LOS MISIONEROS REDENTORISTAS EN NICARAGUA P. Bosco José Rodríguez Alvarado, C.Ss.R. Misionero Redentorista
LOS MISIONEROS REDENTORISTAS EN NICARAGUA
P. Bosco José Rodríguez Alvarado, C.Ss.R.
Estimado lector: el presente escrito recoge de modo sucinto la historia de los Misioneros Redentoristas en Nicaragua y, más precisamente, de su presencia en las parroquias del Santísimo Redentor y Santísima Trinidad. Considero necesario abrir una ventana que nos permita conocer de manera exigua la historia de los hijos de san Alfonso María de Ligorio en la bella tierra lacustre de Nicaragua. Nos movemos y existimos por gracia de Dios en un lugar determinado, en un tiempo establecido y en un espacio vital donde coexistimos. Los Misioneros Redentoristas llegan a un lugar: Managua, Nicaragua, en un tiempo que transcurre y se convierte en historia, en un espacio en el que viven personas con cultura, costumbres, religión, vida política; entre otros aspectos de la vida en sociedad. Los Misioneros Redentoristas llegan a Nicaragua en un tiempo y un espacio para vivir y desarrollarse, para predicar la Buena Nueva, quedarse con aquellos que creen en Jesucristo y experimentar con ellos lo que significa ser cristianos. La Congregación del Santísimo Redentor llega a América del Norte. Los primeros Misioneros Redentoristas que llegaron a Estados Unidos fueron enviados por el venerable padre José Passerat, compañero de san Clemente María Hofbauer. Ellos comenzaron su misión predicando el evangelio con dinamismo profético y celo apostólico. Es a ese grupo que se une el padre Nepomucemo Neumann, quien más tarde fuera obispo de Filadelfia. El padre Juan Nepomucemo sintió el llamado a la vida religiosa; respondiendo a ese llamado ingresó a la Congregación del Santísimo Redentor y asume el compromiso de predicar el evangelio a los más pobres y necesitados. San Juan Nepomucemo Neumann tuvo un apostolado arduo; fue párroco, superior, viceprovincial, misionero itinerante y, finalmente, obispo de Filadelfia. La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas el 19 de junio de 1977 al ser elevado a los altares por el hoy beato Pablo VI. Los Misioneros Redentoristas en España y México. Los hijos de san Alfonso llegan a ´La madre patria´, la tierra de Cervantes y de grandes escritores de todos los tiempos, ´tierra de santos´ como llamó a España san Juan Pablo II en su primera visita histórica a ese bello país. Los primeros Misioneros Redentoristas llegan a Madrid, España, el 15 de febrero de 1863, y el 2 de febrero de 1900 fue creada canónicamente la provincia de Madrid. Rubén Darío, el gran poeta nicaragüense, ´príncipe de las letras castellanas´, decía que somos hijos de América y nietos de España. De ´La madre patria´ hemos heredado su cultura, lengua y sobre todo el cristianismo, y por España nos vino la Congregación del Santísimo Redentor.
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El 8 de marzo de 1908 llegan, provenientes de España, los primeros Misioneros Redentoristas al Puerto de Veracruz, México. Comienzan las fundaciones en Monterrey, Puebla, Torreón, Pachuca y San Luis Potosí. Como nos cuenta la historia, hubo en los Estados Unidos Mexicanos, una gran persecución en contra de la Iglesia, en la cual derramaron su sangre varios cristianos, entre ellos sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y laicos comprometidos. Varios de ellos han sido elevados a los altares por nuestro inolvidable san Juan Pablo II y el papa emérito Benedicto XVI. Para la Iglesia los gobiernos de Díaz y Calles significaron sangre y destrucción. En su tiempo, varios cristianos fueron perseguidos, llevados a la cárcel y expulsados. Situación dada en la llamada Guerra de los Cristeros o Cristiada. El papa Francisco, recientemente, elevó al honor de los altares al ´niño cristero´ San José Sánchez del Río. Los Misioneros Redentoristas en Centroamérica. En ese contexto de persecución, los Misioneros Redentoristas llegan de México a nuestros países centroamericanos. Nuestra historia en Centroamérica comienza en mayo de 1927, cuando llegaron a Puerto Limón en Costa Rica. De la hermana república de Costa Rica se fueron expandiendo hacia Honduras y El Salvador, donde comenzaron a trabajar y a predicar el don de la redención en Cristo a través de las misiones populares. Los Misioneros Redentoristas en Nicaragua y la fundación. Nicaragua abre sus puertas a los hijos de san Alfonso María de Ligorio. En 1928, pasó por Nicaragua el primer redentorista, el P. Pedro Del Palacio, quien hizo el primer intento para fundar en Nicaragua. El cual no tuvo resonancia positiva, pues el primer arzobispo de Managua, Mons. José Antonio Lezcano y Ortega, ofreció a los Misioneros Redentoristas una fundación en la ´ciudad de las flores´, Masaya, cuna de la artesanía; ofrecimiento que no gustó a la Congregación por razones muy válidas en su momento. Fue hasta en 1955 cuando se inició la fundación en Managua. Para la fundación se contó con el apoyo del segundo Arzobispo de Managua, Mons. Alejandro González y Robleto, quien ocupó la sede episcopal de Managua entre 1952 y 1968. Asimismo, de Mons. Carlos Borge y Castrillo, obispo auxiliar de Managua. Ambos obispos, proporcionaron lo necesario para la fundación del carisma redentorista.
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Primeros pasos de los Misioneros Redentoristas en Nicaragua. Del libro “Herederos de una tradición” extraje la crónica de la llegada del primer redentorista a Nicaragua para la fundación: “Procedente de Colombia llega el P. José Morán Pan, el día 10 de febrero del 55, y se le confía, como avezado en fundaciones que era, la fundación de una casa en Managua. Hospedado en casa de los hermanos de La Salle se dedica a ver, conocer y a buscar un lugar a propósito para la fundación. Interinamente se hace cargo de la Iglesia de La Suspensión, donde se dedica a la predicación y otros trabajos apostólicos. El Viceprovincial hace una visita al P. Morán y le promete ayuda, efectivamente el 9 de junio salen para Managua el P. Emilio Fernández y el Hno. José Mena. En febrero del 56 se agregaría a la comunidad el P. Evaristo Martínez y en noviembre el P. Jacinto Labalde.” La primera comunidad de Misioneros Redentoristas. La erección canónica de la casa de Managua fue el 23 de mayo de 1956. Los primeros Misioneros Redentoristas fueron los PP. Emilio Fernández, Evaristo Martínez, Jacinto Labalde y el Hno. José Mena. Importante mención es la del P. José Morán, quien fuera el fundador de la primera casa de Managua. Creación de las parroquias del Santísimo Redentor y Santísima Trinidad. El 20 de junio de 1958 se colocó la primera piedra del templo, con
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características de estilo medioevo francés, según entendidos del arte, y el 10 de enero de 1960 se bendijo la primera parte del templo. La parroquia del Santísimo Redentor en Managua fue creada por S.E. Mons. Vicente Alejandro González y Robleto, arzobispo de Managua el 5 de abril de 1961. Para esa memorable fecha, el templo todavía se encontraba en construcción. En 1967 fue concluido. La bendición del altar y retablo estuvo a cargo de Monseñor Carlos Borge Castrillo, obispo auxiliar de Managua, considerado bienhechor de la comunidad. La parroquia Santísima Trinidad fue creada en 1972 por el arzobispo emérito cardenal Miguel Obando Bravo. Esta segunda fundación de los misioneros redentoristas, se encuentra en las afueras de la ciudad de Managua, sobre la famosa Carretera Norte. Comprende los barrios de Waspan Sur (Dios Padre Eterno), Mombacho (San Juan Nepomuceno Neumann), Oswaldo Manzanares (Inmaculado Corazón de María), Carlos Marx (San Gerardo María Mayela), Miguel Gutiérrez (Virgen de las Escuelas Pías), Villa Reconciliación (San Clemente María Hofbauer) y Colonia Xolotlán (Nuestra Señora del Perpetuo Socorro). Su primer párroco fue el inolvidable Ricardo Alonso Yárritu, quien es recordado por la feligresía, con mucho amor y agradecimiento. Fue para esa pequeña porción de la Iglesia, un verdadero pastor y guía. El siguiente sacerdote que llega a trabajar en la iglesia es el R.P. Valentín Villar, quien al llegar encontró que todavía faltaban algunos retoques en las paredes del templo, trabajo que él concluye porque el R.P. José Morán tiene que viajar a Panamá para empezar la obra Redentorista en ese hermano país. Lugares misionados por los Misioneros Redentoristas en Nicaragua. En Nicaragua se ha misionado en los departamentos de Carazo, Managua, León y Chinandega, según datos que nos ofrece nuestro historiador, el P. Roberto Bolaños. Más tarde, inicia con los Misioneros Redentoristas la experiencia parroquial, vivida en dos parroquias: Santísimo
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Redentor y Santísima Trinidad. Esta etapa del apostolado redentorista lo leeremos enmarcado en el quehacer redentorista en la región centroamericana. El apostolado de los Misioneros Redentoristas en Centroamérica. Nuestras Constituciones y Estatutos, renovados y aprobados bajo el pontificado de san Juan Pablo II, siendo Superior General de la Congregación el padre José G. Pfab, nos dicen de las formas y la acción misionera de los hijos de san Alfonso. Los Estatutos 016 – 025 mencionan, por ejemplo: las misiones populares (017), el ministerio parroquial (018), la instrucción catequética (019), los ejercicios espirituales (020), el fomento de la justicia y promoción humana (021), el apostolado por los medios de comunicación social (022), los estudios de teología moral y pastoral (023), la consulta espiritual (024); y en el artículo 3, (025), se recomienda la adaptación de los métodos apostólicos. Los Misioneros Redentoristas se han dedicado a todo lo mencionado anteriormente y a más, no porque sean “superhéroes”, sino que, como dice el estatuto 016, ellos “se han de promover con tenacidad y gran empeño”, adaptándose a las necesidades pastorales. Así lo han hecho desde san Alfonso hasta el último redentorista de nuestros días. Nicaragua, como tierra de misión para los Misioneros Redentoristas, no ha sido la excepción. A todo el apostolado recomendado por nuestras Constituciones y Estatutos se han dedicado en esta linda Nicaragua. En la parroquia del Santísimo Redentor, el pueblo fiel ha encontrado en los Misioneros Redentoristas, en estos sesenta y dos años de presencia y cincuenta y seis años de ser parroquia, consejeros, maestros, misioneros y pastores. Los primeros pasos que dieron los Misioneros Redentoristas en cuanto a las misiones populares, nos lo cuenta el P. Bolaños en su libro Herederos de una tradición: “... Nicaragua ha sido muy poco misionada por los redentoristas, debido a la constante escasez de personal, excepto quizás en la época de gloria en que la sede viceprovincial estuvo en Managua (1971). Corinto, El viejo, Tipitapa, Nandaime, Barrio Monseñor Lezcano, El Viejo de Chinandega, Comalapa, Condega, de nuevo Nandaime, Buenos Aires, Moyogalpa. Recordemos también las misiones del EMA (FEDAP) en Nicaragua, que concluyeron con la gran misión en Managua.”. Pero diríamos que el primer campo de acción de forma estable para el apostolado de los Misioneros Redentoristas, en la tierra de lagos y volcanes, fue el campo parroquial, llevando al pueblo el evangelio mediante el método sencillo y eficaz de las asambleas familiares, para hacer de ellas comunidad de comunidades.
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Los Misioneros Redentoristas, durante décadas, han trabajado en dos parroquias en la ciudad de Managua; la primera, como primogénita e iniciadora de la cual se expande la labor de los hijos de san Alfonso, es la parroquia del Santísimo Redentor, y la segunda, la parroquia Santísima Trinidad. Esta se considera como una segunda fundación de los Misioneros Redentoristas en Managua, Nicaragua. Después de la histórica visita del Gobierno general, compuesto por el superior general, MRP. Joseph W. Tobin (hoy cardenal de la Iglesia) y los consultores generales, PP. Enrique López y Jacek Dombeck, ven en la actualidad, la misión de los Redentoristas en Centroamérica, con objetividad y mucha esperanza. Sus impresiones son recogidas en el documento “Carta e Informe del Gobierno General a los Misioneros Redentoristas de la Viceprovincia de San Salvador 18 de abril al 17 de mayo de 2006”, hoy provincia de América Central. En el documento se lee lo siguiente: ´´Es muy importante anotar que estas tres etapas, en las que se ha ido desarrollando la Congregación del Santísimo Redentor en Centroamérica, han sido de mucho sacrificio y entrega por parte de los Misioneros Redentoristas. Hubo un momento en la historia de los Misioneros Redentoristas que se le llamó “momento de transición”. Fueron los padres españoles procedentes de la república mexicana que llegaron a tierras centroamericanas el 13 de mayo de 1927 a fundar y conquistar tantas almas para el Señor. Los españoles nos fundaron y ellos fueron por muchas décadas los “padres, maestros, hermanos y amigos en Cristo Redentor” para las nuevas generaciones redentoristas, para las generaciones “nativas” de estas tierras tan maravillosas como Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panamá y mi linda Nicaragua. Los españoles nos enseñaron a madurar y a ser de esta nueva generación auténticos redentoristas´´.
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Entre 1995 y 1996 se dio ese momento que llamaron transición, momento en que la viceprovincia de San Salvador (hoy provincia de América Central), que desde 1927 había sido guiada por los padres redentoristas españoles, pasaba a manos de padres redentoristas “nativos”, saliendo electo como primer viceprovincial Centroamericano el padre Walter Hidalgo, de nacionalidad costarricense. La transición es siempre dolorosa y difícil, en todos los campos de la humanidad; el hombre, cuando pasa por una transición, también pasa por el dolor e incomprensión. Un político nicaragüense, el fallecido Antonio Lacayo, hablando de la transición que vivimos los nicaragüenses en 1991, cuando doña Violeta Barrios de Chamorro tomó el poder para conducirnos hacia la democracia, escribió: “Las transiciones democráticas son, por lo general, complejas, difíciles y sobre todo muy ingratas. Son ingratas porque se pretende que sus conductores sean, en poco tiempo, capaces de enderezar entuertos, cicatrizar heridas y resolver problemas económicos y sociales que llevarán años de gestación desenfrenada”. Similar a lo que viven los pueblos en sus transiciones necesarias, se experimenta hacia dentro de la Iglesia, diócesis, parroquias e institutos religiosos. No fue tan fácil para algunos redentoristas el hecho de pasar de manos de los padres españoles a manos de padres centroamericanos, pero era el momento, era la hora de la transición de la viceprovincia centroamericana. La parroquia del Santísimo Redentor también, a menor escala, ha sobrevivido sus momentos de transición, pues a principios de los años de 1990 es nombrado como párroco el primer centroamericano, el padre Johanny Álvarez, de nacionalidad costarricense, y en 1996, en el mes de septiembre, toma posesión canónica como pastor propio de la parroquia el primer nicaragüense, el padre Bosco José Rodríguez A. Varios feligreses añoraban el tiempo de los padres españoles. Pero antes, la parroquia del Santísimo Redentor vivió un momento de transición, debido a un acontecimiento meramente natural: el sismo que hizo cambiar la vida de muchos nicaragüenses y los llevó a vivir su propia transición. El terremoto que destruyó la ciudad de Managua en 1972 no sólo destruyó más de la tercera parte de edificios, casas y demás infraestructura, sino que destruyó algo más valioso: la vida de tantos managuas que vieron sus sueños e ideales derrumbados en escombros como tantos edificios. La escritora Mercedes Gordillo nos lo cuenta así: “Managua había sufrido el terremoto devastador de 1972, que cortó en un instante nuestras raíces más profundas. Los capitalinos padecimos cambios radicales en la vida cotidiana, de pronto todo se había convertido en escombros”.
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La parroquia del Santísimo Redentor no fue la excepción. El hermoso templo y las viviendas de sus feligreses se vieron en pocos minutos hechos escombros. Después de esa fatídica y oscura fecha, la parroquia pasó un tiempo de inactividad pastoral, parecía todo perdido. Sin embargo, quedaba vivo el espíritu apostólico que impulsó a aquellos Misioneros Redentoristas a levantar la parroquia y, así, a levantar el espíritu de los pocos feligreses que quedaron viviendo en el territorio parroquial. En “Herederos de una tradición”, el autor cita una anécdota del P. Ricardo Alonso, que colocó unos versos en la puerta de lo que quedaba del templo: “Ni el Redentor se ha caído, ni los padres se han ido, si quieres los encontrarás, de la Iglesia por detrás”. Este ánimo, este celo apostólico de los Misioneros Redentoristas, este ánimo que levantó a tantos caídos por la desgracia del terremoto ayudó a muchos a reincorporarse a la parroquia y, así, a todos los que llegaron y fueron poblando poco a poco el territorio parroquial. Este acontecimiento ayudó a abrirse y dar paso a la Nueva Evangelización tan promovida por san Juan Pablo II, tan comentada por el beato Pablo VI en su encíclica “Evangelii Nuntiandi”. América entera en diferentes partes se puso en marcha con la “Nueva Evangelización”. Centroamérica, Nicaragua y la parroquia del Santísimo Redentor entraron en ese dinamismo pastoral, en ese espíritu de la Nueva Evangelización de formación válida para la sociedad y para los tiempos de hoy. Bodas de Oro de la parroquia del Santísimo Redentor. La parroquia del Santísimo Redentor, cumplió sus “Bodas de Oro” el 5 de abril del 2011. Todos los parroquianos dieron gracias a Dios por esos 50 años de vida parroquial, y también por los 62 años de presencia redentorista en Nicaragua. El primer paso para su gran celebración fue la remodelación del templo. Tres templos han sido testigos silenciosos de la vida parroquial. El primero, que destruyera el terremoto de 1972; el segundo es el que se levantó después del terremoto, un templo “prefabricado”. El tercero, edificio moderno, fue construido bajo la dirección del P. Johanny Álvarez a principios de los años de 1990 (quien además construyera la actual casa de la Comunidad), amplio y con aire acondicionado. Este es el templo que se remodeló. El proyecto de remodelación estuvo a cargo del padre Bosco J. Rodríguez, entonces párroco de El Redentor. El cambio consistió básicamente en el levantamiento del techo (réplica de la fachada que tenía antes del terremoto del 72), altar, mesa, piso, ventanas, vitrales, sonido, etc. Las cuatro fases del proyecto fueron las siguientes:
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Fase 1: Obras grises, las cuales consistieron en la demolición de presidencia y hacerla de nuevo; hacer seis zapatas, gradas y campanario, además de la estructura del mismo. Aquí también se incluye la demolición del techo y hacer la viga corona. Fase 2: Levantado de techo (parte central). Incluye las estructuras de metal. Fase 3: Piso, vitrales y ventanas. Se colocaron 21 ventanas nuevas y 14 vitrales. Fase 4: Aire acondicionado, sonido, mesa eucarística, puerta principal. Se reajustaron las unidades de aire acondicionado, además se trabajó en la parte eléctrica de la iglesia. En esta etapa se procedió al forrado del techo y del nuevo campanario, así como de los trabajos de pintura. En cartas al P. José Araya, entonces viceprovincial, del 30-06-2005 y 07-06-2005, se le presenta el proyecto y sobre los fondos para la realización de dicho proyecto: “En este proyecto están representados los cuatro carismas de la comunidad parroquial: responsables del Camino Neocatecumenal, coordinadores de las Pequeñas Comunidades, encargados de la Escuela de Formación en la Fe y coordinadores de la PJVR que lleva el P. Rafael Soto.” “Para la recaudación de fondos necesarios para la ejecución del proyecto se han abierto dos cuentas bancarias, cuentas que están siendo alimentadas con las ofrendas de muchos feligreses, así como a través de rifas, kermeses, colectas especiales, etc., lo que está siendo apoyado con mucho entusiasmo por parte de la feligresía en su totalidad.” El templo remodelado fue nuevamente abierto a la feligresía los días 17 y 18 de mayo del 2006. El día 17, S.E.R. cardenal Miguel Obando Bravo, arzobispo emérito, presidió la eucaristía, que fue en preparación para la bendición del templo. El señor Cardenal pronunció una hermosa homilía en la que felicitó al P. Gerardo Vargas, superior, y al P. Bosco Rodríguez, párroco, por el trabajo realizado en la parroquia. El cardenal Miguel, fue recibido con mucho fervor por los que en treinta y cuatro años fueron sus ovejas, y despedido por un grupo filarmónico.
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La gente estaba muy feliz por el templo y por saludar nuevamente a su Cardenal. Al día siguiente (18 de mayo), la eucaristía fue presidida por el cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo metropolitano, quien primeramente bendijo el agua con la que haría la aspersión a las paredes del templo, luego hizo la oración de dedicación. El cardenal Brenes pronunció una bella homilía, en la cual exhortaba a todos fieles presentes a que, así como estaba en ese momento el templo de bello y hermoso, de esa misma manera, como cristianos, tuviéramos nuestro corazón hacia el Señor. También felicitó al P. Gerardo Vargas y al P. Bosco Rodríguez, y los instó a seguir trabajando por la salvación de las almas. Después de la preciosa homilía, el arzobispo procedió a consagrar la mesa eucarística con el santo crisma, mesa que en su parte frontal lleva el escudo de la Congregación del Santísimo Redentor y su lema. Después procedió a bendecir la puerta principal, la cual es alta y lleva grabados el Espíritu Santo y el Cordero Inmolado. Esta Eucaristía también estuvo muy concurrida. Al finalizar, el cardenal Brenes compartió con los feligreses de la parroquia al son de la marimba de los “Hermanos Dávila”. Para la remodelación del templo trabajaron todos: hermanos de las Pequeñas Comunidades, Pastoral Juvenil Vocacional Redentorista, Escuela de Formación en la Fe y Comunidades del Camino Neocatecumenal. A ellos se unieron feligreses, gente de la parroquia que con dedicación apoyó el proyecto. Se organizaron en comités, equipos que nombraron ´pro remodelación´, pequeños grupos de apoyo, etc. Mención especial merecen los arquitectos doña Socorro Vargas y Danilo Ramírez, quienes generosamente aportaron mucho de su talento para la remodelación. Así como el asesoramiento del Ing. Gilberto Cuadra, quien ya goza del abrazo eterno de Dios. La arquitecta Socorro Vargas diseñó una linda maqueta que estuvo expuesta por varios meses para que las personas vieran en la misma lo que sería el templo. El arquitecto Danilo Ramírez diseñó los planos arquitectónicos. El comité administrativo, compuesto por don Marcelo Lacayo, Ernesto y Patricia Solórzano, Mario Torres y el licenciado Leopoldo Pérez y señora Yessenia de Pérez, fue el brazo derecho del párroco Bosco J. Rodríguez A., para la realización de la obra. Al terminar este breve escrito, que de una u otra forma intenta contar la historia de los Misioneros Redentoristas en Nicaragua y, concretamente, en las parroquias del Santísimo Redentor y Santísima Trinidad, quiero a manera de conclusión cerrar con dos citas ´citables´ llenas de vida. Las dos nos hablan de la eucaristía, ´fuente y cumbre´en la vida de los hombres y mujeres de fe. Una es del Concilio Vaticano II;
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y la otra, de san Juan Pablo II: “Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y se realiza la obra de nuestra redención.” (Concilio Vaticano II, Const. dog. Lumen gentium #3). “Como he recordado antes, si la Eucaristía edifica la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía, se deduce que hay una relación sumamente estrecha entre una y otra.” (Carta Encíclica, Ecclesia de Eucharistia. 17 de abril, Jueves Santo, del 2003). La vida de san Alfonso María de Ligorio estuvo íntimamente unida al ministerio eucarístico; no puede ser de otra manera la vida de los ´ligorinos´ o hijos de san Alfonso, los Misioneros Redentoristas. Todo redentorista está llamado a vivir intensamente el misterio pascual de Cristo. Es por eso que, donde se encuentra un redentorista, ahí se aprende a vivir el misterio pascual. La parroquia del Santísimo Redentor con la presencia de los redentoristas en cincuenta y seis años, ha vivido en torno al misterio pascual de Jesucristo. La parroquia como comunidad eclesial ha vivido y vive del acontecimiento pascual. La parroquia del Santísimo Redentor vive de la Eucaristía. Espero, estimado lector, que el recorrer por estas letras un poco de la historia de la Congregación del Santísimo Redentor y de las parroquias redentoristas en Managua, le lleve a amar cada vez más a Jesucristo, porque Él es el motor, el hacedor, quien ha estado en espíritu y en verdad en la vida de los Misioneros Redentoristas en Nicaragua y en la vida de la parroquia del Santísimo Redentor. Este escrito no está terminado, está para terminar, está abierto, para que en el futuro se complete y escriba lo que necesariamente se deberá completar y escribir. Que María, la dulce Madre del Perpetuo Socorro, proteja siempre a sus hijos que se congregan en unión y fraternidad en las amadas parroquias del Santísimo Redentor y Santísima Trinidad.
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BIOGRAFÍA El autor, Bosco José de Jesús Rodríguez Alvarado es misionero redentorista. Nicaragüense por gracia de Dios. Hijo de Juan Bosco Rodríguez Medal y de Josefa del Socorro Alvarado de Rodríguez. Fue bautizado un 30 de marzo de 1967, en la parroquia ´Sagrado Corazón de Jesús´ del barrio Monseñor Lezcano. Hizo sus votos temporales en la Congregación del Santísimo Redentor el 6 de enero de 1991, en Tegucigalpa, Honduras. Recibió el orden del diaconado en 1995, en Chalatenango, El Salvador, por manos de S.E. Mons. Eduardo Alas; y en ese mismo año, el 1 de julio, recibió el orden sacerdotal por manos de S.E.R. cardenal Miguel Obando Bravo, en Managua, Nicaragua. El Señor, en su infinita misericordia, y su Madre Santísima, le han permitido al padre Bosco José servirle en su Iglesia Santa y Católica, y en la Congregación del Santísimo Redentor, en diferentes apostolados: como párroco (del Santísimo Redentor o El Redentor de Managua por varios años), superior, vicario, socio de prefecto, miembro del EMICAR, rector del Santuario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en San Salvador, cronista, editor del boletín REDENTORISTAS AC y actual presidente del Secretariado de Vida Comunitaria y Espiritualidad. En el año 2001, en una experiencia en la Arquidiócesis de Managua, se le encomendó la fundación de una nueva parroquia, la parroquia ‘Nuestra Se-
ñora de Fátima’, en El Salto, San Rafael del Sur. Con ´temor y temblor´ –como afirma él mismo- ha ejercido el apostolado de la pluma. Cuenta con alrededor de cincuenta escritos inéditos y editados de género y subgénero literario narrativo y didáctico. Para él, ser misionero redentorista significa colaborar en la Iglesia con su misión esencial: la evangelización, que “consiste en anunciar el Amor infinito del Padre revelado por Cristo en el Espíritu”, según lo enseñó el papa de su niñez, el beato Pablo VI en su vibrante y sonoro mensaje en la “Evangelii Nuntiandi”. Y muy en sintonía con lo que nos enseña hoy el papa Francisco en la exhortación apostólica «Evangelii Gaudium” y la bula «Misericordiae Vultus”.
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*Algunos escritos anteriores del autor: «En Jesucristo hay abundante redención», 1ª y 2ª edición, 2006 y 2007, respectivamente. «Revista Conmemorativa» En Jesucristo hay abundante redención, 2007. «Crónica breve de la abundante redención en Nicaragua», 2008. «Santos Cristos de Managua”, 2008, dedicado al cardenal arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes S. “Madre mía del Perpetuo Socorro”. Breves notas sobre esta advocación”, 2009. “Necrología del R.P. Ricardo Alonso Yárritu, “Misionero de dos Mundos. Escrito compartido con el R.P. Roberto Bolaños, 2009. “Santo Dominguito de Managua” 2010. Versión electrónica, 2014. “La iglesia Nuestra Señora de Los Dolores: Más allá de su arte. Aspectos de su belleza espiritual”
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2011, dedicado al P. Roberto Bolaños. “ Revista Conmemorativa”, Santuario y Parroquia Santo Cristo de La Agonía”, 2015. “Santa María del Perpetuo Socorro, Madre de Misericordia. Recopilación de textos», 2016, dedicado a los oblatos redentoristas de la provincia de América Central. *Algunos de sus escritos inéditos: «Ensayo sobre San Alfonso», 1988. «San Antonio de Padua», 1993. San Salvador, El Salvador. «Santa Misión en San Rafael de Chalatenango», El Salvador, 1993. Cuento “Dos vidas, siete rosas y un mes…” 2001. “Reseña histórica de la Parroquia del Santísimo Redentor”, 2010. “Abundante Redención en Nicaragua-Misioneros Redentoristas” 2010. “Testigo de mi propia historia”, a modo de autobiografía, 2011.
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