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Jóvenes vidas vocacionadas EL MATRIMONIO CRISTIANO QUE SE MANTIENE FIRME Y FUERTE
El matrimonio cristiano que se mantiene firme y fuerte
Jesús tiene 34 años y es maestro de educación especial. María tiene 31 años y es maestra de primaria y licenciada en filología hispánica. Ambos se conocieron en la casa salesiana de Huelva. Jesús ingresó en el colegio salesiano con 3 años. Desde entonces, siempre ha estado vinculado a la casa a través del colegio, los grupos de fe y el centro juvenil “Carabela”. Aquí creció y se formó. Hizo su promesa como salesiano cooperador hace 8 años. María,
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antigua alumna de los maristas y miembro activo de su movimiento laical, llegó a los salesianos de Huelva para cubrir una vacante en la sección de primaria del colegio. Se conocieron, comenzaron una relación de amistad, y descubrieron que Dios los llamaba a constituir un matrimonio cristiano.
Tras un período de discernimiento y maduración, en el que hicieron un hermoso camino de conocimiento mutuo, aceptación y crecimiento en el cariño, decidieron decir sí a la llamada de Dios, casándose en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de Huelva. Reconocen que se han encontrado con dificultades, pero las han sabido superar con esfuerzo, cariño, paciencia y una alta dosis de escucha mutua. En esto consiste la vida común de una pareja, en trabajar cada día por hacer que esa unión se mantenga firme y fuerte.
Entre dos hermosos carismas
Estos jóvenes viven su opción matrimonial esforzándose por armonizar la riqueza de los dos carismas. Ellos mismos lo dicen con estas palabras: “Queremos servir a Dios y a los jóvenes, y en esta tarea nos guían dos símbolos: la pérgola de rosas (salesiano) y las tres violetas (marista)”.
Para María ha sido un descubrimiento sorprendente el Sistema Preventivo, así como también el ver los patios siempre abiertos; a Jesús le ha llamado la atención la profundidad con la que se viven los grupos de vida cristiana de los maristas. Los dos sienten admiración por Don Bosco y por Marcelino Champagnat. Del primero destacan el corazón grande y generoso, como su pedagogía de la “palabrita al oído”; del segundo, subrayan la constancia y esfuerzo.
Ambos dan gracias a Dios por el regalo de la vida y vocación laical que recibieron gratuitamente. Animan a los jóvenes con los que trabajan a no tener miedo a plantearse la pregunta vocacional, invitándoles a descubrirla y asumirla con alegría, ya que la vocación es un camino de felicidad.
Jorge Juan Reyes, sdb ief@salesianos.edu