Nextdoormodel on Now #23

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Editor Ernesto Pérez eperez@revistanow.com / / @budaperez Editores invitados Mr. Bunker @mrbunker Andrea Rondón @AndreRondon5 Asesor Editorial Juan Lovera // @bearmcbo Hektor Melean // @vokodekelektor Desarrollo WEB Wan media www.wanmediagroup.com // @wan_media Mercadeo y Ventas Ernesto Pérez eperez@revistanow.com El responsable de los conceptos reflejados en cada artículo es la persona que los emite. Prohibida su reproducción total y parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Todos los derechos reservados.

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por: @vokodekelektor





VELADA DE SANTA LUCÍA.

LO QUE POR 13 AÑOS FUE COMO LA SEMILLA VOLADORA DE UNA CEIBA, SE INCRUSTÓ EN EL SUELO FÉRTIL PERO OLVIDADO, PARA CONVERTIRSE EN UN ÁRBOL FRONDOSO Y GIGANTESCO EN TAN SOLO 13 AÑOS. Santa Lucía llena de color y con cerveza fría a toda hora, desde el antaño marabino las gaitas se han dedicado a estas callejuelas habitada por familias como la tuya y la mía, donde el café es tradición de media tarde y el ventilador rechina en la sala, porque está muy alto y nadie alcanza a engrasar los engranajes. Es aquí en este sector, donde Clemencia Labin compra una casa en ruinas y se propone recuperarla. “¿Por qué vas para alla? ¿Tu estás loca? eso es zona roja, te van a matar”… Labin hace memoria de su humilde regreso a Santa Lucía luego de 15 años de residir en Alemania y encuentra ahí que las casitas se mantenían con sus colores vivos y pinturas brillantes, que la brisa era tan rica como cuando caminaba por ahí de niña; es entonces cuando halla una fachada deteriorada, la cual llamo particularmente su atención y decide adquirirla. Una vez restaurada esa casa de la calle 2D, celebra una intima apertura, con el permiso del padre llena la iglesia por dentro de globos de color azul cielo de los que colgaban estampillas con la imagen de Santa Lucia. A este evento asiste vecinos de la comunidad Lucitana y artistas locales como Hernán Alvarado, Elsi Zavarce, Lourdes Peñaranda, Nelson González, Hugo Palmar, entre otros.

Ese fue el primer año, con el comienzo de un nuevo siglo, las puertas de la contemporaneidad en el arte zuliano retumban, a punto de abrirse desvergonzadamente ante la modernidad dura y acartonada aún regente. Así año a año la dinámica de la fiesta del arte en Santa Lucía recibe nuevos artistas y los integra a su cronograma, que consta de una semana completa dividida en 5 días de montaje y convivencia hogareña, seguido por dos días de velada y finalmente una despedida con arepas, jugo y frutas para celebrar. El alcance de La Velada de Santa Lucía, en sus niveles internacionales se debe a la interacción directa artista-hogar fuera de los parámetros museísticos con los elementos autóctonos del trópico venezolano, a nivel nacional producto de un vacío dejado por los eventos de magnitud realizados solo en la gran Caracas y un interior del país casi en sequía cultural, y a nivel regional debido a una serie hechos que iban sucediendo como la creación de la Facultad de Artes de la universidad Católica Cecilio Acosta en el año 1983 y la Facultad Experimental de Artes en LUZ en el año 2000 que desembocaron en el nacimiento de creadores jóvenes que buscaban posicionarse en lugar de encontrarse a la sombra de los consagrados. Estas causas fueron creando inquietudes latentes en el colectivo de tomar espacios de la ciudad para

mostrar sus expresiones artísticas sin discriminación ni favoritismos, aunado a la necesidad de enaltecer la cultura popular que se encuentra resguardada en los sectores más modestos de la ciudad de Maracaibo. Tradición, postmodernidad y un Legado trangresor. Mas de una vez se ha mostrado en las veladas artistas de trayectoria, estudiados en el viejo mundo y con reconocimientos por su trabajo junto a noveles creadores exponiendo sus proyectos de la mano. Desde que uno llega a Santa Lucía se siente en calor fuerte, el sol que arde en los hombros y en la frente, también se percibe el vaivén de Clemencia y Kike para distribuir espacios, y te topas con profesores tomándose un cafecito o una fría con el estudiante, con el niño de la cuadra o con algún foráneo que apenas entiende español. No hay líneas que nos separen durante esos días, ensamblar las obras y llevar a cabo instalaciones es mas sabroso cuando se comparte con tanta gente agradable… vos sabei. Son ya 13 años, la celebración fue creciendo, la asistencia sin mesura no siempre ayudaba al espectador que se adentraba en cada casa para acercarse sin pretexto a ver lo que no suele ser tan concurrido en los museos. Y no es que el museo sea algo malo, solo que es mas efectivo llevar el museo a la casa. De un modo u otro la velada se hizo un sitio en el calendario zuliano, se



convirtió en dato obligado de los periódicos, los noticieros y hasta los talkshows marabinos. En palabras de Clemencia,

se convirtió en un pequeño mounstruo, pero uno que ella amo hasta el final.

Hace un año, en el brunch de despedida, luego de saborear todas las delicias del banquete de arepas con caraotas, queso, tomate y todo lo que en el folklore se te venga a la mente, Labin suelta la noticia, “el año siguiente será la última velada, estoy feliz con todo lo que hemos logrado juntos, pero mi proyecto, la escultura social llega hasta aqui”. Desde ese entonces, como había sido ya la costumbre, el trabajo de este evento se renueva, por vez final. De esta edición quedó un recuerdo formal, un documental con recopilaciones de los montajes, los almuerzos, conversaciones y entrevistas, dirigido por Viviane Blumenshein y logrado gracias a un equipo bastante grande formado por los mismos participantes de la velada. Febrero, 25 de 2013, comienzan las rondas, el ajetreo, algunas casas no abren sus puertas y la cantidad de artistas es la mayor registrada… la olla tiene mucha presión, pero el caldo de seguro esta riquísimo. Poco a poco todos los espacios se llenan, se tocan puertas antes no mencionadas y las cosas siguen su curso de la mejor manera. Cafecito siempre en la cocina de la casa de Clemencia, Albita, Pedro y Andry siempre dispuestos a ayudar. Algo que sin falta, el sonido del obturador de Carlos German haciendo un extenso scratch book con los recuerdos de Santa Lucía. 1 y 2 de marzo, todas las personas

en la calle del arte, consientes de verse en la última velada disfrutan cada casa, casa performance, recital, cada bocanada de brisa lacustre revolviéndose entre la gente. Para la colectividad marabina, la Velada de Santa Lucía en poco mas de una década había logrado más que enfrentar, vincular el arte que anteriormente se encontraba recluido en los museos con las costumbres de un sector popular con gran fervor religioso y regionalista, haciendo posible que ambos convivan y obtengan provecho de esta interacción; para la comunidad santalucitana es la oportunidad de dar a conocer sus tradiciones y modo de vida y poder aprender arte con el que tal vez no se relacionarían. Para los artistas y curadores asistentes, el valor de dicho evento reside en la posibilidad de mostrar sus propuestas sin limitaciones museísticas elistescas, a la vez que se empapan de la pintoresca manera de vivir de los habitantes de Santa Lucía. El la plazoleta de la iglesia se proyecta el documental “Calle del Arte”, pueden verse señoras sentadas frente a la pantalla –a cielo abierto- viéndose a si mismas o a sus vecinos contarle al mundo lo que la Velada ha significado para ellos. Por primera vez se hace explicito para el público el arduo trabajo que debe hacerse para que este evento se logre cada vez a pesar de encontrar mas dificultades, con mas asistencia, con mas calor y a veces con menos cooperación. El domingo 3 de marzo, luego de la tradicional foto de grupo, Clemencia montada en una jardinera, junto a Kike, Pedro y Andry, dice entre lagrimas estar muy feliz de haberse adentrado en este proyecto, que ingenuamente se transformó en un evento de reconocimiento global,

recibió gente de todas partes y se hizo con amor, en equipo con los habitantes de la cuadra que abrieron sus puertas a los artistas incluso cuando no entendían sus palabras. Mas allá de todos los inconvenientes que tanto artistas como residentes, incluso espectadores sufrieron a lo largo de estos 13 años, a través de la Escultura Social de Clemencia Labín grandes cambios se sucedieron no solo en Santa Lucía sino en la región zuliana, hasta valerle un espacio en la Bienal de Venecia el año 2011, y una versión remix en Hamburgo. Un hito ha sido marcado, la historia del arte venezolano debe entenderse como un antes y un después, somos muchos los que formamos parte de este evento y crecimos con él.




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