roja con el nombre de la niña. Cuando abrí el misterioso ejemplar una magia dorada me arrastró dentro de él. Finalmente abrí los ojos después de un viaje larguísimo y delante mío vi un mundo increíble donde la magia y las criaturas fantásticas abundaban. Cuando salí del libro, aturdida por lo vivido, vi a la madre de ella, a su padre y a ella mirándome con enojo. Me dijeron cosas, que era una casa ajena y que no podía merodear sin permiso. La única que no dijo nada fue la niña que me miraba con una sonrisa acogedora. Después de eso me fui a mi casa y al otro día me encontré con ella en las escaleras de mi edificio. Me preguntó qué había visto y le respondí que todo. Una sola mirada me demostró que ella había guardado ese secreto por mucho tiempo y ahora yo también lo sabía. Como se pueden imaginar, yo estaba casi muerta de las ansias por saber qué tipo de libro era ese y por qué una niña pequeña como ella tenía que guardar un secreto tan grande. Me dijo que la esperara en un café nuevo en la esquina de la calle Bulnes para contarme todo. A las 3 ella me esperaba sentada en una silla con una chocolatada en su mano. Me contó todo, de principio a fin, lo malo y lo bueno. Esto es lo que se:


-El libro lo compró en una subasta, ella recordaba que el hombre dijo: “Es un libro que te hará viajar”. -El mundo al que uno llega al abrir el libro se llama “Tierra de Hadas”, donde cada hada es de un color y la llamas por ese color. Ella es Rubí. -Le pregunté por qué nadie sabía acerca de esos libros y me dijo que ese tipo de libros no abundan como los otros y sólo los niños de corazón puro los cuidan. Y nadie debe saber sobre ellos. Quedamos en que cuando quiera podía ir a visitar ese mundo, y por supuesto no diría nada. Y así, todas las noches ella siguió introduciéndose en ese mundo fantástico, como aquel día en que la vi, como siempre. Hoy, después de muchísimos años, seguimos cuidando de este libro y de las maravillas que contiene. Así que, si algún día te encuentras con un misterioso libro de tapas negras… sí, fuiste elegido para cuidar de él, y acuérdate, son Libros Secretos.


CATEGORÍA: 6 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: El camino de Bifrost SEUDÓNIMO: Atenea AUTORA: Catalina Cosaka GRADO: 6º B El camino del Bifrost Era tarde, como siempre Alex se había quedado más de lo esperado, y ellos habían aparecido. Tendría que haberlo sabido, ellos siempre aparecían… Volvía a su casa, un humilde edificio en las afueras de la ciudad de Brooklin, con un caminar inseguro y un ojo morado. Lo habían vuelto a golpear, siempre lo golpeaban, fuera por el verde de su pelo, el violeta de sus ojos o simplemente porque no tenían nada mejor que hacer. Tenía dieciséis años y medía 1.82 de alto, pero aún así era flaco y débil. Llego al Nº 37 de Mitchtell Town, su hogar. Subió los siete pisos, tres por escalera y cuatro por ascensor. Cuando llegó al séptimo se paró frente a la puerta y respiró. No quería que su madre lo viera así. Tomó la llave que estaba detrás de un cuadro, abrió la puerta y volvió a ponerla en su lugar. La casa estaba en silencio. No era un lugar grande ni lujoso pero era su hogar, así que lo cuidaban lo mejor posible. Había una luz encendida en la cocina. Decidió rodearla, porque no quería encontrarse con su madre y tener que explicarle todo. Su habitación tenía una cama y un armario; no se podía decir que era una suite de hotel pero a Alex le agradaba porque le ayudaba a pensar. Dejó todo sobre la cama y salió por la ventana hacia una escalera de servicio, y como siempre subió a la azotea. Le encantaba estar ahí, podía ver todo, se sentía… poderoso. Se quedó mirando el horizonte preguntándose qué habría más allá.De repente escuchó un ruido, un ruido bastante leve pero reconocible. Se dio vuelta y se encontró cara a cara con una puerta de ascensor. Dos láminas de metal pintadas de negro que yacían ahí mismo… en el techo de una azotea. Alex se quedó petrificado, ¡eso no podía ser real! El susto más grande vino cuando las dos puertas de ascensor se abrieron y revelaron un arcoíris, pero no era cualquier arcoíris, Alex no lo sabría hasta más tarde, pero ese arcoíris en realidad era el Bifrost, el puente de arcoíris mágico de la mitología nórdica que conecta nuestro mundo con el de los dioses de Asgard. Lo que Alex tampoco sabía era que el Bifrost sólo se mostraba frente a alguien que hubiera sido elegido. Alex puso un pie del otro lado del “ascensor” y antes de que pudiera pensarlo mejor el puente lo absorbió y todo se volvió negro. Despertó en una habitación que definitivamente no era la suya, y al mirar por la ventana también se dio cuenta que definitivamente no estaba en Brooklin. Se levantó y salió de esa habitación. El pasillo estaba lleno de gente pero sólo un pequeño grupo de personas se dio cuenta de su presencia. Se acercaron. Alex pensó en retroceder pero se dio cuenta que no sería muy bien visto, así que dejó que se acercaran. Llegaron a su lado y comenzaron a presentarse: sus nombres eran Jack, Elise y Peter. No parecían mucho


mayores que él y se veían amistosos, así que les preguntó algo obvio: ¿me podrían decir dónde rayos estoy? Se miraron entre ellos y sonrieron. Dijeron que sobre la cama había un pequeño libro que le ayudaría a entender. Les agradeció y volvió a su habitación. Tomó el pequeño libro y lo leyó durante un largo rato, no era muy largo pero tenía tanta información, tan ilógica, que tardó una eternidad en terminarlo, tenía tanta información tan extravagante que Alex se la terminó creyendo por la simple razón de que nadie podía inventar todo eso. El libro decía básicamente esto: él se había convertido en un einherjar (un guerrero nórdico a cargo del dios Odín), estaba en el Valhala (el hotel donde iban todos los einherjar) y junto con un grupo de guerreros de su mismo piso le asignaría una misión pronto. Alex se sentó en la cama, era mucho que digerir. De repente alguien golpeó a la puerta. Se levantó y abrió, era Elise, la chica que había conocido antes. Ella le sonrió y le dijo que era hora de cenar, que si quería acompañarlos. Alex asintió y se dirigió a la cena con ellos. Así pasó unos meses en el Valhala, haciéndose más fuerte y mejorando sus lazos de amistad. Un día como cualquier otro estaban volviendo de cenar cuando el jefe del hotel los frenó y les pidió si lo acompañaban. En su estudio les dijo que los enviarían a una misión para recuperar una joya de Odín que había sido robada. No sabían por quién pero sí sabían su ubicación. La tarea de Alex, Jack, Peter y Elise era recuperar la joya, no importaba a qué precio. Todos aceptaron y al día siguiente ya estaban marchando a la ubicación. El mapa mágico los llevó hasta una cueva. Entraron. En la cueva sólo había dos personas: una mujer y un hombre. El hombre estaba atado a una roca y una serpiente le escupía veneno en la cara. Loki, el dios del engaño y la locura, Alex supo quién era con sólo verlo. La mujer tenía la cara tapada con una capucha, era esbelta, tenía un vestido gris y …una hermosa joya roja en la muñeca en forma de adorno para pulsera. Esa era la joya que estaban buscando. Ninguno de los dos parecía haber reparado en Alex y sus amigos. Alex hizo una seña y todos se separaron, cada uno por un lado. Fueron acercándose poco a poco. El hombre reparó en ellos recién cuando estaban a un paso de distancia, le advirtió a la mujer pero ya era tarde, se lanzaron sobre ella. Alex logró sacarle la joya y dijo a sus amigos que corrieran, ellos se largaron a la puerta. Él estaba por hacer lo mismo cuando la mujer lo tomó del brazo. Loki gritó enfurecido y la cueva comenzó a derrumbarse, sus amigos ya estaban afuera, pero él no lograba zafarse de la mano de la mujer que lo aferraba con fuerza. Sus amigos le gritaban que se apurara, en un momento Alex comprendió lo que iba a pasar, y sin pensarlo dos veces les lanzó la piedra a sus amigos. La joya salió justo antes de que toda la entrada se derrumbara. La cueva comenzó a desmoronarse, más y más rápido. Alex no logró salir… la cueva cayó encima suyo, pero antes de dar su último aliento pudo escuchar a Loki decir unas palabras, unas de las palabras más sinceras que había dicho en su larga vida: -Estoy muy orgulloso de ti… hijo -.


FIN ATENEA


CATEGORÍA: 6 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: Mi triste huida hacia la felicidad SEUDÓNIMO: Auggie Matthews AUTORA: Malena Garrido GRADO: 6° A Mi triste huida hacia la felicidad

Mi vida nunca fue fácil. Por eso tomé la decisión que tomé. Tenía una forma muy diferente de ver las cosas, y eso no me favorecía a la hora de hacer amigos o llevarme bien con mis papás, especialmente para un chico de dieciséis años. Ese día me había sacado un insuficiente en lengua y cuando llegué a mi casa muy estresado me peleé con mis papás. Llorando, salí corriendo bajo la lluvia sin saber mi destino, pero estaba seguro de que a mi casa no iba a volver nunca más. Paré cuando no podía correr más y noté que estaba en un callejón oscuro que no conocía. Edificios de ladrillos y soledad eran lo único que me rodeaba. Me acosté en una esquina temblando de frío. Vi que había una puerta trampa al costado mío y me dio miedo entrar, por lo que decidí quedarme un rato más en la en la mojada equina. Pero la tormenta aumentó y no tuve otra opción que juntar coraje y entrar. Ante mis ojos apareció una sala blanca de la que salía un largo pasillo oscuro que conducía a otra sala blanca, de la que se desprendía otro tenebroso pasillo, que a su vez volvía a terminar en una luminosa sala blanca. Esa situación se repitió muchas veces y mi desesperación aumentaba cada vez que descubría una nueva sala o un nuevo pasillo. Después de avanzar por horas, en una de esas salas encontré una antigua puerta de madera. Inmediatamente decidí abrirla, lo que me costó algo de esfuerzo. Lo que encontré detrás me sorprendió. Un bosque colorido con animales que parecían estar muy felices. Sin entender mucho dónde estaba ni hacia dónde debía a ir, caminé buscando algún lugar en el que pudiera descansar. Noté que a medida que avanzaba, todo el camino por el que andaba se iba volviendo gris. Y todo lo que tocaba se volvía gris. Definitivamente, mi tristeza estaba invadiendo el lugar. Lo peor es que rápidamente me di cuenta que todos allí notarían mi profunda angustia. Y eso me devastaba. Inmediatamente busqué ayuda, grité y grité, hasta que apareció un chico y me ayudó a comprender qué era ese lugar. Era un mundo paralelo al mío que reflejaba todo lo contrario a lo que sentía quién lo veía. A mí, que veía mi mundo como un lugar miserable y lleno de egoístas, este lugar me pareció colorido y con gente muy amable. Pero no podía evitar mancharlo con mi desastrosa vida. Me sorprendí. No quería estar en este mundo, pero tampoco tenía planes de volver al mío. Para no regresar tomé una decisión desesperada. Decidí quedarme allí por un tiempo. El chico con el que había hablado antes, que se llamaba Pedro, me trató muy bien. Me dejó quedarme en su casa y ahí conocí lo que era


una buena familia y un amigo de verdad. Increíble. Nunca me había sentido mejor y quise quedarme ahí para siempre. Pedro me trató como a un hermano, y sus papás como a otro hijo más. Empecé a sentirme contento y entonces pensé que si yo era más alegre necesariamente ese mundo iba empezar a cambiar y a convertirse un lugar muy feo y gris. Pero lo que sucedió es que nada cambió porque ese mundo dejó de ser uno paralelo y empezó a ser el mío. Viví feliz por unos meses, pero con el tiempo todo fue cambiando. Fui notando que la familia de Pedro ya no era tan buena conmigo y que cada día se iba distanciando un poco más. Me empezaron a tratar mal y yo sufría mucho. Tenía miedo de que si les contaba a los padres de Pedro que quería volver a mi verdadera casa se lo tomarían a mal, pero me arriesgué. Se ofendieron mucho y me dijeron que nunca me podría ir. Desconsolado, no supe qué hacer. Ahora que ya no estoy en ninguno de esos dos mundos, y que comprendo que aquí tampoco lograré ser feliz, me doy cuenta que tal vez no fue mi mejor decisión haberme colgado de ese árbol. AUGGIE MATTHEWS


CATEGORÍA: 6 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Entre Mundos SEUDÓNIMO: Lunática Luna AUTOR: Violeta Ghenadenik GRADO: 6° B Entre mundos Francesca vivía en la ciudad de Roma. Tenía once años, era rubia, de ojos color miel, sonrisa alegre y un gran corazón. Vivía con su mamá Ilaria, su papá Aldo y su perro Apio, que se había muerto hacía tan solo dos semanas. Francesca, que nunca había perdido a un ser querido, se sentía deprimida y ya no sonreía. Triste como estaba, en ese día soleado de verano, Francesca quiso ir a tomar aire fresco para tratar de despejarse. Tomó un libro de su biblioteca y se fue a leer a la galería que daba a la vereda. Cuando se sentó en el escalón de la puerta, vio en la esquina de su cuadra el taxi abandonado que tanto intrigaba a todos. El auto estaba cubierto de hojas y enredaderas y ya se contaban miles de historias sobre cómo había llegado ahí y de quién había sido. Decían que estaba embrujado, que era una máquina del tiempo, que había venido del espacio exterior, y un montón de historias más. Tan misterioso era el auto que ningún chico del barrio se atrevía a abrir la puerta y meterse adentro. Francesca se quedó un rato pensando en el taxi y en que un día se animaría a entrar para develar el misterio y luego se concentró en la lectura. Metida como estaba en el libro, se sorprendió cuando Mauricio y Helena, sus mejores amigos, llegaron donde ella estaba. -¡Hola Fran! ¿Qué haces?- preguntó Mauricio -Leyendo un poco- contestó Francesca desanimada -¿No querés venir a jugar con nosotros?- preguntó Helena -Dale, ¿a qué juegan? -A verdad o reto- le dijo Mauricio -Fran, decidí vos, ¿verdad o reto? -Reto- se animó Francesca -Te retamos a que entres al taxi- dijeron Helena y Mauricio al mismo tiempo, con picardía. Francesca, aunque muerta de susto, fue hasta la puerta del taxi y entró. Entre las enredaderas y las plantas no se veía nada. Quiso correr un poco las hojas que tapaban la ventana y, como arte de una magia inesperada, se abrió una grieta y vio un haz de luz. Francesca gritó y saltó para atrás del susto, pero cuando Helena quiso darle la mano ya era demasiado tarde: Francesca ya se había esfumado como absorbida por la misteriosa grieta del taxi. -Ya se está despertando, ¡jijiji!- dijo una voz desconocida -¿Quiénes son? ¿Qué hago acá?- dijo Francesca aturdida -Somos Bing y Bong, tus compañeros en esta aventura, ¡jojojo!- dijo Bong -¿Aventura? ¿Qué aventura? ¿Dónde estoy?- preguntó Francesca, cada vez más alterada y nerviosa. -¡Una aventura feliz, jijiji!- dijo Bing- Una aventura en que vas a tener que pasar una serie de pruebas que te darán el color y la alegría que tenías antes de que tu perro muriera.


-¿Color? ¿Felicidad? ¿Mi perro? ¿De qué hablan? ¿Cómo conocen ustedes a Apio? ¿Cómo saben que mi perro murió? Francesca terminó de hacer estas preguntas, desconcertada y recordando a su perro, tuvo ganas de llorar. Pero a pesar de la pena que sintió al pensar en su Apio ya no tenía miedo porque Bing y Bong eran muy simpáticos. -Precisamente, ¡jojojo!- dijo Bong sonriendo- Ahora estás triste y perdiste el color, estás en blanco y negro. -¿¡CÓMO?! ¿En blanco y negro?- Repitió Francesca mirándose a sí misma. Para su sorpresa, comprobó que lo que decían Bing y Bong era cierto, estaba en blanco y negro. Supuso que era parte de una magia extraña, un hechizo que habían hecho estos dos simpáticos personajes, pero fuera lo que fuera, así se veía. Sin darle más tiempo a procesar lo que estaba sucediendo, Bing le dijo que las pruebas que tenía que pasar eran tres. Cada una de ellas le daría un rayo de color, y cuando se completaran, su cuerpo volvería a tener colores y regresaría sana y salva a su mundo. -¿Estas lista, jijiji? Bing le había dicho que su primera prueba era hacer algún amigo nuevo del pueblo para recuperar la confianza que tenía en sí misma. -Supongo que sí… Pero no creo que pueda- dijo insegur -¡Seguro que sí, jojojo!- dijo Bong y la empujó suavemente pero con firmeza para que diera un paso hacia la bruma que de pronto había delante suyo. En el instante siguiente Francesca se vio rodeada de los niños del pueblo, pero nadie parecía verla. Les empezó a hablar pero nadie parecía escucharla. Un poco perpleja, entendió que tenía que dirigir su atención al alguno de ellos. Tomó aire y le habló al chico alto, de pelo negro y ojo verdes que estaba frente a ella. No sabía su nombre pero ya lo había visto alguna vez en el club donde ella practicaba patín. -Me llamo Kevin- le dijo él cuando finalmente Francesca lo saludó y le preguntó su nombre. Kevin le sonrió y le dijo a Francesca que él la conocía del club, que ya la había visto y siempre quiso saber su nombre. Ella sonrió y se ruborizó un poco y, sin quererlo, ya había ganado un color en su cuerpo. Quiso seguir hablando pero pronto la bruma blanca la envolvió y Kevin desapareció, no sin antes decirle que esperaba verla pronto otra vez en el club para seguir hablando. Francesca estaba tan feliz cuando la bruma se disipó que abrazó espontáneamente a Bing y a Bong. Ahora solo faltaban dos pruebas y su cara ya tenía un poco de color. -¿¡Estás lista para la próxima prueba, jijiji!? -Sí, más lista que la anterior, seguro. La próxima prueba era contarle un chiste a los vecinos del pueblo para que recuperara su risa. Francesca pensó que eso no era tan difícil. Ella sabía contar chistes. Pasó la bruma caminando y cuando llegó del otro lado y vio a sus vecinos, ya no se sintió tan segura. -Hola… me llamo Francesca y hoy les voy a contar, eeem… eeem... un chiste- dijo


Francesca y se puso un poco blanca otra vez. Pero entre gente que la miraba inexpresiva, vio que estaba Kevin que le sonreía y la saludaba con la mano. Eso la animó y contó su cuento: -Resulta que Jaimito va al médico y le dice al doctor: “doctor, doctor, me siento mal” y el doctor le dice: “bueno, entonces, siéntese mejor”. El chiste era muy tonto, pero Francesca lo contó con tanta gracia que todos estallaron de la risa. Incluso Bing y Bong, cuando aparecieron detrás de la bruma, lloraban de la risa. -¡Jijiji! -¡Jojojo! Francesca había superado la segunda prueba, y como le pasó con la primera, un nuevo color apareció en ella: sus ojos habían recuperado su bello tono color miel. La tercera y última prueba era la más difícil: volver a amar como Francesca había aprendido a amar a su perro. -Fran, esta es la última prueba. Tenés que decirle a alguien más que lo amás y si lo decís con el corazón, el portal se abrirá y podrás volver a tu casa con tus amigos- le dijo Bing, esta vez sin reír. La cara de Kevin apareció tras la bruma pero en vez de su gran sonrisa, lo vio que estaba muy serio. -¿Qué te pasa Kevin?, ¿Estás bien?- le preguntó Francesca sintiéndose triste otra vez. -No, sí…es que escuché que es la última prueba y que si la pasás, te vas a ir de nuevo a tu mundo y te vas a olvidar de mí. Antes de que Kevin pudiese terminar la oración, Francesca le dio un beso en los labios. -Te amo, Kevin. Y espero verte en el club, una vez que vuelva al mundo real y que todo esto no haya sido solo una ilusión- llegó a decirle Francesca antes de que la bruma volviera a cubrir todo y, nuevamente, como despertando de un largo sueño, apareciera en la esquina de su barrio, mirando la ventana del taxi abandonado. Cuando reaccionó, se fue corriendo a su casa y vio a su mamá y a su papá, que entraban justo en ese momento. Los abrazó fuerte y los padres se sorprendieron un poco por el abrazo prolongado. Ellos la habían visto hacía un rato pero para ella parecía que pasado una eternidad. Cuando volvió a su cuarto y se miró al espejo, la sorpresa fue total: algo inexplicable había sucedido con el tiempo. Estaba segura de que cuando salió esa mañana a leer tenía once, y sin embargo, mirándose al espejo parecía mucho más grande. Prendió su celular, miró el calendario y vio que era el mismo día… ¡pero dos años adelante! Francesca ahora tenía trece años. Pronto los recuerdos volvieron a la memoria y entendió todo lo que había pasado. Justo en ese momento sonó su teléfono. Era Kevin, su novio, que la invitaba a tomar un helado.


CATEGORÍA: 6 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: El contramundo SEUDÓNIMO: Edward AUTOR: Gonzalo De Ezcurra GRADO: 6° B El contramundo En una Ciudad vivía un hombre desafortunado ya que había perdido su trabajo a los 35 años y su esposa lo abandonó a él y a su hijo Edward. El hombre trabajó duro para mantener a su hijo sin hambre ni frio. Pero tristemente el martes 13 de mayo este hombre muere por un accidente cardiovascular a los 47 años, Edward con 13 años y sin herencia de padre dio lo mejor para sobrevivir. El primer día no consiguió trabajo, el segundo día tampoco y el tercer día fue el peor porque tenía que pagar la hipoteca de la casa y como no tenía dinero tuvo que abandonar la pequeña casa que tenía. Como Edward no tenía dónde vivir se fue a un edificio que fue abandonado hace años. Fue al piso de más arriba y consideró la mejor opción suicidarse. Con tristeza hasta en el corazón se inclinó a la punta del edificio y se tiró lamentando las desgracias que había vivido, cayó y quedó estupefacto al ver que no había muerto si no que había entrado a otro mundo al que podía controlar con sus sentimientos. Edward estaba desesperado. Llovía y eso se debía a que se sentía triste e invadido por la desesperación. Como él controlaba este mundo con sus sentimientos si se sentía con miedo este mundo se volvía terrible y tenebroso. Edward decidió investigar así que caminó por un sendero y se encontró con una liebre, el sol se puso brilloso porque a Edward le emocionaba ver a la criatura. Pero Edward no tomó en cuenta que ese mundo no era normal y se asombró al ver que la pequeña liebre le comenzó a hablar. -¡Hola humano!- dijo la liebre. -Hola pequeña liebre- dijo Edward impactado. De pronto el clima y el paisaje se volvieron oscuros. -¿Te sietes mal?- preguntó la liebre. -¿Cómo?- Le preguntó Edward. -¿Qué si te sientes mal?- Volvió a preguntar la liebre. -Yo no me siento mal- Exclamó la liebre. -Oh, no- Exclamó preocupada la liebre. -¿Por qué dices “oh no”?-Preguntó Edward. -Mirá, este mundo no es normal, este mundo tú controlas con tus sentimientos pero hay un hombre llamado Malum Sentimientum, en lengua común mal sentimiento que controla los malos sentimientos y quiere infestar este mundo con su mal, por eso tienes que detenerlo antes que el mal domine este mundo.- Explicó la liebre. -¿Por qué yo, por qué ahora y por qué no tú?- Preguntó desesperado Edward. -Porque yo no controlo este mundo con mis sentimientos, entiende que eres el único que puede vencerlo.-Le respondió la liebre. -¿Cómo lo venzo?-Preguntó Edward. -Debés pensar en algo horrible, así lo invocarás.-Dijo la liebre.


-Gracias.-Dijo Edward. -De nada Edward, buena suerte.-Dijo la liebre despidiéndose de Edward. Edward se acostó en el piso, cerró los ojos y pensó en lo más horrible que se imaginó y cuando despertó estaba en frente de un castillo color negro. Edward entró y vio a una especie de diablo sin alas con un casco de hierro con uñas afiladas. -¿Tu qué hacer aquí?- Preguntó la criatura. -Vengo por un duelo con Malum Sentimientum.-Dijo valientemente Edward. -Yo ser Malum Sentimientum, querer duelo, Malum dar duelo.-afirmó la criatura. Malum le entregó a Edward una espada teñida de sangre de sus enemigos. Comenzó el duelo, la batalla duró 13 minutos hasta que Malum tiró a Edward al piso. -Nadie vencerum a Malum Sentimientum.-Dijo Malum. Edward pensó antes de morir en su amada familia por última vez. Se asombró al ver que Malum cayó al piso y explotó su cuerpo ya que lo único que vencía a los malos sentimientos son los buenos sentimientos y pensamientos como en los que pensó Edward sobre su familia. Edward pudo vencer a Malum y pensó en qué orgullos estarían sus padres si estuvieran con él. Edward cerró los ojos y pensó en sus amados padres y cuando abrió los ojos sus padres estaban al lado suyo. A partir de entonces Edward vivió sin malos sentimientos y con sus padres en el Contramundo.


CATEGORÍA: 7 DISTINCIÓN: 1° Premio CUENTO: No seas Marcos SEUDÓNIMO: Los chavos AUTOR: Nicanor Lang, Facundo Ponce y Sebastián Corona GRADO: 7º B No seas Marcos

Marcos era un chico muy desaliñado, con malas notas en la escuela, maleducado y desinteresado por todo que no fuera su teléfono. Obviamente un joven muy creído. El lunes tenía examen de historia con la maestra Rosales. Marcos tenía baja esta materia y necesitaba más de un ocho para aprobar el trimestre. El examen trataba acerca de la Segunda Guerra Mundial, un tema que a Marcos no le interesaba pero sus padres lo obligaron a ir a la biblioteca con una maestra particular el viernes por la tarde luego de la escuela. Era viernes por la tarde, la profesora no llegaba y Marcos comenzó a revisar su celular. Recibió un mensaje de su madre, la profesora no iba llegar a la biblioteca y Marcos debía empezar a estudiar. No podía salir de la biblioteca hasta saber todo para la prueba, así que empezó a estudiar. Marcos opinaba que el tema era el más aburrido y de tanto burlarse de las imágenes del libro, se durmió profundamente. Se despertó vestido con un pijama bastante normal pensando que estaba en su cuarto en el barrio de Palermo, pero no era así. Un guardia empezó a gritarle en un idioma que no entendía y lo trasladó hacia un camión. Marcos, confundido, no reaccionó. Una silla que se movía lo despertó, Marcos miró para arriba y seguía en el mundo moderno, el real para él. Marcos no aprendía y comenzó a reírse de las fotos y de los "estúpidos" nombres que aparecían en el libro, se empezó a aburrir y volvió a dormirse. Ahora se encontraba con un uniforme sucio, estaba helado y muy cansado. Por algún motivo un guardia le gritó, el joven miró hacia sus costados y vio a mucha más gente en su mismo estado: deplorados, sucios y cansados. Una anciana lo tocó y le dijo: “no rías, despierta”. Otra anciana lo volvió a tocar, era igual a la anterior pero esta le decía que la biblioteca era para leer y no para dormir. Marcos se levantó y volvió al libro. Ya eran las 9 de la noche y y el sueño lo mataba. Inoportunamente volvió a dormirse. La última página del libro mostraba una imagen de los muertos por el gas. Ahora el guardia le gritaba para que se metiera en una ducha, Marcos asintió y se preparó para sacarse la mugre. Se metió en el baño, prendió la canilla y un gas comenzó a salir. Marcos empezó a ahogarse y su cuerpo apareció en el "estúpido" libro.

LOS CHAVOS


CATEGORÍA: 7 DISTINCIÓN: 2° Premio CUENTO: De un día para el otro SEUDÓNIMO: Delmo AUTORAS: Mora Freixes y Delfina Ludueña GRADO: 7º B De un día para el otro Ianthe, la chica más tímida de la secundaria, estaba caminando por el pasillo de la escuela tratando de no llamar la atención. En un momento una chica físicamente igual pero con un aspecto muy distinto se interpuso en su camino e hizo que se cayera junto a todos sus libros. La otra pareció sorprendida pero siguió de largo. Al levantar la cabeza Ianthe vio cómo todos sus compañeros habían cambiado. De hecho eran completamente opuestos a su personalidad. Al pararse todo volvió a la normalidad. Al sonar el salvador timbre, Ianthe fue a su locker a guardar sus libros. En el camino trataba de encontrar una explicación para la extraña situación de la mañana. De repente otra cosa la distrajo de sus pensamientos. Algo estaba fuera de lo normal. Se dio cuenta de que ¡su locker estaba brillando! Era un brillo intenso pero apenas lo abrió, el brillo desapareció. Decepcionada, decidió escribir su día extraño en su diario íntimo, que siempre lo guardaba al fondo del locker para que nadie lo encontrara, pero en ese momento ni ella lo encontraba. Escarbó hasta el fondo del locker y parecía interminable. De la nada el locker se hizo del tamaño de una habitación, y cuando se dio cuenta, ya era tarde: la puerta ya se había cerrado. Empezó a golpear desesperadamente la puerta, hasta que pudo abrirla. Apenas salió se sintió aliviada, pero vio algo diferente. Otra vez sus compañeros tenían otro aspecto y la chica idéntica a ella apareció nuevamente para pedirle permiso y poder guardar sus cosas en el mismo locker de dónde había salido minutos antes. Cuando ambas sostuvieron la mirada, Ianthe notó que eran distintas aunque parecían completamente iguales: Ianthe era tímida, tenía los mejores promedios de la escuela, no era muy sociable y cuando se enojaba mejor no acercarse a ella. En cambio la otra era popular, sociable, atrevida y no tenía buenos promedios. -Hola...-dijo con desprecio- mi nombre es Miranda- y mirando a Ianthe de abajo hacia arriba dijo: -y ¿vos? seguro que sos de esas nuevas que siempre quieren copiar mi estilo. A Ianthe le pareció una persona muy odiosa y respondió con sarcasmo: -Te juro que lo que más quiero es copiar tu estilo y sobre todo ¡ese tres que te acabas de sacar en matemática! La otra estaba ofendida y le respondió: -¿Cómo saés que me saqué esa nota? Ianthe liberada le respondió: -Si no querés que sepan tu nota te recomiendo que la guardes. Y señaló el locker. La otra enojada se fue, insultando a Ianthe, directo al locker.


Cuando Miranda abrió el locker, Ianthe no lo encontró como lo esperaba. Parecía un locker normal y encima estaba decorado al gusto de Miranda. Pero cuando Ianthe volvió a mirar a Miranda, ya no estaba y el mismo brillo de su locker apareció nuevamente para apagarse de a poco. Ianthe empezó a desesperarse y lo peor era que no tenía su diario. Lo primero que hizo fue tranquilizarse para poder ordenar sus pensamientos, pero después de pensar mucho, decidió que lo mejor era tomarse un recreo. El problema era que no quería llamar mucho la atención, entonces decidió ir al baño para arreglarse y parecerse a Miranda, eso sí le costó mucho. Una vez ya lista fue directo al comedor de la escuela, eso no fue difícil porque las escuelas eran completamente iguales. Cuando terminó de servirse la comida escuchó que alguien gritaba -¡¡Miranda!!-. Al principio no se dio vuelta, pero cuando se acordó de su plan, fue hacia la mesa donde estaban las amigas de Miranda, bueno eso suponía. Apenas llegó la saludaron como si fuese una reina y así la trataron durante todo el día, ese rol ya le estaba gustando. Cuanto más la confundían, más se parecía. Lo mismo estaba pasando con Miranda pero en el mundo de Ianthe. Esto estuvo pasando durante una semana y el viernes a la noche ya ni se acordaban de su mundo anterior, así que decidieron apropiarse de la personalidad de la otra. Un día Ianthe, la nueva Ianthe, encontró su diario de la vieja Ianthe, antes no lo había visto. Al final del día decidió escribir sobre su día: Querido Diario: Hoy reflexionamos en la escuela sobre las personalidades de cada uno. La maestra nos dijo que cada uno cambia su personalidad de vez en cuando, pero yo no estaba de acuerdo porque nunca cambie mi personalidad y me encanta. Para mí cada uno tiene que seguir su camino y si la vida te propone cambios vos podes aceptarlos o no. Pero esa ya es la elección de tu personalidad. Tu dueña de siempre y para siempre Miranda. Delmo


CATEGORÍA: 7 DISTINCIÓN: Mención CUENTO: Semana 39 SEUDÓNIMO: El doble AUTOR: Milagros Berges GRADO: 7º A Semana 39 Mis papás estaban muy felices de que su primer hijo iba a llegar al mundo. Sentían una alegría inmensa, me estaban esperando con ansias. Todo estaba bien, cumplían con las consignas médicas y me cuidaban mucho. Yo estaba muy cómodo hasta incluso mi mamá me hacía mimos en mi cabecita. A las 39 semanas, algo cambió. Nada estaba igual. Sentía a mí mamá un poco triste, pero al poco tiempo se le pasó. A los 7 días, nací. Mi primera imagen fue la de mis padres con una sonrisa de oreja a oreja. Conocí a toda mi familia. Mi mamá se llamaba Celeste y mi papá Agustín. Mami era hermosa. Tenía ojos verdes que brillaban como diamantes, pelo rubio tan reluciente como el sol y era alta. Me enamoré, era mi chica ideal. Ellos eran los mejores, me consolaban cuando estaba llorando, me daban muchos besos y abrazos, me hacían dormir profundamente y la leche de mamá era muy rica. Diariamente, papá se iba a trabajar cuando yo estaba durmiendo y mamá se quedaba todo el día para mí solito. Me prestaba toda la atención y filmaba cada cosa que hacía. Lo que más me gustaba era jugar con la pelota. Los años fueron pasando y yo fui creciendo. Cada vez era más alto y más morrudo. A los dos años empecé a ir al jardín, donde iba medio turno y tenía muchos amigos. Vestía un delantal de color azul con bordes blancos que mucho no me gustaba. Las maestras me querían y me decían que era muy tierno mientras me apretaban los cachetes. Hasta que un día empecé a sentir una molestia en mi espalda, era raro, les pregunté a todos si tenía algo como una picadura o un granito, pero no. Tenía una malformación extraña, muy extraña, me habían empezado a crecer alas. Ese mismo día me largué a llorar. Estaba triste. Era el único chico que conocía que tenía alas. Aunque viéndole el lado bueno iba a poder trasladarme rápidamente de un lado a otro. Empecé primer grado pensando que a mis amigos les iban a encantar mis alas. Todo nene sueña con poder volar. Pero esta vez no fue así, lo primero que me dijeron fue: -¿Qué te pasó Santino? ¿Te chocaste con un pájaro? – todos mis compañeros se rieron. De ahí en más sentí que me había quedado sin amigos, que mí vida no iba a ser igual que antes. Todos me iban a hacer burla y se iban a reír de mí. Así fue, todos mis días empezaron a ser igual de aburridos. Me levantaba, me lavaba los dientes, desayunaba e iba para el colegio. Allí, al elegir nuestro lugar en los bancos me


quedaba solo, en el recreo comía mis galletitas en un rincón, en la mesa del comedor era el único que me sentaba en una mesa aparte. A veces intentaba integrarme con mis compañeros pero me echaban, no había forma. También intentaba contárselo a las maestras, pero me tomaban de buchón. Luego iba a mi casa donde cenaba y me acostaba a dormir. Los fines de semana todos mis compañeros se juntaban en alguna casa, pero yo era el único al que no invitaban. Al poco tiempo, nació mi hermanito menor, llamado Martín. De ahí en más mis papás me dejaron de prestar atención, ahora todo su tiempo lo dedicaban en mi hermano. Una tarde, haciendo la tarea, se me ocurrió una idea; cambiarme de colegio. Cuando se lo dije a mis papás, me dijeron que sí. Me emocioné tanto que me puse a llorar de la alegría. Martín se contagió y empezó a llorar. Mis papás trataron de consolar a mí hermanito pequeño y luego de eso, me preguntaron qué es lo que me había hecho llegar a esa idea. Les conté mi rutina y ellos me contestaron: -Mirá hijo, desde la semana 39 nos dimos cuenta de que tenías algo raro en tu espalda. No nos preocupamos porque cada uno es único en su parte física y emocional. Pero no te preocupes, nosotros lo vamos a evaluar y vamos a considerar tu pedido, aunque a nosotros nos guste ese colegio. Esa vez sentí que era la primera vez que me escuchaban desde que había nacido Martín. ¡Estaba contento! Todos los días pensaba en que iba a llegar el día en que no fuera más a ese maldito colegio. En la última semana de clases, les conté a mis compañeros que me iba a cambiar de escuela. Mis amigos se pusieron muy mal. Dijeron que me iban a extrañar y lloraron. A mí, algo no me cerraba; me habían tratado mal durante todo el año pero cuando me iba se angustiaban. Esa misma noche me encontraba en otro lugar, no sé bien dónde. Sentí que mi espíritu se había ido al cielo y otro yo había venido a ocupar mi cuerpo, solo por la noche, pero no estoy muy seguro. Era raro, nunca me había pasado. Ahí escuché una voz diciéndome: -Préstame mucha atención Santino, yo estoy en el futuro, en otro espacio y paso por los mismos problemas que vos. Tus amigos se pusieron mal cuando les contaste que te ibas a cambiar de colegio porque la gente empieza a valorar las cosas cuando las pierde. Ellos ni siquiera se fijaron en tu personalidad, solo se fijaron en que tenías alas y eras anormal según ellos. Ahora aprovecha esta nueva situación y sabe que vas a formar por lo menos una nueva amistad en el nuevo colegio. Si querés contarme algo antes de irte a dormir, contame tu problema y yo te voy a ayudar de alguna manera. No siempre te vas a dar cuenta de que yo te di la solución pero yo siempre estuve, estoy y voy a estar presente en tu vida. Me asombré, pero me gustó su consejo. Aprendí que hay que valorar las cosas antes de perderlas así después no me lamento. Ahora sí me sentía apoyado, estaba bueno. Estuve todo el verano tirado en mi cama viendo tele. Esperaba muy ansiosamente que llegara marzo para conocer a mis nuevos compañeros y formar verdaderas amistades. Siempre que estaba de vacaciones no quería que llegaran las clases porque iba a tener que estudiar, pero esta vez no me importaba si tenía que estudiar o no.


Al llegar a mí nueva escuela, no conocía a nadie pero estaba feliz, nunca había estado tan feliz. Todos se acercaron para preguntarme mi nombre y yo contestaba: -Santino, ¿y vos? Los primeros días tuve un solo amigo pero después fui teniendo más y más. Llegué a tal punto que nadie me caía mal y yo no le caía mal a nadie. Me conocían como el que se reía siempre. Mi vida cambió completamente, este ser me la había cambiado. Ahora tenía todas las mañanas ganas de ir al colegio, me levantaba de un salto para ver a mis amigos. En las tareas todos me pedían que la hiciéramos juntos, en los equipos me elegían primero, nunca estaba solo. Se lo conté a mis papás y se pusieron felices por mí y me dijeron que si yo estaba contento, ellos también lo estarían. Llegó el temible día; el día en que tenía que confesar que tenía alas. Ya era el momento, no lo iba a poder ocultar de por vida. Confié en esa voz y no dudé. Cuando llegué al cole, antes de empezar la clase, me paré en frente de todos, le pedí permiso a la maestra y dije: -Chicos, ya tengo confianza con ustedes y les quiero contar algo. -¡Sí! -gritaron todos al mismo tiempo- Queremos conocerte un poco más. -Miren, tengo alas- exclamé sacándome el buzo. Todos se quedaron con la boca abierta, les encantaron. Ese día fui el centro de atención y en el recreo me pidieron que se las muestre mejor. A ellos les hubiese encantado tener alas. -Santi, ¿podes volar? -me dijo tímidamente un amigo con el que tenía confianza- ¡Yo quiero ver! Eso hice. Estuvo buenísimo, era la primera vez que usaba mis alas. Siempre había querido volar y recorrer el mundo ya que si tengo alas las tengo que disfrutar, pero tenía miedo de que me hicieran burla o de caerme. Pero esta vez todos me aplaudieron y le vieron el lado positivo. Esa tarde me fui a mi casa volando. Todos me saludaban desde abajo. Mis papás estaban orgullosos de que yo fuese de verdad quien soy. Ese día aprendí que si vos sabes muy bien lo que sos, no te va a importar lo que los demás piensen de vos. Después, no sé si es que mis amigos se fueron alejando de mí porque al contarle a sus papás que yo tenía alas le dijeron que se alejen o qué, pero no importa. No se puede ser mejor amigo de todos. Aunque mis verdaderos amigos se quedaron en las buenas, en las malas y pasamos por millones de momentos juntos. Así terminó mi vida, feliz y con muchos amigos. Siempre que iba a hacer algo lo pensaba antes para no herir al otro, pensaba si me gustaría que me lo hicieran a mí, ya que no me gustaría que a una persona la traten mal como lo hicieron conmigo. Así, no tuve ningún problema con nadie. Tuve que pasar por todo esto para poder terminar siendo una buena persona y lo agradezco. Todo lo que me pasó fue para aprender algo, aunque a veces no lo creía, pero sí. La vida fue un constante aprendizaje. Ahora de viejo lo entiendo bien. El doble


CATEGORÍA: 8 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: El sentido SEUDÓNIMO: Cuenco AUTOR: Carolina Szpak, Augusto y Lucio Bianchi Szpak

El sentido Ébola: fiebre hemorrágica con tasa de mortandad cercana al 50%, transmitida al ser humano a través de animales salvajes y propagada en poblaciones humanas por contagio de persona a persona. El brote de 2014-2016 afectó principalmente a centros urbanos y zonas rurales del oeste de África, muriendo unas 11.500 almas. Eran las 16 horas, momento en que llegaba el camión con los cuerpos. Menelik se preparó a bajar las bolsas que nunca se abrían pero que tenían los nombres de personas que hasta quince días antes habían sido sanos y saludables, con hijos, esposos, padres y amigos. Así aparecía esta enfermedad que había cambiado la vida de todos. Aislamiento, cuidados incesantes, miedo, temor continuo y hasta un adiós al muerto que ya no era honrado, sino borrado a través del fuego. Menelik era uno de los pocos hombres de la aldea que había aceptado trabajar en la cremación de cuerpos, algo prohibido por su creencia, pero necesario para limitar el contagio. Todas las tardes, junto a compañeros silenciosos, bajaban las bolsas del camión y una a una, las rociaban con nafta, para luego colocarlas encima de piras de leña. Una vez terminado esto, encendían el fuego y en forma lenta pero con espanto cotidiano se alejaban sintiendo primero el olor a plástico quemado, y más tarde a carne chamuscada. Esa tarde Menelik recordó su primer día en el trabajo. Después de despedirse de su familia, de su hijo pequeño, de su esposa, y de su madre que no entendía, ni perdonaba que aceptara hacer esa tarea en contra de su Dios, se subió junto a otros hombres al micro que pasaba a buscarlos y frente a la gente del pueblo que los despedía con desprecio, emprendió el camino al campamento que actuaba como crematorio. Serían veinte días corridos trabajando, para luego, volver con su familia una semana y regresar otros veinte días. Se suponía que sólo duraría dos meses, pero el brote del virus se había extendido más de lo pensado y ya llevaba tres en ese ritmo triste y agotador, con cuerpos provenientes de todas partes. Había aceptado pensando en su hijo, queriendo evitar que el ébola llegara a su puerta; entendiendo que los Dioses a veces parecen no acompañarnos, dejándonos solos ante el total vacío de la desesperanza, en un limbo sombrío e inerte sin escape alguno. También sintiendo que esa muerte era desesperante, una muerte dolorosa, denigrante y con garras hirientes que destruían los vientres. Atacaba sin distinción, adultos, abuelos y niños; incluso tan pequeños que cuando en su aldea surgió el contagio del primer niño bebé, el llanto feroz de la criatura, desesperaba; y el llanto agotado y sin fuerza, el del final, rompía el alma.


Recordó como fue por vez primera sentir el olor de cuerpos bajo el fuego, ese olor acre e irrespirable; pensar esa piel crujiendo, el desaparecer tangible de todo, hasta de los huesos; ver las cenizas al día siguiente. Recordó el no poder dormir su primera noche, palpitar una pesadilla exaltada, el terror inundándolo todo. Recordó como luego llegó a acostumbrarse, al menos por momentos. Recordó la alegría de ver a su familia después de esos veinte primeros días. Recordó el no querer volver al campamento. Recordó empezar nuevamente con esa rutina tortuosa. Solía pensar que el quemar esos cuerpos se parecía a un desbarrancadero en el que se empujan animales y que es más desesperante el saber de la caída que la caída en sí misma. Se pensaba a sí mismo desbarrancando. El hombre es un ser extraño, logra habituarse a todo, incluso al horror. Se resigna y niega para seguir viviendo. Se vuelve monótono pero sigue. Muchas veces siquiera visualiza la fuerza que lo impulsa, su alma se pierde en el hacer del día a día, aunque no sin costo. Menelik con el tiempo sólo pudo dormirse tomando alcohol, sufría insomnio, se volvía irritable y violento por momentos. Apenas conversaba con sus compañeros, los despreciaba tanto como a sí mismo, y los comprendía. Con el avance de la epidemia se redujeron los plazos de visita a las familias y se ampliaron los de trabajo. Esa tarde, cuando llegó el camión, todos empezaron a bajar los cuerpos. Realizaron la rutina de manera autómata hasta que algo los detuvo en seco. Una bolsa pequeña. Fue entonces cuando el jefe, que apenas se distinguía en su rol, se acercó al camión sin mirar al resto. Vio el nombre del cuerpo y esperando unos segundos, con ojos perturbados como su espíritu, dio un vistazo rápido hasta detenerse en uno de sus hombres, Dakari Fotso. La bolsa llevaba su apellido. No hubo palabras. Dakari se acercó errante y sin pensarlo, abrió la bolsa. Abrazó muy fuerte al cuerpo débil y sin vida, lloró lágrimas infinitas, desde la furia y el dolor más grande. Sólo Menelik reaccionó, alcanzó nafta y ayudó a rosearlos. Ahí supo que la existencia puede perder sentido y sólo resta despedirse abrazando lo que se amó. Cuenco


CATEGORÍA: 8 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Y todo pasó de repente... SEUDÓNIMO: Revill Kall AUTOR: Martina Funes

Y todo pasó de repente… Helen, con los cabellos oscuros y lizos, vivía con su madre en un pequeño y humilde edificio en Manhattan. Su madre, Ashley, con unos preciosos ojos azules, trabajaba en una empresa de finanzas, cuya oficina se situaba en una de las altas y conocidas Torres Gemelas. Ella salía de casa a las 8 de la mañana y volvía a las 6 de la tarde, a quien en ese horario, Helen asistía a clases, su último año antes de graduarse. En Septiembre del 2001, el último trimestre de Helen, ella y su madre cenaron pizza de jamón y queso en la mesa ratona gris que tenían en el salón, en frente de la televisión. ´Mañana tendré que salir más temprano.´ Dijo la madre, masticando una porción gigante de pizza. ´¿Por qué?´ Preguntó Helen. ´Cosas de trabajo.´ Respondió Ashley, la mamá. No hablaron más en el resto de la comida, debido a que los últimos trozos de pizza rondaban en las bocas de nuestras protagonistas. Helen, agarró su teléfono, IPhone 3 con funda de lunares, y le envió un mensaje de texto a su amiga Lily: ´Estoy en ello, deséame suerte. Tenías razón, no tengo que dejar las cosas para última hora. ´ Ashley, la madre, agarró su teléfono IPhone 3 con funda negra, y subió para su cuarto. Antes de que Ashley cerrara la puerta de su habitación, Helen juntó el coraje que había conseguido a lo largo de la cena y le dijo: ´Mamá, ¿te podría acompañar al trabajo mañana? Ya sé que es complicado pero es por un trabajo de la escuela. El trabajo consiste en hacerles preguntas a los miembros importantes de tu empresa y preguntas sobre Las Torres Gemelas. El Lunes tendría que entregar el trabajo así que… mañana es el último día que podría hacerlo, debido a que en el fin de semana las oficinas están cerradas. ´ Ashley la miró sorprendida, y, desafortunadamente, le dijo: ´No puedes venir mañana. Tengo una junta con mi jefe muy importante por eso salgo tan temprano. Además, cualquier visita debo preguntarle a mi superior con un par de días de antelación. ¿Por qué no me lo has dicho antes? ¿Por qué a última hora? Cariño, RESPONSABILIDAD. Lección para la próxima. ´ Antes de que Helen pudiera decir algo al respecto, la madre bajó las escaleras, le dio un beso en la mejilla y le dijo: ´Buenas noches, pónmelo a cargar, ¿quieres?´ Dijo dándole su celular. Dicho eso subió lentamente a su aposento y cerró la puerta.


Helen suspiró profundo, y le mandó otro mensaje a su amiga Lily: ´Fracaso. Necesito plan B. ¿Ideas? Si no entrego este trabajo repruebo la materia.´ A los minutos su amiga respondió: ´¿Qué celular tiene tu madre?´ Helen, sorprendida, respondió a su pregunta: IPhone 3, igual que el mío. ¿Por qué?´ ´Tengo un plan.´ Escribió su amiga. Nuestra protagonista agarró su celular y le sacó la funda, lo mismo hizo con el celular de la mamá. Su acción fue rápida y sencilla: Intercambió las fundas. ´Ya tengo excusa para ir.´ Pensó Helen. Al día siguiente, 11 de Septiembre, Helen observó detenidamente a su madre cruzar la calle e irse en un taxi al trabajo, vestida con un traje barato de oficina. Al ver al taxi alejarse, Helen se dirigió hacia la estación de colectivos, y se subió al que tenía el número 27. Al llegar a Las Torres Gemelas, en la entrada, el guardia de seguridad no la dejó pasar. ´Hola, mi madre y yo sin querer intercambiamos los teléfonos, estoy aquí para devolvérselo.´ Dijo Helen, sabiendo que la dejaría pasar porque la conocía. (Al final que las madres no paren de hablar de sus hijos en el trabajo sirve de algo.) Al entrar, subió hasta el piso donde trabajaba su madre y una señora llena de canas y verrugas le preguntó que hacía allí, Helen nuevamente explicó la situación y antes de seguir adelante le preguntó: ¿Usted quién es? ´La subgerente.´ Respondió la señora. ´¡Ah! Ya que forma un papel importante en la empresa le quisiera preguntar algo. ¿Cómo es un día normal en esta empresa? La señora respondió: ´Bueno, es un día como hoy…´ No dio tiempo a escuchar la respuesta debido a que en un abrir y cerrar de ojos un avión a la velocidad de la luz estalló contra La Torre, 8 pisos encima de donde estaba Helen, produciendo una explosión, generando el drama y las lágrimas en todo Manhattan. Helen cayó al piso violentamente, se golpeó la cabeza contra la pared, dejándola desconcertada. Se levantó como pudo, tardó un par de segundos en recuperar la conciencia, y de darse cuenta de que si no actuaba pronto, su vida acabaría, en una de Las Torres Gemelas. Todo el edificio comenzó a llenarse de humo, lágrimas, fuego y sufrimiento. Todo era gris, no se podía ver absolutamente nada. Gente se desvanecía por el calor y por el humo, otros consiguieron escapar, algunos fueron aplastados por alguna superficie o por el avión en sí, y la minoría simplemente saltaba del edificio, acabando con su vida, antes de que el avión suicida acabara con ellos. Ashley, sin saber que su hija estaba sufriendo y experimentando esa misma experiencia, comenzó a bajar por las escaleras lo más rápido que pudo. Al bajar 2 pisos, una pedazo del techo le golpeó la cabeza, obligándola a caer en el suelo, desmayada. Su hija, sin lograr ver absolutamente nada, intentaba dirigirse a la escalera. En el camino, tropezó con un cuerpo pequeño, desvanecido. Rápidamente, con mucho esfuerzo, la cargó en la espalda. Al llegar a las escaleras, tropezó con un montón de cuerpos amontonados en el primer escalón. Rodó, rodó y rodó 2 pisos, hubiera seguido cayendo, pero otro cuerpo la detuvo. Ni bien logró estabilidad, agarró el bendito cuerpo que la había salvado de seguir cayendo y, con muchísimo esfuerzo y dolor, lo cargó en su espalda.


Helen, solo veía gris, solo escuchaba llantos, No podía gritar, no podía abrir la boca, debido a que el humo se apoderaba de sus pulmones, dejándola sin aire. GRIS, DOLOR, FUEGO. Cuando Helen pudo ver la luz del sol, después de tanto esfuerzo, después de tanto sufrimiento y experiencia, pudo ver el cuerpo que había cargado: Su madre. Helen gritó, lloró e inmediatamente le intentó tocar para saber si tenía pulso. Instantes después los bomberos llegaron, al ver el cuerpo de su madre en brazos, rápidamente los de emergencias le colocaron una máscara respiratoria y se la llevaron. Ashley, al abrir los ojos, estaba en el hospital. Con una máscara respiratoria cubriendo su nariz y boca, sin energías, sin entender nada. La madre de Helen se limitó a cerrar los ojos, como si no hubiera pasado nada. Nuestra protagonista pensó que si posiblemente haya hecho posible que su madre viviera, entonces volvería a la terrible masa de humo y sufrimiento, para salvar a más gente. Por lo menos a los que estaban en los primeros 5 pisos. Helen tomó aire, se sacó la remera y se la puso en la cabeza, para que el humo no le intoxicara los pulmones aún más. Con mucha valentía, entró por lo que quedaba de la puerta del edificio. Con lo poco que veía no le aportaría lo más mínimo, así que decidió jugarse por su 5 sentido: El tacto. Al caminar los primeros metros, no había nadie ni nada. Pero al seguir hacia la ´bendita´ escalera, pudo sentir bastantes cuerpos desvanecidos. Sin ver absolutamente nada, trató de localizar a uno, y tiró de él. Con mucho esfuerzo, lo cargó hacia la entrada, donde minutos después los de emergencias se los llevaron. Hizo lo mismo otras 4 veces, pero en la quinta… cuando los de emergencias se lo estaban llevando, logró ver que el edificio se tambaleaba. A los segundos siguientes, logró ver otro avión a toda velocidad, preparado para estallarse contra la otra Torre Gemela. ´Esto se viene abajo, y la otra también.´ Pensó Helen, con el miedo acogotándola con una cuerda. Sin pensar más, se quitó la remera de la cabeza y comenzó a correr, no había corrido ni media cuadra cuando el avión se estrelló contra la segunda Torre Gemela, duplicando el caos. Helen, sin mirar atrás, siguió corriendo, corriendo con toda su energía, a pesar de su mala condición física. Al correr una cuadra completa, La Torre en donde trabajaba su madre, en donde había salvado a 7 personas, donde había sufrido La Experiencia De Su Vida, se había derrumbado... Matando a un montón de personas, bomberos, guardias… Aplastando corazones, secuestrando vidas… Antes de que Helen pudiera asimilarlo, una masa gigante de humo llenó todos los huecos de las siguientes 10 cuadras… El trágico final de ese episodio suicida tan devastador.


Esa masa de humo derribó a Helen, dejándola sin aire… dejándola sin vida. Los pulmones se le llenaron de humo, Helen quedó metida en un huracán. Aunque ella haya muerto, salvo a 7 vidas que al abrir los ojos… tendrán una segunda oportunidad. Reville Kall.


CATEGORÍA: 8 DISTINCIÓN: Mención Compartida CUENTO: Vía Regina Margaretta 73 SEUDÓNIMO: One Love AUTOR: Prof. Karina Nicolosi Vía Regina Margaretta 73 Caminando por las calles de Sicilia sentía una inmensa alegría de saberse en ese lugar. El que tanto le había hablado su nannu, su papá, tenía tantas historias dando vueltas por la mente, que le asustaba la idea de tan solo no poder recorrer todos los lugares que guardaban un recuerdo imperecedero para ella. Indulgente, vaciladora, osada y nostálgica deambulaba por las calles de Santa María Di Licodia, los rayos del sol iluminaban su sendero y el alma de su nannu la guiaba y le daba esperanzas. La plaza, la iglesia, el trastievere donde su padre solía ir a jugar y desde el cual había una vista espléndida de toda la ciudad. De niña había escuchado el relato de su padre que con tanta emoción le narraba sus vivencias en ese lugar, que sentía como si ya hubiese estado allí. Se imaginaba la vista, el paisaje, las casas, los árboles, los olores, los sabores la risa de los niños, el volcán Etna… Vía Regina Margaretta setenta y tres era uno, uno de los lugares más importantes, ya que allí era donde su papá había vivido cuando chico. Tenía todas las indicaciones para llegar: Primero buscar Via Vittorio Emanuelle, euna de las calles más importantes en Santa María di Licodia, su nombre era debido a un rey que había sido muy importante para la ciudad. Con la ayuda de sus primos que vivían sobre Vía Etna llegó al lugar. Una vez allí se paró frente a la casa sin poder moverse, solo observaba. Había un portón grande, de color gris y arriba del mismo cantones con flores de todos los colores, un paisaje que te invitaba a pasar, a descubrir, a soñar y a cumplir el sueño. Se detuvo pensando cómo haría para entrar, si tocaría un timbre, o se acercaría al portón y vería si había alguien allí. Quizás seria mejor esperar y ver si alguien se acercaba al lugar. De repente vio que el portón estaba entreabierto, sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo. ¿Estaba abierto cuando había llegado? Se fue acercando de a poco, siguiendo una melodía, venia de adentro de esa casa, llegó a la puerta y escuchó esa melodía mucho mas cerca .Era una canción que hablaba de un abuelo: “…Y el abuelo un día en un viejo barco se marchó de España. El abuelo un día, como tantos otros, con tanta esperanza. La imagen querida de su vieja aldea y de sus montañas se llevó grabada muy dentro del alma, cuando el viejo barco


lo alejó de España.” Era una balada de Alberto Cortez que siempre escuchaba cuando niña, y si bien habla de un abuelo que partió de España, ella siempre la cantaba y cambiaba esa palabra por “Italia.” La cantaba con su nannu, quien siempre terminara derramando un mar de lágrimas. Nannu, así era como se llamaba a los abuelos en dialecto siciliano. El mismo había dejado su Italia querida allá por el año cincuenta y seis. Viajaron en barco treinta días Nanu, Nanna, Tío Carmelo, Rosario (su papá) y la tía María. El tío Carmelo tenia dieciocho años y se pasó los treinta días llorando. Su papá con once años, lo había tomado como una aventura y le había contado que él se reía y se burlaba del llanto de su hermano, producto de la inmadurez de su edad y de no ser totalmente consciente de que este era un viaje sin retorno. Pero ni bien el barco comenzó a alejarse de Nápoles, lugar desde donde habían partido, algo cambió; se dio cuenta que no regresaría nunca más. Rompió en llanto y se abrazó a su hermano muy fuerte. En el barco todos los días se juntaban y tocaban melodías italianas para aminorar la profunda tristeza de partir, y a la vez comentaban entre ellos que debían hacerlo para no olvidar su tierra querida. Su tía Mary era muy chiquita, cuatro años y no recuerda mucho. Su nanna no quería irse de su país pero Italia había quedado destruida después de la Segunda Guerra Mundial, eran tiempos de escasez y desolación. No había trabajo, no había comida, su nannu le había contado que salía con su papá a cazar conejos, y el día que encontraban uno volvía a casa con una felicidad inmensa y nanna, su abuela, enseguida se preparaba para cocinarlo. Rápidamente pensó que debía cruzar esa puerta y no esperar un segundo más. Tomó coraje y empujó el portón con su mano, esperaba encontrar un patio, flores, plantas de naranjas, de higos, limones, nísperos, tunas, había pensado en eso todo el viaje. Sin embargo ni bien abrió la puerta una luz incandescente cubrió sus ojos, tan brillante e intensa que un sentimiento de desasosiego invadió todo sus ser, comenzó a entrar muy despacio hasta que llegó a un pasillo y se detuvo, escucho una voz: -Te estaba esperando- dijo -¿Quien eres?-Un cuerpo de luz - contestó la voz Se detuvo sin saber que decir o hacer. Pensó -Es imposible que un cuerpo de luz me esteé hablando. -Tengo la facultad de poder comunicar a las personas con seres del más allá- replicó la luz -Eso no es posible -contestó -Lo es, sólo tienes que confiar en mí. Tu nannu quiere comunicarse con vos, y yo estoy aquí para concederte ese deseo. Se que lo ansias desde hace mucho tiempo. Tu nannu quiere que te transmita que está muy feliz y muy emocionado por ese bello poema que has escrito en su memoria. Entonces era verdad, ¿Como podía la luz saber de su poema, el cual había escrito hace un tiempo atrás? Comenzó a repasar mentalmente sus estrofas:


Historia de un inmigrante siciliano

Tus ojos tan verdes tu dulce mirada tu tierna sonrisa que aun me acompaña Aquella Sicilia que aun te recuerda que te vio abatido en tiempos de guerra. Dejando tus sueños partiste aquel día de un pueblo lejano guardando dolores en una alcancía. Con un montón de ilusiones Y pasaporte en mano, dejando atrás a


tu Italia querida. Dejando tus sueños en tierras lejanas tu honor, tu familia, batallas ganadas de noches de insomnio de frio y de hambre de amor y desdicha. El barco llegaba entrada la noche un junio asomaba en tierra Argentina. Tú amiga nostalgia tu fiel compañera llegaba esa noche curándote heridas marcándote el paso tú historia Argentina.

Un trueque de casas Lanús y Sicilia así comenzaba un sueño en vigilia. Con magia en tus manos Y fuerza y coraje sembraste jardines cargando equipaje.


Constructor de casas de vidas, familias valores, afectos de puentes, sabores y retos.

Sudor en la frente andando caminos borrando memorias de aquel campesino de aquel siciliano de aquel italiano que el pan se ganaba con sus propias manos. Ay nanu querido quisiera abrazarte quisiera contarte donde he llegado tu pueblo, tu casa tu hermana, tu historia La mía, la nuestra tu bella Sicilia . Y la melancolía de saberse lejos de escuchar llorando una melodía: O’sole mio, Carusso hoy tu recuerdo se viste de gris


y el viento te grita: ¡Ue paisano! contándole al tiempo historias sin fin. Son historias de inmigrantes de momentos, de un instante De cartas que nos cuentan Que hay corazones que ya no laten De almas que se desgarran De cuentos que hoy te narran La historia de un inmigrante. -Esto no tiene sentido-se dijo a sí misma. Pero, que pasaría si fuese verdad? ¿Cómo podría la luz saber sobre su nannu y el poema? Decidió seguir a la luz. Mientras tanto, la luz, que podía leer sus pensamientos, le dijo -Sé que te es difícil creer que yo pueda conectarme con las almas, pero es real. Estas aquí, estoy aquí, y tu nannu también. Este será el momento más memorable de tu vida. ¡Simplemente vívelo!. Tu nannu me pide que te diga, que todas las noches de cielo azul y estrellas brillantes mires al cielo, y cuando encuentres esa estrella, blanca, titilante, que al mirarla te encandile, le recites tus poemas, el te estará escuchando. Rompió en llanto, se le cortaba la respiración. Sintió una mezcla de emociones entre euforia y fervor, Tantas veces había pensado en poder leerle sus poemas a su nannu,..que pensó que finalmente lo había logrado. ¿Y si al final, los sueños y deseos mas profundos que llevamos en el corazón se hacen realidad? Cada noche de cielo azul y estrellas brillantes, sale a su balcón y le recita los poemas a su nannu, y siempre al terminar de leerlos alza la vista y una estrella blanca y brillante titila con toda su fuerza. Las almas trascienden las vidas terrenales, y nada puede cortar los lazos de amor entre las personas. Somos almas en un cuerpo y es eso lo que nos conecta eternamente. Cuando un cuerpo deja la tierra física, su alma sigue conectada con los seres amados, los sentimientos no mueren, depende de nosotros mantenerlos vivos. Y fue así como ella decidió seguir conectada con su nannu, ¡eternamente! One Love


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