BOGOZINE
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PENSAR ES GRATIS Y NECESARIO
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EDITORIAL
“Si no cambiamos de mentalidad, no hay ley que nos libere.”
(Diana Uribe Forero)
Bogozine es un proyecto autogestivo de denuncia social y política de y para los jóvenes bogotanos. Es una publicación libre, independiente y contracultural sin censura que busca la justicia social y que hace parte de un movimiento revolucionario que está más vivo que nunca. Este fanzine se convierte en la herramienta comunicativa y participativa de los ciudadanos que buscan resistir desde el arte, la consciencia y la cotidianidad frente a un sistema de falsa democracia vendido al capital y las vanidades. Este fanzine es dedicado a todas aquellas personas que perdieron la vida en medio de la lucha por un mejor país y que aunque no están físicamente presentes, su fuerza, ideas y espíritu permanecen en nosotros. ¡No perdamos la esperanza, armémonos de valor y disparemos ideas!
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© Edición No. 1 de Bogozine Impresión A dos líneas Diseño y edición: Michelle García Contacto bogozine2020gmail.com Instagram: bogozine_ MAYO - 2020 - BOGOTÁ
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d Juan Felipe Moreno d
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Manifiesto Nacional
Televisores y balones, sustento simbólico de lo real. Niños que juegan a las escondidas con los cuerpos de los demás, empuñando el escudo nacional. Rosarios y cruces a pocos centímetros de donde se recibe el balazo. Parques e iglesias, lugares de vigilancia. Paredes, puertas y vidrios: el platillo de la modernidad. La estatua del libertador como panóptico lleno de excremento. A falta de cóndores, palomas. ¿Hasta dónde llega el lugar? ¿Hasta dónde llega la tierra? ¿Hasta dónde llega el río? ¿Hasta dónde soporta el cuerpo? ¿Hasta cuándo el nacimiento de la nación? Revolución cotidiana escondida en la estantería. Disenso diagramado en la ecuación matemática. La puerta de la escuela con cerradura de clase, raza, género.
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abitantes gobernados, sujetados, con un mismo y múltiples orígenes. Territorio alto y bajo, con la riqueza de la tierra puesta a la disposición de pocos y la boca de muchos. Ríos que se beben antes de que la corriente se contamine. Del latín natio. Lugar de nacimiento. Sin homogeneidad. Lugar de muerte social y cultural. Lugar de tierras y ríos color petróleo, lugar de ametralladoras. Lugar sin pueblo ni etnia, lugar global. Canales, hidroeléctricas y comunidades. Desiertos en una economía fantasmal. Nacimiento de privilegiados. Motosierra y árbol, motosierra y cuerpo, motosierra y memoria. Dolor selectivo e hipócrita. Lágrima vertida por el héroe nacional que se ha olvidado desde el tiempo de la República. Peso que se levanta, peso que no alcanza para comer. Zapatero, a los zapatos de hule y goma. Sin esencia y sin universalismos, lugar de heterogeneidad; complejizar el imaginario, problematizar la lucha, reencauzar el pensamiento. Todo o nada, todo y nada. Tedio y una dosis de pornomiseria. El cuerpo cubierto por espuma blanca y visos morados en las extremidades. Fetichizar al gran padre, darle el cuerpo y el espíritu, dejar el ánimo revisionista de lado. Romantizar el habitar común e invisibilizar. No mostrar demasiado; negligencia y ansiedad social. Con la sangre escupida desde la colonización vuela el cóndor desplumado.
¡Obreros mestizos, uníos! Manifiesto oculto. Potencia obnubilada al ritmo del dembow. Manifiesto subterráneo, epigonal. La poética de la rueda y el maíz. Palabra escondida, fusil repartido. Discurso que se traiciona una y otra vez, y cuando no se tropieza, está destinado a desaparecer. Manifiesto de una subjetividad inconclusa, de un proyecto truncado.
g Ritornelo 6
m Jorge penafiel 7
La conquista de la rebelión “Cada acto de rebelión expresa una nostalgia por la inocencia y un llamamiento a la esencia del ser” (Camus, 1951)
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olo en las crisis es cuando puede nacer el recurso de la transformación. El individuo contemporáneo ha de reconocer la necesidad de aplicar el movimiento de la rebelión como manera de posicionarse con firmeza ante la caída de la sociedad de la heteronomía. La libertad como fundamento creativo debe aparecer como muro y negación de la injusticia y la represión; las ideas eternas: el Estado, Dios y la sociedad han faltado a sus promesas y se han centrado en el control de la vida humana por medio de estructuras de magnitudes agobiantes, la política tradicional ha aniquilado la lucidez y la justicia humana en base a la negación de la responsabilidad. El individuo ha de liberarse de las cadenas imperativas de la moral colectiva y la ideología que no han hecho más que contaminar nuestro progreso y deseo de acción. Con este cambio de consciencia se debe plantar cara a los desafíos y buscar lo deseable sobre lo existente y mover la historia hacia la inocencia de una comunidad clarividente. Lo “absoluto” ha demostrado que las ideas aplastan lo humano y que la opresión no tiene más freno que la figura del ser crítico y emancipador que recluye sus valores en la asociación con la hermandad de hombres libres. El hombre debe dar paso a la consciencia propia que deja ver un compromiso con el cambio latente, que acepta lo justo y lucha contra lo despótico. Un pensamiento que rechaza con vehemencia la condición de objeto, y debe tomar la decisión de despojar de poder a los ciegos que no responden a la expresión del individuo sino a la perversión de mantener la servidumbre. El hombre ha de exigirse ser el artista de su pensamiento y no volcarse hacia la intempestiva aceptación del status quo. La embriaguez de la tiranía y el conformismo ya no tiene cabida en una conciencia autónoma. El grito de rechazo debe en consecuencia resonar en la unidad y en las tinieblas de su nueva condición.
e AG Meursault 8
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c Stefany Arenas
Un cielo despejado
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os pequeños ojos de Gustavo observaban el cielo grisáceo que se pintaba tras la ventana de la sala reducida donde se encontraba sentado. En su mente rondaban preguntas del encierro. Su mamá le había dicho que ya no tendría que ir al colegio y en el fondo el pequeño niño agradecía no tener que asistir a aquellas paredes que le generaban tantos tormentos. Sin embargo, le preguntaba a su progenitora por qué no podía ir al parque a jugar con sus amigos, respondiéndole ella con una simple palabra -o bueno, no tan sencilla para un niño de 7 años- “Cuarentena”. La ansiedad aparecía en la mujer cuando su hijo le preguntaba por la situación. Las respuestas escaseaban, al igual que soluciones a los problemas. En sus manos tenía un pequeño celular con la pantalla rota que a duras penas servía. Leyó mentalmente: “Familias en acción”. Había estado llenando datos en páginas web. El mismo procedimiento que había realizado el día anterior, y el día anterior a ese. Ya había perdido la cuenta. Necesitaba ayuda, pero los ojos se volvían ciegos y los oídos sordos. Ya no tenía dinero. El arroz que estaba racionando poco a poco desaparecía.
un pocillo. Se dirigió a la sala y contempló el pequeño cuerpo de su hijo que yacía en el piso mugriento. La mujer se preguntó qué clases de pensamientos tendría esa cabeza. Se agachó junto a su bebé y le dio los dos recipientes. El niño no cuestionó el por qué solo debía comer eso. Llevaba días dándole arroz y agua una vez al día, pero ni una queja salía de esos labios pálidos. El corazón de la madre se oprimía en el pecho y el niño no hacía más que agradecerle besándole las callosas y maltratadas manos. Gustavo miraba distraído las arrugas que surcaban su rostro y tan solo sonreía. La mamá recogía el plato y el pocillo con afán y se precipitaba al baño a llorar en silencio. El dolor de ella era más grande que el hambre de él. El niño, ignorante a ese hecho, se preguntaba cada vez más seguido mientras veía por la ventana: “¿Por qué estamos encerrados? No hay bombas que caigan del cielo, tampoco escucho disparos. Afuera no hay peligro, pero ¿Por qué no puedo jugar en el parque?”. No había libro de historia en el colegio que explicara el aislamiento. No había libro que explicara por qué comían tan poco. No había libro que explicara cómo pedir ayuda a un gobierno tan frágil. Simplemente no había. El único consuelo que mantenía en pie a esa madre era creer que esta vez el Estado no le fallaría. Solo esta vez.
La inundó la frustración y la impotencia, pero escondió esas emociones en lo más hondo de su ser y se limitó a servir dos cucharadas de arroz en un plato y agua en
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j Mango Norma
“La coyuntura del Covid-19 expone las falencias del sistema laboral del país bajo los términos de un estado subsidiario que prioriza el bien privado y reemplaza los derechos por “libertades” de bienes y servicios dejando a gran parte de la población en una situación de vulnerabilidad.”
r Daniela Castellanos E. 11
y Heiber C. Fernandez
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Marginalidad terrorista y política redentora
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o es mentira que en un país como el nuestro solo hace falta conocer un poco de historia para querer crear un grupo insurgente. Crecemos con la creencia de que los problemas son un producto del campesino o el marginado, aquel sujeto que logra desligarse de las ataduras para alzar su voz en protesta. No toca ahondar mucho, dejar de ver los medios de comunicación tradicionales es suficiente para liberar la mente y ver la realidad como es. En Colombia las voces marginadas no son culpables ni artífices de su miseria, el verdadero villano de la historia es el político corriente: aquel personaje que proviene de familias con apellido, en donde la trampa es el legado que se pasa de generación en generación. Nos gobiernan “líderes” que se autoproclaman salvadores del ciudadano corriente, crean soluciones sin jamás haber vivido en carne propia el problema. Sin embargo, ellos no llegan ahí solos. Claro que hay problemas de corrupción, no obstante, basta con salir a la calle y ver que el pueblo también apoya a quien se encarga de masacrarlo. La política tradicional logró su cometido: adoctrinar y callar; y, cualquiera capaz de salirse de ese discurso, es un enemigo inmediato de la democracia y todo lo bueno.
q Isabella Bonil
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p Paula Cano 14
Declaración por la reinvindicación a nuestra dignidad humana “Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos” (General en jefe del Ejército Libertador del Sur, Emiliano Zapata)
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n las calles de Bogotá aún se escuchan las voces que seguían a Gaitán en el 48. Voces rebeldes en proclama de la justicia, la libertad y la dignidad. Voces que hoy por hoy resisten las políticas de muerte, la persistente violencia colombiana, las injusticias de la ley que cobija al Estado narcoterrorista que se ha robado nuestra patria y la ha enajenado de cualquier forma de dignidad humana. Voces que resisten el ser acalladas con sus fusiles, pistolas y tanquetas. Pretenden acabar con los herederos del pensamiento de Gaitán. Herederos de la resistencia contra la barbarie demoníaca impulsada por el Conglomerado Extractivista Neoliberal y Terrorista de Raigambre Oligarca. Herederos que en sus seres, saberes y sentires mantienen viva y flamante la llama que iluminó a Bogotá aquel 9 de abril, y que no se apagará mientras el gobierno venda hambre, muerte y destrucción. Así como hace setenta años, nuestra voz es la única arma en contra de la represión ejercida por el Escuadrón de la Muerte Anti-Democrático. Contra la ley que ya ha asesinado a más de cien desde 1993. Contra los silencios verdes y elocuentes de quienes se dicen apolíticos. Contra las Reformas Tiránicas que esclavizan nuestro pueblo. Contra la cenSura. Contra la tradicionalidad arraigada en un falso patriotismo. Hoy el mundo es de los más, por y para quienes en esta proclama se les restituye el derecho a construir y la responsabilidad de no olvidar. Hoy el mundo pertenece a quienes decimos que enaltezcan los rostros que la barbarie ha quitado de la faz de la tierra y que pinten las paredes con las voces de los sueños arrancados. Que el sol ferviente que asciende por la sabana reviva el rojo de sus banderas y que el azul sea esperanza cuando miren el cielo o sientan los mares. Aquí se acaba la paracolombia de los menos, para dar paso a una Colombia para todos y todas. Para los más.
v Carolina Muñoz 15
Disparidad
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n la creación del mundo intelectual es claro tener posiciones diferentes con respecto a lascreaciones antropológicas de comunidades y formas de orden establecidas, Colombia no es diferente a estas transiciones tras años de esclavitud, donde como una pseudo-unidad de pueblo logró “liberarse”; pero cae en verdad en una zarpa más autóctona de manejo aristocrático extensivo a lo largo del tiempo hasta la actualidad. Es así como se consagra una división criolla pulsante e igualmente creciente, es la división de clases y aquella formación diferenciada en cada una. Mientras la romantización de logros invisibles e imperceptibles, la positivización del crecimiento de la sociedad y la numeración de una expansión monetaria increíble es desarrollada y defendida por una, del otro lado se encuentran las vivencias relatoras reales de una contraparte que evidencia la necesidad de cambios necesarios en una sociedad inequitativa y desigual.
paradójica negación de la misma-, mientras su antípoda convive en aquella infortuna sociedad caótica que desprecia su existencia, exigiéndole una lucha constante y consagrándole un porvenir limitado. Ha de sentarse una clase social con su Smartphone y/o IPhone a discutir sobre la política pública, castigando lo injusto y lo desigual durante sus clases canónicas universitarias, su realidad es diferente y la otra cara ha desaparecido, por consiguiente, se ha de glorificar como hegemonía. Pero, hemos de recordar que la otra cara es aquella que se levanta sin oportunidad alguna, que no triunfó en lo que le inspiraba siendo disminuida a la mecanicidad del diario y a la individualización de siempre; ubicada consciente e inconscientemente en el lado siniestro de la historia política que representa la contrahegemonía a punto de despertar y que han de temer.
Increíble es la transición intelectual-vivencial en cada una de las clases. Una ufana el nombre de libertad: se conduele de situaciones de miseria y defiende sus posturas humanistas a diestra -con una
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ñ Wilton Lopez
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Colombia: Corona y virus
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a contingencia sanitaria por la pandemia del nuevo coronavirus ha dejado ver de manera contundente la incompetencia de nuestro gobierno. Se deja entrever -una vez más y como otras tantas miles de veces- la cruda realidad que aún se niegan a creer. Hay una Colombia que parece ficticia, una que vive cómodamente en casa y continúa con un ritmo frenético de consumo; pues su forma de vida no se vería jamás truncada por una enfermedad que pareciera estar diseñada, para como todo en nuestra gloriosa historia patria, alterar el orden de los menos favorecidos. Para esta Colombia de apellidos extravagantes, de carros caros y enormes quintas, la mayor preocupación será no poder pasar vacaciones en alguno de los tantos territorios vilmente robados a campesinos e indígenas. Fuera de la burbuja de la Colombia hecha para pocos, existe la otra cara de la moneda, la más real, la menos mágica. Esta cara de la moneda es la que tanto se han empeñado en ocultar, la Colombia de nadie, de la que somos parte la gran mayoría, la que hoy no duerme porque no sabe cómo enfrentar esta eminente emergencia social. La Colombia que vive de la quincena, del diario, del rebusque y de la gallardía de las madres, padres o distintas personas cabezas de hogar para solventar las mil y una necesidades que surgen en una sociedad como la nuestra. Esta Colombia que, lejos de la gran riqueza de la que es dueña y señora, hoy está enajenada, alcanzada, preocupada y al borde de una catástrofe que pasará a los libros de historia como una de las tantas que nos han hecho como nación. Mientras el gobierno da míseros pasos en la protección del personal de salud y llena los espacios televisivos con palabrerías vacías (muy dignas de la clase dominante), hay un país completo lleno de niños, ancianos, jóvenes y adultos que no sabe cómo (porque no se le ha permitido nunca) enfrentar la inexorable realidad. Hoy agoniza la Colombia de cárceles hacinadas, la de ancianos y niños abandonados; la desangrada por los bancos; la que muere de hambre en los lugares más apartados de nuestra geografía y en los barrios periféricos de las grandes urbes colombianas. Pasamos tantos años luchando contra nosotros mismos en este lugar, que cuando el enemigo vino sin forma, sin ideología y sin respeto por nadie, no supimos cómo enfrentarlo.
, Julián A. Villalba 18
Rostros curiosos en la jornada del paro nacional
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7 Camilo Ruiz
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Fue una vergüenza, me mandaron a mi casa y me perdí la clase de matemáticas.
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doscientos mil estaban pagando las cédulas en el parque, las devolvían el lunes a las seis de la tarde, doscientos mil por retención. Dadas las tarifas me parecía una ganancia bastante efímera, Arturo pensaba lo mismo, la policía, supongo yo, estaba de acuerdo con nosotros y no se involucraba.
Mi tío Edilberto, aquella vez se decidió, dejó la cédula y recibió la plata, se río con su borrachera encima. Cuando vinieron a entrevistarlo dijo que ya había votado, la periodista le dijo que si mostraba su certificado para dar ejemplo a la ciudadanía. El estúpido de Edilberto no había votado, así que se corrigió, la señorita se alegró, quería entonces acompañarlo y grabar el proceso. Mi tío siempre había sido mantenido e ignorante, por esas dos razones logró ser alcalde. Ese primer escándalo me dio gusto porque yo odiaba a su padrino político Ardila, y lo odiaba por una cosa un poco vana. Antes de ser una asquerosa lacra con cierto prestigio, era simplemente una asquerosa lacra. Buscaba votos en cualquier escondrijo, por eso llegó a mi salón de clases cuando estaba en primaria: nos dio lápices, un tajalápiz y un borrador, todos con propaganda. El caso es que al oler su politiquería me vomité, porque soy alérgico a la esclavitud y al robo.
Arturo siempre me pregunta por mi gusto por esa clase, yo le digo que es una cuestión de ego. Me encantaba resolver problemas más rápido que la profesora. Esto perdió el encanto cuando ella se lanzó al concejo, ahí descubrí la razón de su lentitud; ella estaba más interesada en engrosar las filas de un gobierno ladrón, valga la redundancia. Claro que vomité. Cuando dieron los resultados y supe que tendríamos presidente, congreso, gobernadores, alcaldes, concejales, vomité, vomité y vomité. Tenía tanto vómito que querían cobrarme impuestos. Luego vi que había ganado alguna gente que no tenía fisonomía de político tradicional, contuve un poco mis náuseas. Arturo sostiene un balde, espero curarme, espero que alguien diga anarquía. ¿No se dan cuenta que los políticos, ya no espiritualmente, sino físicamente se vuelven cerdos? Mi vecina, una hermosa anciana, dice que el alcalde le dio un tensiómetro. Vómito, le digo que el alcalde es puto, que él no puso nada. Con el culo ajeno…
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´ Nicolás Mendez A.
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9 Cafoar
Realidades
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e arregla la corbata y se dirige a la tarima, «solo tienes que sonreír y leer las tarjetas» pensaba. Niños escuálidos y descalzos, mujeres artesanas, campesinos con las manos ampolladas y el cuello tostado por el sol aguardaban por el discurso. La historia se repite, igual que siempre. Desciende de la tarima y los aplausos son tenues, como obligados, como inconformes. Nadie se atreve a hablar, se miran entre ellos con tristeza y lástima. El hombre que hoy parece cercano se esfumará rápido en las promesas que proclamó y de esta farsa solo quedarán las tejas que aguardan en la esquina para ser repartidas como canje de los votos y seguro del poder y del dinero. Por fin alguien se levanta, una mujer con un niño en brazos: —Hoy no podrá comprarnos. El hombre arregló su corbata. —¿Cuántos años llevan prometiendo un puesto de salud? Mis hijos y yo seguimos sin saber lo que es luz, camino con ellos dos horas para llevarlos a la escuela. La comunidad pasa necesidades, nos amenazan y extorsionan, pero se hacen los de la vista gorda. No tenemos vías de acceso para salir a vender lo que cosechamos. Si una mujer sufre violencia no tiene derecho a quejarse y si nos matan a un líder siguen como si nada. ¿Ahora quiere que votemos a cambio de esas tejas? ¿Es que no tiene vergüenza? — Luego se dirigió a los otros espectadores: — Paisanos, nosotros ya hemos soportado mucho, pero piensen en sus hijos, ¿ellos se merecen esto? Piensen en los que han sido asesinados por denunciar las injusticias cometidas hacia este su pueblo, esas muertes serán en vano si no despertamos. En ese punto la voz se le quebraba, pero se levantó con la cabeza alta y abandonó el recinto en medio del silencio sepulcral. Detrás de ella salieron los niños, ¡sí, los niños tenían más dignidad que los viejos! Pero después de pensarlo, uno a uno fue saliendo. — Habrá que darles plata, con eso se les baja el orgullo — pensó el hombre con cinismo. Ella siguió su lucha contra la injusticia, pero tuvo que dejar el pueblo ante las amenazas. — Cuando me muera, me entierran lejos, no quiero darles el gusto de ver el féretro — decía. Y murió lejos, pero sus palabras hicieron eco en esos niños que salieron primero, quienes siguieron sus pasos con valentía y comparten el sueño de un país donde reine la justicia.
? Lina María Bustos 22
Policarpa Virina Ignis
Virina significa mujer en Esperanto (la lengua anarquista), Ignis significa Fuego en Latín (mismo fuego que no se extingue a pesar de las circunstancias). Entonces, se traduce en mujer de fuego. Todo esto acompañado de la emblemática lucha y resistencia de Policarpa Salavarrieta (como el barrio), La Pola (como la cerveza).
z Iván Mora 23
+ Mateo Guerrero
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Estamos hechos de multitudes
La política ha sido objeto de estudio en nuestra historia como seres pensantes de la misma manera que el arte. Ambos conforman un impacto universal e individual que ejerce en una sociedad que, sin saberlo, ya está en un laberinto interminable de libertad. Un laberinto que trae consigo unos vagos indicios de escapatoria. La ignorancia es el primer requisito para entrar en este laberinto, aquella que nos compone por el simple hecho de ser humanos. Su contraparte vendría siendo esta curiosidad innata que, en el mismo principio, también nos hace humanos. Entonces, ¿En dónde radica la diferencia? Nos hemos sometido a encontrar la escapatoria de una monotonía que categoriza la expresión que creemos nuestra y perteneciente. Y somos multitudes, los que nos aferramos a este indicio de libertad (una libertad real, más no una que venden en descuento en aquellas industrias que controlan nuestra visibilidad). Somos tantos, que creemos estar solos, y no alzamos la mirada a la multitud que nos rodea y marcha hacía aquel castillo construido de cadáveres del pueblo. Aquel hermoso castillo en la plaza construido de cuerpos que, como nosotros, tenían una expresión. Y se repite al unísono:
Santa María, apiádate de aquellos, que no son como yo. Que piensan que el progreso está en la revolución. Y de aquellos vándalos que atacan la ciudad con sus pinturas. Aquellos despiadados que pretenden detener la guerra con pincel en mano. Mientras tanto, yo seguiré aquí sentado frente al televisor, esperando el nuevo episodio del reality show. Al parecer las consecuencias del arte y la política no han sido similares en la historia de la humanidad, aunque parten del mismo principio. La tergiversación de conceptos esenciales nos ha traído aquí, a ser piezas fundamentales de este cruel juego al que nunca quisimos pertenecer. Estamos hechos de multitudes dijo aquella figura en el poder. Y tenía razón. Estamos hechos de aquellos que parecen morir en vida. Del campesino intentando sobrevivir, de la niña con miedo a salir en falda, del niño con miedo a ser golpeado por su profesor y de la señora gastando la vida que le queda en una sala de espera. Pero para la política tradicional estamos hechos de egoísmo, de rencores, de odio y de inseguridad por nuestros ideales. Solo estamos hechos de multitudes pertenecientes a su menú de almuerzo.
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* Natalia Martínez
Elegido
Salir con ilusión en la cara, querer cambiar el mundo, volver... ¿Volver? ¿Qué puede hacer un joven? Tal vez cantar para una banda de rock and roll. La adormilada Bogotá no es lugar para los peleadores callejeros. Todos los crímenes se pagan. Salir sin lograr ver el horizonte, una maraña y difusa figura se ve a lo lejos, mas lejos de lo que cualquier hombre pudo llegar ¿cómo es posible vivir en el país del no futuro? Salir a arreglar lo que está mal. Salir a cosechar un mundo, dejar sentada la muerte en el asfalto, sembrar rosas en el concreto con la sangre de un mártir, salir sin volver. Morir por un ideal. Morir por pensar diferente. Los hombres ya no saben si lo son, pero lo quieren creer. Lo más terrible se aprende en seguida, lo hermoso nos cuesta la vida.
n Daniel Quiroga 26
Calle 22, carrera 13.
ยก Elcon Denado 27
Antiteatro Galliforme En la finca de mi abuela loca, una pobre viejecita, como la de Rafael Pombo, llena de incómodos barros enterrados bajo sus arrugas inquinas, y por nombre una gran P de Colombia, hay un espacioso gallinero, polvoriento, viejo, frío y tosco, aquel. A este gallinero llega todo el humo denso y gris de una estufa en la casa de Nariño, y gusanos empapelados en periódico, primogénitos de una gran fosa común que es mi abuela o su finca, no hallo la diferencia ahora, aun después de tantas lunas. El gallinero, parecía una nevera hace algunos años, yo era muy pequeño cuando eso; pero ahora, que el abuelo cochinito se comió el cuento de sacar tierra de la finca para venderla, nos vamos hundiendo más en un hueco, y, el calor por la proximidad a los infiernos, hace hervir el corazón helado de una nube que es mi mundo. Pero esta historia va de otra cosa. Va de cuando un chino, vendido comunista, se comió a su suegra, que virus tan de mierda se desató en la vereda entera, cuando este chino secretó orina en una rata, que fue de aquí hacia allá y de allá hacia acá. Lo que principio la hecatombe en la finca de mi abuela fue que la rata mordió a una gallina en una pata amarillenta. La pata, como era de esperar, ya no pudo estar en la sopa de menudencias de una de esas pollerías que hay en el gallinero y que se sirven de hasta el último sobrado, para dar de comer a números votantes y ciegos. Las gallinas se alarmaron, pero se rieron. Se arrancaron plumas para pagar arriendos, se quitaron las cabezas para ser atendidas en la olla hirviente que llamamos EPS, Entidad Practicante de Sepulturas. Y, aun así, siguieron montándose en la varilla asadora de pollos, que es clavada por un maleante sexualmente psicótico. Puto gallinero si estaba de cabeza y la cosa era difícil para otra gallina despelucada que había sido elegida líder que ahora no podía atender a nada más que a las dicotomías del abuelo cochinito: que sí y que no; que tú no, pero yo sí; que aquí sí y allá no; que abuelo más marrano para administrar la finca, así terminaremos muriendo de llanto o de risa. Este gallinero tan horrible, dará sin duda, para otro Bogotazo.
) Daniel Castro Granada 28
Re-existir
l Daniel Mauricio Duitama 29
A mi Bogotá
Nunca imaginé que el infierno podría estar tan cerca de las estrellas. Soy heredero del caos de un florero roto, de la traición al libertador y del tan nefasto nueve de abril, que justifican el por qué nacer en Bogotá es un acto de fe. Ser bogotano es vivir en el fresco aroma de sus cerros orientales hasta el de un ajiaco santafereño de cualquier casona típica del sector de la candelaria; es sobrevivir al hedor tempranero de la polarización surgida entre cachacos de pura cepa y guaches a mediados del siglo pasado, éstos últimos, abuelos y padres de los rolos como yo, que cada día se enamoran más de la megalópolis averno cundiboyacense. Vivir en la nevera significa recorrer sus calles sin dejar de retar al tiempo: edificios modernos definidos en vértices y aristas, reflejo del impermeable estanco de nuestra sociedad cuadriculada en moralidades ausentes de progreso; casas en punta roma resultantes de aquella arquitectura inglesa y francesa que tanto daño nos causó por el engaño de un falso desarrollo y, que hoy, se encuentran en riesgo de ser demolidas por su austero abandono. Impávidas paredes dueñas de nuestra memoria, baúles de concreto en el que se añejan aquellos gritos oprimidos de una revolución fracasada, que no mueren, crecen, al mismo ritmo callejero de las brechas sociales que las preceden.
Tan odiada como amada. Un edén transformado en el paradero epicentral de la guerra colombiana, es un nuevo comenzar o la perdición total. Mi Bogotá es bipolar: llueve cuando más hace sol y viceversa, pero a este infierno sumido en la saciedad de una suciedad programada, es difícil no amarla. Y como no amarla, si sus calles son su mejor museo, obras urbanas inéditas manifestadas cuadra a cuadra; fortín de una exquisita red de bibliotecas públicas, de gente tan bella como sus orquídeas… ¡Cómo no amarla!, Si cada que me monto en mi caballito de acero y recorro sus extensas venas kilometradas, que la acreditan como la capital sudamericana de la bicicleta, me sumo en sus atardeceres, evidencia de nubarrones transformados en horizontes azafranados, fuego puro. Soy un hijo necio más, que, sentado en esta banca, te observa taciturna cabellera dorada que entre tus nogales dan una sombra que no mata, pero sí acosa y divulga las memorias reinventadas entre voces del pasado y del ahora.
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! Mateo Caballero
El embolador Por: Evelin PiĂąeros
Otra vez temprano en la maĂąana me fui a trabajar.
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Llevaba trabajando en lo mismo, los aĂąos que mi memoria alcanza a guardar. Le habĂa lustrado los zapatos a mĂĄs de uno de esa gente elegante que trabaja en la Plaza de Bolivar, pero dentro de los edificios. No afuera, como yo.
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De la tarea e lustrar aprendí sobre el metodismo: embetunar en la justa medida para tapar la mugre, porque se trata de tapar, el zapato realmente no está limpio. Se parecía mucho a lo que hacen en Colombia: tapar y lustrar. Y el trabajo del embetunador es el de más responsabilidad, le toca con cuidado porque ay donde lo pillen. Es el que lleva del bulto, no el dueño del zapato.
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Ya encontrándome desde siempre con poca ayuda, hoy silenciosamente se escribía mi epitafio con la promesa del estado. Otra vez. Me preguntaba por qué a pesar de lustrar con tanta vehemencia, no podía sacarle luz a los opacos. Sus huellas dibujaban un camino turbio hacia las puertas del palacio de justicia donde radicaría mi sentencia: ser pobre.
J Evelin Piñeros 34
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FANZINE
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BOGOTA-2020 36