"VII Concurso Nacional de Relatos, Historias y Cuentos Cortos"
El día que desapareció la luz Por Pedro (3er grado B) Hace muchos años, en un pueblo muy, muy lejano, los hombres disfrutaban la luz como cualquiera la disfrutaría porque les permitía leer, escribir, ver y muchas otras cosas. Todos se sorprendían cuando veían la luz pasando tan rápido por todos los lugares que existen en el Mundo. También se sorprendían cuando miraban el atardecer con su luz de distintos colores: azul, naranja, rosa y muchos más. Cuando la luz estaba muy fuerte, los hombres tenían mucho calor y transpiraban casi todo el cuerpo. Como a todos les parecía raro que la luz no pudiese atravesar sus cuerpos, planearon hacer un viaje al espacio para investigarla mejor: allí los astronautas vieron que la luz venía de una estrella llamada Sol. Nadie podía creer que la luz saliera de una estrella, y por ello decidieron traer toda la información a la tierra para compartirlo. Pero una vez allí, pudieron comprobar que había pasado algo terrible: la luz estaba atravesando un cristal mágico y se quedó atrapada adentro, porque por una profecía secreta, el que metiera o atravesara la mitad del cristal se iba a quedar ahí atrapado. El cristal mágico estaba arriba de una piedra en una caverna muy, muy oscura, donde nadie podía ver nada, nadie podía leer ni escribir, nadie podía usar objetos electrónicos, nadie podía hacer nada de lo que hacía con la luz ni tampoco lo que podía hacer sin ella, porque no podían ver nada. Hasta que un día todos los habitantes del mundo se cansaron de no tener luz: ya había pasado un año sin ella, y sentían que eran muchos días sin tener ni un poquitito. Entonces una persona dijo: primero hay que averiguar en dónde está, después buscar una manera de sacarla de allí, y por último, disfrutarla como la disfrutábamos antes. Todas las personas estuvieron de acuerdo y empezaron a buscar la luz por todos lados, pero no la encontraron. Hasta que un día hubo una tormenta muy fuerte y un hombre se refugió en la caverna en donde estaba el cristal mágico. Él no sabía que en esa caverna tan oscura estaba el cristal, entonces se sentó en una roca de casualidad, casualidad porque no podía ver nada. Sobre esa roca estaba el cristal mágico, y el cristal mágico se rompió… En ese mismo momento, un hombre que se había dormido en el cine se despertó, porque como había regresado luz la película se volvió a proyectar. De pronto, como seguía lloviendo, se armó un hermoso arco iris. ¡Había vuelto la luz! Los chicos fueron enseguida a la calesita que sin luz no había podido girar y a la noche sus padres les pudieron leer un cuento para que se durmieran. ¡Otra vez se podían hacer todas las cosas que se hacen con la luz! Entonces el pueblo agradeció al hombre que había roto el cristal mágico y salió a festejar. Y desde ese momento vivieron muy felices.
EL FUEGO DEL DRAGÓN Había una vez un dragón que estaba muy triste, muy triste, porque se estaba quedando sin fuego y sin poderes. Su amiga Sara, la dragona, al verlo tan triste le sugirió que fuera a ver al Sabio Cóndor Andino, para que le dijera cómo recuperar su fuego. Y así fue como el dragón comenzó su camino hasta llegar a la morada del Cóndor. Al escuchar que había alguien afuera, el Cóndor preguntó: -¿Quién es? ¿Quién anda por ahí? -Soy yo, el dragón. -Hola dragón, ¿qué necesitás?- dijo el Sabio. -Necesito ayuda para recuperar mi fuego y con él mis poderes de dragón. ¿Me podés ayudar?- preguntó muy triste nuestro protagonista.
-Claro que sí. Tenés que ir por el camino del Oeste, donde vas a ver un lago y a lo lejos dos volcanes, uno pequeño y uno grande. Pero prestá atención cuando llegues al borde del lago porque habrá un barquero que te llevará al otro lado. Tenés que subir con cuidado al bote para no tirarlo, si no, no podrás llegar. ¿Comprendiste bien las instrucciones?- le preguntó el Cóndor mientras le entregaba un mapa para llegar al volcán-. Cuando cruces el lago, caminá hasta la cueva del volcán grande y prepará una mezcla con: lava, cenizas, rocas y metales para darle brillo. Poné todo en un caldero y mezclalo bien. Debés beber la preparación para poder recuperar tu fuego y tus poderes.
Después de escuchar atentamente las instrucciones, el Dragón continuó su viaje y cumplió al pie de la letra todo lo que le dijo el Sabio Cóndor. Al tomar la bebida, estornudó y se dio cuenta de que poco a poco iba recuperando su fuego y sus poderes. Se puso tan feliz que alzó vuelo hasta la morada del Cóndor para contarle que su consejo había resultado.
Pero en su trayecto de regreso, vio el pueblo del barquero que estaba a oscuras. Decidió ayudarlos, encendiendo cada farol y cada fogón que encontró a su paso por la ciudad. Los aldeanos agradecidos salieron a saludarlo.
El Drag贸n, contento de haber ayudado al pueblo a recuperar su luz, sigui贸 su camino hacia la monta帽a de los Dragones para contarles a todos la gran novedad: hab铆a recuperado su fuego.
FIN
EL MUNDO SIN LUZ Había una vez un mundo sin luz, ese mundo estaba tan, tan lejos del nuestro y de los otros que no llegaba ni un rayo de sol. Siempre era de noche. Hasta que un día una ciudadana llamada Rosa, agarró su cohete y fue en marcha en busca de luz. Rosa vió muchos planetas y estrellas. Entonces se puso su traje espacial y agarró varias estrellas y las metió en linternas. Me olvidé de contarles que le habían pedido que busque luz. Pero ella no sabía que estaba el guardián de las estrellas. Él estaba dormido, y ella al agarrar su 10° estrella despertó al gigante y él dijo: Quién está sacando mis estrellas! Rosa dijo: Perdón, Señor. La gente de mi pueblo no tiene ni una sola luz y yo vengo en busca de luz! Y el gigante le contestó: Por qué no me preguntaste antes? Es que yo no sabía que usted era el GUARDIAN DE LAS ESTRELLAS. Y él le contestó: Bueno, querés que te ayude a agarrar las estrellas? Bueno.
Cuando Rosa y el guardi谩n terminaron, Rosa se fue y les dio las linternas a todos y subi贸 a su nave para ver la ciudad con las luces.
Fin.
Había una vez un reino poblado de gente, con su reina Yasifari. Ella tenía dos hijos: la princesa Laura y el príncipe Andrés. El reino tenía varias luces, eran mágicas. Pero un día apareció una tormenta fuerte y enojada, que tapó el sol. El reino quedó a oscuras, ¡por 20 años! Como no había sol, usaron toda la electricidad para iluminar el reino y las casas, hasta que también se gastó. ¡Ahora estaban en serios problemas! Laura y Andrés tuvieron una idea: ¡destapar el Sol! La idea de los príncipes era complicada. No, perdón, muy complicada, complicadísima.
El primer intento de Laura y Andrés fue comenzar a buscar el sol con un aparato que lo rastreaba. Cuando lo encontraron agarraron un cuadrado que inventaron que destapaba las nubes de la tormenta como una aspiradora gigante. Destapar el sol fue fácil, gracias a los inventos que hicieron. Pero aún tenían que recuperar la electricidad para tener luz a la noche. En un mundo cercano, había muchas luciérnagas. Tomaron todas las que podían y las llevaron al reino, pero se dieron cuenta que podían inventar algo mejor sin lastimar a los pobres insectos. Laura y Andrés inventaron las celdas fotovoltaicas, que usaban la luz del sol durante
el día para hacer electricidad y la guardaban para usarla a la noche. Las pusieron en cada casita del pueblo. Les tardó un mes, pero lo lograron. ¡Lo logramos!- gritó Andrés. ¡Sí!- dijo Laura. Se ganaron un premio gigante de ciencia y vivieron felices por siempre con la luz mágica.
El RAP DE LA LUZ (con música de rap)
La luz es genial porque la podés usar, de manera solar o en electricidad La inventó un señor llamado Thomas. A los 10 años empezó a entrenar, para ser un científico profesional. Le encantaba crear, pensar e inventar. Un día en su laboratorio de Menlo Park, se le ocurrió inventar la bombita de electricidad. De día nos ayuda la luz solar, de noche nos ayuda la electricidad. Este invento del gran Thomas, revolucionó toda la humanidad. Grábate el nombre de este gran inventor Su apellido es EDISON.
Por Santiago
El rap de la luz
Al anochecer cuando veo la luna me voy a dormir y al amanecer me despierto, con mucha energĂa.
Puedo iluminar el mundo Y estoy en todas partes y me encanta brillar porque el sol me lo da.
Es lo mĂĄs cool que hay.
Si la niebla me tapa el sol, no puedo bailar. La lluvia me hace perder energĂa, las nubes me abrigan.
Soy transparente pero soy muy fuerte, soy parte de la galaxia y ser libre me encanta.
Soy la luz.
LA CIUDAD SIN LUZ. En una ciudad de Grecia se comentaba que la gente no podía ver ninguna llamita de luz pero sí había fuego para iluminarse. El niño Francisco iba leyendo el diario con un fósforo encendido y leyó una noticia que le llamó la atención:”¡Hay una gema que permitiría iluminar toda la ciudad, pero está escondida en una cueva oscura ubicada en el valle de los cien peligros!”. Francisco quería correr la aventura y les avisó a su mamá y papá sobre lo leído. Ellos le dieron la autorización para ir a la cueva que quedaba en el valle. Entonces, Francisco preparó una mochila en la que guardó pico, pala y soga para tirar la pared y trepar muros. También llevó una antorcha y fósforos para ver dentro de la cueva, y una brújula y un mapa para guiarse. Por último, se vistió como explorador iluminándose con la antorcha encendida, y partió al valle de los cien peligros. Cinco días después de caminar, según su mapa y brújula, Francisco había llegado a la entrada del valle, pero debería escalar una pared para acceder al otro lado. Fue muy fácil: solo tiró la soga y pudo trepar sin problemas. Cuando ya había entrado al valle, creyó que iba a tener que atravesar túneles, pasadizos, cuevas de arañas y muchos otros retos que no serían fáciles, pero no había dificultades. Ya estaba a la entrada de la cueva. En ese momento se rió de que la gente hubiera llamado así a un valle tan poco peligroso. Francisco no sabía lo que le esperaba, porque lo peor estaba por venir. Cuando estuvo en el pasadizo de la cueva, donde se encontraba la gema, tuvo que usar otra antorcha. En ese momento descubrió un botón de madera escondido. Lo apretó y vino rodando una roca más grande que un rascacielo. Rápidamente, tuvo que cavar un pasadizo para poder escapar. Entonces se dio cuenta de que él estaba en el primer piso, por un papel pegado en la pared. Subió la escalera hasta el segundo, pero quería llegar al piso tres. Tuvo que superar más desafíos. A las orillas de un río encontró tres cocodrilos. Para vencerlos, recordó un programa de televisión sobre aventuras y les tiró goma de mascar a la boca. Los tres cocodrilos quedaron mascando el chicle, mientras Francisco saltaba sobre sus hocicos … y
llegaba sano y salvo a la orilla.
Después, subió al tercer piso, donde estaba la gema dentro de otra roca, y suspiró feliz por haberla encontrado. Con fuerza, Francisco tiró la roca al piso, la rompió y pudo agarrar la gema. ¡Ya podía regresar a la ciudad!. Entonces, se dio cuenta de que al lado suyo había un par de alas y se le ocurrió una idea: salir volando hacia la ciudad con las alas… ¡funcionó!..., lo único malo fue que se chocó unas cincuenta veces contra árboles altos. Cuando llegó a casa, puso la gema en el centro de la ciudad y se iluminó todo. La gente se dio cuenta de que había luz otra vez y en todas partes se escuchaban los aplausos y los gritos: ¡¡¡Francisco, Francisco, Francisco!!!.... Y fue así como este niño nunca fue olvidado y en la ciudad se lo recordó siempre como a un héroe, el héroe de los técnicos de la luz. Por Agustín.
La creación del sol
Una vez, los dioses del Olimpo estaban descansando a la luz de la estrella más cercana de la tierra, cuando de repente explotó. Cuando explotó, Zeus quiso hacer otra, pero no pudo. Después le preguntó a Hera si podía hacer otra estrella pero tampoco la pudo hacer. Luego le preguntó a Atenea y tampoco la pudo hacer. Zeus ya le había preguntado a todos los dioses menos a uno. Nadie lo pudo hacer salvo Helios que pudo hacer el sol. Y ahora gracias a Helios podemos disfrutar de la luz del sol. Y desde ese momento a Helios lo conocemos como el dios del sol.
LA LUZ EN MIS PESADILLAS Por Tomás Anoche tuve una pesadilla: estaba en mi habitación y no había luz, yo lloraba y no encontraba la puerta. Llamaba a mi papá y a mi hermana y no me respondían. De repente, mi mamá grita y vuelve la luz. Cuando desperté, me pregunté ¿Por qué la luz no nos da miedo y la oscuridad sí? ¿Cómo hacían en la época antigua sin luz? Me gustaría estar allí para ver como es. Quisiera poder imaginarlo. Intento imaginarlo, comían sin luz, escribían sin luz, hacían todo en la oscuridad. Un día, caminando por un parque, encontré una pirámide brillante. El brillo me afectó los ojos e imaginé que la luz es una radiación. Tenía un secreto la pirámide, de su centro salían respuestas a preguntas que yo había hecho. Entonces supe que en la antigüedad prendían unas velas y hacían lo que tenían que hacer y que le tenemos miedo a la oscuridad porque pensamos que estamos solos y que no vemos nada.
Los secretos DeL soL Por Sofía y Julia Hoy me desperté siendo sol. Mis amigos son las plantas, las estrellas y la luna. Me encanta darles luz.
Los invito a que crezcan conmigo, para que disfruten de mi luz y mi calor.
Las nubes paran mis rayos Pero si me cruzo con la lluvia, creo un arcoíris.
Tengo muchas amigas que dan luces de otros colores, sobre todo en el atardecer
A la noche juego a las escondidas, por eso ustedes no me ven. Pero siempre estoy.
Los paneles solares me ayudan, a darles luz a las personas, cuando me voy. Y a la maĂąana vuelvo con rayos recargados y brillantes, ÂĄa iluminar todo!
Martín, el salvador del pueblo oscuro y sumergido Por Álvaro Había una vez un pueblo que vivía tan pero tan en el fondo del mar que no le llegaba la luz del sol. Casi siempre pasaba un pez enorme y transparente que daba una luz brillante y potente que los iluminaba y les proporcionaba calor por varias horas, de manera que la gente podía ver, estudiar, jugar, trabajar y muchísimas cosas más. ... Siempre decían que el pez era muy generoso por compartir su luz con ellos.
Cuando se iba, la gente se ponía muy triste, pero algunos no tanto, porque sabían que el pez iba a volver al día siguiente. Un día el pez no vino como de costumbre y nadie supo que le había ocurrido ni donde estaba. Entonces un chico de 7 años, llamado Martín, se
ofreció a buscarlo. Los papás lo dejaron ir porque si no se iban a quedar sin luz para siempre y la luz era muy importante para ellos. Martín empezó a nadar hacía la superficie, una medusa muy chiquita lo alumbraba para que pudiera ver. Él busco varios días al pez sin hallarlo hasta que nadando cerca de la orilla pudo ver un cartel que tenía la foto del pez en la entrada de un acuario: “Vida Marina”, que estaba cerca del mar. Esperó hasta la noche. Cuando no había nadie en el acuario, entró y fue hasta el tanque donde descansaba el pez. Hizo un hoyo grande con un taladro para que pudiera escapar por allí y volver a su hogar en el fondo del mar. Finalmente regresó al fondo del mar con el pez y todos le agradecieron. Con la luz del pez volvieron a ver, pudieron trabajar, ir a la escuela, jugar y además ya no sintieron más frío. Ahora era diferente porque el pez los iluminaba siempre y así pudieron vivir felices gracias a Martín el niño de 7 años.
Teofiluz en busca de Draser Por Mateo
El nombre del héroe de esta historia es Teofiluz. Vive en Egipto, en un pueblo llamado Dahab, junto a su mamá Hermafluz , su papá Herfluz y su hermano Facluz. Su habilidad es transformarse en luciérnaga. Le gusta mucho volar y también ser pequeño. Lo conocen en su pueblo porque su luz es muy brillante y encandila los ojos de los monstruos. Su misión era encandilar al monstruo llamado
Draser
que tenía 5 cabezas de
serpiente y cuerpo de dragón. Los vecinos del pueblo de Dahab lo habían visto al lado de un volcán en una ciudad muy lejana de Egipto. Este terrible monstruo molestaba a los vecinos y los mataba tirando veneno y fuego de las bocas de la serpiente.
Su primo llamado Pepluz muy preocupado llamó a Teofiluz para que encuentre y mate al monstruo. Teofiluz le dice que va a matar a la bestia. Para llegar a encontrarlo, Teofiluz deberá cruzar selvas, ríos y montañas. Luego de cruzarlas llegó al volcán y ahí escondido entre las montañas vio a Draser. Rápidamente Teofiluz se convirtió en luciérnaga y le tiró a Draser luces de muchos colores a sus ojos. Se desmayó encandilado por las luces y así Teofiluz termina de atrapar al monstruo encerrándolo en una jaula. Entonces volando con la jaula volvió a cruzar montañas, selvas y ríos hasta llegar a el pueblo de Dahab.
Allí lo esperaban con gran alegría su familia, su primo y todo el
pueblo. Teofiluz al ver a toda esta gente se emocionó y demostró que había cumplido su deber, atrapar al terrible monstruo. Y ahora lo espera una misión muy difícil, matar a un dinosaurio de 3 cabezas y cuerpo de elefante.
UNA AVENTURA SUPERPLANETARIA
Esta historia comienza en el planeta Tierra, donde los chicos de sala de 4, también conocidos como los “Superplanetarios”, estaban investigando el universo y sus misterios para la feria de ciencias. Un día, mirando al cielo, se dieron cuenta de que la Luna no estaba. ¡Había desaparecido! Se pusieron muy tristes y decidieron con mucha valentía que iban a ir a buscarla, porque si no… ¡nunca se iba a hacer de noche!
Para la gran expedición, le fueron a pedir ayuda a los astronautas. Como los chicos sabían mucho del espacio y el sistema solar, los astronautas, muy tranquilos, no dudaron en prestarles trajes espaciales y las llaves de un cohete.
Los
Superplanetarios partieron de la Tierra y se cruzaron primero con el Sol. Le preguntaron si había visto a la Luna, y la estrella gigante respondió: -¡Sí! ¡La vi pasar! ¡Se fue a la casa de Plutón a jugar! Los chicos, asombrados, se agarraron las caras (en realidad los cascos) con las manos y exclamaron todos juntos: -¡Tenemos que ir a buscarla!
Ciento once meses de viaje estuvieron los Superplanetarios hasta llegar al final del sistema solar, donde estaba la casa del “solitario” Plutón.
-¡Hola Plutón! Venimos del planeta Tierra, allá lejos, cerca del Sol. Venimos a buscar a nuestra Luna. ¿Está acá con vos? -Lamento decirles que acá no está- dijo Plutón.
Pero de pronto, vieron una sombra rara detrás de Plutón. ¿Sería la Luna perdida?
-Me parece que nos estás mintiendo, Plutón- dijeron los Superplanetarios-. Nos tenés que devolver la Luna, por favor, porque si no ¡no tendremos noches! -Bueno, les devuelvo su Luna, les pido perdón. Pero… ¿pueden dejar que cada tanto venga a jugar? Acá estoy muy solo. -¡Claro que sí!- dijeron los chicos- Pero sólo cuando la Luna sea nueva ¿te parece?
-ยกPerfecto!
Los Superplanetarios emprendieron el regreso y los habitantes del planeta Tierra los recibieron con un gran aplauso. Todos juntos disfrutaron de la hermosa luna llena esa noche.
FIN