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A fondo
En febrero se encontraba en Turín participando en el Capítulo General de la Congregación Salesiana cuando en Italia se expandió el coronavirus y se decretó el estado de alarma. A las semanas de regresar, en la mañana del 10 de mayo, el Consejero General para la Región Mediterránea de los Salesianos, Juan Carlos Pérez Godoy, hizo públicos los nombramientos para cargos nacionales. En su carta notificó que José Miguel Núñez sería el nuevo director del Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil (CNSPJ) y de la revista Misión Joven. Un nombre conocido para todos por su amplia trayectoria. Más de cien días después del inicio de curso hace balance en clave pastoral y comparte la hoja de ruta para los próximos años.
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Pregunta: En un artículo reciente citaba que “en tiempos de pandemia se presenta una oportunidad para leer la vida de otra manera”. ¿Cómo está viviendo este contexto cambiante y qué puede brotar de él?
Respuesta: Como muchas tantas personas, con dolor y esperanza. Dolor por el sufrimiento que está provocando esta pandemia en tantas familias a causa de la enfermedad y sus secuelas, la pérdida de seres queridos o la desastrosa situación económica que se está generando de consecuencias impredecibles. Con esperanza, porque deseo ardientemente que aprendamos de lo pasado y pueda brotar una realidad nueva que ayude a mejorar la vida de las personas si somos capaces de socializar mejor la fraternidad, la solidaridad y la justicia.
Con parte de la Comunidad Bartolomé Blanco en una celebración eucarística
José Miguel Núñez es, desde mayo pasado, el nuevo director del Centro Nacional de Pastoral Juvenil Salesiana.
P.: ¿Qué es el Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil y qué funciones desarrolla para aquellos que no lo conozcan?
R.: Es un organismo creado hace más de cincuenta años por la Conferencia Ibérica al servicio de la pastoral juvenil en España. A lo largo de estas décadas el Centro Nacional ha crecido y madurado recorriendo siempre nuevos caminos pastorales para responder mejor a los desafíos de los tiempos. Actualmente seguimos desempeñando una tarea de reflexión, formación, acompañamiento y coordinación de la pastoral juvenil de las inspectorías españolas. De igual modo, el CNSPJ ha sido siempre, y queremos seguir siéndolo hoy, un referente para la propia Congregación y para la Iglesia.
P.: Analizando el presente de la Pastoral Juvenil, ¿cuáles son las líneas generales en España?
R.: Según el cuadro de referencia de la pastoral juvenil salesiana, trabajamos en cuatro grandes ambientes. La escuela, que continúa siendo una presencia importantísima para nosotros en el ámbito de la educación formal y de la cultura, en la que impulsamos una presencia evangelizadora y de calidad. Los oratorios y centros juveniles, como respuesta educativa-pastoral al tiempo libre de niños, adolescentes y jóvenes. Las parroquias, que son confiadas a los salesianos a través de las cuales enriquecemos la Iglesia local con el carisma salesiano. Las plataformas sociales como respuesta a las urgencias de los jóvenes más vulnerables, empobrecidos y en riesgo de exclusión social. En todos estos ambientes hay cuatro prioridades que son transversales: el anuncio (a veces el primer anuncio) del evangelio, el acompañamiento en la maduración en la fe de nuestros chicos, la formación de los agentes pastorales y la atención preferencial a los últimos.
P.: Pero éstos no son los únicos proyectos a los que se les ha dado forma desde el CNSPJ. ¿Cuáles son las diferentes propuestas formativas presentadas?
R.: El CNSPJ viene trabajando en estos años en algunos procesos formativos que se están impulsando en España. Podemos destacar el Itinerario de educación en la fe, columna vertebral de nuestra acción pastoral; el Itinerario de oración, con el que pretendemos acompañar la experiencia de
José Miguel, dirigiendo unas palabras a un grupo de jóvenes.
apertura a la trascendencia y maduración de la experiencia cristiana; el Itinerario de formación afectivo-sexual, una novedosa propuesta para educadores de todos los ambientes pastorales; el Itinerario de formación al acompañamiento, prioritario en este momento para nosotros en la tarea de educar al discernimiento; la propuesta para el acompañamiento de jóvenes cristianos adultos, que tan buena acogida está teniendo y que consideramos muy necesario; los itinerarios formativos que llevamos adelante, desde hace ya algunos años, para una formación de calidad de los educadores en las escuelas, principalmente directivos y coordinadores de pastoral. Todas estas iniciativas complementan el trabajo que con tanta creatividad se lleva adelante en las inspectorías.
P.: Y mirando al futuro, ¿hacia dónde se camina?
R.: En las prioridades del sexenio, el Rector Mayor y el Consejo General nos han planteado algunos retos en los que ya estamos trabajando. Yo señalaría cuatro caminos de futuro: la evangelización como tarea prioritaria, con atención específica al primer anuncio y al acompañamiento sistemático de la educación en la fe. El segundo, la prioridad absoluta por los jóvenes más vulnerables, abandonados e indefensos en todos nuestros proyectos. La tercera línea es seguir profundizando en el trabajo compartido entre consagrados y laicos, tanto en la formación como en la misión, expresando así la fuerza carismática de nuestros orígenes. Por último, el acompañamiento de los jóvenes hacia un futuro más sostenible respondiendo al compromiso por el cuidado del creado y de la casa común inspirados por la Laudato si´ del papa Francisco.
P.: En la parte más personal, tras su etapa en Italia tuvo la oportunidad de vivir durante seis años con jóvenes en discernimiento vocacional e inmigrantes mayores de 18 años en riesgo de exclusión social. ¿Cómo ha sido esta experiencia de familia y qué recorrido tendría este modelo?
R.: En lo personal, sin dudarlo, es una de las experiencias salesianas más bonitas que he vivido nunca. Compartir cotidianamente la vida y los bienes con los jóvenes me ha renovado, me ha hecho un inmenso bien y me ha ayudado a encontrar motivos para plantearnos nuestro modo de vivir la vida religiosa. Mirando a Valdocco, los salesianos encontramos motivos inspiradores para volver una y otra vez a la fuente y dar cauce con creatividad a las respuestas ante los desafíos de las pobrezas juveniles. Creemos también que hay que formar de otra manera y el contacto con jóvenes en dificultad ofrece a los candidatos a la vida religiosa un criterio válido de discernimiento, junto a una experiencia de acompañamiento, de comunidad esencial y fraterna y una cuidada vida celebrativa y de oración. En mi opinión, es un modelo exportable a otras comunidades salesianas.
P.: Si algún joven está al otro lado y piensa en iniciativas pastorales para los próximos meses y para el verano… ¿Qué se le puede decir al respecto? ¿Hay optimismo?
R.: Más que optimismo, esperanza. Esperamos poder retomar todas las actividades pastorales con normalidad tanto en las inspectorías como las programadas en el CNSPJ. Pero mientras tanto, seguimos proponiendo con creatividad nuevos modos de encontrarnos, de celebrar la fe, de comprometernos con los más pobres, de seguir educando en las escuelas, de seguir acompañando en el tiempo libre y en la educación en la fe. El optimismo puede ser una actitud, la esperanza va más allá porque es una virtud y está enraizada en Dios. Él es nuestra fortaleza y nos sostendrá para seguir adelante con creatividad y audacia en el futuro.