4 minute read

Misiones Salesianas LAS GUERRAS QUE OLVIDAMOS

Next Article
Recursos

Recursos

Las guerras que olvidamos

La guerra en Ucrania acapara la actualidad en los medios de comunicación: está ocurriendo en Europa. Pero en todo el mundo existen otros conflictos bélicos que golpean de lleno a la población inocente. Los misioneros salesianos permanecen y ayudan a los indefensos.

Advertisement

Salí de Járkov con una mochila, mi “ hijo pequeño en un brazo y el otro de la mano. Ya no había calefacción, ni luz, las tiendas no estaban abiertas, vivíamos en el sótano…”. Es el testimonio de Natalka, una refugiada ucraniana, hoy a salvo en Polonia. Como ella, más de diez millones de personas, mujeres y niños en su mayoría, han tenido que dejar todo atrás por la guerra.

Uno de los cien conflictos abiertos en el mundo. Los informativos abren cada día con la situación del conflicto y los millones de personas refugiadas, y las redes sociales nos cuentan a tiempo real esta guerra en suelo europeo. Pero, ¿y las demás? ¿Qué sabemos de la guerra en Etiopía o en Yemen? ¿Conocemos lo que está ocurriendo en Sudán del Sur o en República Centroafricana? ¿Nos acordamos ya de Siria? En el olvido mediático

Son millones las personas que están sufriendo las consecuencias de guerras y de violencia en sus territorios. Millones las que tienen que abandonar sus casas para salvar su vida y la de su familia y miles las que llegan a campos de refugiados como el de Palabek en Uganda o el de Kakuma en Kenia. Lugares donde el tiempo se detiene a la espera de que la guerra termine, aunque ese día no llegue.

República Centroafricana lleva desde 2013 inmersa en una guerra civil y más de 1,4 millones de personas viven desplazadas o refugiadas en países vecinos. En Siria, más de 13 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. En Yemen ascienden a 24 millones las personas que necesitan esa misma ayuda y más de 4,7 millones de niños, niñas y mujeres padecen desnu-

Misiones Salesianas

En República Democrática del Congo la violencia está instalada en el país desde hace más de 25 años.

Misiones Salesianas

En la misión salesiana de Duékoué, en Costa de Marfil, se acogió a miles de personas que huían de la violencia.

trición. En República Democrática del Congo son ya 25 años de conflicto. Sudán del Sur nunca ha vivido en paz. En Yemen son más de ocho años de guerra, y Afganistán es uno de los conflictos enquistados del planeta. A esta lista hay que añadir a Mozambique, Malí, Camerún, Nigeria, Chad, Myanmar, Colombia… donde la violencia está presente cada día para su población.

Con los indefensos

Los misioneros salesianos están presentes en muchos de estos lugares. No quieren huir ni salir de estos países cuando la población civil los necesita más que nunca. Puedes estar hablando con ellos y que al otro lado del teléfono suenen tiros o explosiones. Ellos permanecen junto a las personas. Cuando se desata la violencia, en muchas ocasiones, abren las puertas de la misión para acoger a los civiles. Así fue en Duékoué (Costa de Marfil) cuando entraron más de 30.000 personas, también Bangui (RCA), donde llegaron a acoger a 60.000 personas, o en Gumbo (Sudán del Sur), donde aún hoy permanecen más de 10.000 personas desplazadas. Además de refugio y seguridad, los misioneros salesianos reparten artículos de primera necesidad, dan acceso a la salud y a la educación, atienden a las mujeres con menores a su cargo y ayudan a evacuar personas. Pero lo más importante es el apoyo espiritual que hace que estas personas en situaciones extremas no pierdan la esperanza. Están a su lado, sufren con ellos y buscan salidas juntos. Traen un poco de luz en momentos de gran oscuridad.

Y cuando las bombas dejan de caer, los misioneros permanecen para cerrar las heridas del odio, ayudar a perdonar y trabajar para la reconstrucción de las personas. Desde Misiones Salesianas hemos lanzado la campaña Conflictos abiertos, porque no podemos abandonar a millones de personas que sufren cada día las consecuencias de la violencia. La ausencia de guerra no significa que haya paz. La paz es tener un proyecto de futuro, y el reto, promover valores de conciencia social y responsabilidad ciudadana.

Ana Muñoz

Más información en: www.misionessalesianas.org

Pascua, un hecho de vida

Juan Linares, sdb

La Resurrección de Jesús es el hecho maravilloso que se hace realidad viva entre nosotros. Jesús no pertenece al pasado, está aquí en el presente.

La Pascua transforma nuestra geografía e historia y por eso podemos contemplar al Resucitado y experimentar que despierta en nosotros un permanente “asombro”, que difunde una luz que ilumina nuestro interior y quita las oscuridades del mundo, transmitiendo el más profundo sentido a todo cuanto existe. El Misterio de Cristo Resucitado es esa maravillosa luz que aclara el misterio de nuestra vida y muerte.

La fuerza de la Pascua rompe todas las fronteras posibles. Desaparecen las edades, lenguas, distintas confesiones de fe y nos une a todos constituyendo la “catolicidad”. La Pascua nos regala ser hermanos de todos, destruyendo todo tipo de barreras, porque la experiencia profunda de la Pascua es la pasión del Amor de Cristo. Después de la Pascua, los sepulcros no son nuestras moradas definitivas.

Cuando nos convertimos en testigos de la Pascua de Jesús y la recibimos como don, somos capaces de crear espacios pascuales y empiezan a florecer en ellos la solidaridad, la amistad, la confianza, el diálogo, la paz… Hagamos, por tanto, que nuestras casas sean residencias pascuales, nuestras calles… caminos pascuales, nuestras escuelas… lugares educativos de Pascua. Si creamos estos espacios pascuales, tanto en el interior de cada uno como en nuestras estructuras físicas, sociales, políticas o religiosas, estaremos ante la primavera de la nueva humanidad y ya no habrá robos, ni delincuencia, ni divorcios, ni guerras, ni injusticias.

This article is from: