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Editorial

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Queridos hermanos de la Familia Salesiana:

En 2022 celebraremos el IV Centenario del aniversario de la muerte de San Francisco de Sales. El Rector Mayor, don Ángel Fernández, ha elegido como lema “Todo por amor, nada a la fuerza”. Aquí reconocemos una fuente del espíritu salesiano de Don Bosco, en el que nuestro padre y fundador bebía y se contemplaba en todo momento, en especial cuando se trataba de definir el estilo educativo y evangelizador de la incipiente Congregación Salesiana: «Nos llamaremos Salesianos».

Don Bosco quedó profundamente impresionado por la extraordinaria figura de este santo. Era para él una auténtica inspiración, sobre todo porque era un verdadero pastor, un maestro de caridad, un incansable trabajador por la salvación de las almas.

Siendo joven seminarista, Juan Bosco hizo este propósito antes de su ordenación sacerdotal: «La caridad y la dulzura de San Francisco de Sales me guíen en todo momento». Y en las Memorias del Oratorio declara: «[El Oratorio] comenzó a denominarse de San Francisco de Sales […], porque nuestro ministerio exige gran calma y mansedumbre nos pusimos bajo la protección de este santo, a fin de que obtuviese de Dios la gracia de imitarlo en su extraordinaria mansedumbre y en la conquista de las almas».

El corazón es el signo más patente de toda su herencia humana y espiritual: un corazón como el de Jesús, atravesado por el amor de Dios y el amor al prójimo, a las que debían de corresponderse

Con afecto,

también los dos tratados que condensan todo su pensamiento y enseñanza. El humanismo de Francisco, su deseo y la capacidad de entrar en diálogo con todos, el grandísimo valor que da a la amistad, tan importante para el acompañamiento personal en el modo en que lo interpretará Don Bosco..., todo se construye sobre los sólidos cimientos del corazón, así como lo vivió Francisco.

La dulzura del corazón humano, antes que de trato hacia el prójimo, aunque tenga un carácter poco agradable, es un reflejo de la misma confianza, siempre abierto a la acción de Dios y siempre destinado a la plenitud de la vida. Dulzura y amorevolezza son planteamientos misioneros, encaminados a facilitar al máximo posible, en cada circunstancia y situación, este encuentro entre gracia y libertad de quien está delante de mí.

Una hermosa propuesta para el hoy de la Iglesia y, sin duda, de la Familia Salesiana de Don Bosco, crecer en el arte de acompañar en el camino de la fe, especialmente a tantos jóvenes que no conocen a Dios y que, al mismo tiempo, tienen hambre y sed de Él, muchas veces, sin saberlo. Es muy «salesiano» sentir y creer verdaderamente que cada persona necesita «un amigo del alma» en quien encontrar consejo, ayuda, guía y amistad.

San Francisco de Sales es un testigo ejemplar del humanismo cristiano. Con su estilo familiar, recuerda que el hombre lleva inscrita en lo más profundo de su ser la nostalgia de Dios y que sólo en Él encuentra la verdadera alegría y su realización más plena.

DESPUÉS DEL

La pandemia ha cambiado el modo en que nos relacionamos con el mundo, los otros y nosotros mismos. Necesitamos reconstruir y renacer con más solidaridad y conciencia para reponernos de una calamidad silenciosa, marcada por el dolor, el confinamiento, el luto, el miedo.

Comienzo con una pequeña narración sapiencial: Un equilibrista extendió una cuerda a una discreta altura sobre un amplio mercado. Primero se habían exhibido algunos malabaristas, pero su espectáculo había durado más de lo previsto y la plaza había sido cubierta por la oscuridad. La exhibición del equilibrista se llevaría a cabo bajo la luz de un reflector.

En la penumbra, el artista no se percató de que un chiquillo lo había seguido al subir la escalera y cuando dio los primeros pasos sobre la cuerda lo descubrió detrás de él.

«¿Qué haces aquí?», le preguntó. «Quiero ir contigo sobre la cuerda». «¿No tienes miedo?».

«Mientras esté contigo, no». Los espectadores mantenían el aliento.

El alambrista tomó al niño y se lo echó a los hombros. Para distraerlo de la altura, oscuridad y peligro del vértigo le dijo: «¡Mira qué bellas son las estrellas allá arriba! ¡Mira fijamente a las estrellas!». Y mientras que el niño miró el destello de las estrellas brillantes, no pensó en el peligro de los pasos vacilantes sobre aquella delgada cuerda, ni en la profundidad bajo ellos, y se dejó transportar sobre la cuerda a lo largo de aquella plaza.

Don Bosco sería el primero en “subirse a la cuerda” con los chicos. Sería el primero en estar presente, haciendo uso de toda su creatividad, capacidad y competencias para llevar, preventivamente, a los jóvenes hacia la esperanza, creyendo en ellos mismos, ofreciendo protagonismo, hablando a cada uno del gozo de vivir y crecer en armonía, formándolos en el compromiso valiente para con los demás, sobre todo, con los más necesitados.

He aquí la esperanza en este tiempo: la oportunidad de crecer y aprender juntos como equipos de estudiantes, familias, maestros y especialistas. Debemos valorar lo ganado en esta crisis (un ambiente mejor, una vida más lenta, el estar juntos como familia) y cuán creativos e innovadores han sido los educadores al responder rápida y eficazmente, por ejemplo, a través de lo digital.

Las cosas serán diversas y nosotros las queremos así. Nada es como antes: la vida, los lazos, el espacio y el tiempo. No queremos volver a donde estábamos, sino que queremos cambiar para mejor, innovar, crear, creer en nosotros mismos, en nuestros recursos, en la educación como factor de cambio.

Tenemos necesidad de creatividad para crear nuevos paradigmas y respuestas. La audacia de una vida portadora de algo verdaderamente nuevo. Tenemos necesidad de soñar una nueva vida que se vuelva realidad, pues la tarea será ardua y tardará mucho. No requiere de improvisaciones, sino de la seguridad de un testimonio, el gozo de nuestra esperanza, la seguridad de nuestra autoridad.

Más que nunca, nuestra presencia y testimonio son necesarios. Y más que nunca los jóvenes, que no podemos dejar solos, nos esperan con los brazos abiertos para vivir una vez más su vida con la fuerza de un amor capaz de superar todo, porque ¡solo el amor puede triunfar! Debemos soñar de nuevo el sueño de los jóvenes.

Espero que hayamos aprendido a ser más conscientes de la conexión humana, más determinados a educar bien a todos los niños y jóvenes, más conscientes del poder de la amabilidad humana y más concentrados en trabajar con las familias y

Don Bosco sería el primero en “subirse a la cuerda” con los chicos. Sería el primero en estar presente, haciendo uso de toda su creatividad, capacidad y competencias para llevar, preventivamente, a los jóvenes hacia la esperanza,

organizaciones para educar al futuro, con método salesiano, que significa:

Acogida completa y cordial. Los diálogos de Don Bosco con los jóvenes revelan su capacidad de acogida plena y cordial, elemento fundamental de la relación educativa salesiana. En un modelo de comunicación informal, situacional y amigable, Don Bosco llega al corazón, superando las barreras del “distanciamiento social” (“Haz que todos aquellos que hablen contigo se vuelvan tus amigos” (MB X, 1085), y en este modo todos se sienten acogidos y amados. En el crecimiento humano lo importante es que el individuo sea el protagonista de su vida e historia.

Sintonía y apertura empática. Don Bosco recomienda a sus salesianos una cercanía con los jóvenes, rica de atenciones y gentileza.

Conocimiento del joven y sus posibilidades. Según la pedagogía de Don Bosco, el joven siempre puede hallar dentro de sí recursos personales que, puestos en juego, junto a la “gracia”, lo llevan a proponer y alcanzar nuevas metas de mejora y conquista de sí.

Experiencia educativa y pastoral en la vida cotidiana. El acompañamiento educativo se realiza en la vida cotidiana del patio, el espacio por excelencia para conocer y acompañar a los jóvenes. Lo extraordinario sucede en lo ordinario: en los momentos de la vida cotidiana. Educador y estudiante se ocupan en frecuentes conversaciones, comparten momentos de trabajo y ocio en una relación de conocimiento recíproco, a menudo también de amistad que prepara a la confianza, dedicación y docilidad.

Ambiente educativo y estilo familiar. Buscando imitar lo que experimentaba en su propia familia, Don Bosco quiso transferir este espíritu familiar a la vida cotidiana de Valdocco. La convivencia entre educadores y muchachos debía ser similar a aquella entre padres e hijos.

La tecnología no puede sustituir a los maestros; la educación permanecerá como una actividad con alta intensidad de interacción humana. En el futuro, el desafío principal será hallar el equilibrio entre apoyar la adopción de instrumentos digitales y continuar invirtiendo en el factor humano.

Prevención como sistema. El concepto de “prevención” desarrollado por Don Bosco no es de naturaleza puramente “asistencial” y “protectora”. Es “promocional”, está dirigido al “potenciamiento” para superar factores negativos que pueden destruir a la persona.

En el caso del Covid-19, son necesarias nuevas estrategias educativas para sensibilizar y preparar a los estudiantes, que serán los próximos nuevos ciudadanos, además de buscar soluciones que tengan en cuenta el respeto por la vida, desarrollo sostenible y compromiso ético.

Acompañamiento personal como dirección espiritual: la

santidad. El educador de Don Bosco no se limita a lo humano, sino que va a lo espiritual. Su fin es la felicidad total. Y por este fin va “hasta la temeridad”: caminar sobre la cuerda es siempre difícil y riesgoso, pero sobre los hombros de Don Bosco vamos sin miedo hacia el futuro. Teniendo los ojos fijos en las estrellas del cielo.

P. Ángel Fernández Artime,

“ÉL ES MI SEGUNDO”

P. Manolo Pérez, SDB, CSFPA

Don Rinaldi había entregado a Don Lemoyne un sobre cerrado que decía: “Para luego de las elecciones por la muerte del querido Don Rúa”.

Después de la elección, el 16 de agosto de 1910, lo leyó públicamente: “El 22 de noviembre de 1877, monseñor Ferré le pregunta a Don Bosco sobre las resistencias a Don Albera (tenía 32 años) de parte de su obispo y del clero, por ser salesiano. Don Bosco respondió: ‘Claro… él es mi segundo’, y cortó la frase”. Don Rinaldi dijo: conservé esto esperando…”.

Padre y maestro

Luego de su elección, rezó ante la tumba de Don Bosco y le pareció oír: “Conserva lo que tienes”.

Ya había recorrido las casas de América y lo mismo hará como rector mayor en Europa. Su objetivo será cuidar los servicios a los jóvenes más necesitados y la Iglesia local, recibir las confidencias personales, consolar, amonestar, dar valor, tomar decisiones oportunas y tratar a cada uno con cordialidad familiar.

Planteó los fines de la congregación: “La piedra angular de nuestra obra está formada por los oratorios festivos, las misiones y las vocaciones eclesiásticas, los tres fines primarios que planteó el venerable fundador son inseparables para la vida de nuestra congregación”.

Como memoria del magisterio de Don Rúa se imprimieron sus circulares, de las cuales Don Albera escribió 26. Se organizó la Sociedad Editora Internacional. El Boletín Salesiano, ya en italiano y español, se publicó además en francés, inglés, alemán, polaco y húngaro.

Gran consuelo fueron los inicios de beatificación de Don Bosco, Don Andrés Beltrami, Ceferino Namuncurá y la extensión de la fiesta de María Auxiliadora a toda la Iglesia.

Años dolorosos

Durante la 1ª Guerra Mundial, Don Albera escribió: “Hay numerosos hermanos llamados bajo las armas… tantos pagaron ya su tributo a la patria con el sacrificio de la vida y otros cuando sea… No me pueden negar que el corazón del padre, pensando en todos sus hijos, está inmensamente más probado”. Eran cerca de 2.000, casi la mitad de aquel entonces.

Durante tres años organizó la ubicación actualizada de cada uno y les envió una circular mensual. En 1918, para sus bodas de oro sacerdotales, pidió encontrarse con los salesianos y sacerdotes exalumnos y exsoldados. Su clamor era para que se abrieran las puertas a los hijos de los combatientes, muchas veces huérfanos.

La celebración del centenario del nacimiento de Don Bosco se redujo a la misa en Valsalice junto a su tumba, en Castelnuovo d’Asti y una lápida memorial del bautismo; también la piedra fundamental de la capilla a María Auxiliadora en I Becchi.

La Familia Salesiana como horizonte

El periódico Corriere della Sera hacía un pronóstico: “Don Albera es de una fisonomía espiritual especial; la obra que desplegó en Francia y América demuestra lo que será, con igual competencia, serenidad y amplitud de miras, para guiar la gran Familia Salesiana sobre las huellas dejadas por Don Bosco y Don Rúa”. Y tenía razón.

Fueron múltiples los encuentros, nacionales e internacionales, con salesianos, exalumnos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores, bienhechores, autoridades civiles y eclesiásticas. En cada uno les abría su corazón e inquietudes.

A las Hijas de María Auxiliadora les comentó: “Podrán encontrar, entre los salesianos, quienes conozcan más que yo su Instituto, más capaces para darles consejos y ayuda; pero quizá no otro que las quiera más que yo y aprecie su obra”.

A los exalumnos, para quienes impulsó la Federación Internacional, les dijo: “Seríamos bien pobres si los hubiésemos amado solo en los pocos años que estuvieron con nosotros: los amamos todavía y deseamos amarlos siempre”.

A los Cooperadores señaló: “Cuando ante el mal que se propaga o el bien que urge realizar, viene clara de lo alto la invitación a nuevas obras para la gloria de Dios y la salvación de las almas, no dudamos sobre el ejemplo de Don Bosco, a ser también un poco santamente audaces”, y él mismo abrió 103 casas.

Una profecía cumplida

El cardenal Rampolla escribió el 11º Capítulo General sobre el futuro rector mayor, previamente a la elección: “Aquel que por santidad de vida y ejemplo, por bondad de corazón de padre amoroso, por prudencia y sabiduría sea guía seguro, por celo y firmeza vigile la disciplina de la observancia religiosa y del espíritu del venerable fundador”.

SALESIANOS “TODOTERRENO”

P. Luis Timossi, SDB, CSFPA

Formados en la práctica

El Papa Francisco, en su mensaje al Capítulo General 28, afirmó: “Es muy importante sostener que no somos formados para la misión, sino que somos formados en la misión, a partir de la cual gira toda nuestra vida”.

El proceso de formación en el carisma salesiano es una de las artes más delicadas e ingeniosas, ya que desafía a quienes acompañan el camino de crecimiento en la identidad vivida por Don Bosco.

La Constitución de los salesianos señala que él mismo decía: “En el seminario se forma el sacerdote, pero el salesiano se forma entre los jóvenes”.

Los primeros “formadores”

El primer artículo de nuestras Constituciones afirma que “para contribuir a la salvación de la juventud, el Espíritu Santo suscitó, con la intervención materna de María, a San Juan Bosco. Formó en él un corazón de padre y maestro”.

Es muy grato contemplar, en ese lugar, la profesión de fe de toda la Familia Salesiana. El carisma de nuestra congregación nace y se forma por la acción gratuita del Espíritu Santo y María. Ellos “nos hacen salesianos”, ya que son nuestros primeros y principales “formadores”.

Toda otra intervención en la formación no es más que un acompañamiento, mediación o reflejo de esta acción divina en el corazón de quien recibe y cultiva el don del carisma.

¿Formarse salesianamente?

Cuando el Espíritu y María nos regalan el don de la salesianidad, donan con él la energía de la caridad pastoral con dinamismo juvenil (C. 10) y la fuente o causa de esta, que es la gracia de unidad.

Ser salesiano significa vivir la caridad, es decir, el amor mismo de Dios con el estilo del Buen Pastor que da la vida por las ovejas con prontitud y rapidez, al estilo de María, cuando va a servir a su prima.

Es un singular dinamismo que se focaliza y sintoniza principalmente con el corazón de los jóvenes.

El amor a Dios y a los jóvenes, empáticamente vivido, se realiza en un solo movimiento de caridad, fruto, justamente, de la “gracia de unidad”, fuente del carisma.

Prioridad de la acción e interioridad

Formar en la acción no significa vivir afuera, ser superficiales, improvisados, o en el activismo. Si en el corazón salesiano no hay primero amor de Dios, ¿cómo puede haber en él verdadera caridad? Si el apóstol no descubre el rostro de Dios en el prójimo, ¿cómo puede decir que ama a Dios? (1 Jn 4,20).

Como sugieren nuestras Constituciones, “sumergido en el mundo y en las preocupaciones de la vida pastoral es donde el salesiano aprende a encontrar a Dios, en aquellos a quienes es enviado (C.96). Formarse en la misión es encontrarse con Jesús, que nos espera en los jóvenes (CG 28).

El salesiano es como un auto todoterreno, con la estructura bien plantada en la tierra y el motor lleno de cielo.

MIGRAR,

PARTE DE NUESTRO ADN

Por José Miguel Estay

En un contexto global marcado por la movilidad humana, se vuelve necesario acoger, proteger y promover los derechos humanos de quienes requieren comenzar una nueva vida.

La movilidad humana es una de las principales características de nuestra especie. Desde el principio hemos buscado mejores lugares para desenvolvernos y sacar el máximo potencial individual y social que tenemos. De esta forma, logramos desarrollar economías, tecnologías, culturas y naciones a partir de la expansión de barreras.

En los últimos años, la inestabilidad política y, sobre todo, la disparidad económica que existe entre países han provocado que oleadas de personas dejen sus naciones de origen para buscar mejores oportunidades, lo que ha instalado un debate global sobre la gestión de migrantes.

Según el Portal de Datos Mundiales sobre Migración y Organización Internacional para las Migraciones, en 2020, América tuvo un flujo de 73,5 millones de inmigrantes y 47,2 millones de emigrantes. Las principales causas de la movilidad humana son la pobreza, inseguridad, problemas políticos y reunificación familiar.

Datos compilados por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA) indican que el número de migrantes internacionales ha crecido más rápido que la población mundial, llegando a una de las mayores tasas de movilidad humana en la historia moderna.

Esto se relaciona con el aumento de desplazamientos forzados a través de las fronteras internacionales, los que siguen acrecentando el número mundial de refugiados y solicitantes de asilo en unos 13 millones, cerca de la cuarta parte del total mundial.

“Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables, que han de ser respetados por todos y en cualquier situación”

El caso nacional

El Servicio Nacional de Migraciones y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) estiman que al 31 de diciembre de 2020, la población extranjera residente en Chile correspondía a 1,4 millones de personas, aumentando cerca de 18% cada año.

El incremento de quienes vienen en busca de ayuda a nuestro país ha generado, por un lado, un legítimo diálogo respecto de las condiciones de ingreso, pero, por otro, manifestaciones que distan de un sentido de acogida, en particular una ocurrida en el norte de nuestro país durante septiembre de 2021.

El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, ante la quema de pertenencias de migrantes, dio a conocer una declaración expresando el dolor y rechazo a los actos cometidos contra hermanos extranjeros en la ciudad de Iquique.

La misiva señala que “como obispos de la Iglesia Católica en Chile, nos unimos al dolor y al rechazo que han ocasionado los actos de violencia cometidos contra hermanos inmigrantes en la ciudad de Iquique, ocurridos en los últimos días. Observar la agresión a personas en situación de vulnerabilidad, incluidos niños y adolescentes, junto a la destrucción de sus pocas pertenencias, mientras se gritaba “vivas” a Chile, nos llena de vergüenza y de estupor. No es ese el Chile al que todos aspiramos”.

La carta enfatiza que estas actitudes no contribuyen, pues dañan la dignidad de las personas: “Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables, que han de ser respetados por todos y en cualquier situación” (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 62).

Además, subraya que “no podemos olvidar que detrás de la migración hay situaciones de pobreza, violencia y de crisis de las que se huye. Por eso la migración, junto con ser un hecho doloroso, es también un derecho humano, porque las personas tienen derecho a buscar una vida mejor y a huir de la desesperación”.

Sostienen, además, que “si la dignidad de la persona humana no queda a salvo y, por el contrario, consideramos a algunos menos valiosos o descartables, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad”.

Finalmente, el Comité Permanente invita a los católicos a “no asumir ni promover actitudes hostiles al inmigrante. Una mentalidad xenófoba y replegada sobre sí misma, sea por la consideración que sea, no puede prevalecer por encima de las más hondas convicciones de fe, que nos hacen sostener el valor de cada persona humana y la ley suprema del amor fraterno”.

Salesianos y migración

Nuestro padre Juan Bosco emigró desde I Becchi, la zona rural donde nació, hasta Chieri, para posteriormente llegar a la urbana Turín. Se trata de un tema, por lo tanto, presente desde el origen de nuestra Congregación.

En aquellos años la migración no solía darse entre habitantes de distintos países, ya que el principal flujo era de personas que partían desde el campo a la ciudad, para encontrar trabajo en las nacientes zonas industrializadas.

Desde el comienzo, Don Bosco se enfrentó a esta realidad y recibió en su oratorio a jóvenes migrantes estacionales o permanentes, de áreas rurales como él, que quedaban marginados de la sociedad, sin trabajo y sin educación.

Pese a los más de 200 años de su natalicio, aquel legado vive. El Rector Mayor, P. Ángel Fernández, en su mensaje de Aguinaldo 2020 aludió explícitamente a la importancia de su herencia y no olvidarla: “Lo llevamos en el ADN, somos hijos e hijas de un emigrante, que acogió emigrantes y que envió a sus hijos misioneros a atender a los emigrantes”.

El mismo Rector Mayor, en su visita a República Checa en 2017, se refirió a la migración de forma clave: “He visitado más de 60 países y veo que cada nación es original y maravillosa. Quiero ser honesto: lamento que construyamos muros. Esto me preocupa, porque creo que otras personas pueden enriquecernos. No me refiero a que debe haber un gran caos, ¡no digo esto! Solo quiero decir que una persona diversa de nosotros no debe ser necesariamente peligrosa y tener cuidado no significa ver a un enemigo en cada extranjero”.

Como parte del legado de Don Bosco, es insoslayable trabajar por ellos e incluirlos. No debemos mirarlos como cifras o problemas, porque su dignidad e identidad dependen de nuestra acogida.

Por Equipo Inspectorial de Pastoral Juvenil

PROPUESTA DE PASTORAL CON JÓVENES ADULTOS

La Pastoral Juvenil salesiana en nuestro país goza de la participación de innumerables laicos/as en el acompañamiento de las experiencias asociativas, animación de las catequesis y en otras iniciativas educativo- pastorales. Gran parte de ellos son voluntarios que entregan su tiempo, motivados por su vocación cristiana e incentivados por el carisma de Don Bosco.

Los jóvenes adultos sostienen en gran medida la asesoría de niños/ as, adolescentes y jóvenes y, al hacerlo, su identidad cristiana y salesiana se fortalece. No obstante, percibimos la carencia de una propuesta de acompañamiento específico, donde puedan crecer compartiendo sus experiencias, búsquedas y necesidades propias de la etapa que viven.

En este sentido, sus interlocutores no son los niños ni adolescentes que acompañan, pues los desafíos de crecimiento son otros, propios de su edad, experiencias vitales y madurez en la fe.

Se nos presenta el desafío de acompañar y ayudar a profundizar las experiencias de estos asesores, que se encuentran entre el límite de su etapa juvenil y la adopción de roles característicos de la vida adulta.

Erik Erikson, importante psicoanalista que contribuyó en la psicología del desarrollo, planteó que son dos los principales desafíos de crecimiento en la juventud adulta: amar y trabajar. Nosotros agregamos un tercer elemento: creer.

Estos jóvenes adultos necesitan expandir la generosidad a través de experiencias de amor a los demás, con todo lo que eso conlleva. Al mismo tiempo, dados sus mayores avances en el desarrollo de experiencias cognitivas, competencias y habilidades de diverso de orden práctico, buscan sentirse útiles

a otros, realizarse a sí mismos, sentirse productivos y creativos desde la experiencia del trabajo.

Es en esta etapa de la vida donde comienzan las primeras experiencias laborales y se muestran colectivamente aportando en la creación de una sociedad mejor.

Fruto de vivir con mayor compromiso su experiencia creyente por el servicio apostólico que realizan, importa que vayan ganando mayor adhesión a Jesucristo y la Iglesia, donde se explicita con mayor lucidez el proyecto de vida personal.

Las interrogantes y búsquedas de respuestas a inquietudes que exige esta etapa tienen una importancia clave, ya que hay una evolución psicorreligiosa que durante el período juvenil se caracteriza por la búsqueda de un sentido para la existencia que gradualmente adquiere un carácter comprensivo en todos los aspectos de la vida.

Dado el rango extenso de edades a considerar, es necesario diferenciar según generaciones, donde se comparten estilos de vida, códigos culturales, sensibilidades, intereses y, en definitiva, las formas en que se hacen visibles socialmente. Importa discernir la conveniencia de subdividir este amplio tramo de edad en dos, por ejemplo, aquellos jóvenes de entre 22 y 25 años, de los que tienen entre 26 y 30 años. Aunque se puede reconocer que hay entre ellos orientaciones y características comunes, tienen diferentes hitos históricos, contextos distintos y, desde ahí, se elaboran vivencias personales también disímiles, lo que deja ver la difusa y compleja relación entre historia y biografía.

¿Cómo favorecer el acompañamiento de nuestros jóvenes adultos en sus búsquedas? Creemos que hay condiciones que garantizan su factibilidad pastoral:

> Invitarlos a constituirse en pequeños grupos de personas para ir conformando comunidades de vida y acción.

> Grupos ojalá mixtos, de siete a 10 integrantes.

> Encuentros periódicos a definir y tiempos disponibles.

> Asesoría de un adulto/a con competencias para este tipo de acompañamiento, donde las inquietudes, cuestionamientos y búsquedas requieren respuestas a la altura de los desafíos socioculturales (ver Christus Vivit 246).

Todo comienza convocando a los jóvenes con una propuesta de vivir la experiencia comunitaria, con la finalidad de crecer en la vida de fe, donde se comparta la acción desde una mirada creyente en Jesucristo, o sea, con clara identidad en sus objetivos.

Quien acompañe o se introduzca en este servicio requiere capacitarse permanentemente para estar a la altura del desafío. Comúnmente las inquietudes y dudas van presentándose desde las propias experiencias que se viven, con temáticas propias del mundo afectivo-sexual, horizontes de la sociopolítica, sentido de la vida, coyuntura cultural, social y eclesial. Es una oportunidad valiosa para educar en la práctica del discernimiento y crecimiento en la capacidad de diálogo.

Comúnmente, en esta etapa de vida se tiende a operar desde la potencia cognitivo intelectual, donde las ideologías brotan en el transcurso de la confrontación y vivencia grupo/comunidad. La experiencia comunitaria, por lo tanto, es el lugar privilegiado para la comparación y búsqueda sincera, pues prima el valor de la fraternidad sin renunciar al disenso.

Un grupo de jóvenes adultos no toleraría evadir cuestiones vitales de la vida sociocultural y política, así como problemáticas propias de la vida eclesial, a menos que se limite a cuestiones intrascendentes y no conducentes a lo que la realidad les va exigiendo, con la justificación de resguardar “la pacífica convivencia”.

Estamos en un tiempo y espacio donde la enseñanza social de la Iglesia puede desarrollar toda su riqueza en vista de favorecer mejor las implicancias actuales de un buen cristiano y ciudadano, según la intención de Don Bosco, que más allá de optar por los jóvenes en su querer profundo, colaboraba a una sociedad con valores cristianos.

De estos espacios privilegiados pueden también potenciarse las opciones vocacionales de mayor incidencia para la vida de la Iglesia y sociedad. En la vida eclesial, ya que desde la profundización de la opción creyente y el servicio pastoral pueden nacer opciones más trabajadas para la vida de mayor disponibilidad (vida religiosa), como la opción vocacional a profundizar la mayor intimidad (opción matrimonial) y también la vocación por la macrocaridad, como lo llama el Concilio Vaticano II (el servicio a la vida política).

NARCOCULTURA

Por Paulo Inostroza, periodista

“A mí mamá no le gusta ver mis videos, porque canto de drogas”, dice Marcianeke, el artista chileno más escuchado este año en Spotify, pero también un chico de 19 años de voz ronca y letras sin filtro que se encontró de golpe con la fama y el dinero. Lo mismo que Pablo Chill-E y otros tantos. Todos de la calle, un poco jugando a ser estrellas y sin advertir dónde está el límite.

Los jóvenes se identifican con esta nueva camada musical por una serie de cosas. Una es su rima sin palabras rebuscadas ni corrección poética. “Son tipos que hablan normal y te da la sensación de que dicen lo que tú quieres decir y lo expresan como tú mismo lo harías. Es como los realities, donde la gente buscaba alguien alcanzable, alguien que se parezca a ti”, cuenta Gabriel, que confiesa escucharlos, aunque no se declara fanático. Y ellos cantan de lo que sea, sobre todo, de lo que parece prohibido. Eso en todas las décadas ha sido atractivo para los jóvenes.

Pero hablamos de cantantes que van más allá de la letra sexual y fiestera del reggaetón. Hablamos de la explosión de la narcocultura, de la apología a las armas, la droga y la ostentación de autos, joyas y prendas lujosas. Unos lo hacen por imitación, otros van en serio. Jay Ferragamo, uno de los artistas más populares del género, advierte que “hay mucho de prejuicio. Al comienzo muchos hablábamos de esos temas y con el tiempo nos dimos cuenta de que no está bien. Que puedes dar otro mensaje. Muchos cambiamos, pero no todos”.

Porque así como algunos aseguran mostrar armas solo para hacer el montaje de un videoclip, otros han ido mucho más allá. Mackalister y J. Emiliano, por ejemplo, fueron detenidos por tráfico de drogas. Este último también fue formalizado por tenencia de armas, lo mismo que Gran Mente. Chucky Indica es otro caso, detenido como líder de un clan narco y luego grabando desde la cárcel. Los casos no son pocos. La PDI ha llegado a ellos revisando sus videos musicales, donde no esconden nada. Ni siquiera lo robado. Para este género, ser peligrosos les da más credibilidad entre sus seguidores.

La música asociada a la calle tiene su antecedente más concreto en el hip hop, aunque en su origen fue música emanada de grupos que sufrían represión social y racial y sacaron la voz como su principal arma. Gente pobre afroamericana disparando letras sin censura. Ello estableció el valor de “tener calle” como un requisito de respeto, lo cual se ha replicado en varios géneros. “No puedes cantar sobre la

calle sin haber sufrido la calle”. Pero se trataba más del aislamiento que sufrían por falta de oportunidades y discriminación.

En la actualidad, la narcocultura musical está protagonizada principalmente por cantantes de hip hop, reggaetón y trap. Los jóvenes tratan de imitar su forma de vestir, estilo de vida, independencia, tener 20 años y el mundo a sus pies, algo que siempre se ve atractivo. Andan en autos de lujo, como el Porsche rosa de Marcianeke o el Jaguar donde Pablo Chill-E escapó de Carabineros. Este último, otro muchacho de solo 21 años, que se hizo famoso a los 15. De Talca y Puente Alto, respectivamente.

Gabriel apunta que “a los 15 o 16, los cabros ya quieren ser como ellos. Hacer música y tener sus cosas, vivir en fiestas a lo grande, ser famosos. Y al verlos te da la sensación de que no necesitas tener una gran voz, es más una cuestión de actitud”. Aunque Marcianeke se declara un trabajólico y asegura que aquí hay un poco de suerte y mucho de ensayo, de encerrarse a crear. “Hay que juntarse con gente que quiere tirar para arriba al otro. Por eso yo canto con todos”, afirma este joven que asegura haber superado su depresión gracias a la música. Nombres que la rompen en redes sociales, como Bayron Fire, Vic Angelo o Polimá West Coast, quien asegura que “la PDI me para por nada, la narcocultura le hizo mal al género”. Y ahí hacen la diferencia entre hacer un show y arte de la calle y pasarse a la vereda de la realidad. Por ejemplo, el cantante Goliack el Brutality fue acribillado en Lo Prado y el sello Riveros Records fue allanado y se le decomisaron armas, drogas y autos de lujo para tráfico ilegal. ¿El joven que escucha este tipo de música es capaz de discernir ese límite entre la ficción y la realidad?

La respuesta no es tajante y la responsabilidad es de quien consume el mensaje. “Ver películas de vaqueros no hizo que nadie saliera a lanzar flechas”. Pero sí es necesaria una guía adecuada y presente para los más niños y adolescentes, que suelen confundirse y que los papás no siempre saben en qué andan metidos sus hijos. Desconocen qué se está escuchando hoy. Son los favoritos en Spotify, los personajes con más likes en Instagram, los que superan los 20 millones de reproducciones. Unos hablan de delincuencia casi como un juego, otros realmente pasaron la línea, pero cantan sobre lo mismo. Mejor estar atentos.

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